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Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida.

quarta-feira, 9 de setembro de 2020

Lítio, o novo petróleo: o caso do México

  

El País, Madri – 7.9.2020

El litio en México: entre los intereses privados y el discurso político

En Sonora existe el mayor yacimiento mundial de un mineral que algunos consideran como “el nuevo petróleo” y que busca un futuro en un país que sigue apostando por el crudo

Almudena Barragán

 

Ciudad de Mexico - En la mítica Sierra Madre Occidental que se extiende desde el sur de Estados Unidos, en un pueblito de Sonora (norte de México) de unos mil habitantes llamado Bacadéhuachi, se esconde el yacimiento de litio en roca más grande que se conoce en el mundo, según Mining Technology. A finales de 2019, cuando el Gobierno confirmó la existencia del yacimiento y se difundió que estaba en marcha un proyecto de explotación a cargo de una empresa canadiense (Bacanora Lithium) y una china (Ganfeng Lithium), hubo medios y funcionarios que empezaron a hablar del litio como “el petróleo del futuro”.

Parecía un exceso de optimismo para una zona fronteriza que, apenas un mes antes, había sido noticia por la masacre de una familia a manos del crimen organizado. O para un país que tiene una apuesta tan decidida por el viejo petróleo, el de siempre. Resulta tentador olvidar el presente cuando el futuro parece tan cercano: en Bacadéhuachi no suelen verse coches eléctricos y los teléfonos a veces pierden la señal, pero a 1.400 kilómetros de allí, del otro lado de la frontera, se levanta Tesla Motors, la fábrica de autos eléctricos más grande del mundo. Y lo que el pueblo tiene bajo sus pies es la fuente de energía necesaria para la fabricación de sus baterías.

Casi diez meses después de aquel repentino entusiasmo por el litio, y la misma semana que dejó de existir la subsecretaría de Minería, se ha conocido que el grupo de senadores de Morena, el partido de Gobierno, incluyó entre los temas para su agenda del próximo período legislativo una propuesta para nacionalizar el litio como recurso estratégico, lo que implicaría una reforma constitucional y cambios en la Ley Minera vigente. Aún no se ha definido si este tema —uno de los más de 400 presentados— será avalado e impulsado por la bancada oficialista en el Senado. El único funcionario mexicano que había expresado un interés similar en nacionalizar el litio, el exsecretario de Medioambiente Víctor Toledo, dejó de ser parte del Gobierno esta semana.

El litio, un mineral ligero que arde en contacto con el agua, es utilizado para fabricar cerámica y medicamentos antidepresivos, es un insumo básico de la industria nuclear y, sobre todo, se ha vuelto esencial en la producción de baterías de celular, computadoras, autos eléctricos y sistemas de almacenamiento de energía. Entre 2014 y 2018, los precios del litio se dispararon un 156%: desde los 6.690 dólares la tonelada subió hasta un máximo histórico de 17.000 dólares en 2018. Si bien la crisis sanitaria y económica causada por la pandemia ha impactado en el mercado, el precio se encuentra actualmente en torno a los 7.500 dólares y se prevé que la demanda siga creciendo de la mano de la industria tecnológica.

Solo en la megafábrica de Tesla, del multimillonario Elon Musk, en el desierto de Nevada (Estados Unidos), se producen al día más de 3.000 baterías que contienen alrededor de 13 kilos de mineral cada una. Según el Financial Times, la factoría necesitará 24.000 toneladas al año para dar salida a su producción. Con la entrada en vigor del tratado comercial de México con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la explotación del litio cobra mayor importancia ya que se debe asegurar una cadena de suministro en Norteamérica. En tres años, los coches fabricados en estos tres países deberán tener al menos un 75% de sus componentes producidos en la región para que puedan comercializarse libres de aranceles. Esto incluye a las baterías de litio, lo que podría volverse un negocio rentable para México.

“No solo se trata de minería en roca, estamos buscando cómo subirnos a la tendencia de la electromovilidad y acompañar el proyecto integral para que México se inserte exitosamente en una cadena de valor”, dijo en junio a EL PAÍS el entonces subsecretario de Minería mexicano, Francisco José Quiroga. Su entusiasmo quedó caduco en menos de tres meses: la semana pasada, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador puso en marcha la disolución de una decena de subsecretarías como parte de un plan para reducir el gasto público; entre ellas, la de Minería.

