O que é este blog?

Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida.

segunda-feira, 9 de abril de 2012

Nuestros hermanos empantanados comercialmente...

Interessante o fato de que NENHUM país membro da OMC, nem mesmo a Venezuela, tenha se levantado em apoio às posições argentinas, que segundo sua subsecretaria de comércio são "corretas", o problema advindo apenas do fato de que "nos queren estigmatizar".
Que crueldade, nem o Brasil foi defender o hermano? Aposto que se fosse no governo anterior, não faltaria solidariedade aos hermanos. Tudo mudo, tudo cambia, já não se fazem mais hermanos como antigamente...
Paulo Roberto de Almeida


El frente externo / Tras el duro comunicado ante la OMC
Estados Unidos analiza nuevas medidas contra la Argentina
"Estamos considerando próximos pasos", admitieron en el organismo de comercio norteamericano
Por Silvia Pisani  | LA NACION, Lunes, 9 de Abril de 2012

WASHINGTON.- La administración norteamericana "está considerando próximos pasos" contra la Argentina, tras haber participado, junto con otros 40 países , de la durísima queja que la política de restricciones a las importaciones de nuestro país generó, días atrás, ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) .
"Estamos considerando próximos pasos y apropiados" para reaccionar a ese tipo de políticas, dijeron fuentes de la Oficina del Representante Comercial norteamericano (USTR, por su sigla en inglés, el organismo encargado de las relaciones comerciales con el mundo), al ser consultadas por LA NACION, aunque no dio mayores precisiones sobre cuáles serían esas medidas .
La requisitoria apuntó al documento producido el pasado viernes 30, cuando -en un gesto inédito- 40 países, desde los Estados Unidos hasta Panamá, pasando por México, Japón, Turquía y la Unión Europea en su conjunto, expresaron una "seria preocupación" por las barreras, así como la "falta de transparencia" con que se aplican.
De más de dos carillas, el texto incursionó también en el detalle de describir "llamadas telefónicas" de funcionarios argentinos a empresarios que pretendían importar bienes en nuestro país para presionarlos a "producir exportaciones o inversiones" por un monto similar al que pretendían comerciar.
"Fue llamativo que ningún país levantara la voz para defender la posición argentina", añadieron a LA NACION las fuentes del representante comercial norteamericano.
Parecieron aludir así al silencio que, ante la dura queja, guardaron países con gobiernos particularmente cercanos al de Cristina Kirchner, como Venezuela, o integrantes del mismo bloque comercial, como Chile, o que suelen sufrir cuestionamientos por su comercio, como China.
"Lo que pretendemos es que respondan a los señalamientos técnicos que se están haciendo", dicen que dijo el embajador norteamericano ante la OMC, Michael Punke, tras escuchar la solitaria defensa que emprendió en el plenario de Ginebra la subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Nahón. "Nuestras políticas son legítimas. Nos quieren estigmatizar", argumentó la funcionaria, cuya cartera trabaja en directa colaboración con el canciller Héctor Timerman.
Las fuentes no dieron precisiones sobre el tipo de medidas que se podrían estar considerando. Con eso, se diferenciaron de México, cuyo ministro de Economía, Bruno Ferrari, amenazó ya con pedir medidas adicionales. Entre ellas, un posible panel internacional de mediación en la OMC para revisar las "restricciones" que le impiden ingresar bienes a la Argentina.
PREOCUPACIÓN
"México está preocupado por el hecho de que la Argentina aplique estos actos de proteccionismo, cuando está creciendo la integración comercial. No vamos a permitir que ese proteccionismo ocurra", añadió Ferrari.
El reclamo de los 40 países se produjo el pasado viernes 30 y fue el cierre de una semana que había empezado mal para el frente comercial: ese mismo lunes, el gobierno norteamericano había decidido suspender beneficios arancelarios a la Argentina.
Esa suspensión, firmada de puño y letra por el presidente Barack Obama, se dispuso como represalia por la negativa del país a pagar laudos arbitrales del Banco Mundial (Ciadi) a favor de dos empresas norteamericanas. Lo hizo tras considerar que el país no había actuado "de buena fe" en la cuestión.
Duras, ambas decisiones potenciaron su efecto político al producirse apenas una semana antes de que Obama y Kirchner coincidan, a partir del viernes, en la Cumbre de las Américas, en Cartagena.
"Fueron decisiones independientes de esa cumbre", ratificaron a LA NACION las mismas fuentes. Poco antes, el Departamento de Estado consideró como "un serio obstáculo en el camino" la situación por la que se llegó a la suspensión arancelaria.
Poco después, y en un nuevo pronunciamiento, el USTR envió al Congreso norteamericano un informe en el que volvió a detallar barreras comerciales de nuestro país, así como el bloqueo que, en los hechos, implica para el acceso de bienes extranjeros el control de cambios impuesto por el Gobierno.
"Numerosos empresarios dijeron que la AFIP les autorizó menos divisas que las que pidieron y eso les impidió" acceder a bienes de origen norteamericano, dice, por caso, el informe que, desde la semana pasada, tienen en su poder legisladores interesados en la política de Washington hacia nuestro país.
En todos los casos, el gobierno argentino reaccionó ratificando las políticas en curso y descalificando las objeciones. "Parece que prefieren defender a los fondos buitre", dijo el ministro de Interior, Florencio Randazzo.
"Llama la atención que todo esto lo digan países que han aumentado sus exportaciones a la Argentina en un 25 por ciento, superando su nivel de exportaciones promedio al resto del mundo", sostuvo el canciller Timerman.
Advirtió también que es "llamativo" que ninguno de los países críticos "haya presentado un caso puntual en el cual la Argentina haya incumplido las reglas de la OMC" y que sus reclamos estén basados "en vagas versiones publicadas por la prensa local".
40 
Países 
Fueron los que firmaron la queja contra la Argentina presentada ante la Organización Mundial de Comercio (OMC)

