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domingo, 18 de março de 2012

O imperio tratando bem o Brasil?!; tem alguma coisa errada ai...

Ops, nunca vi palavras iguais na boca dos nossos amigos imperialistas.
Eles sempre nos trataram a caneladas, e agora, quando somos nós que os tratamos às caneladas, eles nos tratam bem???
Deve ter alguma coisa errada.
Onde já se viu um imperialista legítimo afirmar coisas deste tipo?:
"Jacobson, que é responsável pela diplomacia com a América Latina, disse ainda que Washington corteja o Brasil e deseja elevar o diálogo "a um novo nível, que traga resultados concretos para os cidadãos (de ambos os países)"".
Ou ainda isto:
""Somos sócios naturais, algo que não era óbvio há cinco anos", assegurou Jacobson."
Perdi alguma coisa no caminho?
Foi a tal de diplomacia altiva e ativa, soberana, aquela que não descalça os sapatos?
Ou será que o império anda diminuído, cabisbaixo, amor próprio lá embaixo, que anda precisando de um pouco de carinho e afago?
"Ninguém me ama, ninguém me quer", poderia cantar algum imperialista dos velhos tempos a propósito da sua imagem south of the border...
Enfim, gozado não deixa de ser...
Paulo R. de Almeida

Hillary Clinton viaja ao Brasil após Cúpula das Américas em abril

iG São Paulo, 13/03/2012
Além da agenda bilateral, secretária de Estado americana deve tratar com governo brasileiro de temas como sanções contra Síria e Irã
A secretária de Estado americana, Hillary Clinton, viajará ao Brasil no dia 16 de abril, após a Cúpula das Américas em Cartagena e uma semana depois da visita da presidente Dilma Rousseff à Casa Branca.
Segundo a subsecretária interina Roberta Jacobson, Hillary participará de um diálogo ministerial para reforçar a relação bilateral entre os dois países. Além disso, a previsão é que Hillary aborde temas como sanções contra Síria e Irã.
Hillary Clinton discursa na sede da ONU, em Nova York, sobre divisão do Conselho de Segurança em relação à Síria
Hillary Clinton discursa na sede da ONU, em Nova York, sobre divisão do Conselho de Segurança em relação à Síria
Jacobson, que é responsável pela diplomacia com a América Latina, disse ainda que Washington corteja o Brasil e deseja elevar o diálogo "a um novo nível, que traga resultados concretos para os cidadãos (de ambos os países)".
As relações políticas entre os Estados Unidos e o Brasil se estabilizaram após a chegada ao poder da presidenta Dilma Rousseff, em janeiro de 2011. Apesar das boas relações, no entanto, as divergências comerciais persistem, como demonstrou o recente e inesperado cancelamento do Departamento de Defesa de um contrato para a compra de aviões Super Tucano da Embraer.
Diplomacia: Brasil rejeita entrega de armas à oposição síria e intervenção militar
O episódio ofuscou a primeira visita oficial de Dilma como presidente à Casa Branca, no dia 9 de abril. "O tema levará seu tempo, não está sujeito a prazos políticos", disse Jacobson.
Dilma se reuniu três vezes com Obama, e o recebeu em Brasília há um ano. Na ocasião, os dois presidentes decidiram estabelecer um diálogo permanente em temas econômicos, educacionais e diplomáticos.
Petróleo
Os Estados Unidos, que buscam abandonar progressivamente sua dependência petroleira na região de países como Venezuela, têm interesse especial nas perspectivas do Brasil em águas profundas.
Obama, grande partidário das fontes de energia renováveis, não oculta seu interesse pela experiência brasileira em biocombustíveis.
Além disso, o Brasil é uma voz de destaque no grupo de países desenvolvidos e emergentes, embora critique com frequência as políticas monetárias e financeiras de Washington.
Apesar das divergências, Hillary continua comprometida para que a diplomacia brasileira se una aos países que estão aplicando sanções contra Síria ou Irã. "Somos sócios naturais, algo que não era óbvio há cinco anos", assegurou Jacobson.
O Brasil, no entanto, se mantém em um plano discreto quanto à colaboração diplomática e prefere se concentrar nas divergências comerciais.
*Com AFP

quarta-feira, 8 de fevereiro de 2012

The Idiot's Guide for Brazilian Hegemony in South America

Only idiots, and naifs, exhibit pretentions, or aspire, to something called Brazilian leadership -- sometimes confounded with hegemony -- in South America. Sensible diplomats, and insensible neighbors, do not want to hear anything about it.
Only academics, and the anti-imperialistic militants talk about this kind of soft power. Idiots alike?
Paulo Roberto de Almeida

