quinta-feira, 18 de agosto de 2011

Ouro vai escassear na Venezuela (aliás vai desaparecer...): Chavez nacionaliza o ouro

O primeiro título é meu; o segundo da imprensa.
Poderia ser também algo assim:

Ouro: de "relíquia bárbara" a relíquia dos bárbaros (com licença de, e perdão a, Keynes)

Bem, a última nacionalização-estatização de Chávez foi o da água mineral, um produto estratégico, como todos sabem. Assim como o petróleo, aliás, um produto tão estratégico quanto amaldiçoado, pois deforma completamente a economia da Venezuela. Não deforma todas as economias, claro (vide os casos da Grã-Bretanha e da Noruega), mas especialmente aquelas mal geridas, corruptas, cleptocráticas, enfim, petroditaduras.
Governos responsáveis podem gerir o petróleo em benefício do país. Governos rentistas, corruptos, demagógicos e populistas transformam o petróleo num monstro devorador de todos os recursos vivos da nação. Acresce-se a não existência de um orçamento digno desse nome e de procedimentos arbitrários de execução das despesas públicas do Estado.
Depois de ter destruído a economia do país, com o seu "socialismo do século XXI" (na verdade, do século XVIII, seria mais exato), e de não conseguir sobreviver sem um petróleo a menos de 80 dólares o barril (o da Venezuela deve estar rodando em torno de 50 dólares), o governo venezuelano (bem, não tenho certeza de que existe governo, creio que só existe o caudilho, que decide soberana e arbitrariamente sobre qualquer coisa) se prepara agora para viver um pouco das rendas do ouro, cujos preços subiram extraordinariamente, à raiz do recrudescimento da crise financeira internacional (para ser mais exato, americana e europeia).
Creio que será, como nos outros caso, um surto de renda, seguido de aumento da corrupção, esgotamento da produção, dívidas acumuladas, mais problemas, enfim.
Aí temos o nosso "Midas ao contrário", transformando em m.... tudo o que toca...
Paulo Roberto de Almeida

Venezuela: Chávez nacionalizará el oro y saca las reservas internacionales de EE.UU. y Europa
Infolatam/Reuters/Efe
Caracas, 17 de agosto de 2011

Las claves
Chávez: "vamos a nacionalizar el oro y vamos a convertirlo, entre otras cosas, en reservas internacionales porque el oro sigue incrementando su valor".

El presidente Hugo Chávez, confirmó que sacará las reservas internacionales en oro de Estados Unidos y Europa para ponerlas en economías “sólidas” como China, Rusia y Brasil, además de anunciar que nacionalizará el oro para convertirlo en fondos nacionales.

El mandatario explicó que sacar el oro “del norte” es una medida “sana”, tomando en cuenta la crisis económica que azota a Estados Unidos y Europa y que naciones “aliadas” como China, Rusia y Brasil están sólidas, dando por cierto lo dicho por diputados opositores que ayer indicaron que habría una movilización de las reservas.

Chávez irrumpió telefónicamente en una rueda de prensa que ofrecieron el ministro de Finanzas, Jorge Giordani, y el presidente del Banco Central de Venezuela (BCV), Nelson Merentes, a quienes les pidió que ofrecieran toda la información relativa al traspaso de reservas.

Indicó, además, que el total de oro venezolano en el exterior llega a 11.000 millones de dólares, y que la mayor parte fue enviado en los años 80 aunque también durante su mandato “se ha colocado algo” en un banco de Inglaterra.

Dijo que Venezuela tiene 99,21 toneladas de oro en bancos de Inglaterra, lo que equivale, con una onza a 1.800 dólares, a 4.595 millones de dólares.

“En Estados Unidos tenemos 800 millones de dólares en oro (…); en Toronto (Canadá) tenemos 381 millones de dólares desde 1992, y desde 2004 en un banco de Francia tres toneladas de oro, 184 millones de dólares”, informó Chávez.

El presidente del BCV, explicó que el oro que está en el exterior será traído a Venezuela “progresivamente” pues se trata de barras físicas del mineral “que son las que se llevaron en aquel entonces” y hay que “verificar que son las mismas”.

Nacionalización del oro
“Vamos a nacionalizar el oro y vamos a convertirlo, entre otras cosas, en reservas internacionales”, aseguró Chávez más temprano en una comunicación telefónica transmitida durante un acto militar de entrega de 324 misiles y 25 tanques adquiridos a Rusia.

