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Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida;

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quinta-feira, 8 de outubro de 2015

Academia.edu: visualizacoes dos trabalhos de PRAlmeida (8/10/2015)

Uma vez por mês, o Academia.edu me chama a atenção para as estatísticas de acesso.
Resolvi transcrever aqui apenas os trabalhos que tiveram mais de 100 visualizações.
Mas tem centenas de outros trabalhos, inclusive alguns dos quais eu tinha completamente esquecido...

Número total de visualizações dos trabalhos
Paulo Roberto de Almeida em Academia.edu









2,334
830
536
395
358
357
352
347
330
327
272
266
256
242
218
208
206
188
175
171
164
159
155
153
147
145
145
144
142
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128
127
127
123
121
119
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113
111
108
107
105
105
103

quarta-feira, 7 de outubro de 2015

Sefarditas: a historia fascinante (e lancinante) dos judeus expulsos da peninsula iberica - Miguel Rodríguez Andreu (esglobal)

Interessantíssima essa história: eu sabia que havia judeus sefarditas espalhados por toda a orla do Mediterrâneo, no grande império otomano que só se desfez, definitivamente, na Primeira Guerra Mundial. Mas não conhecia a história deste sefardi judeu-bosníaco professor de espanhol.
Um artigo fascinante, que nos faz voltar à história lancinante de toda uma comunidade potencialmente rica de tradições, de saberes e de capacidade produtiva que foi expulsa da península ibérica por dirigentes absolutamente estúpidos como podem ter sido Fernando de Aragão e Isabel "a Católica". Conseguiram atrasar a Espanha, absoluta e relativamente.
Portugal também entrou nessa onda, para nossa desgraça, sim, para a desgraça do Brasil, aliás até hoje. Estaríamos muito melhores, não só a península ibérica, como toda a América Latina, se os judeus tivessem continuado a se integrar no mainstream social e político dessas nações, mesmo conservando integralmente suas raízes e tradições religiosas.
Foi uma enorme perda econômica, mas acima de tudo um crime civilizatório...
Paulo Roberto de Almeida

Los sefardíes y la crisis de refugiados: el legado de Kalmi Baruh

Ceremonia judía. (Jaime Reina/AFP/Getty Images)
Ceremonia judía. (Jaime Reina/AFP/Getty Images)
Ver a los refugiados como oportunidad antes que amenaza… como la Historia demuestra.
Kalmi Baruh era sefardí. Sus orígenes se remontaban a las familias judías expulsadas de la Corona de Castilla y de Aragón en 1492. Una de las miles que llegaron al Imperio Otomano, y que fueron acogidas favorablemente. Fue un estudiante aplicado y entusiasta. Tras estudiar en Višegrad, Sarajevo y Zagreb, terminó su tesis en Viena: una investigación sobre la lengua judeoespañola en Bosnia. Eran tiempos en los que los estudiantes voluntariosos, con poder adquisitivo, y también sin él, se esforzaban por llegar a Graz, Múnich, Ginebra o París para terminar sus estudios superiores. Tal vez Baruh podría haber buscado un empleo como profesor en alguna capital centroeuropea, pero decidió volverse a Sarajevo y compaginar las clases que impartía en el Liceo francés con sus conferencias y publicaciones. Tenía alma de investigador, pero también de divulgador, y esa dedicación no tardó en serle reconocida siendo el primer yugoslavo que recibió una beca postdoctoral por parte del Gobierno español, de la que disfrutó en Madrid entre 1928 y 1929.
Su buena reputación se extendió por toda la región. No solo en la esfera local. Ernesto Giménez Caballero, agitador cultural de la época, hombre controvertido y conocido como el introductor del fascismo en España, dijo de él que era el candidato adecuado “para ocupar una Cátedra de Español en Belgrado, cargo que profesaría con infinita mayor superioridad que la profesada por nuestros profesores indígenas”. Hoy Baruh es una referencia indiscutible entre los estudiosos de la comunidad sefardí en los Balcanes, del cual se destaca no solo su faceta pionera, y la calidad de sus trabajos sobre cultura sefardí y española en general, sino también su escrupulosidad moral, como recogen los trabajos de la académica y diplomática serbia Krinka Vidaković-Petrov. Finalmente, llegó a rechazar el puesto de trabajo en Belgrado: no se sentía capacitado. Algo insólito hoy, lo fue también entonces.
La ley que facilita las condiciones para la obtención de la nacionalidad a todos los sefardíes originarios de España entra en vigor. No se pueden ignorar el Edicto de expulsión ni los siglos de ausencia judía en España, pero al menos otorga normalidad a unas relaciones que no empezaron a valorarse hasta finales del siglo XIX. Hubo acercamientos similares durante el XX, incluso un Decreto de 1924 sirvió para salvar la vida a varios miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, una gran parte de la comunidad sefardí en la región fue asesinada entre 1941-1945 —se calcula que más de dos tercios de los judíos yugoslavos fueron exterminados durante el Holocausto nazi—. Ciudades como Salónica, Sarajevo o la actual Bitola, donde escuchar judezmo o djudio era algo habitual y extendido, dijeron adiós prácticamente a la totalidad de su población sefardí.
El mérito de Baruh es aún mayor si se tiene en cuenta que el Imperio Otomano no implementó ninguna cultura universitaria. No obstante, sí dejó cinco siglos de conservación del legado sefardí. Organizados en millet, —comunidades confesionales con las que los grupos etnonacionales pudieron gobernarse a sí mismos bajo la predominancia musulmana—, (griega, albanesa, arumana, romaní, judía, serbia, búlgara…), las minorías mantuvieron tantos intercambios de interés individual y colectivo en torno a la zona comercial (çarşı), como también se segregaron de forma celosa en torno al idioma, la religión o las costumbres, demostrando que la convivencia puede no suponer integración pero tampoco tiene que ser necesariamente una amenaza (juntos y raramente revueltos). Ciudades como Berat, Novi Pazar, Bijelo Polje, Senta, Ulcinj, Livno, Bujanovac, Kruševo, Shumen, Kovačica, marcadas por un pasado otomano o austro-húngaro, a día de hoy demuestran un gran nivel de aceptación de la diferencia en torno a la religión, y de sentido común en torno a la sociedad —pese a aquellos políticos que puntualmente instrumentalizan la cuestión étnica en épocas de crisis y de cambio—. Su realidad de iglesias, templos o mezquitas, en apenas unos metros cuadrados, sería impensable en las ciudades occidentales actuales sin que no hubiera pasiones más encendidas que las que tradicionalmente se asocian a los Balcanes.
Los avances sociales logrados durante el siglo XX no incluyen haber aprendido a vivir en la diferencia, cuando, como parece ser, una cantidad reducida de refugiados en comparación con la población total, genera tantas fracturas entre los Estados miembros de la Unión Europea (por cada 100.000 habitantes, los 160.000 refugiados que la UE pretende ahora reubicar suponen entre otros casos: 8 en Hungría, 147 en Luxemburgo, 50 en Alemania y 41 en España). Divisiones no solo generadas por el elemento económico, sino también social, cultural y religioso. Una parte de la opinión pública teme los riesgos que suponen los refugiados para la convivencia o para la lucha antiterrorista. La propia embajadora de Hungría en España, Enikő Győri, afirmó no hace mucho: “Hay que ayudar en momentos difíciles a quien lo necesita pero hay que pensar en el futuro de este continente también. Qué composición étnica va a tener Europa mañana, pasado mañana, en cinco años, en 20 años… hay que hablar de eso”.
Hablemos. En Europa ya sabemos adónde nos conduce la pureza étnica como objetivo, ni creo que este sea un propósito provechoso ni alcanzable. De momento, no lo ha llegado a ser en los Balcanes, ni tampoco en Budapest, Bruselas o Madrid. Si esta es una preocupación, los datos no ofrecen lugar a dudas: la llegada de todos los refugiados sirios, en el caso de que todos fueran musulmanes, solo aumentaría el número de musulmanes en la UE de un 4% a un 5%. Y es que son más los beneficios del intercambio que los perjuicios, más allá de la solidaridad en sí, si la llegada se mide por baremos de capacidades, recursos y posibilidades que cada uno de los visitantes involuntarios genera. Más allá de la conmoción saludable que hay en torno al contacto con la diferencia, existe una oportunidad para Europa, como lo fueron los judíos para el Imperio Otomano según todos los testigos de la época. De Ángel Pulido, reconocido senador filosefardí, es la famosa anécdota según la cual el sultán Bayaceto II, máxima autoridad otomana, dictaminó la prohibición de perseguir judíos en los territorios que administraba, dijo: “Aquéllos que les mandan pierden, yo gano.” No se entiende parte del poder militar, comercial y científico de la potencia oriental durante los siglos XVI y XVII sin la contribución de esos recién llegados.
Experiencias más recientes muestran los beneficios generados por los inmigrantes (en este caso refugiados) o, si se quiere, desmitifican los perjuicios: 700.000 judíos procedentes de la antigua Unión Soviética se asentaron en Israel durante los años del colapso. 900.000 personas fueron repatriadas desde Argelia a Francia durante la descolonización. 125.000 balseros cubanos llegaron a las costas de Florida en los 80. Ningún estudio ha demostrado que dicha experiencia fuera negativa para el país de acogida, ni que el nivel de vida de los locales descendiera a causa del desplazamiento de población. Solo aquellos que muestran un perfil xenófobo pueden encontrar razones (no fundamentadas) para movilizarse contra la inmigración. Si los costes pueden ser elevados a corto plazo (no es este el caso), los beneficios se multiplican si el sector público y privado quieren beneficiarse de este fenómeno.
Ningún exiliado, como así ocurrió con los republicanos españoles en Latinoamérica, querría que esta condición prevaleciera sobre sus méritos. Kalmi Baruh no fue un exiliado, ni es un mérito haber sido un sefardí, sino haber tendido puentes entre el sudeste europeo y España, y haber abierto, además, un camino por el que transitaron luego otros estudiosos. Sus motivaciones fueron insignes, sintiéndose agradecido por la oportunidad que se les brindaba, como también por las posibilidades que el intercambio suponía para la propia comunidad sefardí en los Balcanes y para España en una zona que, incluso hoy, parece estar más interesada en España que España en ella. Es triste saber que Baruh pasó los últimos años de su vida en el campo de concentración de Bergen-Belsen (Alemania), donde moriría poco después de que el campo fuera liberado. Cuentan los que le trataron que siguió recopilando información sobre los judíos sefardíes allí recluidos incluso en los días más difíciles de su existencia. Si Baruh lo hizo en favor de la patria de la que fueron expulsados sus antepasados, imagínense qué pueden hacer algunos por los que un día les recibieron solidariamente como refugiados.

