Futbolero empedernido y fanático albo, el canciller Heraldo Muñoz celebró el domingo la estrella 30 alcanzada por su equipo, pero lo hizo con los ojos puestos con lo que ocurría a 12 mil kilómetros de distancia, en La Haya, hasta donde había viajado el Presidente Evo Morales para presentar personalmente el martes la memoria con los argumentos de la demanda boliviana en contra de Chile.
Muñoz admite que el equipo jurídico boliviano presentó un escrito serio, aún cuando se trata de una “demanda artificiosa, que carece de fundamento jurídico, y que revierte un proceso de diálogo constructivo y de generación de confianzas mutuas que Chile ha privilegiado”, como lo hizo ver en la declaración oficial del gobierno chileno que leyó el mismo martes.
¿Cómo interpreta el hecho inédito en la historia de la corte de que el Presidente Evo Morales en persona haya ido a entregar la memoria boliviana ante la corte?
Bolivia es soberana para elegir el método de entrega de la memoria. En todo caso, lo usual es que este tipo de documentos los entregue a la corte el agente del respectivo país designado ante dicho tribunal. Evidentemente se ha querido dar dramatismo a una entrega puramente administrativa. Por nuestra parte, pretendemos continuar con la sobriedad con que tradicionalmente se han manejado nuestras relaciones exteriores.
¿Es una señal de que frente a Bolivia, Chile enfrentará un caso más mediático y político que jurídico?
Aquí no se trata de un diferendo limítrofe, sino de una demanda por lo que se ha venido en denominar supuestos “derechos expectaticios”. Por lo mismo, Bolivia agrega componentes políticos y mediáticos para darle fuerza a un caso que no tiene sustento jurídico.
Todo indica que Bolivia mantendrá la estrategia de buscar la solidaridad internacional frente a su demanda. ¿Chile va a hacer un esfuerzo mayor en esos ámbitos también?
Haremos todo lo que sea necesario para defender los intereses de Chile, incluyendo, por cierto, la diplomacia pública.
En el juicio frente a Perú, la estrategia de Chile privilegió el trabajo jurídico, se hizo una muy buena defensa jurídica basada en la intangibilidad de los tratados, la corte le dio la razón a Chile en todos los puntos de la demanda, pero, de todas maneras, modificó la frontera marítima con un inesperado argumento de las 80 millas para dejar tranquilo también a Perú. ¿Qué lecciones se aprendieron de ese juicio con miras al litigio que tenemos ahora con Bolivia?
Al ser tan distinta la demanda del Perú respecto a la boliviana, no hay lecciones fácilmente traspasables. Pero en la actual situación tenemos que agregar la dimensión política a los buenos argumentos jurídicos. Los tribunales deben decidir en función de argumentaciones jurídicas, pero ellos se enfrentan a las argumentaciones de las partes y, en este caso, la de Bolivia es claramente política. Y más allá de esto, debemos contar con la necesaria unidad nacional, preparación rigurosa y cabeza fría para enfrentar el caso en cuestión.
¿Qué tipo de acciones impulsará Chile para sumar esa dimensión política que plantea?
No corresponde revelar públicamente la estrategia que Chile seguirá en este caso.
¿Tras leer la memoria boliviana, sigue considerando que la demanda boliviana es artificiosa y carece de sustento jurídico?
Eso lo sabíamos antes de leer la memoria, al conocer la presentación inicial de la demanda realizada el 24 de abril de 2013. Bolivia confunde su aspiración marítima con derechos que supuestamente obligarían a Chile a otorgarle acceso soberano al mar producto de los diálogos que ambos países han sostenido al respecto. Un derecho así de relevante y trascendente, que afecta ni más ni menos que la integridad territorial de un país, no puede inferirse a partir de supuestos y expectativas. De ser cierta la tesis boliviana, ningún país podría entrar en tratativas con otro por el temor a que las fórmulas que se barajen, si fracasan, se conviertan posteriormente en obligaciones para dicho Estado. En definitiva, en las relaciones entre los Estados, lo que vale son los tratados y el de 1904 fijó las fronteras entre ambos países y las condiciones de acceso de Bolivia al mar. Eso es lo que cabe respetar, pues los tratados de límites corresponde cumplirlos.
