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quinta-feira, 25 de agosto de 2011
Profecias nao realizadas: megatendencias que fizeram chabu - Foreign Policy en Espanol
Paulo Roberto de Almeida
MEGATENDENCIAS QUE NO ERAN TALES
Joshua Keating
Foreign Policy en Español, agosto 2011
Un repaso a las grandes novedades más vaticinadas, desde el ascenso de Japón a la escasez de recursos.
Del ascenso del resto a las guerras por los recursos, pontificar sobre las grandes tendencias que darán forma al futuro de la política y la economía globales se ha convertido en un gran negocio. Pero la historia puede ser terriblemente cruel con los expertos con bola de cristal. Cualquier cosa, desde una inundación de las que ocurren una vez cada siglo al suicidio de un vendedor de fruta tunecino, puede desbaratar creencias aceptadas durante décadas. Como muestran los siguientes ejemplos, la gran novedad de hoy puede convertirse rápidamente en una tendencia que nunca fue tal, mañana.
La superpotencia japonesa
Los paranoicos de China deben tener cuidado: esta no es la primera vez que EE UU se ha sentido amenazado por una potencia en ascenso procedente de Oriente. En la década de 1980 y principios de los 90, cuando la producción industrial de Japón aumentaba en más de un 50%, nació una industria casera que pronosticaba el predominio económico de este país, que comenzó con el best seller de 1979 de Ezra Vogel, Japan as Number One. Los ejecutivos estadounidenses acudían en manada a seminarios sobre las prácticas niponas en los negocios, mientras acontecimientos reales como la compra por Japón del Rockefeller Center en 1989 y escenarios ficticios como la novela de Michael Crichton de 1992 Rising Sun elevaban lo japonés a la categoría de hombre del saco nacional.
Por supuesto, justo cuando la moda de Japón alcanzó su punto álgido, el país entraba en su década perdida de estancamiento económico. Aunque el imperio el sol naciente todavía era uno de los países más ricos del mundo, fue adelantado por China como la segunda mayor economía en 2010.
El permanente ‘boom’ económico
Sólo hay dos cosas que pueden predecirse sobre los mercados. En primer lugar, que son impredecibles; en segundo lugar, que siempre hay alguien que predice que los buenos tiempos no tienen por qué que terminar. El optimismo desenfrenado ha sido una característica integral del negocio financiero desde que los holandeses padecieran la famosa “locura del tulipán” en el siglo XVII, y era muy evidente en los momentos previos a la actual crisis financiera, cuando los expertos depositaron una fe excesiva en el poder del comercio informatizado, la “innovación financiera” y la burbuja del mercado de la vivienda.
El promedio del índice industrial Dow Jones nunca superó el pico de 2007 de 14,164.53, pero el libro36.000 Dow, de James Glassman y Kevin Hassett, no fue el crimen más atroz, sólo el más conocido; otros dos volúmenes prometieron, en 1999, un Dow a 40.000 y un Dow a 100.000. Podemos citar también a David Lereah, antiguo miembro de la Asociación Nacional de Inmobiliarias y autor, en 2005, de Are you missing the Real Estate boom? (¿Echa de menos el boom inmobiliario?).
Hoy en día, están más de moda títulos pesimistas como Caída libre de Stiglitz y The Great Stagnation de Tyler Cowen. Esperemos que el tiempo sea tan cruel con sus autores como con sus desbocados predecesores.
El pico del petróleo
Es cierto que hay una cantidad finita de crudo en el planeta y que va a agotarse antes o después. Pero determinar la fecha en que comenzará la disminución de la producción mundial ha resultado ser más difícil de lo esperado. En 1956, el geofísico M. King Hubbert creó un modelo ─ahora conocido como pico de Hubbert─ que predijo que la producción global de petróleo alcanzaría su cénit a principios de la década de 1970. No fue así.
Los teóricos del pico del petróleo no tuvieron en cuenta el descubrimiento de nuevos yacimientos de oro negro y los nuevos medios de extracción de reservas difíciles de recuperar, enterradas a gran profundidad bajo el océano o en arenas alquitranadas de la tundra canadiense. En realidad, en los últimos veinte años, las reservas probadas a escala mundial han aumentado en más de 380.000 millones de barriles.
Pese a que los teóricos del pico del petróleo van cambiando la fecha en la que llegaremos al pico de Hubbert ─desde hace cuatro décadas hasta el año próximo─ la teoría sigue siendo popular. Su defensor más destacado en los últimos años fue el fallecido inversor en energías de Texas Matthew Simmons, quien sostuvo que las reservas de Arabia Saudí son mucho más reducidas de lo que se ha reconocido y que es inminente un shock global del crudo. De hecho, hay dudas sobre las reservas saudíes ─a diferencia de otros petroestados, el reino árabe no permite que sus campos sean auditados de forma independiente─ pero los precios del petróleo, aunque han permanecido volátiles, no han vuelto a los niveles previos a la recesión.
Sin duda, tiene sentido buscar alternativas a los combustibles fósiles, pero tratar de determinar con precisión la fecha del apocalipsis petrolífero no parece la mejor manera de fomentarlo.
La escasez de recursos
En 1798, el erudito inglés Thomas Malthus escribió Ensayo sobre el principio de la población, en el que predecía que las enfermedades y el hambre globales acabarían limitando el crecimiento de la población humana. Aunque la población mundial ha aumentado más de seis veces y media desde los tiempos de Malthus, las mejoras en los rendimientos de los cultivos y la salud humana han evitado que sus terribles predicciones se hicieran realidad.
El defensor moderno más conocido del pensamiento maltusiano tal vez sea el biólogo Paul Ehrlich, autor de La bomba demográfica, en 1968, obra en la que advertía de la hambruna y la catástrofe global inminentes a causa del rápido crecimiento demográfico. Ehrlich perdió, también, una de las apuestas más famosas de la historia, cuando apostó contra el profesor de negocios Julian Simon, en 1980, que los precios de cinco metales muy empleados subirían enormemente durante la siguiente década, debido al aumento de la demanda. A pesar de que la población presentaba un rápido crecimiento, los precios de los metales cayeron y Ehrlich perdió la apuesta.
La 'Internetmanía'
‘Comprar’ predicciones demasiado optimistas puede ser peligroso. Pero un excesivo escepticismo también tiene riesgos, sobre todo cuando se trata de tecnología. Por cada enloquecido sueño sobre coches voladores y comida en pastilla, hay aguafiestas como el empresario británico Alan Sugar, quien predijo in 2005 que el iPod estaría kaput en un año, o el entonces presidente de IBM, Thomas Watson, que en 1943 previó que el mercado global de ordenadores sería de “tal vez cinco ordenadores”.
Tomemos el caso del astrónomo y popular autor de obras de ciencia-ficción Clifford Stoll, quien, en su libro de 1995 Silicon Snake Oil y en un artículo en Newsweek se burló de la idea de que “pronto compraremos libros y periódicos directamente por Internet” y sostuvo que “ninguna base de datos online sustituirá nuestro diario”. Citó como prueba que este “centro comercial local hace más negocio en una tarde que todo Internet en un mes”. A veces compensa creerse la propaganda.
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