O que é este blog?

Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida;

Meu Twitter: https://twitter.com/PauloAlmeida53

Facebook: https://www.facebook.com/paulobooks

Mostrando postagens com marcador La Nación. Mostrar todas as postagens
Mostrando postagens com marcador La Nación. Mostrar todas as postagens

quinta-feira, 29 de dezembro de 2022

A crise política argentina está longe de terminar - Joaquín Morales Solá (La Nación)

 La Nación, Buenos Aires – 29.12.2022

Un gobierno de golpistas y delirantes

Cristina es la autora de la monumental crisis institucional y ya nada queda del Presidente que fue cuando inauguró su mandato

Joaquín Morales Solá

 

Sí, fue ella. Cristina Kirchner es la autora del quebrantamiento del orden constitucional, porque fue ella quien ordenó que el gobierno nacional y un grupo de irresponsables gobernadores peronistas se sublevaran contra la Corte Suprema de Justicia. Esa es ya una certeza después de escuchar su discurso de la tarde de este martesen Avellaneda. Es notable la capacidad que tiene para manipular a sus seguidores. La vicepresidenta se alarmó, para citar uno de sus tantos desvaríos, porque la Corte había desconocido una ley. Es muy común que el máximo tribunal de justicia declare inconstitucional leyes con la consiguiente aprobación del Congreso y la promulgación del Poder Ejecutivo. Lo conoció en carne propia cuando la Corte declaró inconstitucional su llamada ley de democratización de la Justicia. Otra manipulación obscena de la opinión de sus fanáticos ocurrió cuando señaló que no hubo un renunciamiento suyo a las eventuales candidaturas en las elecciones del próximo año, sino una proscripción decretada por el “partido judicial”, como ella nombra despectivamente a la Justicia. Nunca hubo una proscripción que la afectara directamente. La condena a seis años de prisión e inhabilitación permanente para ejercer cargos públicos (que sí le impediría ser candidata) no es ni será una condena definitiva hasta que no pase por dos instancias más: la Cámara de Casación Penal y la Corte SupremaY podrá ser candidata mientras no exista una condenada definitiva, que tardará mucho más de un año en llegar. Por lo demás, la inhabilitación para ejercer cargos públicos es una pena inherente a la condena a seis años de cárcel por administración fraudulenta el Estado, según la condena del tribunal oral que la juzgó por hechos corruptos en el manejo de la obra pública. En otras palabras, no puede haber sentencia a prisión por administración fraudulenta del Estado sin inhabilitación permanente para ejercer cargos públicos.

El párrafo más significativo de su discurso (cargado de prejuicios contra empresas privadas de medicina, cable de televisión e internet, entre otras) fue el que le dedicó a la Capital. La describió como un distrito donde reina la abundancia y hay servicios públicos por todos lados. El lugar de los ricos (que nunca la vota, se olvidó de aclarar), mientras ella se reserva el liderazgo de los pobres que habitan el interior del país. ¿Nunca se preguntó por qué gran parte del interior (no todo) es pobre cuando la mayoría de las provincias, sobre todo las más pobres, son gobernadas desde hace décadas por peronistasElla es, en efecto, quien inspiró el levantamiento contra la Corte Suprema, el más grave conflicto institucional desde la reinstauración democrática. Ella fue la que llevó a Alberto Fernández de una decisión a otra decisión en una práctica ya insoportable de contradicciones. En apenas cinco días, el Presidente cambió tres veces de opinión sobre la decisión de la Corte Suprema en la causa de la coparticipación de la Capital. No fueron solo opiniones; fueron también decisiones del Estado. Fue ella la que condujo al peronismo al peor momento de desprestigio político desde 1983, que transcurre ahora. Nadie persigue al peronismo por ser peronismo. Eso es una historia del pasado, de los años 50 del siglo pasado. El peronismo es víctima de su liderazgo y de nadie más. Es obvia la estrategia de Cristina Kirchner: quiere que el peronismo se sienta condenado como ella está condenada por corrupción. Es incomprensible, a todo esto, que Alberto Fernández se preste a semejante treta cometida a la luz del día.

Pero, ¿quién es el Presidente? ¿Es el del jueves anterior, cuando anunció que desobedecería a la Corte Suprema de Justicia, o es el del lunes, cuando decidió acatar al máximo tribunal, pero de acuerdo con su antojo? ¿O es el de ayer, que borró con el codo lo que escribió el lunes con la mano y autorizó (¿autorizó realmente?) al procurador del Tesoro, Carlos Zannini, para que se presentara ante la Corte y le pidiera una revocatoria in extremis de la sentencia del tribunal sobre la coparticipación de la Capital?Encima, Zannini les exigió a los jueces supremos que se vayan de este caso y que otros jueces -conjueces, en este caso- tomen su lugar en la cima del Poder Judicial para resolver el conflicto con la Capital. ¿Qué queda de un Presidente que se convirtió en un péndulo que nunca se queda quieto? Nadie ha hecho tanto para desvalorizar la institución presidencial como el propio Presidente. El sometimiento a Cristina Kirchner no lo justifica. Su perpetuo zigzag de los últimos años lo están dejando solo, conmovedoramente solo. ¿Pruebas? Los gobernadores peronistas que lo presionaron para quebrar el orden constitucional fueron, fundamentalmente, el chaqueño Jorge Capitanich y el santiagueño Gerardo Zamora, dos políticos que responden directamente a Cristina Kirchner. No es cierto que los gobernadores fueron en manada a reclamarle que desacatara a la Corte. Fueron aquellos dos; el resto nadó en la dirección de la corriente de sublevación en la que estaban todos. Estos no son inocentes, porque pudieron imaginar una política distinta a la del golpe de Estado contra la Corte, pero optaron por la disciplina a la vicepresidenta.

