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terça-feira, 1 de dezembro de 2015

Paraguai: o quase-golpe de 1996 na versao do ABC Color (artigo de Marcio Dias)

O mais famoso jornal paraguaio faz um editing à sua maneira no artigo original do Embaixador brasileiro Marcio de Oliveira Dias, o homem que impediu o golpe de Oviedo contra Wasmosy.
A versão original pode ser conferida aqui:
http://diplomatizzando.blogspot.com.br/2015/11/o-quase-golpe-no-paraguai-e-origem-da.html
A versão em espanhol, editada pelo jornal paraguaio, o mais virulentamente antibrasileiro (o que parece ser um esporte nacional), pode ser conferida aqui:
http://www.abc.com.py/nacionales/diplomacia-brasilena-ayudo-a-evitar-golpe-1431429.html

Divirtam-se.

Paulo Roberto de Almeida  


ABC Color, 30 de Noviembre de 2015 12:11

 Brasil “ayudó a evitar golpe” de Lino Oviedo
Casi 20 años después, un exembajador brasileño en Asunción cuenta entretelones de cómo Brasil -mediante su diplomacia- ayudó a que en 1996 no ocurriera un golpe de Estado militar encabezado por el desaparecido general Lino César Oviedo.
Brasil, mediante su diplomacia, ayudó a Paraguay a evitar un golpe de Estado militar encabezado por el fallecido general Lino César Oviedo contra el entonces presidente Juan Carlos Wasmosy. Es lo que relata el exembajador de Brasil en Asunción, Marcio De Oliveira Dias, quien publicó un extenso relato en una columna del diario O Globo.
Según dijo, revela detalles del importante episodio para demostrar la gran capacidad de quien considera fue “uno de los grandes diplomáticos brasileños”: Sebastián Do Rego Barros Netto, conocido por su entorno cercano como “Bambino”. “Si Bambino no estuviese al frente de Itamaraty, tal vez Paraguay hubiese sufrido un golpe de Estado militar que desmoralizaría al Mercosur”.
Era 1996. Barros Neto era secretario general en Itamaraty (Palacio-sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil) y De Oliveira Dias, embajador en Asunción. Juan Carlos Wasmosy, presidente electo democráticamente, se desempeñaba bajo la permanente amenaza del entonces comandante general del Ejército Lino César Oviedo, quien “poco o nada hacía para disimular sus pretensiones presidenciales”, relata el exembajador.
Instruido por el área política de Itamaraty, De Oliveira Dias prestó especial atención a los movimientos de Oviedo. Wasmosy le contó al embajador de sus intenciones de destituir a Oviedo y el diplomático, quien ya había discutido el asunto con la cúpula de Itamaraty, le aseguró al presidente paraguayo el apoyo del gobierno brasileño, encabezado entonces por el presidente Fernando Henrique Cardoso.
Como el embajador observaba a Oviedo, este seguía de cerca los movimientos de Wasmosy, por lo que una ida del presidente a Brasil precipitaría la acción golpista, sigue narrando. He ahí el surgimiento de un plan que permitió a Wasmosy salir sigilosamente de Paraguay al vecino país. “Aproveché la cercanía de mi cumpleaños y transformé la cena que sería para el personal de la embajada en una gran recepción, a la cual invité a la cúspide del mundo político paraguayo, incluso a Oviedo”, recuerda y agrega que Wasmosy fue advertido sobre la presencia del general.
“Con las cúpulas política y militar de Paraguay, bebiendo, comiendo y bailando en la residencia del embajador de Brasil, Wasmosy despegó tranquilamente desde su estancia en el interior y llegó hasta el aeropuerto militar de Brasilia”, cuenta. Wasmosy fue discretamente recibido por “Bambino”, quien a esa hora, las 21:30 de un sábado, estaba ya libre del ojo de la prensa. Todo el plan se coordinó a través de teléfonos satelitales, para evitar que Oviedo monitoree lo que estaba ocurriendo.
El lunes siguiente, con la seguridad del apoyo del Brasil, Wasmosy llamó a Oviedo a exigirle su renuncia. Oviedo pidió tiempo y al mediodía Wasmosy insistió, le dijo que si quería responder con un golpe, que lo hiciese pero que él no ordenaría que las fuerzas que lo apoyaban reaccionasen, a fin de que cualquier derramamiento de sangre quede exclusivamente bajo responsabilidad de Oviedo.
El general guardaba silencio. La embajada norteamericana emitió entonces un comunicado en el que condenaba la resistencia de Oviedo y reafirmaba su apoyo al presidente constitucional. Los embajadores de Estados Unidos, Argentina y Brasil, a pedido de Wasmosy intentaron hablar con Oviedo pero no tuvieron éxito.
Ya entrada la noche, De Oliveira Dias sugirió a Bambino que promueva un contacto entre Oviedo y el ministro general del Ejército Zenildo Lucena, -a quien Oviedo respetaba porque fue su instructor en Asunción. Bambino comentó a De Oliveira, que Oviedo le pareció bastante sereno y garantizó que no se levantaría en armas, pero que se ocuparía de que se haga con Wasmosy lo que Brasil hizo con Collor (presidente Fernando Collor de Melo, quien fue enjuiciado penalmente por el Congreso por hechos de corrupción).
Wasmosy y dos de sus hijos entretanto se refugiaban en la embajada americana. “El presidente terminaba de escribir a mano un documento con su renuncia, exigida por Oviedo bajo amenaza de bombardear la casa presidencial”, cuenta. Con la renuncia de Wasmosy, Oviedo se encargaría personalmente del vicepresidente y haría que el presidente del Congreso asuma la presidencia. El plazo para la renuncia de Wasmosy era las 2 de la madrugada. Hugo Aranda, empresario ligado a Wasmosy y antes a Oviedo, sería el portador del documento; su casa sería el punto de encuentro entre los mensajeros de Oviedo y Wasmosy.
