Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, em viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas.
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Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida.
segunda-feira, 30 de maio de 2011
O chavismo esta vivo, e incomodando...
Aquele que deveria ter sido mais um líder chavista na região, nunca conseguiu ser o que pretendia, de forma histriônica e desastrada. Só existiu politicamente nas manchetes inteiramente por causa do coronel petroleiro do Caribe.
Não se sabe por que raios, então, o Brasil foi se meter nessa aventura, e da pior forma possível, apoiando um golpista e depois patrocinando uma vergonha violação do direito internacional e de suas próprias regras constitucionais, ao patrocinar acolhimento e forte apoio político na nossa embaixada em Tegucigalpa durante meses e meses. Ou se sabe, sim, e tudo por causa dos instintos bolivarianos e chavistas de certas pessoas que aconselhavam (mal) o ex-dirigente semi-bolivariano.
Agora passou, mas pode voltar, por isso é oportuno este artigo de Carlos Malamud.
Paulo Roberto de Almeida
El retorno de Zelaya y el futuro de la democracia en Honduras
Por CARLOS MALAMUD
Infolatam, Madrid, 29 de mayo 2011
(Especial para Infolatam).- Con más de tres horas y media de retraso sobre el horario previsto, Manuel Zelaya volvió a Honduras tras su brusca expulsión del poder por fuerzas militares hace casi dos años. En todo este tiempo pudo sobrevivir políticamente gracias al apoyo de Hugo Chávez, a tal punto que Zelaya y sus acompañantes volaron a Honduras en dos aviones venezolanos. Probablemente por ello el presidente Chávez escribió en su cuenta de twitter: “Volvió Mel Zelaya a su patria hondureña. ¡Es una gran victoria del pueblo hondureño! ¡Abajo las dictaduras! ¡Viva el poder popular, viva la democracia real!”.
Si bien sus numerosos seguidores esperaron largas horas a pleno sol, su esfuerzo fue compensado por la fiesta que acompañó la llegada. Pero más allá de las muestras de fervor popular que acompañaron su regreso, hay más dudas que certezas en el futuro de Honduras y su sistema democrático. El comienzo del discurso de Zelaya es un claro testimonio de la alianza heterogénea que lo respalda: “Camaradas del Frente Nacional de Resistencia Popular, liberales en resistencia, resistencia de la Unificación Democrática, de los otros partidos Pinu, Partido Nacional, Democracia Cristiana, hermanos maestros, hermanos obreros, campesinos, hermanos indígenas, grupos de defensa de los derechos humanos, grupos lésbicos, negros y misquitos, a la juventud, que reclamaron la democracia”
El ex presidente era esperado en Tegucigalpa por un representante del actual presidente, Porfirio Lobo, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza. También estaban los ministros de exteriores de Colombia y Venezuela, María Angela Holguín y Nicolás Maduro, en representación de los países impulsores del pacto de Cartagena que hizo posible la vuelta de Zelaya. Entre quienes lo acompañaron de su exilio en República Dominicana, vía Nicaragua, estaban el ex presidente de Panamá Martín Torrijos, la ex senadora colombiana Piedad Córdoba, Marco Aurelio García, asesor internacional de Dilma Rousseff, y muchos representantes de los países de la Alianza bolivariana de los pueblos de nuestra América (ALBA),aunque Daniel Ortega finalmente no se desplazó a Tegucigalpa.
Los organizadores del acto, especialmente los dirigentes del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), esperaban un baño de multitudes en homenaje a su coordinador general. Pese a las declaraciones de que habían reunido entre medio millón y un millón de personas, la cifra de asistentes fue sensiblemente inferior. Esta situación coloca a Zelaya y al FNRP frente a uno de los primeros condicionantes, ¿cuál es su verdadero apoyo popular?
La respuesta a esta pregunta es trascendente, ya que si se mantienen los objetivos iniciales del movimiento, y el discurso del sábado de Zelaya lo confirma, la idea es rescatar el proyecto de la “cuarta urna” y convocatoria de una Asamblea Constituyente que permita la reelección. Por eso Zelaya dijo: “Vamos a la Constituyente para recuperar el poder”. Pero como saben sus amigos bolivarianos, una cosa es impulsar las reformas constitucionales desde el poder, manejando todos los resortes institucionales y controlando el presupuesto público, y otra muy distinta es hacerlo desde el llano, desde la incomodidad de la oposición.
