Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, em viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas.
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Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida.
sábado, 28 de maio de 2016
Mercosul: de uniao aduaneira a zona de livre comercio? - Argentina recomenda prudencia
Em diplomacia ocorre mais ou menos o mesmo: antes de anunciar qualquer coisa, cabe perguntar a opinião da outra parte, e isso da maneira mais discreta possível. Claro, a outra parte também não pode ficar alardeando pela imprensa o que foi dito numa reunião fechada, dedicada a discussão de ideias, dedicada apenas a fazer consultas prévias.
Volto a repetir: a pior forma de fazer diplomacia é por meio da imprensa. Não que eu seja contra a imprensa, mas sou sim contra a transparência idiota que se imprime a simples ideias preliminares que ainda não amadureceram, e que ficam vagando de um lado para o outro, ao sabor de outras idiotices que vão passar a ser repetidas por gente que não entende do assunto.
Acho que fui claro...
Paulo Roberto de Almeida
Argentina pidió prudencia ante propuesta de Brasil de cambiar el modelo del Mercosur
LA CANCILLER, SUSANA MALCORRA, CONSIDERÓ PERJUDICIAL UN CAMBIO DE MODELO EN MEDIO DE NEGOCIACIONES CON LA UNIÓN EUROPEA. EXPLICÓ QUE ARGENTINA “ESTÁ DISPUESTA Y FLEXIBLE A EVALUAR ALTERNATIVAS” PARA FLEXIBILIZAR EL ESQUEMA DE INTEGRACIÓN DEL MERCOSUR PERO “CON LA PRUDENCIA.
Telam, 27/05/2016
La canciller Susana Malcorra pidió prudencia ante el planteo del gobierno interino de Brasil de llevar el Mercosur hacia una mera zona de libre comercio y consideró perjudicial un cambio de modelo en medio de negociaciones con la Unión Europea.
La ministra explicó que Argentina “está dispuesta y flexible a evaluar alternativas” para flexibilizar el esquema de integración del Mercosur pero “con la prudencia del caso porque no se puede estar cambiando de modelos de un momento a otro”.
Malcorra confirmó que el canciller brasileño José Serra, en su primera visita oficial, el pasado lunes, planteó la idea de eliminar a largo plazo el estatus de unión aduanera del Mercosur y dejar al bloque solo con el formato de zona de libre comercio, lo que implicaría retrotraer el grado de integración económica.
El Mercosur fue creado como zona de libre comercio por el Tratado de Asunción de 1991, en el que se estableció un cronograma de desgravación en cinco años, y como unión aduanera mediante el esquema de Arancel Externo Común (AEC), varias veces flexibilizado frente a las variadas crisis económicas de los socios del bloque.
“Es factible mover el modelo que tenemos a uno más flexible, pero también es cierto que el valor de un mercado común hay que tenerlo como contrapeso de cualquier alternativa que uno decida adoptar”, indicó Malcorra en conferencia de prensa brindada en el Palacio San Martín al ser consultada sobre la propuesta de Serra.
Al respecto, relevó que uno de los grandes problemas de la región son los “bandazos de acá para allá sin solución de continuidad” en un mundo en el que “cambiar constantemente no es algo que se aprecie en las relaciones internacionales”.
“Cuando el canciller Serra planteó esta cuestión le dijimos que estamos dispuestos a pensarlo pero hay que ser evolutivos, sobre todo a la luz de que estamos ahora negociando con este modelo con la Unión Europea”, tras años de estancamiento de estas negociaciones para un acuerdo de asociación birregional que incluya el libre comercio.
En cambio, la jefa de la diplomacia argentina ponderó que “hay otras opciones para flexibilizar el modelo del Mercosur”, entre ellas cláusulas que permitan a los miembros negociar de manera unilateral acuerdos de comercio con otros países por fuera del bloque, como la que está en vigencia para el caso de México y que permitió que Uruguay tenga un TLC con ese país.
Además, resaltó la voluntad del bloque de “abrir caminos” con la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, México, Colombia y Perú.
“Así que hay opciones para avanzar en un esquema más flexible sin desarmar” el actual modelo de integración, que si bien se “quedó corto con las aspiraciones” con las que fue creado, también “avanzó muchísimo”, por lo que “tenemos que ser cuidadosos de no apresurarnos sin estar seguros que estamos construyendo sobre valor”, insistió.
