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quinta-feira, 7 de outubro de 2021

Análise das relações EUA-China sob Biden - Xulio Rios (Jiexi Zhongguo Nº36) - Forbes Magazine

Nueva entrega de Jiexi Zhongguo, número 36 Análisis y Pensamiento Iberoamericano sobre China

In Jiexi ZhongguoOtros by Xulio Ríos

Reproducimos a continuación el índice del número 36 de Jiexi Zhongguo
Jiexi Zhongguo Nº36
  • La relación EUA-RPC: el futuro escenario internacional, Rocío Camerlengo Demmler
  • Entre la conciliación y la rivalidad: Perspectivas de las relaciones sino-norteamericanas bajo el Gobierno de Joe Biden, Esteban Poole Fuller
  • Nacionalismo Chinês: Pragmatismo e Instrumentalismo na Política Externa, Susana Silva Ramos
  • La ruta de la seda polar: interpretaciones desde la teoría de los bienes públicos globales, Eduardo Tzili-Apango
  • Situación actual en el Mar de la China Oriental. Avances y retrocesos en la gestión de la Islas Senkaku, José Luis Plata Díaz
  • Les jumelages Europe-Chine : questions juridiques et exemples comparés, João Casqueira Cardoso

Sus contenidos son de libre acceso en el banner correspondiente de la web (a la izquierda), o en el PDF adjunto.

https://politica-china.org/otros/nueva-entrega-de-jiexi-zhongguo-numero-36


12:05am EDT|4,502 views

Trump’s Exit From Asian Trade Pact Damaged America, Boosted China

Stuart Anderson

Removing the United States from the Asia-Pacific trade pact designed to promote U.S. economic and strategic interests over China’s will go down as one of the worst decisions by an American president in the past 50 years, according to trade and foreign policy analysts. Now that China has applied to join the Comprehensive Progressive Trans-Pacific Partnership, Donald Trump’s decision looks even worse than it did in 2017.

Background: President George W. Bush proposed a trade agreement with like-minded Asia-Pacific countries in 2008. “While quick to embrace TPP [Trans-Pacific Partnership] and successful in concluding an agreement among the parties, President Barack Obama fatally delayed pushing for trade promotion authority from Congress in 2014,” writes Matthew P. Goodman, senior vice president for economics at the Center for Strategic and International Studies. “And in one of his first, catastrophic acts as president, Donald Trump withdrew the United States from the unratified TPP—not understanding that it was one of the most powerful tools he had to compete with his nemesis, China.”

The Latest Developments: On September 16, 2021, China submitted an application to join what is now called the Comprehensive Progressive Trans-Pacific Partnership (CPTTP). The group of countries in the trade pact currently includes Australia, Brunei, Canada, Chile, Japan, Malaysia, Mexico, New Zealand, Peru, Singapore and Vietnam. China’s notification was sent to New Zealand’s trade minister, the designated CPTPP member for such matters, notes Wendy Cutler, a vice president at the Asia Society Policy Institute.


segunda-feira, 9 de maio de 2016

Seria Xi Jinping um maoista? (Boa pergunta) - Xulio Ríos

Parece que sim, mas outros dirão que não...
Paulo Roberto de Almeida

Análisis

¿Es Xi Jinping un maoísta?

Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China, 27/04/2016

Si uno atiende al sentido general de las reformas económicas en curso en China que apuntan a un mayor papel del mercado, de la economía privada o a la reducción de la significación del sector público, es evidente que cualquier parecido con el maoísmo sería pura casualidad. No obstante, en otros órdenes, cabrían matices.
Desde sus inicios a finales de 2012, el mandato de Xi Jinping se ha caracterizado por un rearme ideológico que no duda en echar mano de conceptos asociados con el maoísmo. Una de sus primeras campañas fue la “línea de masas”, consigna de clara ascendencia maoísta que Xi recuperó para tomar la iniciativa en la depuración del propio Partido, resaltando y estrechando sus vínculos con la sociedad; otro tanto habría que decir de las referencias a la “lucha ideológica”, expresión que rememora en muchos no pocos aspectos nefastos de los decenios de maoísmo que precedieron a la reforma y apertura. En todo el ámbito de la propaganda, la efectividad maoísta está cada vez más presente.
Xi no es Mao, aunque a veces da la impresión de querer emularlo multiplicando sus discursos y reflexiones acompañados de una promoción inusual y que nos remite igualmente a épocas pasadas en las que la mera adulación era sustituida por el dictamen reflexivo y riguroso. Este desarrollo de los acontecimientos provoca no poca preocupación en China, dentro y fuera del PCCh. Como dice un viejo proverbio: mil aduladores no valen lo que un asesor honesto; no obstante, Xi parece preferir la exaltación incontestada a la búsqueda de la verdad en los hechos, como gustaba de referir el propio Mao. Las nuevas instrucciones dictadas para evitar toda crítica, el aumento del control general de los medios y la exacerbación de la infalibilidad del liderazgo ponen de manifiesto una sintomatología preocupante bien visible en la delegación tibetana que participó en las recientes sesiones parlamentarias chinas, cuyos integrantes arribaron ataviados con escarapelas con la efigie de Xi Jinping.
El proceso de revitalización que vive el Partido Comunista de China incluye referencias a documentos del Mao de la época revolucionaria, antecedentes, por otra parte, que se complementan con el recurso a los ejercicios de autocrítica, a veces pública, propios igualmente de aquel tiempo. El tono moralizante y virtuoso, propio del pensamiento tradicional, encuentra en el maoísmo un terreno fecundo. Las sesiones de estudio están al orden del día pero la confusión es inevitable planteando a los funcionarios otra disyuntiva no menos tradicional, la de obedecer abiertamente la ley y quebrantarla discretamente, como en China se hizo siempre. Tal proceder topa ahora con un presidente que hace gala de una inquina paralizante que agranda tendencias calificadas de despóticas.
El maoísmo de Xi es totalmente instrumental, como lo es para el PCCh el recurso a determinados aspectos del confucianismo. Lo que permite traer de nuevo a colación algunas manifestaciones del maoísmo es una severa vuelta de tuerca al adoctrinamiento interno que facilita el aislamiento de hipotéticas facciones rivales y su utilización como instrumento de dominio social. Paradójicamente, quien más se asocia internamente en la cúspide del PCCh con simpatías hacia el maoísmo (Liu Yunshan) se halla enfrentado al principal aliado de Xi en la máxima dirección (Wang Qishan). Esto lleva a algunos a pensar si no será parte de una estrategia que alienta la exaltación del secretario general para facilitar después deshacerse de él.
Cuando la reforma china atraviesa un periodo delicado que puede traducirse en una mayor inestabilidad social, las advertencias a los líderes territoriales con sanciones si no gestionan preventiva y adecuadamente la conflictividad emergente se complementan con invocaciones a la disciplina y a la recuperación de la épica revolucionaria de la que Mao es parte inexcusable.
Esto no debiera sorprendernos. Parafraseando a Edgar Snow (1941), los comunistas chinos son reformistas porque están en una fase del proceso que les exige esa condición pero quienes piensan que eso les convierte en liberales se llevarán una desilusión. También, si el guión lo exige, quienes sepultaron el maoísmo encumbrarán a Mao.
Otras similitudes en el proceder de Xi con el maoísmo apuntan a atribuidas maniobras para alterar el mecanismo de la toma de decisiones al máximo nivel reforzados con una apuesta por la concentración del poder. La consideración como “núcleo” de su generación en un tiempo récord, que podría materializarse en el congreso que el PCCh debe celebrar a finales del año próximo, podría dejarle las manos libres para desatender los mandatos asociados a una institucionalidad exigible pero caduca (que reservaría a su antecesor Hu Jintao un papel significado en la elección del sucesor de Xi, por ejemplo) lo cual si señalaría una tendencia de fondo ciertamente inquietante. Toda una prueba de madurez para la sociedad china.