¿Eso significa, que no debemos darle mayor importancia y que está destinada al fracaso?
De ninguna manera. No hay que menospreciar esta demanda unilateral en contra de nuestro país. Bolivia ha contratado abogados externos de primer nivel y ha hecho el mejor esfuerzo para apoyar su caso. Pero nosotros nos hemos preparado desde hace tiempo para resguardar nuestros derechos esenciales. No estamos improvisando.
¿Cuáles son los riesgos reales que enfrenta Chile a raíz de esta demanda en la Corte Internacional de Justicia de La Haya?
No me corresponde como Canciller colocarme en situaciones hipotéticas.
Tras la presentación de la memoria boliviana, usted declaró que la demanda revierte el proceso de diálogo constructivo y de generación de confianza que se había iniciado con Bolivia. ¿Esto implica que es imposible la búsqueda de un acuerdo con Bolivia fuera de corte?
Lo hemos dicho reiteradamente: Chile desea las mejores relaciones posibles con el Gobierno y el pueblo de Bolivia. Estaríamos disponibles para reponer la agenda de 13 puntos acordada con Bolivia durante la primera administración de la Presidenta Bachelet. Pero considerando que Bolivia ha demandado a nuestro país en la corte de La Haya pretendiendo obligarnos a negociar una salida soberana al mar con resultado cierto, responderemos en ese tribunal y habrá que excluir el punto 6 de esa agenda.
¿Cuál es su evaluación respecto de la forma en que se llevaron las relaciones con Bolivia en la etapa previa a la presentación de demanda? En la Nueva Mayoría han cuestionado la forma en que Piñera llevó las relaciones bilaterales.
Evidentemente hubo un notorio deterioro del clima bilateral bajo la anterior administración. Pero creo que el momento actual es el de la unidad nacional y, por lo demás, la administración del Presidente Piñera enfrentó la demanda boliviana con una perspectiva de Estado.
El nombramiento de Bulnes es una señal de continuidad en una de las áreas en las que más se crítico al gobierno anterior, como es el de las relaciones exteriores...
La confirmación por parte de la Presidenta Bachelet de Felipe Bulnes como agente de Chile efectivamente es expresión de una política de Estado. Eso habla bien de nuestro país. Además, valoramos altamente la capacidad y talento jurídico de Bulnes, así como del co-agente Claudio Grossman, con quienes hemos conformado un equipo de primera línea para defender los intereses nacionales.
Figuras de la Nueva Mayoría, como el ex senador Camilo Escalona, han planteado que Chile debiera aprovechar esta coyuntura para asumir un rol proactivo y hacer una propuesta de concesión territorial a Bolivia. ¿Qué le parece ese planteamiento, que es respaldado por otros dirigentes y que busca reeditar la propuesta de Charaña?
Respeto esa y otras opiniones. Pero frente a una demanda concreta presentada en contra de Chile no corresponde otra cosa que hacer respetar los tratados que nos unen con Bolivia. Como sostuvo la Presidenta, esto es algo muy claro y esencial para nosotros.
¿El gobierno de Morales está empleando la demanda como una herramienta para presionar a Chile para restablecer un diálogo sobre una fórmula específica de salida soberana al mar?
Chile no se va a dejar presionar en esta sensible materia. Y, lamentablemente, el camino que ha escogido Bolivia es uno potencialmente largo, oneroso e improductivo.
El presidente de la corte, Peter Tomka, reiteró la semana pasada que el tribunal ve con buenos ojos la posibilidad de que los Estados alcancen un acuerdo de solución a los problemas que ven en la Corte, antes de que el tribunal tenga que pronunciarse. ¿Hay alguna posibilidad de restablecer el diálogo con Bolivia sobre el tema marítimo?
La realidad es otra: Bolivia presentó una demanda contra Chile en La Haya y la responderemos en la Corte. Eso es lo que hoy corresponde.
Desde 1895 hasta el 2010, Chile ha iniciado periódica y reiteradamente conversaciones para alcanzar una solución a la mediterraneidad boliviana. ¿Eso no es una demostración de que Chile reconoce la existencia de un problema pendiente con Bolivia?