Brevissima aula cambial para uso dos neofitos...

Um leitor me solicita uma opinião -- pois não poderia ser outra coisa -- a respeito desta questão:


Bom dia Paulo!
Não fosse o Real valorizado perante o Dollar, qual seria a classificação do nosso PIB?



Eis o que respondi: 



Difícil especular com valores tão cambiantes quanto taxas de crescimento, estimativas de PPP e taxas de câmbio, mas posso lhe dar uma ideia com base na experiência pregressa do Brasil.
Na valorização anterior do Real -- sabe?, aquela neoliberal dos traidores, submissos e vendidos ao FMI, como foram os reacionários dos tucanos, no Ancien Régime (coisas velhas, você sabe, entre 1995 e 1998) --, o Brasil saiu da 12 posição na economia mundial, para a oitava, ou mesmo sétima, com um PIB que na época beirava os 800 bilhões de dólares. Os companheiros, obviamente, criticavam o "populismo cambial" e recomendavam controles de capitais, desvalorização, políticas ativas nos planos industrial e comercial, enfim, essas coisas que eles sempre recomendam. Não importa se gente da classe D ou mesmo E estava comendo frango, iogurte, e que a classe C já estava indo até para Miami, isso era errado, e a sobrevalorização, como se dizia, iria "matar a nossa indústria".
Aí então veio a crise, mais deslanchada pelo Itamar Franco do que pelos especuladores de Wall Street, mas que importa, o real despencou, e nós passamos de um câmbio a 1,26 para mais de 2,3 em pouco tempo.
Não preciso dizer que nosso PIB despencou para menos de 500 bilhões de dólares, e o Brasil passou a ser a 12, 13 ou até 14a economia mundial, veja como são essas coisas.


Pois bem, como todo político gosta mesmo de valorização cambial, de populismo cambial, os companheiros atuais, mesmo cometendo todos os demais equívocos econômicos, deixaram o câmbio se valorizar como nunca antes neste país, muito mais do que era no Ancien Régime tucanês. O nouveau régime petista levou o dólar a baixarias nunca vistas antes.
Com isso, a economia chegou a esse espetacular patamar de ser a 6a ou 7a economia mundial, e a classe média volta novamente a gastar dinheiro indo duas vezes por ano a DisneyWorld.
Que maravilha, não é?
Como vai acabar isso? 
Provavelmente numa crise cambial e desvalorização forçada por esses mercados perversos, como sempre ocorre e como foi das outras vezes.
Ruim? Depende!
Os industriais não estão pedindo desvalorização? Os companheiros -- mesmo sem ter feito nada -- vão dizer que atenderam esses desejos nada secretos.
E tome protecionismo em todas as instâncias, antes, durante e depois.
Assim vai o Brasil dos ingênuos iluminados.
Paulo Roberto de Almeida 

Relacoes Brasil-EUA: equivocos das duas partes - Moises Naim

Vai no mesmo sentido da matéria da Economist e do artigo de Carlos Malamud.