Por otra parte, Malcorra coincidió con su par uruguayo Rodolfo Nin Novoa que calificó de “decepcionantes” las propuestas intercambiadas hace dos semana en Bruselas por el Mercosur y la Unión Europea en el marco de las negociaciones para un acuerdo de asociación que incluya el libre comercio.
“Compartimos lo decepcionante del intercambio de ofertas, pero no es algo sorpresivo. La Unión europea tampoco está satisfecha con nuestra oferta y nosotros dijimos incluso antes del intercambio que íbamos a estar cortos en cuanto a las expectativas de ambas partes”, precisó.
No obstante, la canciller resaltó que lo fundamental es esta etapa de la negociación “era que se intercambiaran las ofertas”, ya que “solo se puede hacer algo mejor a partir de tener noción exacta de dónde está parado el otro”.
“Ahora tenemos que construir sobre la decisión política de haber hecho el intercambio y de ir más allá de la suma cero”, para “ver cómo se amplían las oportunidades para las dos partes en lugar de estar concentrados en los problemas”, entre ellos el capítulo de la agroindustria, y “tener una discusión más positiva hacia adelante”, opinó.
Las ofertas están en análisis de los equipos técnicos de ambas partes y, en el caso del Mercosur, habrá una primera ronda de evaluación intrabloque en junio en Montevideo.
Por último, la canciller descartó que la situación de crisis en Brasil afecte las negociaciones con otros bloques, por ser estas un proceso de largo plazo entre estados y, por ende, destinado a “ir más allá de cualquier situación puntual interna que se dé en el Mercosur o en la Unión Europea”.
“La negociación no tendría que tener ningún impacto porque los cuatro países involucrados estamos en una visión común. Además, estas negociaciones van a llevar un tiempo y van a trascender cualquier situación de crisis de corto plazo que pueda haber en alguno de los miembros”, insistió la canciller.
http://www.telam.com.ar/notas/201605/149152-susana-malcorra-cancilleria-argentina-planteo-brasil-mercosur.html
quinta-feira, 26 de maio de 2016
Sete apostas de Serra - Matias Spektor (FSP); Apostas? Apenas diplomacia normal...
Chacoalhar seria o termo correto?
Por que não apenas trazê-la de volta a seu leito normal, de criação de empregos, renda, riqueza, investimentos, em lugar de fechar o Brasil no protecionismo doentio do stalinismo industrial da diplomacia lulopetista?
As medidas propostas já deveriam estar na agenda de qualquer governo sensato, em qualquer lugar. O fato de que não foram sequer cogitadas pelo governo petista -- e mesmo o acordo com o México era uma substituição ao que tinha sido denunciado antes pelo mesmo governo -- já era um indicativo de que a diplomacia companheira era profundamente desajustada ao que necessitava o país.
Paulo Roberto de Almeida
Sete apostas de Serra
Matias Spektor
Folha de S.Paulo, 26/05/2016
O governo interino promete chacoalhar a política de comércio exterior herdada do PT. Trata-se de aposta ambiciosa, pois há pouco tempo para negociar e reverter décadas de uma política equivocada, cujo efeito mais direto foi deixar o país e seus cidadãos mais pobres. Mas há bons motivos para ter alguma esperança, pois tudo o que o governo precisa fazer é mostrar espírito propositivo e sede por criar comércio novo.
Há sete áreas específicas em que dá para fazer muito em pouco tempo e com o apoio dos principais grupos de interesse envolvidos.
1) Dobrar a aposta com a União Europeia. Ainda com Dilma, os europeus fizeram uma oferta ruim à qual o Brasil respondeu com outra proposta ruim. Serra pode subir a ambição do acordo. Em vez de oferecer 80% do universo tarifário, oferecemos 90% e pomos na mesa temas espinhosos como meio ambiente e direitos trabalhistas.
2) Realizar um "exercício de escopo" com os Estados Unidos. No prazo de 180 dias, Brasília e Washington publicariam um relatório listando as áreas em que é possível avançar na agenda comercial bilateral. Há muito espaço para avançar com os americanos. E nada seria mais eficaz para tirar os europeus da pachorra.
3) Dilma iniciou conversas com México para um acordo de livre comércio muito benéfico para a indústria brasileira. Bastaria a Serra sinalizar compromisso com a boa empreitada.
