Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, em viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas.
O que é este blog?
Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida.
No está claro si el régimen sobrevivirá a esta compleja coyuntura, y, en el caso de hacerlo, cómo será el proceso. Lo que sí se intuye es que, de persistir este empecinamiento, una gran protesta social es bastante probable.
La misma pregunta que Mario Vargas Llosa se hizo al comienzo de Conversación en la catedral, ¿cuándo se jodió el Perú?, se trasladó posteriormente al pasado de muchos países latinoamericanos con el propósito de rastrear el inicio de un profundo malestar.
Pero al replicar la cuestión a Cuba no quiero remontarme a los orígenes de la Revolución Cubana, al momento cuasi mágico en que los barbudos entraron en La Habana y pusieron el país patas arriba, sino de ver su capacidad de supervivencia, partiendo de lo ocurrido en los últimos años, incluyendo el confinamiento infinito vivido durante la pandemia.
A lo largo de todos estos años tanto Fidel Castro como la Revolución fueron enterrados en múltiples ocasiones, pero pese a tanto pronóstico agorero el líder máximo gobernó hasta 2008 y murió a los 90 años (2016). Su hermano y sucesor, Raúl Castro, estuvo a cargo del gobierno hasta 2018 y aún hoy, con 92 años y un delicado estado de salud, mantiene el control de prácticamente todos los resortes del poder.
Incluso, más allá de ciertos vaticinios extremos y con fecha de caducidad, ni la economía se desplomó ni el régimen colapsó. Esto se vio, por ejemplo, durante el llamado “Período especial en tiempos de paz”, tras la desaparición de la Unión Soviética, o cuando dejó de fluir la vital ayuda petrolera venezolana.
¿Es inmortal la Revolución? O, a la vista de las múltiples crisis que golpean a Cuba, es necesario volver a preguntarse hasta cuándo durará el régimen socialista. La elevada inflación pulveriza los salarios y la falta de combustible afecta no solo al transporte, sino también a la producción de energía eléctrica.
La obsolescencia de los equipos de generación y el déficit de repuestos también potencia su desabastecimiento. Teniendo en cuenta la falta de alimentos y medicinas, los problemas con el agua potable, las carencias en educación y salud y la emigración de más de 700.000 cubanos es comprensible que la percepción de fin de ciclo se magnifique.
El empecinamiento de la vieja guardia en aferrarse a la ortodoxia revolucionaria frena las reformas políticas y económicas necesarias para salir de la crisis.
Cualquier mínima apertura, cualquier paso que implique consolidar a los actores económicos no estatales, por no hablar de empoderar a los ciudadanos con derechos políticos y facilidades para participar libremente en la vida pública, individual o colectivamente, es visto con temor desde la cúpula.
La obstinación del gobierno en no avanzar por la senda del deshielo facilitado por la reforma de Obama o la puesta en vigor en 2019 de una nueva Constitución, que decretaba el carácter imperecedero del socialismo, muestran cuán difícil es iniciar desde dentro un proceso de cambio que evite el estallido súbito del sistema. Por supuesto, el relato revolucionario sigue remitiendo a los efectos destructores y retardatarios del bloqueo.
Mientras Fidel y Raúl Castro estuvieron al mando, la mística del 26 de julio operaba como un parapeto frente al descontento político y social. ¿Qué pasará cuando Raúl Castro desaparezca definitivamente de la escena pública?
¿Se mantendrá la deferencia social con el gobierno, tan propia de la sociedad cubana o se repetirán, agravadas, las protestas anti – gubernamentales del 11 de julio de 2021? ¿De ocurrir algo así, qué harán los oficiales y suboficiales de la Fuerza Armada Revolucionaria (FAR) y de la policía, también golpeados por la crisis? ¿Agudizarán la represión o se sumarán a las protestas?
Por si todo esto fuera poco, el país está en bancarrota, con las remesas y el turismo por los suelos. El azúcar, un símbolo tradicional de Cuba y de su identidad, hoy debe ser importada ante una producción insuficiente. La concentración de la economía y de las finanzas en manos de GAESA, el holding empresarial controlado por contados miembros del establishment revolucionario, especialmente vinculados a la familia Castro, complica la gestión de la crisis.
El holding, dirigido por el general Luis Alberto Rodríguez López – Calleja, ex yerno de Raúl Castro, hasta su muerte en 2022, aún no tiene un claro sucesor. Entre 2008 y 2022, de los 108.500 millones de dólares generados por la exportación de servicios médicos, GAESA sólo invirtió en salud 1.750 millones y 24.000 millones fueron a la construcción hotelera. Si bien GAESA se embolsó casi 70.000 millones de dólares, su destino sigue siendo un misterio.
El declive del régimen castrista se acelera. Todo indica que entramos en tiempo de descuento, que el tiempo de las reformas se ha agotado o está en vías de hacerlo, sin contar con la inexistente voluntad transformadora de los altos cargos del gobierno, de las FAR y del Partido Comunista.
No está claro si el régimen sobrevivirá a esta compleja coyuntura, y, en el caso de hacerlo, cómo será el proceso. Lo que sí se intuye es que, de persistir este empecinamiento, sumado a la mala gestión de la crisis, el estallido de una gran protesta social es bastante probable.
Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América de la UNED, investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano, España.
