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segunda-feira, 13 de junho de 2022

Putin vai para a escalada atômica? Cosi è, si vi pare… - Natasha Niebieskikwiat (Clarin)

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Clarín, Buenos Aires – 13.6.2022

Cumbre de las Américas

Biden alertó que el conflicto en Ucrania podría terminar en una Tercera Guerra Mundial

Sostuvo que, según información clasificada, Putin estaría dispuesto a utilizar misiles atómicos, lo que obligaría a Estados Unidos a entrar en acción militar directa.

Natasha Niebieskikwiat

 

Los presidentes que asistieron a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles tenían muchos reproches que hacerle evidentemente a Joe Biden que, en tren de que no fracasara la cumbre, escuchó como pocas veces ocurre, las críticas de la región en su propia casa. Pero Biden está también como todos los mandatarios enfocado en sus urgencias.

Este viernes, la delegación argentina escuchó del Presidente de los Estados Unidos algo con mucha preocupación. Que de información clasificada que no podía compartir surgía evidencia de que la guerra en Ucrania podría terminar en una Tercera Guerra Mundial.

Se le escuchó decir en ese tren que Putin estaría dispuesto a utilizar armas tácticas, misiles atómicos, lo que obligaría a Estados Unidos a entrar en acción militar más de lo que ya lo hace por Ucrania.

En el plano interno, la inflación, las desigualdades en su país, la violencia inusitadas por la tenencia libre de armas, y las próximas legislativas donde los demócratas pueden perder en manos de los republicanos tanto la Cámara de Representantes como el Senado.

En el plano externo la guerra con Ucrania, que Alberto Fernández ahora define ampliamente como "invasión" al tiempo que se declara "macronista" en eso de que "no hay que humillar a Rusia" y que hay que ir al dialogo con Moscú.

Otro hecho importante de este viaje para Fernández es su primer diálogo con Jair Bolsonaro. Fue de pie a un lado del salón y los argentinos alardeaban de que fue un movimiento que buscó el presidente brasileño para "molestar" a Lula en medio de la campaña electoral que se definirá en octubre. Aun así hablaron de cuestiones importantes.

Una de ellas es la cuestión del futuro y la producción de alimentos y el potencial energético de los países del sur. También se habló de una idea de los mexicanos de crear una organización de países productores de minerales (la "OPEP del litio" la bautizaron emulando a la organización de paises productores de petróleo) que incluya a la Argentina, a Brasil, a Bolivia, Mexico y Paraguay.

La vicepresidenta lo había escuchado, pero por partes. Ahora quería leerlo completo. Después, hay distintas versiones. Una que le gustó mucho. Otra que quería a examinarlo de “pe a pa”.

Ese jueves ante los jefes de Estado presentes, Alberto Fernández había interpelado a Biden por no haber invitado a Cuba, Venezuela y Nicaragua, condenó los bloqueos a cubanos y venezolanos que fueron impuestos por Washington desde hace décadas. Embistió contra las autoridades del BID y las de la OEA, a las que siempre consideró “instrumentos” de Donald Trump. Reclamó que las destituyeran y como si fuera música para los oídos de Cristina y La Cámpora acusó a Trump de ayudara a Mauricio Macri a obtener un millonario crédito del FMI.

En la nutrida comitiva argentina (Sergio Massa, Jorge Argüello, Santiago Cafiero, Gustavo Béliz, Carla Vizzotti, Juan Manuel Olmos, Vilma Ibarra, Eduardo Valdés, Julio Vitobello, Cecilia Nicolini, entre otros) evaluaban una viaje "muy positivo".

Ya de regreso a Buenos Aires este último sábado, Fernández encara un país igual al que dejó el martes a la noche cuando voló a Estados Unidos. 

Y a su vez encara otros problemas que resonaron en su oídos en Los Angeles. Uno de ellos es la tormenta financiera que vivió el mercado esta semana con una muy pronunciada baja de los bonos argentinos. Massa, el otro protagonista de este viaje a Washington, le marcó al Presidente que se trata de un tema preocupante.

Massa viajó como invitado especial tras su enojo por el nombramiento de Daniel Scioli en reemplazo de Matias Kulfas en Desarrollo Productivo. El Presidente lo llevó de viaje. No se separó de él y lo consultó a toda hora. Aunque no da señales de querer un recambio en el Gobierno como le viene sugiriendo el presidente de la Cámara de Diputados, allí hay que leer un doble mensaje de Fernandez.  

 

Fernández está convencido de que le fue “muy bien” en la Cumbre de las Américas porque recibió el apoyo de la mayoría de mandatarios de la CELAC y que sus palabras, que no apuntaron a Biden sino al "sistema" fueron comprendidas en Washington. "Fue muy generoso conmigo" dijo el viernes en reportaje con Clarin y otros medios. 

Para el caso, cuentan en su entorno que en el privadísimo almuerzo del viernes, al que solo lo acompañó Massa porque era un formato de Presidente + 1, Biden habría dado una suerte de explicación ante una Latinoamérica y el Caribe que sigue pidiendo lo mismo de siempre a Estados Unidos: más atención. El estadounidense habría dicho que en tren de ir al socorro de los países asiáticos por el factor de China y de los europeos por Rusia, terminaban descuidando a su propia región.

En ese sentido Fernandez se autopercibe como un presidente con una mirada “global”, que reclama más atención “del norte al sur” con una propuesta de desarrollo e igualitarista, que le ofrece al mundo el potencial argentino en alimentos, minero y energético. Con lo cual el sábado se lo escuchaba decir que eso era lo "verdaderamente importante y no cuántas veces hablo con Cristina”.

Tan satisfecho estaba el Presidente con su propio desempeño que en su reunión con el gobernador de California, Gavin Newsom, lo invitó a integrar el Grupo de Pueblo, esa alianza de dirigentes y ex presidentes de la izquierda latinoamericana. Newsom es conocido por sus apoyo a los inmigrantes y a la legalización del cannabis en su Estado. Y por su oposición a las leyes de otros estados restrictivas para el aborto. 

Ese sensación de triunfo -mucho de lo que se debe tambien a que trabajó de verdad su discurso y obedeció al asesoramiento de los propios sin improvisar- lo blinda en su interna, habrá que ver por cuánto tiempo. Por empezar, dio la orden de que se cree un area especial que siga la obra licitación para la obra del gasoducto Néstor Kirchner, bajo la órbita del ministro de Economía, Martín Guzmán. Se trata del proyecto que cuestionó Kulfas, y que está bajo dominio de Cristina y La Cámpora.