Chávez aprobará la reglamentación sobre la nacionalización del mineral en el marco de la llamada Ley Habilitante que le fue otorgada en diciembre pasado y que le permite legislar sin el consentimiento del Parlamento.

El mandatario dijo que gracias a esta ley será el Estado quien tendrá el control de la exploración, explotación del oro y todas las actividades conexas que se realizan para tomar control de una zona en la que todavía persisten mafias que extraen las riquezas y se las llevan del país.

En mayo pasado Chávez afirmó que la producción nacional de oro bordea en la actualidad las 11 toneladas anuales y que una cifra similar sale de contrabando hacia otros países.

Detalló que en la zona del arco minero de Guayana, en el estado del mismo nombre (sureste) se encuentran, además, yacimientos de piedras preciosas, bauxita y hierro.

La economía venezolana se recupera de una recesión de casi dos años, pero la inflación sigue siendo la más alta del continente y Chávez necesita fuertes sumas de dinero para costear su campaña a las presidenciales del 2012 donde tentará un nuevo mandato.

Empresas en vilo
La mayor exportadora de oro que opera en Venezuela es la ruso-canadiense Rusoro, que ha manifestado su descontento con la legislación local que limita sus exportaciones auríferas, a pesar de que el Gobierno aseguró que no modificará la norma.

Fuentes de la firma que cotiza en la Bolsa de Toronto dijeron a Reuters que en los próximos días emitirán un comunicado comentando la decisión de Chávez.

El Grupo Agapov, accionista mayoritario de Rusoro, está presente en Venezuela a través de diversas empresas mineras con participación estatal.

Venezuela tiene grandes yacimientos de oro sin explotar en el sureste del país y la zona es rica, además, en otros minerales como hierro, bauxita y diamantes.

Uno de los mayores yacimientos sin explotar son Brisas y Las Cristinas, con unas 30 millones de onzas de reservas estimadas, donde tenían contratos las canadienses Gold Reserve y Crystallex hasta que fueron echadas del país.

La producción estatal de oro en Venezuela se redujo en un 57 por ciento en el 2010 a 1,8 toneladas desde las 4,2 toneladas del 2009.

Constantes problemas laborales y desinversión han hecho que las denominadas “empresas básicas”, incluidas en la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), produzcan por debajo de su capacidad instalada y presenten constantes paradas.

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¿Qué pasa con las reservas internacionales en Venezuela?
El análisis Asdrubal Oliveros

(Especial para Infolatam).- “…Hoy podemos decir, sin temor a equivocarnos, que no solo somos vulnerables a los precios petroleros, sino también a los vaivenes en el precio del oro. Incluso, es claro que la revalorización de este metal en los últimos meses ha permitido amortiguar la caída de las reservas internacionales e inflar las utilidades cambiarias y de operación del BCV por entregar al Fisco.”

A propósito del supuesto traspaso de reservas: ¿Qué pasa con las reservas internacionales en Venezuela?

En Venezuela, acostumbrados al escándalo, se han encendido nuevamente las alarmas ante la supuesta intención del Ejecutivo Nacional y el BCV de trasladar las reservas internacionales operativas a países “amigos” como China, Rusia y Brasil y el traslado al país del oro.

En lo que va de año, las reservas internacionales han descendido más de US$1.500 millones, a pesar de que en el mismo período los precios petroleros han aumentado más de 12%. Esto ha generado preocupación en diferentes ámbitos, tanto locales como extranjeros. Ahora, también tendremos que preocuparnos por los que manejan nuestros recursos externos.

Desde 2004 el actual Gobierno ha hablado sobre el concepto de reservas óptimas. Para los funcionarios del Gobierno de aquella época, el argumento era que se puede hablar de reservas en términos excedentarios, de cualquier stock o de cualquier flujo, siempre y cuando podamos hablar también de un nivel óptimo. En la medida en que se hable de un nivel óptimo, se puede definir un concepto de déficit y de excedente en cualquier categoría económica.

