Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, em viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas.
O que é este blog?
Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida;
En tiempos feudales el tributo se concebía como una parte de la cosecha, pero nunca toda la cosecha.
Ricardo Esteves
Comienzan a escucharse nuevamente expresiones propiciando la prórroga de las abusivas tasas de Bienes Personales o la implantación de un nuevo impuesto a la riqueza, ambos hechos tributarios que han provocado un daño irreparable al país: la perdida de buena parte del empresariado nacional.
Como si los empresarios argentinos no hubieran padecido las consecuencias negativas de la pandemia al igual que otros sectores del país, o como si operaran en campo propicio y no en arenas movedizas, lo que es tener que producir con alta inflación, con uno de los niveles impositivos más asfixiantes del mundo, o expuestos a la extorsión sindical -empresas que son bloqueadas mientras el poder mira para otro lado-, para que encima de eso tuvieran que padecer los zarpazos de la suba de la alícuota en Bienes Personales y el impuesto a la riqueza aplicados desde finales del 2020 a la fecha.
Esas dos movidas implicaron la decapitación de buena parte de lo más representativo del empresariado nacional, que emigró, y que contrarresta los efectos recaudatorios en un país con tanto despilfarro público.
Llama la atención la saña con que se actuó sobre los patrimonios atesorados en el exterior, que es la forma en que los argentinos buscan proteger su capital de los cíclicos saqueos que se producen en el país,como sucedió al inicio del gobierno de Menem con el Plan Bonex (canje compulsivo de los depósitos bancarios en pesos por bonos a largo plazo), o en el 2002, cuando los que tenían depositados dólares en los bancos recibieron pesos.
En general, la esencia de un sistema impositivo es que debe afectar a una parte de la renta de las personas o las empresas, pero no a toda su renta -¿para qué producir entonces si el Estado se queda con todo?-.
Mucho menos si el impuesto incauta toda la renta y parte del patrimonio, como sucedió con la alícuota de Bienes Personales, que superó la tasa que pagaban los bancos internacionales en el exterior a los depósitos en dólares.
En tiempos feudales el tributo se concebía como una parte de la cosecha, pero nunca toda la cosecha, y muchísimo menos aspiraba a quedarse con parte de las herramientas o la vivienda de los agricultores. Hubiera significado romper el equilibrio productivo.
El sistema impositivo argentino es un engendro que ha ido acumulando gravámenes absurdos, promulgados por única vez y que han quedado enquistados en el sistema, como el impuesto al cheque o las retenciones o el referido Bienes Personales, implantado como excepción por un año y luego prorrogado.
Este gravamen no debería existir estando ya Ganancias: o se gravan las utilidades o el capital, nunca ambos.
Si bien las tasas a que se han aplicado estos nuevos impuestos pueden parecer no elevadas, al computarse sobre los activos (o sea, sobre todos los bienes) y no sobre el patrimonio (los activos menos las deudas) en muchísimos casos resultaron confiscatorios y provocaron la estampida migratoria de destacados empresarios de los más variados rubros. A su vez, estos grandes contribuyentes del fisco argentino no solamente dejan de tributar al erario nacional, sino que dejarán de invertir, de emplear, de consumir y de soñar en la Argentina. Fue la ventaja circunstancial de un año -el de la recaudación de los impuestos- contra un daño permanente.
¿Qué negocio hizo la Argentina al forzar la salida de Galperin y tantos otros emprendedores jóvenes y talentosos que podrían haber seguido generando iniciativas en el país? Cuando más que nunca son necesarias la inversión y el empleo, saltan voces a la palestra que intentan volver a aplicar esos funestos gravámenes contra el único sector que puede sacar al país del estancamiento.
Daría la impresión que estamos ante un acto supremo de mezquindad, para que un miembro del gobierno pueda “zafar” de una situación judicial complicada y asegurarse luego que no haya un cambio de autoridades que pueda modificar el “salvoconducto” que hubiera alcanzado. Para evitarlo y garantizarse la sucesión a perpetuidad, se pretendería llevar a la Argentina hacia un modelo hegemónico del tipo venezolano, con la colosal destrucción de valor y recursos productivos y aumento de la pobreza que un régimen de esas características provocaría.