Este viernes,en un reportaje con la agencia EFE el principal asesor para Latinoamérica de la Casa Blanca, Juan González, le concedió otro triunfo a Fernandez. Dijo que “definitivamente” asistirla a una Cumbre de las Americas futura en la que estén invitados Cuba, Venezuela y Nicaragua. Por pedido de Andrés Manuel Lopez Obrador y Nicolas Maduro, Fernández encarnó la voz de los excluidos. Y como le pidió el venezolano, invitó a Biden a la CELAC. Es dificil igual proyectar que los demócratas sigan en la Casa Blanca dentro de tres o cuatro años cuando tenga lugar la próxima cumbre.  

Pero al mismo tiempo Gonzalez marcó la cancha en un terreno en que a veces difieren y a veces no republicanos y demócratas. “Estados Unidos siempre está dispuesto a dialogar", empezó diciendo a EFE. "La comunidad de democracias de la región estamos reunidos aquí, cubiertos por la prensa de una forma transparente, debatiendo estos temas, como debería ser; y es algo que la comunidad cubana, venezolana y de Nicaragua, son derechos que ellos no disfrutan" dijo. Y señaló "en las conversaciones, incluso en el retiro de líderes, sí se habló un poco de Cuba. Nadie habló de Nicaragua. Pero muy rápidamente el enfoque se centraba en qué podemos hacer juntos para responder a los retos".

Entre tanto, sobre el final del viaje Alberto F. se quiso dar un gusto. Retrasó más de dos horas la partida del charter de Aerolíneas Argentinas en el que viajaba la delegación nacional de regreso a Buenos Aires para ir a comer con el músico Gustavo Santaolalla, su amigo. Fueron a comer con sus parejas a un restaurante llamado Capitol Grille, a la vuelta del hotel.

Quanto tempo de reinado terá o Imperador Xi Jinping? - Francis Pike (The Spectator)

 


, June 12, 2022
Francis Pike 

https://www.spectator.co.uk/article/how-long-will-xi-jinping-rule-china

For some time now it has been assumed that in November the National Congress will rubber stamp Xi Jinping’s continued role as China’s supreme leader for a third five-year term, which would make Xi the first Chinese leader for a generation to serve more than two terms. 

Just a year ago his position as one of China‘s three pre-eminent leaders was confirmed when the 400 members of the Central Committee passed the third ‘Historical Resolution’ in the Chinese Communist Party’s 100-year history. The previous two were organised by Mao in 1945 and Deng Xiaoping in 1981. The resolution highlighted the concept of ‘Xi Jinping Thought’ as a historical equivalent to that of his two legendary predecessors. But a number of crises, international and domestic, have put a question mark against Xi’s continued omnipotence. 

When Xi met Putin before the Beijing Winter Olympics, the allies, who had moved ever closer over the last decade, declared that there were ‘no limits’ to the Russia-China relationship. What followed Putin’s invasion of Ukraine, about which Xi was forewarned, is therefore a puzzle. Although China voted against the UN resolution to denounce Russia’s invasion of Ukraine, China’s active support for Russia has been notable by its absence. 

There has been no public expression of support for Putin’s ‘special military operation’. Xi himself has subsequently stated that China is ‘committed to respecting the sovereignty and territorial integrity of all countries’. Russia has asked for military aid from China but no answer, at least publicly, has been forthcoming. If, as one suspects, China is helping Russia, it is being done in secret. 

Neither does it seem that China wants to risk being involved in trade wars with the West. It is notable that Union Pay, China largest credit card company, has, like Visa and Mastercard, stopped working with Russian banks. Chinese companies, particularly those established in the US, appear to be equally circumspect about breaking US sanctions. 

The Russia-China allegiance may now be superglued but to what strategic benefit to China? It is difficult to see how China’s geopolitical ambitions can be burnished by its support for an ally, albeit half-hearted, whose actions are causing global inflation and, in some countries, starvation. This is not how you win friends among the ‘non-aligned’ nations – just look at the borrowing default, food riots and political crisis in China’s ally Sri Lanka over the last month. 

If China’s friendship with Putin is toxic internationally, it also seems likely that this toxicity applies in some measure at home. The leadership of China is opaque when it comes to identifying opposition to Xi. However, it is highly unlikely that factions who supported the cautious internationalism of Deng Xiaoping and his successors can be happy with the consequences of Xi’s overtly aggressive foreign policy which appears to have united the West in a Russia-China containment strategy. It has to be asked whether it was Xi or other government members who decided that there should be limits to Xi’s ‘no limits’ relationship with Russia. 

The domestic economic costs of Xi’s campaign against western values are also becoming apparent. Under the influence of the Wang Huning, the communist party’s chief ideological theorist, a member of the Politburo’s seven man Standing Committee, Xi has pursued increasingly authoritarian attacks on the stars of China’s new economy. 

Last year technology entrepreneur Jack Ma, the charismatic founder of Alibaba, was ‘disappeared’ and his company Alibaba forcibly restructured. A swathe of new regulations has hit China’s tech sector. The US$100bn online digital education industry, deemed inegalitarian, has been devastated by new regulation. Cryptocurrency has been banned. Even China’s social media stars such as Zhao Wei, a billionaire actress, pop singer and influencer whose online presence was erased in August last year, have been reined in. 

Wang, a social puritan, believes that a ‘nihilist individualism’ has undermined the moral fabric of the US. He and Xi are determined that China will not be infected by such Western-style moral corruption, which they believe is fostered by social media. 

Xi’s regulatory crackdown on technology companies has crashed stock prices. According to TechNode, a Chinese technology media company, there is an ongoing bloodbath in tech sector employment. Xiaohongshu, sometimes described as China’s Instagram, has recently laid off 10 per cent of its staff. According to Reuters, even the major tech companies such as Alibaba and Tencent are planning large-scale redundancy programmes. 

Investment in start-ups, already in decline before Covid, has plummeted. Many technology entrepreneurs are quitting mainland China and heading to safer regulatory locations such as Singapore or the US. 

Furthermore, China’s main technology and financial hub, Shanghai, has been particularly badly affected by Xi’s doubling down on his zero-Covid stance. Shanghai’s officials and its business elite are reportedly furious. Unlike other zero-Covid zealots, such as New Zealand Prime Minister Jacinda Ardern, who have given up on draconian lockdowns, Xi appears determined to stay the course. As long as Xi remains committed to the policy of zero Covid, how is China ever going to open up its borders? It is a question that must have occurred to many within China. 

As a result of Xi, a perfect storm of problems is now bearing down on the Chinese economy. His foreign policies, particularly in relation to his threats to Taiwan and his support for Russia, are scaring off foreign investors. Revelations about Xi’s brutal suppression of China’s Uighurs are a further negative for investment in China. Foreign Direct Investment has fallen to just 2 per cent of GDP compared to 6.5 per cent in the mid-1990s. Meanwhile Chinese companies are offshoring manufacturing capacity to countries such as Vietnam. 