4) Atacar a burocracia alfandegária. Para o setor privado, ela atrapalha mais que tributação, financiamento ou logística. Bastaria a Serra antecipar a implementação do Acordo de Facilitação do Comércio da OMC (Organização Mundial do Comércio) e apoiar programas inovadores como o Portal Único de Comércio Exterior e o Operador Econômico Autorizado.
5) Discutir a adesão à OCDE (Organização para a Cooperação e Desenvolvimento Econômico). Não se trata de entrar para o clube dos ricos, mas de forçar a conversa pública sobre o assunto. Da última vez que a proposta foi posta sobre a mesa, o Itamaraty optou por mata-la em silêncio.
6) Aderir ao TISA. Este acordo regula serviços, que representam 65% do valor agregado de nossa indústria, 40% das exportações de manufaturados e mais da metade da riqueza brasileira. Como barateia custos, torna a indústria mais competitiva, recuperando um setor muito punido no governo Dilma.
7) Assinar o Acordo sobre Compras Governamentais da OMC. Ele impõe transparência às licitações públicas, dá segurança jurídica às novas concessões, reduz o custo do governo e tem cláusula de reciprocidade que abre mercados a nossas empreiteiras em crise. O melhor sinal de que o combate à corrupção está no centro da agenda nacional.
Endereço da página:
http://www1.folha.uol.com.br/colunas/matiasspektor/2016/05/1775167-sete-apostas-de-serra.shtml
segunda-feira, 17 de setembro de 2012
O Barao de Itarare' e a diplomacia comercial - Marcelo de Paiva Abreu
Política comercial deplorável
Marcelo de Paiva AbreuO Estado de S.Paulo, 17;09/2012
A política comercial brasileira parece ter pelo menos três patronos: o Barão de Itararé, Stanislaw Ponte Preta e Nelson Rodrigues. É uma mistura do Febeapá, de Ponte Preta (o "festival de besteiras que assola o País"), com o "de onde menos se espera, é daí mesmo que não sai nada", de Itararé, gerando as "lágrimas de esguicho", de Nelson Rodrigues.
O anúncio do governo de que vai aumentar as tarifas de importação de 100 produtos, em sintonia com a política argentina de regredir para o mais extremo primitivismo protecionista, chocou muitos observadores da cena econômica brasileira. A surpresa é descabida. A decisão é deplorável, mas apenas culmina o mau retrospecto recente.
Nos anos Lula, apesar de a política econômica ter sido censurável sob diversos ângulos, a política comercial foi bastante competente. O Brasil teve atritos com o Canadá na Organização Mundial do Comércio (OMC), por causa dos painéis sobre subsídios da Embraer e da Bombardier, e saiu-se bastante bem. Teve, também, duas retumbantes vitórias posteriores na OMC, nos processos de solução de controvérsias nos casos do algodão, contra os EUA, e do açúcar, contra a União Europeia. Em meados de 2008 o Itamaraty saiu-se, de novo, muito bem na foto, quando o Brasil tentou, sem sucesso, conciliar as posições divergentes em relação ao protecionismo agrícola entre as economias desenvolvidas e os nossos "aliados" do G-20, que mostraram, afinal, seu lado mais protecionista.
No governo Rousseff, a regressão ao protecionismo tem sido clara: seja na forma de aumentos tarifários seletivos; seja na forma de taxação discriminatória de IPI sobre importações (de legalidade mais do que duvidosa); seja ao brandir ameaças de ações antidumping que dificilmente redundarão em contenção relevante das importações. Seja, para culminar, ao defender com grande sangue-frio a ideia de que a OMC é o foro adequado para discutir regras multilaterais para compensar flutuações cambiais desestabilizadoras dos fluxos comerciais.
O governo parece viver no mundo da Lua. Reporta-se que estaria disposto a "descartar" a ideia de candidatura própria à direção da OMC, em vista da reação negativa dos países desenvolvidos em relação às iniciativas pouco ambiciosas da diplomacia brasileira na Rio+20. Embora não seja fácil acompanhar a distância os bastidores genebrinos, parece claro que uma candidatura brasileira, que talvez pudesse ter sido viável até 2010, já não é factível em face dos retrocessos sob o governo Rousseff. Se o Brasil for levado a descartar uma candidatura brasileira à sucessão de Pascal Lamy na direção da OMC, estará apenas demonstrando sinais de realismo político, o que parece andar escasso no Planalto.