Resulta inexplicable que el peronismo tradicional acompañe semejante plan demencial.En aras a ese objetivo se inscribe el desquicio de las cuentas públicas tras el reparto de planes y subsidios por doquier, las alianzas internacionales que nada tienen que ver con los intereses del país y el resucitar de una ideología obsoleta para enmascarar y darle sentido épico a esa macabra jugada.
Para consumar ese plan es necesario decapitar al empresariado nacional como un pre-requisito. En ese siniestro proyecto se inscriben esas embestidas impositivas como el aumento de las tasas en Bienes Personales y el impuesto a la riqueza. Y así los que se queden estarán sumisos al servicio del poder. Mientras, resuena el hipócrita discurso exhortando al empresariado a que invierta en el país cuando en simultaneo se lo está decapitando.
Após ser eliminado por fraude nas cotas raciais, candidato ganha causa e é nomeado diplomata em vaga para negros
Lucas Nogueira Siqueira foi nomeado terceiro-secretário da carreira de diplomata, do quadro permanente do Ministério das Relações Exteriores, nesta segunda-feira (23). G1 tenta contato com a defesa do aprovado.
Por Brenda Ortiz, G1 DF 25/08/2021 18h44 Atualizado há 13 horas
Após ser barrado em uma comissão, por não apresentar características físicas de um indivíduo negro, um candidato que se inscreveu no concurso para carreira diplomática, em 2015, nas vagas destinadas às cotas raciais, conseguiu ser nomeado. O nome de Lucas Nogueira Siqueira foi publicado no Diário Oficial da União (DOU) desta segunda-feira (23), como terceiro-secretário da carreira de diplomata do quadro permanente do Ministério das Relações Exteriores.
Lucas Nogueira Siqueira conseguiu a aprovação na primeira fase do certame, em 2015, com 45,5 pontos. A nota de corte para os os candidatos da concorrência ampla era de 47.
Ele se autodeclarou pardo no ato da inscrição e, por isso, foi inserido na lista de vagas reservadas para negros ou pardos, e avançou para as etapas seguintes do concurso. No entanto, uma comissão de diplomatas rejeitou a auto declaração racial de Lucas, e ele foi eliminado do concurso.
A defesa do candidato conseguiu uma liminar permitindo que ele frequentasse as aulas do curso de formação do Instituto Rio Branco. A decisão, porém, não garantia sua entrada na carreira diplomática, mesmo se aprovado no curso. Nesta quarta-feira (25), o G1 não conseguiu falar com a defesa de Lucas.
Apesar de ter passado como cotista na primeira fase do concurso, na fase final, Lucas obteve pontuação para se classificar entre os não cotistas – e foi aprovado nesse grupo. A concorrência entre cotistas era de 111,8 por vaga, e, entre os não cotistas, 239,6 por vaga.
Fraudes nas cotas raciais No concurso de 2015 para o Itamaraty, também houve registro de outros candidatos suspeitos de terem fraudado a auto declaração racial, o que fez o Ministério Público Federal (MPF) apresentar uma ação civil pública contra esses concorrentes.
Por meio de fotografias, obtidas diretamente de bancos de dados oficiais, e também por meio das redes sociais, o MPF identificou os candidatos. Os procuradores concluíram que eles não tinham a aparência física de pessoas negras.
Em um processo que correu na 5ª Vara Federal do Distrito Federal, desde 2016, a defesa de Lucas Nogueira apresentou laudos de sete dermatologistas identificando o candidato como pardo. Os laudos foram baseados na escala de Fitzpatrick, que estabelece seis categorias de pele em razão de sua resposta à radiação ultravioleta. O jovem foi classificado no nível 4, equivalente a pele morena moderada, segundo os dermatologistas.
Por conta de uma recomendação do MPF, o Itamaraty estabeleceu, em dezembro de 2015, que os cotistas aprovados deveriam ser avaliados "perante sete diplomatas integrantes do Comitê Gestor de Gênero e Raça (CGGR)" do ministério, para "esclarecer eventuais dúvidas" sobre sua "condição de preto ou pardo".