Adivina quién no viene a comer
LA NACION, 9/04/2012

WASHINGTON.- Se acabaron las superpotencias. Se acabó la época en la que un imperio, o un país con gran poder, imponía a otros sus deseos. Por supuesto que aún existen naciones con la fuerza y los recursos para obligar, o inducir, a otras naciones a comportarse de una manera y no de otra. Pero esto es cada vez menos frecuente o sostenible. Hoy ni siquiera Estados Unidos, con toda su pujanza militar y económica, logra evitar que otros países actúen de manera autónoma.
Hemos pasado de la era de las potencias hegemónicas a una era en la cual construir alianzas internacionales es indispensable. Ningún Estado se puede dar el lujo de vivir sin aliados o sin formar parte de coaliciones de países que se apoyan mutuamente, aunque en ciertas áreas rivalicen o en otras sus intereses estén en conflicto.
Así es, por ejemplo, la relación entre Estados Unidos y China. Y Estados Unidos tiene otras relaciones bilaterales muy importantes, como Rusia, Gran Bretaña y la India. Pero tan interesante como la lista de los países con los que Estados Unidos mantiene fuertes vínculos es la lista de los países con quienes debería tenerlos, pero no los tiene. Brasil es el mejor ejemplo.
Esto es sorprendente. Brasil es un vecino que cada vez tiene más peso en la política internacional y que ya ha superado a Gran Bretaña como la sexta economía del mundo. Sin embargo, las relaciones entre los dos gigantes del hemisferio occidental son débiles y están impregnadas de un paralizador cóctel de desconfianza, desconocimiento y distracción.
La insulsa agenda de la visita de la presidenta Dilma Rousseff a Washington esta semana puso en evidencia lo banal de una relación que debería ser fundamental y profunda. Si Estados Unidos y Brasil se pusieran de acuerdo en una ambiciosa agenda, podrían transformarse en una vigorosa fuerza de cambio positivo para sus sociedades, para América latina y hasta para el resto del mundo.
Hay varias razones detrás de la incapacidad de estos dos grandes países para llevarse mejor. Una es que el ascenso de Brasil en la última década coincidió con un período en el que Washington estaba muy ocupado en otras cosas: dos guerras y el hundimiento de su economía, por ejemplo. Pero esto no es nuevo. La desatención de Estados Unidos a Brasil, y a la región en general, ha sido crónica. Su política hacia América latina ha sido reactiva y ha estado centrada, principalmente, en emergencias, países pequeños y Estados fallidos. En Washington, es más fácil encontrar expertos en Cuba o en Haití que en Brasil; el comercio de drogas, no el comercio brasileño, es lo que entusiasma a congresistas y diplomáticos.
UN SOCIO COMPLICADO
Por otro lado, Brasil no es un socio fácil. Espera y exige el mismo respeto y consideración que Washington dispensa a las viejas potencias. ¿Por qué a David Cameron, el primer ministro británico, Obama le ofreció una pomposa cena de gala en la Casa Blanca y a Dilma Rousseff sólo un "almuerzo de trabajo"? ¿Por qué a Cameron lo llevó en su helicóptero a un partido de básquet y a Dilma la lleva a una "reunión privada con empresarios"?
En la diplomacia, los gestos y los símbolos revelan más que los discursos. Como informó Brian Winter, de la agencia Reuters, estos gestos han irritado al gobierno brasileño, que lee en ellos mensajes muy claros de desdén y desinterés.
A su vez, estas reacciones de los brasileños exasperan a los norteamericanos. Una funcionaria del gobierno norteamericano me dijo: "Brasil se nos ha transformado en la Francia de América latina. Su obstruccionismo en las negociaciones internacionales sobre clima, comercio o lo que sea está a menudo impulsado por su deseo de exhibir su poder. Cuando interfieren en nuestras iniciativas para detener el programa nuclear de Irán o impiden los acuerdos en otras negociaciones, lo hacen para obligarnos a prestarles atención. Y lo logran. Pero no se dan cuenta de que esto ha ido minando nuestra disposición a tratarlos como un aliado confiable. Tenemos que esperar que Brasil madure como potencia".
Todo esto es lamentable. Estas fallas de ambas partes se pueden y deben solventar. Mientras que las alianzas que tiene Estados Unidos con otras potencias emergentes son defensivas, equívocas e inestables, una alianza con Brasil puede estar sustentada en un fuerte y duradero proyecto de prosperidad y democracia. Lo único que lo impide es una historia de desencuentros que puede ser fácilmente superada por líderes que deseen hacerlo.
EL PAIS

Os livros perdidos - Paulo Timm

Uma linda crônica de meu amigo Paulo Timm, sobre os livros perdidos na história da humanidade. Permito-me agregar que uma fonte interessante -- não de livros totalmente perdidos ou irrecuperáveis -- de livros recuperáveis, resgatáveis, seriam os manuscritos de escritores dissidentes arrestados por ditaduras, a começar pela soviética, mas estendendo-se também à chinesa, à cubana, norte-coreana e outras menos lembradas, como aliás a própria Stasi, da DDR, cujos arquivos foram, ao que parece, quase integralmente preservados.
Um historiador desses com acesso a determinados arquivos poderia fazer um livro sobre os livros nunca publicados em função de situações orwellianas.
Fica a sugestão.
Paulo Roberto de Almeida 


Os livros perdidos

Paulo Timm

A perda não é uma anomalia, um desvio ou uma exceção. É uma norma. É uma regra. É inescapável.
(Stuart Kelly)