Si Chile no ha logrado un acuerdo con Bolivia durante los diversos diálogos que se han registrado a través de la historia bilateral, quiere decir que el tema es complejo de acordar. Y no todos los diálogos han tenido el mismo alcance u objetivo. Lo que sí es constante, es que Chile jamás le ha otorgado a Bolivia un derecho como el que hoy día pretende y, por cierto, ningún tribunal internacional puede obligar a un Estado a ceder graciosamente parte de su territorio,
En 1974 la Corte falló en un litigio presentado por Australia y Nueva Zelandia en contra de Francia por las pruebas nucleares atmosféricas en el Pacífico Meridional, estableciendo que “las declaraciones hechas mediante actos unilaterales, respecto de situaciones jurídicas o de hecho, pueden tener el efecto de crear obligaciones jurídicas”. ¿Visto así, Bolivia puede tener un caso?
Este caso no tiene nada en común con la demanda boliviana. En la demanda de Bolivia no se dan ninguno de los elementos ni características exigidas para que actos unilaterales constituyan fuente del derecho internacional como persigue Bolivia.
¿Hay inquietud en otras naciones por los efectos que podría tener un eventual fallo de La Haya en favor de Bolivia, alentando controversias en otros países?
Este es un punto importante. Las fronteras en muchos de nuestros países, así como en diversos lugares del mundo, generalmente se han fijado como consecuencia de momentos difíciles e incluso dolorosos. Creo que en este caso se cierne una sombra de incerteza jurídica sobre la intangibilidad de los tratados de límites. Hay que tener particularmente en cuenta que en virtud del principio de la estabilidad de las fronteras los tratados de límites tienen una protección reforzada bajo el derecho internacional.
¿Algún país ha planteado a Chile esa preocupación?
Creo que hay muchos países que observarán con atención este caso.
¿Cómo cree que será la relación con Bolivia con el litigio en marcha en La Haya?
Por nuestra parte, será de respeto hacia sus autoridades y a su pueblo. Entendemos que el tema marítimo tiene un especial significado en Bolivia. Esperamos, asimismo, que, pese a las diferencias, podamos avanzar en otros temas de la agenda de integración y cooperación y que el respeto sea mutuo.
Hay quienes plantean encapsular el tema de la demanda por una salida al mar y avanzar en las demás materias con Bolivia, algo así como las “cuerdas separadas”, ¿qué opina de aquello?
El caso de Bolivia tiene características muy excepcionales y es muy diferente a la controversia sobre el límite marítimo que planteara el Perú, y diferente a los casos que habitualmente ha visto la Corte de La Haya. Por eso mismo, el avanzar en otros temas bilaterales con Bolivia no tiene la misma connotación que en el caso del Perú.
El Presidente Morales ha planteado que Bolivia mantendrá firme su alegato independientemente de los resultados que logre en La Haya, por lo que un fallo favorable a Chile tampoco sería determinante en la relación con ese país. ¿Ve eso como una complejidad adicional?
El desafío de hoy es la demanda boliviana. La relación con Bolivia generalmente ha sido compleja, pero independientemente del desenlace del juicio en La Haya, nos gustaría que fuese mejor, más cooperativa, más integradora, pues nuestros dos pueblos ganarían con esa aproximación. Merecemos estar en una relación acorde con el siglo 21 y no quedarnos anclados en el siglo 19.
El gobierno de Bachelet ha puesto énfasis en la integración sudamericana y en estrechar las relaciones con los países de la región. ¿El juicio con Bolivia complica este objetivo?
Nuestra posición de avanzar en una convergencia en la diversidad ha tenido buena acogida en los países de la región. Y las señales de acercamiento con los países sudamericanos ya son claras. El juicio no complica estos esfuerzos de integración. Más aún, con Bolivia podemos trabajar en diversas dimensiones de la integración: corredores transfronterizos, integración física, cooperación científico-tecnológica, movilidad de personas, facilitación del turismo, medidas sanitarias y fitosanitarias, por nombrar algunas.
En varias de las embajadas de Latinoamérica, aunque también en Europa, el gobierno ha optado por instalar a figuras políticas de experiencia, la mayoría ex parlamentarios o ex autoridades de los gobiernos de la Concertación. ¿Cuál es la señal que se pretende dar con esos nombramientos?