At the same time the Chinese property sector is in a cyclical downturn. Xi’s clampdown on property leverage following the collapse of residential property behemoth China Evergrande Group is crashing the property market and construction sectors. This is a disaster for China’s regional governments whose finances are highly dependent on property sales. 

No wonder then that, after a first quarter of negative GDP, global investment banks are busy slashing their growth estimates for China in 2022. Real GDP growth is now forecast to halve from 8.1 per cent in 2021 to around 4 per cent in the current year. Even that may prove optimistic. 

This is not the economic background that Xi would want in the run up to the Politiburo Standing Committee elections in November. Confusingly, Xi’s lockdown orders to Covid-hit cities, the Chinese Premier Li Keqiang, not a Xi acolyte, has emerged from the shadows to exhort Chinese companies to get back to work. In some quarters there is clearly alarm at the economic downturn. Does Li’s sudden appearance centre stage indicate a power struggle at the heart of government? 

Xi’s government remains broadly popular. The Edelman Trust Index shows that the Chinese government enjoys a 91 per cent trust rating compared with just 39 per cent for the US government. But Xi’s future will not be decided by the Chinese people; power struggles are fought within the Communist Party behind closed doors. 

Though there is no sense that things are so bad that Xi might fail in his bid to win a third term as China’s leader, there can be little doubt that his reputation is tarnished within some political factions – particularly the ‘Shanghai gang’ who dominated Chinese politics for a generation until Xi’s emergence. While we should not expect a political earthquake at the National Congress in November neither should we rule one out, particularly if the economic outlook in China continues to deteriorate.

Written byFrancis Pike

Francis Pike is a historian and author of Hirohito’s War, The Pacific War 1941-1945 and Empires at War: A Short History of Modern Asia Since World War II.


The Long Game: China’s Grand Strategy to Displace American Order, by Rush Doshi – Book review by Divyanshu Singh (Modern Diplomacy)

 Em vez da Longa Marcha, ou do Great Game, Long Game: é o caminho da China para superar os EUA, cem anos depois do início do regime comunista no país, ou seja, em 2049. 

Acompanharemos, se ouso dizer...

The Long Game: China’s Grand Strategy to Displace American Order, by Rush Doshi – Book review

Modern Diplomacy, June 12, 2022


This book is quite helpful for comprehending China’s foreign policy throughout the past four decades. China’s strategy and progress as a global force, according to the author, may be divided into three periods:

  1. The period from 1989-2008 as “Blunting”
  2. The period from 2009-2016 as “Building”
  3. The period from 2017- till date as “Expansion”

This is a lengthy and comprehensive analysis of China’s economic and military development over the past many decades. The narrative opens with an explanation of the CCP and what strategy implies. The genuine first section of the text commences from 1989 with the Tiananmen Square movement, the Gulf War, and the collapse of The Soviet Union. The author refers to these three factors as the “trifecta” that produced a new feeling of urgency in China to devise a strategy to confront the development of American dominance. Due to the recent economic openness with the United States, the procedure was intended to be slow yet thorough. At this point, China started to perceive the United States as a danger that ought to be “blunted.” The book then goes on to describe in great depth the institutions and military strategy the Chinese have established in order to establish a military force capable of countering the growing US challenge to their rule.

The second section of the book is much more contemporary, commencing with the 2008 global financial crisis and circling the Obama presidency. In this era concluding in 2017, the military, political, and economic entanglements are discussed individually (each in its own chapter). During the Trump presidency, the competition involving China and the United States began to become an integral aspect of the actual regional pivot. This third section begins there and is a much more informed conversation of the current situation between China and the United States. This new assertiveness is highlighted by Xi Jinping’s elevation to permanent leader of the CCP, having his tenure commencing in 2013 with the confirmation happening in 2018. China has becoming increasingly forceful, and the last chapter explains the story underneath the news items. The AIIB as well as BRI are discussed alongside Taiwan and certain other contentious issues. China had already risen, or the sluggish progress has become a pressing matter for China and the United States, the two remaining significant participants. China is assuming leadership of an increasing number of multilateral institutions, as the final section demonstrates in detail.

Although the concepts in the book are really intriguing, some portions might get tedious and monotonous. Every chapter and part start with a brief explanation of a concept. The author thereafter attempts to elaborate upon it with several facts and quotations from Chinese officials. It is not an easy read, but the material in the few chapters makes it worthwhile, especially the chapters involving China’s accession to WTO and their naval power projection after the global financial crisis of 2008. For example, with respect to WTO accession, it has been explicitly mentioned by author in one of his explanations that “China willing to make significant economic concessions for permanent MFN status—in effect trading away some of the benefits of protectionism for the security and strategic benefits that a deal would bring by reducing the risk of US economic coercion.”[1]

While the story behind China’s 1st aircraft carrier acquisition had some very interesting anecdotes such as “To avoid Western opposition to the purchase—and given China’s own reluctance to depart from the “hiding capabilities and biding time” guideline with a flashy public carrier acquisition that could frighten others. Almost immediately after signing on, Xu got to work cultivating an image as an outlandish tycoon who wanted to use the carrier to build a floating casino in Macao.”[2]

The abbreviations are infrequent enough to be manageable, but the content is much more of an academic observation than the kind of simple reading one may find otherwise. The book is presented from a narrow perspective (from the perspective of the America); however, it is ever more intriguing since it justifies to a considerable part the present strategy of the United States and the Biden presidency concerning China. A pictographic representation of data, maps, timelines etc. would have piqued the interest of the reader rather than just simple representation of data in the books, which would have made this book palatable to all kinds of readers (not just academic).

Nonetheless, the author has explained his reasoning rather effectively, and the book covers on extremely crucial subjects to comprehend the rationale of great power conflict in the twenty-first century, with a significant amount of anecdotal evidence with a solid understanding of realist theory. Anybody interested in understanding China’s previous, current, and foreseeable objectives including grand strategy should definitely read this book.


[1] Doshi, Rush. The Long Game (Bridging the Gap) (p. 145). Oxford University Press. Kindle Edition.

[2] Doshi, Rush. The Long Game (Bridging the Gap) (p. 191). Oxford University Press. Kindle Edition.


domingo, 12 de junho de 2022

O acadêmico e o militante: resenha do livro de P.R. Almeida, Apogeu e Demolição da Política Externa, por Sergio Florencio

 O acadêmico e o militante

 


Resenha (parcial) do livro de Paulo Roberto de Almeida: 

Apogeu e Demolição da Política Externa. Itinerários da Diplomacia Brasileira

Curitiba: Editora Appris, 2021.

