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sábado, 7 de dezembro de 2024

Um israelense nascido na Ucrânia avalia a guerra de agressão de Putin contra o Ocidente - Daniel Helft La Nacion

LA NACION>Ideas

Arkadi Mil-Man. «No hay que darle a Putin una victoria sobre Ucrania»

El experto israelí advierte que si el líder ruso se impone en la guerra, va a seguir con sus agresiones sobre otros países

Por Daniel Helft

La Nación, 7 de diciembre de 2024


Arkady Mil-Man abre la charla con una aclaración tranquilizadora. Pese a los muchos pronósticos agoreros que se escuchan a diario, desestima por el momento las versiones que indican que el mundo está cerca de ver volar misiles nucleares sobre Europa. “Vivimos en un mundo de exageraciones y esta es una de ellas,” dice este hombre nacido hace 67 años en Lviv, cuando esta elegante ciudad de Ucrania occidental era parte de la Unión Soviética. Su familia emigró a Israel en 1975, cuando Mil-Man tenía 18 años, para escapar de la opresión soviética.

Mil-Man no minimiza ni desestima la reciente escalada del presidente ruso Vladimir Putin –que el 21 de noviembre lanzó un nuevo misil de velocidad hipersónica contra Ucrania– y estima que este es un momento bisagra en las relaciones de fuerzas entre las naciones más poderosas del planeta.

"“A Netanyahu le conviene que continúe la guerra en Medio Oriente”"

Cree que Rusia, con su invasión a Ucrania, lanzó un desafío enorme a un orden mundial que tenía a los Estados Unidos y China como líderes absolutos y fue en busca de su visión personal de un orbe multipolar. “Putin le está diciendo a los Estados Unidos que ya no es más la autoridad que regula lo que sucede en el mundo”, señala.

Mil-man lleva una vida dedicada a analizar, trabajar y negociar políticas con el gobierno ruso. Fue embajador de Israel en Rusia (2003-2006) y en Azerbaiyán (1997-2000). Pero su involucramiento en ese país como diplomático comenzó mucho antes. En 1989-90 fue subdirector del grupo diplomático israelí que trabajó para la reanudación de relaciones diplomáticas con Rusia y en los 90 estuvo asignado a la embajada israelí en Moscú. Fue en esos años, bajo el gobierno de Boris Yeltsin, que Mil-man vio una Rusia cercana a Europa y a la democracia, una realidad diametralmente opuesta a la actual.

Hoy es el director del programa Rusia de The Institute for National Security Studies de Israel, un think-tank especializado en políticas públicas que tiene por objetivo ayudar al país a tomar decisiones que aseguren su seguridad en el largo plazo.

Pese a haber emigrado de su Ucrania natal hace casi 50 años, sus recuerdos de una juventud dorada perduran, así como sus deseos de volver a ver a su país de origen en paz e independiente.

–¿Cree que con la elección de Trump se abre una nueva página en esta guerra?

–Mire, lo de la elección de Trump es una paradoja. Trump dice que quiere hacer América grande nuevamente y nadie sabe exactamente qué significa eso. Putin quiere conquistar Ucrania, ayudar a Irán y fortalecer el eje entre Moscú, Teherán y Pyongyang [capital de Corea del Norte]. No está claro que Trump le vaya a ayudar a lograr esos objetivos. No sabemos si va a frenar a Putin o habilitarlo. Lo que sí sabemos es que Trump jamás va a mirar a Rusia como un par. Eso es imposible. Porque Trump ve a los Estados Unidos como la nación más poderosa del planeta y no le va a dar a Putin la oportunidad de pensar que Rusia es un par. Rusia arrastra un gran complejo de ser de segunda.

"“Con Trump, Europa necesita su propio concepto de seguridad”"

–¿Estados Unidos se va a volver más aislacionista?

– Si, pero un tipo de aislacionismo distinto al de principios del siglo XX. Estados Unidos va a mantener sus bases militares en el mundo y no va a permitir que nada dañe sus intereses. No creo que vayan a cambiar sus conceptos de seguridad nacional. Habrá algunas modificaciones y una de ellas puede ser la reducción del apoyo militar a Ucrania o la reducción del apoyo financiero a la OTAN. Podrán promover algunas ideas nuevas. Pero no va a promover un aislacionismo extremo. Lo que sí va a ocurrir es que van a volcar su visión más fuertemente hacia los problemas de los Estados Unidos.

–¿Trump quiere terminar con la guerra en Ucrania y Medio Oriente?

–Sí. Lo cual para el primer ministro israelí [Benjamin] Netanyahu es un gran problema, dado que si Trump le pide que termine la guerra lo coloca en una situación delicada, porque se desatará una investigación sobre las razones de posibilidad de la masacre del 7 de octubre y él le teme a eso. Además tiene juicios por corrupción en los tribunales del país. Por eso le conviene que siga la guerra.