Después de la rectificación del lunes, los gobernadores se están preguntando para qué los llamó el jueves anterior y por qué los hizo hacer el papelón que hicieron. Quedó mal con todos: con los gobernadores, con Rodríguez Larreta, con la Corte Suprema y con la propia Cristina Kirchner. Así es su destino de temblores y oscilaciones.

terça-feira, 18 de janeiro de 2022

Uma homenagem a Adam Smith - Marcos Aguinis (La Nación)

Estamos quase chegando nos 250 anos de publicação da obra magna de Adam Smith, quando os Estados Unidos também estarão comemorando o primeiro quarto de milênio de sua história independente. Uma boa marca para fazer um balanço do que eles fizeram de bom, e de menos bom, para a história da humanidade. Pretendo fazer um balanço de todas essas datas...

Paulo Roberto de Almeida

La Nación, Buenos Aires – 17.1.2022

El inmortal Adam Smith

Sus observaciones superaron las utopías caducas de su tiempo y de algunos tiempos que le sucederían

Marcos Aguinis 

 

Merece los laureles del recuerdo. Este hombre vivió y creó sus principales obras antes de la Revolución Francesa. Es importante reconocer su visión profética en tiempos confusos y ardientes. Su cerebro estaba provisto de un enorme telescopio, que se tardó en advertir. Sus descubrimientos sobre aspectos decisivos de las conductas humanas tuvieron una repercusión notable en el devenir de los siglos. Sus datos biográficos generan sorpresa, porque revelan una personalidad enmarañada, que atrapa informaciones diversas. Y a las que somete a un filtro y análisis cuidadoso, incansable, crítico.

Nació en Escocia y se enlazó con personalidades que también contribuyeron a enriquecer su corajuda visión humanística. Supuso que la moral y la filosofía, a las que investigó y sobre las cuales dejó páginas notables, serían el principal legado que podía construir. Pero, provisto de humildad, no advirtió que sobrepasaba ese nivel y pasaba a ser el padre de la moderna economía. Sus observaciones superaron las utopías caducas de su tiempo y de algunos tiempos que le sucederían. El marxismo y otras teorías de trágicas consecuencias, así como las mentiras del populismo, han generado miseria, odio y decadencia mental. No se atreven siquiera Los dejan a un costado porque relumbran. Solo se limitan a citarlo, como a un clásico viejo, caduco, aburrido.a compararlas con los aportes de Adam Smith. 

La obra trascendental de este genio fue La riqueza de las naciones. No se limitó a elaborarla durante años, decidirse a escribirla con la mayor objetividad y editarla, sino que la siguió sometiendo a inclementes ajustes con cada reedición, como si estuviese corrigiendo los papeles de un estudiante mediocre. Durante años, mediante investigaciones adicionales, reflexiones, pruebas y contrapruebas que mantuvieron vivo el interés de sus ideas. Los amigos advertían que su rostro sereno escondía una máquina en permanente actividad. A menudo lo encontraban perdido, lejos de su casa, pensando. Se preocuparon por su salud. Lo invitaban a comer, beber, a reuniones sociales. Algunos se burlaban creyéndolo “triste como un perro”. Pero no estaba triste, sino navegando en las aguas de su océano lleno de rutas que debía explorar. Movía el jarro de cerveza, pedía que le repitiesen una pregunta reciente, olvidaba su abrigo, sabía que era un insocial y trataba de saludar con afecto, pero sin recordar con precisión a quién saludaba. Muchas veces lo acompañaban a su casa y lo ayudaban a preparar la comida o lavar la ropa.

Dejando en relativo descanso las múltiples inquietudes humanísticas sobre las que seguía escribiendo y dando clase, perseveraba en los asuntos que le darían originalidad. Y que lo convirtieron en el padre de la economía moderna. Demostró que el mercado libre –que muchos ignoraban o no lo entendían o reducían a las verdulerías– era el motor del progresoLa palabra “mercado” se asociaba y muchos aún asocian a las ventas y las compras. No es así: incluye hasta la cultura. Nadie en particular lo ha inventado, es producto de las agrupaciones humanas. Por lo tanto, se hunde en la prehistoria y fue creciendo paulatinamente. El motor de su desarrollo es el comercio, que no se limita a los bienes materiales, sino también a provenientes del espíritu, el arte y todo lo que intercambian los seres humanosSu funcionamiento produjo la maravillosa división del trabajo. Sin saberlo, todos los integrantes de una sociedad –sean vendedores, pensadores, compradores y productores– contribuyen a que esta máquina funcione y haga avanzar al conjunto, con menos o mayor beneficio para cada sector o individuo. Donde esta máquina mejor funciona es donde más enérgico es ese progreso. En cambio, donde esa máquina es bloqueada, el atraso es mayor para todos, excepto para los pocos individuos que se benefician de ese bloqueo. Ojo: siempre hay sujetos que perturban el beneficio general; mienten al proclamar lo contrario.