Convém lembrar que, na última eleição na OMC, o Itamaraty tomou monumental bola entre as pernas ao lançar candidatura brasileira rechaçada pelos pares logo na primeira rodada. Chegou à última escolha tendo de optar entre um candidato de país desenvolvido e um candidato de outro país do Mercosul cuja eleição não queria, em vista de sua posição hostil em Cancún. Façanha memorável, a não ser emulada.
A alternativa aventada agora - de negociar apoio a outras candidaturas em troca de compromissos de inclusão, entre as regras multilaterais, de dispositivos para compensar o efeito negativo de desvalorizações sobre o comércio mundial - parece irrealista, ante a escassa popularidade do tema entre os parceiros mais relevantes. Segundo o Itamaraty, o País jogaria papel central no estabelecimento de regras de compensação de variações cambiais. Música para muitos ouvidos, mas a ênfase não aumenta a baixa probabilidade de que tais regras sejam seriamente consideradas.
O governo assevera que as decisões recentes não violam as regras da OMC. Se for levado em conta que a tarifa média aplicada pelo Brasil é de 12%, e que a tarifa máxima aplicável de acordo com os compromissos da OMC é de 35%, a frase fica quase ridícula. O governo poderia triplicar a tarifa média e ainda estaria respeitando as regras da OMC. Se não o faz, é porque teme o impacto sobre a inflação e a competitividade das exportações. Mas também são declarações que revelam preocupação com a legalidade de medidas anteriormente adotadas, especialmente quanto ao IPI discriminatório. O aumento recente, como lembrado pelo representante dos EUA na OMC, viola compromissos assumidos no G-20 com o objetivo de evitar uma escalada global do protecionismo. O Brasil está a reboque da Argentina.
Na tentativa de apaziguar as críticas generalizadas, o ministro Guido Mantega assegurou que, se houver aumento de preços, o aumento de tarifas seria revertido. É claro que há relação estreita entre proteção e preços internos. Nas avaliações bursáteis, onde prevaleceram os que sabem fazer contas, houve substancial aumento das cotações das ações das empresas beneficiadas. Enquanto isso se estabelece um clima de "eu também quero" entre os setores excluídos da distribuição de benesses. Danem-se os consumidores de insumos ou bens finais importados. Danem-se o custo Brasil e, em prazo mais longo, a perspectiva de crescer de forma significativa e sustentada.
* DOUTOR EM ECONOMIA PELA UNIVERSIDADE DE CAMBRIDGE, É PROFESSOR TITULAR NO DEPARTAMENTO DE ECONOMIA DA PUC-RIO
quinta-feira, 24 de fevereiro de 2011
Reflexoes ao leu, 3: Diplomacia comercial brasileira
Mas, sempre pode servir para alguma coisa.
Por isso mesmo, aqui vai o terceiro da série.
Reflexões ao léu, 3: Diplomacia comercial brasileira
Paulo Roberto de Almeida
Oito anos atrás, a diplomacia brasileira empenhou-se ativamente na implosão da Alca, segundo reconheceram, diversas vezes, o presidente e seu chanceler, além, obviamente, do então Secretário-Geral do Itamaraty, o mais empenhado nessa gloriosa tarefa.
As alegações para recusar a Alca eram muitas, mas basicamente as seguintes.
O chefe de Estado repetia sempre uma bobagem do PT, segundo o qual o tratado da Alca não seria de integração -- e não seria mesmo, pois os EUA estavam propondo apenas livre-comércio -- mas sim um tratado de "anexação" da América Latina pelos EUA.
Vejam vocês, o maior país da América Latina, o Brasil, tinha medo de sua anexação pelo império, junto com todos os demais, e portanto recusava a Alca. Ponto, parágrafo.
O chanceler não se cansava de repetir a cantilena de uma tal "nova geografia do comércio internacional". Segundo ele, e nisso era replicado pelo presidente, o Brasil não podia ficar "dependente" do comércio com os EUA, e tinham de diversificar suas parcerias externas, de preferência com os países em desenvolvimento, a tal de "diplomacia Sul-Sul" e também a "diplomacia da generosidade", como nossos irmãos menos desenvolvidos. Em relação a estes, o presidente recomendava que os importadores brasileiros comprassem mais deles, mesmo que seus produtos fossem mais caros e de menor qualidade. Desconheço se algum importador cometeu essa loucura.