Según fuentes cercanas a la secretaría de Economía de México, la disolución de la subsecretaría de Minería representa un limbo jurídico y genera una situación de incertidumbre que podría beneficiar a las empresas privadas. Sin un subsecretario de Minería, la mediación entre los intereses duros de las compañías, las comunidades y las normas ambientales, parece quedar en manos de nadie. Tal vez, un secretario de Medioambiente con interés en las energías renovables podría tomar cartas en el asunto. Pero el funcionario que tenía ese perfil se fue del Gobierno la semana pasada.

Aunque la explotación del yacimiento de Sonora fue adjudicada hace una década, durante el Gobierno de Felipe Calderón, y el rol del Estado mexicano se reduce a dar seguimiento al proyecto, el anuncio realizado en diciembre de que en Bacadéhuachi existían reservas probables de 243 millones de toneladas de minerales —de donde se podrían extraer, según Mining Technology, unos cuatro millones y medio de toneladas de carbonato de litio (el que se utiliza para la baterías)—, catapultó el interés de los inversores y las promesas de futuro de algunos funcionarios. Pero dejó abierta una pregunta que se ha vuelto más apremiante con el desmantelamiento de la subsecretaría de Minería: ¿Cómo se beneficiaría México de tener en su territorio el mayor yacimiento de litio que se conozca? Tal vez, la pregunta indicada no sea cómo, sino quién.

 

Un mercado opaco

 

Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el consumo de litio en el mundo en 2019 fue de 77.000 toneladas y se estima que existen reservas comprobadas por 17 millones de toneladas, principalmente en Argentina, Chile, Australia y China. Este mineral suele encontrarse en salmueras naturales, rocas pegmatitas, arcillas, pozos petrolíferos, agua de mar y campos geotermales. “Es un elemento súper abundante en la tierra, sin embargo su explotación no es económicamente rentable en la mayoría de los casos. Por eso su explotación se da en pocos países”, explica Martín Obaya, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina y de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad de San Martín.

La empresa dueña de la concesión que explotará el yacimiento en México, la canadiense Bacanora Lithium, ha publicado que en Sonora tiene reservas comprobadas por un poco más de tres millones y medio de toneladas: más de 40 veces la cantidad que se consumió en todo el mundo el año pasado. Al parecer, es lo suficientemente rentable como para que la compañía, cuya concesión tiene el tamaño de unos 100.000 campos de fútbol y una duración de 50 años, esté planeando en quedarse en México los próximos tres siglos: “Sonora es un proyecto que durará 300 años, con costos operativos bajos, en el que produciremos litio de alta calidad para la industria de las baterías para vehículos eléctricos”, explicó a EL PAÍS Peter Secker, CEO de Bacanora Lithium.

Secker dijo en un correo electrónico que la producción comenzará en 2023, “cuando los pronósticos para el mercado del litio se fortalecerán”. Si bien faltan tres años, la primera tanda de producción —estimada en 17.500 toneladas— ya está comprometida con la empresa japonesa Hanwa. El investigador argentino Martín Obaya señala que “el mercado del litio es todavía un poco oscuro. Gran parte se maneja por contratos de mediano y largo plazo entre empresas que tienen participaciones importantes entre sí. No hay un mercado spot como pasa con otros minerales”.

El futuro de la industria del coche eléctrico como alternativa al uso de los combustibles fósiles está ligado a la producción de las baterías de litio, principalmente en manos de los países asiáticos, que concentran más del 60% de la producción. Sin embargo, China, Japón y Corea no poseen las suficientes reservas de litio en su territorio por lo que cada vez es más común la presencia de empresas asiáticas en América. La fábrica de Tesla, por su parte, se provee de litio proveniente de Australia. Eso fue lo que dijo a fines de julio Elon Musk, cuando protagonizó una polémica por Twitter luego de que un usuario acusara a Estados Unidos de orquestar un golpe de Estado en Bolivia para que él pudiese obtener litio. “¡Vamos a golpear a quien queramos! ¡Acéptalo!”, respondió Musk, aunque luego eliminó su tuit. Bolivia nacionalizó los recursos de litio del salar de Uyuni en 2008, dos años después de la llegada de Evo Morales al poder.

Con la producción de litio de alta calidad en el norte de México, mucho más cerca de la fábrica de Tesla, y con los estímulos fiscales del T-MEC, el multimillonario podría empezar a mirar a México con otros ojos. Pero, hasta ahora, y a menos que prospere la propuesta del grupo de senadores de Morena, a los únicos que debería conquistar es a los empresarios extranjeros: el capital del proyecto de Sonora es completamente privado y toda su producción estaría destinada a la exportación. El Gobierno mexicano solo se beneficiaría de los impuestos y derechos que paga la minera, pero no tendría el control sobre la producción del mineral. Y tampoco parece que la carga fiscal que impone México a la minería sea un escollo demasiado grande para las empresas.