EL ASCENSO DE BRASIL INQUIETA A SURAMÉRICA
Foreign Policy en Español, 07 de febrero de 2012
¿Los deseos hegemónicos brasileños romperán la armonía con sus vecinos latinoamericanos? He aquí el ligero cambio de rumbo de la diplomacia de Dilma Rousseff y las reacciones que ha suscitado en el continente.
AFP/Getty Images 
Todo sigue igual pero algo ha cambiado en Brasilia. La llegada al poder de Dilma Rousseff ha significado un ligero viraje en las relaciones con los vecinos suramericanos, que ven con recelo las aspiraciones hegemónicas de Brasil y echan de menos los agrados y el trato personal que partía de su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva.
En su primer año en el poder, Rousseff ha seguido las grandes líneas de la diplomacia de Lula, su padrino político, basadas en la búsqueda de una mayor cooperación en el eje sur-sur con fuerte acento suramericano, pero ha imprimido su estilo propio, más pragmático y más reservado, que ha disgustado a algunos socios. Poco amiga de los discursos, de la parafernalia de las visitas oficiales y de los abrazos con los colegas latinoamericanos, Rousseff disminuyó la agenda de viajes al exterior, que con Lula adquirió un ritmo frenético y llevó al carismático líder sindical a pasar en el extranjero casi un año entero de los ocho que duró su mandato. Rousseff se ausentó del último Foro de Davos y de la Cumbre Iberoamericana del pasado noviembre, lo que se recibió como un agravio en Paraguay, país anfitrión de la cita.
La Presidenta brasileña también ha acabado con los encuentros trimestrales que mantenía su antecesor con Hugo Chávez y ha visitado Venezuela tan solo una vez, coincidiendo con la cumbre fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), proyecto impulsado por Caracas, al que se ha sumado Brasil sin reparos, pero también sin alharacas. En un mensaje enviado al Congreso el pasado enero, Rousseff dijo que la creación de la Celac “reafirma el deseo [de los países de América Latina] de actuar juntos sin tutela externa, con base en una agenda trazada por la propia región”.
No obstante, es notorio que el pragmatismo y la racionalidad han sucedido al trato amistoso y personal que cultivaba Lula con el eje bolivariano, en el que Bolivia y Ecuador no han encontrado hueco en la agenda de Rousseff. Estos países han perdido también un canal directo de comunicación con el palacio de Planalto como era Marco Aurelio García, asesor de la presidencia brasileña que bajo Lula asumía en la práctica las funciones de ministro de Exteriores con los vecinos latinoamericanos y ahora encuentra cerrada la puerta del despacho de Rousseff, que ha decidido a acabar con la bicefalia de la diplomacia y ha desdibujado la figura de Marco Aurelio.
El Gobierno brasileño también ha tenido ya sus primeros roces con Argentina por disputas comerciales y ha anunciado que va a renegociar con México el acuerdo del sector del automóvil firmado en 2002. Todos son indicios de que Brasilia ha acabado con la generosidad y el paternalismo que mostró Lula hacia sus vecinos y ahora, aunque continúe abogando por la integración, parece que va a hacer hincapié en posicionar a Brasil en un lugar predominante, acorde con el tamaño de su economía y con sus aspiraciones de convertirse en un actor geopolítico. En ese sentido, se espera que el Gobierno brasileño retome este año la política de rearme y modernización de las Fuerzas Armadas, suspendida en 2011 por las necesidades de la crisis, con la que pretende destacarse como la potencia militar de la región.
Continúan intactas las aspiraciones de que se incluya al país en la lista de miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y Rousseff, al igual que su predecesor, no pierde la oportunidad de expresar esta demanda a todo mandatario que visita Brasilia. En esta línea se podrían inscribir los nuevos esfuerzos de acercamiento a China y Estados Unidos, dos de las dos potencias más reticentes a las reformas en la ONU que son, a su vez, los mayores socios comerciales de Brasil, lo que ha llevado a Rousseff a conjugar los esfuerzos para mejorar las relaciones diplomáticas y económicas con ambos países.
El acercamiento a Pekín es palpable y se siente en el creciente peso de la corriente comercial y de las inversiones chinas en Brasil, cuestiones que fueron el tema central de la visita de Rousseff al Imperio del Centro el pasado abril. Las exportaciones brasileñas a China se han cuadruplicado desde 2007 y el gigante asiático se ha convertido de largo en el mayor cliente de Brasil y en uno de los principales inversores en el país, sobre todo en el sector del suministro de materias primas.
      
