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domingo, 7 de setembro de 2025

Homenaje al embajador Rubens Ricupero: nota do presidente Gabriel Mussio de Miguel - Texto de Paulo Roberto de Almeida

El Ateneo de Ciencias Sociales de la República Argentina rindió homenaje al embajador Rubens Ricupero, referente de la diplomacia y la reflexión latinoamericana. En esa ocasión, el profesor y diplomático Paulo Roberto de Almeida le dedicó un sentido tributo y presentó su libro Vidas Paralelas, gesto que agradecemos especialmente.Gabriel Mussio de Miguel

Gabriel Mussio de Miguel
Presidente del Ateneo de Ciencias Sociales de la República Argentina;


Permito-me colocar novamente meu texto em homenagem ao embaixador Ricupero:

5037. “Rubens Ricupero: gran estadista de la diplomacia brasileña”, Brasilia, 21 agosto 2025, 3 p. Contribución en su homenaje como miembro de honor del Ateneo de Ciencias Sociales de Argentina, el 23 de agosto de 2025

Rubens Ricupero: gran estadista de la diplomacia brasileña

Paulo Roberto de Almeida, diplomático, profesor.
Contribución libre en su homenaje como miembro de honor del Ateneo de Ciencias Sociales de Argentina, el 23 de agosto de 2025.

