“La transformación de la naturaleza misma del hombre presagia el triunfo universal y eterno de la dictadura del Estado; la inmutabilidad de la tendencia del hombre a la libertad es la condena del Estado totalitario.
… Las grandes insurrecciones en el gueto de Varsovia, en Trebklinka y Sobibor, el gran movimiento partisano que inflamó decenas de países subyugados por Hitler, las insurrecciones postestalinianas en Berlín en 1953 o en Hungría en 1956, los levantamientos que estallaron en los campos de Siberia y Extremo Oriente tras la muerte de Stalin… todo ello demostró que el instinto de la libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por necesidad, pero no por naturaleza.
La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida, violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esta conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.”
Vasili Grossman, Vida y destino
Cuando 2022 se asomaba no estábamos preparados para asimilar todo lo que viviríamos, pese a nuestra esperanza en dejar atrás lo peor de la pandemia. Este año ha estado marcado por la brutal invasión de Ucrania bajo el insólito argumento de la “desnazificación”.
En la Ucrania ocupada por las tropas de Vladimir Putin, la que fuera la tierra natal de Vasili Grossman y también la de mi familia, no solo se violan sistemáticamente los más elementales derechos humanos, también se intenta sentar las bases de un nuevo estado totalitario de raíz estalinista. Por eso nuestra solidaridad con Ucrania y los ucranianos.
Ante la llegada de un nuevo año solo queda trabajar por el retorno de la libertad, de la racionalidad y de la humanidad. No en vano, ser humano, libertad y razón están indisolublemente unidos, son parte de la misma cosa. Sin hombre no hay libertad ni razón, aunque podamos ser, al mismo tiempo, responsables de las mayores atrocidades.
Me gustaría ante 2023 ser un poco más optimista, pero los desastres de la guerra no hacen albergar demasiadas esperanzas en el futuro inmediato. Sin embargo, sería bueno que con el paso del tiempo retorne la cordura y que la paz nos bendiga con su potencial liberador.
¡Brindemos entonces por la paz, la libertad y la luz del futuro!
¡¡¡MUY FELIZ AÑO NUEVO!!!
Carlos Malamud
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