Diz a letra de um velho samba que “Quem acha vive se perdendo…” (Feitio de Oração, Noel Rosa, numa evocação de profunda filosofia tupiniquim que, no Brasil, só a música popular parece alcançar. Há anos, procuro, sem êxito, uma crônica de Lara Rezende ou Paulo Mendes Campos, não lembro bem – (perdi…!), tratando exatamente desta relação – Música Popular / Filosofia-, que li, há décadas, e que guardei apenas como vaga lembrança. Pensei reencontrá-la no clássico de Roberto Gomes, intitulado “A Filosofia Tupiniquim”, mas ele foi pelo outro lado da cultura popular: o humor. Outro autor contemporâneo, Hugo Allan Matos, porém, acredita nisso. E o próprio Noel Rosa acabou escrevendo uma de suas músicas com teste título – “Filosofia”, – abrindo caminho para esta tese. Com efeito, a vida é um imenso labirinto cuja graça consiste, precisamente, em transitar , sem que saiba ao certo, sequer, se há saídas…
Mas se é verdade que os que acham acabam se perdendo, o quê dizer do que já está perdido…?? O que lhes acontece…? Haverá saídas para as perdas? Aparentemente, não. A perda é sempre algo irreversível, principalmente quando se perde o tempo, as idéias, ou o próprio juízo sobre elas. Mas a perda é sempre inevitável e, curiosamente humana. O homem vive e sobrevive através das perdas. Perde o útero materno, perde o seio da mãe, perde a própria memória que vai se transformando numa névoa do passado. Afinal, perde a juventude, perde a saúde, vai-se a própria vida. Perde-se o homem de si mesmo e gasta grande parte de sua vida tentando se reencontrar…A perda, enfim, é um tema tão comovente que já foi objeto de um interessante livro – “Perdas Necessárias”, de autoria deJudith Viorst, da Editora Melhoramentos. Ele pode ter influenciado o título de uma canção bem popular do Pe. Fábio de Melo: “Perdas Necessárias”.
Inúmeras fábulas já trataram, também, do dilema da perda. Mas não vou falar aqui, nem da perda como processo, nem de fábulas. Quero falar sobre fatos: A perda de livros, ao longo da História Humana, mais das vezes devorados pelas chamas do ódio e da intolerância, senão mera, crassa ignorância e até a inteligência em suas manifestações de vanguarda tecnológica. Um autor, por exemplo, Robert Darnton – “A questão dos livros”, Cia das Letras -, fez, recentemente, uma denúncia contra a destruição de coleções de jornais promovidos por bibliotecas dos Estados Unidos, em nome da preservação.

"Darnton reafirma a durabilidade dos códices, falando criticamente do livro de Baker e de como ele apresentou essa caça ao papel nas bibliotecas. Ocorrida com mais freqüência nos anos 80, bibliotecários americanos começaram a implantar a preservação de periódicos antigos em microfilmagem, danificando e, literalmente, jogando no lixo jornais e revistas antigas que são o material básico para um estudo histórico – mas não o mais importante, ressalta o autor.

Diante disso, fico me imaginando quantos livros, teses acadêmicas, bibliotecas inteiras não se perderão diante da febre digitalizadora que nos assola? Ontem, foram as micro-filmadoras as algozes destruidoras de toneladas de jornais; hoje, os scanners e e-books, apesar de que Darnton os tenha defendido arduamente em seu Projeto Gutenberg-e, desenvolvido entre 2000 e 2006.
“O projeto consistia na publicação de monografias no formato e-book como forma de facilitar a entrada de jovens pesquisadores de História na carreira acadêmica. Darnton faz todo um histórico sobre a crise da publicação de monografias, fruto de uma reação em cadeia que começou com o aumento do preço de periódicos que obrigou as bibliotecas a fazerem cortes em suas verbas. (…) Um outro objetivo do Gutenberg-e, segundo Darnton, era afirmar a seriedade dos e-books, tratá-los com o mesmo respeito de um livro publicado fisicamente.”