Para colmo de males nadie sabe, y parece que Zelaya tampoco, desde qué lugar de la oposición, y con qué estructuras partidarias y organizativas, se impulsará el proyecto “revolucionario”. Según Patricia Rodas, ex ministra de Exteriores de Zelaya, y una de las voces más activas después de su caída: “Ahora viene la lucha, la movilización, pero fundamentalmente prepararnos para asumir el poder, con un pueblo hondureño organizado en la Resistencia, por medio de la cual vamos a transformar este país y eso no tiene colores políticos”. Sin embargo, la misma Rodas reconoció que por un lado existe la “resistencia liberal” y por el otro la “resistencia popular”.
Ésta es precisamente una de las claves sobre las cuáles girará el futuro de Zelaya y de su proyecto político. Zelaya sabe que fuera de los dos partidos tradicionales, el Liberal (al que pertenecía) y el Nacional (el del actual presidente) hay poco margen para la política en serio y que construir desde la nada es muy difícil. Si bien están sentadas las bases para el reconocimiento del FNRP como partido político todavía hay que recorrer un largo camino. Por eso sus dudas: ¿retornar a la disciplina del Partido Liberal para transformarlo desde dentro en una fuerza “revolucionaria” o apostar por el FNRP? Pero la vuelta al liberalismo podría tener un costo adicional si no se logran rápidamente los objetivos propuestos: el abandono del respaldo de Chávez y de sus dineros vía Petrocaribe. Resultaba muy significativa la parafernalia “bolivariana” montada en el acto de recibimiento.
Tras su mitin público junto al aeropuerto, Zelaya fue recibido en la casa de gobierno por el presidente Lobo. Se puede decir que Lobo y Zelaya fueron los dos grandes ganadores de la jornada. Y aquí se observa una de las grandes paradojas de la actual política hondureña: Lobo es un ex comunista (estudió en Moscú en la universidad Patricio Lumumba) reconvertido en político de derechas, y Zelaya es un ex derechista y gran hacendado reconvertido en populista y bolivariano. De cara al futuro lo interesante será ver en que dirección y a favor de quien se decantan los acontecimientos hondureños.
Si Zelaya quiere reforzar la democracia en su país y hacer realidad su clamor de no más golpes de estado, debe renovar su discurso y apostar por reforzar las estructuras organizativas de sus sectores afines. Es un gran trabajo y no sé si el ex presidente estará a la altura de las circunstancias. Hasta ahora mantenía un discurso fuertemente anclado en el pasado, habrá que ver si su regreso a Honduras lo conecta con el presente y el futuro y lo convierte en un activo de la democracia de su país. Para ello, y para lograr reinsertar a Honduras en el contexto internacional Porfirio Lobo jugó bien sus cartas. ¿Quién ganará la próxima mano?
CARLOS MALAMUD - Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España e Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha sido investigador visitante en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford y en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ha estado en posesión de la Cátedra Corona de la Universidad de los Andes, de Bogotá. Entre 1986 y 2002 ha dirigido el programa de América Latina del Instituto Universitario Ortega y Gasset, del que ha sido su subdirector. Actualmente compatibiliza su trabajo de historiador con el de analista político y de relaciones internacionales de América Latina. Ha escrito numerosos libros y artículos de historia latinoamericana. Colabora frecuentemente en prensa escrita, radio y TV y es responsable de la sección de América Latina de la Revista de Libros.
quinta-feira, 24 de dezembro de 2009
1606) Triste fim de Manoel Zelaya (bem, nao tao triste assim)
Minha aposta pessoal é a de que ele vai ficar na Hospedaria (digo, Embaixada) do Brasil até a posse do novo presidente, que depois lhe concederá anistia generosamente, mas burocraticamente (escoltando-o para o aeroporto, ou alguma fazenda de sua propriedade, desde que prometa se comportar...).
Mas, confesso que o cenário traçado por Augusto Nunes é muito mais engraçado. Desejo, realmente, que ele se converta em realidade.
Só falta resolver quem vai pagar a conta da hospedaria...
A tarde de janeiro em que Zelaya resolveu cair fora da pensão
Augusto Nunes, Veja, 20 de dezembro de 2009
Faltavam três minutos para as três da tarde de 27 de janeiro de 2010 quando o calor de Tegucigalpa interrompeu a sesta do homem estendido na cama do quarto principal. Manuel Zelaya acordou com o pijama de seda ensopado de suor, afastou o chapéu sobre o rosto com a mão esquerda e, praguejando contra o inverno hondurenho, estendeu a direita para acordar a mulher que não estava lá. Abriu os olhos, arregalou-os enquanto conferia o relógio da parede e estranhou a ausência de Xiomara, que nos tempos do palácio não encerrava a sesta antes das quatro.