La posición oficial es que se acabaron los guiños a países que no respeten los derechos humanos, pero la defensa de los valores democráticos ha sido mucho más tibia en la reciente visita de Rousseff a Cuba
      
Las relaciones entre Brasilia y Washington no pasaron su mejor momento en el tiempo que convivieron Lula y Obama. Para dar una señal clara sobre su intención de cambio, Rousseff nombró ministro de Exteriores a Antonio Patriota, que fue embajador en EE UU durante dos años, y ya ha dado los primeros pasos para volver a aproximarse a este aliado tradicional. El presidente estadounidense esperó la salida de Lula del Planalto para realizar su primer viaje oficial Brasil y Rousseff se dispone a devolverle la visita el próximo abril. De forma paralela surgen señales de mejoría de las relaciones, como el reciente anuncio de la flexibilización en la concesión de visados de turismo a los brasileños o el fin de las barreras a la importación de etanol a EE UU, dos antiguas reivindicaciones de Brasilia. Del otro lado, Rousseff hizo un guiño a Washington al distanciarse de Irán, en un giro diplomático de 360 grados con respecto a la política de Lula, que abrazó a Ahmadineyad y le echó un capote en plena crisis diplomática con los países occidentales por su controvertido programa nuclear. La posición oficial de la cancillería brasileña es que con Rousseff se acabaron los guiños a países que no respeten los derechos humanos, pero la defensa de los valores democráticos ha sido mucho más tibia en la reciente visita de Rousseff a Cuba, donde la mandataria brasileña rechazó entrevistarse con la disidencia para centrarse en cuestiones comerciales, otro síntoma de que el sentido práctico va a guiar las relaciones de Brasil con América Latina.
El tono comercial guía exclusivamente el trato de Brasilia con la Unión Europea y se han enfriado rápidamente las relaciones amistosas que Lula mantenía con Nicolas Sarkozy, por el enfado de París en los atrasos de Brasil en concluir una licitación para la compra de aviones de combate en la que Francia era favorita.
Este año será decisivo para la nueva diplomacia de Brasil, ya que el país va a ser anfitrión de la cumbre de la ONU sobre desarrollo sostenible Río+20, que va a reunir a un centenar de jefes de Estado y de Gobierno en Río de Janeiro el próximo junio. En esa cita cabe esperar que Rousseff presente a un Brasil en posición de liderazgo en el campo ambiental y con serias aspiraciones de afianzarse como uno de los principales actores internacionales, con derecho a un pedazo de poder en el seno de la ONU por su posición de líder suramericano y pujante economía emergente. Queda la duda de si los deseos hegemónicos de Brasil van a contribuir a resquebrajar la armonía con sus vecinos latinoamericanos en cuya construcción se había empeñado Lula.
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terça-feira, 20 de setembro de 2011

A Post-American World?: Brazil and U.S. - Paulo Roberto de Almeida

Um livro do qual participo com um capítulo sobre o Brasil, mas que ainda vai ser publicado; acabo de corrigir meu capítulo (21); esta é a ficha de minha colaboração: 
Paulo Roberto de Almeida: 
“Attraction and Repulsion: Brazil and the American world” 
in: Clark, Sean and Sabrina Hoque (eds.): 
Debating a Post-American World: What Lies Ahead?
(London: Routledge, 2011, 288 p.; ISBN-10: 0415690552; ISBN-13: 978-0415690553, p. 135-141).
Debating a Post-American World: What Lies Ahead? (Security and Governance) 
by Sean Clark and Sabrina Hoque (Jan 22, 2012)