Não sabemos se o governo brasileiro atual virá novamente em socorro do povo irmão de Cuba, como feito no passado através do programa Mais Médicos, que transferia ao governo cubano praticamente 80% dos pagamentos feitos pelos "médicos cubanos" vindos ao Brasil. (PRA)
Ni política, ni económica ni simbólicamente los tiempos son los mismos que cuando vivía Fidel Castro.
En los últimos años, especialmente tras las movilizaciones del 11 de julio de 2021, solo llegan malas noticias de Cuba, pero las de los últimos días son dramáticas.El 1 de marzo la gasolina aumentó más de un 400% y un 25% la electricidad para los mayores consumidores. Es el preanuncio de un rebote inflacionario, un revés añadido a sumar a los interminables cortes de luz. El 13 de febrero el apagón afectó a más del 45% del país.
El gobierno también solicitó al Programa Mundial de Alimentos (PMA), de Naciones Unidas, leche en polvo para niños menores de siete años, intentando evitar un brote de desnutrición y de anemia infantiles. A lo largo de marzo faltará pan, ya que, según el ministerio de la Industria Alimentaria, hay “situaciones específicas” con “embarques planificados” desde Rusia. Si bien hay un consenso generalizado de que el abastecimiento “está dentro de la normalidad”, la idea se remata señalando que esto “no quiere decir que la normalidad sea buena”. O dicho de otro modo muchos cubanos han normalizado el sufrimiento.
La escasez afecta especialmente a quienes dependen de la libreta de abastecimiento o cartilla de racionamiento, ya que las tiendas privadas disponen de un mayor número de productos de primera necesidad, pero con precios incomparables ni al alcance de cualquiera. El salario medio oficial es de 4.560 pesos cubanos (CUP), equivalentes a 14,25 dólares en el mercado paralelo, mientras el salario mínimo es de 6,77 dólares y la pensión que cobra el 70% de los jubilados, 1.528 CUP, son 4,92 dólares.
El 2 de febrero, el presidente Miguel Díaz-Canel destituyó a Alejandro Gil, viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación, en el cargo desde 2018. Gil encabezó diversas reformas fallidas, incluyendo el duro plan de ajuste anunciado a fines de 2023 y finalmente postergado. Los datos oficiales lo dicen todo: contracción de casi el 2% del PIB, inflación del 30% y un déficit público del 18,5%. En definitiva, unas cifras para temblar.
Desde la óptica del relato oficial y la defensa de la ortodoxia revolucionaria, recurrir al PMA hubiera sido impensable en vida de Fidel Castro, aunque se tratara de evitar la desnutrición infantil. Esto es hoy solo una muestra más del fracaso del proyecto socialista. Se recurre a este extremo porque la situación política, económica y social es casi terminal. Desde hace tiempo se han agotado los recursos propios, mientras los provenientes de países amigos llegan a cuentagotas.
Como tantas veces, el bloqueo (o embargo) de EEUU es omnipresente a la hora de las justificaciones, aunque internet y las redes sociales han permitido quebrar el monopolio informativo ejercido por el régimen. Si bien se han reconocido errores en política económica y monetaria, se insiste en que todo responde a las sanciones occidentales, pero esta interpretación trillada goza de credibilidad decreciente y escaso interés social. Ante tal cúmulo de desgracias el descreimiento es la respuesta mayoritaria, que en la medida de lo posible se transforma en la búsqueda de una vía de escape, preferentemente a EEUU y Europa.
El diagnóstico es terrible. Un informe reciente de “Cuba 21”, une la inflación y el crecimiento negativo a una balanza comercial deficitaria, al desplome de las principales entradas de divisas (exportación de médicos, turismo y remesas) y al hundimiento del sector energético, comenzando por el obsoleto sistema eléctrico. Para colmo, un país teóricamente agrícola debe importar casi el 100% de la canasta familiar, según manifestó en setiembre el exministro Gil.
La infraestructura viaria y buena parte del parque de viviendas se desmorona, sin capacidad de arbitrar soluciones efectivas, salvo parchear los casos más urgentes. La salud, la educación y el abastecimiento de agua potable que fueron las joyas de la Revolución, hoy son cascarones vacíos y fuente de graves problemas. A esto se suma el aumento descontrolado de la criminalidad, ya que la apuesta por el “orden público” se centra en la represión y no en la seguridad ciudadana. Todo sirve para explicar el éxodo masivo y el incremento de la protesta social.
El régimen se enrocó en defensa del socialismo y la Revolución y no propone alternativas viables. Pero, ni política, ni económica ni simbólicamente los tiempos son los mismos que cuando vivía Fidel Castro, capaz de abroquelar a las masas en defensa de su proyecto. Su hermano Raúl, con 92 años, tampoco está en condiciones de ejercer un liderazgo activo, ni siquiera delegado, mientras la gestión de Díaz-Canel ni se caracteriza por su eficacia ni por sintonizar con las diezmadas bases revolucionarias.
En estas condiciones, y dada las grandes dificultades que viven los grupos opositores internos para conciliar sus políticas, el futuro es bastante incierto. No hay nadie capacitado para encausar el descontento social ante un gobierno visualizado como incapaz de proveer los bienes públicos demandados. El régimen, sumido en su inmovilismo, carece de las herramientas adecuadas para impulsar la tan necesaria apertura política y económica. De persistir esta sensación de bloqueo, las noticias que lleguen de Cuba serán cada vez más dramáticas.