Brasil: a tempestade perfeita (incompetencia economica + corrupcao) - Santiago Perez (esglobal)

Brasil: la tormenta perfecta

El fin de la prosperidad económica y la crisis política que atraviesa Brasil no auguran buenas perspectivas para el país. Un repaso para entender qué está pasando y qué podría pasar en el gigante suramericano.
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Fuerte tormenta en las calles de Sao Paulo, Brasil. Mauricio Lima /AFP/Getty Images

El escenario político y económico del Brasil de hoy es delicado. Lejos han quedado los recuerdos de aquella potencia emergente que entusiasmó al mundo durante la primera década del siglo XXI. La expansión del PBI, la reducción de la pobreza y el creciente protagonismo económico de este miembro fundador del grupo BRICS parecen haberse extinguido.
El fin del super ciclo de las materias primas y la desaceleración china configuraron el golpe de gracia que terminó de hundir la prosperidad de un país cuya economía ya encendía múltiples luces de alerta. El gobierno de Dilma Rousseff postergó todas las decisiones impopulares para después de las elecciones presidenciales de finales de 2014. Como era de esperar, su objetivo de ser reelegida primó  sobre la responsabilidad macroeconómica. Tras asumir el cargo en enero de este año, su gestión no ha sido más que una seguidilla de ajustes fiscales y monetarios. Aumento y creación de impuestos, incremento de tarifas de servicios públicos, recortes de gastos, eliminación de múltiples subsidios y, posiblemente, lo que más lastima a la actividad económica: aumento de la tasa de interés. El ambicioso programa busca contener la inflación y recuperar equilibrio fiscal. Se trata de dos variables que se muestran efectivamente muy deterioradas. La inflación para 2015 se proyecta al 9,5%, el mayor índice desde 2002. En lo que respecta a las cuentas públicas, los números son incluso más desalentadores. El déficit en el período enero-agosto asciende a 14.000 millones de reales (3.500 millones de dólares), lo que representa el peor resultado desde 1997.
Pero lo que realmente preocupa a todos los sectores económicos es el desplome de la actividad. Según las últimas estadísticas, 2015 cerraría con una caída del PBI del 2,8%, número catastrófico para una nación en vías de desarrollo. 2016, año de los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro (los primeros en la historia en celebrarse en América del Sur) tampoco traerá buenas noticias. Las perspectivas son de una contracción de la economía del 1%, confirmándose así el primer bienio de recesión sufrido por el país desde la gran depresión mundial de la década de 1930. Estamos frente al peor resultado económico de los últimos 85 años.
El denominado “mercado financiero”, omnipresente, toma nota de la debacle financiera. La consultora estadounidense Standard and Poor’s ha rebajado la calificación a la deuda soberana brasileña, pasando de “BBB-” a “BB+”. Brasil queda así excluido del selecto grupo de países que gozan del “Investment Grade” (Grado de inversión). En otras palabras, los bonos brasileños son ahora, a los ojos de diversos inversores internacionales, bonos basura. Las consecuencias de este descenso de categoría son básicamente dos. En primer lugar, el país verá encarecido su acceso a los mercados de capitales, lo cual se contagia automáticamente al costo de endeudamiento de toda la economía (incluidas las empresas privadas y las familias). Y, en segundo término, en una fuga de capitales, que deprecia la moneda local y genera mayores presiones inflacionarias. Más y más malas noticias.
El peso del naufragio del mayor país de la región impulsa a toda la economía latinoamericana que según la CEPAL mostrará una caída del PBI en 2015 del 0,3%, peor resultado en 9 años. Por supuesto que la repercusión de la crisis brasileña se siente mucho más fuerte dentro del Mercosur que fuera de el. Las economías de la Alianza del Pacífico, aun desaceleradas, muestran todavía tímidos crecimientos, mientras que la Argentina, muy dependiente de la suerte de su principal socio, sufre el impacto.