La diplomacia brasileña tiene, en sus rangos, muchos intelectuales, literatos, analistas políticos, historiadores, artistas, hasta simples diplomáticos, burócratas de las relaciones exteriores de Brasil, quizá los más numerosos. Un libro, O Itamaraty na Cultura Brasileira, editado cuando Celso Lafer ocupaba por la segunda vez nuestra cancillería, en 2001, presentó los más relevantes y conocidos, desde el siglo XIX hasta José Guilherme Merquior, uno de los más importantes intelectuales no solo de Brasil, pero del mundo, fallecido en 1991, muy joven. Rubens Ricupero y Celso Lafer fueran dos de los más queridos amigos de Merquior.
Los tres están entre los contemplados en el libro que vengo de organizar y editar, que es la continuidad de Itamaraty na Cultura Brasileira, intitulado Intelectuais na Diplomacia Brasileira: a cultura a serviço da nação, en el cual Merquior es de nuevo un personaje, por medio de un ensayo escrito por otro diplomático intelectual, Gelson Fonseca Jr, hoy director del Centro de Historia y Documentación Diplomática. Celso Lafer, un gran amigo de Felix Peña y de Argentina, firma de nuevo el prefacio de esa obra, dedicada a Alberto da Costa e Silva, quien organizó el primer libro. Ricupero hizo un homenaje afectivo a un otro gran intelectual de la diplomacia brasileña, Wladimir Murtinho, el hombre que ha, finalmente, presidido a la transferencia de Itamaraty de Rio de Janeiro a Brasilia, en 1970, diez años después de la inauguración de la capital por Juscelino Kubitschek. Murtinho lo hizo con gran maestría, con una combinación de arte moderna, clásica y colonial de Brasil en la decoración del nuevo palacio, que mantiene su nombre original, del inicio de la República.
El embajador Rubens Ricupero tiene una distinción especial con respecto a todos los otros diplomáticos, sea intelectuales o todos los otros, una vez que jamás ha sido, no lo es, sencillamente, tan solo un intelectual, sino un gran pensador, un historiador instintivo y uno de los mejores analistas políticos de las relaciones internacionales de Brasil, siendo, también, principalmente, un gran estadista, en su manera de concebir y proponer políticas públicas en diversos campos de la política externa, multilateral, regional y bilateral, no solo para la diplomacia brasileña, pero igualmente para su economía y su sociedad. He sido premiado, desde mi ingreso en la diplomacia, con sus enseñanzas, pero sobre todo con sus ejemplos de hombre público, de negociador habilidoso, de persona accesible, de profesor muy atento a los alumnos de la Academia Diplomática de Brasil – donde han estudiado muchos colegas argentinos –, a los académicos en general.
Ricupero siempre ha mantenido una atención especial a Argentina, su segundo posto en la carrera diplomática, luego después de Viena, a mediados de los anos 1960, donde empezó su largo recorrido por los diversos países por los cuarenta años siguientes. Escribió en sus Memórias páginas significativas:
“De todos los puestos que tuve, [Buenos Aires] fue aquel donde más mantuve relaciones con personas ‘normales’, sin ningún contacto con asuntos diplomáticos.” [Memórias, 2024, p. 254] Continua: “No por eso he dejado de adentrarme en la situación política del país, leyendo sobre su historia, conversando con los grandes analistas políticos y económicos, tornándome amigo de algunos de ellos, como el historiador de la economía Aldo Ferrer, Oscar Camilión, entonces redactor-jefe de El Clarín, más tarde embajador en Brasil, ministro de las Relaciones Exteriores, ministro de Defensa.” [p. 255]
La permanencia de Ricupero en Argentina ocupó toda la dictadura Ongania, del 1966 a 1969, cuando también Brasil adentraba su segundo y tercer general en la presidencia de la República. Recuerdo que, algunos años más tarde, cuando estaba trabajando en la embajada de Brasil en Washington, aproveché algunos momentos libres para encuestar en los National Archives and Records Administración. El secretario-general de Itamaraty en ese mismo año, 1966, al recibir el Encargado de Negocios de la embajada americana aún en Rio de Janeiro, fue muy claro con respecto a la situación de los regímenes en América del Sul, y le dijo: “Ahora que se ha resuelto la cuestión en Argentina, tenemos que nos ocupar de la situación en Santiago, donde hay un Kerenski chileno”, hablando del presidente reformista de la Democracia Cristiana Eduardo Frei (padre). O sea, Brasil intentaba extender las dictaduras de la región, objetivo quizá aceptable para los militares argentinos.
Fueron los años más difíciles de las conturbadas relaciones bilaterales Brasil-Argentina, sin perspectivas de real integración, después de la firma del primer tratado de Montevideo, creando la Alalc (nunca completada), y al principio de las disputas acerca de la construcción de Itaipu binacional, Brasil-Paraguay, más de diez años de controversias por la explotación de los recursos hídricos de la Cuenca del Plata, hasta el tratado tripartite de 1979. De Buenos Aires, Ricupero partió para Quito, pero retornaría visitar a Argentina inúmeras veces durante muchos años, como diplomático brasileño o como director de la Unctad.
He trabajado con Ricupero durante su misión como embajador en las organizaciones internacionales de Ginebra, entre 1987 y 1990, cuando yo pasé a Montevideo y Ricupero fue nombrado como embajador en Washington, un año después. Por casi tres años, nuestra colaboración em Ginebra no fue únicamente diplomática, pero se extendió a temas académicos y culturales. Los picos más significativos de su carrera estuvieran entre el Ministerio de Amazonia Legal y Medio Ambiente, en 1993-94, y la asunción, totalmente involuntaria, como ministro de Hacienda, en medio a una de las diversas crisis de hiperinflación, típicas de la historia económica de nuestros dos países. Él supo transmitir confianza en la población, elemento esencial de suceso del Plan Real.
Por muchos años quise elaborar un Festschrift en su homenaje, siempre retardado por ocupaciones más urgentes de trabajo. A mi retiro, finalmente, he decidido hacer no solo una, pero dos homenajes a los dos personajes brasileños más amigos de la Argentina, el propio Ricupero y Celso Lafer, con mi libro Vidas Paralelas (2025), una relectura de sus obras relevantes en política exterior y diplomacia de Brasil, recién publicado. Independiente de los gobiernos, liberales o proteccionistas, de izquierda o derecha, amigos o indiferentes, en las dos margines del Plata, como ya ocurrió entre Bolsonaro y Fernández, y ahora entre Lula y Milei, los dos pueblos están destinados a cumplir el vaticinio del presidente Roca, más de cien años antes: “todo nos une, nada nos separa”.
Sorpresas ocurren, como en todas las relaciones humanas. Los estadistas existen, justamente, para sobrepasar todo tipo de inconveniencias políticas. Ricupero y Lafer son, precisamente, los dos mayores estadistas favorables a una buena relación permanente entre Brasil y Argentina. Aún tienen algún trabajo por la frente.
Paulo Roberto de Almeida
Brasilia, 5037, 21 agosto 2025, 3 p.