Otro dato interesante –y que sigue siendo cuestionado hasta ahora– es el de la propiedad privada. Haría reír a Adam Smith, y hace reír a todos los que se detienen a reflexionar. Resulta grosero que en numerosas sociedades que se denominan cristianas desconozcan su importancia cardinal. Señalo esto porque ya en los Diez Mandamientos el séptimo ordena: “No robarás”. Si se condena el robo, obviamente está prohibido apropiarse de algo que pertenece a otro. Si “pertenece” a alguien, existe la propiedad. Esto ha sido descubierto desde la antigüedad más remota.

Adam Smith desconcertó con algo más escandaloso aún: demostró que el progreso no se debe a la caridad, sino al egoísmo. Dijo textualmente: “No obtenemos los alimentos por la benevolencia del carnicero, del cervecero o el panadero, sino por la preocupación que tienen ellos en su propio interés, sus necesidades, sus ambiciones”. No nos dirigimos a sus sentimientos humanitarios, sino a su egoísmo, cuando reclamamos esos objetos, porque de lo contrario ellos no producirán ni se ocuparían de exhibir sus productos y venderlos. Ocurre que la palabra egoísmo se ha cargado de color negativo, sin entenderse su funcionalidad. El egoísmo no debe ejercerse contra el prójimo, sino para atenderse a uno mismo sin dañar al otro. Y el otro debe comportarse del mismo modo. El mundo no funciona sobre la base de la clemencia.

Utilizando distintas palabras, puede decirse que siempre se actúa según el deseo o el interés de cada uno. Es propio de la vida en general. Los esfuerzos que se realizan para incrementar la solidaridad y el bien de amplias comunidades oscurecen el motor que trabaja desde el fondo de los inconscientes. Un sabio se esmera en señalar los caminos virtuosos y un delincuente, en realizar un exitoso delito. Pero cada uno opera sobre la base del impulso que le llega desde sus oscuras profundidades. Es horrible lo que suele hacer el delincuente, pero opera siguiendo su deseo, no el del otro.

Agrega Adam Smith: “La propiedad que cada hombre obtiene de su propio trabajo es sagrada y debe ser inviolable, puesto que es la base de los demás beneficios”. Los agricultores florecientes odian la agricultura colectiva, porque solo les ofrece apenas una ganancia ínfima por un trabajo adicional. Lo mismo ocurre con los trabajadores más productivos de una fábrica, quienes pierden interés en ser más productivos si no se recompensan sus esfuerzos. En todas partes brota el descontento cuando se intenta obligar a obedecer en todo, incluso en el pensar. Entonces el ser humano baja al sótano de la esclavitud.

Su voluminoso libro reclama una lectura cuidadosa, porque soluciona muchos de los conflictos que perturban hasta hoy. Este pensador sería atacado a pedradas debido a las ideas prejuiciosas que atan a muchas personas hasta el presente. Las piedras serían arrojadas por quienes suponen que responden a la más elevada moral, sin darse cuenta de que esa moral es reaccionaria.

No es casual que el mismo lúcido pensador que limpió de barro las equívocas ideas sobre los secretos de la riqueza haya sido un obsesivo investigador de la ética. Tampoco es casual que talentos nutridos por la fuerza de una cultura iridiscente como los de Mario Vargas Llosa y Alberto Benegas Lynch (h.) lo hayan homenajeado desde hace mucho, al hacer más comprensibles sus ideas y las de sus sucesores.

 

*

segunda-feira, 20 de setembro de 2021

“No llores por mi, Argentina”, outra vez? - El País, La Nación

 As coisas vão mal no hermano país; não bastasse uma linda crise econômica— os argentinos têm pós-doc em crises —, eles agora também não têm governo, pois como se sabe era a vice-presidente quem presidia. Nem ela conseguiu evitar a derrota eleitoral… (PRA)

El País, Madri – 18.9.2021

La pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner paraliza a Argentina

Federico Rivas Molina y Mar Centenera

 

Buenos Aires - La pelea abierta entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner tiene paralizada a Argentina. Un día después de la renuncia de todos los ministros y altos cargos que representan a la vicepresidenta en el Gabinete, el presidente publicó este jueves un largo hilo en Twitter donde advierte de que es él quien toma las decisiones. “La gestión seguirá desarrollándose como yo estime conveniente”, escribió, y “no es tiempo de plantear disputas”. Cristina Kirchner le recordó más tarde en una carta pública que fue ella quien lo postuló para presidente en 2019. “Sólo le pido que honre aquella decisión”, le dijo.

La debacle electoral en las primarias del domingo, en la que los precandidatos del peronismo unido perdieron en 18 de los 24 distritos del país, terminó por catalizar una crisis soterrada de palacio que condiciona la marcha del Gobierno, agrava la crisis económica, espanta a los votantes y da alas a la oposición conservadora. Cristina Kirchner exigió el lunes tras la derrota cambios en el Gabinete como primera medida para recuperar al electorado perdido. La crisis escaló cuando el Fernández se negó.