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PaperbackAvailable for Pre-order. This item will be released on January 22, 2012.$48.95
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Product Description

The United States is currently the linchpin of global trade, technology, and finance, and a military colossus, extending across the world with a network of bases and alliances. This book anticipates the possible issues raised by a transition between American dominance and the rise of alternative powers.
While a ‘post-American’ world need not be any different than that of today, the risk associated with such a change provides ample reason for attentive study. Divided into four parts, 50 international relations scholars explore and discuss:
    • Power Transitions: addressing issues including the rise of China; the passing of American primacy and the endurance of American leadership.
    • War and Peace: addressing nuclear weapons; the risk of war; security privatization and global insecurity
    • Global Governance: addressing competition, trade, the UN, sovereignty, humanitarian intervention, law and power.
    • Energy and the Environment: addressing resource conflict, petrol, climate change and technology.
This unique project offers a compilation of disparate arguments by scholars and policy practitioners, encompassing a plurality of disciplines and theoretical perspectives. By providing clarity and focus to this essential debate on the future of the world in the next several decades, Debating a Post-American World will be of interest to students and scholars of International Relations and global politics, American politics, US Foreign policy and International Security.

About the Author

    Sabrina Hoque and Sean Clark are PhD candidates in International Relations and Doctoral Fellows at the Centre for Foreign Policy Studies at Dalhousie University.



    Product Details

    • Paperback: 288 pages
    • Publisher: Routledge (January 22, 2012)
    • Language: English
    • ISBN-10: 0415690552
    • ISBN-13: 978-0415690553

    quinta-feira, 8 de setembro de 2011

    11 de Setembro: Fim da hegemonia americana? - Lionel Barber (FT)

    Não estou tão seguro de que se trata do fim, ou mesmo do começo do fim, da hegemonia americana. Pode ser que seja o começo de uma retomada da liderança americana sobre o mundo como ele é.
    Afinal de contas, os europeus estão em situação ainda pior (e sem necessariamente estarem dispostos a fazer os esforços requeridos para reassumir o papel que já foi o deles no "concerto mundial") e por mais que os chineses sejam os novos candidatos à preeminência imperial, quem é que gostaria de imitar (ou poderia, no caso) o seu, hum..., "modelo"?
    Acho que Hollywood e Disneyworld ainda tem mais charme para o resto do mundo do que o Partido Comunista Chinês... (enfim, comida chinesa é ótima, mas o sistema que segue junto não é muito apetitoso).
    Paulo Roberto de Almeida