A defesa de Lucas contestou a convocação dessa etapa, não prevista no edital de abertura do concurso. A comissão formada por diplomatas rejeitou a auto declaração dele e de mais três candidatos.
Uma liminar, expedida em julho de 2016, permitiu que Lucas Nogueira frequentasse as aulas.
Em voo secreto, Itamaraty buscou vacinas da Índia por 10% do valor pago pelo Ministério da Saúde
Após dois fretamentos fracassados e prejuízo de US$ 500 mil para Fiocruz, diplomatas fizeram operação por US$ 55 mil sem conhecimento da pasta
26.ago.2021 às 4h00 Patrícia Campos Mello
Após as tentativas frustradas de buscar 2 milhões de doses de vacina na Índia em janeiro deste ano, que geraram um prejuízo de US$ 500 mil (R$ 2,6 milhões na cotação atual) para a Fiocruz, o Itamaraty negociou secretamente com o governo indiano e conseguiu transportar as mesmas doses por US$ 55 mil (R$ 288 mil na cotação atual), cerca de 10% do valor pago pela fundação.
Toda a operação foi feita em sigilo, e o Ministério da Saúde só soube quando a carga de vacinas já estava prestes a embarcar no avião da companhia aérea Emirates no aeroporto de Mumbai.
O afobamento e as trapalhadas do governo Jair Bolsonaro, principalmente da pasta da Saúde, já tinham produzido dois fiascos na busca de vacinas.
O ministério, na época sob o comando do general Eduardo Pazuello, havia determinado à Fiocruz que fretasse um avião para buscar as vacinas na Índia no dia 16 de janeiro. Ao mesmo tempo, negociou com companhia aérea Azul um outro voo para buscar as mesmas vacinas.
Bolsonaro havia determinado que as vacinas tinham que chegar, de qualquer jeito, antes do dia 20 de janeiro —data em que o governador de São Paulo, João Doria (PSDB), iniciaria a vacinação com a Coronavac.
Telegrama diplomático mostra que, em 9 de janeiro, foi enviada uma carta de Bolsonaro ao primeiro-ministro indiano, Narendra Modi, “recordando a importância do prazo do dia 20”, e o ministério indiano teria reiterado “não poder comprometer-se ainda com datas”.
Doria acabou começando a vacinação em 17 de janeiro. As vacinas da Coronavac, produzida pelo Instituo Butantan em parceria com o laboratório chinês Sinovac, foram transportadas ao Brasil em voo comercial da companhia turca Turkish Airlines.
A Fiocruz assinou em 13 de janeiro um contrato de fretamento de um avião para Mumbai com a DMS Agenciamento de Cargas e Logística, conforme instrução do Ministério da Saúde, para buscar as doses no dia 16.
Naquele momento, no entanto, não havia garantia de que o governo indiano fosse liberar as cargas dentro do período proposto. No dia 14, um porta-voz da chancelaria indiana, em briefing semanal à imprensa, disse ser "cedo demais" para o envio de vacinas a terceiros países naquela semana.
Um dia depois, segundo telegrama do Itamaraty, o embaixador da Índia no Brasil, Suresh Reddy, reiterou pedido para que não fosse enviado “o voo especial para transporte das vacinas até que sejam concluídas as autorizações formais pelo lado indiano".
A fundação teve de pagar antecipadamente o valor de US$ 500 mil, estipulado no contrato com a empresa de logística, conforme a Folha revelou em maio.
“O Ministério da Saúde solicitou à Fiocruz a contratação de voo fretado para a realização da operação”, disse a Fiocruz em nota. “Posteriormente a todos os procedimentos para a realização da operação de transporte, o Instituto Serum comunicou em 15.01.2021 à Bio-Manguinhos/Fiocruz que a data de 16.01.2021 programada para o recolhimento e transporte ao Brasil não seria mais factível e a carga não estaria mais disponível, e que a continuidade da operação dependeria de uma nova data a ser anunciada pelo Instituto.”
