Revista Interesse Nacional
ano 1 • NÚMERO 2 • julho-setembro de 2008
www.interessenacional.com
Sumário
7 Apresentação
A R T I G O S
9 Recolocando a Defesa na Agenda Nacional: O Plano Estratégico de Defesa
Nelson Jobim
A elaboração do Plano Estratégico de Defesa, aqui avaliado, abre o diálogo entre as Forças Armadas e a sociedade em torno de três temas: a reorganização das Forças, o seu reaparelhamento e o serviço militar. Em todas essas áreas, o diálogo orienta-se pelo objetivo de preparar a defesa nacional para os desafios futuros do desenvolvimento do país.
17 Defesa Nacional: Parâmetros Internacionais e Problemas Internos
Mario Cesar Flores
Este artigo delineia idéias básicas sobre o cenário geoestratégico regional – prioritário – e a inserção do Brasil nele; no cenário global, o Brasil seria ator coadjuvante. Em complemento, aborda a questão da organização das Forças Armadas e do preparo militar do país. Discute ainda a apatia da sociedade frente aos temas da defesa nacional.
27 O Brasil Contra os Direitos Humanos
Demétrio Magnoli
A política internacional de direitos humanos conheceu um período de regressão, deflagrado pelo advento do governo Bush e pela “guerra ao terror”. O Brasil colaborou ativamente para essa regressão, silenciando diante das violações de direitos humanos ou mesmo protegendo e elogiando os piores violadores. O comportamento da política externa do governo Lula reflete uma concepção sobre o sistema internacional que colide com os valores e interesses nacionais.
36 Direitos Humanos: O Debate Internacional e o Brasil
Sergio Abreu e Lima Florêncio
Finda a Guerra Fria, criaram-se altas expectativas quanto à vigência abrangente dos direitos humanos no sistema da ONU . Uma ilusão: as condenações mostraram-se politicamente direcionadas. O novo Conselho de Direitos Humanos é uma tentativa de superar o problema, para a qual o Brasil contribuiu, evitando polarizações e articulando consensos, como é de nossa tradição, às vezes incompreendida, na área internacionial dos direitos humanos. Internamente, temos feitos progressos e sido transparentes no reconhecimento dos problemas.
46 Mitigação da Mudança Climática e Oportunidades para o Brasil
Eduardo Viola
Mais do que para qualquer outro país, o interesse nacional do Brasil coincide com o interesse global de mitigação da mudança climática. O país tem tudo para ser mais desenvolvido e mais eqüitativo numa economia de baixo carbono. Não se justifica, a não ser por ranço ideológico, manter-se na posição defensiva de co-líder de uma coalizão de países emergentes com matriz energética suja.
58 Dez Anos de Reforma da Indústria de Petróleo: Lições e Novos Desafios
David Zilberstejn e Helder Queiroz Pinto Jr.
Em uma década de regulação econômica no setor de petróleo e gás, os resultados foram muito positivos, com investimentos novos que permitiram alavancar os investimentos e possibilitaram a exploração de novas fronteiras petrolíferas. As recentes descobertas de petróleo e gás em águas ultraprofundas representam uma grande oportunidade para o Brasil. O artigo discute como aproveitá-la, aperfeiçoando o marco regulatório existente.
67 A Inovação no Centro da Agenda
Glauco Arbix
Inovação é chave para o desenvolvimento em todos os países do mundo. Para o Brasil, inovação é essencial tanto para acelerar quanto para sustentar o crescimento econômico. Não há como preparar o país para o futuro sem tornar mais inovadores nossa economia, nossas empresas, nossas universidades e nosso Estado. Não é luxo de país rico, mas necessidade de quem enfrenta a competição de gigantes como a China e a Índia.
76 Sobre o Conceito de Interesse Nacional
Renato Janine Ribeiro
Ninguém pensa o interesse nacional se não for para defendê-lo e promovê-lo. “Nacional”, porém, não deve se referir a nação, mas a “Estado independente”, que pretende ser sujeito de sua ação. “Interesse”, por sua vez, é termo que, por sua própria origem e significado na reflexão política, pode levar à idéia de “um só interesse”. O que importa, numa democracia, é tomar o “interesse do Estado independente” como ponto de convergência, racionalmente sugerido, para que valores diferentes floresçam.
Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas. Ver também minha página: www.pralmeida.net (em construção).
terça-feira, 10 de junho de 2008
domingo, 8 de junho de 2008
886) Liga das Democracia: uma ideia maluca, Moises Naim
Liga de Naciones Democraticas: Buen nombre, mala idea
Moises Naim
El País, Domingo, 1 Junio, 2008
¿Estaría usted de acuerdo con que se formara una alianza mundial de naciones democráticas? Al club sólo serían admitidos países democráticos que se comprometieran a no usar la fuerza para dirimir conflictos entre sí. Además, esta alianza de democracias también podría actuar en concierto para influir sobre países que no son miembros del club, para que abandonen prácticas peligrosas o aborrecibles. Parar la construcción de bombas atómicas en Irán, el genocidio en Darfur (Sudán) o la represión en Myanmar son ejemplos del tipo de objetivos que podría perseguir este grupo. También podría coordinarse para actuar contra el cambio climático o el terrorismo. ¿Suena bien, verdad? Lástima que sea una mala idea.
La primera dificultad es decidir qué países pueden entrar en el club de las democracias
Esta idea no sólo tiene un buen nombre -oponerse a una alianza de democracias produce la misma sensación que estar en contra de una asociación de madres- sino que también tiene importantes padrinos. El más antiguo es Emmanuel Kant, quien en 1795 propuso que para alcanzar lo que llamó "paz perpetua" era necesario un acuerdo entre "republicas" (en esa época la democracia no estaba muy de moda).
El más reciente de los promotores de esto es John McCain, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos: "Necesitamos un nuevo acuerdo global, una liga de democracias, que pueda movilizar el gran poder de las más de 100 naciones democráticas del mundo con el fin de promover nuestros valores y defender nuestros intereses comunes". Importantes figuras del Partido Demócrata también apoyan la idea. Asesores de Barack Obama la han propuesto y a Madeleine Albright, importante asesora de Hillary Clinton, también le gusta la idea. Tanto que en 1999, como secretaria de Estado, anunció que su prioridad era crear una comunidad global de democracias. Y lo hizo. En 2000 presidió en Varsovia una reunión de 106 países que oficializó la creación de la Comunidad de Democracias. Un primer indicio de que la idea es algo problemática es que ocho años después, el mundo aún no parece haberse enterado de que el club de democracias ya existe.
La Comunidad de Democracias obviamente ha sido más efectiva como foro de discusión que como agente de influencia. Y es que no debe ser fácil poner de acuerdo a los 106 países que integran esta organización. Más aun cuando la comunidad incluye democracias tan ejemplares como las de Egipto, Rusia o Yemen. También hay que reconocer que en los últimos ocho años Estados Unidos no ha tenido un Gobierno particularmente interesado en coordinar sus decisiones (guerra de Irak) en al ámbito internacional con otros países.
Es en parte como reacción al unilateralismo del Gobierno de George W. Bush, que en ciertos círculos tanto conservadores como liberales de Estados Unidos ha renacido el entusiasmo para crear (o re-crear) una liga de naciones democráticas. Quienes no están tan entusiasmados con la idea son las otras grandes democracias del mundo. Ni India, ni Brasil ni Suráfrica, por ejemplo, han mostrado gran interés por el tema. Como escribe el ex diplomático inglés, David Hannay: "¿Se le ha ocurrido a alguno de los promotores de la liga de democracias preguntar a los indios o a los brasileños que piensan de la idea? La repuesta que obtendrían estaría entre la cautela y el rechazo".
Hay muchas razones para no entusiasmarse con la idea. La primera es la dificultad de decidir qué países pueden ser miembros del club. ¿Es Rusia una democracia? ¿Y quién lo decide? Otro problema que tendría un grupo como este es la presunción de que el sistema político de una nación define su política exterior. Esta es la teoría de la paz democrática, según la cual las democracias no inician guerras. Pregúntenle a George Bush.
Otra débil premisa es que los países democráticos tienen más intereses en común con otras democracias que con dictaduras. Esto no es así. La China no democrática comparte muchos intereses con las grandes democracias del mundo y sabemos que ningún gran problema global puede ser eficazmente enfrentado sin la activa participación de China.
¿Pueden las tensiones con el mundo islámico ser aliviadas sin la intensa concertación con países árabes no democráticos? ¿Puede la crisis energética ser frenada sin la colaboración de las monarquías y las dictaduras que más petróleo tienen? Claro que no.
Una liga de democracias que logre coordinar sus actuaciones puede además tener efectos contraproducentes. Como por ejemplo, forzar al creciente número de países no democráticos, o con democracias que son sólo aparentes, a trabajar en bloque para contrarrestar las iniciativas del club de democracias. En fin, no es una buena idea
Qué lastima que un nombre tan bueno como el de alianza de democracias tenga implicaciones tan defectuosas.
Source/Fuente: http://www.elpais.com
Moises Naim
El País, Domingo, 1 Junio, 2008
¿Estaría usted de acuerdo con que se formara una alianza mundial de naciones democráticas? Al club sólo serían admitidos países democráticos que se comprometieran a no usar la fuerza para dirimir conflictos entre sí. Además, esta alianza de democracias también podría actuar en concierto para influir sobre países que no son miembros del club, para que abandonen prácticas peligrosas o aborrecibles. Parar la construcción de bombas atómicas en Irán, el genocidio en Darfur (Sudán) o la represión en Myanmar son ejemplos del tipo de objetivos que podría perseguir este grupo. También podría coordinarse para actuar contra el cambio climático o el terrorismo. ¿Suena bien, verdad? Lástima que sea una mala idea.