O chanceler, numa surpreendente demonstração de lógica ex-post, disse que se o Brasil tivesse aceito a Alca o Brasil teria tido uma crise como a do México, quando os EUA ingressaram em sua crise financeira. Textualmente teria ocorrido o seguinte: em lugar de uma mini-recessão, teríamos tido uma mega-recessão, o que revela desconhecidos dotes de profeta do apocalipse, para um país, o Brasil, que jamais teria tido a dependência (80% do seu comércio exterior) que o México exibe em relação aos EUA. Ou seja, uma desonestidade intelectual ex-post.
Quanto ao SG-MRE, ainda mais apocalíptico, ele dizia que se o Brasil aceitasse a Alca nossa indústria seria destruída pela indústria americana, mais forte e mais competitiva que a nossa. Ele preferia ampliar os laços econômicos e comerciais com a China, um país não-hegemônico, não-imperialista, em desenvolvimento como o Brasil, e interessado, como o Brasil, em desmantelar a arrogância imperial e criar uma "ordem internacional mais democrática".
Pois é, deu no que deu: os empresários brasileiros reclamam hoje que os competidores chineses estão desmantelando a indústria nacional. Que coisa triste!
Em lugar de reclamar com a "presidenta", eles deviam reclamar com o ex-presidente, com o ex-chanceler, com o ex-SG-MRE. Foram eles que permitiram isso...
Bem, essas eram apenas reflexões ao léu.
Paulo Roberto de Almeida
(Brasília, 24/02/2011)
Pensamento da semana: diplomacia brasileira preservando a soberania
As alegações para recusar a Alca eram muitas, mas basicamente as seguintes.
O chefe de Estado repetia sempre uma bobagem do PT, segundo o qual o tratado da Alca não seria de integração -- e não seria mesmo, pois os EUA estavam propondo apenas livre-comércio -- mas sim um tratado de "anexação" da América Latina pelos EUA.
Vejam vocês, o maior país da América Latina, o Brasil, tinha medo de sua anexação pelo império, junto com todos os demais, e portanto recusava a Alca. Ponto, parágrafo.
O chanceler não se cansava de repetir a cantilena de uma tal "nova geografia do comércio internacional". Segundo ele, e nisso era replicado pelo presidente, o Brasil não podia ficar "dependente" do comércio com os EUA, e tinham de diversificar suas parcerias externas, de preferência com os países em desenvolvimento, a tal de "diplomacia Sul-Sul" e também a "diplomacia da generosidade", como nossos irmãos menos desenvolvidos. Em relação a estes, o presidente recomendava que os importadores brasileiros comprassem mais deles, mesmo que seus produtos fossem mais caros e de menor qualidade. Desconheço se algum importador cometeu essa loucura.
O chanceler, numa surpreendente demonstração de lógica ex-post, disse que se o Brasil tivesse aceito a Alca o Brasil teria tido uma crise como a do México, quando os EUA ingressaram em sua crise financeira. Textualmente teria ocorrido o seguinte: em lugar de uma mini-recessão, teríamos tido uma mega-recessão, o que revela desconhecidos dotes de profeta do apocalipse, para um país, o Brasil, que jamais teria tido a dependência (80% do seu comércio exterior) que o México exibe em relação aos EUA. Ou seja, uma desonestidade intelectual ex-post.
Quanto ao SG-MRE, ainda mais apocalíptico, ele dizia que se o Brasil aceitasse a Alca nossa indústria seria destruída pela indústria americana, mais forte e mais competitiva que a nossa. Ele preferia ampliar os laços econômicos e comerciais com a China, um país não-hegemônico, não-imperialista, em desenvolvimento como o Brasil, e interessado, como o Brasil, em desmantelar a arrogância imperial e criar uma "ordem internacional mais democrática".
Pois é, deu no que deu: os empresários brasileiros reclamam hoje que os competidores chineses estão desmantelando a indústria nacional. Que coisa triste!
Em lugar de reclamar com a "presidenta", eles deviam reclamar com o ex-presidente, com o ex-chanceler, com o ex-SG-MRE. Foram eles que permitiram isso...
Bem, essas eram apenas reflexões ao léu.