    O atentado que deu início ao fim da hegemonia dos EUA

    Por Lionel Barber | Financial Times
    Valor Econômico – pág. A12
    08.9.11

    Na manhã de 11 de setembro de 2001, o futuro dos Estados Unidos parecia tão radiante quanto o céu azul sobre Manhattan. O preço do petróleo do tipo Brent estava em US$ 28 o barril, o governo federal tinha superávit fiscal, a economia americana se recuperava do crash da bolha pontocom (embora que imperceptivelmente). A nação mais poderosa do mundo estava em paz.
    Passados dez anos, o preço do petróleo ronda os US$ 115 o barril, os EUA deverão ter um déficit fiscal de US$ 1,58 trilhão em 2011, o maior de sua história; a economia continua com problemas graves após o crash financeiro de 2008; e os militares e o serviço de inteligência do país continuam em guerra, combatendo insurgências e o terrorismo islâmico radical, do Afeganistão e Paquistão, ao Níger e o Iêmen.
    O almirante William Mullen, que está deixando o cargo de chefe do Estado-Maior das Forças Armadas, descreveu a dívida nacional como a maior ameaça à segurança dos Estados Unidos. O rebaixamento da avaliação de crédito do país pela empresa Standard & Poor's parece confirmar o deslizamento contínuo da superpotência. E, embora não haja uma narrativa linear entre os ataques de setembro de 2001 e os atuais apuros econômicos dos EUA, o custo ajustado à inflação da "guerra global contra o terrorismo", de mais de US$ 2 trilhões, representa o dobro do que foi gasto na Guerra do Vietnã.
    A resposta do ex-presidente George W. Bush aos ataques ao World Trade Center e ao Pentágono foi iniciar duas guerras, contra o Afeganistão e o Iraque, um unilateralismo belicoso à custa de alianças e da lei internacional e uma promoção quase evangélica da democracia liberal no Oriente Médio. As políticas com limites bem estabelecidos de sua administração fraturaram alianças na Europa e desencadearam uma grande queda da reputação dos EUA pelo mundo.
    O erro de Bush foi deixar claro que a mudança de regime no Iraque era só um passo no que ele chamou de "eixo do mal"
    No lado positivo, os EUA conseguiram evitar outro atentado terrorista em seu território. Outros não tiveram a mesma sorte. As bombas que explodiram em Bali (2002), Madri (2004) e Londres (2005) não chegaram à escala do 11 de Setembro, mas fizeram várias centenas de vítimas. A Al Qaeda foi enfraquecida, mas não totalmente eliminada. Dezenas de discos rígidos de computadores recuperados no esconderijo de Osama bin Laden em Abbottabad, no Paquistão, sugerem que o líder da Al Qaeda, morto em maio durante uma operação de uma força especial da Marinha americana, estava planejando outro atentado terrorista espetacular, talvez para coincidir com o aniversário do 11 de setembro neste fim de semana.
    Além disso, a onda de protestos populares deste ano dissipou a noção de que o Oriente Médio - com exceção de Israel - é congenitamente incapaz de abraçar a democracia. Um a um, os autocratas da região, de Zine el Abidine Ben Ali, na Tunísia, a Hosni Mubarak, no Egito, estão sendo depostos por manifestantes que exigem dignidade, liberdade e empregos. É verdade que a queda de Muamar Gadafi na Líbia foi precipitada por rebeldes armados auxiliados pelos aviões de guerra da Organização do Tratado do Atlântico Norte (Otan); mas o presidente Bashar al Assad, da Síria, poderá ser o próximo a sentir o hálito quente das ruas.
    A questão é se o espinafrado Bush estava correto ao afirmar que o status quo autocrático do Oriente Médio criou uma incubadora de terroristas radicais islâmicos e, consequentemente, uma ameaça clara e presente para os Estados Unidos. Se a resposta for sim, então as falhas de seu governo se deveram menos a diagnósticos errados e mais a uma questão de execução.
    Uma segunda questão relacionada é se a resposta militar do governo ao 11 de setembro representou um desvio de atenção caro e desproporcional, além de recursos, no momento em que o mundo estava sendo transformado pela ascensão de novos atores poderosos, sobretudo a China.
    Logo após os ataques ao World Trade Center, um alinhamento geopolítico comparável aos de 1815, 1945 ou 1989 pareceu tomar forma. Os Estados Unidos formaram uma coalizão internacional contra o terrorismo que incluiu rivais como a Rússia e a China, além de párias do passado como Cuba, Irã e Sudão.
    No lado positivo, os EUA conseguiram evitar outro atentado em seu território. Outros não tiveram a mesma sorte
    A resposta militar foi igualmente eficaz. Depois de identificar os autores, os EUA realizaram uma campanha improvisada, mas brilhante, para tirar o Taleban do poder no Afeganistão. Forças especiais americanas combinadas com líderes militares locais e um poder aéreo devastador derrubaram o regime de Cabul em semanas. Embora os líderes, especialmente o mulá Omar e seu parceiro Bin Laden, tenham conseguido fugir, a rede Al Qaeda foi implacavelmente perseguida e desestruturada.