Uma mensagem de um grande intelectual a todos os seus leitores
Carlos Malamud
PRA: Recebido como saudação a 2024, de um grande intelectual, do qual sou leitor
“ “Yo no soy una escritora. Soy simplemente un ser humano en busca de expresión. Escribo porque no puedo impedírmelo, porque siento la necesidad de ello y porque esa es mi única manera de comunicarme con algunos seres, conmigo misma. Mi única manera.”
Victoria Ocampo (Buenos Aires 1890 – 1979)
La escritura es la manera más directa que tengo de entender e interpretar la realidad, la pasada y la presente. Para poder traducirla y comunicarme mejor con los demás. El objetivo es alcanzar a cada uno de vosotros, a los que intento llegar periódicamente a través de mis textos, en las distintas actividades que practico.
Las palabras, bien utilizadas, pueden tener un valor terapéutico esencial en momentos de tanto dolor y sufrimiento como los que nos han tocado vivir en estos días y en el pasado reciente. Las palabras son las que nos pueden acercar al otro para entenderlo y aceptarlo como seres humanos que somos y no para rechazarlo por diferente.
Por eso, sigamos usando las palabras para poder compartir un futuro más prometedor y para seguir esparciendo la esperanza.
“La transformación de la naturaleza misma del hombre presagia el triunfo universal y eterno de la dictadura del Estado; la inmutabilidad de la tendencia del hombre a la libertad es la condena del Estado totalitario.
… Las grandes insurrecciones en el gueto de Varsovia, en Trebklinka y Sobibor, el gran movimiento partisano que inflamó decenas de países subyugados por Hitler, las insurrecciones postestalinianas en Berlín en 1953 o en Hungría en 1956, los levantamientos que estallaron en los campos de Siberia y Extremo Oriente tras la muerte de Stalin… todo ello demostró que el instinto de la libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por necesidad, pero no por naturaleza.
La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida, violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esta conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.”
Vasili Grossman,Vida y destino
Cuando 2022 se asomaba no estábamos preparados para asimilar todo lo que viviríamos, pese a nuestra esperanza en dejar atrás lo peor de la pandemia. Este año ha estado marcado por la brutal invasión de Ucrania bajo el insólito argumento de la “desnazificación”.
En la Ucrania ocupada por las tropas de Vladimir Putin, la que fuera la tierra natal de Vasili Grossman y también la de mi familia, no solo se violan sistemáticamente los más elementales derechos humanos, también se intenta sentar las bases de un nuevo estado totalitario de raíz estalinista. Por eso nuestra solidaridad con Ucrania y los ucranianos.
Ante la llegada de un nuevo año solo queda trabajar por el retorno de la libertad, de la racionalidad y de la humanidad. No en vano, ser humano, libertad y razón están indisolublemente unidos, son parte de la misma cosa. Sin hombre no hay libertad ni razón, aunque podamos ser, al mismo tiempo, responsables de las mayores atrocidades.
Me gustaría ante 2023 ser un poco más optimista, pero los desastres de la guerra no hacen albergar demasiadas esperanzas en el futuro inmediato. Sin embargo, sería bueno que con el paso del tiempo retorne la cordura y que la paz nos bendiga con su potencial liberador.
¡Brindemos entonces por la paz, la libertad y la luz del futuro!
“La transformación de la naturaleza misma del hombre presagia el triunfo universal y eterno de la dictadura del Estado; la inmutabilidad de la tendencia del hombre a la libertad es la condena del Estado totalitario.
… Las grandes insurrecciones en el gueto de Varsovia, en Trebklinka y Sobibor, el gran movimiento partisano que inflamó decenas de países subyugados por Hitler, las insurrecciones postestalinianas en Berlín en 1953 o en Hungría en 1956, los levantamientos que estallaron en los campos de Siberia y Extremo Oriente tras la muerte de Stalin… todo ello demostró que el instinto de la libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por necesidad, pero no por naturaleza.
La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida, violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esta conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.”
Vasili Grossman,Vida y destino
Cuando 2022 se asomaba no estábamos preparados para asimilar todo lo que viviríamos, pese a nuestra esperanza en dejar atrás lo peor de la pandemia. Este año ha estado marcado por la brutal invasión de Ucrania bajo el insólito argumento de la “desnazificación”.
En la Ucrania ocupada por las tropas de Vladimir Putin, la que fuera la tierra natal de Vasili Grossman y también la de mi familia, no solo se violan sistemáticamente los más elementales derechos humanos, también se intenta sentar las bases de un nuevo estado totalitario de raíz estalinista. Por eso nuestra solidaridad con Ucrania y los ucranianos.
Ante la llegada de un nuevo año solo queda trabajar por el retorno de la libertad, de la racionalidad y de la humanidad. No en vano, ser humano, libertad y razón están indisolublemente unidos, son parte de la misma cosa. Sin hombre no hay libertad ni razón, aunque podamos ser, al mismo tiempo, responsables de las mayores atrocidades.
Me gustaría ante 2023 ser un poco más optimista, pero los desastres de la guerra no hacen albergar demasiadas esperanzas en el futuro inmediato. Sin embargo, sería bueno que con el paso del tiempo retorne la cordura y que la paz nos bendiga con su potencial liberador.