Política: corrupción, alianzas e ‘impeachment’
La corrupción, mal endémico del sistema político brasileño, termina de configurar la tormenta perfecta. El avance en las investigaciones del escándalo conocido como “Operação Lava-Jato” compromete a altos mandos del Partido de los Trabajadores (PT) y a funcionarios cercanos a la presidente Dilma Rousseff. “Lava-Jato”, que en español significa algo así como “lavadero de automóviles”, es un complejo y aceitado sistema de corrupción catalogado por la Policía Federal como el mayor de la historia del país. Consistía en pagos de sobreprecios por parte de la empresa petrolera semiestatal Petrobras, los cuales en última instancia acababan en manos de empresarios y políticos. El partido en el Gobierno (PT) como sus fuerzas aliadas,  PP (Partido Progresista) y PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), fueron los principales beneficiados. Según la investigación, los desvíos de dinero ascienden a 10.000 millones de reales (2.600 millones de dólares) y podrían haber sido una de las principales fuentes de financiación de la campaña electoral que llevó a Rousseff a su segundo mandato.
La envergadura de este mega esquema de corrupción es importante por diversos motivos. En primer lugar, porque afecta directamente a la mayor empresa del país. El valor de bursátil de la petrolera, que supo ser la mayor compañía de toda América Latina, se ha desplomado. El escándalo con sus consecuentes implicaciones legales, inclusive fuera de las fronteras nacionales, sumando a la caída de los precios internacionales del crudo, han llevado al valor de la acción de la estatal a mínimos en una década. El segundo aspecto a tener en cuenta es la posibilidad de que la investigación alcance a la propia mandataria. En caso se probara su participación podría abrirse la posibilidad de un eventual juicio político o impeachment. No se trataría de algo nuevo para la política brasileña. En 1992 el entonces presidente Fernando Affonso Collor de Mello debió abandonar el Palácio do Planalto justamente por la activación de este mecanismo.
Pero para avanzar en un impeachment es necesario también que se cuente con las condiciones políticas necesarias. Para su ejecución, el juicio político requiere del voto positivo de dos tercios de los parlamentarios. Es aquí donde las alianzas políticas cumplen un rol fundamental. Dentro de su programa de ajuste fiscal, Dilma Rousseff eliminó ocho ministerios y dentro de la misma reforma le entregó al  Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) el manejo de cinco carteras. En una clara maniobra política, la mandataria fortaleció la alianza partidaria del Gobierno para poder así bloquear cualquier iniciativa de juicio político. Con el apoyo del PMDB en el Parlamento será fácil para el Partido de los Trabajadores reunir un tercio más uno de los votos e impedir un posible impeachment.
También existe una segunda lectura de la razón del relanzamiento de la alianza parlamentaria y la constitución de una suerte de gobierno de coalición PT-PMDB. El Ejecutivo corre contrarreloj en su programa de ajuste fiscal. Para concertarlo de forma definitiva y recuperar al menos parcialmente la credibilidad de los mercados necesita que el mismo sea aprobado en el Parlamento. La relanzada alianza es la única alternativa para lograr esta empresa.

¿Qué dice la calle?
La recesión por la que atraviesa la economía brasileña no solo se ve en los números macroeconómicos. Se siente en las calles, se percibe en el cierre de empresas y comercios, en el aumento de los despidos y en la dificultad para encontrar un nuevo empleo. Desde la implementación del Plan Real en 1994, la economía brasileña de una forma u otra había vivido un ciclo virtuoso. Hoy, por primera vez en dos décadas, la sociedad siente en carne propia un deterioro de las condiciones materiales. Una generación entera, los que hoy tienen entre 25 y 35 años, experimentan por primera vez en su vida adulta dificultades económicas. Se trata de una compleja realidad que repercute directamente en los niveles de aceptación de la gestión presidencial. A un año de haber sido reelecta, Dilma Rousseff cuenta con un 10% de aprobación y su administración es rechazada por el 70% de los brasileños.
En definitiva, sin el final de la crisis a la vista, con un mega esquema de corrupción en pleno proceso de investigación y una imagen por los suelos, la actual Presidenta deberá mostrar su máxima elasticidad política para navegar a través de una tormenta perfecta. Resistir en el poder hasta 2018 y que allí la situación económica haya mejorado puede ser la única alternativa para el PT. De ello dependerá su capacidad de acceder a un quinto período presidencial y que su ciclo no se vea interrumpido. Pero la verdad es que hablar de escenarios de aquí a cuatro años dentro la actual coyuntura es prácticamente imposible.

Brasil: um gigante bebado, perdido no mundo - Marcos Troyjo

Folha de S. Paulo
Quarta-feira, 7 de outubro de 2015

O Tratado Transpacífico e a chegada da 'reglobalização'

Novas geometrias econômicas revelam falta de estratégia brasileira

Marcos Troyjo

A conclusão das negociações que agora levam ao Tratado Transpacífico (TPP, na sigla em inglês, ou TTP, em português), corretamente descrito como o maior acordo comercial da história, desfere mais um duro golpe na abordagem que o Brasil tem dedicado à sua inserção internacional.

Não é apenas pelo calibre dos membros da nascente parceria (entre os quais EUA e Japão), o caráter multirregional (Ásia, Oceania e Américas) ou seu enorme peso específico (40% do PIB global).

Pablo Martinez Monsivais-10.nov.14/Associated Press
FILE - In this Nov. 10, 2014 file photo, U.S. President Barack Obama, center, speaks during his meeting with leaders of the Trans-Pacific Partnership countries, in Beijing. Sitting with Obama are, from left, Vietnam Minister of Industry and Trade Vu Hoy Hoang, Vietnam Prime Minister Nguyen Tan Dung, U.S. Trade Representative Ambassador Mike Froman, Singapore Prime Minister Lee Hsien Loong, and Singapore Sec. of Ministry of Trade and Industry Ow Foong Pheng. The United States and 11 other Pacific Rim countries on Monday, Oct. 5, 2015, agreed to the Trans-Pacific Partnership, an ambitious and controversial trade pact that cuts trade barriers, sets labor and environmental standards and protects multinational corporations' intellectual property. (AP Photo/Pablo Martinez Monsivais, File) ORG XMIT: NYBZ141
Obama (ao centro) e líderes de outros países participantes da Parceria Transpacífico fala em evento durante negociações em Pequim

O TTP é muito mais do que um acordo de comércio e investimentos. Seus efeitos serão sentidos em termos de propriedade intelectual, normas ambientais, regras de conteúdo local, motivação para fusões e aquisições –tudo isso numa dinâmica "aberta" a novos sócios (Colômbia e Coreia do Sul devem também em breve juntar-se à parceria).