Segundo a Fiocruz, o contrato não previa reembolso. "Todos os contratos de fretamento no mercado estabelecem pagamento adiantado e reserva prévia, sem possibilidade de reembolso. Portanto, o valor investido nessa operação, de US$ 500 mil, não pode ser recuperado", disse o instituto em nota, em maio.
Ao mesmo tempo, e sem o conhecimento da Fiocruz, o Ministério da Saúde também contratou um avião da Azul para realizar o mesmo serviço.
No dia 13 de janeiro, o ministério divulgou uma nota afirmando: “Um avião da empresa aérea Azul sairá do Brasil na noite desta quinta-feira (14 de janeiro) com destino a Mumbai, na Índia, para buscar 2 milhões de doses da vacina contra a Covid-19 da AstraZeneca/Oxford, adquiridas pelo Ministério da Saúde para garantir o início da imunização dos brasileiros. O Airbus A330neo —maior aeronave da frota da companhia— decolará do Aeroporto de Recife (PE) às 23h. A previsão de retorno é no próximo sábado, dia 16.”
Na nota, havia também uma declaração do então ministro Pazuello: “É o tempo de viajar, apanhar e trazer. Já estamos com todos os documentos de exportações prontos".
No dia 14, a aeronave saiu de Viracopos, em Campinas (SP), para o Recife, de onde seguiria viagem. Chegou a ser adesivada com o slogan “Brasil imunizado: somos uma só nação” e exibida nas redes sociais do ministério. Os indianos foram pegos de surpresa. Logo depois, o governo anunciou que o transporte das vacinas teria de ser adiado.
Depois do fracasso na operação, o Ministério da Saúde anunciou que iria usar a aeronave na distribuição de cilindros de oxigênio. Indagada, a assessoria da pasta não especificou quanto foi gasto na operação com o voo da Azul, nem o motivo pelo qual foram contratados dois fretamentos ao mesmo tempo, sem garantia de que as vacinas estariam disponíveis na Índia.
A precipitação do governo brasileiro ao anunciar a chegada das vacinas causara saia justa para o primeiro-ministro Modi. O Brasil nem avisou aos indianos que iria anunciar a chegada das vacinas. O governo da Índia, por conta da pressão política interna, não podia anunciar exportação de vacinas antes de iniciar a vacinação no país, e antes de doar para países vizinhos.
Na terceira tentativa de buscar as vacinas, o Itamaraty e o Ministério das Relações Exteriores indiano resolveram fazer tudo em sigilo, sem o envolvimento da Saúde, para que não houvesse risco de vazar a informação ou de haver pressão do Palácio do Planalto para alguma divulgação.
Foi só no dia 19 de janeiro que o ministro das Relações Exteriores da Índia, Subrahmanyam Jaishankar, comunicou que a carga de vacinas seria liberada no dia 21. Ele solicitou “reserva e discrição”, e as duas chancelarias acordaram a divulgação conjunta da informação somente às 6h do dia 22 de janeiro.
O Ministério da Saúde não participou das deliberações, e o Itamaraty atuou em paralelo.
“Tão logo recebida a decisão do governo indiano de autorizar a exportação de 2 milhões de doses da vacina Covishield para o Brasil, o Posto buscou assegurar que seu transporte fosse efetuado o mais rapidamente possível. Nesse contexto, chegou ao entendimento com a empresa Serum (SII) que a forma mais rápida e eficiente seria a opção de transporte por avião comercial de carga, conforme a prática usual do fabricante, que é o maior exportador de vacinas do mundo”, diz um segundo telegrama enviado pela Embaixada do Brasil em Déli, no dia 22 de janeiro.
O mesmo telegrama relata que o custo do transporte seria US$ 55 mil e pergunta de que forma o governo brasileiro iria fazer o pagamento
Pazuello só soube do voo na última hora, quando as vacinas já estavam no aeroporto de Mumbai.
A Folha questionou a Fiocruz sobre o motivo de o valor do contrato fechado com a empresa de logística ser quase dez vezes maior do que o pago para a Emirates fazer o mesmo serviço.
