O que é este blog?

Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida.

Mostrando postagens com marcador Jorge Mario Bergoglio. Mostrar todas as postagens
Mostrando postagens com marcador Jorge Mario Bergoglio. Mostrar todas as postagens

domingo, 29 de maio de 2016

Argentina: um papa peronista e um presidente liberal (?) - Carlos Malamud

Sempre achei o papa peronista. Não assim por acaso, pois no início, sendo jesuíta, achei que seria mais um intelectual no comando de uma instituição necessitada de renovação sobretudo mental. Mas, à luz de suas muitas declarações "econômicas" antimercado, conclui que se tratava de mais um peronista mental, com todas as implicações do que isso significa de negativo.
Não tenho razões para mudar de opinião, e um dia vou fazer uma análise mais detalhada do anti-liberalismo econômico debilóide desse papa, que promete assim contribuir para a preservação da miséria no mundo, ao se opor ao capitalismo e aos livres mercados.
Agora vejo que meu amigo Carlos Malamud também faz uma análise crítica das posições desse papa, que parece ter esgotado sua veia reformista, e se rendido à burocracia do Vaticano. Vamos continuar acompanhando o papa peronista...
Paulo Roberto de Almeida

Carlos Malamud: Argentina y el Papa

La compleja relación de Macri con el populismo papal

Infolatam, Madrid, 29 mayo 2016
Por Carlos Malamud
Las claves
  • Hebe Bonafini era una conspicua exponente de esa línea confrontacional. En 2007 señalaba que: "La basura va junta, Macri, [el general] Bendini y Bergoglio. Son de la misma raza y de la misma ralea. Son fascismo, son la vuelta de la dictadura.
En marzo pasado el historiador italiano Loris Zanatta publicó en Il Mulino el artículo “Un Papa populista”, reproducido en abril por la revista argentina Criterio . Zanatta insistía no sólo en el carácter peronista de Jorge Bergoglio sino también en la deriva populista de su pensamiento. Así señalaba que “para Bergoglio el peronismo encarna la saludable conjugación entre pueblo y nación en la defensa de un orden temporal basado en los valores cristianos, e inmune a los liberales… Bergoglio es hijo de una catolicidad embebida de antiliberalismo visceral, que se erigió a través del peronismo en guía de la cruzada católica contra el liberalismo protestante, cuyo ethos se proyecta como una sombra colonial en la identidad católica de América Latina”.
La publicación de este artículo en Argentina prácticamente se ha superpuesto con la audiencia de casi dos horas que el papa Francisco concedió a Hebe Bonafini, dirigente de las Madres de Plaza de Mayo. Este encuentro suscitó una intensa discusión en torno a dos cuestiones: ¿cuánto influye Bergoglio en la política argentina? y ¿cuál es su relación con el gobierno de Mauricio Macri?
Mientras la respuesta a la primera pregunta es intuitiva y depende del punto de observación, la segunda está llena de claroscuros, y desde que los dos compatriotas ocupan sus actuales cargos el vínculo no está siendo precisamente fluido. No ha habido ni una llamada de felicitación ni una carta cariñosa de un argentino a otro después de la elección presidencial. En el único encuentro oficial en el Vaticano, de 22 minutos de duración, la cara de circunstancia de Bergoglio era la suma de la elocuencia frente a un sorprendido Macri. Fue tal el clima vivido en esa reunión protocolaria que muchos no dudaron en calificarla cuanto menos de fría.
Esta falta de sintonía contrasta con los contactos más estrechos y constantes de Bergoglio con la ex presidente Cristina Fernández, que no perdía ocasión de peregrinar a Roma o a cualquier otro lugar del mundo, como La Habana, donde viajara Francisco. Y si bien tras el Cónclave que lo eligió Papa, tanto Fernández como todo el núcleo duro kirchnerista insistieron en sus acusaciones de complicidad con la dictadura militar, rápidamente se produjo una rectificación luego convertida en obsecuencia.
Hebe Bonafini era una conspicua exponente de esa línea confrontacional. En 2007 señalaba que: “La basura va junta, Macri, [el general] Bendini y Bergoglio. Son de la misma raza y de la misma ralea. Son fascismo, son la vuelta de la dictadura. Son la dictadura misma. Los tres representan la dictadura”. Pese a aceptar a regañadientes la postura oficial, rechazó una relación más fluida con su encarnizado enemigo de ayer. Sin embargo, a la vista de la actitud crítica del Papa con el actual gobierno decidió viajar a Roma y capitalizar políticamente el encuentro.