Nestes últimos 13 anos, quando o assunto foi "comércio", a atuação brasileira deu-se sobretudo em três níveis.

Refestelamo-nos com a voraz demanda chinesa por matérias-primas agrícolas e minerais em que dispomos de vantagens comparativas. Assim, tão somente adaptando-nos a estímulos de demanda externa, foi possível expandir o volume de comércio com o umbigo grudado no balcão.

Privilegiamos, inocentemente, a negociação multilateral via OMC (Organização Mundial do Comércio) não apenas como ferramenta efetiva da projeção de nossos objetivos comerciais, mas também como caixa de ressonância do "prestígio" do Brasil.

Não se trata apenas de a OMC ser pouco eficiente na abertura de mercados. Com seu idealismo multilateral, o Brasil despendeu imenso tempo e capital político para, há mais de dois anos, eleger o diretor-geral da instituição que, por ter de observar neutralidade institucional, pouco pode fazer em prol dos interesses do país.

Optamos, em igual medida, por sublinhar o caráter "político" do Mercosul e dele fazer nossa plataforma negocial em tratativas com outros blocos econômicos.

É bem verdade que nosso baixo perfil no comércio global não foi inventado no período Lula-Dilma. Se os governos Itamar e FHC tiveram o mérito da construção da estabilidade macroeconômica, em termos negociais já professávamos nossa fé exacerbada nos efeitos liberalizantes dos antecessores da OMC (como o Gatt –Acordo Geral de Tarifas e Comércio– e seus acordos periféricos).

Além disso, a busca de mercados externos jamais mereceu do Brasil o papel de peça essencial de uma estratégia bem desenhada de desenvolvimento. Governo e empresas brasileiras sempre trataram a promoção comercial no exterior como alternativa pontual a fases de desaquecimento do mercado interno.

A emergência do TTP evidencia, no entanto, esse conjunto de escolhas que apenas reforça nosso perfil como exportador de bens primários, põe a nu nosso pueril "bom-mocismo" no comércio multilateral e ridiculariza nosso apego ideológico ao Mercosul.

Essas apostas equivocadas mostram que o Brasil pôs fichas em etapas da evolução do cenário internacional que ficaram para trás.

O apego à OMC data da fase de "globalização profunda" que, com o fim da Guerra Fria no início dos anos 90, inspirava um grande otimismo quanto ao papel das agências multilaterais.

Já muito do entendimento de que os EUA encontravam-se em declínio, de que o "Homem de Davos" era espécime extinto junto com o Lehman Brothers e de que a emergência de potências do "Sul" era fenômeno automático e inevitável é típico da "desglobalização" desencadeada pela "grande recessão" de 2008.

Se passar no Congresso dos EUA e superar outros obstáculos legislativos nos demais países-membros, o TTP tem tudo para incrementar médias globais de volume de comércio e investimento.

Nesse quadro, investimentos estrangeiros diretos (IEDs) oriundos dos sócios do TTP, ou mesmo se originando de outras regiões do planeta, terão menor propensão relativa a fluir para lobos solitários comerciais como o Brasil.

Apenas os sócios latino-americanos do TTP –México, Peru e Chile (e Colômbia, que já tem um acordo bilateral com os EUA e em breve deve formalizar sua adesão ao TTP)– já ostentam um PIB combinado maior que o do Brasil.

Assim, é um erro estimar que com o TTP o Brasil perca apenas espaço em mercados para exportação de açúcar ou frango. O TTP representa mais um fator indireto a contribuir para a desindustrialização do Brasil.

Naturalmente, a tendência é o fortalecimento das redes globais de valor por meio de elos que se localizem geograficamente nos países associados ao TTP.

Há, portanto, uma "reglobalização" em curso que se robustece com o TTP. Não devemos falar mais uma vez de um "mundo plano", como há dez anos sugeria o jornalista Thomas Friedman. Estamos entrando em uma fase mais "superficial" da globalização, em que o foco se projeta sobre comércio, investimento e fortalecimento de redes produtivas, não necessariamente na comunhão de visões de mundo.

É também uma etapa mais "seletiva" –e que resulta de parcerias envolvendo o Pacífico, como o TTP, e também do outro mega-acordo em negociação entre EUA e Europa.

Num diferente quadrante, é claro, existe a outra macroforça globalizadora representada pela extroversão da China, sua maior projeção para além do eixo Ásia-Pacífico e a família de novas iniciativas por ela liderada, como o Banco Asiático de Infraestrutura, o Banco dos Brics e o Fundo da Rota da Seda.

Essa reglobalização, que tem nas novas geometrias de comércio e investimentos um dos seus principais pilares, é um cenário para o qual, francamente, o Brasil não tem estratégia alguma.

mt2792@columbia.edu

http://www1.folha.uol.com.br/colunas/marcostroyjo/2015/10/1690968-a-parceria-transpacifico-e-a-chegada-da-reglobalizacao.shtml

Tratados de "livre comercio" sao inuteis; basta o Livre Comercio - Mises Daily

Concordo com os autores: tratados supostamente de livre comércio são uma aberração. Eles na verdade são de comércio administrado.
Se os países querem de fato livre comércio, basta declarar o livre comércio universal, e se desarmarem, unilateralmente.
Quem for liberal que me siga, gritaria o mais ousado deles. O resto vai atrás...
Isso vai acontecer?
Não acredito, mas não custa sonhar...
Paulo Roberto de Almeida

No More "Free Trade" Treaties: It's Time for Genuine Free Trade
Ferghane Azihari & Louis Rouanet
Mises Daily, OCTOBER 7, 201

It is erroneous to believe that free traders have been historically in favor of free trade agreements between governments. Paradoxically, the opposite is true. Curiously, many laissez-faire advocates fall into the government-made trap by supporting “free-trade” treaties. However, as Vilfredo Pareto stated in the article “Traités de commerce of the Nouveau Dictionnaire d’Economie Politique” (1901):

If we accept free trade, treatises of commerce have no reason to exist as a goal. There is no need to have them since what they are meant to fix does not exist anymore, each nation letting come and go freely any commodity at its borders. This was the doctrine of J.B. Say and of all the French economic school until Michel Chevalier. It is the exact model Léon Say recently adopted. It was also the doctrine of the English economic school until Cobden. Cobden, by taking the responsibility of the 1860 treaty between France and England, moved closer to the revival of the odious policy of the treaties of reciprocity, and came close to forgetting the doctrine of political economy for which he had been, in the first part of his life, the intransigent advocate.