Nunca hasta ahora las cabezas del Ejecutivo argentino se habían enfrentado tan abiertamente. Alberto Fernández se refirió a la “altisonancia y la prepotencia” de algunos dirigentes, sin nombrar a su rival, e hizo una defensa de su Gobierno. “Seguiré garantizando la unidad del Frente de Todos a partir del respeto que nos debemos”, dijo. Kirchner se tomó apenas unas horas para responderle.

 “Al día siguiente de semejante catástrofe política [por las elecciones del domingo], uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y facilitarle al Presidente la reorganización de su Gobierno?”, escribió Cristina Kirchner. “No soy yo la que jaquea al presidente, es el resultado electoral”, agregó.

Argentina es espectadora ahora del pulso de las dos fuerzas en pugna. El origen de las tensiones hay que buscarlo en la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de promover a su exjefe de gabinete Alberto Fernández como candidato a presidente en 2019, con ella como vice. Se sumó a aquel binomio Sergio Massa, un dirigente que había vencido al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires y que ahora completaba la unidad total del peronismo. La estrategia resultó, y Alberto Fernández impidió en las urnas la reelección de Mauricio Macri. Pero la tensión entre un presidente sin votos pero con el poder formal y una vicepresidenta sin poder formal pero con votos lastraron los dos primeros años de Gobierno. Hasta que todo estalló por los aires con la debacle en las primarias del 12 de septiembre, una elección que elige a los candidatos que disputarán una banca en el Congreso el 14 de noviembre próximo.

 

*

 

La Nación, Buenos Aires – 18.9.2021

La carta de Cristina Kirchner que dinamita al Frente de Todos

Rompió toda negociación, al reprobar sin atenuantes la política económica de Alberto Fernández y acusarlo de operar contra ella; el repunte electoral que el peronismo soñaba parece hoy una utopía

Martín Rodríguez Yebra

 

Aturdida por el voto popular que desnudó los límites de su poder, Cristina Kirchner cometió un acto de autodestrucción política bajo el imperio de una emoción violenta. La idea de plantearle el miércoles un ultimátum público a Alberto Fernández para que se sometiera a su voluntad fue dinamita pura en los cimientos del Frente de Todos. La carta que publicó esta noche en medio de la crisis parece la carga definitiva sobre la coalición peronista que los argentinos eligieron para gobernar hasta 2023.

Dejó todo a la luz. “No podíamos ganar”, confiesa. Lo atribuye a una “política de ajuste fiscal equivocada” que ella, en sus palabras, se cansó de advertir ante un Presidente que se negaba a verlo. La fuerza de la palabra escrita agiganta el impacto de su acusación de que el entorno de Fernández hace operaciones mediáticas en su contra, la revelación de los nombres que pidió para asumir como ministros y el desdén con el que alude, sin nombrarlo, al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, cuando pone: “Al día siguiente de semejante catástrofe política, uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones”.

La reacción de la vicepresidenta sucede a unas declaraciones previas de Fernández en Página 12, en las que alude a un supuesto acuerdo por la reforma del Gabinete que ella habría incumplido con las renuncias en masa que inició el miércoles Wado de Pedro. “Con presiones no me van a obligar”, fue la frase desafiante que le dedicó su criatura presidencial.

Los intentos de alcanzar un acuerdo para desescalar la crisis en marcha parecían un mal chiste al caer la noche en Buenos Aires. Cristina acelera hacia lo desconocido, sin reparar ni en lo inverosímil que resulta ahora un repunte electoral en noviembre ni en las condiciones en que deja al Gobierno. Ya es una cuestión personal.

En las trincheras del albertismo retumba desde ayer la palabra “traición”. De Pedro propició una cascada de renuncias que llegaron a los medios de comunicación antes que al despacho presidencial. En el manual del kirchnerismo eso constituye una declaración de guerra: así se lo habían hecho saber a Martín Guzmán en mayo, cuando quiso echar a través del periodismo al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo.

El estupor es indisimulable en la Casa Rosada y en la quinta de Olivos en estas horas de indefinición y versiones cruzadas. Sus habitantes le gritaban “destituyente” a Mauricio Macri porque dijo sin mucho cuidado aquello de “o cambian o se van a tener que ir”.

 

Los hechos propios ridiculizan las palabras ajenas.

 

Cristina habló con Alberto el martes, en una reunión hermética en Olivos, sobre una reformulación urgente del gabinete y de la política de Guzmán. Fernández retrata ese episodio sin testigos como un encuentro fructífero. Cristina transmite algo distinto. “Habían transcurrido 48hs sin que se comunicara conmigo y me pareció prudente llamarlo y decirle que tenía que hablar con él. Deje pasar 48hs deliberadamente, para ver si llamaba”, relata, en una frase que expone cómo concibe su relación con el Presidente. Blanquea ahí que pidió al gobernador de Tucumán, Juan Manzur, alguien que no cuenta con su cariño, en lugar de Cafiero. Fernández se resistía a cesar a su mano derecha.

