Um jornalista argentino, da agência Infobae, solicitou-me uma opinião sobre o possível impacto dos desentendimentos entre os presidentes do Brasil e da Argentina na questão do Mercosul. Respondi suas questões em português, e ele traduziu, resumindo, minhas respostas em espanhol, que transcrevo abaixo.
"Debido a las
características de los procesos de integración entre Brasil y Argentina, las
negociaciones y los avances, o retrocesos, siempre han dependido del buen
entendimiento entre los mandatarios de los países. El Mercosur avanzó bastante
bien hasta la confirmación en 1994 de su estructura institucional, con el
Protocolo de Ouro Preto, que contaba con la presencia de los presidentes en las
reuniones semestrales del Consejo del bloque. Aun cuando Argentina comenzó a
enfrentar problemas con la Ley de Convertibilidad, la buena relación entre
Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso permitió superar temporalmente las
dificultades en el Mercosur. A pesar del colapso del régimen cambiario
argentino y de la crisis que enfrentó el país entre 2001 y 2002, Brasil siempre
buscó ayudar en los procesos de ajuste y en los acuerdos con el FMI".
"A partir de 2003, con Lula da Silva en Brasil y Néstor Kirchner en
Argentina, se suponía que la adopción de medidas relativamente similares en
ambos países podía representar para el Mercosur la entrada en una fase de
coordinación real de las políticas macroeconómicas y sectoriales. Pero a causa
de los desacuerdos entre los dos presidentes, que parecían competir por el
prestigio en la región, los países tomaron caminos totalmente diferentes. Lula
prefirió politizar indebidamente el Mercosur, creando nuevos organismos que no
tenían nada que ver con la vocación original del acuerdo comercial de
integración, y Kirchner se embarcó en una nueva ola nacionalista y
proteccionista, a expensas de los compromisos adoptados en el marco del
Mercosur. El bloque dejó de servir a su objetivo principal de ser una
plataforma para la inserción global de las economías de los países miembros y
se convirtió en un mercado egocéntrico, casi un avestruz".
"Con la llegada de Fernández y de Bolsonaro,
que parecen estar en antípodas de pensamiento político, no hay condiciones para
un diálogo directo sobre los problemas bilaterales ni sobre los desafíos que
enfrenta el Mercosur para ser un bloque confiable en los nuevos acuerdos
externos, que pueden ser prometedores en términos de inversiones y de creación
de cadenas de valor. El liderazgo de los presidentes es esencial en un bloque
cuya institucionalidad es muy precaria. No solo por la ausencia de supranacionalidad,
sino también porque incluso las regulaciones decididas a nivel
intergubernamental carecen a menudo de aplicación práctica en los países
miembros".
"Ahora el
Mercosur puede no ser estratégicamente relevante para Brasil a nivel
macroeconómico, pero sigue siendo extremadamente importante a nivel
microeconómico para decenas, cientos, miles de empresas de todos los tamaños y
especializaciones, así como para el agronegocio en general. Genera miles de
millones de dólares de comercio intrarregional y es responsable de cientos de
miles de puestos de trabajo en todas las cadenas de producción. Una decisión de
paralizar el Mercosur, o incluso de regresarlo a una simple zona de libre
comercio, puede ser desastrosa para una enorme diversidad de intereses nacionales
en todo el espacio económico intrarregional y extrarregional. Si ambos
presidentes escuchan a sus diplomáticos, a sus asesores económicos más
sensatos, pronto renunciarán a la loca idea de debilitar un proyecto de alianza
económica entre los grandes socios del Cono Sur, y encontrarán formas de
renovar el diálogo bilateral. Las empresas y los trabajadores de ambos países
necesitan un buen entendimiento entre Brasil y Argentina".
Paulo Roberto de Almeida
Brasília, 4-5/12/2019