Poucos sabem, entretanto, que este meio eletrônico é extremamente frágil e suscetível de apagões sob certas descargas eletromagnética . Grandes acervos de imagens, por exemplo, têm sido melhor conservados em fitas de vídeo e não em CDs, como, por exemplo, o da Rede Globo. Uma tempestade solar mais forte, um raio inconveniente, uma cápsula perdida de Césio 137, tal como ocorreu em Goiânia, anos atrás, e puffff…Lá se vão nossos belos arquivos digitais…Acho, aliás, que foi Einstein quem disse certa vez:
“Não sei como será a III Grande Guerra, mas estou seguro de que a IV será com pedras…”
A verdade é que não há garantias contra as perdas…Pois assim foi com a própria Bíblia, a qual teria, ao longo dos séculos e milênios, perdido grande parte de suas narrativas e profecias. Segundo consta, há centenas de seus livros que se perderam e que dificilmente serão reencontrados. Alguns foram consumidos pelo tempo, outros foram suprimidos por conterem, à luz das autoridades da Igreja, em cada tempo, revelações que não se coadunavam com seus ensinamentos. Eis, segundo um estudioso – um roteiro dessas perdas, para os interessados:
Mas não foram só os livros sagrados, apenas, que desapareceram. Uma inusitada crônica de Sérgio Faraco – Livros Perdidos in Gregos e Gringos, Ed.Mercado Aberto, Porto Alegre, 1998 – , notável contista gaúcho, nos dá conta de outras perdas irreparáveis. Dou-lhe a palavra, por sábia e insubstituível:
“Livros Perdidos (…)
A história da humanidade está repleta de notícias de aniquilações do conhecimento compendiado,, e os soldados, sobretudo os romanos, tiveram um papel de proa nessa cruzada bárbara. Na tomada de Cartago, incendiaram a cidade e se acharam no dever de fazer o mesmo , com sua biblioteca, que ardeu 17 dias para que se consumissem seus 500.000 volumes. Os mesmos romanos, na campanha de Julio Cesar no Egito, puseram fogo a Biblioteca de Alexandria, varrendo da história 700.000 textos e as velhas paredes que tinham visto Euclides escrever seus Elementos de Geometria, Erastótenes calcular a circunferência da Terra e o médico Herófilo produzir uma obra pioneira no campo de anatomia.
Bastam essas perdas para que exista em nossa trajetória cultural uma intermitência que mil anos não hão de recompor. E no entanto são apenas dois entre muitos outros casos de destruição selvagem, como o da coleção de Pisístrato em Atenas (da qual se salvaram as rapsódias de Homero), dos papiros do Templo de Ptah em Mênfis, dos milhares de pergaminhos do Colégio de Druídas em Bribactis (hoje Autun, França) , dos 300.000 livros queimados por Léo Isauro em Constantinopla e dos códices maias no México por Diego de Landa.
E não se diga que os tempos eram outros e eram ásperos. O homem que destrói livros pertence, geralmente, à mesma ordem de cultura daquele que os constrói.
Nada do que se perdeu será recobrado e para maior desgraça nossa, dos nossos filhos, dos homens do milênio vindouro, houve momentos em que, como no romance de Umberto Eco (O nome da Rosa) , como na luta de Guilherme e Jorge, por um triz deixamos de recuperar valiosas obras que já eram dadas por perdidas.
Conta o inglês Andrew Thomas – e isto não é ficção – que certa vez houve um grande indêndio no harém de um sultão do Império Otomano. Um jovem secretário da Missão Francesa viu saqueadores invadirem o palácio para roubar objetos de valor , e uma dramática coincidência o levou a esbarrar num homem que fugia sobraçando um monumental cartapácio. Era a História de Roma, de Tito Livio , até então desaparecida. O funcionário interceptou o ladrão e ofereceu-lhe considerável soma em troca da preciosidade. O turco aceitou, mas o francês – que fatalidade! – só dispunha de escassas moedas na algibeira. Aflito sugeriu que o pagamento fosse feito em sua residência e ainda discutiam quando vieram abaixo as traves do palácio em chamas. A multidão recuou em pânico e separou os dois homens, que não mais puderam reencontrar-se.
O volume abarcava sete séculos e meio da história romana, e de seus 142 livros chegaram até nós, por outros caminhos, apenas 35.”
Outro autor, cuja própria vida também parece envolta em perdas, Stuart Kelly Kelly dedicou-se, ao tema dos livros perdidos e escreveu um verdadeiro clássico: “O Livro dos livros perdidos” – Ed. Record. Nele descobrimos coisas incríveis: Como se perderam as obras completas de Ésquilo, na destruição da Biblioteca de Alexandria. Isso porque havia um único exemplar do livro, vendido por atenienses a Ptolomeu do Egito, como condição do estranho negócio. Ou sobre o descuidado amigo que extraviou um caderno de anotações de Rimbaud. Ou ainda o mistério envolvendo “Cardenio” , de Shakespeare. Um livro, enfim, divertido, escrito com bom humor, capaz de suscitar a curiosidade sobre o tempo, a literatura, as perdas irreversíveis, e as pessoas que estiveram por trás de tudo isto.
O livro mereceu várias e interessantes resenhas e comentários no Brasil. Eis uma delas:
“Em O livro dos livros perdidos, Stuart Kelly revela trabalhos desaparecidos de autores famosos e conta fascinantes histórias reais por trás de livros que não foram publicados por terem sido destruídos, extraviados, interrompidos pela morte do autor ou simplesmente nunca começados. O que realmente aconteceu com o segundo romance de Sylvia Plath? E qual seria o monstruoso segredo contido nas memórias de Lord Byron que levou seu editor a queimar o manuscrito? Essas são algumas das perguntas respondidas por Kelly nesta pesquisa fascinante.”
Fica aqui, pois, meu registro em homenagem a estas páginas perdidas de letras imemoriais e seus descobridores. Poetas, escritores, cronistas são bibliófilos incansáveis. Amam livros. Têm com eles uma relação muito especial, afetiva mesmo. Encontram um prazer indizível em contemplar suas prateleiras repletas de exemplares com formas, capas e cores tão diferentes. Exaltam-se ao escolher dentre elas um título cativante, dentro do qual assinalaram uma passagem cativante, que voltam a ler de tempos em tempos com o mesmo sentimento da primeira vez. Sublimam-se citações, versos, parágrafos de beleza ímpar de Shakespeare (“O resto é silêncio”) de Tolstoi (“Cada família infeliz tem seu jeito próprio de ser infeliz”), de Guimarães Rosa (“Viver é muito perigoso”), de Paulo Leminski (“Por um lindésimo de segundo”). Eternas fontes de inspiração vital . Porventura reencontrados por escavadores de livros perdidos como capítulos re-velados da geologia humana.