Eduardo de la Serna, coordinador de Opción por los Pobres, un grupo de curas cercanos a Francisco y a Cristina Fernández, pidió recientemente la renuncia de Macri. La comparación posterior del Papa entre los conflictos sociales, económicos y políticos de Argentina y Venezuela (junto a Brasil y Bolivia) también debió ayudar a Bonafini a decidir sobre la conveniencia de su peregrinaje. Ya en Santa Marta le advirtió al Papa que “En cinco meses este Gobierno destruyó lo que hicimos en 12 años, hay mucha violencia institucional. Nosotros tenemos miedo, mucho miedo, a que algún loco suelto responda a esa violencia que nos están imponiendo”. Más tarde, en otras declaraciones, dijo que encontró triste al Papa por la situación actual de su país, que le recordaba el golpe que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955, y esperaba que no se repitiera algo parecido.
El encuentro papal con Bonafini ha originado una intensa discusión. Jorge Fernández Díaz insistía en el daño que los gestos y palabras de Bergoglio hacen a Argentina. Y si bien en el debate se enfrentan los que rescatan al actual gobierno con los defensores a ultranza de la gestión anterior, también están los que reivindican la labor de la Iglesia en el combate contra la pobreza o su rol pastoral frente a los que insisten en la laicidad del Estado y la primacía del individuo.
Luis Alberto Romero, un referente de la historiografía argentina actual, expuso su opinión en el artículo “Macri en el camino de Canossa”, que compara el peregrinaje del emperador Enrique IV para solicitar el perdón papal con la situación argentina. De modo concluyente señala que “Francisco… ha asumido muchas causas loables, pero siempre con un discurso anticapitalista y antimoderno que recuerda a Pío IX. Pero además, sigue siendo el padre Jorge, peronista, con más madera de político de provincia que de pastor curador de almas… Hoy, el padre Jorge confronta con Macri para medir quién tiene mayor peso en los barrios y en el discurso. En San Pedro atiende el juego grande y en Santa Marta, el chico. Allí quiere verlo a Macri jugando bajo sus reglas. Quiere que Macri haga su camino de Canossa”.
Tras el triunfo de Macri surgió la pregunta de si iba a ser el primer presidente no peronista que terminara su mandato constitucional. Entre los distintos argumentos que esgrimí entonces para optar por una respuesta positiva estaba la existencia de un Papa argentino que, llegado el momento, optaría por el mantenimiento del orden institucional más allá de sus inclinaciones políticas y partidarias. Por ahora, y a la vista del escaso interés de Bergoglio por respaldar al gobierno democrático de su país, parecería que los hechos me llevan la contraria, aunque su anuncio en el Vaticano de que en julio próximo el partido de fútbol por la Paz se jugará en Argentina podría significar lo contrario. Por eso, hoy más que nunca es necesario un claro pronunciamiento del Papa en defensa de la democracia argentina, aunque no apoye a su gobierno.

Carlos Malamud: 
Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España e Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha sido investigador visitante en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford y en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ha estado en posesión de la Cátedra Corona de la Universidad de los Andes, de Bogotá. Entre 1986 y 2002 ha dirigido el programa de América Latina del Instituto Universitario Ortega y Gasset, del que ha sido su subdirector. Actualmente compatibiliza su trabajo de historiador con el de analista político y de relaciones internacionales de América Latina. Ha escrito numerosos libros y artículos de historia latinoamericana. Colabora frecuentemente en prensa escrita, radio y TV y es responsable de la sección de América Latina de la Revista de Libros.

quarta-feira, 13 de março de 2013

Sobre o novo papa, Francisco - John Allen Jr.