¡Brindemos entonces por la paz, la libertad y la luz del futuro!
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes
Ernesto Araújo destrói credibilidade da política externa e abala o Itamaraty
A gestão de Ernesto Araújo no Itamaraty é vista como desastrosa por analistas e estudiosos de todo o mundo. Araújo retirou o Brasil de fóruns regionais como a Unasul e a Celac, fechou sete embaixadas na África e Caribe e submeteu o país aos EUA. “O país se encontra no maior isolamento diplomático dos últimos 50 anos”, afirma o historiador Carlos Malamud
Sob o governo de Jair Bolsonaro e a gestão de Ernesto Araújo na Chancelaria brasileira, o Itamaraty, uma das mais sólidas instituições do Estado nacional, sofreu um abalo em suas estruturas. Araújo retirou o Brasil de fóruns regionais como a Unasul e a Celac, fechou sete embaixadas na África e no Caribe que haviam sido abertas nos anos Lula-Dilma Rousseff, mudou posições históricas na ONU para alinhar-se aos Estados Unidos, impôs dificuldades em negociações ambientais e privilegiou o relacionamento na Europa com dois países comandados por líderes da extrema direita, aponta reportagem do jornal Valor.
“O país se encontra no maior isolamento diplomático dos últimos 50 anos”, afirmou o historiador Carlos Malamud, apontado como um dos 50 intelectuais ibero-americanos mais influentes pela revista espanhola “Esglobal” e hoje pesquisador do Real Instituto Elcano, em Madri.
Para ele, a boa fama da diplomacia brasileira “está se dilacerando” na Europa e atualmente “seria impensável” ver o Brasil à frente de grandes coalizões de países emergentes em fóruns multilaterais, como ocorreu no passado.
A destruição da imagem do Brasil está relacionada ao discurso de Ernesto Araújo sobre a questão ambiental, a subordinação do país ao governo de Donald Trump e a postura de Bolsonaro de desleixo em face da pandemia de Covid-19.
O distanciamento da atual gestão do Itamaraty de posições anteriormente defendidas pela diplomacia brasileira é tanto, que a Associação dos Diplomatas Brasileiros (ADB) manifestou o temor de que representações do país no exterior e seus profissionais passem a ser alvos de ataques, por conta de atitudes como a promessa de mudança da embaixada em Israel para Jerusalém e do apoio ao ataque americano que matou o general iraniano Qassem Soleimani no Iraque.
A reportagem cita a ironia do diplomata aposentado Roberto Abdenur, ex-embaixador em Washington. Ele diz que o Brasil hoje só tem “três países e meio” como amigos: Israel, Hungria e Polônia. “Meio são os Estados Unidos, porque estamos excessivamente alinhados com as ideias do Trump e antagonizamos com a outra metade, os democratas”, afirmou Abdenur, em um seminário virtual da ADB, na semana passada. Ele vê uma brutal ruptura da atual política externa com o patrimônio diplomático brasileiro. O resultado é o encolhimento da presença do Brasil no plano internacional.
A gestão de Ernesto Araújo também provocou abalos nas relações internas do ministério, com a instalação de uma "caça às bruxas".
“O clima é de humilhação e caça às bruxas”, diz o ex-ministro da Cultura e deputado federal Marcelo Calero (Cidadania-RJ), que se licenciou da carreira diplomática para o exercício do mandato. Ele encaminhou ao presidente da Câmara, Rodrigo Maia (DEM-RJ), a proposta de criar uma comissão de acompanhamento externo do Itamaraty. “Moderação e previsibilidade são atributos da própria diplomacia, mas hoje existe uma contaminação pela ideologia, um fanatismo quase místico”, afirma.
Recientemente se hizo pública una encuesta de Cies-Mori, publicada por el diario cruceño El Deber, sobre la intención de voto de los bolivianos de cara a las cruciales elecciones presidenciales del próximo 3 de mayo. En ellas se decidirá nada más ni nada menos que el futuro del país, especialmente tras las denuncias de fraude electoral a la hora de garantizar una nueva reelección de Evo Morales y de su traumática renuncia.
En torno a este punto giran dos problemas iniciales. El primero, ¿quién será el nuevo o la nueva presidente de Bolivia? Y el segundo, y casi tan importante como el anterior, ¿reconocerán los perdedores, con independencia de quienes sean, el triunfo de sus adversarios políticos, o, en nueva pirueta retórica a la que estamos tan acostumbrados, los volverán a convertir en enemigos irreconciliables a los que hay que negar el pan y la sal?
Los resultados de la encuesta más arriba señalada vienen a poner precisamente el dedo en la llaga. Según los datos publicados, el candidato más votado sería el ex ministro de Economía Luis Arce, el político del MAS seleccionado directamente por Evo Morales como la cabeza de fórmula más idónea para intentar recuperar el poder. Arce obtendría un 31,6% de los votos, prueba evidente del sólido, aunque no mayoritario, respaldo popular del MAS entre la población boliviana.