Lo que me encargó la Presidenta ha sido lograr una combinación virtuosa de embajadores políticos en países que requieren conocimiento y experiencia política, especialmente en América Latina. Pero, además, la Presidenta ha decidido nombrar más mujeres embajadoras y promover diplomáticos jóvenes a cargos de embajador. Tendremos más mujeres embajadoras que en ningún otro período de gobierno. Y hay embajadas de primer nivel donde embajadores políticos serán sucedidos por diplomáticos de carrera; por ejemplo, Naciones Unidas, la OEA, Londres, Roma y Madrid, por nombrar algunas.
A través de algunas de sus declaraciones y con el nombramiento del futuro embajador (un ex ministro de Allende y cercano al gobierno de Maduro, como es Pedro Felipe Ramírez), el gobierno ha hecho algunos gestos de acercamiento a Venezuela, ¿A qué obedecen esas señales?
Quien haya leído bien mis declaraciones sobre Venezuela, más allá de los titulares de prensa, verá que han sido en favor del diálogo político, el avance hacia un camino de paz, el rechazo al derrocamiento por la fuerza de un gobierno democráticamente electo y por el pleno respeto de las garantías democráticas, el estado de derecho y los derechos humanos. El papel constructivo de Chile para instalar el inédito diálogo, que ya está arrojando frutos, lo ha reconocido tanto el gobierno como los líderes de la oposición con quienes estuve en Caracas junto a los cancilleres de Unasur, y además por separado. Por tanto, nuestras señales no apuntan a favorecer al gobierno, sino a lograr, con la debida discreción, la confianza de las partes para los acercamientos que puedan conducir al cese de la violencia, a la tolerancia y a la gobernabilidad democrática.
Usted afirma que no hay gestos especiales al gobierno de Venezuela, pero sus declaraciones a O´Globo le costaron críticas en sectores de la oposición acá en Chile.
Sé muy bien como es el juego político de área chica. Se reprodujo en un medio local esa entrevista con un titular sacado totalmente fuera de contexto. La frase anterior a lo citado en ese titular, referido a la necesidad de defender a un gobierno democráticamente elegido de un derrocamiento por la fuerza -criterio por lo demás que la amplia mayoría de la oposición Venezolana comparte-, decía que tenemos la responsabilidad de defender la democracia, el estado de derecho y los valores de los derechos humanos en Venezuela. Esta última frase como titular habría tenido otra repercusión, aunque quizás no habría servido para generar una polémica. Tanto en las reuniones con el gobierno del Presidente Maduro como con la oposición, en nuestra reciente visita a Caracas, expresé nuestro inequívoco compromiso con la gobernabilidad democrática, los derechos humanos y el estado de derecho. Lo importante de mi empeño, siguiendo las directrices de la Presidenta Bachelet, ha sido colaborar a un camino de distensión y diálogo en Venezuela, cosa que se está logrando. Es algo inédito el acercamiento gobierno-oposición, que espero se profundice, gracias a la gestión de Unasur que partió en Santiago en la reunión de Cancilleres al término del cambio de mando. Desde Chile todos debiéramos ayudar a que exista entendimiento entre los diversos sectores en pugna en Venezuela, y no atizar la polarización que puede llevar a un callejón sin salida.
Usted mantiene una relación cercana con algunos cancilleres de otros países, no sólo de la región, sino también fuera de Latinoamérica. ¿Cree que eso ayude a fortalecer las posiciones chilenas en los distintos foros internacionales?
Las relaciones personales ayudan. Facilitan la comunicación en momentos claves o abren puertas más fácilmente para expresar las posiciones nacionales. Pero al final lo que importa son los intereses del país que uno tiene la responsabilidad de defender y promover, coincidan o no con cancilleres amigos o cercanos. La semana pasada me llamó el secretario de Estado norteamericano John Kerry para invitarme como expositor a una conferencia sobre Océanos en Washington DC, que ya acepté. Es una buena oportunidad de exponer sobre una materia de importancia para el país. Próximamente viene a Chile Sergei Lavrov, Canciller de Rusia, a quien conocí bien en el Consejo de Seguridad de la ONU en los años 2003-2004 y con quien solía jugar fútbol. Sin duda habrá asuntos del mayor interés para conversar ahora que estamos nuevamente en el Consejo de Seguridad. Así que renovar estos contactos y discutir con estas autoridades temas de interés para Chile, ayuda ciertamente.