“O Ministério da Saúde solicitou à Fiocruz a contratação de fretamento para essas vacinas. O transporte não poderia ser realizado apenas mediante o fretamento de um voo comercial, uma vez que o transporte de imunobiológicos envolve um conjunto de serviços complexos que exigem a contratação de uma empresa especializada em serviços dessa natureza", respondeu a Fiocruz, em nota.
"No caso da operação para o fretamento das vacinas da Índia, os serviços contratados da empresa DMS Agenciamento de Cargas e Logística consideravam não apenas o fretamento do voo, mas toda a operação, ou seja, a cadeia logística desse transporte, desde a retirada da carga da farmacêutica na Índia até a sua chegada na Fiocruz, incluindo ainda o aluguel de equipamentos especiais para a manutenção de temperatura da carga durante todo o trajeto e a tramitação aduaneira", acrescentou.
Procurado diversas vezes por telefone e email, o Ministério da Saúde não respondeu aos questionamentos da reportagem.
O Itamaraty afirmou que os custos da operação de importação foram cobertos pela Fiocruz. “A atuação do Itamaraty no enfrentamento da atual crise sanitária é coordenada com os órgãos do governo federal responsáveis pelo tema.”
Mais relevante do que o extraordinário crescimento econômico chinês nas últimas quatro décadas foi a verdadeira revolução educacional em curso no país desde o final da Revolução Cultural e o início dos processos de modernização, lançados por Deng Xiaoping. Cabe registrar que em 1949 a taxa de analfabetismo alcançava 80% da população. É isto que está na base do excepcional desempenho do país atualmente, não qualquer socialismo com características chinesas, que é pura propaganda do PCC.
Paulo Roberto de Almeida
Sistema educacional chinês: Como a educação vem modificando o futuro do país
Coluna Desvendando a China: A redenção educacional surgiu no final na década de 1980, estendendo-se por toda a década de 1990, realizada por meio de reformas profundas, as quais permitiram a expansão do acesso à educação de qualidade
Hoje, eu vou tratar do sistema educacional chinês. Como o leitor já deve ter visto, nas últimas três décadas, a China tem apresentado a maior taxa média de crescimento do PIB do mundo com uma média anual entre 7% e 8%, tornando-se a segunda maior economia mundial em termos de PIB nominal total (Banco Mundial, 2017). Como resultado, a nação chinesa possui não só o maior sistema de educação do planeta, compreendendo quase 260 milhões de estudantes, mais de 15 milhões de professores e cerca de 514.000 escolas — e não estou considerando aqui os números pertinentes às instituições de ensino superior —, mas que é também diverso.
Em termos históricos, o sistema de educação chinês é milenar e remonta ao período imperial de aproximadamente 2.000 anos atrás. Por muitos séculos, o ensino era excludente e só aceitava oficiais e burocratas pertencentes ao sistema imperial, os populares “mandarins”. Foi somente na dinastia Tang (618-907 d.C.) que esse sistema de ensino daria um salto qualitativo e inclusivo. Sob esse aspecto, diversos estudantes originários de famílias humildes passaram a ocupar cargos na corte, o que atenuou grandemente as discrepâncias de classe social. Mesmo assim, do final do período imperial (1912) até a formação da República Popular da China (1949), o nível de desenvolvimento educacional permanecia muito atrasado. Em termos numéricos, cerca de 80% da população era analfabeta, e a taxa de matrícula para o ensino fundamental e médio era de apenas 20% e 6%, respectivamente.
Infelizmente, ainda que o governo comunista chinês considerasse a educação básica universal como o principal objetivo do desenvolvimento educacional, durante a Revolução Cultural iniciada em 1966, a cultura e a educação permaneceram estagnadas. A redenção educacional surgiu no final na década de 1980, estendendo-se por toda a década de 1990, realizada por meio de reformas profundas, as quais permitiram a expansão do acesso à educação de qualidade. Com isso, o governo chinês assumiu, de fato, a educação como valor central, a qual deveria ser compatível com o desenvolvimento socioeconômico do país. Assim, nasceu o moderno sistema educacional chinês.
