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terça-feira, 4 de maio de 2010

ABC Color: um jornal paraguaio contra o presidente de seu pais... e do Brasil...

Incompetencia de Lugo afecta gravemente el interés nacional
Editorial ABC Color, Martes 4 de Mayo de 2010

El encuentro mantenido ayer en Ponta Porã por los presidentes de Paraguay y Brasil ha resultado en otro estrepitoso fracaso para el Paraguay. Tal y como lo habíamos advertido, el encuentro de ambos mandatarios no fue más que el montaje de un escenario favorable al pronunciamiento de discursos altisonantes, al uso de una retórica carente de contenido. Promesas, promesas y más promesas es lo único que Lula tiene para exhibir al Paraguay. Solamente palabras. Sin embargo, si mucho es lo que puede recriminársele al Mandatario brasileño, existe algo en lo que de ninguna manera debe adjudicársele imputación: siempre prometió, pocas veces o nunca cumplió. Lo realmente llamativo y decepcionante es la candidez con la que Fernando Lugo recibe y festeja estas proposiciones vacuas, estas reiteradas e inconducentes expresiones de buena voluntad. La actitud asumida ayer por Lula ha sido agraviante para el Paraguay. Pero la incompetencia del presidente Fernando Lugo en el manejo de la política exterior de la República ha afectado gravemente el alto interés nacional.

El encuentro mantenido ayer en Ponta Porã por los presidentes de Paraguay y Brasil ha resultado en otro estrepitoso fracaso para el Paraguay. Aunque de hecho nadie se hacía ninguna ilusión sobre los eventuales resultados que la reunión pudiera arrojar, la ciudadanía aún conservaba alguna esperanza de que ciertos avances se registraran en el tema de mayor trascendencia que actualmente se debate en la agenda nacional: la reivindicación de la soberanía energética. Pero no, esa máquina de defraudar que se llama Fernando Lugo retornó a Asunción con las mismas manos vacías con las que partió de aquí.

Tal y como lo habíamos advertido, el encuentro de ambos mandatarios no fue más que el montaje de un escenario favorable al pronunciamiento de discursos altisonantes, al uso de una retórica totalmente carente de contenido. ¿Qué otra cosa, si no, puede considerarse lo expresado por el presidente Lugo cuando se dijo favorable al fortalecimiento de la fraterna relación que existe “con los hermanos brasileños”, en una frontera que “se rompe con las relaciones humanas fraternas, construyendo una realidad nueva de unión, complementación mutua y desarrollo de proyectos nacionales y una conciencia iberoamericana de dos pueblos”?

¿De qué desarrollo de proyectos hablará el Presidente de la República? Nadie lo sabe. Ni siquiera el propio Lula, ya que su presencia en Ponta Porã no sirvió para concretar ninguno de ellos. Ni la ejecución de lo que ya en Asunción había acordado el pasado 25 de julio, cuando se comprometió a incrementar en 240 millones de dólares el pago a nuestro país por cesión de energía no consumida de Itaipú. De esto se limitó a decir que nada podía hacer más que aguardar la ratificación por parte del Congreso de su país del acuerdo alcanzado el año pasado.

Ayer, Lula se llenó la boca argumentando que al “Brasil le interesa la estabilidad y prosperidad de sus vecinos, para de esa manera revertir los índices de pobreza en la región”. ¿A qué “prosperidad” se habrá referido? Si de verdad le importara nuestro progreso, estaría más preocupado en hacer cumplir la palabra que empeñó antes que venir a seguir mintiendo al pueblo paraguayo.

Tampoco pudo dar respuestas de otra promesa suya asumida en aquel entonces: la instalación de la línea de transmisión de 500 kV entre Itaipú y Villa Hayes, por un valor de 500 millones de dólares, que sería realizada “sin costo para el Paraguay”. El verso nuevo es que ahora, para evitar que el tema tenga que ser aprobado por el Congreso de su país, se intentará realizar la financiación por la vía del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem).

Nadie sabe ni entiende de qué forma podría efectivizarse tal malabar. Por un lado, porque el Focem es una institución del Mercosur, o sea, de los cuatro países que lo integran, no algo que el Brasil puede manejar a su antojo y paladar hasta el punto de obligar a los demás socios a dar su dinero. Por otra parte, la normativa del Focem establece claramente el monto que lo compone –muy por debajo de la inversión requerida en este caso– y el modo de distribución de los aportes. Ninguna de estas dos disposiciones da cabida a la aludida pretensión de Lula.

La trampa es alevosa. El aporte del Brasil a dicho Fondo debe estar debidamente incorporado en su presupuesto de gastos; por lo tanto, no habría ninguna forma de evadir el control del Congreso de ese país. Así las cosas, vale la pena preguntarse: ¿por qué motivo Lugo se sigue tragando las estrategias dilatorias de Lula?

Promesas, promesas y más promesas es lo único que Lula tiene para exhibir al Paraguay. Solamente palabras. Lo mismo sobre la construcción del segundo puente. Al respecto, recordemos que al iniciarse la gestión del ex presidente Nicanor Duarte Frutos, el brasileño había asegurado que juntos inaugurarían la obra antes de culminar sus respectivos mandatos.

Sin embargo, si mucho es lo que puede recriminársele al Mandatario brasileño, existe algo en lo que de ninguna manera debe adjudicársele imputación: siempre prometió, pocas veces o nunca cumplió. Lo realmente llamativo y decepcionante es la candidez con la que Fernando Lugo recibe y festeja estas proposiciones vacuas, estas reiteradas e inconducentes expresiones de buena voluntad. ¿Para qué se esforzó el Presidente de la República en desplazarse hacia Ponta Porã y hacerle el juego a Lula?

A esta altura de los acontecimientos y con estos niveles de humillación y sometimiento que se pretenden imponer al Paraguay, sería más digno del Gobierno nacional que, en una actitud propia de los hombres de honor, se rechacen de plano y sin más discusión todas las dádivas y limosnas que el Brasil juega a “concedernos”. Nuestro país no ha de envilecerse con las degradantes burlas diplomáticas de Itamaraty. La actitud asumida ayer por Lula ha sido agraviante para el Paraguay. Pero la incompetencia del presidente Fernando Lugo en el manejo de la política exterior de la República ha afectado gravemente el alto interés nacional. El creyó que su afinidad ideológica con el Mandatario brasileño le granjearía invaluables logros y conquistas en el plano de la relación bilateral. Estaba equivocado, y ahora todos los paraguayos debemos pagar el elevado costo de su error.

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