Recebi, novamente, o tal convite da Maçonaria do Brasil.
Para tornar mais uma vez clara minha intenção de recusar qualquer convite desse tipo, mandei nova mensagem aos persistentes:
On Dec 1, 2015, at 01:26, SOBRE ENTRAR NA MAÇONARIA <xxxxxxx@xxxxxxx> wrote:
Prezado Amigo,
Recebemos pedido de pessoa de seu âmbito de amizades, solicitando que entremos em contato para que sejam adotadas providências para seu futuro ingresso na Maçonaria.
Após uma rápida avaliação, gostaríamos de informá-lo que ficamos bastante satisfeitos com seu desejo em compartilhar dos estudos de nossos Augustos Mistérios, uma vez que entendemos que um sentimento destes, quando legítimo, é uma poderosa ferramenta a impulsionar um homem de bons costumes para o centro do crescimento e da evolução.
Gostaríamos de deixar claro que este email de resposta trata-se exclusivamente de uma oportunidade de conhecermos você pessoalmente. Pedimos que o amigo entre em contato somente através do email xxxxxxxxxxx@xxxxxxx.com.br o mais breve possível, com nome completo, Cidade/Estado e telefone com operadora e DDD para marcarmos uma entrevista pessoal.
Continuamos a sua disposição para sanar quaisquer dúvidas que possam ocorrer, através de nosso site ..............
Fraternalmente,
Maçonaria do Brasil
Minha resposta:
Agradeço o contato, mas não pretendo aderir, tornar-me membro, associar-me, ser associado, afiliado ou simpatizante de nenhum grupo, movimento, ordem, igreja, seita, religião, tribo, casta, clube, nada, de nenhum tipo, em nenhum momento.
Sou suficientemente independente, como sou, e pretendo preservar essa independência, mas tampouco concordo com os pressupostos da Ordem, nem partilho ou pretendo conhecer mistérios, augustos ou não, de nenhuma espécie.
Não gostaria de continuar a receber tal tipo de mensagem. Sou irreligioso, e pretendo permanecer inafiliável a qualquer agrupamento desse tipo.
Agradeço a atenção, cordialmente,
---------------------------
Paulo R. de Almeida
www.pralmeida.org
diplomatizzando.blogspot.com
Según dijo,
revela detalles del importante episodio para demostrar la gran capacidad
de quien considera fue “uno de los grandes diplomáticos brasileños”:
Sebastián Do Rego Barros Netto, conocido por su entorno cercano como
“Bambino”. “Si Bambino no estuviese al frente de Itamaraty, tal
vez Paraguay hubiese sufrido un golpe de Estado militar que
desmoralizaría al Mercosur”.
Era 1996. Barros Neto era
secretario general en Itamaraty (Palacio-sede del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Brasil) y De Oliveira Dias, embajador en
Asunción. Juan Carlos Wasmosy, presidente electo democráticamente, se
desempeñaba bajo la permanente amenaza del entonces comandante general
del Ejército Lino César Oviedo, quien “poco o nada hacía para disimular
sus pretensiones presidenciales”, relata el exembajador.
Instruido
por el área política de Itamaraty, De Oliveira Dias prestó especial
atención a los movimientos de Oviedo. Wasmosy le contó al embajador de
sus intenciones de destituir a Oviedo y el diplomático, quien ya había
discutido el asunto con la cúpula de Itamaraty, le aseguró al presidente
paraguayo el apoyo del gobierno brasileño, encabezado entonces por el
presidente Fernando Henrique Cardoso.
Como el embajador observaba a
Oviedo, este seguía de cerca los movimientos de Wasmosy, por lo que una
ida del presidente a Brasil precipitaría la acción golpista, sigue
narrando. He ahí el surgimiento de un plan que permitió a Wasmosy salir
sigilosamente de Paraguay al vecino país. “Aproveché la cercanía de mi
cumpleaños y transformé la cena que sería para el personal de la
embajada en una gran recepción, a la cual invité a la cúspide del mundo
político paraguayo, incluso a Oviedo”, recuerda y agrega que Wasmosy fue
advertido sobre la presencia del general.