Com o enorme desenvolvimento socioeconômico na China, a educação ainda é gerida pelo Estado, proporcionando um ensino gratuito, o que agrada as famílias, não só pelas pequenas taxas que pagam pelo ensino público, mas por ser este também de altíssima qualidade. Mesmo assim, pode-se observar uma crescente participação do setor privado no ensino cada vez mais de maneira descentralizada.
Nos últimos anos, o Ministério da Educação tem transferido o controle direto da gestão do sistema educacional, na tentativa de descentralização, para os governos estadual e municipal, os quais se tornaram responsáveis pela administração e supervisão do ensino. Em grande parte, as autoridades regionais também administram instituições de ensino superior.
Outro ponto importante a destacar é a valorização crescente dos profissionais da educação. A China não só tem aumentado a remuneração dos professores e demais profissionais diretos da educação, mas também investido fortemente em qualificação, sobretudo dos profissionais das escolas primárias e secundárias. De acordo com a nova política de formação, cada professor de escola primária e secundária pública deve ter, no mínimo, 360 horas-aulas de formação de cinco em cinco anos. Essas formações são concebidas de acordo com as responsabilidades dos profissionais e dos professores, e elas visam a melhoria e a modernização das competências desses profissionais.
Soma-se a isso a necessidade de qualificar mais os professores das zonas rurais, os quais têm prioridade nesse programa. Nesse sentido, o governo chinês pretende investir, até 2025, o valor de US$1,3 bilhão no programa de qualificação que compreende cerca de 6,5 milhões de professores nas zonas rurais e nas partes central e ocidental do país, considerando-se, assim, o investimento em: (i) áreas rurais, remotas, pobres e minoritárias; (ii) educação pré-escolar, ensino primário e ensino profissional; (iii) subsídios para alunos de famílias carentes; e (iv) construção de uma equipe de professores de alta qualidade. Tem-se, assim, que as recentes reformas educacionais deram ênfase a: (i) erradicação do analfabetismo; (ii) aceleração do desenvolvimento do ensino pré-escolar; (iii) universalização do ensino obrigatório de nove anos; e (iv) melhoria da qualidade do ensino obrigatório, especialmente em zonas rurais, cujos esforços têm sido recompensados pelos resultados socioeconômicos.
No entanto, o leitor deve estar se perguntando o que há de tão especial nesse sistema de ensino. Embora possua uma estrutura muito do sistema educacional brasileiro — pré-escola, ensino primário, ensino secundário e ensino superior — os estudantes chineses devem completar nove anos de escolaridade obrigatória. Aqui na China, as crianças a partir dos três anos de idade já estão aptas a ingressarem na pré-escola, ou creche, se preferir, e permanecem até os seis anos. Detalhe, a educação pré-escolar não é obrigatória, e muitas pré-escolas são privadas.
A seguir, temos o ensino primário (ensino fundamental). Este começa aos seis anos de idade e no qual as crianças permanecem por um período de seis anos. Este é seguido do ensino secundário, o qual é dividido em dois, a saber, o ensino secundário júnior, no qual os alunos permanecem por mais três anos, seguido do ensino secundário sênior (ensino médio), por iguais três anos. Existem cinco tipos de escolas secundárias na China: (i) o geral; (ii) o técnico ou especializado; (iii) para adultos; (iv) profissional; e (v) a escola de artesanato. Estes quatro últimos são considerados como escolas de ensino secundário profissional. Os estudantes, ao concluírem o ensino primário, são submetidos a um exame público chamado de Zhongkao, o qual o governo utiliza para designar os alunos a diferentes escolas secundárias, e a admissão na escola secundária depende da pontuação obtida nesse exame. Nos últimos anos, governo chinês tem promovido esforços significativos para expandir a participação em escolas secundárias, sobretudo as profissionais, a fim de satisfazer as necessidades econômicas e de mão de obra do país, em rápida evolução, tendo em vista que, em 2014, as escolas secundárias profissionais representavam pouco menos de 22% do total de matrículas em escolas secundárias s sêniores na China (UNESCO-UIS, 2016). Por sua vez, ainda que o ensino secundário sênior não faça parte da escolaridade obrigatória na China, em 2018, 95% dos diplomados do ensino secundário júnior continuaram os seus estudos em escolas secundárias sêniores. Este número é notável porque, em 2005, apenas cerca de 40% dos jovens diplomados do ensino secundário júnior continuavam seus estudos.