La primera dificultad es decidir qué países pueden entrar en el club de las democracias
Esta idea no sólo tiene un buen nombre -oponerse a una alianza de democracias produce la misma sensación que estar en contra de una asociación de madres- sino que también tiene importantes padrinos. El más antiguo es Emmanuel Kant, quien en 1795 propuso que para alcanzar lo que llamó "paz perpetua" era necesario un acuerdo entre "republicas" (en esa época la democracia no estaba muy de moda).
El más reciente de los promotores de esto es John McCain, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos: "Necesitamos un nuevo acuerdo global, una liga de democracias, que pueda movilizar el gran poder de las más de 100 naciones democráticas del mundo con el fin de promover nuestros valores y defender nuestros intereses comunes". Importantes figuras del Partido Demócrata también apoyan la idea. Asesores de Barack Obama la han propuesto y a Madeleine Albright, importante asesora de Hillary Clinton, también le gusta la idea. Tanto que en 1999, como secretaria de Estado, anunció que su prioridad era crear una comunidad global de democracias. Y lo hizo. En 2000 presidió en Varsovia una reunión de 106 países que oficializó la creación de la Comunidad de Democracias. Un primer indicio de que la idea es algo problemática es que ocho años después, el mundo aún no parece haberse enterado de que el club de democracias ya existe.
La Comunidad de Democracias obviamente ha sido más efectiva como foro de discusión que como agente de influencia. Y es que no debe ser fácil poner de acuerdo a los 106 países que integran esta organización. Más aun cuando la comunidad incluye democracias tan ejemplares como las de Egipto, Rusia o Yemen. También hay que reconocer que en los últimos ocho años Estados Unidos no ha tenido un Gobierno particularmente interesado en coordinar sus decisiones (guerra de Irak) en al ámbito internacional con otros países.
Es en parte como reacción al unilateralismo del Gobierno de George W. Bush, que en ciertos círculos tanto conservadores como liberales de Estados Unidos ha renacido el entusiasmo para crear (o re-crear) una liga de naciones democráticas. Quienes no están tan entusiasmados con la idea son las otras grandes democracias del mundo. Ni India, ni Brasil ni Suráfrica, por ejemplo, han mostrado gran interés por el tema. Como escribe el ex diplomático inglés, David Hannay: "¿Se le ha ocurrido a alguno de los promotores de la liga de democracias preguntar a los indios o a los brasileños que piensan de la idea? La repuesta que obtendrían estaría entre la cautela y el rechazo".
Hay muchas razones para no entusiasmarse con la idea. La primera es la dificultad de decidir qué países pueden ser miembros del club. ¿Es Rusia una democracia? ¿Y quién lo decide? Otro problema que tendría un grupo como este es la presunción de que el sistema político de una nación define su política exterior. Esta es la teoría de la paz democrática, según la cual las democracias no inician guerras. Pregúntenle a George Bush.
Otra débil premisa es que los países democráticos tienen más intereses en común con otras democracias que con dictaduras. Esto no es así. La China no democrática comparte muchos intereses con las grandes democracias del mundo y sabemos que ningún gran problema global puede ser eficazmente enfrentado sin la activa participación de China.
¿Pueden las tensiones con el mundo islámico ser aliviadas sin la intensa concertación con países árabes no democráticos? ¿Puede la crisis energética ser frenada sin la colaboración de las monarquías y las dictaduras que más petróleo tienen? Claro que no.
Una liga de democracias que logre coordinar sus actuaciones puede además tener efectos contraproducentes. Como por ejemplo, forzar al creciente número de países no democráticos, o con democracias que son sólo aparentes, a trabajar en bloque para contrarrestar las iniciativas del club de democracias. En fin, no es una buena idea
Qué lastima que un nombre tan bueno como el de alianza de democracias tenga implicaciones tan defectuosas.
Source/Fuente: http://www.elpais.com
885) Rubens Ricupero: A falacia do preco dos alimentos
Primeiro transcrevo um artigo, depois comento mais abaixo:
A falácia do preço dos alimentos
Rubens Ricupero
Folha de S.Paulo, 8.06.2008
É FALSO ou exagerado boa parte do que se alardeia sobre a alta do preço dos alimentos. Nos últimos dez meses, é fato que os preços subiram em termos nominais. Contudo, quando se comparam esses preços com a média histórica e se corrige o efeito da inflação, a realidade é bem diferente.
Levando em conta o colapso no preço das commodities nos anos 1980 e 1990, José Antonio Ocampo, ex-subsecretário econômico da ONU, hoje na Universidade de Columbia, e Maria Ângela Parra publicaram artigo provando que a explosão é de preços minerais, e não agrícolas.
Tomaram como base o período 1945-1980, fase de 35 anos de preços até um pouco abaixo da tendência histórica. Aplicaram depois, como deflator, o índice da ONU/Banco Mundial conhecido como Unidade de Valor de Manufaturas.
Resultado: os números mostram explosão nos preços do petróleo e dos metais, sobretudo do cobre. Todos mais que dobraram, em termos reais, em relação à média de referência. O único ano em que os metais estiveram tão caros foi 1916, no meio da Primeira Guerra.
Já os preços agrícolas apenas se recuperam do abismo em que se tinham precipitado nos anos 80, sem que ninguém vertesse lágrimas pelas perdas dos agricultores. A maioria dos produtos tropicais na verdade ainda se encontra longe de haver recomposto as perdas.
Só existe um alimento de primeira necessidade com preço superior à média do pós-guerra. É o trigo, com índice de 189,7 (o índice 100 corresponde à fase 1945-1980). Os três outros produtos agrícolas acima de 100 são o óleo de palma (260,1), a banana (185) e a borracha (162,8). O Brasil não é grande exportador de nenhum: na banana, ocupamos posição marginal, e na borracha mal atingimos um terço das nossas necessidades. Uma segunda categoria é a dos alimentos que quase recuperaram o nível da média passada: o milho (95,7) e o arroz (78).
Na pior classe, a dos preços ainda deprimidos, encontramos o cacau (60,9), o chá (58,7), o café (58), o algodão (43,5) e o açúcar (41). O fato de que o açúcar nem conseguiu chegar à metade de sua cotação histórica média põe por terra o argumento de pressão direta do álcool de cana sobre o preço de alimentos.
Chega-se ao mesmo resultado pela evolução dos termos de intercâmbio, isto é, a relação entre preços de exportações e de importações. O último relatório da Cepal sobre a economia da América Latina, divulgado em dezembro de 2007, revela que os únicos países cujos termos de intercâmbio no ano passado melhoraram em 90%-100% acima dos de 2003 foram o Chile, exportador de cobre, e a Venezuela, de petróleo.
As outras melhoras significativas foram todas de exportadores de minérios: Bolívia e Peru (40%-60%); Colômbia e Equador (acima de 25%). Os dois maiores exportadores agrícolas, Argentina e Brasil, tiveram melhora de 10% ou menos.
Não é por acaso que Ocampo tenha sido diretor da Cepal e herdeiro do conselho de Raúl Prebisch: temos de olhar para os relatórios econômicos produzidos nos países ricos com espírito crítico e a partir da nossa realidade. Quem come da mão de americanos e europeus vê o que eles querem que vejamos.
A realidade é outra: os preços agrícolas e a renda rural ainda não se recuperaram plenamente da longa fase de colapso, os produtos tropicais continuam deprimidos e a real explosão é a do petróleo e dos metais.
RUBENS RICUPERO , 71, diretor da Faculdade de Economia da Faap e do Instituto Fernand Braudel de São Paulo, foi secretário-geral da Unctad (Conferência das Nações Unidas sobre Comércio e Desenvolvimento) e ministro da Fazenda (governo Itamar Franco). Escreve quinzenalmente, aos domingos, nesta coluna.
==============
Agora comento segundo meu conhecimento econômico e histórico:
É verdade o que diz o Embaixador Ricupero. Porem, essas comparacoes de niveis de precos sempre são problematicas, para dizer o mínimo. Os únicos precos que baixam CONTINUAMENTE, matematicamente, são os de manufaturados de massa, que se tornam cada vez mais baratos e acessiveis.
Quanto às materiais primas, tudo depende, obviamente, das condicoes de oferta e da procura e, em termos historicos, de qual seria a base da serie estatistica para estimar perdas e ganhos e relacoes de troca. Dependendo de onde se coloca o indice 100, voce pode ter um ganho ou uma perda, em funcao dos valores computados ALEATORIAMENTE.
Na longa serie, porem, pode-se dizer que efetivamente que os Minerais, por serem finitos, tendem a ter seu preço aumentado, dependendo da procura. O guano, por exemplo, era extremamente valorizado como adubo natural, ate ser desbancado pela amonia de petroleo no seculo XIX. Dai nao serviu para mais nada.
O cobre pode, teoricamente, ser desbancado por novos materiais condutores de melhor desempenho ou mais baratos.
Quanto aos agricolas, seus precos deveriam se reduzir, NATURALMENTE, em funcao dos ganhos de produtividade e do descarte completo dos fantasmas malthusianos.
Portanto, falar em recuperacao dos precos das commodities agricolas pode ser enganoso: elas deveria, teoricamente, ter o seu preco reduzido, a medida em que mais ofertantes entram no mercado. A Cepal, prebischiana, achava que os precos das commodities sempre iria cair, com a deterioracao inevitavel das relacoes de troca. Não é verdade. As commodities podem sim aumentar de preco: basta faltar oferta, o que depende, basicamente da producao de bens agricolas pelos produtores primarios, segundo os velhos principios ricardianos conhecidos.