Embaixador Sérgio Florêncio (12/06/2022)

 

O livro de Paulo Roberto de Almeida (PRA) é um percurso rico de dados e de reflexão sobre os territórios vizinhos da política externa e da diplomacia brasileira. É o denso depoimento de um diplomata de carreira que combina duas vocações raramente conciliáveis – o acadêmico e o militante. Geralmente situadas em terrenos opostos, quando as duas vocações se encontram, podem render bons frutos. É o caso de “Apogeu e Demolição da Política Externa. Itinerários da Diplomacia Brasileira”. 

A primeira explicação para esse difícil, mas frutífero encontro entre os dois personagens - o acadêmico e o militante - reside, no caso de PRA, no confronto entre uma formação intelectual sólida e diversificada – sociologia, relações internacionais, economia, história - e uma indomável natureza contestatária. 

Outra explicação resulta da trajetória profissional do autor, com experiência em postos de relevância política, como Washington, e de peso econômico, como Genebra e ALADI. Seu trabalho com dois embaixadores de reconhecido valor – Rubens Barbosa e Rubens Ricúpero – certamente também teve influência positiva. Ao mesmo tempo que ambos reconheciam o conhecimento e a erudição acadêmica de PRA, tiveram generosidade suficiente para respeitar sua natureza indômita de polemista, numa instituição pautada pela disciplina e pela hierarquia. 

Mas o reconhecimento do valor de PRA, por parte de colegas e amigos, não impediu que fosse vítima de injustiça. Suas contundentes críticas aos desvios e excessos da diplomacia da era Lula-Dilma lhe valeram longo ostracismo que estacionou sua carreira por uma década e meia. Somente na gestão do Chanceler Aloysio Nunes, no governo Temer, o valor de PRA foi resgatado. Então, como Diretor do Instituto de Pesquisa em Relações Internacionais – IPRI, teve desempenho exemplar e altamente dinâmico. Foram frequentes os seminários no Instituto, sempre com a participação de prestigiosos acadêmicos brasileiros, norte-americanos e europeus. Era o homem certo no lugar certo. 

Mas o iluminismo foi efêmero. Bolsonaro assumiu a Presidência da República e logo inaugurou a barbárie numa instituição de reconhecida excelência. Com o auxílio do chanceler Ernesto Araújo, passou a vigorar a inédita diplomacia do delírio, da submissão, do orgulho de ser pária internacional, como por ele próprio declarado em formatura de alunos do Instituto Rio Branco. O destino estava traçado. PRA foi afastado do IPRI e por um motivo tão ridículo que merece ser lembrado – autorizou a publicação, nos Cadernos de Política Exterior da FUNAG, de entrevistas de FHC, de Rubens Ricúpero e do próprio chanceler. 

Recordo aqui essas adversidades da trajetória profissional porque PRA soube sublimá-las de forma original e criativa. Recolheu-se à Biblioteca do Bolo de Noiva, onde escreveu vários livros, produziu artigos contundentes, mas fundamentados, contra a atual política externa. O acadêmico abraçava o militante. 

 

A contribuição da historiografia para entender o pensamento diplomático

O livro tem grande utilidade para o momento atual do Brasil. PRA relata e analisa a “grande marcha” da diplomacia e da política externa, com foco mais detido nas últimas décadas e na passagem do Apogeu (1990-2010) para a Demolição (2019 até hoje). Atenção maior é dada à transição de uma diplomacia profissional, prestigiada no mundo pela credibilidade (período FHC) e pela projeção (era Lula), para uma diplomacia personalista, inimiga do interesse nacional: Presidente e Chanceler determinam aquilo que precisa ser “destruído”, de forma a adequar o sólido patrimônio do passado aos ditames de um governo de extrema direita, isolado no mundo e orgulhoso de ser pária internacional.

Apesar de ter o foco voltado para as últimas décadas, o livro começa pela historiografia das relações internacionais do Brasil. Assim, cobre terrenos que ajudam o leitor a melhor visualizar a transição do Apogeu para a Demolição, tanto no plano substantivo (política externa), como no plano operacional-institucional (diplomacia). 

Nesse início do livro, o leitor fica familiarizado com a contribuição para a política externa de conhecidos historiadores, como Francisco Varhagen, Oliveira Lima, João Ribeiro e Pandiá Calógeras. Ao mesmo tempo, são relembrados os grandes livros de síntese da história das relações internacionais do Brasil: Hélio Vianna, Delgado de Carvalho, José Honório Rodrigues, Amado Cervo, Clodoaldo Bueno e Rubens Ricúpero.

O acadêmico não deixa de registrar o valor do pai da historiografia, Varnhagen, mas o militante não perde a oportunidade de, citando José Honório Rodrigues, revelar a sombra desse pai – “extremamente parcial, adulador dos mais poderosos”. 

 Em Oliveira Lima – o maior dos historiadores diplomatas – destaca duas avaliações centrais sobre a política externa do Império: (i) “A Grã-Bretanha nunca exerceu sobre o Brasil a espécie de protetorado que, sob o disfarce de aliança, há um século exerce sobre Portugal”; e (ii) Ao analisar as questões do Prata, reconheceu que “a política de intervenção nunca aproveitou ao Brasil”. Acrescenta ainda que essa política, desde a Cisplatina, foi antagonizada pelos argentinos. “A guerra do Paraguai foi uma consequência da política brasileira, de intervenção, combinada com o exclusivismo ofensivo do segundo Lopez”. Sobre Mauá, “talhado para ser o agente de nosso imperialismo” ressalta a política de “franca intervenção” e especula que “a política do patacão teria porventura evitado a chacina”. 

Pandiá Calógeras, Ministro da Agricultura, Fazenda e o primeiro civil Ministro da Guerra, considerava a política externa como “um prolongamento da política interna, da mesma forma que Clausewitz considerava a guerra como a política que se desdobra nos campos de batalha”, o que lhe valeu o epíteto, atribuído por Tristão de Athaíde, de “o Clausewitz da história diplomática”. 

Dentre os manuais didáticos de história diplomática, PRA lembra a contribuição de Amado Cervo e Clodoaldo Bueno, que desenvolvem os conceitos de “alinhamento” e de “nacional desenvolvimentismo”. Mas os destaques maiores se dirigem a José Honório Rodrigues e a Rubens Ricupero. Para o primeiro, as premissas básicas de nossa política externa, desde a época colonial, sempre foram a acumulação de poder e a manutenção do status quo. Sustenta ainda que “toda política externa é uma expressão do poder nacional, em confronto antagônico ou amistoso, com os demais poderes nacionais”.