El desencuentro a puertas cerradas derivó en un escandaloso espectáculo público. El Gobierno se desayunó el miércoles con las renuncias en bloque del gabinete de Santa Cruz y de Buenos Aires, los dos territorios donde Cristina ejerce sin limitaciones su voluntad (en la Provincia finalmente Axel Kicillof no le aceptó a nadie la dimisión). Al mediodía, Fernández reivindicó a Guzmán en un acto en la Casa Rosada y le cedió la palabra para que diera un discurso amablemente provocador, en el que dijo que todas las medidas que tomó contaban con el respaldo de Cristina, Kicillof, Máximo y Sergio Massa. El dedo en la llaga. Por eso la vicepresidenta se encargó en la carta de recordar que ella viene marcando desde hace meses su desacuerdo con el rumbo económico.

De Pedro disparó la primera renuncia apenas después. El sacudón puso a Fernández ante una encrucijada apremiante. Se rinde y entrega los últimos jirones de su autoridad presidencial o se sumerge a la dimensión desconocida de gobernar sin el kirchnerismo, en un estado de minoría angustiante. Decidió parar el reloj. En parte es su costumbre patear los conflictos para adelante. Pero en este caso -casualidad o estrategia- el tiempo podía jugarle un poco a su favor: el Frente de Todos es una familia mal ensamblada en la que la amenaza de ruptura toca los intereses de muchos actores relevantes. Más que nunca cuando hay elecciones legislativas en el horizonte cercano. Con el correr de las horas empezaron a llegar apoyos de gobernadores, diputados, intendentes y sindicalistas. La sangría de renuncias se detuvo, en un impasse dramático. ¿Cuánto más podría demorar una definición?

Cristina Kirchner nunca imaginó que justo ahora Alberto fuera a empacarse. En su entorno, consideran que debe “allanarse”. Lo culpan de llenar el gabinete de amigos sin capacidad de conducción política (apuntan sobre todo pero no únicamente a Cafiero) y de validar el ajuste del gasto que promovió Guzmán en su camino por pactar con el FMI. El impactante audio viral de la diputada Fernanda Vallejos, en el que trata al Presidente de “enfermo”, “mequetrefe” y “okupa”, retrata la virulencia que condimenta el desacuerdo. La pluma de Cristina ratifica que no se trató de un exabrupto aislado. Le recordó sin piedad que es presidente gracias a ella: “Le pido que honre esa decisión”.

El durísimo audio de una diputada kirchnerista sobre Alberto Fernández

La presión kirchnerista para hacer cambios urgentes respondía al miedo a que en noviembre fuera demasiado tarde para torcer el rumbo. Vislumbraban dos caminos contradictorios, igual de preocupantes:

* Que sin una reacción clara el resultado de las legislativas fuera otra paliza que dejara al Gobierno en minoría en las dos cámaras, maniatado y con el “boleto picado” de cara a 2023.

* Que con algunos ajustes en la campaña, ciertas medidas de estímulo y un mayor compromiso militante de la dirigencia peronista el Frente de Todos pudiera mejorar algo sus números y que eso pudiera ser interpretado por Fernández como una validación de su equipo y sus políticas. Es decir, que todo siguiera más o menos igual, en vuelo crucero hacia un fracaso dentro de dos años.

La lógica de Cristina el miércoles fue atacar en caliente para forzar los cambios ahora. ¿Midió las consecuencias de arrojar semejante misil? El silencio presidencial, las reacciones peronistas y la perplejidad de la opinión pública descolocaron a los promotores de la ofensiva. La vicepresidenta intuyó que el Gobierno le estaba tirando a la gente en contra. Lo acusa sin eufemismos al vocero presidencial, Juan Pablo Biondi. Ya el miércoles había sido llamativo el interés de la propia vicepresidenta por difundir que había llamado a Guzmán para explicarle que no pedía su cabeza. Temía que la señalaran ante un eventual temblor financiero. Lo ratificó en su texto, cuando señala que confía “sinceramente” que Fernández y Guzmán se van a sentar a revisar los números del presupuesto para moderar el ajuste. Y se encargó de aclarar que no pide cosas irracionales, como sugieren sus rivales internos: “No estoy proponiendo nada alocado ni radicalizado”.

Los caminos posibles

Emisarios de distintos sectores intentaron una mediación entre Alberto y Cristina, de momento trabada por el orgullo. “La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido”, tuiteó al mediodía el Presidente. Como quien dice “mando yo”. Edulcoró el mensaje al enfatizar su vocación de mantener unida la coalición.

 

Para acessar a íntegra: https://www.lanacion.com.ar/politica/la-debilidad-de-cristina-kirchner-y-el-peligro-de-una-implosion-del-frente-de-todos-nid16092021/

 

quarta-feira, 6 de janeiro de 2021

Las lecciones de Carlos Escudé - necrológio - Juan Pablo Scarfi (La Nación)