In 1859, the French liberal economist Michel Chevalier went to see Richard Cobden to propose a free trade treaty between France and England. For sure, this treaty, enacted in 1860, was a temporary success for free traders. What is less known however, is that at first, Cobden, in accordance with the free trade doctrine, refused to negotiate or sign any “free trade” treaty. His argument was that free trade should be unilateral, that it consists not in treaties but in complete freedom in international trade, regardless of where products come from.

Chevalier eventually succeeded in obtaining Cobden’s support. But Cobden was puzzled by the complete secrecy surrounding the negotiations and, in a letter to Lord Palmerston, he attributed this secrecy to the “lack of courage” of the French government. Similarly, today, the lack of transparency concerning free trade negotiations is problematic and it is often hard to know what the content of a treaty will be.

Today, while some of these treaties are currently being negotiated, there are already examples of similar agreements enforced. One could refer to the General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), the General Agreement on Trade in Services (GATS), the Agreement on Trade-Related Aspects of Intellectual Property Rights (TRIPS) or more regional agreements like the North American Free Trade Agreement (NAFTA) or the European Economic Area (EEA).

But why would protectionist governments who spend their time hampering markets by giving monopolies and other kinds of privileges at national level, open markets at the international level? The very fact that governments are negotiating in the name of free trade should be suspicious for any libertarian or true advocate of free trade.

Intergovernmental Agreements Enhance Government Power

Murray Rothbard opposed NAFTA and showed that what the Orwellians were calling a “free trade” agreement was in reality a means to cartelize and increase government control over the economy. Several clues lead us to the conclusion that protectionist policies often hide behind free trade agreements, for as Rothbard said, “genuine free trade doesn’t require a treaty.”

The first clue is the intergovernmental and top down approach. Intergovernmentalism is nothing more than a process governments use to mutualize their respective sovereignties in order to complete tasks they are not able to accomplish alone. Nation-states are entities which rarely give up power. When they finalize agreements, it is to strengthen their power, not to weaken it. On the contrary, free trade requires a decline of governments’ regulatory power.

Also, free trade does not require interstate cooperation. On the contrary, free trade can be and has to be done unilaterally. As freedom of speech does not need international cooperation, freedom to trade with foreigners does not need governments and treaties. Similarly, our government should not rob their population with corporatist and protectionist policies just because others do. Anyone who believes in free trade does not fear unilateralism. The simple fact that bureaucrats and politicians do not conceive of the international economy outside of a legal frame settled by intergovernmental agreements is sufficient to show the mistrust they express toward individual freedom. This reinforces the conviction that these agreements are driven by mercantilist preoccupations rather than genuine free trade goals.

Extending Regulatory Control Beyond Your Own Borders

The second clue concerns the intense conflicts between governments on these agreements characterized by a high degree of technicality. History shows that multilateralism leads toward deadlock. The failure of the Doha Round is the cause of the proliferation of bilateral and regional initiatives. The contentious relations between governments come from the will of some states to dictate their norms to other countries’ producers through an international harmonization process. But this is the exact opposite of free trade. As economic theory shows us, exchange and the division of labor is not based on equality and harmonization but rather on differences and inequality. Furthermore, the technicality and secrecy surrounding free-trade agreements favor mercantilism and protectionism to the extent that technical regulations are used to favor producers who are politically well connected.

The Trans Pacific Partnership (TPP) is a good illustration of this balance of power. It was at first an agreement between four countries (Brunei, New-Zealand, Singapore, and Chile.) which tried to resist some neighbors’ commercial influence, especially China. Then the United States came and convinced more countries (Australia, Malaysia, Peru, Vietnam, Canada, Mexico, and Japan) to join the negotiations. Let’s also notice that most of the countries invited are already bound by regional or bilateral agreements with the United States. China remains excluded from the process. This governmental drive toward regulatory hegemony is obviously the complete opposite of free trade. Indeed, free trade supposes letting consumers peacefully choose what products they want to promote rather than determining what is available through bureaucratic coercion.

Consolidation of Monopolies

The third clue concerns the vigor with which governments have tried over several decades to impose at the international level a more constraining legal framework for so-called “intellectual property.” The first initiatives appear in 1883 and 1886 with the Paris Convention for the Protection of Industrial Property and the Bern Convention for the Protection of Literary and Artistic Works. Amended several times during the twentieth century, the initiatives embrace, respectively, 176 and 168 states. These conventions are placed under the auspices of the World Intellectual Property Organization (WIPO), an international bureaucracy which joined the United Nations system in 1974. A turning point came in 1994 with the signature of the Agreement on Trade-Related Aspects of Intellectual Property Rights (TRIPS) administrated by the World Trade Organization (WTO). It is now incorporated as an essential part of the administration of international commerce and benefits from the WTO’s sanction mechanisms.

In 2012 we endured a fresh attempt by our governments to reduce our freedom to create and share intellectual works with the Anti-Counterfeiting Trade Agreement (ACTA). And, if we look at the negotiations mandates of these trade agreements, we can see they all include a chapter on the reinforcement of “intellectual property” rights. Intellectual property has become a key concept of the international economy. But this must not hide its illegitimacy.

As Vilfredo Pareto remarked, “From the point of view of the protectionist, treaties of commerce are … what is most important for a country’s economic future.” Each time a new “free trade” treaty is enacted, what is seen is the attenuation of tariff barriers, but what is not seen is the sneaky proliferation and harmonization of non-tariff barriers impeding free enterprise and creating monopolies at an international scale at the expense of the consumer. It’s time for genuine free trade.

Os mega-acordos comerciais ameaçam o Brasil? - Otaviano Canuto

Os mega-acordos comerciais ameaçam o Brasil?