Este blog não tem nenhuma preferência religiosa, e, no mais das vezes, é completamente indiferente à religião, salvo quando a religião não é indiferente à política, à vida em sociedade, às relações internacionais, à economia, enfim a qualquer aspecto relevante da modernidade. E ela não é.
A Igreja, e os homens que a dirigem, suas ideias, suas pregações e ações, são tremendamente importante no mundo, qualquer que seja a dimensão que se queira dar às mensagens da Igreja e de seus representantes.
Ou seja, mesmo sendo um irreligioso completo, definitivo, não sou indiferente ao que pensa, fala, faz a Igreja, qualquer Igreja, mas sobretudo a Católica. Não se pode negar, por exemplo, a tremenda influência que o papa Wojtilla, mais conhecido como João Paulo II, teve na derrocada do comunismo. Foi um papel relevante, sob qualquer aspecto. De fato, que uma "ideologia" de dois mil anos tenha conseguido vencer uma de apenas 150 anos, e pretendidamente moderna, ou "social", testemunha da importância da Igreja e da religião no mundo moderno.
E o fato de que a maior parte dos países islâmicos, no mundo, seja relativamente atrasada, com muitos problemas no tratamento da mulher, com recaídas recorrentes no arcaísmo institucional, no reacionarismo jurídico, no atraso educacional, testemunha também que a religião pode ser um fator relevante, também, no encaminhamento das questões sociais e políticas. Existe algum país islâmico que seja avançado, onde as mulheres sejam liberadas, que tenha contribuído decisivamente para os progressos científicos e tecnológicos do mundo? Pode ser, mas não conheço muitos, talvez nenhum. Mas conheço países que, ao retornarem para a sharia, ao aderirem a versões estritas dos ensinamentos corânicos -- como o Paquistão, por exemplo -- podem ter chegado ao limiar do que se designa por um Estado falido. Na Nigéria do norte, outro exemplo,  se cometem crimes atrozes contra comunidades cristãs, ou simplesmente não muçulmanas. E o Irã é uma teocracia ditatorial, regressiva, opressiva.
Enfim, apenas por estas considerações, é que posto aqui uma informação sobre o novo papa.
Apenas para deixar meus leitores bem informados.
Desfrutem...
Paulo Roberto de Almeida

A Igreja de Francisco I, o jesuíta, está profundamente comprometida com os pobres e com os que me mais sofrem, mas também com a doutrina
Reinaldo Azevedo, 13/03/2013
Abaixo, reproduzo o texto de autoria de John Allen Jr., jornalista do site americano National Catholic Reporter (http://ncronline.org/). Ele fez um perfil de todos os papáveis. Seu texto sobre Jorge Mario Bergoglio, publicado no dia 10 deste mês, é excelente. Lembra, entre outras coisas, que o então arcebispo de Buenos Aires foi alvo da fúria de Cristina Kirchner por ter criticado a lei que permite a adoção por homossexuais — segundo ele, uma forma de discriminação contra as crianças. A presidente da Argentina o acusou de cultivar preconceitos medievais. Também no que diz respeito ao aborto e à contracepção, o papa Francisco I é um fiel seguidor da orientação oficial da Igreja.

*
Enquanto não há pesquisas de opinião para estabelecer quem tem mais musculatura como candidato ao papado, o conclave de 2013 tem pelo menos uma medida objetiva a mais que o de 2005: o desempenho anterior. Muitos dos cardeais vistos como candidatos agora estavam também disponíveis da última vez, e alguém que teve força há oito anos poderia ser um competidor novamente. Por essa medida isolada, o cardeal Jorge Mario Bergoglio, de Buenos Aires (Argentina), merece alguma atenção.