Se nao se produz mais alimentos, é por politicas erradas, nao por ausencia de condicoes naturais. Nada disso ocorre com os minerais: ou voce tem ou nao tem. As simple as that...
-------------
Paulo Roberto de Almeida
A falácia do preço dos alimentos
Rubens Ricupero
Folha de S.Paulo, 8.06.2008
É FALSO ou exagerado boa parte do que se alardeia sobre a alta do preço dos alimentos. Nos últimos dez meses, é fato que os preços subiram em termos nominais. Contudo, quando se comparam esses preços com a média histórica e se corrige o efeito da inflação, a realidade é bem diferente.
Levando em conta o colapso no preço das commodities nos anos 1980 e 1990, José Antonio Ocampo, ex-subsecretário econômico da ONU, hoje na Universidade de Columbia, e Maria Ângela Parra publicaram artigo provando que a explosão é de preços minerais, e não agrícolas.
Tomaram como base o período 1945-1980, fase de 35 anos de preços até um pouco abaixo da tendência histórica. Aplicaram depois, como deflator, o índice da ONU/Banco Mundial conhecido como Unidade de Valor de Manufaturas.
Resultado: os números mostram explosão nos preços do petróleo e dos metais, sobretudo do cobre. Todos mais que dobraram, em termos reais, em relação à média de referência. O único ano em que os metais estiveram tão caros foi 1916, no meio da Primeira Guerra.
Já os preços agrícolas apenas se recuperam do abismo em que se tinham precipitado nos anos 80, sem que ninguém vertesse lágrimas pelas perdas dos agricultores. A maioria dos produtos tropicais na verdade ainda se encontra longe de haver recomposto as perdas.
Só existe um alimento de primeira necessidade com preço superior à média do pós-guerra. É o trigo, com índice de 189,7 (o índice 100 corresponde à fase 1945-1980). Os três outros produtos agrícolas acima de 100 são o óleo de palma (260,1), a banana (185) e a borracha (162,8). O Brasil não é grande exportador de nenhum: na banana, ocupamos posição marginal, e na borracha mal atingimos um terço das nossas necessidades. Uma segunda categoria é a dos alimentos que quase recuperaram o nível da média passada: o milho (95,7) e o arroz (78).
Na pior classe, a dos preços ainda deprimidos, encontramos o cacau (60,9), o chá (58,7), o café (58), o algodão (43,5) e o açúcar (41). O fato de que o açúcar nem conseguiu chegar à metade de sua cotação histórica média põe por terra o argumento de pressão direta do álcool de cana sobre o preço de alimentos.
Chega-se ao mesmo resultado pela evolução dos termos de intercâmbio, isto é, a relação entre preços de exportações e de importações. O último relatório da Cepal sobre a economia da América Latina, divulgado em dezembro de 2007, revela que os únicos países cujos termos de intercâmbio no ano passado melhoraram em 90%-100% acima dos de 2003 foram o Chile, exportador de cobre, e a Venezuela, de petróleo.
As outras melhoras significativas foram todas de exportadores de minérios: Bolívia e Peru (40%-60%); Colômbia e Equador (acima de 25%). Os dois maiores exportadores agrícolas, Argentina e Brasil, tiveram melhora de 10% ou menos.
Não é por acaso que Ocampo tenha sido diretor da Cepal e herdeiro do conselho de Raúl Prebisch: temos de olhar para os relatórios econômicos produzidos nos países ricos com espírito crítico e a partir da nossa realidade. Quem come da mão de americanos e europeus vê o que eles querem que vejamos.
A realidade é outra: os preços agrícolas e a renda rural ainda não se recuperaram plenamente da longa fase de colapso, os produtos tropicais continuam deprimidos e a real explosão é a do petróleo e dos metais.
RUBENS RICUPERO , 71, diretor da Faculdade de Economia da Faap e do Instituto Fernand Braudel de São Paulo, foi secretário-geral da Unctad (Conferência das Nações Unidas sobre Comércio e Desenvolvimento) e ministro da Fazenda (governo Itamar Franco). Escreve quinzenalmente, aos domingos, nesta coluna.
==============
Agora comento segundo meu conhecimento econômico e histórico:
É verdade o que diz o Embaixador Ricupero. Porem, essas comparacoes de niveis de precos sempre são problematicas, para dizer o mínimo. Os únicos precos que baixam CONTINUAMENTE, matematicamente, são os de manufaturados de massa, que se tornam cada vez mais baratos e acessiveis.
Quanto às materiais primas, tudo depende, obviamente, das condicoes de oferta e da procura e, em termos historicos, de qual seria a base da serie estatistica para estimar perdas e ganhos e relacoes de troca. Dependendo de onde se coloca o indice 100, voce pode ter um ganho ou uma perda, em funcao dos valores computados ALEATORIAMENTE.
Na longa serie, porem, pode-se dizer que efetivamente que os Minerais, por serem finitos, tendem a ter seu preço aumentado, dependendo da procura. O guano, por exemplo, era extremamente valorizado como adubo natural, ate ser desbancado pela amonia de petroleo no seculo XIX. Dai nao serviu para mais nada.
O cobre pode, teoricamente, ser desbancado por novos materiais condutores de melhor desempenho ou mais baratos.
Quanto aos agricolas, seus precos deveriam se reduzir, NATURALMENTE, em funcao dos ganhos de produtividade e do descarte completo dos fantasmas malthusianos.
Portanto, falar em recuperacao dos precos das commodities agricolas pode ser enganoso: elas deveria, teoricamente, ter o seu preco reduzido, a medida em que mais ofertantes entram no mercado. A Cepal, prebischiana, achava que os precos das commodities sempre iria cair, com a deterioracao inevitavel das relacoes de troca. Não é verdade. As commodities podem sim aumentar de preco: basta faltar oferta, o que depende, basicamente da producao de bens agricolas pelos produtores primarios, segundo os velhos principios ricardianos conhecidos.
Se nao se produz mais alimentos, é por politicas erradas, nao por ausencia de condicoes naturais. Nada disso ocorre com os minerais: ou voce tem ou nao tem. As simple as that...
-------------
Paulo Roberto de Almeida
884) Um tipo diferente de consenso: Copenhagen
REVIEW & OUTLOOK
A Different Consensus
The Wall Street Journal, June 7, 2008; Page A10
Even as the U.S. Senate debates a vast new tax and spend regime in the name of fighting climate change, a more instructive argument was taking place in Copenhagen, Denmark. Some of the world's leading economists met last week to decide how to do the most good in a world of finite resources.
Scarcity is a core economic concept, though politicians and even many economists prefer to ignore it. There isn't an unlimited amount of money to be spent on every problem, so choices have to be made. The question addressed by the Copenhagen Consensus Center is what investments would do the most good for the most people. The center's blue-ribbon panel of economists, including five Nobel laureates, weighed more than 40 proposals to improve the world by spending a total of $75 billion over the next four years.
What would do the most good most economically? Supplements of vitamin A and zinc for malnourished children.
Number two? A successful outcome to the Doha Round of global free-trade talks. (Someone please tell Barack Obama.)
[A Different Consensus]
Global warming mitigation? It ranked 30th, or last, right behind global warming mitigation research and development. (Someone please tell John McCain.) The nearby table lists other rankings.
"It's true that trade doesn't immediately save lives," explains Bjorn Lomborg, the political scientist who heads the Copenhagen Consensus Center. "But it's proven that when people have more money" – as tends to be the case when trade barriers fall – "they improve their health, their education and so on." The resulting prosperity reduces such problems as malnutrition and disease, while improving education. All three of those ranked high on the priority list.
The benefits of freer trade were estimated in a paper presented by Professors Kym Anderson and Alan Winters. They found that a successful Doha Round could generate up to $113 trillion in new wealth during the 21st century, at a cost of $420 billion or less from inefficient industries going bust. If you like ratios, that's a return of $269 for every $1 of cost. A less conservative projection puts the gains three times higher. More than 80% of this global windfall would go to the world's poorest countries.
Meanwhile, providing vitamin A and zinc would help some 112 million children in sub-Saharan Africa and South Asia for merely $60 million a year. The minerals would help prevent blindness and stunted growth – increasing lifetime productivity by an estimated $1 billion. Similar if not quite so bountiful returns apply to investments in iron supplements, salt iodization and deworming, all low-cost measures that the economists in Copenhagen ranked highly. A private charity would be smart to seize on these opportunities, the way that Rotary International led the fight to all but eradicate polio in the 20th century.
No doubt there is room to debate these priorities, and that was the point of the Copenhagen sessions. But it's also instructive that the rich world's political cause du jour, global warming, fell well down the list. Research into low-carbon energy technologies, at No. 14, was the only climate-related proposal to reach even the middle of the priority list.
As Mr. Lomborg recently explained, the costs of mitigating climate change would be enormous for what are highly speculative benefits. He prefers research on new technologies, rather than a global cap-and-trade regime that would raise energy prices and thus reduce overall economic growth. Meanwhile, societies that are wealthier due to free trade will be better able to cope with the consequences of warming, if it occurs.
The Doha trade round has fallen out of the news, largely because there is so little political will to compromise and get a deal. As the Copenhagen Consensus shows, this is a global tragedy that will do far more harm to more people than a modest increase in global temperature.
==========
OPINION
How to Think About the World's Problems
By BJORN LOMBORG
The Wall Street Journal, May 22, 2008; Page A15
The pain caused by the global food crisis has led many people to belatedly realize that we have prioritized growing crops to feed cars instead of people. That is only a small part of the real problem.