Paulo Timm é economista formado pela UFRGS. Pós Graduado na ESCOLATINA, da Universidade do Chile e CEPAL/BNDES. Foi professor da Universidade de Brasilia- UnB – e Técnico do IPEA, órgão do Ministério do Planejamento, em Brasília, onde residiu por 35 anos e onde fez sua vida profissional e pública.

Eximbank USA debate - Editorial Washington Post

Talvez alguns elementos de reflexão para avaliar o BNDES sendo convertido em algo similar, não semelhante...

The Post’s View

Impasse over the Ex-Im

CREATED IN 1934, the Export-Import Bank of the United States provides direct loans, loan guarantees and credit insurance to enable foreign purchases of U.S. products that private-sector banks might not finance. When trade credit dried up after the financial panic of 2008, Ex-Im’s lending soared from $14.4 billion in fiscal 2008 to $32.7 billion in fiscal 2011. As a result, the bank will hit its portfolio limit of $100 billion soon, perhaps before the agency’s legal mandate expires May 31.
bipartisan Senate bill, supported by the Obama administration, would reauthorize Ex-Im through 2015 and increase its allowable portfolio to $140 billion. Backers say that Ex-Im sustains hundreds of thousands of jobs — while returning $1.9 billion in fees and interest to the Treasury in the past five years. But House Republicans are resisting, arguing that Ex-Im distorts markets and risks taxpayer money to aid big business.
Mere Tea Party ranting? Well, then-Sen. Barack Obama called Ex-Im “little more than a fund for corporate welfare” during his presidential campaign. He had a point: In fiscal 2011, more than half of Ex-Im’s loans and guarantees supported oil and gas or aerospace companies. For many years, Boeing has been Ex-Im’s leading customer.
Why can’t a blue-chip giant like Boeing sell planes without Washington’s help? Ex-Im supporters argue that even in normal economic times banks hesitate to extend long-term credit in emerging markets such as Vietnam and Colombia. Maybe so, but that contradicts another argument in favor of the bank — that it exposes taxpayers to little or no risk. Historically, Ex-Im’s default has been low — less than 2 percent. But it developed that record on the basis of a much smaller portfolio. To the extent that Ex-Im substitutes the U.S. government’s judgment for the market’s, it encourages emerging countries to over-invest in new aircraft and the United States to over-produce them. And that’s inherently risky.
What about job creation through export promotion, the rationale that converted Mr. Obama? Ex-Im surely creates jobs at Boeing, but whether it increases employment overall is another question. Delta Airlines has complained, with justification, that Ex-Im-backed jet sales to competing airlines abroad put Delta at a disadvantage (though a new Ex-Im loan will help a Brazilian airliner send planes to Delta for maintenance). Nor does Ex-Im necessarily increase net exports. Currency fluctuations, tax rates and other competitive factors probably swamp Ex-Im’s impact; it backed a mere 2 percent of U.S. exports last year. And if not channeled to Ex-Im’s clientele, those resources might well have paid for other U.S.-made goods.
There is one hard-to-refute argument for Ex-Im: Everyone else does it. Europe and Japan have long subsidized big-ticket exports. In recent decades, the United States and other developed nations have negotiated mutual reductions in export subsidies — but now China, Brazil and India are getting into the act.
Probably the United States ought not to disarm unilaterally. But in the short term Congress should reform Ex-Im, by abolishing the well-intentioned but impractical requirement that it devote 10 percent of its resources to renewable energy exports and by ending the protectionist requirement that Ex-Im-financed goods travel on U.S.-flagged ships. In the medium term, the United States needs to lead a redoubled global diplomatic effort to phase out these market-distorting practices.

O mito do declinio americano - Walter Russell Mead



Walter Russell Mead: The Myth of America's Decline

Washington now has added China, India, Brazil and Turkey to its speed-dial, along with Europe and Japan. But it will remain the chairman of a larger board.