Depois que a poeira da eleição de Bento XVI assentou, vários repórteres identificaram o jesuíta argentino como o principal desafiante do então cardeal Joseph Ratzinger. Um eleitor disse, depois, que o conclave teve “um quê de corrida de cavalos” entre Ratzinger e Bergoglio, e um diário anônimo do conclave que circulava entre a mídia italiana em setembro de 2005 indicava que Bergoglio chegou a receber 40 votos na terceira votação, a que ocorreu imediatamente antes daquela em que Ratzinger cruzou a linha dos dois terços e se tornou papa. Embora seja difícil dizer o quanto se pode levar isso a sério, o consenso geral é de que Bergoglio foi realmente um candidato de peso no último conclave. Ele chamou a atenção dos ortodoxos do Colégio de Cardeais como um homem que conseguiu segurar os avanços das correntes liberais entre os jesuítas, enquanto para os moderados era um símbolo do compromisso da Igreja com o mundo em desenvolvimento.

Ainda em 2005, Bergoglio marcou muitos pontos como um intelectual dedicado, que estudou teologia na Alemanha. Seu papel de liderança durante a crise econômica argentina deu polimento à sua reputação de ser a voz da ponderação e fez dele um potente símbolo do que os custos da globalização podem representar para o mundo pobre. A proverbial simplicidade pessoal também exerceu inegável atração – é um príncipe da Igreja que escolheu viver em um apartamento simples em vez de habitar um palácio episcopal, que abriu mão da limusine com motorista e prefere usar o transporte público, e que cozinha suas próprias refeições.

Outra medida da seriedade de Bergoglio como candidato é a campanha negativa feita em torno dele há oito anos. Três dias antes da abertura do conclave de 2005, um advogado argentino da área de direitos humanos entrou com uma ação em que Bergoglio era apontado como cúmplice no sequestro de dois padres jesuítas, em 1976, sob o regime militar que então vigorava no país. Bergoglio negou terminantemente a acusação. Houve também uma campanha por e-mail, que parece ter sido orquestrada pelos confrades jesuítas que conheciam Bergoglio dos tempos em que ele foi provincial da ordem na Argentina. Segundo a campanha, “ele jamais sorria”.

Dito isso tudo, o fato é que Bergoglio definitivamente esteve sempre no radar. É claro que está oito anos mais velho agora, e que, aos 76, já está fora da faixa etária que muitos cardeais consideram ideal. Além disso, o fato de não ter conseguido transpor a barreira do número de votos necessário da última vez pode convencer alguns cardeais de que não vale a pena voltar a tentar. Ainda assim, muitas das razões que levaram membros do colégio a tomá-lo como sério candidato oito anos atrás ainda estão de pé.

Nascido em Buenos Aires, em 1936, Bergoglio é filho de um ferroviário que emigrou de Turim, na Itália, para a Argentina, onde teve cinco filhos. O plano original do cardeal era ser químico, mas, em vez disso, ele ingressou em 1958 na Companhia de Jesus para começar os estudos preparatórios para a ordenação sacerdotal. Passou boa parte do início da carreira lecionando Literatura, Psicologia e Filosofia, e muito cedo era visto como uma estrela em ascensão. De 1973 a 1979 foi provincial dos jesuítas na Argentina.

Depois disso, em 1980, tornou-se o reitor do seminário no qual havia se formado. Eram os anos do regime militar na Argentina, quando muitos sacerdotes, incluindo líderes jesuítas, gravitavam em torno do movimento progressista da Teologia da Libertação. Como provincial jesuíta, Bergoglio insistiu em um mergulho mais profundo na tradição espiritual de Santo Inácio de Loyola, ordenando que os jesuítas continuassem seu trabalho nas paróquias e atuassem como vigários em vez de se meterem em “comunidades de base” e ativismo político.

Embora os jesuítas sejam, em geral, desencorajados de receber honrarias eclesiásticas, especialmente fora de seus países, Bergoglio foi nomeado bispo auxiliar de Buenos Aires em 1992, e depois sucedeu o adoentado cardeal Antonio Quarracino, em 1998. João Paulo II fez Bergoglio cardeal em 2001, designando-lhe a igreja romana que leva o nome do lendário jesuíta São Roberto Belarmino.