This crisis demonstrates what happens when we focus doggedly on one specific – and inefficient – solution to one particular global challenge. A reduction in carbon emissions has become an end in itself. The fortune spent on this exercise could achieve an astounding amount of good in areas that we hear a lot less about.
Research for the Copenhagen Consensus, in which Nobel laureate economists analyze new research about the costs and benefits of different solutions to world problems, shows that just $60 million spent on providing Vitamin A capsules and therapeutic Zinc supplements for under-2-year-olds would reach 80% of the infants in Sub-Saharan Africa and South Asia, with annual economic benefits (from lower mortality and improved health) of more than $1 billion. That means doing $17 worth of good for each dollar spent. Spending $1 billion on tuberculosis would avert an astonishing one million deaths, with annual benefits adding up to $30 billion. This gives $30 back on the dollar.
Heart disease represents more than a quarter of the death toll in poor countries. Developed nations treat acute heart attacks with inexpensive drugs. Spending $200 million getting these cheap drugs to poor countries would avert 300,000 deaths in a year.
A dollar spent on heart disease in a developing nation will achieve $25 worth of good. Contrast that to Operation Enduring Freedom, which Copenhagen Consensus research found in the two years after 2001 returned 9 cents for each dollar spent. Or with the 90 cents Copenhagen Consensus research shows is returned for every $1 spent on carbon mitigation policies.
Focusing first on costs and benefits means that we can reconsider the merits of policies that have gone out of fashion.
The unpopular war in Iraq has undermined rich nations' belief in the success of military intervention as a way of reducing conflict. But Copenhagen Consensus research reveals that a peacekeeping force is even more effective than aid in reducing the likelihood that a conflict-prone nation will relapse into violence.
Four new civil wars are expected to break out in the next decade in low-income nations. Compared with no deployment, spending $850 million on a peacekeeping initiative reduces the 10-year risk of conflict re-emerging to 7% from around 38%, according to Copenhagen Consensus research by Oxford University's Paul Collier.
Because of war's horrendous and lasting costs, each percentage point of risk reduction is worth around $2.5 billion to the world. Thus, spending $850 million each year to reduce the risk of conflict by a massive 30 percentage points means a 10-year gain of $75 billion compared to the overall cost of $8.5 billion, or $9 back on the dollar.
In other areas, too, sound economic analysis suggests solutions that we may at first find unpalatable.
Poor water or sanitation affects more than two billion people and will claim millions of lives this year. One targeted solution would be to build large, multipurpose dams in Africa.
Building new dams may not be politically correct, but there are massive differences between the U.S. and Europe – where there are sound environmental arguments to halt the construction of large dams and even to decommission some – and countries like Ethiopia which have no water storage facilities, great variability in rainfall, and where dams could be built with relatively few environmental side effects. A single reservoir located in the scarcely inhabited Blue Nile gorge in Ethiopia would cost a breathtaking $3.3 billion. But it would produce large amounts of desperately needed power for Ethiopia, Sudan and Egypt, combat the regional water shortage in times of drought, and expand irrigation. All these benefits would be at least two-and-a-half times as high as the costs.
In each of these areas – and in the areas of air pollution, education and trade barriers – the world's scarce resources could be used to achieve massive amounts of benefits.
Next week, some of the world's top economists, including five Nobel laureates, will consider new research outlining the costs and benefits of nearly 50 solutions to world problems – from building dams in Africa to providing micronutrient supplements to combating climate change. On May 30, the Copenhagen Consensus panel will produce a prioritized list showing the best and worst investments the world could make to tackle major challenges.
The research and the list will encourage greater transparency and a more informed debate.
Acknowledging that some investments shouldn't be our top priority isn't the same as saying that the challenges don't exist. It simply means working out how to do the most good with our limited resources. It will send a signal, too, to research communities about areas that need more study.
The global food crisis has sadly underlined the danger of continuing on our current path of fixating on poor solutions to high-profile problems instead of focusing on the best investments we could make to help the planet.
Mr. Lomborg, organizer of Copenhagen Consensus, is the author of "Cool It: The Skeptical Environmentalist's Guide to Global Warming" (Knopf, 2007).
A Different Consensus
The Wall Street Journal, June 7, 2008; Page A10
Even as the U.S. Senate debates a vast new tax and spend regime in the name of fighting climate change, a more instructive argument was taking place in Copenhagen, Denmark. Some of the world's leading economists met last week to decide how to do the most good in a world of finite resources.
Scarcity is a core economic concept, though politicians and even many economists prefer to ignore it. There isn't an unlimited amount of money to be spent on every problem, so choices have to be made. The question addressed by the Copenhagen Consensus Center is what investments would do the most good for the most people. The center's blue-ribbon panel of economists, including five Nobel laureates, weighed more than 40 proposals to improve the world by spending a total of $75 billion over the next four years.
What would do the most good most economically? Supplements of vitamin A and zinc for malnourished children.
Number two? A successful outcome to the Doha Round of global free-trade talks. (Someone please tell Barack Obama.)
[A Different Consensus]
Global warming mitigation? It ranked 30th, or last, right behind global warming mitigation research and development. (Someone please tell John McCain.) The nearby table lists other rankings.
"It's true that trade doesn't immediately save lives," explains Bjorn Lomborg, the political scientist who heads the Copenhagen Consensus Center. "But it's proven that when people have more money" – as tends to be the case when trade barriers fall – "they improve their health, their education and so on." The resulting prosperity reduces such problems as malnutrition and disease, while improving education. All three of those ranked high on the priority list.
The benefits of freer trade were estimated in a paper presented by Professors Kym Anderson and Alan Winters. They found that a successful Doha Round could generate up to $113 trillion in new wealth during the 21st century, at a cost of $420 billion or less from inefficient industries going bust. If you like ratios, that's a return of $269 for every $1 of cost. A less conservative projection puts the gains three times higher. More than 80% of this global windfall would go to the world's poorest countries.
Meanwhile, providing vitamin A and zinc would help some 112 million children in sub-Saharan Africa and South Asia for merely $60 million a year. The minerals would help prevent blindness and stunted growth – increasing lifetime productivity by an estimated $1 billion. Similar if not quite so bountiful returns apply to investments in iron supplements, salt iodization and deworming, all low-cost measures that the economists in Copenhagen ranked highly. A private charity would be smart to seize on these opportunities, the way that Rotary International led the fight to all but eradicate polio in the 20th century.
No doubt there is room to debate these priorities, and that was the point of the Copenhagen sessions. But it's also instructive that the rich world's political cause du jour, global warming, fell well down the list. Research into low-carbon energy technologies, at No. 14, was the only climate-related proposal to reach even the middle of the priority list.
As Mr. Lomborg recently explained, the costs of mitigating climate change would be enormous for what are highly speculative benefits. He prefers research on new technologies, rather than a global cap-and-trade regime that would raise energy prices and thus reduce overall economic growth. Meanwhile, societies that are wealthier due to free trade will be better able to cope with the consequences of warming, if it occurs.
The Doha trade round has fallen out of the news, largely because there is so little political will to compromise and get a deal. As the Copenhagen Consensus shows, this is a global tragedy that will do far more harm to more people than a modest increase in global temperature.
==========
OPINION
How to Think About the World's Problems
By BJORN LOMBORG
The Wall Street Journal, May 22, 2008; Page A15
The pain caused by the global food crisis has led many people to belatedly realize that we have prioritized growing crops to feed cars instead of people. That is only a small part of the real problem.
This crisis demonstrates what happens when we focus doggedly on one specific – and inefficient – solution to one particular global challenge. A reduction in carbon emissions has become an end in itself. The fortune spent on this exercise could achieve an astounding amount of good in areas that we hear a lot less about.
Research for the Copenhagen Consensus, in which Nobel laureate economists analyze new research about the costs and benefits of different solutions to world problems, shows that just $60 million spent on providing Vitamin A capsules and therapeutic Zinc supplements for under-2-year-olds would reach 80% of the infants in Sub-Saharan Africa and South Asia, with annual economic benefits (from lower mortality and improved health) of more than $1 billion. That means doing $17 worth of good for each dollar spent. Spending $1 billion on tuberculosis would avert an astonishing one million deaths, with annual benefits adding up to $30 billion. This gives $30 back on the dollar.
Heart disease represents more than a quarter of the death toll in poor countries. Developed nations treat acute heart attacks with inexpensive drugs. Spending $200 million getting these cheap drugs to poor countries would avert 300,000 deaths in a year.
A dollar spent on heart disease in a developing nation will achieve $25 worth of good. Contrast that to Operation Enduring Freedom, which Copenhagen Consensus research found in the two years after 2001 returned 9 cents for each dollar spent. Or with the 90 cents Copenhagen Consensus research shows is returned for every $1 spent on carbon mitigation policies.
Focusing first on costs and benefits means that we can reconsider the merits of policies that have gone out of fashion.
The unpopular war in Iraq has undermined rich nations' belief in the success of military intervention as a way of reducing conflict. But Copenhagen Consensus research reveals that a peacekeeping force is even more effective than aid in reducing the likelihood that a conflict-prone nation will relapse into violence.
Four new civil wars are expected to break out in the next decade in low-income nations. Compared with no deployment, spending $850 million on a peacekeeping initiative reduces the 10-year risk of conflict re-emerging to 7% from around 38%, according to Copenhagen Consensus research by Oxford University's Paul Collier.