La encuesta también muestra como la fragmentación del voto castiga a la antigua oposición, es decir al centro y a la derecha política. Esto es así a tal punto que a continuación de Arce, aunque a bastante distancia, se encuentra el ex presidente Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, y gran protagonista de la anterior elección con solo el 17,1% de los votos. Su modesto resultado se debe a que hay varios candidatos alternativos que compiten entre si por el segundo puesto y, de ese modo, pasar a la segunda vuelta. Este grupo lo encabeza la actual presidenta interina Jeanine Añez, al frente de la coalición Juntos, que obtendría el 16,5, un pobre resultado teniendo en cuenta su paso por el poder y su nada oculto deseo de encabezar un claro y rotundo proceso de desmasificación, es decir, de borrar buena parte del legado del MAS y de Morales.
Más atrás y en cuarto lugar se sitúa el líder cívico Luis Camacho con el 9,6%, el responsable de la oposición más dura e incluso más violenta contra el gobierno saliente. A mayor distancia siguen otros candidatos, incluyendo el magro 1,6% cosechado por el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga, que con claros fines electorales intentó en su momento apelar al sentimiento nacionalista de los bolivianos durante la crisis diplomática vivida con España en diciembre pasado.
Simultáneamente a los comicios presidenciales de mayo también habrá que elegir a los representantes del nuevo parlamento. Y es aquí donde gracias a la fragmentación del centro y de la derecha, el MAS aspira a conquistar una amplia mayoría en ambas cámaras que le permitiría recuperar parte del protagonismo y condicionar la gobernabilidad futura en caso de no conquistar el gobierno. Es este sentimiento, mezcla de debilidad e incertidumbre y de constatación del riesgo que se corre si se persiste en fragmentar el voto, lo que llevó a Camacho a ofrecer su renuncia como candidato si eso favorece la elección de un cabeza de lista de amplio consenso entre las fuerzas que se reclaman democráticas.
De forma sistemática la que hasta ayer era la oposición boliviana se quejaba de las constantes muestras de exceso de autoridad y de las sistemáticas violaciones de la legalidad por parte del gobierno del MAS. Esas creencias bastante generalizadas entre un sector importante de la población llevaron a hablar, tras la renuncia de Morales, del fin de la dictadura masista y del comienzo de una primavera boliviana que aportaba señales renovadas del regreso a la democracia.
El gran dilema que tienen por delante las llamadas fuerzas democráticas bolivianas es que harán si el MAS gana en mayo, en unas elecciones controladas por el gobierno interino, lo que a priori debería excluir cualquier sospecha de fraude. En ese caso quedaría claro donde están las mayorías nacionales. Sin embargo, nada dice que este sea el desenlace, dada la posibilidad de concentrar todo el voto antimasista, hoy por hoy mayoritario, de cara a una segunda vuelta.
Precisamente, la legislación boliviana establece que si un candidato presidencial no supera el 50% de los votos, pero al menos alcanza el 40% y tiene una diferencia de más de 10 puntos porcentuales respecto al segundo, se impone en primera vuelta sin alcanzar la segunda. Con los datos de la encuesta en la mano y descontando los votos nulos y blancos, Arce podría superar el 37%, poniéndose a solo tres puntos del mítico umbral del 40%. De mantenerse la división de la anterior oposición se podría plasmar esa diferencia porcentual que le permitiera al candidato del MAS evitar el balotaje.
En la situación actual, priman a ambos lados del espectro político sólidas ansias de revancha y el deseo de imponer a los demás los propios puntos de vista. Los radicales de ambos bandos dificultan la recomposición de los consensos mínimos para avanzar en la democratización del país. Por eso es importante que el nuevo gobierno sea capaz no solo de acabar con los caudillismos mesiánicos sino también que evite hacer tabla rasa con el pasado y liquide los grandes logros de la etapa masista. El recuerdo de lo ocurrido en Argentina con la llamada “Revolución libertadora” que derrocó a Perón en 1955 y quiso destruir su legado y borrar de la faz de la tierra todo cuanto sonara a peronismo debería hacer pensar a más de uno. Especialmente cuando 65 años después hay otra vez más un nuevo presidente peronista ocupando la Casa Rosada.
Tras la traumática y confusa renuncia de Evo Morales y la anulación de unas elecciones fraudulentas que hubieran originado un nuevo mandato del líder del MAS, Bolivia se enfrenta a unos comicios trascendentales. Estos tendrán lugar el 3 de mayo y decidirán no solo la identidad del nuevo presidente, sino también la composición del Parlamento. Su importancia radica en el hecho de que podrán corregir el rumbo de los últimos 15 años manteniendo la mayor parte de las reformas realizadas y reparando sus excesos, o bien abrirán la puerta a la revancha, echando por tierra toda la obra de Morales, o le permitirán regresar al poder, aunque sea por interpósita persona.
Las últimas encuestas coinciden sobre las tendencias generales para las elecciones. Según el último estudio publicado, la candidatura del MAS, encabezada por Luis Arce y David Choquehuanca, tiene una ventaja apabullante sobre sus rivales inmediatos, con más del 32% de los votos. Por detrás de Arce están el expresidente Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC), con un 23%, y la presidenta interina Jeanine Añez, de Juntos, con un 21%.
El revanchismo del Gobierno interino podría propiciar una nueva victoria del partido de Morales
Estas cifras le permiten a los estrategas políticos del MAS ilusionarse con una victoria en primera vuelta. En realidad es su única posibilidad de ganar las elecciones, ya que de otro modo sus opciones se reducen considerablemente. Si bien el piso electoral del MAS es muy sólido, superior al 30%, su techo es bastante limitado y más sin la presencia de Evo Morales, ni en la fórmula electoral ni directamente en la campaña.