“La minería en su conjunto aporta a las finanzas públicas de México menos del 1% de todos los ingresos totales de su economía”, señala Beatriz Olivera, del centro investigación y análisis Fundar. “En impuestos (ingresos tributarios) el saldo es negativo: el año pasado salió a favor de las empresas mineras por 1.121 millones de pesos (50 millones de dólares), lo que significa que les terminamos devolviendo dinero por estar en nuestro país”, explica el analista económico Carlos Brown.

A pesar de la escasa incidencia de la minería en las arcas del Estado, se trata de un sector con una influencia política considerable. Durante la pandemia, por ejemplo, la Cámara Minera de México (Camimex), que reúne a la mayoría de las mineras privadas que operan en el país, presionó a las autoridades para no paralizar su producción durante la emergencia sanitaria. Camimex llegó a pedir la ayuda del embajador de Estados Unidos para que la minería fuera reconocida como una actividad esencial, y poder retomar pronto sus operaciones. A principios de mayo, el Consejo de Salubridad decidió sumarla a la lista de actividades esenciales junto con la construcción y la fabricación de equipo de transporte.

 

Energías renovables y... ¿limpias?

 

La apuesta por el potencial del litio está vinculada a la creciente preocupación global por los efectos del cambio climático, y la necesidad de reemplazar progresivamente a los combustibles fósiles como la piedra angular de nuestros sistemas energéticos. En México, donde el Gobierno solo parece tener ojos para el petróleo —al punto de que, en mayo pasado, se endurecieron las condiciones para la operación de las plantas eólicas y solares en el país—, el único otro funcionario que había mostrado abiertamente su entusiasmo por el litio fue el (ahora ex) secretario de Medio Ambiente, Víctor Toledo. En una conferencia en junio, Toledo había calificado a este mineral como “el nuevo petróleo” y dijo que estaba impulsando “que el Gobierno nacionalice los recursos del litio, porque ya están entrando las compañías chinas e inglesas”. Su entusiasmo también caducó pronto: los primeros días de septiembre, Toledo presentó su renuncia al Gobierno de López Obrador.

Los expertos consultados por El PAÍS coinciden en que hacen falta energías limpias y que el litio es una de las alternativas con más futuro. Pero, al igual que sucede con las metas de reducción de emisión de gases de efecto invernadero, la distancia entre la realidad y las ambiciones es amplia. Por un lado, según declaraciones del director de Desarrollo Sostenible de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), José Luis Samaniego, la demanda de baterías de litio debería aumentar en el mundo un 1.200% para evitar el incremento de dos grados en la temperatura del planeta. Una de las limitaciones que tiene esta nueva industria es su reciclaje. “El proceso de purificación del litio va a costar más que extraer y producir de nuevo porque los sistemas de recuperación todavía no son eficaces”, señala Alberto Rico, doctor en Química por la Universidad Complutense de Madrid.

Por otro lado, que los coches eléctricos no emitan gases no quiere decir que la obtención del litio como fuente de energía sea necesariamente limpia. La explotación de yacimientos de litio en roca se parece más a la minería a cielo abierto que a la extracción en salares. Aunque, en comparación con los salares, el tiempo de producción es mucho más reducido, “el concentrado se mezcla con ácido sulfúrico para obtener el litio. Por una tonelada de litio producida de esta manera, se generan ocho toneladas de residuos”, explica Daniel Rosales, investigador del Conicet en la Universidad de Cuyo, en Argentina.

“Es necesaria una transición energética por la emergencia climática que vivimos, pero no debe hacerse a cualquier precio”, sostiene la investigadora mexicana Beatriz Olivera. “Si los procesos para extraer el mineral siguen siendo contaminantes y las mineras violan los derechos de las comunidades no habrá ningún progreso. Será maquillaje verde nada más”.

terça-feira, 8 de setembro de 2020

Hume and the Rise of Capitalism - Margareth Schabas, Carl Wennerlind (University of Chicago Press)

Due to the Scholar’s Strike in the USA, the book launch event for Schabas and Wennerlind's A Philosopher’s Economist: Hume and the Rise of Capitalism scheduled for Tuesday September 8th, Noon CST, has been postponed for exactly one week.  It will be held on September 15th, same time.  It may also be necessary to re-register.  If you already have registered, EventBrite will send you the link. 