“A Diplomacia na Construção do Brasil”, livro seminal de Rubens Ricúpero, tem como motivação principal mostrar como a política externa era um fio inseparável da trama da história nacional. Para Ricúpero, nossa bibliografia os quase não falavam de política externa. Já as histórias diplomáticas continham o erro oposto: só tratavam de diplomacias, sem mencionar a política interna e a economia. Sobre isso, PRA escreve. “Ao produzir, portanto, sua versão da história da política externa, ele procurou mostrar como a diplomacia ajudou a dar forma à história e à identidade do Brasil”. Nessa linha, a diplomacia marcou profundamente cada uma das etapas definidoras de nossa história: abertura dos portos; independência; fim do tráfico de escravos; inserção no mundo (comércio, migrações, consolidação da unidade nacional – ameaçada pela instabilidade na região platina) ; modernização; industrialização; e desenvolvimento econômico. Essas marcas profundas na nossa história refletem a grande orientação “vocacional” da diplomacia brasileira: o trabalho de consolidação da independência e o reforço do processo de desenvolvimento econômico. 

 

As relações internacionais em perspectiva

 

(i)             A herança portuguesa: maldita na economia, bendita na diplomacia

O Estado brasileiro surgiu com a grave questão do reconhecimento do novo país, particularmente por parte da Grã-Bretanha, com a qual tínhamos pesados compromissos: o tratado de comércio de 1810; os empréstimos contraídos pela Coroa e assumidos pelo Brasil; e o problema do tráfico, o irritante nas relações, agravado pela prepotência britânica. A outra vertente de preocupação para a diplomacia imperial era o sempre precário equilíbrio no Prata. Era necessário sobretudo garantir a independência de Uruguai e Paraguai, ameaçados pelas pretensões argentinas de reconstruir o Vice-Reinado do Prata. A intervenção brasileira no Uruguai irritou Solano López e culminou na tragédia humana da Guerra do Paraguai, e no caos financeiro de sucessivos empréstimos externos.

A República nasce simpática aos EUA, entoando o refrão do Partido Republicano “Somos da América e queremos ser americanos”. (P.78) Mas a política externa ficou marcada pela falta de rumos, visível na sucessão de onze chanceleres em dez anos. Essa instabilidade da Velha República só foi estancada pelo Barão do Rio Branco, Chanceler durante dez anos, a quem coube a transição da velha hegemonia imperial britânica para a crescente ascendência da nova potência norte-americana. 

PRA conclui a breve referência ao Barão com interessante comparação com Oswaldo Aranha, que conseguiu “preservar tanto a autonomia do Brasil quanto alianças estratégicas ... numa conjuntura em que muitos apostavam na ascensão das potências fascistas”. (P.80) 

 

(ii)           Vargas e o segundo maior chanceler da história. JK sem Plano Marshall. O saudosismo inerente à PEI.

A referência de PRA à era Vargas também começa com um justo tributo a seu grande chanceler. “Sem a ação de Aranha talvez jamais tivesse acontecido a revolução de outubro de 1930 ... e talvez o Brasil tivesse ficado na incômoda posição dos argentinos, que se mantiveram neutros - na verdade simpáticos aos nazifascistas – até quase o final da guerra.” (p. 80)Os tributos prestados por PRA ao Chanceler contrastam com sua visão ácida a respeito do presidente, “Getúlio Vargas, como se sabe, era basicamente um hesitante, ainda que com várias qualidades maquiavélicas ... para preservar-se no poder durante breves 15 anos, como ele mesmo mencionou”. (p. 80) 

Ao avaliar a República de 1946, PRA cita Hélio Jaguaribe, para quem praticávamos então uma política externa tradicional, por ele chamada de “ornamental “e que outros apelidavam de “punhos de renda”. “De fato, antes que os militares entrassem com seus punhos de aço ... os bacharéis da diplomacia brasileira conduziram ... um alinhamento ao Ocidente durante a Guerra Fria, com alguns momentos de aparente modernização.” (p. 81). 

Nesse período, que coincide com a criação da OEA, na Conferência de Interamericana de Bogotá, em 1948, com a ascensão da CEPAL, com a Operação Pan-Americana de JK, a grande aspiração do Brasil era “que os Estados Unidos financiassem uma espécie de Plano Marshall para a América Latina”. (p.81) Na análise desse momento relevante de nossa história, PRA contrasta com muitos historiadores que lamentam e criticam a falta de visão e de solidariedade dos EUA em relação à América Latina e ao Brasil, ao negar vultosos recursos para o desenvolvimento da região.

 Em lugar dessa visão mais convencional de um antiamericanismo, o livro focaliza a ausência de reformas essenciais para habilitar a região a fazer uso produtivo de eventual ajuda externa. “Os EUA sempre responderam - aliás pela boca do próprio Marshall, em Bogotá - que os países latino-americanos deveriam reformar e modernizar suas estruturas econômicas, abrir-se ao comércio e aos investimentos estrangeiros, e apoiar- se bem mais nos capitais privados do que em grandes projetos governamentais, se desejassem manter ritmos de crescimento sustentável, ademais de melhorar a educação, a distribuição de renda e de terras.” (p. 81)

Essa manifestação do credo liberal de PRA fica clara ao enfatizar que o país “deu seu primeiro passo no sentido de avançar na industrialização plena nessa época”. “O Brasil, em todo caso, soube fazer algumas escolhas estratégicas, como foi a industrialização impulsionada pelos capitais estrangeiros da era JK, que os nacionalistas da época depreciavam como sendo entreguista e submissa ao imperialismo.” (81) 

Ao analisar esse período de nossa história que vai de Vargas a 1964, PRA explicita sua visão de mundo liberal. Podemos ver isso com mais clareza ao contrastar o perfil que ele traça de dois personagens -chave de nossa história. Um Vargas – “como se sabe, era basicamente um hesitante” - e um Juscelino, arquiteto do “primeiro passo (do Brasil) no sentido de avançar na industrialização plena “. (p. 81). Assim, na visão liberal de PRA, o “primeiro passo” não consistiu na substituição de importações operada por Getúlio com seu keynesianismo anterior a Keynes CSN, mas sim com o take off de JK, com os capitais privados da indústria automobilística e outras. 