“Con las cúpulas
política y militar de Paraguay, bebiendo, comiendo y bailando en la
residencia del embajador de Brasil, Wasmosy despegó tranquilamente desde
su estancia en el interior y llegó hasta el aeropuerto militar de
Brasilia”, cuenta. Wasmosy fue discretamente recibido por “Bambino”,
quien a esa hora, las 21:30 de un sábado, estaba ya libre del ojo de la
prensa. Todo el plan se coordinó a través de teléfonos satelitales, para
evitar que Oviedo monitoree lo que estaba ocurriendo.
El lunes
siguiente, con la seguridad del apoyo del Brasil, Wasmosy llamó a Oviedo
a exigirle su renuncia. Oviedo pidió tiempo y al mediodía Wasmosy
insistió, le dijo que si quería responder con un golpe, que lo hiciese
pero que él no ordenaría que las fuerzas que lo apoyaban reaccionasen, a
fin de que cualquier derramamiento de sangre quede exclusivamente bajo
responsabilidad de Oviedo.
El general guardaba silencio. La
embajada norteamericana emitió entonces un comunicado en el que
condenaba la resistencia de Oviedo y reafirmaba su apoyo al presidente
constitucional. Los embajadores de Estados Unidos, Argentina y Brasil, a
pedido de Wasmosy intentaron hablar con Oviedo pero no tuvieron éxito.
Ya
entrada la noche, De Oliveira Dias sugirió a Bambino que promueva un
contacto entre Oviedo y el ministro general del Ejército Zenildo Lucena,
-a quien Oviedo respetaba porque fue su instructor en Asunción. Bambino
comentó a De Oliveira, que Oviedo le pareció bastante sereno y
garantizó que no se levantaría en armas, pero que se ocuparía de que se
haga con Wasmosy lo que Brasil hizo con Collor (presidente Fernando
Collor de Melo, quien fue enjuiciado penalmente por el Congreso por
hechos de corrupción).
Wasmosy y dos de sus hijos entretanto se
refugiaban en la embajada americana. “El presidente terminaba de
escribir a mano un documento con su renuncia, exigida por Oviedo bajo
amenaza de bombardear la casa presidencial”, cuenta. Con la renuncia de
Wasmosy, Oviedo se encargaría personalmente del vicepresidente y haría
que el presidente del Congreso asuma la presidencia. El plazo para la
renuncia de Wasmosy era las 2 de la madrugada. Hugo Aranda, empresario
ligado a Wasmosy y antes a Oviedo, sería el portador del documento; su
casa sería el punto de encuentro entre los mensajeros de Oviedo y
Wasmosy.
“Pedí a Wasmosy que no enviase el documento hasta que yo
me comunicara con mi gobierno, con la debida delicadeza, tomé el papel.
Con la renuncia segura conmigo, desperté a Bambino a las 02:40 y le
expuse la situación. Coincidimos en que la prisa de Oviedo se debía a la
dificultad que tendría para implementar el 'golpe blanco' cuando estén
abiertas las cancillerías del continente y en pleno funcionamiento de
sus gobiernos. Por la imposibilidad de tomar cualquier medida a aquella
hora, acordamos intentar ganar tiempo para alcanzar la mañana del martes
23, sin que ninguna acción de fuerza ocurriese”, recuerda.
Mientras
Wasmosy insistía en obedecer para evitar derramamiento de sangre, De
Oliveira Dias le dictó un pedido de permiso provisorio en términos que
difícilmente serían aceptados por el Congreso. El diplomático le pidió
permiso entonces para romper la renuncia que había escrito la noche
anterior. Wasmosy tuvo el instinto político de guardar los pedazos de
aquella renuncia escrito de puño y letra. “Y una imagen que nunca
olvidará es la expresión del embajador norteamericano cuando rompí la
renuncia y dicté al presidente los términos del papel con el cual
podíamos obtener el tiempo necesario para neutralizar la maniobra de
Oviedo”, dice.