Brasil Post, Atualizado:
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O panorama das negociações comerciais internacionais vem sofrendo uma reviravolta. Em nível multilateral, após 15 anos de tentativas frustradas de fechar a Rodada de Desenvolvimento de Doha na Organização Mundial do Comércio (OMC), o sistema de negociação tem se mostrado altamente vulnerável a bloqueios por qualquer pequeno grupo de países membros. A teia complexa de objetivos individuais diversos dos países, atravessando vários temas interrelacionados, tornou o alcance de um acordo algo mais difícil do que originalmente esperado. No entanto, mesmo quando o escopo foi reduzido a uma negociação de facilitação do comércio, como a celebrada em Bali em dezembro de 2013, ainda não se conseguiu produzir resultados.
Enquanto isso, após a proliferação de acordos preferenciais de comércio no mundo, os EUA e a União Européia (UE) decidiram embarcar em chamadas mega-negociações comerciais. Depois que os EUA propuseram uma Parceria Trans-Pacífico (Trans-Pacific Partnership - TPP) com vários países da região do Pacífico, a UE aceitou negociar uma Parceria Transatlântica de Comércio e Investimento (Transatlantic Trade and Investment Partnership - TTIP) com o primeiro. Superar as dificuldades para se chegar a um consenso na arena multilateral é um motivo sempre aludido. No entanto, há também o fato de que os negociadores grandes e ricos encontraram uma forma de reforçar suas posições assimétricas e sua capacidade de definição da agenda, as quais tendem a ser parcialmente diluídas em negociações multilaterais que requerem aquiescência por parte de 100% dos participantes. Não por acaso, aquelas mega-negociações têm um escopo que vai muito além das barreiras tarifárias e não-tarifárias ao comércio, abrangendo também regras para outras questões relacionadas com o comércio, tais como investimento e a concorrência, bem como novos temas, como o ambiente, mudanças climáticas, a regulação do mercado de trabalho e outras questões cuja inclusão nas negociações multilaterais tem enfrentado forte resistência.
É relevante assinalar que o peso de diferentes barreiras ao comércio mudou nas últimas décadas (Canuto, 2012a). As tarifas médias foram reduzidas, enquanto "cadeias de valor" e o comércio transfronteiriço de serviços floresceram, tornando as divergências de regulamentação e as barreiras comerciais não-tarifárias mais relevantes como fatores de bloqueio de comércio - juntamente com restrições de logística em muitos países (Canuto, 2012b; 2013). Essa é a razão subjacente ao fato de as estimativas do impacto potencial de TTIP em países da UE mostrarem resultados mais significativos em cenários em que as barreiras não-comerciais são rebaixadas - ver Felbermayr et al (2013).
Desde que conteúdos significativos sejam acordados, o peso das economias envolvidas nessas mega-negociações comerciais é uma garantia de que os países de fora também sofrerão forte impacto. Haverá efeitos diretos, de primeira ordem, do desvio de comércio sobre suas exportações e importações de bens e serviços, com os países de fora enfrentando preferências adquiridas pelos beneficiários no lado de dentro dos acordos. Adicionalmente, haverá efeitos de segunda ordem decorrentes de mudanças posteriores de competitividade nos países de dentro dos acordos, como consequência de sua maior atratividade nos fluxos de investimento e tecnologia.
Tal é o caso, por exemplo, do Brasil, um trader internacional global, embora relativamente pequeno, que tem concentrado suas apostas na arena multilateral. Isto foi ilustrado por uma série de simulações relatadas por Vera Thorstensen e Lucas Ferraz, da Fundação Getulio Vargas, sobre quais seriam os impactos de primeira ordem de TTIP e TPP no Brasil sob diferentes hipóteses de cobertura destes acordos - ver Thorstensen e Ferraz (2014).
O Gráfico 1 mostra seus resultados agregados quanto aos impactos de primeira ordem do TTIP sobre o comércio bilateral do Brasil com os EUA e a UE em dois cenários de conclusão do acordo: (i) eliminação tarifária total entre a UE e os EUA (TTIP 100 %); e (ii) o anterior mais uma redução de 50% das barreiras não-tarifárias (TTIP 100% + NTB 50%). De modo consistente com o que observamos acima sobre pesos relativos atuais de barreiras tarifárias e não-tarifárias, bem como sobre as estimativas de impactos de sua eliminação, os impactos de primeira ordem sobre exportações e importações do Brasil - e correspondentes consequências negativas para a balança comercial - aumentam de importância à medida em que barreiras não-tarifárias entre a UE e os EUA são reduzidas.
Gráfico 1
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Extraído de Thorstensen e Ferraz (2014)
O Gráfico 2 mostra os resultados dos autores quanto aos impactos de primeira ordem do TPP sobre as exportações e as importações totais do Brasil. Além de cenários de eliminação tarifária total com e sem uma redução de 50% das barreiras não-tarifárias, também exploraram a hipótese da participação da China no acordo. Pode-se notar mais uma vez como a magnitude dos impactos aumenta com a cobertura de barreiras não-tarifárias, especialmente caso a China entre no TPP.
Gráfico 2
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Extraído de Thorstensen e Ferraz (2014)
Os autores também simulam a hipótese do Brasil aderir à TTIP. Exportações, importações e o saldo da balança comercial do país são, no caso, afetados positivamente, com ganhos particularmente acumulados pelos setores agrícolas.
Realço dois pontos à guisa de conclusão. Primeiro, embora os impactos negativos de primeira ordem de TTIP e TPP sobre o comércio do Brasil possam parecer não-dramáticos, não se deve perder de vista que tendem a ser reforçados por melhorias subseqüentes de competitividade nas economias participantes dos acordos. Isto tende a ocorrer em adição aos custos de oportunidade já incorridos pelo Brasil por causa de seu fechamento ao comércio - Canuto (2014), Canuto et al (2015a; 2015b) -, particularmente já que os fluxos de investimento e tecnologia tenderão a ser desviados como reflexo dos mega-acordos comerciais. O impacto potencial dos mega-acordos comerciais vai além de como afetam o comércio, já que a exposição a uma maior concorrência em casa, no destino e em terceiros mercados pode infundir o crescimento da produtividade e a melhoria da competitividade. Os mega-acordos de comércio terão a capacidade de infundir produtividade não apenas para os setores de bens e serviços transacionáveis, mas também para atividades não-transacionáveis nas economias participantes.
Consequentemente, o Brasil deveria rever sua estratégia de negociação comercial vigente, na qual os esforços se concentram na trilha multilateral. Agendas bilaterais de comércio com ambos EUA e UE podem tornar-se um caminho para mitigar os potenciais impactos negativos de TTIP e TPP.

Otaviano Canuto é consultor sênior e ex-vice-presidente do Banco Mundial. Todas as opiniões aqui expressas são do próprio autor e não refletem necessariamente as do Banco Mundial.

Keynesianos de carteirinha abrem o debate, atirando contra os de botequim e passando um pito neste blogueiro...

Este blogueiro de vez em quando força a mão, e distorce suas próprias regras, que deveriam se ater unicamente ao debate de ideias, mas por vezes envereda pelas críticas pessoais, com um pouco de ironia, ou de sarcasmo, quando não de grosseria, o que é inaceitável.
Por isso mesmo me desculpo com os "keynesianos de carteirinha", acusados numa postagem anterior, esta aqui,
Onde estamos?!?! Ate os keynesianos ensaiam uma retirada, ou afastamento dos colegas do poder... - See more at: http://diplomatizzando.blogspot.com/2015/10/onde-estamos-ate-os-keynesianos-ensaiam.html#sthash.BBpvPio6.dpuf
 http://diplomatizzando.blogspot.com/2015/10/onde-estamos-ate-os-keynesianos-ensaiam.html
Onde estamos?!?! Ate os keynesianos ensaiam uma retirada, ou afastamento dos colegas do poder... - See more at: http://diplomatizzando.blogspot.com/#sthash.U49vglJb.dpuf
de estarem atrasados na denúncia dos "keynesianos de botequim", os responsáveis pela Grande Destruição que estamos vivendo hoje.
Dois dos keynesianos true believers, mas atentos ao que o mestre realmente disse, me corrigem, e demonstram que avisaram antes do desastre acontecer.
Recebo, do jovem pós-doutor Fábio Terra, um dos dois dois autores, com Fernando Ferrari, um keynesiano gaúcho, do artigo que eu reproduzi na postagem acima indicada, primeiro uma mensagem de crítica à minha atitude, o que aceito inteiramente.
Reproduzo primeiro a sua primeira mensagem, que foi sucedida por um comentário meu, que por sua vez recebeu sua segunda mensagem, recebida abaixo.