Estamos visualizando o PRA militante liberal. Esse perfil se consolida, no plano da diplomacia, em sua avaliação bastante cética da “política externa independente”, iniciada com Jânio Quadros e Afonso Arinos, continuada com Jango e Santiago Dantas, que “converteu-se numa espécie de mito histórico, tendo sido magnificada muito além das realizações efetivas; ela aparece, retrospectivamente, como tendo sido excepcional, devido, em certa medida, à radical reversão de orientações na primeira fase do regime militar. “As a avaliações acadêmicas sobre a PEI, assim como as dos próprios diplomatas, estão talvez ainda impregnadas de certo viés saudosista e de algum sentimento de perda”. (p. 82) 

 

(III) Regime militar. Retrocesso na política doméstica. Avanço na economia, mas amplo estatismo. Política externa livre de interferências: o soldado valoriza o diplomata 

PRA avalia COM realismo e equilíbrio o regime militar, que reconhece como “período feito de grandes traumas políticos, é verdade, mas também de grandes avanços econômicos, ainda que marcados pelo grande centralismo estatal e uma política de enorme aquecimento da máquina econômica, o que parece ter ecos ainda hoje”. (p. 82)

Passado o triste, mas breve, interregno do alinhamento automático, com nossas tropas presentes na intervenção na República Dominicana, PRA assinala corretamente o padrão desenvolvimentista e terceiro-mundista da política externa do regime militar, em linha com teses reformistas da ordem internacional: tratamento especial e diferenciado para os países em desenvolvimento (PED’s), princípio da não-reciprocidade no comércio internacional e maior acesso a mercados, por parte das economias em processo de industrialização. 

Entretanto, essas virtudes precisam ser matizadas. “Os problemas da nova postura não estavam aí, contudo, e sim na tentativa de capacitação nuclear plena, inclusive para fins não declarados” (p. 83) e o rol de constrangimentos: salvaguardas aplicadas às tecnologias duais e sensíveis, conflitos potenciais com países nucleares e rivalidade com a vizinha Argentina. Os acertos na economia e na política externa tampouco escondem o abominável envolvimento do regime no “sangrento golpe militar” no Chile, contra o Presidente Salvador Allende e em outras operações clandestinas no Uruguai e na Argentina.

A avaliação do período me parece muito correta tanto no plano da substância (política externa), como na esfera institucional (diplomacia). “Pode parecer estranho, mas foi um dos períodos em que os diplomatas se sentiram mais “livres”... a corporação dos militares respeitava muito a casta dos diplomatas e lhe concedeu, salvo em poucas áreas consideradas de segurança nacional, ampla autonomia política e operacional”. (p. 84) Tendo subjacente a fórmula de Raymond Aron – soldados e diplomatas são os dois funcionários por excelência do Estado – PRA se refere ao “mútuo respeito que mantinham as corporações mais tradicionais do Estado brasileiro”. (p. 84) Daí deriva tanto o diagnóstico de “relativa introversão do corpo diplomático”, como o refrão elogioso de diplomatas latino-americanos – “Itamaraty no improvisa”. 

 

(iii)         As múltiplas vertentes da redemocratização. Experimentalismo que levou à hiperinflação. Reformismo econômico e credibilidade externa (FHC). Projeção externa matizada pelo partidarismo (Lula). O declínio da diplomacia (Dilma) e sua volta ao leito normal (Temer). 

O período pós-1985, foi marcado pela Constituição de 1988, portadora de importantes conquistas sociais mas, como corretamente apontado por PRA, também com impacto negativo, “distribuindo favores a todos, numa demonstração de inconsciência econômica que corre o risco de comprometer, de maneira estrutural e sistêmica, as possibilidades de crescimento sustentado no Brasil .. . O contrato social efetuado andou na direção de distribuir renda e favores, antes de acumular produção e renda ampliada.” (p. 89). Uma das consequências foi deterioração econômica, diversos planos de estabilização fracassados até o advento do Plano Real, com FHC à frente do Ministério da Fazenda e um grupo de economistas da PUC do Rio, com formação liberal. “Não parece existir, na história econômica mundial, algum outro país que tenha tido cinco ou seis instrumentos monetários sucessivos, num turbilhão de inflação e de mudança de regras. (p.89). 

O livro contribui para fazer justiça às transformações na política externa introduzidas em 1990. “O governo Collor tinha a pretensão de deslocar o país ... do grupo dos países em desenvolvimento para o clube da OCDE ... Collor operou, portanto, a primeira viragem decisiva na política nuclear brasileira, ao terminar com as loucuras militares, ao aceitar a ratificação plena do Tratado de Tlatelolco e ao dar prosseguimento à construção de confiança com a Argentina nessa área.” (p. 91)

No âmbito regional, transformou o processo de integração com a Argentina, iniciado em meados dos anos 1980. Mais de uma dezena de protocolos setoriais, visando à complementação produtiva e à abertura apenas recíproca, foram alterados. Com base na Ata de Buenos Aires, de julho de 1990, os protocolos foram substituídos por um mecanismo automático, irrecorrível e universal de reduções tarifárias, destinadas a construir o livre comércio com a Argentina. “Nascia aí, verdadeiramente, o Mercosul, que só veio a ser quadrilateralizado um ano depois, mas sob os mesmos dispositivos de abertura econômica e liberalização comercial que tinham sido concertados entre os governos Collor e Menem.” (p. 92)

A curta transição, operada por Itamar Franco, teve a virtude de dar carta branca a FHC para formular e implementar o Plano Cruzado, em julho de 1994 - a chave da exitosa estabilização de um país com inflação crônica e galopante. “O Brasil passou de uma inflação anual de três dígitos para a casa do milhar e já tendo conhecido seis trocas de moedas no espaço de uma geração”. (p. 94)

Com a casa em ordem, FHC deu continuidade à abertura moderada no plano regional e global, abandonou o conceito difuso de América Latina para o espaço geográfico mais concreto da América do Sul. Além do reformismo econômico doméstico, avançou no diálogo com s instituições de Bretton Woods, o que foi providencial para o país enfrentar a sequência de turbulências financeiras internacionais : moratória mexicana de 1994; crise asiática de 1997; crise russa de 1998; e a própria crise brasileira do ano seguinte. Avançou também na “inserção do país nos foros mais sensíveis da agenda mundial de segurança – nos terrenos nuclear, espacial e de exportações de equipamentos de uso dual”. (p. 94)

O perfil acadêmico de PRA e sua natureza de contestador se combinam para, ao final da avaliação do governo FHC, fazer referências que, por um lado, são coerentes com a pesquisa acadêmica e, por outro, espelham sua militância liberal. Os trechos a seguir refletem essa dupla vocação. “Deve ser registrado, porque se trata de fato histórico importante para a trajetória ulterior do Plano Real, que o Partido dos Trabalhadores se opôs frontalmente à sua implementação, em qualquer de suas etapas, tentando inclusive embargar a Lei de Responsabilidade fiscal em processo movido junto ao STF. ... Felizmente, a primeira administração do PT soube preservar os elementos mais relevantes do Plano Real, ainda que nas administrações posteriores determinados aspectos (metas de inflação, superavit primário e flutuação cambial) tenham conhecido sensível deterioração, tal como confirmado pelos principais indicadores econômicos.”