Paulo Roberto de Almeida
segunda-feira, 9 de agosto de 2010
Efeitos da nova geografia comercial do governo Lula
Paulo Roberto de Almeida
Reviravolta histórica
RUBENS RICUPERO
GAZETA DO POVO, 08/08/2010
No passado, o intercâmbio não se limitava a mercado: os valores e as aspirações também vinham de fora
No ano passado, a China se tornou pela primeira vez o maior mercado do Brasil, superando os EUA, que ocupavam essa posição há quase 150 anos. O mercado chinês foi também o primeiro destino das vendas do Mercosul e do Chile, o segundo para a Argentina e o Peru.
Isso não se deve somente aos efeitos da crise financeira sobre a demanda dos Estados Unidos. A tendência é clara em toda a primeira década do século. Durante esses dez anos, o comércio China-América Latina foi o de maior crescimento em cotejo com outras regiões nas exportações e nas importações, aumentando ao dobro da taxa média mundial.
É melancólico como o intercâmbio brasileiro-americano perdeu importância relativa nos últimos cem anos. Em 1905/06, o Brasil era o sexto maior parceiro bilateral dos EUA, após o Reino Unido, a Alemanha, a França, o Canadá e Cuba (açúcar). Chegamos a ser os terceiros fornecedores dos ianques nos tempos em que nem se sonhava com Japão, China, Coreia e outros asiáticos.
Já em 1870 os americanos nos compravam quatro vezes mais do que nos vendiam. O saldo acumulado pelo Brasil com os Estados Unidos cresceu de 1867 a 1905 a ponto de atingir cifras astronômicas se corrigidas com os valores de hoje. Em 1912, ano da morte do barão do Rio Branco, os EUA absorviam 36% das vendas brasileiras, ao passo que o segundo, o Reino Unido, recebia só 15%.
Embora não se possa falar em causa e efeito, o fato é que o apogeu da aproximação política Brasil-EUA, a fase da chamada aliança não-escrita, coincidiu com o ápice das relações econômico-comerciais. Desde aquela época, a porcentagem das vendas aos EUA em comparação com o resto do mundo foi caindo, primeiro para oscilar entre 20% e 24%, mais recentemente para algo em torno de 17/18%, desconsiderando 2009, no qual desabou a 10%.
Os EUA têm sido, ao lado da América Latina, os únicos grandes mercados para exportações brasileiras de alta tecnologia, sendo o maior comprador da Embraer, por exemplo. As transnacionais americanas instaladas no Brasil direcionaram em geral maior parcela da produção local ao mercado da matriz do que transnacionais de outras origens.
Em contraste o mercado chinês só compra commodities do Brasil e outros latinos, reservando aos vizinhos asiáticos o papel de supridores de insumos industriais de alto valor agregado. Criou-se situação duplamente preocupante devido à dependência excessiva do mercado chinês e ao caráter assimétrico da troca de commodities por manufaturas cada vez mais sofisticadas.
No passado, os principais parceiros comerciais ou financeiros do Brasil eram os EUA, o Reino Unido, os europeus, países da mesma tradição histórico-cultural. O intercâmbio não se limitava a mercadorias: valores e aspirações em democracia e direitos humanos vinham das revoluções francesa e americana, do parlamentarismo inglês.
Nunca tivemos a experiência de comércio exterior dissociado de fortes vínculos culturais e políticos. O desafio de definir uma política para a China passa por integração comercial menos assimétrica e pelo enriquecimento em conteúdo de uma relação que não deve ser reduzida à dimensão mercantil.
Rubens Ricupero é diretor da Faculdade de Economia da Faap e do Instituto Fernand Braudel de São Paulo, foi secretário-geral da Unctad (Conferência das Nações Unidas sobre Comércio e Desenvolvimento) e ministro da Fazenda no governo Itamar Franco.
quarta-feira, 7 de abril de 2010
2038) Descendo à terra: para uma diplomacia comercial efetiva
Os dois mundos de Lula
Rolf Kuntz
O Estado de S. Paulo, Quarta-feira, 7 de abril de 2010
O presidente Lula ouviu ontem o relato de mais um fracasso. Nenhuma das grandes metas fixadas para 2010 na impropriamente chamada Política de Desenvolvimento Produtivo será alcançada: o investimento não chegará a 21% do PIB; o Brasil não aumentará sua participação no comércio internacional; o gasto privado com inovação tecnológica ficará abaixo do projetado em 2008; não haverá, na exportação, o desejado aumento da presença das pequenas empresas. O quadro foi a atração principal de um almoço no Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES), no Rio. Um dia antes, ele havia cobrado, em reunião ministerial, medidas urgentes para expansão do financiamento às exportações. Segundo ele, os chineses vêm conquistando mercados nas barbas dos brasileiros e é preciso reagir.