Ao longo dos anos, Bergoglio se aproximou tanto do movimento Comunhão e Libertação, fundado pelo padre italiano Luigi Giussani, que às vezes discursava no grande encontro anual do grupo, em Rimini, na Itália. Ele também chegou a divulgar os livros de Giussani em feiras literárias na Argentina. Isso acabou gerando consternação entre os jesuítas, uma vez que os ciellini, como são chamados os adeptos do movimento, já eram vistos com os principais opositores do colega jesuíta de Bergoglio em Milão, o cardeal Carlo Maria Martini. Por outro lado, isso tudo é parte do apelo de Bergoglio, um homem que pessoalmente se divide entre os jesuítas e os ciellini e, em maior escala, entre os reformistas e os ortodoxos da Igreja.

Bergoglio apoiou o ethos de justiça social do catolicismo latino-americano, inclusive com robusta defesa dos pobres. “Vivemos na parte mais desigual do mundo, que tem crescido muito, mas que pouco tem feito para reduzir a miséria”, afirmou ele durante um encontro do episcopado latino-americano em 2007. “A injusta distribuição de renda persiste, criando uma situação de pecado social que clama aos céus e que limita as possibilidades de uma vida plena para muitos de nossos irmãos.” Ao mesmo tempo, ele tende mais a se empenhar pelo crescimento em graça pessoal do que por reformas estruturais.

Bergoglio é visto como um ortodoxo inflexível em matéria de moral sexual e como convicto opositor do aborto, da união homossexual e da contracepção. Em 2010 ele afirmou que a adoção de crianças por gays é uma forma de discriminação contra as crianças, o que lhe valeu uma reprimenda pública por parte da presidente argentina Cristina Kirchner. Ao mesmo tempo, ele demonstra sempre profunda compaixão pelas vítimas da aids; em 2001, por exemplo, visitou um sanatório para lavar e beijar os pés de 12 pacientes soropositivos.

Bergoglio também marca pontos por sua apaixonada reposta ao atentado a bomba ocorrido em 1994 no prédio de sete andares que abrigava a Associação Mutual Israelita Argentina, em Buenos Aires. Foi um dos maiores ataques a alvos judeus já registrados na América Latina e, em 2005, o rabino Joseph Ehrenkranz, do Centro para a Compreensão Judaico-Cristã, ligado à Universidade do Sagrado Coração em Fairfield, no estado norte-americano de Connecticut, louvou a liderança de Bergoglio para superar a dor do episódio. “Ele estava muito preocupado com o que havia ocorrido”, disse Ehrenkranz. “Tinha vivido a experiência.”

Apesar disso, depois do conclave de 2005 alguns cardeais admitiram inocentemente duvidar de que Bergoglio realmente tivesse a forja e a força necessárias para liderar a Igreja universal. Mais que isso, para muitos dos não latino-americanos Bergoglio era um número desconhecido. Uns poucos relembraram de sua liderança no Sínodo de 2001, quando ele substituiu Edward Egan, de Nova York, como relator do encontro porque o cardeal norte-americano teve de voltar às pressas para casa para ajudar as vítimas dos atentados terroristas de 11 de setembro. Naquela ocasião, Bergoglio deixou uma impressão basicamente positiva, mas pouco marcante.

Bergoglio pode ser fundamentalmente conservador em muitas questões, mas não é um defensor dos privilégios do clero ou um homem insensível às realidades pastorais. Em setembro de 2012, ele disparou um ataque contra os padres que se negavam a batizar crianças nascidas fora do casamento, classificando a recusa como uma forma de “neoclericalismo rigoroso e hipócrita”.

As chances de Bergoglio em 2013 repousam em quatro pontos.

O primeiro, e mais básico, é que ele teve grande apoio da última vez, e alguns cardeais podem pensar em uma nova tentativa agora.

Segundo, Bergoglio é um candidato que traz consigo o Primeiro Mundo e o mundo em desenvolvimento. É um latino-americano de raízes italianas que estudou na Alemanha. Como jesuíta, é integrante de uma comunidade religiosa internacionalmente confiável, e sua ligação com o movimento Comunhão e Libertação faz dele parte de outra rede global.