En caso de una segunda vuelta, la unión de todas las fuerzas de derecha y centro derecha, sumado al voto anti MAS, que expresa la desilusión creciente de una parte importante de la sociedad tras los largos años de Gobierno de Morales, implicaría una derrota casi segura para los seguidores del líder cocalero.
Esta situación se vería acompañada por la obtención por los candidatos masistas de una clara mayoría en las dos cámaras del Parlamento. ¿Como se llegaría a un escenario semejante? La respuesta se vincula con la división de la derecha y el carácter extremo y revanchista de ciertas medidas implementadas por el Gobierno interino. La división de la derecha podría facilitar la añorada victoria masista. Para eso, a Arce le bastaría obtener más del 40% de los votos y una diferencia superior a 10 puntos con el segundo candidato más votado. En Bolivia y otras partes de América Latina, como Venezuela o Nicaragua, donde la oposición se enfrenta a gobiernos populistas con marcadas pulsiones autoritarias, la división partidaria es el mayor obstáculo que impide un recambio en el poder.
Si bien las credenciales democráticas de Morales y algunos de los principales dirigentes del MAS son cuestionables, esto no debe ser la excusa para impedir la expresión y la participación políticas de una parte destacada de la sociedad boliviana. Las expresiones vertidas por Morales desde Buenos Aires sobre su intención de crear unas milicias militarizadas para imponer sus objetivos políticos es el mejor ejemplo del escaso compromiso del máximo dirigente del MAS con la democracia y sus procedimientos. Esto también queda atestiguado por la utilización indiscriminada de los recursos públicos durante la última elección. Todavía quedan dos meses de campaña y mucho por clarificar. De continuar por este camino, la derecha boliviana marcha directamente hacia el precipicio, un precipicio que marcaría su suicidio político. Por tener, todavía tienen margen para organizar unas elecciones primarias, u otro proceso de negociación, que le permita presentar un único candidato presidencial y unas listas parlamentarias comunes. Sin embargo, me temo que las tendencias cainistas existentes en su seno impidan el acuerdo y terminen trabajando a favor del MAS.
El centro y la derecha boliviana emprende camino directamente hacia su suicidio político
Luego llegará el momento de llorar sobre la leche derramada y entonces no habrá ni espacio para rectificar ni tiempo para enmendar los errores. Parecería que un exceso de protagonismo, inicialmente no buscado, le provocó a la presidenta Jeanine Añez el mal de altura, tan temido en el Altiplano.
Quien estaba llamada a cumplir el rol histórico de convocar unas elecciones caracterizadas por la limpieza y la plena vigencia de las libertades, de pronto decidió recubrirse con un manto de mesianismo similar al empleado por numerosos líderes populistas latinoamericanos.
Carlos Malamud nos visitou no começo de abril: ele deveria fazer uma palestra no IPRI, sobre justamente o tema da integração latino-americana, ou seja nada – já que demais temas poderiam suscitar reações da nova administração esquizofrênica –, mas não apenas fui proibido de fazer qualquer coisa desde janeiro, mas também fui defenestrado – a palavra correta é exonerado – numa manhã de Carnaval, porque o ministro acidental, servo da tropa de olavistas e bolsonaristas que ainda manda no governo, ficou amuado com certas verdades que eu disse sobre a sua lamentável política externa e sua patética diplomacia, ambas que ele apenas implementa, mas não conduz. Fizemos o evento na UnB, e o tema mudou: "política externa brasileira: passado, presente e futuro". Sobre essa tal de integração latino-americana, reproduzo o único parágrafo no qual ele se pronuncia sobre o novo avatar desse infindável processo, sempre recomeçando:
"¿Qué novedad aporta el Prosur?
Ninguna. El Prosur sigue la estela de lo que ha sido el proceso de integración regional en los últimos años, una permanente huida hacia adelante. Es decir, cuando algo no funciona, se pretende crear algo nuevo de la nada. El Prosur es un producto casi vacío de contenido, más vinculado a la intuición presidencial que a informes serios y razonados sobre por qué es mejor crear una cosa nueva que reconfigurar lo viejo, que sería la Unasur. La única ventaja que le veo al Prosur es que su proyecto no prevé la creación de un parlamento regional asociado a la institución. América Latina es la región del mundo que más parlamentos regionales tiene, lo cual es un absurdo total."
Paulo Roberto de Almeida
Carlos Malamud: "La realidad es muy tozuda; la política ideologizada tiene límites concretos"
A una semana de las elecciones generales en España, el historiador Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano, prestigioso think tank español, resalta el contexto de gran incertidumbre e inestabilidad política en el que se celebrarán esos comicios. Además, advierte sobre la irrupción de Vox, un partido de extrema derecha que "está capitalizando el descontento de buena parte de la sociedad española, incluidos los independentistas catalanes".
Catedrático de Historia de América Latina en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Malamud lleva décadas analizando la región desde la óptica europea. Respecto del proceso de integración en América Latina, considera que el Prosur es "un producto casi vacío de contenido", que "no aporta ninguna novedad". Según el catedrático, esta reciente iniciativa que busca reemplazar a la Unasur "sigue la estela de lo que ha sido el proceso de integración regional", al que define como una "permanente huida hacia adelante". En este sentido, y en relación a la dificultad de crear bloques regionales duraderos, asegura: "Siempre que algo no funciona, se pretende crear algo nuevo de la nada".