Se o presidente precisasse de números para reforçar a cobrança, poderia ter citado um relatório divulgado no mesmo dia pela Cepal, a Comissão Econômica para a América Latina e o Caribe. O documento contém um balanço da competição entre China e Brasil em 11 mercados ou blocos. Na disputa pela venda de produtos similares, o Brasil teve um ganho de US$ 13,6 bilhões entre 1995 e 2008. A China, um aumento de US$ 512,5 bilhões.
O presidente Lula exigiu financiamentos. Isso é pouco. Os países mais eficientes no comércio têm políticas de competitividade. O Brasil tem um arremedo de política industrial. Nos últimos dez anos a maior taxa de investimento em máquinas, equipamentos e construções ocorreu em 2008: 18,7% do Produto Interno Bruto. Todos os competidores importantes investem mais de 30% em capital físico. Os chineses, mais de 40%. Os brasileiros poderiam ser bem mais competitivos do que hoje mesmo sem chegar perto desse nível.
Mas o investimento físico é só uma parte da diferença. Os países mais dinâmicos no comércio têm políticas educacionais muito mais sérias e produtivas. No Brasil, os números mais animadores indicam o esforço de universalização. Houve um empenho, acentuado a partir dos anos 90, para eliminar o analfabetismo. Mas a baixa eficiência do sistema é evidenciada por fatos bem conhecidos.
Cerca de 20% dos brasileiros com idade igual ou superior a 15 anos são analfabetos funcionais. Empresários de vários setores queixam-se da escassez de mão de obra. Há muita gente em busca de trabalho, mas falta pessoal com um mínimo de qualificação. É desastrosa a formação básica em linguagem, matemática e ciências. No Brasil, o governo tem cuidado principalmente da multiplicação de vagas e de jovens diplomados, mesmo que os diplomas sejam obtidos em cursos de baixo nível e não abram perspectivas profissionais. Nos países com políticas sérias, procurou-se, nos últimos 30 anos, formar pessoal para participar efetivamente da produção e do crescimento econômico.
Na semana passada, o presidente disse ter feito uma revolução na educação. Deve ter sido um revolução com resultados comparáveis aos do PAC, o emperrado Programa de Aceleração do Crescimento. Essa é uma das características interessantes do presidente Lula: ele cobra resultados concretos de seus auxiliares, mas seu discurso político trata quase sempre de um mundo de fantasia. Tem sido assim com a imaginária política industrial, com a política educacional e com a diplomacia Sul-Sul.
Essa diplomacia atribui prioridade a parcerias com latino-americanos e outros emergentes. Mas são prioridades unilaterais. O governo brasileiro trabalhou contra as negociações da Área de Livre Comércio das Américas (Alca). Mas outros países da região não deixaram de buscar acordos com os Estados Unidos.
Com ou sem acordo, vários desses países têm tido acesso preferencial do mercado dos Estados Unidos. O Brasil não tem. Ao mesmo tempo, países latino-americanos têm concedido facilidades comerciais tanto aos Estados Unidos quanto aos chineses, enquanto o Brasil, nos acordos com os parceiros da região, sempre concede muito mais do que recebe.
O avanço chinês mais ameaçador para os brasileiros ocorreu na América Latina. Segundo a Cepal, a China teve um ganho de US$ 36,5 bilhões nas vendas ao mercado latino-americano, entre 1995 e 2008, nas áreas de competição com o Brasil. O Brasil perdeu US$ 698 milhões. A China avançou até na Argentina, sócia do Mercosul, onde as exportações brasileiras são sujeitas a barreiras protecionistas. Com um pouco mais de realismo, Lula cobraria não só financiamentos à exportação, mas também uma política industrial efetiva, uma reforma tributária para valer e uma diplomacia econômica sem fantasia. Mas para isso seria necessária uma iluminação como a de São Paulo, ao cair do cavalo na Estrada de Damasco.