Las lecciones de Escudé

Juan Pablo Scarfi 

La Nación, 4 enero 2021

https://www.lanacion.com.ar/opinion/las-lecciones-escude-nid2560460

Provocador, apasionado e imprevisible, Carlos Escudé fue una figura polifacética tanto en las aulas y el mundo intelectual y académico como en la política exterior concreta y la televisión. Escudé supo desplegarse con una soltura ejemplar en todos estos escenarios. Quienes lo conocimos y tuvimos como docente sabemos bien que antes que un profesor de Relaciones Internacionales, fue un intelectual erudito especializado en dicha disciplina y particularmente preocupado por pensar los dramas y peripecias de la Argentina, las raíces de su tradición cultural y política nacionalista territorial y ante todo su inserción en la sociedad internacional. Al mismo tiempo por su estilo, ciertamente de una excentricidad irrepetible, podía ser fácilmente estigmatizado como un loco o delirante y por lo tanto siempre se corría el peligro de no tomárselo en serio. No cabe duda de que muchos y muchas de sus colegas contribuyeron a promover y difundir ese estigma. Por la profundidad y agudeza que mantenía Escudé era mucho más sencillo desmerecerlo y no tomárselo verdaderamente en serio. Mi director en el doctorado que realicé en la Universidad de Cambridge, Charles Jones, quien incluía y discutía algunos trabajos de Escudé como parte de su seminario de maestría sobre la historia de las relaciones exteriores sudamericanas, en el que yo también enseñé, lo definió en una conversación informal, en cambio, como "crazy but right." No hay duda de que a Carlos Escudé cabía tomárselo muy en serio, especialmente cuando era irónico o hablaba en broma.

Luego de recibirse de Sociólogo en la UCA, Escudé se formó bajo la influencia de la socióloga argentina Francis Korn, quien lo estimuló para que desarrollara, siguiendo sus propios pasos, una formación de posgrado en el St Anthony´s College de la Universidad de Oxford, donde Escudé terminó realizando su Maestría. Poco después completó su doctorado en la Universidad de Yale con una tesis que se convirtió pronto en un clásico titulada Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-1949 la cual fue discutida con fervor en la Argentina de comienzos de los años 80 en las páginas de la revista Desarrollo Económico. En 1992, Escudé publicó el libro que quedó asociado con lo que se consideró como su contribución mayor al campo de las relaciones internacionales, Realismo periférico: fundamentos para la nueva política exterior argentina (1992). Este último libro proponía una teorización rigurosa, novedosa y altamente polémica sobre el lugar que le cabía jugar a la Argentina como país periférico y su necesidad de establecer alianzas con las grandes potencias mundiales y en especial con los Estados Unidos, repensando las tradiciones dominantes de la política exterior argentina. Esta obra tan controversial como única en el campo de las relaciones internacionales en la Argentina encontró eco y fundamentos políticos en quien fuera entonces el canciller argentino Guido Di Tella en el contexto del gobierno de Carlos Menem . Al haberse puesto al servicio como asesor de Di Tella, Escudé y el aporte de su libro fueron luego simplificados e incluso vulgarizados al quedar asociados desde entonces a lo que dio en llamarse las "relaciones carnales" con Estados Unidos. Como asesor de Di Tella, Carlos Escudé quedó asociado al neoliberalismo de los años 1990 y comenzó a adquirir un perfil tan político como mediático, todo lo cual ayudó a construir su mito.

Forjar un mito puede contribuir, pero no siempre lleva a la estigmatización. Simplificar puede contribuir, pero no siempre implica vulgarizar. Escudé fue sin duda objeto de estigmatizaciones y sus ideas fueron vulgarizadas. Aunque no estaba especialmente interesado en la vulgarización, a Escudé le apasionaba que las grandes ideas y proyectos académicos y políticos fueran discutidos más allá de la vida académica, con lo cual contribuyó a que sus ideas fueran debatidas y así simplificadas más allá de las aulas, los libros y los papers. Por lo tanto, él mismo forjó su propio mito al calor de la fuerza desmesurada de su propia pasión, su gusto por la provocación y su capacidad para sorprender e irritar a cualquier audiencia de alumnos, diplomáticos, políticos y televidentes. La culpa del mito Escudé no fue sino del propio Carlos Escudé. Al querer contribuir a su propio mito se vio motivado a simplificar sus ideas. Y al forjar un mito, Escudé se vio sujeto a una gran variedad de estigmatizaciones de parte de sus colegas y de todas sus audiencias. Sus transformaciones ideológicas y su atracción por una diversidad de tradiciones políticas y estéticas lo volvieron inclasificable. Se lo asoció con justicia al neoliberalismo de los años 1990 y también al kirchnerismo de los años 2010 al que adhirió con convicción. Carlos Escudé había sido a la vez amigo personal de Adolfo Bioy Casares y de otras figuras vinculadas al mundo de las elites argentinas, y también a la vez había formado parte del público selecto y de culto inicial que asistía a los pequeños conciertos que realizaban Patricio Rey y los Redonditos de Ricota en sus primeros años de carrera antes de adquirir una popularidad masiva.