The world balance of power is changing. Countries like China, India, Turkey and Brazil are heard from more frequently and on a wider range of subjects. The European Union's most ambitious global project—creating a universal treaty to reduce carbon emissions—has collapsed, and EU expansion has slowed to a crawl as Europe turns inward to deal with its debt crisis. Japan has ceded its place as the largest economy in Asia to China and appears increasingly on the defensive in the region as China's hard and soft power grow.
The international chattering class has a label for these changes: American decline. The dots look so connectable: The financial crisis, say the pundits, comprehensively demonstrated the failure of "Anglo-Saxon" capitalism. The wars in Afghanistan and Iraq have sapped American strength and, allegedly, destroyed America's ability to act in the Middle East. China-style "state capitalism" is all the rage. Throw in the assertive new powers and there you have it—the portrait of America in decline.
Actually, what's been happening is just as fateful but much more complex. The United States isn't in decline, but it is in the midst of a major rebalancing. The alliances and coalitions America built in the Cold War no longer suffice for the tasks ahead. As a result, under both the George W. Bush and Barack Obama administrations, American foreign policy has been moving toward the creation of new, sometimes difficult partnerships as it retools for the tasks ahead.
From the 1970s to the start of this decade, the world was in what future historians may call the Trilateral Era. In the early '70s, Americans responded to the defeat in Vietnam and the end of the Bretton Woods era by inviting key European allies and Japan to join in the creation of a trilateral system. Western Europe, Japan and the U.S. accounted for an overwhelming proportion of the international economy in the noncommunist world. With overlapping interests on a range of issues, the trilateral powers were able to set the global agenda on some key questions.
Currency policy, the promotion of free trade, integrating the developing world into the global financial system, assisting the transition of Warsaw Pact economies into the Western World—the trilateralists had a lot to show for their efforts.
The system worked particularly well for America. Europe and Japan shared a basic commitment to the type of world order that Americans wanted, and so a more cooperative approach to key policy questions enlisted the support of rich and powerful allies for efforts that tallied pretty closely with key long-term American goals.
It is this trilateral system—rather than American power per se—that is in decline today. Western Europe and Japan were seen as rising powers in the 1970s, and the assumption was that the trilateral partnership would become more powerful and effective as time passed. Something else happened instead.
Demographically and economically, both Japan and Europe stagnated. The free-trade regime and global investment system promoted growth in the rest of Asia more than in Japan. Europe, turning inward to absorb the former Warsaw Pact nations, made the fateful blunder of embracing the euro rather than a more aggressive program of reform in labor markets, subsidies and the like.
The result today is that the trilateral partnership can no longer serve as the only or perhaps even the chief set of relationships through which the U.S. can foster a liberal world system. Turkey, increasingly turning away from Europe, is on the road to becoming a more effective force in the Middle East than is the EU. China and India are competing to replace the Europeans as the most important non-U.S. economic actor in Africa. In Latin America, Europe's place as the second most important economic and political partner (after the U.S.) is also increasingly taken by China.
The U.S. will still be a leading player, but in a septagonal, not a trilateral, world. In addition to Europe and Japan, China, India, Brazil and Turkey are now on Washington's speed dial. (Russia isn't sure whether it wants to join or sulk; negotiations continue.)
New partnerships make for rough sledding. Over the years, the trilateral countries gradually learned how to work with each other—and how to accommodate one another's needs. These days, the Septarchs have to work out a common approach.
It won't be easy, and success won't be total. But even in the emerging world order, the U.S. is likely to have much more success in advancing its global agenda than many think. Washington is hardly unique in wanting a liberal world system of open trade, freedom of the seas, enforceable rules of contract and protection for foreign investment. What began as a largely American vision for the post-World War II world will continue to attract support and move forward into the 21st century—and Washington will remain the chairman of a larger board.
Despite all the talk of American decline, the countries that face the most painful changes are the old trilateral partners. Japan must live with a disturbing rival presence, China, in a region that, with American support, it once regarded as its backyard. In Europe, countries that were once global imperial powers must accept another step in their long retreat from empire.
For American foreign policy, the key now is to enter deep strategic conversations with our new partners—without forgetting or neglecting the old. The U.S. needs to build a similar network of relationships and institutional linkages that we built in postwar Europe and Japan and deepened in the trilateral years. Think tanks, scholars, students, artists, bankers, diplomats and military officers need to engage their counterparts in each of these countries as we work out a vision for shared prosperity in the new century.
The American world vision isn't powerful because it is American; it is powerful because it is, for all its limits and faults, the best way forward. This is why the original trilateral partners joined the U.S. in promoting it a generation ago, and why the world's rising powers will rally to the cause today.
Mr. Mead is a professor of foreign affairs and humanities at Bard College. His blog, Via Meadia, appears at the American Interest Online.
A version of this article appeared April 9, 2012, on page A15 in some U.S. editions of The Wall Street Journal, with the headline: The Myth of America's Decline.