Terceiro, Bergoglio ainda é atraente diante da usual divisão da Igreja, angariando com seu afiado senso pastoral, sua inteligência e sua modéstia pessoal o respeito tanto dos ortodoxos quanto dos moderados. Ele também é visto como uma alma genuinamente espiritualizada e um homem de profunda oração. “Somente alguém que tenha encontrado a misericórdia, que tenha sido agraciado com a ternura da misericórdia, está feliz e em paz com Deus”, disse Bergoglio em 2001. “Eu peço aos teólogos presentes que não me enviem ao Santo Ofício ou à inquisição; no entanto, forçando um pouco as coisas, ouso dizer que o lugar privilegiado do encontro é a bondade da misericórdia de Cristo sobre meus pecados.”

Quarto, ele é também visto como um evangelista bem-sucedido. “Temos de evitar a doença espiritual de uma Igreja autorreferente”, disse recentemente. “A verdade é que, quando se sai às ruas, como fazem todos os homens e mulheres, acidentes acontecem. No entanto, se a Igreja se fechar em si mesma, se torna ultrapassada. Entre uma Igreja que sofre acidentes lá fora e outra adoecida pela autorreferência, não tenho dúvidas em preferir a primeira.”

Na contramão, há razões para acreditar que a janela de oportunidade para Bergoglio alcançar o pontificado já se fechou.

Afinal, ele está oito anos mais velho que em 2005 e, aos 76 , seria apenas dois anos mais jovem do que era Bento XVI quando se tornou papa. Especialmente nos calcanhares de uma renúncia papal fundamentada nos problemas da idade e da exaustão, muitos cardeais podem se recusar a eleger alguém tão idoso por temer que isso exponha a Igreja a um novo choque.

Em segundo lugar, embora fosse um sério concorrente em 2005, o fato é que ele não conseguiu atrair apoio suficiente para superar a barreira de dois terços dos votos necessários para a eleição. Especialmente no que se refere aos 50 cardeais que estiveram presentes no último conclave, o clima tende a ser de ceticismo quanto à possibilidade de resultados diferentes desta vez.

Terceiro, as dúvidas sobre a resistência de Bergoglio espalhadas nos últimos oito anos podem agora ser argumentos ainda mais corrosivos, dado que a habilidade para governar e manter sob controle a burocracia vaticana parece ser o item mais importante nas listas dos eleitores. Embora Bergoglio integre muitos departamentos do Vaticano, inclusive a Congregação para o Culto Divino e Disciplina dos Sacramentos e a Congregação para o Clero, ele nunca trabalhou realmente dentro do Vaticano, e podem surgir preocupações sobre sua capacidade para controlar o lugar.

Um quarto obstáculo é a ambivalência padrão quanto aos jesuítas no alto escalão, tanto dentro quanto fora da ordem. Esse pode ter sido o fator a frear o avanço de Bergoglio da última vez, e nada mudou no cálculo desde então.

Que Bergoglio se coloca novamente como candidato parece óbvio. Um escritor italiano, citando um cardeal anônimo, disse, no dia 2 de março, que “quatro anos de Bergoglio seriam suficientes para mudar as coisas”. Levando em conta seu perfil, no entanto, Bergoglio parece destinado a cumprir um importante papel neste conclave – se não como rei, será como fazedor de reis.

Tradução: Maria Sandra Gonçalves

John Allen Jr. é um dos mais experientes vaticanistas da atualidade. Jornalista do site norte-americano National Catholic Reporter (http://ncronline.org/), ele também colabora com o canal de televisão CNN e com a National Public Radio norte-americana. Allen é autor de vários livros sobre a Igreja Católica, incluindo duas biografias de Bento XVI, uma delas escrita quando Joseph Ratzinger ainda era cardeal. Duas de suas obras foram traduzidas para o português: Opus Dei, mitos e realidade, de 2005, e Conclave, de 2002, em que ele descreve os rituais que envolvem a sucessão do papa e apontava vários favoritos para assumir o posto após a morte de João Paulo II.