https://www.eventbrite.com/e/margaret-schabas-and-carl-wennerlind-in-conversation-with-don-garrett-tickets-115218593916?aff=erelexpmlt  

A Philosopher’s Economist

HUME AND THE RISE OF CAPITALISM

A Philosopher’s Economist
666

MARGARET SCHABAS AND CARL WENNERLIND

328 pages | 1 halftone | 6 x 9 | © 2020
Although David Hume’s contributions to philosophy are firmly established, his economics has been largely overlooked. A Philosopher’s Economist offers the definitive account of Hume’s “worldly philosophy” and argues that economics was a central preoccupation of his life and work. Margaret Schabas and Carl Wennerlind show that Hume made important contributions to the science of economics, notably on money, trade, and public finance.  Hume’s astute understanding of human behavior provided an important foundation for his economics and proved essential to his analysis of the ethical and political dimensions of capitalism. Hume also linked his economic theory with policy recommendations and sought to influence people in power. While in favor of the modern commercial world, believing that it had and would continue to raise standards of living, promote peaceful relations, and foster moral refinement, Hume was not an unqualified enthusiast. He recognized many of the underlying injustices of capitalism, its tendencies to promote avarice and inequality, as well as its potential for political instability and absolutism.
 
Hume’s imprint on modern economics is profound and far reaching, whether through his close friend Adam Smith or later admirers such as John Maynard Keynes and Friedrich Hayek. Schabas and Wennerlind’s book compels us to reconsider the centrality and legacy of Hume’s economic thought—for both his time and ours—and thus serves as an important springboard for reflections on the philosophical underpinnings of economics. Close
List of Abbreviations and Modifications
Preface

Introduction
Chapter 1. “A Rising Reputation”: Hume’s Lifelong Pursuit of Economics
Chapter 2. “A Cautious Observation of Human Life”: Hume on the Science of Economics
Chapter 3. “A More Virtuous Age”: Hume on Property and Commerce
Chapter 4. “That Indissoluble Chain of Industry, Knowledge, and Humanity”: Hume on Economic and Moral Improvement
Chapter 5. “Little Yellow or White Pieces”: Hume on Money and Banking
Chapter 6. “A Prayer for France”: Hume on International Trade and Public Finance
Chapter 7. “Our Most Excellent Friend”: Hume’s Imprint on Economics
 
Acknowledgments
Notes
Bibliography
Index

Documentos de defesa sem Estrategia de Defesa - Rubens Barbosa

 DEFESA: UM QUESTÃO DE SEGURANÇA NACIONAL

Rubens Barbosa

O Estado de S. Paulo, 8/09/2020

Depois de pouco mais de 30 anos, o mundo volta à era de competição entre superpotências, com o declínio da dominação dos EUA e o crescimento tecnológico, comercial e militar da China. Como evitar que a crise entre os EUA e a China seja transplantada para a América do Sul e interfira no interesse nacional? Como o Brasil deveria se posicionar, em termos de Defesa, em seu entorno geográfico e área de influência? Qual seria o papel do Brasil como uma das dez maiores economias do mundo, a quinta em território e a sexta em população? Como enfrentar o déficit de inovação tecnológica face a rápida obsolescência dos equipamentos militares e dos projetos especiais das três forças?

Os documentos Política (PND) e a Estratégia Nacional de Defesa (END) procuram responder aos desafios percebidos pelo atual governo e mostrar, em linhas gerais, o planejamento das prioridades para a defesa do País. Voltados prioritariamente para ameaças externas, estabelecem objetivos para o preparo e o emprego de todas as expressões do Poder Nacional. Os objetivos gerais mencionados na PND são: garantir a soberania, o patrimônio nacional e a integridade territorial; assegurar a capacidade de Defesa para o cumprimento das missões constitucionais das Forças Armadas; promover a autonomia tecnológica e produtiva na área de defesa; preservar a coesão e a unidade nacionais; salvaguardar as pessoas, os bens, os recursos e os interesses nacionais situados no exterior; ampliar o envolvimento da sociedade brasileira nos assuntos de Defesa Nacional; contribuir para a estabilidade regional e para a paz e a segurança internacionais; incrementar a projeção do Brasil no concerto das Nações e sua inserção em processos decisórios internacionais. A END, por sua vez, orienta os segmentos do Estado brasileiro quanto às estratégias e medidas que devem ser implementadas para que esses objetivos sejam alcançados. Trata das bases sobre as quais deve estar estruturada a defesa do País, assim como indica as articulações que deverão ser conduzidas, no âmbito de todas as instâncias dos três Poderes e a interação entre os diversos escalões condutores dessas ações com os segmentos não governamentais.  

