El País, 15/12/2011.
Cadáver en el Complejo do Alemao, en Río de Janeiro. / EFE
Podría apellidarse “la guerra de Brasil”. Los números son estremecedores. En los últimos 30 años, los índices de violencia en el país han aumentado de 11,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes a 26,2. En total, las muertes violentas en el país fueron 1.100.000, con una media de 137 por día y cuatro por hora. Salvo en São Paulo, Río de Janeiro y Santa Catarina, en casi todos los demás Estados del país, el índice de asesinatos ha ido creciendo año por año en los tres últimos decenios. Según Julio Jacobo Waiselfisz, responsable de la mayor investigación sobre la violencia brasileña registrada hasta hoy y llevada a cabo por el Instituto Sangari de São Paulo, por lo menos en 67 municipios con población superior a 10.000 habitantes se han registrado proporcionalmente más homicidios entre 2008 y 2010 que en todo el conflicto de Irak.
El Instituto Sangari ha utilizado para esta investigación cifras del Ministerio de Sanidad. “A pesar de no registrar conflictos étnicos, religiosos o políticos, la violencia homicida en Brasil es una de las mayores del mundo”, afirma Weilsfisz. El estudio revela datos interesantes y sorprendentes. Por ejemplo, los dos mayores Estados del país, como São Paulo y Río de Janeiro han sido los únicos que han registrado una disminución drástica de la violencia, mientras que las ciudades y municipios menores, sobre todo del noreste de Brasil, como los Estados de Bahía o Pará, han sido los que más asesinatos han sufrido. Por otro lado, los Estados pobres del noreste, que han recibido durante estos 10 últimos años las mayores inversiones económicas y donde se han volcado las políticas sociales, han sido los más golpeados por la violencia.
Mientras en São Paulo, en efecto, el número de homicidios por cada 100.000 habitantes ha descendido de 42,2 a 13,9, y en Río de Janeiro, de 51 a 26,2, en el noreste, el crecimiento ha sido astronómico. En Bahía, el aumento del índice de homicidios ha crecido un 303% y en Pará, el crecimiento ha sido de 252%. Los responsables del estudio apuntan tres posibles motivos para explicar la disminución de los homicidios en São Paulo y Río: las campañas de desarme de la población que llevó a entregar voluntariamente cientos de miles de armas; las inversiones en seguridad pública y las políticas estatales contra la violencia.
Según explica José María Nóbrega, catedrático de la Universidad Federal de Campo Grande y autor de Los homicidios en el noreste brasileño, el aumento de la criminalidad en esta región, pese a su avance en desarrollo, se debe precisamente al crecimiento económico. La mayor riqueza, según Nóbrega, ha atraído a la criminalidad organizada al aumentar el consumo de drogas pesadas. Al mismo tiempo, las políticas duras de represión en las grandes ciudades como São Paulo y Río, han hecho que muchos narcotraficantes hayan emigrado.
Por último, el informe pone de relieve el descuido de los políticos locales en los territorios más pobres del país en promover campañas eficientes contra el aumento de la violencia.
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