–¿Y en Ucrania?

–Mire, la pregunta de si Trump va a poder terminar con la guerra en Ucrania es la pregunta del millón. Nadie lo sabe. Nadie tiene esa respuesta. Hay algunos escenarios posibles. Para Trump es importante frenar esta guerra. A Trump no le gusta la idea de tener que seguir apoyando a Ucrania por el alto precio para los contribuyentes norteamericanos. Pero también es importante no darle a Putin una victoria sobre Ucrania, porque de lograrla va a seguir con sus agresiones a otras naciones. Eso sería contrario a los intereses de las naciones democráticas y a los intereses de los Estados Unidos.

–Es una situación delicada.

–Exacto. ¿Cómo van a garantizar la seguridad de Ucrania? Como se va a penalizar a Rusia y cómo Rusia va a compensar a Ucrania por haberla destruido. ¿Quién va a pagar todo esto? ¿Europa, Rusia o los Estados Unidos? Porque fue Putin el que comenzó esta guerra, no Ucrania. Es muy difícil opinar sobre cuál va a ser la estrategia de Trump para terminar esta guerra. Claro que Putin quiere convencer al mundo que no tuvo más remedio que entrar en guerra contra Occidente, contra los Estados Unidos y contra las democracias liberales. Pero un escenario posible es que Putin no acepte la propuesta de cese el fuego de Trump y que entonces Estados Unidos decida continuar con su apoyo a Ucrania. Asi que la incertidumbre está en el aire y los escenarios están muy abiertos. No sabemos si habrá paz o cese el fuego.

–¿Que condiciones puede tener un acuerdo de paz?

–Me preocupa mucho lo que yo llamo la coreanización de la guerra. Eso significa un cese el fuego que puede durar décadas sin una verdadera atmósfera de paz entre ambas naciones. Como sucede entre Corea del Norte y Corea del Sur. Eso no es una verdadera paz. Es solo un cese el fuego y quiere decir que en cualquier momento pueden reiniciarse las hostilidades. Es una situación muy peligrosa y en ese escenario será muy difícil reconstruir Ucrania y rehabilitar su infraestructura. En ese caso, Ucrania sufriría mucho.

–Para usted, ¿cuál fue la verdadera razón de la guerra?

–La razón es muy simple. No quería que Ucrania se uniera a la Unión Europea y a las democracias liberales de Europa. Putin quiere ver a Ucrania como parte de Rusia, del nuevo imperio ruso que quiere crear. Y veía en Ucrania la principal amenaza a su régimen autocrático y totalitario por el espíritu de democracia que existe allí. Putin quiere terminar la guerra con Ucrania pero quiere continuar la guerra contra los Estados Unidos y Occidente. Está en contra de la occidentalización del mundo.

–Con Trump en la presidencia de Estados Unidos, ¿Europa se queda más sola?

–Europa tiene que pensar en sus desafíos seriamente. En Europa comprenden muy bien que necesitan su propio concepto de seguridad nacional sin la ayuda de los Estados Unidos. Porque si Trump cambia la política norteamericana, los europeos quedan solos frente a Rusia. Y esto es especialmente crítico para los países que están en la primera línea de fuego, como Polonia, los países bálticos [Letonia, Estonia, Lituania], Rumania, República Checa y Finlandia. Estos estados realmente sienten y comprenden la amenaza de Rusia. Polonia es el país que más incrementó sus gastos en defensa en Europa. Europa sabe que tiene que encontrar la forma de castigar a Putin, porque si no, Putin va a continuar con su agresión contra otras naciones europeas.

–¿Cómo están las cosas dentro de Rusia en relación a la guerra?

–Putin tiene una población que hoy lo apoya. Tal vez haya un 20% que está en contra. Rusia es un país acostumbrado a recibir órdenes de arriba hacia abajo. Hubo muy pocas sublevaciones en su historia reciente. Los rusos van a esperar instrucciones de su gobierno. No van a protestar. Así que Putin tiene las manos libres. Además, los pocos opositores que tenía están presos o muertos, como Alexéi Navalny. Sin embargo, es interesante que aproximadamente un millón de hombres sanos buscaron escapar de Rusia para no servir en esta guerra. Una de las razones es el enorme maltrato que sufren los soldados por parte de sus propios superiores. Por eso Rusia busca soldados norcoreanos. Ya llegaron 12.000 y se habla de que podrían llegar hasta 100.000, lo que es increíble.

¿Cómo evalúa la flexibilización de las condiciones para un cese el fuego que presentó Zelensky en estos días?

–Zelensky comprende que cuando Trump llegue a la Casa Blanca va a ejercer mucha presión para un cese el fuego. También sabe que Putin va a aprovechar el cese el fuego para preparar una nueva ofensiva. Por eso, su urgencia es establecer condiciones de seguridad para Ucrania y eso sería el ingreso de Ucrania a la OTAN. En mi opinión, no creo que tenga chances de obtener ese ingreso en los próximos dos años.