Quando concluem o ensino secundário, os estudantes chineses são submetidos a um outro exame, que é muito parecido com o nosso vestibular, e o qual é chamado de Gao Kao. Essa prova, realizada em nível nacional, permite que os estudantes escolham, segundo a nota obtida no exame, a instituição de ensino na qual desejam ingressar. Vale ressaltar também que, devido à pressão extremamente elevada causada pela disputa dos estudantes que prestam anualmente esse o concurso — em 2019 foram 10,3 milhões para 9,1 milhões de vagas —, o segmento de “cursinhos pré-vestibulares”, tal como ocorre no Brasil, é outro componente do segmento educacional que tem crescido enormemente.
O ensino superior, na China, teve uma enorme expansão a partir do final da década de 1990. As taxas de matrículas no ensino superior aumentaram de 21%, em 2006, para 39%, em 2014, e mais de 45%, em 2018, no país. Hoje, a China possui mais de 2.700 instituições de ensino superior. Muito semelhante ao sistema brasileiro, no sistema chinês, os cursos de graduação exigem quatro anos de estudo, e na pós-graduação stricto sensu, o mestrado exige três anos, enquanto o doutorado exige de quatro a cinco anos.
As reformas educacionais compreenderam também a melhoria do currículo escolar, não se limitando às tradicionais disciplinas de idiomas como o mandarim e o inglês, ou disciplinas de ciências exatas como a matemática, física, química, biologia, ou mesmo atividades práticas abrangentes como a educação física e artes. O currículo estudantil é complementado por atividades extras como tecnologia da informação, pesquisa em ciência, serviços comunitários sociais, sociologia, música e, em alguns casos, robótica e tecnologias disruptivas como biotecnologias, tecnologias espaciais são disciplinas cursadas pelos estudantes dos ensinos primário e secundário, e as quais têm como objetivo melhorar a criatividade e o desenvolvimento de responsabilidade social através de experiências práticas dos jovens.
Mas a “revolução estudantil” chinesa não se limita às suas fronteiras. O país tem investido pesadamente em intercâmbio. Como exemplo, a China tornou-se o maior exportador mundial de estudantes estrangeiros. Em 2016, o número total de estudantes chineses que estudavam no exterior era de 545.000, e, em 2018, esse número cresceu para 663.000. Além disso, 80% em média dos estudantes intercambistas optam por retornar à China, bem como o país recebe aproximadamente 100 mil estudantes estrangeiros por ano, oriundos de um total de 205 países, tornando-se a o maior destino na Ásia para estudar. Também, as instituições de ensino chinesas estão entre as melhores da Ásia, tal como a Universidade de Tsinghua e a Universidade de Pequim ocupam a 23ª e 24ª posição, respectivamente, do Times Higher Education World University Rankings de 2020.
Em suma, essas melhorias sistêmicas na educação foram diretamente responsáveis por mudar o perfil da economia chinesa, na qual a inovação tem um papel central (em uma coluna futura abordarei a inovação na China). Os investimentos feitos pelo governo chinês (desde de 2012 a China investe 4% do PIB em educação) têm rendido frutos na medida em que as melhores oportunidades na educação dos cidadãos refletiram-se no nível de capital humano no país.
Por fim, quando a República Popular da China foi fundada em 1949, isto é, 72 anos atrás, possuía mais de 80% da população analfabeta. Em menos de um século o governo chinês reverteu essa realidade ao entender que não existe desenvolvimento de uma economia, de uma sociedade madura, de ciência, de tecnologia e inovação sem um alto nível de educação. A educação tornou-se um direito de todo cidadão chinês e a sua obrigatoriedade universal deve ser a base e o símbolo da moderna civilização chinesa. A educação é o fator central para o desenvolvimento em longo prazo de um país.