Por otra parte, el investigador no cree que aún se pueda hablar de un posible giro a la derecha en América Latina: "El panorama es mucho más matizable y variado", sostiene.
¿Qué es lo que está en juego en las elecciones generales del próximo domingo en España?
Lo que está en juego en estas elecciones, que se celebran en un contexto de gran incertidumbre e inestabilidad política, es la formación de un nuevo gobierno. Esto no será fácil, dado que ningún partido puede ya reunir por sí sólo una clara mayoría. La fragmentación del parlamento español es superior a lo normal, algo que se asocia a la crisis de los partidos tradicionales, es decir, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP). El sistema bipartidista que imperó en España desde la transición se agotó en 2015, cuando aparecieron Ciudadanos y Podemos. Y hoy ese sistema devino en pentapartito, a partir de la irrupción de Vox y otros partidos regionales.
Un mes después de estos comicios habrá elecciones municipales, autonómicas y europeas. ¿Cómo puede impactar eso?
Dada la alta fragmentación del voto que se verá en las elecciones del próximo domingo, la formación del gobierno español seguramente se retrase hasta que se conozca el resultado de las elecciones de mayo, lo que evitará que los resultados se vean condicionados.
Las últimas encuestas dan cuenta de un alto porcentaje de indecisos. ¿Puede haber sorpresas?
Si bien un 76% de los españoles asegura que votará, el 42% aún no sabe por quién. La volatilidad es tan alta que muchos estudios de opinión dicen que, con una variación del 3%, puede haber mayorías que hoy no se contemplan.
¿Cuáles son las mayorías que hoy se contemplan?
Sabemos que el PSOE será el que obtendrá más votos. Ahora bien, hay tres escenarios posibles: una alianza con Ciudadanos o, más hacia la izquierda, con Podemos. Otra opción sería una coalición de derechas. Y un cuarto escenario sería repetir elecciones. Lo que está claro es que ningún partido podrá obtener una mayoría absoluta.
¿Qué factores explican la irrupción de Vox?
La irrupción de partidos nacionalistas y xenófobos se explica por una creciente insatisfacción con la democracia, en parte producto de la crisis económica de 2008, junto con el achicamiento de la clase media. En el caso español, también se ponen en juego cuestiones como la crisis migratoria que sufrió la Unión Europea tras la llegada masiva de refugiados sirios, donde no hubo respuestas coordinadas de los Estados miembros, pese a los esfuerzos de Bruselas. Al mismo tiempo, la globalización lleva a que ciertos sectores sociales insistan con determinadas formas de identidad. Todo eso en el contexto de una creciente polarización política y de deterioro de las instituciones, junto a un fuerte sentimiento antieuropeo que responsabiliza a la burocracia bruselense de buena parte de lo que está pasando hoy.
¿Cree que Vox pueda canalizar el descontento catalán?
Lo que hace Vox para crecer es capitalizar el descontento de buena parte de la sociedad española, incluidos los independentistas catalanes. Ese es uno de los factores de movilización de Vox, otro es la antiglobalización y antiinmigración. Lo curioso es que uno de los sectores más radicalizados del independentismo catalán está mirando cada vez más a una derecha populista. El discurso de Carles Puigdemont tiene un mensaje cada vez más antieuropeo, xenófobo y supremacista.
Días atrás, el líder de la Liga Norte italiana, Matteo Salvini, lanzó una suerte de 'internacional populista' en Europa. ¿Es factible algo así?
Es muy difícil, porque cada partido de extrema derecha tiene su propia agenda. Es verdad que uno de los que está detrás de todo esto es Steve Bannon, que con su movimiento dirigido desde Roma está intentando forjar una gran unión. Pero conciliar posturas tan diversas es complicado: algunos tienen un lenguaje mucho más nacionalista, otros son más eurófobos, algunos son laicos y otros ultrarreligiosos católicos.
¿Cómo se ubica América Latina ante los realineamientos globales que se vuelcan cada vez más hacia la ultraderecha?
En el caso de Brasil, el triunfo de Bolsonaro no se entiende sin el fuerte sentimiento antipetista existente, forjado en apenas cinco años. Pero claro, frente al descontento no hay una única respuesta social y popular. Mientras que el enojo con el sistema en Brasil dio lugar a Jair Bolsonaro, en México permitió la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Ambos llegaron presentándose como outsiders, planteando la necesidad de modificaciones profundas de los sistemas políticos de sus países. La matriz de la que surgen estos dos personajes, que están en las antípodas ideológicas, es la misma: desafección con la democracia, corrupción, crisis económica, falta de respuesta de los partidos tradicionales frente a las necesidades populares, deterioro de las clases medias. ¿Qué puede pasar mañana en un tercer país? Eso dependerá del nivel de descontento social, pero también de la experiencia política previa.
Mientras que en la primera década del siglo XXI se produjo un giro a la izquierda en la región, hoy estaríamos frente a un nuevo golpe de péndulo. ¿Está de acuerdo con esta lectura?