Because of war's horrendous and lasting costs, each percentage point of risk reduction is worth around $2.5 billion to the world. Thus, spending $850 million each year to reduce the risk of conflict by a massive 30 percentage points means a 10-year gain of $75 billion compared to the overall cost of $8.5 billion, or $9 back on the dollar.
In other areas, too, sound economic analysis suggests solutions that we may at first find unpalatable.
Poor water or sanitation affects more than two billion people and will claim millions of lives this year. One targeted solution would be to build large, multipurpose dams in Africa.
Building new dams may not be politically correct, but there are massive differences between the U.S. and Europe – where there are sound environmental arguments to halt the construction of large dams and even to decommission some – and countries like Ethiopia which have no water storage facilities, great variability in rainfall, and where dams could be built with relatively few environmental side effects. A single reservoir located in the scarcely inhabited Blue Nile gorge in Ethiopia would cost a breathtaking $3.3 billion. But it would produce large amounts of desperately needed power for Ethiopia, Sudan and Egypt, combat the regional water shortage in times of drought, and expand irrigation. All these benefits would be at least two-and-a-half times as high as the costs.
In each of these areas – and in the areas of air pollution, education and trade barriers – the world's scarce resources could be used to achieve massive amounts of benefits.
Next week, some of the world's top economists, including five Nobel laureates, will consider new research outlining the costs and benefits of nearly 50 solutions to world problems – from building dams in Africa to providing micronutrient supplements to combating climate change. On May 30, the Copenhagen Consensus panel will produce a prioritized list showing the best and worst investments the world could make to tackle major challenges.
The research and the list will encourage greater transparency and a more informed debate.
Acknowledging that some investments shouldn't be our top priority isn't the same as saying that the challenges don't exist. It simply means working out how to do the most good with our limited resources. It will send a signal, too, to research communities about areas that need more study.
The global food crisis has sadly underlined the danger of continuing on our current path of fixating on poor solutions to high-profile problems instead of focusing on the best investments we could make to help the planet.
Mr. Lomborg, organizer of Copenhagen Consensus, is the author of "Cool It: The Skeptical Environmentalist's Guide to Global Warming" (Knopf, 2007).
883) I Wish You Love - Que reste-t-il de nos amours?
I Wish You Love - Que reste-t-il de nos amours?
Musique originale: Charles Trenet; English Lyrics: Albert A. Beach
(June 7, 2008)
Goodbye, no use leading with our chins
This is where our story ends
Never lovers, ever friends
Goodbye, let our hearts call it a day
But before you walk away
I sincerely want to say
I wish you bluebirds in the spring
To give your heart a song to sing
And then a kiss but more than this
I wish you love
And in July, a lemonade
To cool you in some leafy glade
I wish you health and more than wealth
I wish you love
My breaking heart and I agree
That you and I could never be
So with my best, my very best
I set you free
I wish you shelter from the storm
A cozy fire to keep you warm
But most of all when snowflakes fall
I wish you love
Youtubes:
From the movie
Only lyrics and song: (Rachael Yamagata Album Version)
Another version with slides
Paris
Frank Sinatra (Followed by “And That’s Life”)
Frank Sinatra (with Count Basie):
Rod Stewart
Michael Bublé (with: I’ll never smile again)
Chaka Khan (with George Duke and Stanley Calrk at Montreux Jazz Festival)
Judy Garland
Chrissie Hynde (from Eye of the Beholder)
Chrissie Hynde
Que reste-t-il de nos amours?
Charles Trenet
http://www.youtube.com/watch?v=cu9bXqpR5Gk&feature=related
Patrick Bruel
Paroles françaises par Charles Trenet:
Ce soir, le vent qui frappe à ma porte
Me parle des amours mortes
Devant le feux qui s’éteint
Ce soir, c’est une chanson d’automne
Dans la maison qui frissone
Et je pense aux jours lointains
Que reste-t-il de nos amours
Que reste-t-il de ces beaux jours
Une photo, vieille photo
De ma jeunesse
Que reste-t-il des billets doux
Des mois d' avril, des rendez-vous
Un souvenir qui me poursuit
Sans cesse
Bonheur fané, cheveux au vent
Baisers volés, rêves mouvants
Que reste-t-il de tout cela
Dites-le-moi
Un petit village
Un vieux clocher
Un paysage
Si bien caché
Et dans un nuage
Le cher visage
De mon passé
Les mots, les mots tendres qu’on murmure
Les caresses les plus pures
Les serments au fonds des bois
Les fleurs, qu’on retrouve dans un livre
Dont le parfum nous enivrent
Ce sont envolés pourquoi?
Que reste-t-il de nos amours
Que reste-t-il de ces beaux jours
Une photo, vieille photo
De ma jeunesse
Que reste-t-il des billets doux
Des mois d' avril, des rendez-vous
Un souvenir qui me poursuit
Sans cesse
Bonheur fané, cheveux au vent
Baisers volés, rêves mouvants
Que reste-t-il de tout cela
Dites-le-moi
Un petit village
Un vieux clocher
Un paysage
Si bien caché
Et dans un nuage
Le cher visage
De mon passé
Dalida (avec Charles Trenet)
Dalida avec Johnny Mathis
Nana Mouskouri
Francoise Hardy et Bashung
I wish you love / Que reste-t-il de nos amours – Quintet Robert Fourgo
Musique originale: Charles Trenet; English Lyrics: Albert A. Beach
(June 7, 2008)
Goodbye, no use leading with our chins
This is where our story ends
Never lovers, ever friends
Goodbye, let our hearts call it a day
But before you walk away
I sincerely want to say
I wish you bluebirds in the spring
To give your heart a song to sing
And then a kiss but more than this
I wish you love
And in July, a lemonade
To cool you in some leafy glade
I wish you health and more than wealth
I wish you love
My breaking heart and I agree
That you and I could never be
So with my best, my very best
I set you free
I wish you shelter from the storm
A cozy fire to keep you warm
But most of all when snowflakes fall
I wish you love
Youtubes:
From the movie
Only lyrics and song: (Rachael Yamagata Album Version)
Another version with slides
Paris
Frank Sinatra (Followed by “And That’s Life”)
Frank Sinatra (with Count Basie):
Rod Stewart
Michael Bublé (with: I’ll never smile again)
Chaka Khan (with George Duke and Stanley Calrk at Montreux Jazz Festival)
Judy Garland
Chrissie Hynde (from Eye of the Beholder)
Chrissie Hynde
Que reste-t-il de nos amours?
Charles Trenet
http://www.youtube.com/watch?v=cu9bXqpR5Gk&feature=related
Patrick Bruel
Paroles françaises par Charles Trenet:
Ce soir, le vent qui frappe à ma porte
Me parle des amours mortes
Devant le feux qui s’éteint
Ce soir, c’est une chanson d’automne
Dans la maison qui frissone
Et je pense aux jours lointains
Que reste-t-il de nos amours
Que reste-t-il de ces beaux jours
Une photo, vieille photo
De ma jeunesse
Que reste-t-il des billets doux
Des mois d' avril, des rendez-vous
Un souvenir qui me poursuit
Sans cesse
Bonheur fané, cheveux au vent
Baisers volés, rêves mouvants
Que reste-t-il de tout cela
Dites-le-moi
Un petit village
Un vieux clocher
Un paysage
Si bien caché
Et dans un nuage
Le cher visage
De mon passé
Les mots, les mots tendres qu’on murmure
Les caresses les plus pures
Les serments au fonds des bois
Les fleurs, qu’on retrouve dans un livre
Dont le parfum nous enivrent
Ce sont envolés pourquoi?
Que reste-t-il de nos amours
Que reste-t-il de ces beaux jours
Une photo, vieille photo
De ma jeunesse
Que reste-t-il des billets doux
Des mois d' avril, des rendez-vous
Un souvenir qui me poursuit
Sans cesse
Bonheur fané, cheveux au vent
Baisers volés, rêves mouvants
Que reste-t-il de tout cela
Dites-le-moi
Un petit village
Un vieux clocher
Un paysage
Si bien caché
Et dans un nuage
Le cher visage
De mon passé
Dalida (avec Charles Trenet)
Dalida avec Johnny Mathis
Nana Mouskouri
Francoise Hardy et Bashung
I wish you love / Que reste-t-il de nos amours – Quintet Robert Fourgo
882) Curso em SP: A ordem mundial e as relações internacionais do Brasil
ESCOLA SUPERIOR DE PROPAGANDA E MARKETING
Curso de Férias (noturno): São Paulo, SP
A ordem mundial e as relações internacionais do Brasil
Objetivo:
Informar, analisar e debater com os participantes do curso os aspectos políticos, econômicos e tecnológicos da ordem internacional contemporânea. Serão enfocados os principais problemas da agenda diplomática mundial e a forma como o Brasil interage com cada uma de suas vertentes, no contexto da globalização e da internacionalização de seu sistema econômico.
A quem se destina:
A estudantes de humanidades em geral, de cursos de Relações Internacionais, em particular, mas também a todos os que estudam temas de alguma forma afetos aos negócios globais, em nível de graduação ou especialização em administração (com foco em global business). Deve interessar, igualmente, a homens de negócio, assim como a quaisquer outros profissionais interessados em atualizar conhecimentos sobre a agenda internacional (negociações comerciais multilaterais e regionais, crises financeiras, temas globais) e sobre a diplomacia brasileira em particular.
Metodologia:
Distribuição preliminar de apostila e de ampla bibliografia sobre os pontos selecionados, exposição em classe e interação com os alunos sobre as questões selecionadas e outras sugeridas durante o próprio curso .