“Pedí a Wasmosy que no enviase el documento hasta que yo me comunicara con mi gobierno, con la debida delicadeza, tomé el papel. Con la renuncia segura conmigo, desperté a Bambino a las 02:40 y le expuse la situación. Coincidimos en que la prisa de Oviedo se debía a la dificultad que tendría para implementar el 'golpe blanco' cuando estén abiertas las cancillerías del continente y en pleno funcionamiento de sus gobiernos. Por la imposibilidad de tomar cualquier medida a aquella hora, acordamos intentar ganar tiempo para alcanzar la mañana del martes 23, sin que ninguna acción de fuerza ocurriese”, recuerda.
Mientras Wasmosy insistía en obedecer para evitar derramamiento de sangre, De Oliveira Dias le dictó un pedido de permiso provisorio en términos que difícilmente serían aceptados por el Congreso. El diplomático le pidió permiso entonces para romper la renuncia que había escrito la noche anterior. Wasmosy tuvo el instinto político de guardar los pedazos de aquella renuncia escrito de puño y letra. “Y una imagen que nunca olvidará es la expresión del embajador norteamericano cuando rompí la renuncia y dicté al presidente los términos del papel con el cual podíamos obtener el tiempo necesario para neutralizar la maniobra de Oviedo”, dice.
Oliveira Dias acompañó a Aranda y se encontró con el emisario de Oviedo y el presidente del Congreso, a quien instó a que asumiera solamente si “la renuncia fuese inapelablemente explícita y legalmente incontestable. Lo que sabía no podía ser porque ‘saltaba’ al vicepresidente”. Oviedo recibió el papel y preguntó al presidente del Senado si podría asumir en la mañana siguiente, pero este contestó no podía hacerlo dentro de la ley y que mínimamente tendría que someterlo al pleno, enfureciendo a Oviedo, quien mandó a buscar en los archivos la renuncia de Stroessner para que se redacte en los mismos términos y Wasmosy lo firme.
El presidente paraguayo estaba dispuesto a firmar por miedo a que Oviedo cumpla las amenazas, dice el exembajador en su relato. Agrega que persuadió a Wasmosy de que no firme, porque creía que Oviedo no iría a bombardear la residencia presidencial, ya que estaba desocupada así como el centro de la ciudad, era simplemente un juego para forzarlo. A la mañana siguiente, a pedido de Domingo Laíno, De Oliveira Dias, Laíno y Guillermo Caballero Vargas (de la oposición) se reunieron. El diplomático sugirió a los opositores emitir una resolución por la cual rechazaban siquiera analizar cualquier pedido de renuncia del presidente o del vice. Y lo que mucho me pidió fue: “¿Embajador, puedo decir que la idea fue mía?”.
En el Palacio de López estaban embajadores acreditados, la gran mayoría de diputados y senadores, resueltos a no aceptar el análisis de una renuncia, estaban líderes de partidos, empresarios, “un gran festival cívico-democrático”, pero del otro lado de la ciudad estaba Oviedo con los cañones. Ya sin salida, dice el exembajador, porque el golpe fracasó por la decida reacción internacional y bloqueado por el Senado, pero Wasmosy temía una acción desesperada del militar.
A esas alturas, Bambino y el ministro general del Ejército Zenildo Lucena volvieron a hablar. Oviedo pidió una salida decorosa. El presidente, sus pocos ministros de confianza y los embajadores, sugirieron dos alternativas: darle la embajada en Bonn (ciudad de Alemania) o el Ministerio de Defensa, que a pesar del “pomposo nombre está fuera de la línea de mando”, y cualquier ministerio exigía el pase previo a reserva, lo que disminuiría el apoyo de los generales a Oviedo. El ministro del Interior llevó la oferta y Oviedo aceptó el Ministerio.
Los cancilleres del Mercosur llegaron a Asunción, ya que el propio Bambino los buscó en su avión y todos aprobaron el acuerdo como la mejor solución posible. A la mañana siguiente, Oviedo transfirió el comando y se fijó su asunción en el Ministerio de Defensa para el siguiente día. Cuando se conoció la oferta del Ministerio de Oviedo, comenzaron las críticas a Wasmosy y se empezó a pensar en un juicio político.
Por otra parte, al traspasar el mando a Oviedo surgen quiebres en la unidad de apoyo del general, a quien piden declinar del cargo, mientras Wasmosy y el nuevo canciller que convenza a Oviedo de seguir. “Tuvimos una larga y áspera conversación, dos horas”, recuerda. Oviedo dio las primeras señales de “aflojar”, mientras Wasmosy seguía temeroso de una reacción del militar, por lo que Bambino pidió al presidente brasileño que 'encoraje' a su par de Paraguay a suspender el nombramiento. “Con la llamada del presidente brasileño, Wasmosy cobró aliento definitivo”, describe. El presidente se preparó para un discurso y se dirigió al Palacio de López, donde ya estaba llegando Oviedo para asumir.
Después del pronunciamiento del presidente, sin apoyo comenzó una carrera política. “No es que no haya tenido éxito, y después de una serie de hechos, incluso una detención, terminó muriendo en un accidente”, dice. “El caso es sin dudas un evento impar en la historia diplomática brasileña, deshacer un golpe militar en un país amigo por medio de la acción diplomática”, califica. El canciller Lampreia, que estaba de permiso en ese entonces, calificó el hecho como “la acción más intervencionista que Brasil ya realizó en este siglo”, pero el presidente Cardoso cuenta en su libreo “Diarios de la Presidencia” que esta acción fue hecha en nombre del Mercosur, mediante De Oliveira Dias y Barros Netto.