Primeira Mensagem:

On Oct 6, 2015, at 20:37, Fábio Terra <xxxxxx@xxxx.br> wrote:

Mensagem enviada pelo formulário de Contato do SITE.

Nome: Fábio Terra
Cidade: Uberlândia
Estado: MG
Email: xxxxxx@xxxxx.br
Assunto: Sugestao
Mensagem: Olá prezado Paulo, boa noite.

Com tristeza li seu comentário em seu blog sobre o texto que publiquei ontem no Valor em coautoria com o Prof. Fernando Ferrari. Tristeza, pois, embora você nos denomine keynesianos de carteirinha, você também nos concedeu o adjetivo covarde, sem saber que vimos já desde 2009/2010 argumentando que as mudanças de condução da política econômica, que depois virariam a NMM não eram keynesiana; além disso, fazemos um profundo resgate da obra de Keynes para corretamente apresentá-la aos leitores mais desavisados. Portanto, desde cedo estávamos informando que, se a NMM era keynesiana, tal keynesianismo era de almanaque. Minha tese de doutorado, defendida em 2011, já versa sobre isso; bem como um outro trabalho escrito em 2010, publicado pela Revista da Cepal em 2012. Prof. Ferrari fez o mesmo, desde há muito. Uma pena que não tenha tido contato com estes trabalhos antes de nos qualificar de covardes. Certamente, isso é o que não somos, pois enfrentamos, além de !
desconhecimentos como o seu, a fúria e o ataque daqueles economistas pouco técnicos, mas muito ‘politiqueiros’ que acham que Keynes cabe em qualquer aventura econômica - os, como bem denominou, keynesianos de botequim.
Pelo respeito ao seu excelente currículo, à toda sua produção intelectual e à longa atividade à serviço público do Brasil, buscarei acreditar que seu comentário foi casuísta, coisa de momento, pois não posso crer que você seja assim indelicado. Não lhe conheço, mas é possível perceber em seu blog que você é gentil e cortês, diferente do seu comentário.
Críticas ao texto, são bem-vindas. Às pessoas, talvez desnecessárias.

Seguiu minha mensagem de desculpas e de comentários...
Segunda mensagem: 

Caro Paulo,

obrigado pela atenciosa resposta. Concordo com sua visão sobre o que se fez e o que ainda se faz, teórico e politicamente, da obra de Keynes. Eis minha luta (e do Prof. Ferrari e alguns outros no Brasil) para evitar que Keynes seja uma caixinha para qualquer coisa. Diga-se de passagem, sempre ressalto a incoerência lógica daqueles que pregam que aumento dos gastos públicos gera automática ampliação do investimento privado: como pode algo automático, certo, em termos keynesianos, se foi o mencionado autor que mostrou à teoria econômica o papel fulcral da incerteza nos sistemas econômicos?
Por sinal, você mencionou a Associação Keynesiana Brasileira, sou dela diretor há algum tempo e fui o organizador do seu último encontro, que reuniu mais de 300 participantes. Ela, de fato, surgiu já no descenso do Keynesianismo, mas no fundo ela surgiu por esta trajetória descendente mesmo e, para além, para que o resgate separasse os keynesianos de carteirinha dos de botequim. Ela serve a debater a nobre economia política keynesiana e repudiar o uso vulgar de Keynes.
Tive, como lhe disse, a sensação de que seu comentário era mais provocador do que jocoso, mas no momento que vivemos a provocação não está no nível das ideias, ele nunca esteve tão raso e raivoso. Por isso, até, meu susto: não fomos covardes por apresentarmos o debate, fomos corajosos por enfrentá-lo no momento em que todos apontam o dedo a um tal (qual?) Keynes e por termos sido consistentes com o que vimos falando há tempos (mando os links aos textos abaixo e alguns em anexo). Não pulamos do barco, denotamos que não era esse barco que Keynes estaria.
Não se preocupe. A retirada das qualificações que não fazem jus já satisfaz. Terei maior prazer em conversar e discutir sobre Keynes, pois é uma obra - e vida - que vale a pena ser revista. Muito longe do que se pensa comumente, ele queria salvar o capitalismo, queria promover a liberdade e a iniciativa privadas, achava a experiência comunista um desastre e várias outras coisas que jamais se tocam (na verdade, se toca o contrário do que ele dizia) nos debates.
Este texto apresenta a política econômica keynesiana:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-16672012000300003&script=sci_arttext
Este texto aplica a lógica acima (daí a parte teórica do texto se repetir) ao caso brasileiro e, na última seção, especificamente às políticas contracíclicas de 2009:
http://repositorio.cepal.org/handle/11362/11562
São ambos anteriores a 2012, mas como você sabe, publicações levam tempo.
Os textos em anexo, (i) “o keynesianismo não keynesiano”..... não consegui fazê-lo ser publicado em nenhum jornal do país e (ii) os desafios do investimento e da indústria.... sairá entre novembro e dezembro na Brazilian Keynesian Review. O texto (i), por sinal, serviu de base (ii). Foram ambos escritos na passagem de 2014 para 2015, mas a demora na publicação não permitiu que eles saíssem antes.
Um cordial abraço e qualquer comentário ou menção adicional, por favor, fique à vontade.
Fábio

Recebi, junto com esta segunda mensagem, os trabalhos "O keynesianismo não keynesiano"e "Os desafios do investimento e da indústria no Brasil: um drama em seis atos", mas que ainda não li, para poder comentar.
Com minhas desculpas renovadas por ter misturado no mesmo molho keynesianos de carteirinha, e rústicos keynesianos de botequim, fica enteão aberto o debate sobre o que o keynesianismo pode trazer de útil ao Brasil.
Minha posição pessoal é a de que os keynesianos, contrariando o mestre, estão sempre seguindo algum economista morto, no caso o próprio. A minha crítica principal aos keynesianos é a de que eles continuam transformando algumas receitas mal cozidas de medidas anticíclicas em teoria do desenvolvimento, como já tinha feito Prebisch. Pena, o Brasil merece enterrar os mortos (inclusive Roberto Simonsen, Ce Furtado, Getúlio Vargas, os militares, os petralhas, e outros personagens que ajudaram a criar o ogro famélico que se chama Estado), e olhar para a frente.
Paulo Roberto de Almeida

terça-feira, 6 de outubro de 2015

Revista Brasileira de Estudos de Defesa - artigo Paulo Roberto de Almeida

Acabo de receber, via email, o anúncio da publicação de mais um número da revista da ABED.
Tem um artigo meu, como se pode constatar abaixo, neste link:
http://seer.ufrgs.br/index.php/rbed/article/view/52996
Paulo Roberto de Almeida 