Programa:
1) A ordem política mundial do início do século XXI e a posição do Brasil (Segurança estratégica e equilíbrios geopolíticos: interesses do Brasil; Relações entre as grandes potências e conflitos regionais: a América do Sul; Cooperação política e militar nas zonas de conflitos: o Conselho de Segurança)
2) A ordem econômica mundial e a inserção internacional do Brasil
(Regulação cooperativa das relações econômicas internacionais; Assimetrias de desenvolvimento: crescimento e investimentos estrangeiros; Cooperação multilateral e Objetivos do Milênio: o fracasso da ajuda oficial; Recursos energéticos e padrões de sustentabilidade: o papel do Brasil)
3) O Brasil e as economias emergentes: desafios e perspectivas
(Evolução recente das economias emergentes no contexto mundial; Acesso a mercados e negociações comerciais multilaterais; O Brasil no contexto das economias emergentes: desafios e limitações)
4) O regionalismo sul-americano e o papel político-econômico do Brasil
(Contexto político da América do Sul em perspectiva histórica; Os processos de integração regional e a evolução da posição do Brasil; Integração regional: origens e evolução do Mercosul, crise e estagnação; Desafios do Mercosul no contexto regional e mundial: perspectivas)
Professor:
Paulo Roberto de Almeida: Doutor em Ciências Sociais (Universidade de Bruxelas), Mestre em Economia Internacional (Universidade de Antuérpia); Diplomata de carreira; Professor orientador no Mestrado em Diplomacia do Instituto Rio Branco do Ministério das Relações Exteriores; Professor de Economia Política Internacional no Mestrado em Direito do Centro Universitário de Brasília – Uniceub. Ex-Assessor no Núcleo de Assuntos Estratégicos da Presidência da República; Ministro-Conselheiro na Embaixada do Brasil em Washington (1999-2004).
Link para CV Lattes: http://lattes.cnpq.br/9470963765065128; pralmeida@mac.com; www.pralmeida.org.
Duração:
Dias 7 e 8 e 10 e 11 de Julho de 2008; quatro noites de 3:30hs cada uma (das 19 às 22:30hs; total: 14hs).
Inscrições / Vagas Limitadas
On-line no site da ESPM – www.espm.br/ferias
Maiores informações neste link:
http://www.espm.br/ConhecaAESPM/Cursos/Pages/Default.aspx?CodigoUnidade=1&CodigoCursoDetalhe=271
Curso de Férias (noturno): São Paulo, SP
A ordem mundial e as relações internacionais do Brasil
Objetivo:
Informar, analisar e debater com os participantes do curso os aspectos políticos, econômicos e tecnológicos da ordem internacional contemporânea. Serão enfocados os principais problemas da agenda diplomática mundial e a forma como o Brasil interage com cada uma de suas vertentes, no contexto da globalização e da internacionalização de seu sistema econômico.
A quem se destina:
A estudantes de humanidades em geral, de cursos de Relações Internacionais, em particular, mas também a todos os que estudam temas de alguma forma afetos aos negócios globais, em nível de graduação ou especialização em administração (com foco em global business). Deve interessar, igualmente, a homens de negócio, assim como a quaisquer outros profissionais interessados em atualizar conhecimentos sobre a agenda internacional (negociações comerciais multilaterais e regionais, crises financeiras, temas globais) e sobre a diplomacia brasileira em particular.
Metodologia:
Distribuição preliminar de apostila e de ampla bibliografia sobre os pontos selecionados, exposição em classe e interação com os alunos sobre as questões selecionadas e outras sugeridas durante o próprio curso .
Programa:
1) A ordem política mundial do início do século XXI e a posição do Brasil (Segurança estratégica e equilíbrios geopolíticos: interesses do Brasil; Relações entre as grandes potências e conflitos regionais: a América do Sul; Cooperação política e militar nas zonas de conflitos: o Conselho de Segurança)
2) A ordem econômica mundial e a inserção internacional do Brasil
(Regulação cooperativa das relações econômicas internacionais; Assimetrias de desenvolvimento: crescimento e investimentos estrangeiros; Cooperação multilateral e Objetivos do Milênio: o fracasso da ajuda oficial; Recursos energéticos e padrões de sustentabilidade: o papel do Brasil)
3) O Brasil e as economias emergentes: desafios e perspectivas
(Evolução recente das economias emergentes no contexto mundial; Acesso a mercados e negociações comerciais multilaterais; O Brasil no contexto das economias emergentes: desafios e limitações)
4) O regionalismo sul-americano e o papel político-econômico do Brasil
(Contexto político da América do Sul em perspectiva histórica; Os processos de integração regional e a evolução da posição do Brasil; Integração regional: origens e evolução do Mercosul, crise e estagnação; Desafios do Mercosul no contexto regional e mundial: perspectivas)
Professor:
Paulo Roberto de Almeida: Doutor em Ciências Sociais (Universidade de Bruxelas), Mestre em Economia Internacional (Universidade de Antuérpia); Diplomata de carreira; Professor orientador no Mestrado em Diplomacia do Instituto Rio Branco do Ministério das Relações Exteriores; Professor de Economia Política Internacional no Mestrado em Direito do Centro Universitário de Brasília – Uniceub. Ex-Assessor no Núcleo de Assuntos Estratégicos da Presidência da República; Ministro-Conselheiro na Embaixada do Brasil em Washington (1999-2004).
Link para CV Lattes: http://lattes.cnpq.br/9470963765065128; pralmeida@mac.com; www.pralmeida.org.
Duração:
Dias 7 e 8 e 10 e 11 de Julho de 2008; quatro noites de 3:30hs cada uma (das 19 às 22:30hs; total: 14hs).
Inscrições / Vagas Limitadas
On-line no site da ESPM – www.espm.br/ferias
Maiores informações neste link:
http://www.espm.br/ConhecaAESPM/Cursos/Pages/Default.aspx?CodigoUnidade=1&CodigoCursoDetalhe=271
sexta-feira, 6 de junho de 2008
881) E agora, sobre a Realpolitik...
Pequena lição de Realpolitik
(Brasília, 2 junho 2008, 5 p.) Digressões rápidas sobre esse conceito e o seu oposto, a Idealpolitik.
Publicado em Mundorama e em Meridiano 47.
Seria totalmente justificado o mau (pré)conceito que carrega a Realpolitik no plano das atitudes possíveis de serem adotadas pelos estadistas e outros responsáveis pelas relações internacionais dos Estados modernos? Leva ela, necessariamente, a um comportamento egoísta no confronto com alternativas menos estado-cêntricas e mais voltadas para o bem comum da comunidade internacional? Mas será que existe, de fato, uma coisa chamada “comunidade internacional”? Estadistas responsáveis podem adotar outra postura que não a pragmática, focada no interesse nacional, quando se trata de administrar as relações exteriores de seus países? Vejamos o que seria possível argumentar em torno desse conceito numa espécie de curso concentrado.
Realpolitik é mais um método do que uma doutrina, completa e acabada. Ela pode ser vista como uma escola de pensamento que não é boa, ou má, em si, e sim que pode, ou não, servir os interesses daqueles que presumidamente se guiam por seus “princípios”, algo vagos, de análise e de ação. O que ela quer dizer, finalmente? A rigor, trata-se de um simples cálculo utilitário, baseado nos interesses primários de um país, um Estado, um indivíduo. Ela tende a considerar os dados do problema e não se deixa guiar por motivações idealistas, generosas ou “humanitárias” de tal decisão ou ação, mas apenas e exclusivamente pelo retorno esperado de um determinado curso de ação, que deve corresponder à maior utilidade ou retornos possíveis para o seu proponente ou condutor da ação.
Como tal, ela responde a objetivos estritamente pragmáticos e “racionais”, num sentido estrito, de uma determinada interação humana, social ou estatal. Ela parte de um pressuposto básico, na vida ou na sociedade: indivíduos e grupos sociais guiam-se, basicamente, por seus instintos de sobrevivência ou por seus interesses imediatos de conforto, bem-estar, segurança, maximização de satisfação, de prazer ou de riqueza e poder, no caso de sociedades mais complexas. Não se pode negar que, nessa perspectiva, ela corresponde, aparentemente, à natureza humana, ou pelo menos a certa concepção da natureza humana, tal como vista pelos filósofos utilitaristas ou individualistas.
O que oferece, em seu lugar, aquela que seria, presumivelmente, sua contrapartida teórica, ou até prática, a Idealpolitik? Esta, supostamente, se deixaria guiar por nobres ideais, altruística em seus princípios e motivações, generosa nas suas interações e ações, voltada para o bem comum, a solidariedade, a elevação moral da humanidade e a promoção de valores vinculados aos direitos humanos, à democracia, ao primado do direito sobre a força, à construção de uma institucionalidade que supere, justamente, o interesse egoísta de indivíduos e Estados. Ainda que se possa conceber a existência, e mesmo a atuação, de indivíduos, instituições e Estados que se deixem guiar por tal conjunto de princípios e valores, não tenho certeza de que eles são seguidos na prática quando se trata do interesse maior de indivíduos e sociedades organizadas, que são os da sua segurança e da sua sobrevivência física.
Em qualquer hipótese, algumas distinções são possíveis, e passíveis, de serem feitas e elas têm a ver com a organização geral das ações do Estado no plano exterior. Teoricamente, a “doutrina” idealista seria mais comprometida com a cooperação internacional – no plano bilateral ou multilateral – e com a promoção de instituições comprometidas com tal finalidade, atualmente representadas pela ONU (mesmo com toda a corrupção e desvios comprovados), ao passo que a “doutrina” realista teria unicamente como base o interesse egoísta dos Estados, fechados, portanto, a esforços de cooperação ampliada, assistência a necessitados ou promoção de interesses comuns da humanidade. Tal dicotomia é dificilmente encontrável na prática, pois todos os Estados, e indivíduos, acabam cooperando na prática, ainda que tratando de cuidar, primariamente, de seu interesse próprio.