Os documentos apresentados ao Congresso Nacional para exame e deliberação respondem aos novos desafios de um mundo em rápida transformação e à perda de protagonismo no entorno estratégico? É importante ressaltar, de inicio, a dificuldade de se examinar essa matéria pela falta de uma cultura de defesa e pelo fato de os objetivos nacionais carecerem de  uma grande estratégia, com visão de médio e longo prazo. Além disso, em tempos de paz, sem ameaça de conflito plausível e iminente, qual deveria ser a atividade principal da Defesa: preparação para operação de combate, ou melhoria da logística de defesa para aumentar sua capacidade de dissuasão?

A área de influência do Brasil, como definido na PND, abrange  América do Sul, Antártica e o Oceano Atlântico até a costa ocidental da África. A referência `a integração regional amplia o entorno por incluir a América Central e a América do Norte. Não há referência nos documentos sobre as consequências para o Brasil do fim do Conselho de Defesa, com o desaparecimento da UNASUL, nem ao status de aliado estratégico dos EUA extra OTAN, tendo em mente as restrições do Brasil à nova doutrina dessa Organização que ampliou sua atuação para o Atlântico Sul. Nem sobre os objetivos da designação de oficial general para o Comando do Sul, com sede em Miami.

As rápidas transformações tecnológicas exigem um esforço para estimular a Base Industrial de Defesa a pesquisar para complementar as aquisições externas. As três áreas ressaltadas na END (cibernética, energia nuclear e espaço) deveriam merecer estímulos, como ocorre nos EUA e na OTAN, para que a produção nacional supere as vulnerabilidades cada vez maiores de nossos materiais bélicos e responda aos novos desafios de inteligência artificial. A politica de defesa deve nortear a politica militar. As políticas de defesa e militar deveriam enquadrar-se dentro de uma política mais ampla: a política externa, que define o lugar do Brasil no mundo.

O documento menciona, diversas vezes, a criação de uma carreira civil, como a de analista, por exemplo, no Ministério da Defesa, mas até agora não se levou adiante essa política, que iria arejar a discussão hoje restrita ao meio militar das três forças. Nessa mesma linha, a criação de um Centro de Defesa e Segurança, iniciativa do Ministro Raul Jungmann, anunciada recentemente, deverá trazer contribuição importante para o debate sobre os temas de Defesa e de Segurança Nacional.        

Pela sua importância, a PND e a END deveriam ser elaboradas por um Conselho de Alto Nível, integrado pela Secretaria de Assuntos Estratégicos da Presidência da República, por representantes da Câmara dos Deputados e do Senado e por representes do Itamaraty.            O resultado deveria ser amplamente debatido pelo Congresso Nacional – ao contrário do que vem ocorrendo desde 1996, quando foram apresentado pela primeira vez – e por think tanks da sociedade civil que examinassem as prioridades para a Defesa e os meios para alcançá-las.

 

 

Rubens Barbosa. Presidente do IRICE

O gás russo na equação Rússia-Alemanha

 

Opinião: O possível fim do Nord Stream 2

Merkel pode fazer história se, em seu último ano como chanceler federal, desistir do projeto do gasoduto com a Rússia. A Europa avançaria e abandonaria um regime que não tem nenhum futuro, opina Miodrag Soric.

Merkel não seria Merkel se não hesitasse. Mas independentemente de qualquer decisão que ela tome: Alemanha e Rússia terão que continuar a se entender. Até agora, o negócio de gás entre os dois países sobreviveu a todas as turbulências políticas.

Desde o começo, no início dos anos 1970, os americanos protestavam contra essa parceria: questionavam como a Alemanha poderia ser tão míope a ponto de fornecer divisas ao inimigo. No final daquela década, o então chanceler federal alemão, Helmut Schmidt, e o presidente americano, Jimmy Carter, brigaram sobre as transações da Alemanha com o Oriente. E seu sucessor no cargo, Ronald Reagan, criticou todos os pontos possíveis do acordo na cúpula do G7 em Ottawa, em 1981. Assim como o faz Donald Trump hoje.

Há décadas, os argumentos da Casa Branca são essencialmente os mesmos: qualquer dependência de Moscou enfraquece o Ocidente. A resposta de Berlim a isso veio certa vez de Helmut Schmidt: "Quem faz comércio um com outro não atira um no outro."