Alguns livros e muitos artigos de PRA se dedicam à análise da atuação externa do período Lula-Dilma, por ele caracterizado como a diplomacia do “nunca antes”. “Diversas dentre as iniciativas exibidas posteriormente pelos governos do PT como feitos “inéditos” na política externa a partir de 2003 ... tinham sido de fato iniciadas sob os dois mandatos de FHC. ... O governo FHC se beneficiou apenas parcialmente do crescimento meteórico da China ... Bafejado pela procura chinesa, este último (Lula), pouco fez para estimular a competitividade brasileira, anteriormente beneficiada pelas medidas de abertura adotadas pelos governos FHC.” (p. 95)

Nessa linha, PRA refere a uma interpretação de Rubens Ricúpero, segundo o qual Lula conduziu uma política externa de roupagem gaullista, ou seja, moldada na figura do General De Gaulle. (p. 96). Segundo PRA, diversos colegas diplomatas confirmam que “o Itamaraty foi colocado a serviço pessoal do chefe de Estado, de suas muitas viagens e de sua desenvoltura nos contatos com vários líderes internacionais.” (p. 96) 

Em contraste com a divulgação ampla dos êxitos da diplomacia da era Lula, PRA focaliza episódios que resultaram em prejuízos ao país. O primeiro foi a passividade diante da expropriação dos ativos da Petrobrás, no âmbito da nacionalização dos hidrocarburos na Bolívia, então sob Evo Morales. O segundo foi a ruptura com o princípio da não intervenção em assuntos internos de outros países, evidenciada no apoio ostensivo do governo brasileiro a candidatos presidenciais no Peru e na Bolívia. Outro episódio foi a iniciativa turco-brasileira destinada a encontrar uma solução para o complexo nuclear iraniano, que resultou em derrota contundente dos dois países em votação no CSNU. 

Fonte adicional de prejuízo para o país foi a ausência do Brasil nas dezenas de acordos de livre comércio negociados nas primeiras décadas deste século. A hipertrofia da diplomacia presidencial também mereceu críticas, sobretudo pelo fato de algumas visitas do Presidente terem sido improvisadas, com falta de estudos e avaliações de diplomatas sobre os assuntos bilaterais ou multilaterais. PRA se refere de forma crítica e um tanto irônica, por exemplo, à proliferação, por iniciativa e sob os auspícios do Brasil, de reuniões de cúpula de Chefes de Estado da América do Sul e Caribe, dos países árabes e de nações africanas. “Nunca anates na história da região se fizeram tantas reuniões de cúpula, nunca antes os presidentes foram tão amigos entre si. Não se pode dizer, todavia, que a causa da integração tenha avançado satisfatoriamente, mesmo com toda a retórica a seu favor.” (p. 99) 

Ao referir-se aos três grandes objetivos da diplomacia lulista – cadeira permanente no Conselho de Segurança das Nações Unidas; reforço e expansão do Mercosul; e conclusão exitosa das negociações multilaterais da Rodada Doha – PRA conclui que “nenhum deles foi conquistado, sequer arranhado.” (p. 98)

 A avaliação das diretrizes econômicas e da diplomacia de Dilma Rousseff é igualmente muito negativa, “pela mediocridade de sua política econômica e pela total inexpressividade de sua política externa”. (p. 100) Os fracassos: o diagnóstico de PRA a respeito do impeachment da Presidente é no sentido de que “a natureza da crise foi basicamente fiscal”: aceleração inflacionária acima das metas de inflação; alguma desvalorização cambial. As causas formais do impeachment incluem a manipulação do orçamento, o financiamento irregular de déficits setoriais, a utilização ilegal dos bancos públicos, e o descumprimento da Lei de Responsabilidade Fiscal. Tais irregularidades, somadas aos desentendimentos com líderes partidários e ao clamor das ruas, desembocaram no afastamento da Presidente.

Os revezes da diplomacia de Dilma em muito superaram os escassos êxitos: “a suspensão irregular do Paraguai do Mercosul, o ingresso ilegal da Venezuela no bloco, e a demissão do primeiro chanceler por causa de uma crise com a Bolívia”, provocada pelo asilo de senador boliviano por mais de 400 dias na Embaixada do Brasil em La Paz, e de sua retirada clandestina da Bolívia, com ajuda de nosso Encarregado de Negócios. (p. 101) 

Os dois chanceleres do governo Temer, José Serra e Aloysio Nunes, ao reduzirem a interferência partidária na política externa, foram objeto de uma campanha, no Brasil e no exterior, de uma campanha que denunciava o “golpe” do impeachment. Nas palavras de PRA, aqueles chanceleres conduziram “uma bem-sucedida reversão a padrões mais tradicionais de condução diplomática e de orientação em política externa”. (p. 103)

O livro de PRA, além da síntese de nossa historiografia, e da visão em perspectiva de nossas relações internacionais, examina, nos capítulos subsequentes, dois aspectos fundamentais de nossa ação externa: o processo decisório e as diplomacias presidenciais. 

 

(iv)          Política externa e diplomacia do governo Bolsonaro. O império da barbárie. 

A avaliação abrangente e altamente crítica de PRA a respeito da política externa e da diplomacia do governo Bolsonaro perpassa os diversos capítulos do livro. As duas vocações que se revelam nos trabalhos de PRA e indicados no início desta resenha - o acadêmico e o militante – aparecem, a partir de agora, com grande nitidez. Vejamos como se desdobra a análise crítica de PRA a respeito da ação externa do atual governo. 

 

(continua...) 

33 milhões de brasileiros têm FOME: 33 MILHÕES!!! - Carlos Brickmann

 

DAR DE COMER A QUEM TEM FOME

COLUNA CARLOS BRICKMANN

EDIÇÃO DOS JORNAIS DE DOMINGO, 12 DE JUNHO DE 2022

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Bolsonaro disse nos Estados Unidos que o Brasil alimenta um bilhão de pessoas no mundo. Talvez; mas falta alimentar 33 milhões de brasileiros para quem não há comida. Falta alimento? Não: falta administração. E, embora não falte dinheiro para mordomias nos três Poderes, jet-skys, motociatas, falta dinheiro para dar de comer a quem tem fome. Aos números: em 2009, no fim de seu segundo mandato, Lula criou o PNAE, Programa Nacional de Alimentação Escolar. Dilma assumiu, manteve o PNAE no mesmo valor. Temer assumiu, manteve o PNAE no mesmo valor. Bolsonaro também não mexeu em nada: para todos foi mais confortável fingir que não houve aumento de população de 2010 até 2022 e os preços não subiram em 13 anos.

Resultado: na pré-escola, há R$ 0,53 para encher o prato dos garotos da pré-escola, que ou se alimentam direito ou têm a saúde prejudicada para sempre. Os alunos do Fundamental e do Médio têm menos ainda, R$ 0,36 por pessoa. No ensino em tempo integral o custo vai de R$ 1,07 a R$ 2,00. Não é só isso: em muitos casos, a merenda escolar é a única refeição do dia.