Brasil-EUA, vistos desde Espanha - Carlos Malamud

Uma outra visão da relação Brasil-EUA, por um especialista argentino baseado na Espanha.
Paulo Roberto de Almeida

Brasil: sexta economía mundial

Infolatam
Madrid, 8 abril 2012
Por CARLOS MALAMUD
(Carlos Malamud. Especial para Infolatam)

Brasil gastará 35 mil millones de dólares en los próximos 25 años en modernizar su armamento y sus fuerzas armadas, que tendrán la suficiente capacidad disuasoria para defender su territorio y sus recursos naturales. El proyecto incluye la fabricación y compra de submarinos de propulsión nuclear y sofisticados aviones cazas, junto a una vasta panoplia tecnológica. Esta noticia confirma que Brasil se toma muy en serio su condición de sexta economía mundial y pretende ser un actor global e influyente en la agenda internacional.
Pese a sus recientes tics pacifistas, ha entendido que sin fuerza no hay potencia. Así lo señaló Dilma Rousseff al ratificar la Estrategia Nacional de Defensa: “Un país que aspira a tener dimensión internacional tiene que tener en las fuerzas armadas un ejemplo de su capacidad. Es imprescindible disminuir nuestras vulnerabilidades, modernizar los medios operativos e integrar cada vez más las tres fuerzas”. Continuaba así la política definida por Lula en torno a la defensa de la Amazonía y la Amazonía Azul, la riquísima cuenca presal de gas y petróleo.
Sin embargo, su política exterior mantiene actitudes de país emergente, con un discurso victimista centrado en valores reactivos, como su negativa a ingresar en la OCDE o el objetivo de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad. Así creen que el mundo, comenzando por EEUU, no los comprende ni reconoce su potencial, como prueban las reacciones ante la visita de Rousseff a Washington y la comparación de su agenda con las muestras de afecto propinadas por Obama a David Cameron en su reciente viaje. Lo que más ha dolido es que no haya cena en la Casa Blanca ni salida “informal”. Según Reuters, funcionarios brasileños se quejaron de no disfrutar de una “relación especial” como el Reino Unido, pese a su mayor poderío económico y de no ser tratados como un socio importante. Un colaborador cercano a Rousseff insistió:  “No tenía que ser una visita de Estado, pero Obama podría haberla invitado a cenar o llevarla al Kennedy Center”.
Como señaló Moisés Naím, la sintonía bilateral podría ser mucho mayor. Junto a las incomprensiones mutuas hay una gran responsabilidad de EEUU por el trato a Brasil. Washington se queja de que Brasil se ha transformado en la Francia de América Latina y obstruye algunas negociaciones internacionales para exhibir su poder: “Cuando interfieren en nuestras iniciativas para detener el programa nuclear de Irán o impiden los acuerdos en otras negociaciones, lo hacen para obligarnos a prestarles atención. Y lo logran. Pero no se dan cuenta de que esto ha ido minando nuestra disposición a tratarlos como un aliado confiable. Tenemos que esperar que Brasil madure como potencia”.
Como en toda disputa, los dos tienen algo de razón. Brasil, que en las décadas de 1940 y 1950 fue un gran aliado de EEUU, hoy es sólo su octavo socio comercial. Sus intercambios bilaterales, 74.000 millones de dólares, son muy inferiores a los de EEUU con China, 503.000 millones. Sin embargo, las respuestas de por qué Washington y Obama prefieren a Cameron y no a Rousseff están en las políticas exteriores y las actitudes de ambos gobiernos. Mientras Londres es un aliado fiel de la OTAN y coinciden sus puntos de vista sobre Irán, Siria, Libia y otros temas candentes de la agenda internacional, éste no es el caso de Brasil, que ha impulsado la creación de la CELAC, en contra del “panamericanismo” y de la OEA.
Si Brasil aspira a ser una gran potencia internacional, y tiene todo el potencial, las condiciones y el derecho a serlo, debe modificar sus relaciones con el mundo, sabiendo que cuánto más poderoso es uno menos simpatías recoge y que cada vez que toma una decisión hay ganadores y perdedores. Éste es el reto del gobierno brasileño y de Itamaraty y es de esperar que estén a la altura de los acontecimientos. De conseguirlo, sería una excelente noticia no sólo para Brasil, sino también para América Latina, el hemisferio americano y Occidente en general.

Carlos Malamud: Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España e Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha sido investigador visitante en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford y en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ha estado en posesión de la Cátedra Corona de la Universidad de los Andes, de Bogotá. Entre 1986 y 2002 ha dirigido el programa de América Latina del Instituto Universitario Ortega y Gasset, del que ha sido su subdirector. Actualmente compatibiliza su trabajo de historiador con el de analista político y de relaciones internacionales de América Latina. Ha escrito numerosos libros y artículos de historia latinoamericana. Colabora frecuentemente en prensa escrita, radio y TV y es responsable de la sección de América Latina de la Revista de Libros.