    Mas em apenas um ano os Estados Unidos perderam a autoridade moral. O erro de Bush foi deixar claro que a mudança de regime no Iraque era apenas um passo no trato com o que ele descreveu como "eixo do mal", formado por Irã, Coreia do Norte e outros adversários suspeitos de abrigar ou patrocinar terroristas. Da noite para o dia, os Estados Unidos passaram a ser considerados uma nação malévola.
    O temor aumentou com a publicação de uma doutrina de segurança nacional revista em 2002, que abandonou os conceitos de contenção e dissuasão da Guerra Fria. Em seu lugar, surgiu uma estratégia "voltada para o futuro" de ação militar preventiva, mudança de regimes e um novo tipo de guerra que justificava a tortura e negava os direitos da Convenção de Genebra a suspeitos de serem terroristas.
    Assim, a guerra do Iraque foi combatida sem o apoio de aliados tradicionais, como o Canadá, a França e a Alemanha, sem o apoio do Conselho de Segurança das Nações Unidas e sem evidências conclusivas de que Saddam Hussein possuía armas de destruição em massa que representassem uma ameaça imediata aos EUA. Quanto aos aliados, o então premiê do Reino Unido, Tony Blair, forneceu uma cobertura política leal, embora Donald Rumsfeld, o então secretário de Defesa dos EUA, tenha declarado que as forças britânicas eram supérfluas em termos militares.
    A Otan, que tinha invocado pela primeira vez o artigo 5, que exige que todos os membros se comprometam com a defesa coletiva, também foi deixada de lado. O lema de Washington era "a missão determina a coalizão". Mas as alianças seletivas funcionam em duas direções. No fim da década, os aliados europeus estavam usando advertências para sair das operações militares no Afeganistão, no Iraque e na Líbia. Daí o alerta feito este ano pelo secretário de Defesa dos EUA, Robert Gates, que estava deixando o cargo, de que a Otan estava se tornando irrelevante.
    A Europa também emergiu, mas diminuída - e não só durante o conflito líbio, em que a Alemanha optou por ficar de fora e o Reino Unido e a França ficaram sem munição em questão de semanas. No começo do novo século, orgulhosos com o sucesso do lançamento de uma nova união monetária, líderes da Europa firmaram planos para tornar a União Europeia a zona econômica mais competitiva do mundo. Em retrospecto, a tão alardeada agenda de Lisboa marcou o ápice de ambições que coincidiu com o estouro da bolha pontocom.
    Dez anos depois, o projeto original da União Monetária Europeia tem se mostrado fundamentalmente falho. Os mecanismos de imposição da disciplina orçamentária foram igualmente ignorados por membros pequenos e grandes, incluindo a Alemanha; economias periféricas, como Grécia, Irlanda, Portugal e Espanha, que cresceram muito nas costas dos juros baixos, estão se mostrando não competitivas. O contágio nos mercados de bônus agora ameaça se espalhar para a Itália, um membro "central" da zona do euro.
    No segundo mandato de Bush, a retórica abrasiva deu lugar a uma postura mais moderada. Enquanto força de ocupação no Afeganistão e no Iraque, os EUA foram engolidos na reconstrução dessas nações, algo há muito ridicularizado por Rumsfeld. Numa confusão parecida, o presidente Barack Obama e o atual primeiro-ministro britânico, David Cameron, declararam que uma ou ambas as missões eram militarmente vitais e depois agiram como se elas fossem arbitrárias, estabelecendo um cronograma (político) para a retirada.
    Especialistas calculam a conta coletiva das aventuras no Afeganistão e no Iraque em algo perto de US$ 2 trilhões (ajustados à inflação); mas Robert Zoellick, presidente do Banco Mundial (Bird) e ex-subsecretário de Estado americano, afirma que um país tão rico quanto os EUA pode muito bem arcar com esse custo. Em 1948, diz Zoellick, o PIB médio per capita dos EUA era um quarto do de hoje. Mesmo assim, os americanos prontamente avalizaram a doutrina do presidente Harry Truman de apoiar as democracias na Europa e conter o comunismo ao redor do mundo, o que exigiu bilhões de dólares.
    Se as sementes da transformação democrática criarão raízes no Iraque é algo mais discutível. A tão alardeada "tempestade" militar americana resgatou o país do caos e de um possível desmembramento, mas as relações entre os grupos étnicos do Iraque - curdos, sunitas e a maioria xiita - continuam precárias. Indiscutivelmente, a deposição de Saddam Hussein permitiu ao Irã se tornar a potência dominante da região, exercendo influência através do governo xiita em Bagdá. Enquanto isso, as ambições nucleares de Teerã continuam sem ser controladas.