Oliveira Dias acompañó a Aranda y se encontró con
el emisario de Oviedo y el presidente del Congreso, a quien instó a que
asumiera solamente si “la renuncia fuese inapelablemente explícita y
legalmente incontestable. Lo que sabía no podía ser porque ‘saltaba’ al
vicepresidente”. Oviedo recibió el papel y preguntó al presidente del
Senado si podría asumir en la mañana siguiente, pero este contestó no
podía hacerlo dentro de la ley y que mínimamente tendría que someterlo
al pleno, enfureciendo a Oviedo, quien mandó a buscar en los archivos la
renuncia de Stroessner para que se redacte en los mismos términos y
Wasmosy lo firme.
El presidente paraguayo estaba dispuesto a
firmar por miedo a que Oviedo cumpla las amenazas, dice el exembajador
en su relato. Agrega que persuadió a Wasmosy de que no firme, porque
creía que Oviedo no iría a bombardear la residencia presidencial, ya que
estaba desocupada así como el centro de la ciudad, era simplemente un
juego para forzarlo. A la mañana siguiente, a pedido de Domingo Laíno,
De Oliveira Dias, Laíno y Guillermo Caballero Vargas (de la oposición)
se reunieron. El diplomático sugirió a los opositores emitir una
resolución por la cual rechazaban siquiera analizar cualquier pedido de
renuncia del presidente o del vice. Y lo que mucho me pidió fue:
“¿Embajador, puedo decir que la idea fue mía?”.
En el Palacio de
López estaban embajadores acreditados, la gran mayoría de diputados y
senadores, resueltos a no aceptar el análisis de una renuncia, estaban
líderes de partidos, empresarios, “un gran festival cívico-democrático”,
pero del otro lado de la ciudad estaba Oviedo con los cañones. Ya sin
salida, dice el exembajador, porque el golpe fracasó por la decida
reacción internacional y bloqueado por el Senado, pero Wasmosy temía una
acción desesperada del militar.
A esas alturas, Bambino y el
ministro general del Ejército Zenildo Lucena volvieron a hablar. Oviedo
pidió una salida decorosa. El presidente, sus pocos ministros de
confianza y los embajadores, sugirieron dos alternativas: darle la
embajada en Bonn (ciudad de Alemania) o el Ministerio de Defensa, que a
pesar del “pomposo nombre está fuera de la línea de mando”, y cualquier
ministerio exigía el pase previo a reserva, lo que disminuiría el apoyo
de los generales a Oviedo. El ministro del Interior llevó la oferta y
Oviedo aceptó el Ministerio.
Los cancilleres del Mercosur llegaron
a Asunción, ya que el propio Bambino los buscó en su avión y todos
aprobaron el acuerdo como la mejor solución posible. A la mañana
siguiente, Oviedo transfirió el comando y se fijó su asunción en el
Ministerio de Defensa para el siguiente día. Cuando se conoció la oferta
del Ministerio de Oviedo, comenzaron las críticas a Wasmosy y se empezó
a pensar en un juicio político.
Por otra parte, al traspasar el
mando a Oviedo surgen quiebres en la unidad de apoyo del general, a
quien piden declinar del cargo, mientras Wasmosy y el nuevo canciller
que convenza a Oviedo de seguir. “Tuvimos una larga y áspera
conversación, dos horas”, recuerda. Oviedo dio las primeras señales de
“aflojar”, mientras Wasmosy seguía temeroso de una reacción del militar,
por lo que Bambino pidió al presidente brasileño que 'encoraje' a su
par de Paraguay a suspender el nombramiento. “Con la llamada del
presidente brasileño, Wasmosy cobró aliento definitivo”, describe. El
presidente se preparó para un discurso y se dirigió al Palacio de López,
donde ya estaba llegando Oviedo para asumir.
Después del
pronunciamiento del presidente, sin apoyo comenzó una carrera política.
“No es que no haya tenido éxito, y después de una serie de hechos,
incluso una detención, terminó muriendo en un accidente”, dice. “El caso
es sin dudas un evento impar en la historia diplomática brasileña,
deshacer un golpe militar en un país amigo por medio de la acción
diplomática”, califica. El canciller Lampreia, que estaba de permiso en
ese entonces, calificó el hecho como “la acción más intervencionista que
Brasil ya realizó en este siglo”, pero el presidente Cardoso cuenta en
su libreo “Diarios de la Presidencia” que esta acción fue hecha en
nombre del Mercosur, mediante De Oliveira Dias y Barros Netto.