**Este artigo não reflete, necessariamente, a opinião da Revista Fórum.
Chinese women and children at an immigration station in California in the early 1900s.Credit...California Historical Society
THE CHINESE QUESTION
The Gold Rushes and Global Politics By Mae Ngai
Book Review by Yunte Huang
The New York Times Review of Books, Aug. 24, 2021
In his classic treatise on American pauperdom, “How the Other Half Lives” (1890), Jacob A. Riis, a Danish carpenter turned journalist and photographer, opines, “The Chinese are in no sense a desirable element of the population,” and “they serve no useful purpose here.” Ascribing his own failure in penetrating the inner soul of New York’s Chinatown to proverbial Oriental inscrutability, Riis asserts that each Chinese in America, unlike European immigrants, is “a homeless stranger among us.”
In hindsight, these racist statements from a progressive social reformer may sound shocking, but as Mae Ngai shows in her meticulously researched book, “The Chinese Question: The Gold Rushes and Global Politics,” views like Riis’s actually represented the prevailing sentiment toward Chinese, not just in the United States but throughout the Anglophone world in the 19th century. Tracking the migration of Chinese to California, Australia and South Africa, Ngai, a professor of history at Columbia University, locates the beginnings of Chinese communities in those far-flung gold-producing regions, where they faced marginalization, violence and exclusion from self-described “white men’s countries.”
The so-called Chinese Question (at the time thorny social issues were called questions: the Negro Question, the Jewish Question, the Woman Question and so on) boiled down to this: Are the Chinese a racial threat to white, Anglo-American countries, and should Chinese be barred from them?
Excavating rich deposits of the past, Ngai has certainly made striking discoveries. She ties the Chinese Question to a pivotal period in the 19th century that saw the ascendence of British and American financial power spurred by gold production, colonial dispossession and capitalist exploitation. Born out of an alchemy of race and money, the history of the Chinese communities in the West, Ngai cogently argues, were not extraneous to the emergent global capitalist economy but an integral part of it.
A torrent of hate and violence against people of Asian descent around the United States began last spring, in the early days of the coronavirus pandemic.
Background:Community leaders say the bigotry was fueled by President Donald J. Trump, who frequently used racist language like “Chinese virus” to refer to the coronavirus.
Data: The New York Times, using media reports from across the country to capture a sense of the rising tide of anti-Asian bias, found more than 110 episodes since March 2020 in which there was clear evidence of race-based hate.
Underreported Hate Crimes: The tally may be only a sliver of the violence and harassment given the general undercounting of hate crimes, but the broad survey captures the episodes of violence across the country that grew in number amid Mr. Trump's comments.
In New York:A wave of xenophobia and violence has been compounded by the economic fallout of the pandemic, which has dealt a severe blow to New York’s Asian-American communities. Many community leaders say racist assaults are being overlooked by the authorities.
Ngai not only shows that anticoolieism was foundational to Western identities of nation and empire, she also demonstrates the many ways that the Chinese communities were themselves agents of change, not slavish coolies or passive victims of abuse and discrimination. Facing violence, harassment and institutionalized inequality, they looked within their own communities — forming huiguans (associations) and tongs (secret societies) when denied justice in a courtroom, building networks to the homeland when marginalized by mainstream society, seeking alternative means of influencing local politics when denied citizenship and the right to vote. Woven into these poignant and stirring stories of communal building are Ngai’s colorful profiles of little-known individuals like Yuan Sheng, Lowe Kong Meng and Xie Zixiu — “representative men” who rose to wealth and power from their humble origins in the mining camps. She describes as well accused murderers and petty criminals who tried to defend themselves in pidgin English but did not stand “a Chinaman’s chance.”
To be sure, the narrative pace is somewhat uneven and Ngai is not always successful in keeping a balance between her dry data and her storytelling. Still, her book is a deep historical study, and a timely re-examination of the persistent Chinese Question in America and elsewhere.