    O 11 de Setembro também não aumentou os esforços para resolver a outra ameaça séria à estabilidade regional: o conflito palestino-israelense. Bush e Barack Obama não conseguiram encontrar uma saída para a questão dos territórios ocupados na Faixa de Gaza e na Cisjordânia e do status de Jerusalém. Sucessivos primeiros-ministros israelenses, de Ariel Sharon a Binyamin Netanyahu, vêm usando a guerra ao terror em proveito próprio, afirmando que concessões ameaçam a segurança de Israel e que entidades como o Hamas - que venceu com facilidade as eleições em Gaza em 2005 - são terroristas disfarçados de representante legítimos palestinos.
    Apesar do foco na luta contra o terrorismo, os Estados Unidos ainda estavam alertas às tendências geopolíticas mais amplas. O progresso mais importante ocorreu entre EUA e a Índia, com a assinatura em 2008 do tratado 123 de cooperação nuclear civil. A nova parceria estratégica entre Washington e Nova Déli não só oferece um contrapeso à ascensão da China, como também ao Paquistão, que possui armas nucleares e é um aliado de longa data americano no sul da Ásia, apesar de cada vez mais difícil de ser controlado.
    Em contrapartida, as relações sino-americanas são pouco mais que uma acomodação desconfortável. Pequim vê Washington (na melhor das hipóteses) como "nem amigo, nem inimigo", enquanto os EUA acordaram tardiamente para o desafio representado pela China ao seu domínio no Pacífico. Pequim vem, de má vontade, pressionando o ressentido regime vizinho da Coreia do Norte, mas o fervor nacionalista significa que a liderança continua nevrálgica em relação a Taiwan e muito sensível às disputas territoriais com Japão, Coreia do Sul e Vietnã.
    Em última análise, o acontecimento geopolítico mais significativo dos últimos dez anos ocorreu não no campo de batalha, e sim no sistema financeiro. A crise bancária global teve origem na regulamentação falha e nos incentivos perversos aos bancos para que eles vendessem financiamentos imobiliários aos americanos pobres, que não tinham capacidade de pagá-los, além da alavancagem gigantesca do sistema financeiro. Essas distorções foram em parte criadas pelos desequilíbrios globais motivados pelo fato de os americanos estarem vivendo de crédito barato e de exportadores e poupadores chineses estarem contribuindo para a formação de um enorme superávit em conta corrente.
    Até o Grande Crash de 2008, esse carrossel girou despreocupadamente. Graças à mão de obra barata, a China exportou deflação para o resto do mundo. A China financiou o déficit em conta corrente dos EUA reciclando seu próprio superávit nos bônus do Tesouro americano. Agora, com três anos de crise financeira, a economia mundial foi virada de cabeça para baixo. Os EUA estão diminuídos, a Europa ficou de lado, e a Ásia está em ascensão, ao menos por enquanto.
    Considere as tendências históricas mais amplas. A participação da Ásia em desenvolvimento na economia global, em termos da paridade do poder de compra, subiu de forma constante, de 8% em 1980 para 24% no ano passado. Como um todo, os mercados de ações asiáticos agora respondem por 31% da capitalização do mercado global, à frente da Europa, com 25%, e bem perto da participação dos EUA, que é de 32%. No ano passado a China superou a Alemanha, tornando-se o maior país exportador do mundo. Os bancos chineses estão agora entre os maiores do mundo em valor de mercado.
    Os números das importações são igualmente reveladores: o mundo em desenvolvimento está se tornando o motor da economia mundial. Do consumo de cimento ao de ovos, a China lidera o planeta; ela também acaba de superar os EUA como maior mercado automobilístico do mundo.
    A apetite voraz da China por commodities está criando novas rotas comerciais, especialmente com potências emergentes como o Brasil. No ano passado, a China superou os EUA como maior parceiro comercial do Brasil. A América Latina, região outrora mais conhecida por sua instabilidade, emergiu da crise praticamente incólume. A pobreza está diminuindo, a classe média está crescendo e os mercados de ativos estão bastante aquecidos.
    Condoleezza Rice, assessora de segurança nacional e depois secretária da Estado de Bush, certa vez descreveu a multipolaridade como uma teoria de rivalidade, um mal necessário. Em termos econômicos, a multipolaridade prega uma nova ordem em que a interdependência é a norma e os EUA, embora ainda decisivamente poderosos, não mais ocupam um papel hegemônico.
    Quanto ao legado do 11 de Setembro, Gerard Lyons, principal economista do Standard Chartered Bank, diz que as três palavras mais importantes da última década não foram "guerra ao terrorismo", e sim "made in China". Pelas tendências do momento, acrescenta ele, as três palavras mais importantes desta década serão "propriedade da China".