Num país em que cada parlamentar tem até 80 assessores, os ministros do Supremo têm funcionários para puxar suas cadeiras, o presidente precisa colocar seus gastos no cartão em sigilo para evitar escândalo, candidatos usam bilhões públicos para a campanha, há gente que não sabe quando vai comer. Os campeões de gastos brigam entre si. Os famintos que se danem.

Alguém contesta?

Quem fez o brilhante levantamento foi a repórter Laura Mattos, da “Folha de S.Paulo”. Não há um pingo de partidarismo neste notável trabalho. Só há números, só há fatos: o PNAE deve atender a 40 milhões de estudantes de escolas públicas. Certas categorias profissionais mais iguais que as outras compram filé-mignon, salmão, picanha, com recursos públicos. Quem não tem o que comer simplesmente não come. Não, não há qualquer tentativa de reduzir gastos públicos. É como se os famintos simplesmente não existissem.

Sentindo-se em casa

Mas é injusto responsabilizar certas despesas de Bolsonaro pela falta de verbas essenciais. Agora, foi a Los Angeles participar da Cúpula das Américas (e se disse encantado com o presidente Biden). E, já que estava por lá, resolveu voar 3.500 km para inaugurar um vice-consulado que existe desde janeiro, em Orlando – onde fica a Disneyworld. Como perder a oportunidade? É lá que estão o Pateta, os Irmãos Metralha, João Bafodeonça, o rato Mickey.

Há até o Zé Carioca, que se veste igualzinho a um eleitor dele.

Armas, armas às mancheias

Anote: falta comida para alimentar 33 milhões de pessoas, falta dinheiro para a merenda escolar de 40 milhões de crianças, mas para armas o dinheiro sobra. A Polícia Militar do Rio vai entregar uma arma de fogo do Estado, gratuitamente, para 10 mil PMs da reserva remunerada. Cada PM aposentado poderá pedir três carregadores e um mínimo de 50 balas. Motivo? Segundo o porta-voz da PM, Ivan Blaz, os soldados reservistas poderão usar as armas para fazer “bicos” particulares como seguranças.

Com o nosso dinheiro

Constituição maltratada - Editorial Estadão

 A CF-88 já é uma barafunda que obsta um processo sustentado de crescimento econômico. A febre de PECs do bolsonarismo estúpido a está tornando uma caixa de contradições, um Frankenstein institucional. O mal permanecerá por anos. Os políticos do Centrão estão destruindo o Brasil!

Paulo Roberto de Almeida

Constituição maltratada

Ao emendar a Carta e mexer no sistema tributário por imperativos eleitorais, sem pensar no futuro, Brasil cria insegurança e desestimula investimentos

Notas & Informações, O Estado de S.Paulo

12 de junho de 2022 | 03h00

 Em um país onde 33,1 milhões de pessoas passam fome diariamente, a obsessão de Jair Bolsonaro com os combustíveis já seria suficientemente ofensiva. Para além do fato de que a proposta de reduzir impostos para conter preços é altamente regressiva, a forma que o governo escolheu para colocar seu plano populista em prática representa um ataque à Constituição e ajuda a explicar as razões pelas quais o País não cresce há tantos anos. Mirando nos combustíveis, um governo que foi eleito sob o discurso “mais Brasil, menos Brasília” está disposto a ferir de morte o pacto federativo, arranjo institucional que garantiu aos Estados autonomia para definir um tributo que representa sua principal fonte de arrecadação, e, em reação previsível, parlamentares apresentaram uma Proposta de Emenda à Constituição (PEC) para garantir compensação aos Estados.

A Constituição não é obra pronta e certamente está sujeita a atualizações. Tanto é verdade que deputados e senadores promulgaram 122 emendas constitucionais entre 1988 e 2022. Foram 22 nos três anos e meio de Jair Bolsonaro – um fenômeno, considerando o rito de tramitação e o quórum qualificado que as PECs exigem. Mas esse mesmo governo que conta com maioria no Congresso foi incapaz de aprovar as necessárias reformas para destravar a economia. 

Propostas que visam a uma ampla reforma tributária na Câmara (PEC 45/2019) e no Senado (PEC 110/2019) repousam nos escaninhos do Congresso. A construção de texto que dê fim ao manicômio tributário que vigora no País passa por um acordo entre União, Estados e municípios, mas pontes importantes que poderiam ser utilizadas na busca de um imposto único sobre bens e serviços foram queimadas pelo governo federal ao impor o teto do Imposto de Circulação de Mercadorias e Serviços (ICMS) na marra. A reforma administrativa (PEC 32/2020) permanece intocada desde que saiu de uma comissão especial em setembro do ano passado, sem qualquer perspectiva de ir à votação no plenário da Câmara. Por outro lado, articulações entre Senado e Judiciário apontam apoio ao retorno do anacrônico quinquênio a ser cristalizado na maltratada Constituição, e voltou a circular no Legislativo uma proposta que tira o poder das agências reguladoras. A quem e para que tem servido essa maioria parlamentar?

A forma como o mundo privado interpreta e reage a esses movimentos varia conforme os setores. Aqueles mais diretamente afetados pela imposição de um teto para o ICMS sobre bens essenciais, por exemplo, anseiam por sua aprovação. Com a inflação nos níveis em que está, qualquer migalha pode representar um alívio momentâneo na inadimplência e contribuir com as receitas de empresas que já atuam no País há muitos anos. É uma visão de curto prazo e focada em extrair benefícios próprios em um momento politicamente conturbado. Por outro lado, o Brasil está fora do mapa mundial das grandes transformações e do avanço tecnológico pós-pandemia. Estudo divulgado pelo Instituto Brasileiro de Economia da Fundação Getulio Vargas (Ibre/FGV) aponta que a taxa de investimentos no Brasil deve ficar em 18,4% do PIB neste ano, menor que a registrada em 139 países. O mundo investirá US$ 140 bilhões nos próximos dois anos para resolver o problema global da escassez de semicondutores, talvez o item mais importante para a indústria atualmente, mas segundo reportagem publicada pelo Estadão, nenhum quinhão foi reservado ao Brasil.

Investimentos relevantes para a economia são decididos de olho em um horizonte de médio e longo prazos. Estabilidade é condição mínima para convencer investidores a aportar recursos em qualquer país, bem como o respeito ao marco jurídico, legal e regulatório. Lamentavelmente o Brasil colhe o que planta quando a Constituição é alterada ao sabor dos interesses eleitorais, as alíquotas de um dos impostos mais relevantes do sistema tributário são definidas na base do grito e as reformas estruturais ficam para as calendas. Sem crescimento, até problemas que pareciam superados como a fome voltam a assombrar o País.