Finalmente, pode-se conceber uma Realpolitik “esclarecida” que, voluntariamente ou não, busca, de forma ativa ou secundária, a promoção de valores “altruísticos”, uma vez que eles poderiam ser funcionais, em última instância, para a promoção e a manutenção do interesse próprio do Estado ou do indivíduo em questão. Ou seja, a busca do “bem” redundaria em maior bem primeiramente para o seu promotor.
Estas considerações, necessariamente de cunho generalizante ou conceitual, não têm muito a ver com realizações práticas, ou correntes, de alguma Realpolitik em ação, “esclarecida” ou não. Normalmente se tende a identificar o exercício desse tipo de política com manifestações práticas de “diplomacia blindada” de alguma grande potência, na suposição de que apenas potências dominantes têm condições de cuidar de seu interesse próprio de maneira egoísta ou arrogante, o que é um entendimento enviesado, ou capcioso, do que seja Realpolitik. Por certo, pequenos Estados ou indivíduos desprovidos de poder próprio não têm condições de impor sua vontade aos demais, daí a identificação da Realpolitik com a política de poder. A rigor, qualquer indivíduo ou Estado pode tentar exercer seu quantum de Realpolitik, embora dentro de limites próprios à sua liberdade de ação (ou de reação).
Para tocar num exemplo sempre invocado de doutrina “realista” do interesse nacional, num sentido estreitamente egoísta e unilateral, referência é feita à chamada “doutrina Bush” de ação preventiva, com vistas a antecipar a qualquer iniciativa por parte de Estados inimigos ou grupos terroristas de atacar os EUA, o que justificaria, aos olhos de seus dirigentes, um ataque preventivo contra esses supostos inimigos. Ao mesmo tempo, caberia lembrar que essa doutrina vem sendo apresentada ou vem “envelopada” num conjunto de argumentos justificadores da ação americana, condizentes, supostamente, com uma visão mais “altruística” das relações internacionais, posto que identificada com a promoção da democracia, a defesa dos direitos humanos – em especial da mulher –, a capacidade de iniciativa individual no plano econômico, a liberdade religiosa e vários outros elementos de natureza supostamente “iluminista”.
Que isto esteja sendo feito por bombas e ocupação militar, e não por professores e missionários, poderia ser visto como secundário do ponto de vista da escola “realista”, embora não o seja para os “destinatários” da ação: afinal de contas, parece difícil implementar a democracia na ponta dos fuzis, ou mediante canhões e mísseis. Desse ponto de vista, a visão e a ação de Kissinger pareciam sinceras, ainda cinicamente realistas: ele não pretendia “melhorar” o mundo, apenas torná-lo suportável no plano dos interesses nacionais americanos, o que já lhe parecia um programa realisticamente enorme (em face dos perigos percebidos, reais ou ilusórios).
A Realpolitik, portanto, recomendaria deixar cada povo cuidar dos seus afazeres, sem interferência dos demais, até o limite dos efeitos indiretos sobre a segurança de outros da soberania exclusiva assim exercida (ou seja, eventuais spill-overs da potestade interna exercida de maneira excludente). Atualmente se invoca, ao lado do “dever de ingerência” – que seria a intervenção direta nos assuntos internos de outros Estados em caso de graves atentados aos direitos humanos – o chamado princípio da “não-indiferença”, que seria uma motivação altruística para exercer a cooperação ativa em prol do bem estar de povos menos bem aquinhoados pela natureza ou pela sua organização estatal ou social. A diferença entre um e outro estaria em que, no primeiro caso, a intervenção se daria contrariamente aos desejos ou capacidade de reação do Estado em questão, ao passo que no segundo, em total concordância e em cooperação com seus dirigentes.
Num primeiro caso, teríamos, então, a Realpolitik bem intencionada, no segundo a Idealpolitik explícita e aberta. O que se deve julgar, na verdade, é a eficiência das ações empreendidas com relação a objetivos bem determinados: no primeiro caso, o possível resultado é o salvamento de pessoas que de alguma forma pereceriam na ausência de intervenção, o que significa, simplesmente, a diferença entre a vida e a morte. No segundo caso, as ações altruísticas empreendidas podem ser rigorosamente inócuas, caso a não indiferença se exerça em direção de objetivos secundários ou totalmente marginais em relação aos verdadeiros problemas do país ou sociedade assim beneficiados com tal ação humanitária.
Não há, como se vê, um critério uniforme para se julgar princípios de ação, ou suas motivações teóricas: o que existem são situações objetivas e resultados tangíveis, em função dos quais julgar da efetividade de iniciativas e empreendimentos tomados por estadistas. O realismo e o idealismo podem ser invocados em circunstância diversas, e produzirem resultados totalmente contraditórios, em função dos objetivos pretendidos e dos meios mobilizados.
O que teria Kissinger a ver com isto, finalmente? Provavelmente nada, a não ser a perspectiva da história profunda e o sentido da razão, sempre bons conselheiros em matéria de políticas de Estado, em qualquer área que se pretenda atuar. Com todo o seu realismo cínico, Kissinger foi provavelmente um estadista altamente eficiente do ponto de vista dos interesses egoístas – portanto realistas – dos EUA. Teria sido ele tão eficiente assim caso tivesse sido, hipoteticamente, guindado à frente das Nações Unidas, num papel de cunho profundamente altruístico e humanitário? Provavelmente não, pois lhe faltaria a alavanca necessária para ser bom (ou mau, com os ditadores), segundo as circunstâncias: o poder de ordenar e de ser obedecido.
Não é segredo para ninguém que a ONU, com todos os seus bons princípios – e a despeito de uma maquinaria emperrada, por vezes corrupta – não é sequer capaz de fazer cumprir seus objetivos prioritários, e ela não o será pelo futuro previsível. Isto talvez seja uma demonstração cabal de que o realismo prático, com todos os seus supostos defeitos congenitais, ainda constitui uma boa alavanca para a ação.
Talvez, então, a melhor combinação possível, se as escolhas nos são dadas, fosse armar-se de uma doutrina inspirada nos bons princípios da Idealpolitik, ao mesmo tempo em que, no terreno da ação prática (e efetiva), buscaríamos guiar-nos pelos velhos e surrados princípios da Realpolitik. Acredito que mesmo um cínico como Kissinger não desgostaria desta combinação. Provavelmente é mais fácil propor do que implementar tal tipo de mini-max, ou seja, uma mistura de boas intenções com uma mão de ferro na sua consecução: poucos seriam capazes de fazê-lo, talvez apenas os “realistas-idealistas”. Ou serão os “idealistas- realistas”? Grande questão...
Paulo Roberto de Almeida
Brasília, 2 de junho de 2008
(Brasília, 2 junho 2008, 5 p.) Digressões rápidas sobre esse conceito e o seu oposto, a Idealpolitik.
Publicado em Mundorama e em Meridiano 47.
Seria totalmente justificado o mau (pré)conceito que carrega a Realpolitik no plano das atitudes possíveis de serem adotadas pelos estadistas e outros responsáveis pelas relações internacionais dos Estados modernos? Leva ela, necessariamente, a um comportamento egoísta no confronto com alternativas menos estado-cêntricas e mais voltadas para o bem comum da comunidade internacional? Mas será que existe, de fato, uma coisa chamada “comunidade internacional”? Estadistas responsáveis podem adotar outra postura que não a pragmática, focada no interesse nacional, quando se trata de administrar as relações exteriores de seus países? Vejamos o que seria possível argumentar em torno desse conceito numa espécie de curso concentrado.
Realpolitik é mais um método do que uma doutrina, completa e acabada. Ela pode ser vista como uma escola de pensamento que não é boa, ou má, em si, e sim que pode, ou não, servir os interesses daqueles que presumidamente se guiam por seus “princípios”, algo vagos, de análise e de ação. O que ela quer dizer, finalmente? A rigor, trata-se de um simples cálculo utilitário, baseado nos interesses primários de um país, um Estado, um indivíduo. Ela tende a considerar os dados do problema e não se deixa guiar por motivações idealistas, generosas ou “humanitárias” de tal decisão ou ação, mas apenas e exclusivamente pelo retorno esperado de um determinado curso de ação, que deve corresponder à maior utilidade ou retornos possíveis para o seu proponente ou condutor da ação.
Como tal, ela responde a objetivos estritamente pragmáticos e “racionais”, num sentido estrito, de uma determinada interação humana, social ou estatal. Ela parte de um pressuposto básico, na vida ou na sociedade: indivíduos e grupos sociais guiam-se, basicamente, por seus instintos de sobrevivência ou por seus interesses imediatos de conforto, bem-estar, segurança, maximização de satisfação, de prazer ou de riqueza e poder, no caso de sociedades mais complexas. Não se pode negar que, nessa perspectiva, ela corresponde, aparentemente, à natureza humana, ou pelo menos a certa concepção da natureza humana, tal como vista pelos filósofos utilitaristas ou individualistas.
O que oferece, em seu lugar, aquela que seria, presumivelmente, sua contrapartida teórica, ou até prática, a Idealpolitik? Esta, supostamente, se deixaria guiar por nobres ideais, altruística em seus princípios e motivações, generosa nas suas interações e ações, voltada para o bem comum, a solidariedade, a elevação moral da humanidade e a promoção de valores vinculados aos direitos humanos, à democracia, ao primado do direito sobre a força, à construção de uma institucionalidade que supere, justamente, o interesse egoísta de indivíduos e Estados. Ainda que se possa conceber a existência, e mesmo a atuação, de indivíduos, instituições e Estados que se deixem guiar por tal conjunto de princípios e valores, não tenho certeza de que eles são seguidos na prática quando se trata do interesse maior de indivíduos e sociedades organizadas, que são os da sua segurança e da sua sobrevivência física.
