segunda-feira, 9 de abril de 2012

Brasil-EUA, vistos desde Espanha - Carlos Malamud

Uma outra visão da relação Brasil-EUA, por um especialista argentino baseado na Espanha.
Paulo Roberto de Almeida

Brasil: sexta economía mundial

Infolatam
Madrid, 8 abril 2012
Por CARLOS MALAMUD
(Carlos Malamud. Especial para Infolatam)

Brasil gastará 35 mil millones de dólares en los próximos 25 años en modernizar su armamento y sus fuerzas armadas, que tendrán la suficiente capacidad disuasoria para defender su territorio y sus recursos naturales. El proyecto incluye la fabricación y compra de submarinos de propulsión nuclear y sofisticados aviones cazas, junto a una vasta panoplia tecnológica. Esta noticia confirma que Brasil se toma muy en serio su condición de sexta economía mundial y pretende ser un actor global e influyente en la agenda internacional.
Pese a sus recientes tics pacifistas, ha entendido que sin fuerza no hay potencia. Así lo señaló Dilma Rousseff al ratificar la Estrategia Nacional de Defensa: “Un país que aspira a tener dimensión internacional tiene que tener en las fuerzas armadas un ejemplo de su capacidad. Es imprescindible disminuir nuestras vulnerabilidades, modernizar los medios operativos e integrar cada vez más las tres fuerzas”. Continuaba así la política definida por Lula en torno a la defensa de la Amazonía y la Amazonía Azul, la riquísima cuenca presal de gas y petróleo.
Sin embargo, su política exterior mantiene actitudes de país emergente, con un discurso victimista centrado en valores reactivos, como su negativa a ingresar en la OCDE o el objetivo de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad. Así creen que el mundo, comenzando por EEUU, no los comprende ni reconoce su potencial, como prueban las reacciones ante la visita de Rousseff a Washington y la comparación de su agenda con las muestras de afecto propinadas por Obama a David Cameron en su reciente viaje. Lo que más ha dolido es que no haya cena en la Casa Blanca ni salida “informal”. Según Reuters, funcionarios brasileños se quejaron de no disfrutar de una “relación especial” como el Reino Unido, pese a su mayor poderío económico y de no ser tratados como un socio importante. Un colaborador cercano a Rousseff insistió:  “No tenía que ser una visita de Estado, pero Obama podría haberla invitado a cenar o llevarla al Kennedy Center”.
Como señaló Moisés Naím, la sintonía bilateral podría ser mucho mayor. Junto a las incomprensiones mutuas hay una gran responsabilidad de EEUU por el trato a Brasil. Washington se queja de que Brasil se ha transformado en la Francia de América Latina y obstruye algunas negociaciones internacionales para exhibir su poder: “Cuando interfieren en nuestras iniciativas para detener el programa nuclear de Irán o impiden los acuerdos en otras negociaciones, lo hacen para obligarnos a prestarles atención. Y lo logran. Pero no se dan cuenta de que esto ha ido minando nuestra disposición a tratarlos como un aliado confiable. Tenemos que esperar que Brasil madure como potencia”.
Como en toda disputa, los dos tienen algo de razón. Brasil, que en las décadas de 1940 y 1950 fue un gran aliado de EEUU, hoy es sólo su octavo socio comercial. Sus intercambios bilaterales, 74.000 millones de dólares, son muy inferiores a los de EEUU con China, 503.000 millones. Sin embargo, las respuestas de por qué Washington y Obama prefieren a Cameron y no a Rousseff están en las políticas exteriores y las actitudes de ambos gobiernos. Mientras Londres es un aliado fiel de la OTAN y coinciden sus puntos de vista sobre Irán, Siria, Libia y otros temas candentes de la agenda internacional, éste no es el caso de Brasil, que ha impulsado la creación de la CELAC, en contra del “panamericanismo” y de la OEA.
Si Brasil aspira a ser una gran potencia internacional, y tiene todo el potencial, las condiciones y el derecho a serlo, debe modificar sus relaciones con el mundo, sabiendo que cuánto más poderoso es uno menos simpatías recoge y que cada vez que toma una decisión hay ganadores y perdedores. Éste es el reto del gobierno brasileño y de Itamaraty y es de esperar que estén a la altura de los acontecimientos. De conseguirlo, sería una excelente noticia no sólo para Brasil, sino también para América Latina, el hemisferio americano y Occidente en general.

Carlos Malamud: Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España e Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha sido investigador visitante en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford y en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ha estado en posesión de la Cátedra Corona de la Universidad de los Andes, de Bogotá. Entre 1986 y 2002 ha dirigido el programa de América Latina del Instituto Universitario Ortega y Gasset, del que ha sido su subdirector. Actualmente compatibiliza su trabajo de historiador con el de analista político y de relaciones internacionales de América Latina. Ha escrito numerosos libros y artículos de historia latinoamericana. Colabora frecuentemente en prensa escrita, radio y TV y es responsable de la sección de América Latina de la Revista de Libros.

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