Revista Brasileira de Estudos de Defesa  
v. 2, n. 1, jan.-jun. 2015, ISSN: 2358-3932

Sumário

Editorial PDF
Lucas Pereira Rezende

Ensaios

Os imperialismos europeus e o impacto econômico das guerras globais do século XX PDF
Paulo Roberto de Almeida

Artigos

Política de Defesa é uma Política de Governo PDF
Gunther Rudzit, Guilherme Stolle Paixão e Casarões
Apoio Logístico Integrado: Peculiaridades da Indústria de Defesa e Tecnologia PDF
Heitor Freire de Abreu
Reflexiones sobre la relación entre la comunidad académica de defensa y el CDS PDF
Marina Vitelli
Terrorismo: a Contínua Busca por uma Definição PDF
Lucas Pereira Rezende, Natália Diniz Schwether
Atentados Terroristas em Eventos Esportivos: um Alerta para o Brasil PDF
Marcelo Zawadzki, Amaury Caruzzo, Gilberto Montibeller, Mischel Carmen Neyra Belderrain
O Poder Naval na Construção do Poder Marítimo Brasileiro PDF
Camila Cristina Ribeiro Luis
O corpo feminino, frágil, malsão: um estudo do habitus de gênero dos militares combatentes do Exército Brasileiro PDF
Suzana Marly da Costa Magalhães, Ana Lídia de Andrade Conceição
La Cooperación de los Ejércitos Argentino y Brasileño desde Fines del Siglo XX PDF
Guillermo Lafferriere, Germán Soprano
O Novo Paradigma da Segurança na África: a Estratégia Securitária Regional Angolana PDF
Luis Manuel Brás Bernardino

Resenhas

Pimentel, Fernando. O fim da Era do Petróleo e a Mudança do Paradigma Energético Mundial: Perspectivas e Desafios para a Atuação Diplomática Brasileira. Brasília: FUNAG, 2011 PDF
Graciela de Conti Pagliari, Tiago Gabriel Tasca

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Os imperialismos europeus e o impacto econômico das guerras globais do século XX

Paulo Roberto de Almeida

Resumo

Ensaio de caráter histórico e analítico sobre os custos econômicos das guerras globais do século XX, a partir dos conflitos provocados pelos imperialismos europeus e pelo militarismo japonês. Depois de breve síntese sobre a ascensão das principais potências europeias à preeminência mundial, são apresentados alguns dados relativos aos orçamentos militares e os próprios custos das duas guerras mundiais, que provocaram severos processos inflacionários e o fim da dominação hegemônica da Europa sobre o resto do mundo.

Palavras-chave

guerras globais; impacto econômico; imperialismos europeus; poder militar.

Texto completo: PDF

Itamaraty: um quarto de um por cento no orcamento do Executivo - Alexandre Vidal Porto

Bem, se eu colaborei com algo neste artigo foi ter dito ao Alexandre que a nossa participação -- que palavra mais desajustada! -- no orçamento do executivo federal era de apenas 0,25%, ou seja, uma titica...
Paulo Roberto de Almeida

Deixe a diplomacia trabalhar
Alexandre Vidal Porto
Folha de S. Paulo, 06.10.2015

A presidente Dilma se rendeu ao óbvio. Reconhece que cometeu erros. Admite falhas na política econômica e na articulação com o Congresso. No entanto, continua a ignorar um dos maiores equívocos de sua administração: o tratamento que concede à política externa e ao Itamaraty.

Nenhum governo fez tanto mal à nossa diplomacia quanto o de Dilma Rousseff. O retrato simbólico que ficará na minha mente é o da presidente da República Federativa do Brasil recusando-se, em solenidade no Ministério das Relações Exteriores, a tirar foto com os diplomatas recém-formados, com quem havia acabado de almoçar.

Quer desprezo maior?

É que, nas áreas menos iluminadas do governo, diplomacia é vista como coisa de burguês. De forma simplista, projetam na estrutura da administração pública a imagem binária da iniquidade social do país. Nesse quadro, o Itamaraty e os funcionários do serviço exterior são identificados como "elite", e vistos –e tratados– como intrusos no seio do governo "popular".

É como se o serviço exterior brasileiro não fosse composto por funcionários públicos concursados para, entre outras coisas, fazerem exatamente isto: em nome do Brasil, tratar com elites políticas, sociais e empresariais ao redor do mundo.

Toda democracia com tradição de administração pública conta com um órgão específico responsável pela política externa, cujos funcionários trabalham em várias línguas e países e operam em diferentes culturas. Trata-se sempre de órgãos seletivos, peculiares e prestigiados. Na França, chama-se Quai d'Orsay; no México, Tlatelolco; no Japão, Gaimusho. No Brasil, temos o Itamaraty.

A diplomacia opera no ambiente de autoridades e formadores de opinião. São ambientes elitizados, não se discute. Mas os benefícios que um embaixador brasileiro pode conseguir numa festa black-tie (para a abertura de mercados para produtos brasileiros, por exemplo) não ficam para comprar champanhe; revertem para a criação de empregos e riquezas no Brasil.

No entanto, o jogo diplomático exige linguagem e equipamentos específicos. Sabe aquela louça mais fina que a gente usa quando vai receber alguém de cerimônia, ou aquela roupa nova que a gente veste quando quer impressionar ou mostrar respeito? É esse o espírito –e é igual e esperado no mundo todo.

Na semana passada, o governo da presidente Rousseff impôs cortes que reduzem o orçamento do Itamaraty a cerca de 0,25% do total do Executivo. É um quarto de 1%. Ao impor esse tipo de cortes, as autoridades econômicas agem de forma irresponsável diante do Estado brasileiro e suas instituições.

O funcionamento mínimo do Itamaraty não admite mais cortes. A função do serviço diplomático é melhorar a imagem do país, não piorá-la. Exibir globalmente nossa falta de gerenciamento é desnecessário e afeta a credibilidade do Brasil e de todos os brasileiros. Ninguém entra na embaixada da sétima economia do mundo esperando ver miserê.

Ignorar a singularidade do serviço exterior na administração pública é um dos grandes erros do governo de Dilma Rousseff. Tratar o orçamento do Itamaraty como o orçamento do Ministério da Pesca pode fazer sentido contábil, mas do ponto de vista político e da imagem internacional do Brasil é incompetência das grandes.

O Itamaraty é diferente. Já passou da hora de essa especificidade administrativa e funcional ser garantida em lei. Trata-se do equipamento de que o Estado brasileiro dispõe para sua atividade diplomática. Tem de ser preservado e bem cuidado. Não é porque uma coisa é dourada que ela é supérflua.

Diplomatas estrangeiros com quem converso não acreditam que um embaixador brasileiro deixe de comparecer a uma negociação relevante por falta de dinheiro para passagem, ou que não reciproque um convite na embaixada porque não tem recursos para o jantar. Parece incrível. E é.

A maneira mais rápida de transformar o Brasil em um anão diplomático é cortar as pernas de sua diplomacia. É o que o governo está fazendo. Isso não pode continuar.