Es verdad que se eligió a Mauricio Macri, Bolsonaro y Piñera, entre otros. Pero también tenemos el caso de Carlos Alvarado en Costa Rica y AMLO en México. Este año tenemos elecciones en Uruguay, donde se desconoce cómo le irá al Frente Amplio; en Bolivia tampoco sabemos qué pasará con Evo Morales. Inclusive hay elecciones en la Argentina, donde no sabemos a ciencia cierta si Macri será reelegido o no. No creo que se pueda hablar de un giro a la derecha; el panorama es mucho más matizable y variado: coexisten diversos tipos de gobierno en función de la experiencia histórica de cada país.
¿Qué novedad aporta el Prosur?
Ninguna. El Prosur sigue la estela de lo que ha sido el proceso de integración regional en los últimos años, una permanente huida hacia adelante. Es decir, cuando algo no funciona, se pretende crear algo nuevo de la nada. El Prosur es un producto casi vacío de contenido, más vinculado a la intuición presidencial que a informes serios y razonados sobre por qué es mejor crear una cosa nueva que reconfigurar lo viejo, que sería la Unasur. La única ventaja que le veo al Prosur es que su proyecto no prevé la creación de un parlamento regional asociado a la institución. América Latina es la región del mundo que más parlamentos regionales tiene, lo cual es un absurdo total.
¿A qué se debe la dificultad de crear bloques duraderos de largo plazo en la región?
Generalizando, podríamos encontrar tres grandes causas que nos hablan de por qué la integración regional no avanza: dos excesos y un déficit. El exceso de retórica, es decir, ese realismo mágico de construir relatos que hablan de las grandes ventajas de la integración regional, aunque vacíos de contenido. El exceso de nacionalismo, muy presente en todas las fuerzas ideológicas de la región, que impide la cesión de cuotas de soberanía a instancias supranacionales, sin lo cual es imposible avanzar en un proceso de integración. Finalmente, un déficit de liderazgo, dado que ni Brasil ni México tienen vocación de liderazgo y no están dispuestos a invertir recursos para ejercerlo.
¿Cómo impacta este déficit a la hora de pensar la región como un actor con peso en el sistema internacional?
Para que América Latina sea considerada un actor relevante en la escena internacional debería estar mucho más interesada en lo que ocurre más allá de sus fronteras. El problema es que a los gobiernos y a las opiniones públicas de la región les preocupan solo aquellas cuestiones de la agenda internacional que les afectan directamente.
¿Qué implicancias tendría la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China?
Al desembarcar en la región a comienzos del siglo XXI, los chinos partieron de la premisa de que no querían enfrentarse con Estados Unidos por América Latina, sino que venían a hacer negocios, a buscar fuentes de aprovisionamiento (materias primas) y mercados para sus exportaciones.
Sin embargo, la reciente cancelación de la Asamblea del BID en Chengdú fue una señal de mayor tensión en la relación.
Sí, pero no creo que vaya mucho más allá. No creo que China tenga interés en tensar más la cuerda.
¿Qué novedad aporta la actual crisis venezolana?
Sabemos que estamos al principio del fin del régimen de Nicolás Maduro; lo que se desconoce es cuándo será ese fin, y cómo se producirá.
¿Cómo se puede destrabar la situación?
Puede ser una salida negociada o violenta, que es lo más probable. Sin embargo, descarto la invasión extranjera, porque Estados Unidos no la está contemplando, y la región ni quiere ni puede. El otro escenario descartable es el de una guerra civil, dado que la oposición no dispone de armamento y, en el caso de tenerlo, no tendría quién empuñara las armas. Esto no excluye que una facción del Ejército busque desplazar a Maduro.
La reciente visita de Bolsonaro a Estados Unidos pareció abrir una nueva etapa en la relación bilateral. ¿Qué efectos tendrá sobre Sudamérica?
Bolsonaro se planteó una gran renovación de su política exterior, y su canciller Ernesto Araújo, va en la misma dirección. Pero la realidad es muy tozuda y la política ideologizada tiene límites concretos. Lo vimos con el intento de trasladar la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén, que no prosperó ante la presión de los países árabes, principales compradores de la carne brasileña.
¿Cómo impactará sobre el Mercosur un mayor acercamiento de Brasil a Estados Unidos?
En este caso hubo también fuertes declaraciones iniciales de Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes, pero hoy las cosas van por otro camino. Se reivindica la existencia del bloque, aunque se plantea la necesidad de reformas. Creo que Brasil seguirá apostando por el Mercosur; su dirigencia es consciente de todo lo que supone para el país el bloque, incluso con sus limitaciones.
A casi 100 días de su asunción, ¿cómo se explica la brutal caída de la popularidad de Bolsonaro?
En primer lugar, no se han tomado muchas decisiones importantes, por lo que las grandes expectativas creadas no están siendo satisfechas. Por otra parte, hay una creciente sensación de que sigue en campaña, y se dedica más a intentar ganar a los suyos que a gobernar. Además, hay una imagen de gran fragmentación dentro de su gobierno, con varios grupos definibles, por un lado uno más ideológico, y por otro los militares, que paradójicamente representan el sector más pragmático, junto con el equipo económico de Paulo Guedes. Creo que el problema central es que Bolsonaro está convencido de que su triunfo se debió a que él encarna mejor que nadie los valores de la sociedad brasileña, y pierde de vista que en realidad fue elegido porque es quien mejor personificó, en un momento de escasos liderazgos, el gran sentimiento antipetista existente en el país.