Um argumento que hoje praticamente não vale mais: mesmo os maiores pessimistas não imaginam um conflito militar entre a Otan e a Rússia. Os defensores do projeto Nord Stream 2 recorrem ao princípio de separar negócios da política – especialmente numa política que se baseia em valores.

A Alemanha tem realmente se saído bem com este princípio até agora: não importa se Moscou ameaçava o Ocidente com mísseis nucleares, se prendia dissidentes num gulag, invadia o Afeganistão ou declarava lei marcial na Polônia – o fluxo de gás nunca parou.

E, especialmente nos dias de hoje, Moscou está nos fazendo lembrar desse acordo tácito. Formulando cinicamente, o Kremlin espera: "Mesmo que perseguamos os opositores do regime, isso não afetará os negócios."

Mas quem concorda com este cálculo no Ocidente se torna aliado de Putin. Moscou está fazendo pouco esforço para negar o atentado contra o opositor Alexei Navalny. O regime parece ter a certeza de que a Alemanha, como já fez tantas vezes, só ameaçará, mas no final das contas não vai agir.

É um risco que o Kremlin acredita que deve correr atualmente: devido às manifestações no Extremo Oriente e em Belarus e ao padrão de vida em constante queda na Rússia. O Kremlin teme que manifestações em massa também possam ocorrer em Moscou. É por isso que o regime está mais do que nunca perseguindo adversários potencialmente perigosos. Navalny pode ser o mais importante, mas ele é apenas um entre muitos.

E ainda assim o Kremlin pode ter feito cálculos errados. Já se foram os dias em que a Alemanha era dependente do gás da Sibéria. O futuro pertence acima de tudo às energias alternativas, talvez não na Rússia, mas certamente na Europa. E há muitos Estados que querem vender gás para a Alemanha: vivemos em uma época de abundância de energia. Também não faz sentido dizer que o gás é uma "energia limpa", como argumenta-se. Embora produza menos CO2 do que o carvão quando é queimado, durante a extração e o transporte é liberado muito metano, que é prejudicial ao clima.

Merkel ganharia muito capital político nestes tempos econômicos difíceis se não apenas dissesse que "não descarta nada", mas se desistisse de vez do projeto do gasoduto com a Rússia: a Polônia, os franceses, os Estados bálticos e outros estariam muito mais dispostos a cooperar em várias questões centrais da União Europeia (UE) se a Alemanha finalmente se distanciasse claramente da Rússia.

Em seu último ano como chanceler, Merkel poderia assim, mais uma vez, escrever história: fazendo avançar a Europa e desistindo de um regime que de qualquer forma não tem nenhum futuro. Além disso, a Rússia não é um parceiro comercial realmente importante. Sem a possibilidade de exportar matérias-primas, o país está falido.

O fim do Nord Stream 2 teria um efeito de alerta muito além do projeto em si: a economia alemã se retiraria do mercado russo ainda mais forte do que antes. E a tentativa de Putin de modernizar o país com a ajuda do Ocidente finalmente fracassaria.

Miodrag Soric é jornalista da Deutsche Welle, ex-correspondente em Moscou e Washington. O texto reflete a opinião pessoal do autor, e não necessariamente da DW.


Uma certa ideia do Itamaraty ascende ao primeiro posto em menos de 24 hs

Não se pode reclamar do número de acessos. Menos de 6 horas da postagem do meu mais recente livro – certamente não o último - e os acessos já ascendem para os primeiros lugares.
Vou colocar um taxímetro...
Paulo Roberto de Almeida

Aqui

Uma certa ideia do Itamaraty: a reconstrução da política externa e a restauração da diplomacia brasileira 
(Brasília: Diplomatizzando, 2020, 169 p.) Anunciado no blog Diplomatizzando (link: https://diplomatizzando.blogspot.com/2020/09/uma-certa-ideia-do-itamaraty_7.html). Academia.edu (link: https://www.academia.edu/44037693/Uma_certa_ideia_do_Itamaraty_A_reconstrucao_da_politica_externa_e_a_restauracao_da_diplomacia_brasileira_2020_); Research Gate (link: https://www.researchgate.net/publication/344158917_Uma_certa_ideia_do_Itamaraty_A_reconstrucao_da_politica_externa_e_a_restauracao_da_diplomacia_brasileira_Brasilia_Diplomatizzando_2020_169_p). 

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