Ela parecera aflita ao longo da manhã, integralmente consumida ao lado do rádio para que não se perdesse nenhum detalhe da cerimônia de posse do traidor Porfirio Lobo no cargo usurpado pelo golpista Roberto Micheletti. Tampouco o chamara de Mel durante o almoço, como de hábito. Mas Zelaya até cantarolou uma música nativa enquanto calçava as botas negras e combinava a calça bege com a mais alva das oito guayaberas, sem suspeitar de que o sumiço da primeira-dama era só o prelúdio de uma sucessão de espantos.
Nenhum dos dois voluntários vigiava a porta, intrigou-se ao sair do quarto. E nenhum de seus dois ministros estava na sala, surpreendeu-se. E não havia nenhum soldado vigiando a rua, desconcertou-se ao chegar perto da janela para a contemplação ritual da tropa que sitiava o casarão desde a gloriosa noite de setembro em que se infiltrou na velha embaixada do Brasil à frente de 300 bravos prontos para matar ou morrer.
Zelaya berrou o nome da mulher, ouviu o grito do silêncio, foi assaltado pela angústia, marchou sobre os aposentos dos dois jornalistas brasileiros, encontrou-o deserto pela primeira vez em cinco meses e enfim compreendeu que algo de muito grave havia ocorrido. ”Qué pasa?”, murmurou já ensaiando o famoso olhar dos momentos de cólera. Começava a planejar vinganças tremendas quando veio do quarto dos fundos a informação em espanhol com sotaque cearense: “Se fueron, señor presidente”.
Era Francisco Catunda, o encarregado de negócios da antiga embaixada brasileira. “La señora?”, sussurrou com olhar de pedinte. A mudez do diplomata respondeu que sim. ”Los periodistas?”, balbuciou já sem esperança. “Se fueron todos”, assim começou Catunda a relatar os sucessos da tarde, desencadeados quando faltavam dez minutos para as duas e encerrados meia hora depois.
A primeira-dama saiu do quarto, informou ao entrar na sala que o marido já ressonava, convocou os sete hóspedes restantes para uma assembleia deliberativa da pensão, esperou que se acomodassem e tirou o celular da bolsa. Pediu a quem atendera que chamasse o chefe do cerimonial do palácio, cumprimentou-o pela bonita cerimônia de posse e comunicou que, se houvesse um convite de sobra, compareceria com muito prazer ao baile da posse de Porfírio Lobo.
Em seguida, ordenou a Catunda que chamasse o capitão que chefiava a guarda militar formada por 20 recrutas, diante do qual renunciou oficialmente ao cargo de primeira-dama democraticamente eleita e reconheceu o novo governo. Aplaudida pelos presentes, a ex-primeira-dama ordenou-lhes que fossem para casa, determinação atendida pelos ministros, pelos jornalistas, pelos voluntários e pelos soldados do Exército, inclusive o capitão comandante. Só ficou o encarregado de negócios, escalado para a narrativa que acabara de fazer.
Então Manuel Zelaya entendeu que chegara o momento de cair fora do casarão. Ligou para a casa dos pais, a mãe reconheceu a voz de Manolo, ele pediu-lhe para passar a noite no quarto da infância e ouviu que sim, desde que não achasse que também aquilo era uma pensão e ficasse por cinco meses. Sem ninguém para preparar o jantar, comeu um pedaço de pizza da véspera, foi dormir outra vez e, à meia-noite em ponto, convocou Catunda para o último despacho como presidente constitucional.
Declarou encerrado o mandato, reconheceu o novo governo, entregou as chaves do casarão e, antes de buscar a mala, encarregou o encarregado de negócios de ficar no posto até a manhã seguinte. Às 11 horas, deveria telefonar para o companheiro Lula e narrar-lhe os acontecimentos históriscos. O soldado do Itamaraty estava com o celular na mão quando o cara ligou.
Era para dizer-lhe que Zelaya se fora sem pagar a despesa. Isso Catunda fez. Mas não fez o que o amigo hondurenho ordenou que fizesse se Lula viesse com lamúrias, como veio. Nesse caso, Catunda deveria sugerir-lhe que mandasse a conta para o companheiro Hugo Chávez.
Ou, então, que se queixasse ao bispo de Tegucigalpa.