Em qualquer hipótese, algumas distinções são possíveis, e passíveis, de serem feitas e elas têm a ver com a organização geral das ações do Estado no plano exterior. Teoricamente, a “doutrina” idealista seria mais comprometida com a cooperação internacional – no plano bilateral ou multilateral – e com a promoção de instituições comprometidas com tal finalidade, atualmente representadas pela ONU (mesmo com toda a corrupção e desvios comprovados), ao passo que a “doutrina” realista teria unicamente como base o interesse egoísta dos Estados, fechados, portanto, a esforços de cooperação ampliada, assistência a necessitados ou promoção de interesses comuns da humanidade. Tal dicotomia é dificilmente encontrável na prática, pois todos os Estados, e indivíduos, acabam cooperando na prática, ainda que tratando de cuidar, primariamente, de seu interesse próprio.
Finalmente, pode-se conceber uma Realpolitik “esclarecida” que, voluntariamente ou não, busca, de forma ativa ou secundária, a promoção de valores “altruísticos”, uma vez que eles poderiam ser funcionais, em última instância, para a promoção e a manutenção do interesse próprio do Estado ou do indivíduo em questão. Ou seja, a busca do “bem” redundaria em maior bem primeiramente para o seu promotor.
Estas considerações, necessariamente de cunho generalizante ou conceitual, não têm muito a ver com realizações práticas, ou correntes, de alguma Realpolitik em ação, “esclarecida” ou não. Normalmente se tende a identificar o exercício desse tipo de política com manifestações práticas de “diplomacia blindada” de alguma grande potência, na suposição de que apenas potências dominantes têm condições de cuidar de seu interesse próprio de maneira egoísta ou arrogante, o que é um entendimento enviesado, ou capcioso, do que seja Realpolitik. Por certo, pequenos Estados ou indivíduos desprovidos de poder próprio não têm condições de impor sua vontade aos demais, daí a identificação da Realpolitik com a política de poder. A rigor, qualquer indivíduo ou Estado pode tentar exercer seu quantum de Realpolitik, embora dentro de limites próprios à sua liberdade de ação (ou de reação).
Para tocar num exemplo sempre invocado de doutrina “realista” do interesse nacional, num sentido estreitamente egoísta e unilateral, referência é feita à chamada “doutrina Bush” de ação preventiva, com vistas a antecipar a qualquer iniciativa por parte de Estados inimigos ou grupos terroristas de atacar os EUA, o que justificaria, aos olhos de seus dirigentes, um ataque preventivo contra esses supostos inimigos. Ao mesmo tempo, caberia lembrar que essa doutrina vem sendo apresentada ou vem “envelopada” num conjunto de argumentos justificadores da ação americana, condizentes, supostamente, com uma visão mais “altruística” das relações internacionais, posto que identificada com a promoção da democracia, a defesa dos direitos humanos – em especial da mulher –, a capacidade de iniciativa individual no plano econômico, a liberdade religiosa e vários outros elementos de natureza supostamente “iluminista”.
Que isto esteja sendo feito por bombas e ocupação militar, e não por professores e missionários, poderia ser visto como secundário do ponto de vista da escola “realista”, embora não o seja para os “destinatários” da ação: afinal de contas, parece difícil implementar a democracia na ponta dos fuzis, ou mediante canhões e mísseis. Desse ponto de vista, a visão e a ação de Kissinger pareciam sinceras, ainda cinicamente realistas: ele não pretendia “melhorar” o mundo, apenas torná-lo suportável no plano dos interesses nacionais americanos, o que já lhe parecia um programa realisticamente enorme (em face dos perigos percebidos, reais ou ilusórios).
A Realpolitik, portanto, recomendaria deixar cada povo cuidar dos seus afazeres, sem interferência dos demais, até o limite dos efeitos indiretos sobre a segurança de outros da soberania exclusiva assim exercida (ou seja, eventuais spill-overs da potestade interna exercida de maneira excludente). Atualmente se invoca, ao lado do “dever de ingerência” – que seria a intervenção direta nos assuntos internos de outros Estados em caso de graves atentados aos direitos humanos – o chamado princípio da “não-indiferença”, que seria uma motivação altruística para exercer a cooperação ativa em prol do bem estar de povos menos bem aquinhoados pela natureza ou pela sua organização estatal ou social. A diferença entre um e outro estaria em que, no primeiro caso, a intervenção se daria contrariamente aos desejos ou capacidade de reação do Estado em questão, ao passo que no segundo, em total concordância e em cooperação com seus dirigentes.
Num primeiro caso, teríamos, então, a Realpolitik bem intencionada, no segundo a Idealpolitik explícita e aberta. O que se deve julgar, na verdade, é a eficiência das ações empreendidas com relação a objetivos bem determinados: no primeiro caso, o possível resultado é o salvamento de pessoas que de alguma forma pereceriam na ausência de intervenção, o que significa, simplesmente, a diferença entre a vida e a morte. No segundo caso, as ações altruísticas empreendidas podem ser rigorosamente inócuas, caso a não indiferença se exerça em direção de objetivos secundários ou totalmente marginais em relação aos verdadeiros problemas do país ou sociedade assim beneficiados com tal ação humanitária.
Não há, como se vê, um critério uniforme para se julgar princípios de ação, ou suas motivações teóricas: o que existem são situações objetivas e resultados tangíveis, em função dos quais julgar da efetividade de iniciativas e empreendimentos tomados por estadistas. O realismo e o idealismo podem ser invocados em circunstância diversas, e produzirem resultados totalmente contraditórios, em função dos objetivos pretendidos e dos meios mobilizados.
O que teria Kissinger a ver com isto, finalmente? Provavelmente nada, a não ser a perspectiva da história profunda e o sentido da razão, sempre bons conselheiros em matéria de políticas de Estado, em qualquer área que se pretenda atuar. Com todo o seu realismo cínico, Kissinger foi provavelmente um estadista altamente eficiente do ponto de vista dos interesses egoístas – portanto realistas – dos EUA. Teria sido ele tão eficiente assim caso tivesse sido, hipoteticamente, guindado à frente das Nações Unidas, num papel de cunho profundamente altruístico e humanitário? Provavelmente não, pois lhe faltaria a alavanca necessária para ser bom (ou mau, com os ditadores), segundo as circunstâncias: o poder de ordenar e de ser obedecido.
Não é segredo para ninguém que a ONU, com todos os seus bons princípios – e a despeito de uma maquinaria emperrada, por vezes corrupta – não é sequer capaz de fazer cumprir seus objetivos prioritários, e ela não o será pelo futuro previsível. Isto talvez seja uma demonstração cabal de que o realismo prático, com todos os seus supostos defeitos congenitais, ainda constitui uma boa alavanca para a ação.
Talvez, então, a melhor combinação possível, se as escolhas nos são dadas, fosse armar-se de uma doutrina inspirada nos bons princípios da Idealpolitik, ao mesmo tempo em que, no terreno da ação prática (e efetiva), buscaríamos guiar-nos pelos velhos e surrados princípios da Realpolitik. Acredito que mesmo um cínico como Kissinger não desgostaria desta combinação. Provavelmente é mais fácil propor do que implementar tal tipo de mini-max, ou seja, uma mistura de boas intenções com uma mão de ferro na sua consecução: poucos seriam capazes de fazê-lo, talvez apenas os “realistas-idealistas”. Ou serão os “idealistas- realistas”? Grande questão...
Paulo Roberto de Almeida
Brasília, 2 de junho de 2008
Assinar:
Comentários (Atom)
Postagem em destaque
Livro Marxismo e Socialismo finalmente disponível - Paulo Roberto de Almeida
Meu mais recente livro – que não tem nada a ver com o governo atual ou com sua diplomacia esquizofrênica, já vou logo avisando – ficou final...
-
Uma preparação de longo curso e uma vida nômade Paulo Roberto de Almeida A carreira diplomática tem atraído número crescente de jovens, em ...
-
FAQ do Candidato a Diplomata por Renato Domith Godinho TEMAS: Concurso do Instituto Rio Branco, Itamaraty, Carreira Diplomática, MRE, Diplom...
-
Países de Maior Acesso aos textos PRA em Academia.edu (apenas os superiores a 100 acessos) Compilação Paulo Roberto de Almeida (15/12/2025) ...
-
Mercado Comum da Guerra? O Mercosul deveria ser, em princípio, uma zona de livre comércio e também uma zona de paz, entre seus próprios memb...
-
Reproduzo novamente uma postagem minha de 2020, quando foi publicado o livro de Dennys Xavier sobre Thomas Sowell quarta-feira, 4 de março...
-
Itamaraty 'Memórias', do embaixador Marcos Azambuja, é uma aula de diplomacia Embaixador foi um grande contador de histórias, ...
-
Desde el post de José Antonio Sanahuja Persles (Linkedin) Con Camilo López Burian, de la Universidad de la República, estudiamos el ascens...
-
O Chanceler alemão Merz: "Caros amigos, as décadas da Pax Americana chegaram ao fim para nós na Europa, e para nós na Alemanha também...
-
O Brics vai de vento em popa, ao que parece. Como eu nunca fui de tomar as coisas pelo seu valor de face, nunca deixei de expressar meu pen...