A comienzos de la década del 2000, Escudé comenzó a aparecer regularmente en la televisión opinando y polemizando sobre el atentado de 2001 a las Torres Gemelas y sus efectos en la así llamada "Guerra contra el Terrorismo" emprendida y liderada desde los Estados Unidos por George W. Bush. Durante esos años, Escudé llegó a defender enérgicamente y de manera controversial el accionar de los Estados Unidos, al punto de que en una entrevista que le hicieron llegó a cantar en vivo el himno de los Estados Unidos en un gesto de defensa de la soberanía de dicho país y una suerte de compasión por los atentados recientes de que había sido objeto. Escudé era afilado, filoso y agudo cuando de debatir se trataba. Pero tenía un gusto especial por la provocación y por producir irritación. En un coloquio sobre Malvinas realizado entre académicos argentinos y británicos, Escudé se refirió a las Islas Malvinas como si no fuera él mismo un argentino y las llamó "Falklands" ante la sorpresa y las risas contenidas de gran parte de la audiencia. Esos gestos respondían no solo a un gusto especial por la provocación y por producir irritación, sino también a una actitud ecléctica y profundamente crítica del nacionalismo territorial argentino y de los nacionalismos en sentido amplio. Quizás los trabajos que produjo a finales de los años 80 y comienzos de los 90 sobre estos temas explorando las raíces culturales y educativas del nacionalismo territorial argentino hayan sido sus contribuciones más originales y perdurables para pensar críticamente a futuro la política exterior argentina y su lugar en el mundo. Entre ellos se cuentan, Patología del nacionalismo: el caso argentino (1987) El fracaso del proyecto argentino: educación e ideología (1990).

En la década de 2010, Escudé readaptó su teoría del realismo periférico al contexto del kirchnerismo y postuló que la nueva potencia con la que la Argentina debía realizar alianzas estratégicas ya no eran los Estados Unidos sino China. En esa coyuntura, Carlos Escudé adhirió con convicción a la política exterior que el gobierno de Cristina Kirchner estaba forjando y la entendió como encauzada en los marcos de su propia teoría del realismo periférico readaptada a un nuevo contexto geopolítico mundial.

El mito Carlos Escudé produjo una infinidad de anécdotas. Me gustaría cerrar con una propia. La primera materia que cursé en mi vida de relaciones internacionales la dictó Carlos Escudé en el año 2000 y su ayudante era Paola De Simone, quien falleció, como él, de Covid a comienzos de septiembre de 2020 mientras dictaba su clase por zoom. Escudé la despidió escribiendo lo siguiente: "Ya nos llegará el turno a nosotros, querida Paola. Nada sabemos sobre este misterio que es la vida, pero ahora, del otro lado, ya sabes mucho más que los que dejaste atrás. Que sea con Dios." Frente a esa despedida emotiva le confesé por Facebook a Carlos que guardaba un bello recuerdo de las clases que compartían y dictaban juntos a coro, generando un diálogo tan interesante como intenso y apasionado. De ese modo conocí por primera vez en mi vida el campo de las relaciones internacionales y el mito Carlos Escudé.

Por: Juan Pablo Scarfi

Investigador adjunto del Conicet, Universidad de San Andrés


segunda-feira, 21 de dezembro de 2020

Los persistentes efectos de la economía de Perón - Roberto Cortés Conde, Javier Ortiz Batalla, Gerardo della Paolera (La Nación)

 

Los persistentes efectos de la economía de Perón

Roberto Cortés Conde,
Javier Ortiz Batalla,
Gerardo della Paolera

El convulsionado siglo XX ha estado caracterizado por un grupo de hombres de Estado que ejercieron una influencia significativa sobre las políticas económicas de sus países. Sin embargo, existen pocos casos, si alguno, donde las decisiones económicas se lleven a cabo evocando las realizadas por un político en los años 40 del siglo pasado. Pero este es el caso de la Argentina, donde las políticas de Perón son invocadas una y otra vez por los gobiernos ante la mirada de desconcierto de quienes analizan su sociedad. ¿Existe alguna razón que permita explicar la peculiaridad de un país que permanece atrapado en las políticas de hace 75 años? Esta y otras preguntas son las que se formulan en el libro La economía de Perón, coordinado por Roberto Cortés Conde, Javier Ortiz Batalla, Laura D'Amato y Gerardo della Paolera, que cubre los dos primeros gobiernos de Perón (1946-1955), revisando sus principales políticas monetarias, fiscales, sectoriales y sociales.

Allí con la participación de un grupo destacado de economistas e historiadores, se ofrece una explicación a esta y a otras preguntas vinculadas, que se alejan a menudo de la visión de buena parte de la bibliografía previa. En esta, se describía el fenómeno del peronismo como un proceso destinado a ocurrir. Un gobierno que durante el "período de oro" (1946-1948) cometió ciertos excesos en sus políticas, entendibles a la luz de una búsqueda por alcanzar logros largamente postergados de justicia social, pero que corrigió en gran medida durante su segundo gobierno.

En este libro se plantea una hipótesis diferente, en línea con lo enunciado, por el propio Cortés Conde, el célebre historiador Carlos Díaz Alejandro, en sus famosos Ensayos, o el profesor Ferns en su libro La Argentina. Se revisa este proceso histórico en un tono similar al que utilizó Raúl Prebisch en su Informe al gobierno argentino de 1956. Un país que finalizada la experiencia peronista quedaba descapitalizado, sin las fabulosas reservas en oro que recibiera de sus antecesores, sin transporte ni energía y con un sector agrícola severamente disminuido. Además con una industria atrasada tecnológicamente y ahogada por la falta de insumos y con una inflación rampante que desde 1949 superó a menudo el 30% anual, acompañadas por brechas cambiarias superiores al 300%.