 




segunda-feira, 10 de outubro de 2022

Eleições 2022: Lula y la política exterior de Brasil - Patricio Carmody (La Nacion)

 La Nación, Buenos Aires – 7.10.2022

Lula y la política exterior de Brasil

Patricio Carmody

 

La política exterior de Brasil nunca ha sido de importancia secundaria en la vida pública de ese país. Tampoco ha tenido nunca un sentido meramente ornamental, sino, en general, un carácter funcional y utilitario. Ha estado regularmente orientada hacia los asuntos comerciales y al servicio del desarrollo nacional. Así lo atestiguan la “diplomacia del café” de principios del siglo XX, como también la ambición del presidente Luiz Inacio Lula da Silva de “cambiar el mapa del comercio internacional” a principios del siglo XXI. Para ello, se han seguido dos grandes estrategias, en apariencia opuestas, pero complementarias en el tiempo: el alineamiento con los Estados Unidos y la “política exterior independiente”.

El alineamiento con EE.UU. fue la doctrina del fundador de la diplomacia brasileña, José Paranhos, el barón de Rio Branco. Asumió como canciller en 1902, y estableció las bases de la política externa de Brasil, que se mantuvieron prácticamente hasta los años sesenta. Preocupado por las tendencias imperialistas europeas con respecto a la Amazonia, implementó una estrategia de estrecha alianza informal con los EE.UU. Paranhos aspiraba a que Brasil ejerciera un rol estabilizador y hegemónico en América del Sur, similar al que desempeñaba EE.UU. en el norte, pero en forma pacífica y sin intervenciones militares. Más tarde, Osvaldo Aranha, canciller de Getulio Vargas durante los años 1938 y 1944, afirmaría que esa doctrina consistía en el constante apoyo de Brasil a EE.UU. en las cuestiones mundiales, que en contrapartida, resultaría en el respaldo de EE.UU. al desarrollo de la economía y de los intereses brasileños en América del Sur.

La “política exterior independiente” fue diseñada por otros eximios diplomáticos brasileños: Alfonso Arinhos y San Tiago Dantas (1961-1964), y fue precursora de la adoptada por Antonio Azeredo da Silveira: el “pragmatismo responsable” (1974-1979). La primera estaría, por definición, opuesta al “alineamiento automático” con EE.UU. y procuraría diversificar las relaciones diplomáticas para ampliar los espacios de autonomía. Para ello, se trabajó en aproximarse a los países africanos y asiáticos, en pleno proceso de descolonización, y se restablecieron las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Por su parte, Azeredo da Silveira implementó también una política externa más universal, de tipo autonomista, y sin temer confrontar con EE.UU. si los intereses nacionales estaban en juego. Así, se adoptó una posición más balanceada frente al conflicto este-oeste y se buscó un mayor acercamiento a Asia, África y América Latina.

Más recientemente, Jair Bolsonaro (2019-2022) optó por una alianza con EE.UU., aunque con componentes ideológicos demasiado similares a los del gobierno Trump, que luego dificultaron la relación con el gobierno demócrata de Joe BidenA nivel global, al oponerse a la lucha contra el cambio climático y permitir una más agresiva deforestación, Brasilia perdió el liderazgo ejercido en esta campo, con el que había evitado cualquier proyecto de internacionalización de la Amazonia. A nivel birregional, su conducta en lo ambiental, más los roces personales con el presidente francés, Emmanuel Macron, llevaron a crear excelentes excusas para que la Unión Europea (UE) –y en particular Francia– no ratificara/consolidara el acuerdo Mercosur-UE.

Con una potencial vuelta de Lula a la presidencia, podríamos esperar una política exterior de carácter independiente, con elementos de sus gobiernos anteriores (2003-2011), pero atenta a la confrontación entre EE.UU. y China. Se ha expresado la voluntad de no confrontar y colaborar con el resto del planeta. Que Brasil “no tendrá ninguna clase de disputa con otras naciones, y no las vamos a crear”. En cuanto a EE.UU., Lula ha dicho: “Es un socio muy importante para nosotros, pero queremos pedir que nos respete”. No se lo trataría de forma secundaria y se procuraría renovar la relación política, científica, empresarial e incluso militar. A partir de esta relación, se determinaría la naturaleza de los lazos con China, con quien es socio en los Brics. A nivel regional, Lula ha expresado que quiere cerrar el acuerdo Mercosur-UE en 6 meses, pero teniendo en cuenta la necesidad de Brasil de volver a industrializarse. A su vez, reconoce que el Mercosur debería adicionar cláusulas sobre la protección ambiental, ya que este acuerdo está trabado en Europa por temor a la destrucción del Amazonas.