Fuente: LA NACION - Crédito: Sebastián Dufour

Son resultados verdaderamente sorprendentes para un país que había logrado crecer a un 4% anual entre 1900 y 1945, una tasa de las más importantes del mundo, y con una inflación de solo 1,7% anual.

Si bien el modelo de política económica impulsado por Perón tuvo algunas características idiosincráticas, no fue original. La llamada "cuestión social" estaba en auge desde fines del siglo XIX, y el movimiento hacia una mayor intervención del Estado y una incorporación de las cláusulas sociales en las constituciones liberales que prevalecían durante la Belle Époque había comenzado con la I Guerra (1914-1919). Y la Gran Depresión (1929-1932) así como la II Guerra (1939-1945) habían dado a ese movimiento un nuevo impulso.

Las políticas de Perón fueron a menudo idiosincráticas. En numerosos países se estatizaron los bancos centrales, como en la Argentina, pero prácticamente en ninguno se centralizó en manos de este el manejo de todo el otorgamiento de créditos de la economía. En una variedad de naciones se crearon bancos de desarrollo, pero en pocos se confundió el papel convencional de un banco central con el de una institución de desarrollo

Sin embargo, las políticas de Perón fueron también a menudo idiosincráticas. En numerosos países se estatizaron los bancos centrales, como en la Argentina, pero prácticamente en ninguno se centralizó en manos de este el manejo de todo el otorgamiento de créditos de la economía. En una variedad de naciones se crearon bancos de desarrollo, pero en pocos se confundió el papel convencional de un banco central con el de una institución de desarrollo. Con el agravante de que se transformó al Banco Central también en prestamista de primera instancia del gobierno, uno que había triplicado su déficit fiscal a pesar de la aparición de una miríada de nuevos tributos. No fue la única fuente de financiamiento extraordinaria del poco transparente nuevo sistema presupuestario. Las nacientes cajas de jubilaciones, así como los ingresos del IAPI, un instituto que llegó a monopolizar más del 90% del comercio exterior argentino, fueron nuevos modos de financiar un Estado creciente, que además dilapidó rápidamente sus cuantiosas reservas cancelando deuda y nacionalizando una serie de servicios públicos que, usados como fuente de empleo público, comenzaron a experimentar déficits de magnitud.

Mientras tanto, la Argentina se había excluido del sistema que podía proveerle de financiamiento internacional. Hasta 1956, la Argentina no adherirá al sistema de Bretton Woods y de la mano de su exótico presidente del Banco Central y negociador externo, Miguel Miranda, tenderá a aislarse del renaciente sistema global de comercio llevando a cabo ruinosas actividades comerciales. Las tasas reales negativas de interés hicieron declinar drásticamente los depósitos de los bancos, mientras el gobierno intentaba que los ahorristas reemplazaran sus carteras por otra caracterizada por tasas fuertemente negativas. Con conversiones muy perjudiciales para los ahorristas, se dio comienzo a un largo proceso de abandono del peso como reserva de valor, y los ahorristas argentinos comenzaron a considerar la posibilidad de incorporar bienes inmuebles y dólares en sus portafolios.

La sobrevaluación del tipo de cambio oficial junto a un conjunto de regulaciones mientras tanto hacía cada vez menos competitivas las exportaciones, castigando fuertemente al sector agrícola, principal fuente de divisas, un movimiento que se intentó compensar con préstamos: primero a la industria y luego al agro. La falta de divisas limitó severamente la incorporación de capital, agravando los problemas de obsolescencia que se observaban desde la II Guerra. Nuestro país, en forma gradual, había incorporado derechos laborales mucho antes que Perón. Pero este les dio un nuevo impulso a estas reformas. Aunque también se centralizó en el Estado la fijación de las escalas salariales, estableciendo un salario mínimo vital y escalas de salarios básicos. La centralización y burocratización de las negociaciones harán difícil la adaptación de las relaciones laborales a modificaciones del perfil productivo y limitarán severamente los retornos sobre la educación. Los sindicatos únicos vinculados al gobierno serán otra de las herencias que perdurarán hasta nuestros días.

Los cambios drásticos que implementó el gobierno de Perón terminaron encerrándolo en las mismas contradicciones que le impidieron obtener los objetivos de redistribución del ingreso, justicia social y desarrollo industrial que se planteó. Pero de ningún modo ni él ni quienes le siguieron fueron capaces de modificar ese sistema. Desde entonces, salvo breves interludios, ese modelo se mantuvo generando crisis cada vez más severas. Ahora, ante este panorama surge la pregunta de por qué, si fue un experimento fallido, tuvo una influencia tan duradera. Un sistema de las características del que se generó durante esos años, si bien fuertemente perjudicial para la sociedad, no lo fue para todos por igual. Algunos ganaron aunque la mayoría se perjudicara. En la Argentina la acción de intereses corporativos privilegiados fortalecidos por Perón, mejor organizados y provistos de un atractivo relato épico, se han impuesto una y otra vez a los intereses del ciudadano común.

Es de esperar que en un momento no muy distante la sociedad argentina emprenda la tarea de modificarlo, volviendo al sendero de progreso y modernidad que caracterizó a nuestro país durante buena parte del siglo pasado.