De esta manera, y con cambios legales a lo largo de estos años, el Ejecutivo se ha apropiado de una cantidad significativa de divisas que, en el marco legal anterior, hubiesen ido a parar a las reservas internacionales. Lo que está implícito, en esencia, es: las reservas internacionales se fijan en un nivel que permita al Ejecutivo atender principalmente los compromisos de importaciones y pago de servicio de deuda pública. El resto entra en una estructura paralela de gasto manejada discrecionalmente por el Ejecutivo Nacional.

Así, entre 1998-2004, Pdvsa entregó al BCV un promedio trimestral de 74,0% de sus divisas por exportaciones. Luego, entre 2004-2010 el promedio se ubica en 54,0%, lo cual indica el cambio legal y de paradigma.

En lo que va de año, las reservas internacionales no han subido. Esto es particularmente resaltante dado el incremento de los precios petroleros. Peor aún, las reservas han caído.

Más allá de esto, yace un problema de fondo: el 95% de nuestras divisas las aporta Pdvsa y la industria petrolera viene atravesando serios problemas de operatividad. Es decir, no solamente Pdvsa entrega menos divisas porque se queda con una proporción importante de ellas, sino también porque hay problemas en la producción de crudo.

En Ecoanalítica opinamos que las reservas internacionales no subirán de forma significativa. Cada dólar que entra al BCV, entra en el ciclo de lo que pudiésemos llamar la estructura formal presupuestaria, con todas las rigideces que esto implica para un Gobierno del estilo del presidente Chávez. La tentación de manejar las divisas con total discrecionalidad en los fondos paralelos (especialmente el Fonden) es muy grande, y más a las puertas de una campaña electoral. Por esa forma, este Gobierno solo traspasará al BCV las divisas necesarias para abastecer Cadivi y pagar el servicio de la deuda. El resto será manejado por fuera.

Ahora, dado que el Ejecutivo busca traspasar las reservas líquidas y el oro, según denuncia un diputado opositor en Venezuela es conveniente tener presente que la gestión de reservas por parte del Banco Central conlleva una diversidad de riesgos operativos y financieros. De esta forma deben establecerse parámetros para:

Mantener la diversificación de riesgos y condiciones de liquidez
Manejar el riesgo cambiario y una “óptima” combinación de monedas con límites claros y aceptables.
Disponer de requisitos de duración que limiten el riesgo de tasas de interés y precios de mercado.
La literatura económica moderna ha evolucionado respecto al llamado nivel “óptimo” de reservas desde la función de mantener un fondo de precaución para reducir la vulnerabilidad externa hacia una relación con el régimen cambiario y los movimientos de capital. En Venezuela tenemos que agregar nuestra naturaleza de economía petrolera.

Para una economía como la venezolana, el indicador de cobertura (el equivalente de las reservas internacionales en meses de importaciones) es importante. El mismo ha pasado de 16,3 meses de importaciones en 2004 a 9,7 en 2010. Como puede verse, el deterioro es evidente. Si bien no existe acuerdo en la literatura ni entre economistas sobre cuál es el nivel óptimo de este índice, para Ecoanalítica debería ubicarse entre 18 y 24 meses de importaciones. Hoy estamos lejos de eso.

En el año 2004, el entonces ministro de Finanzas, Tobías Nóbrega, señalaba, con respecto a las reservas internacionales, que en el mediano o largo plazo se debía generar una rentabilidad razonable de los fondos invertidos. Esto incluso ha sido un punto de honor para el actual presidente del BCV, quien ha afirmado que las reservas deben invertirse en instrumentos que den rendimientos significativos; por supuesto, los mismos estarían asociados a un nivel mayor de riesgo.

Hoy día, y según el citado Punto de Cuenta, la mayor proporción de las reservas están en oro (62,9%) y apenas 21,6% en reservas operativas. Al cierre de 2004 está proporción se distribuía de la siguiente manera: títulos valores 71,0%, divisas 5,0%, oro 22,00% y otros instrumentos 2,0%. Mientras que en 2009 se ubicaba así: títulos valores 48,0%, divisas 3,0%, oro 38,0% y 11,0% en otros instrumentos. El cambio es sustancial.

Aunque el oro ha tenido un desempeño favorable desde hace un tiempo, nos parece extremadamente alta la proporción de reservas internacionales que el BCV mantiene en este metal. Hoy podemos decir, sin temor a equivocarnos, que no solo somos vulnerables a los precios petroleros, sino también a los vaivenes en el precio del oro. Incluso, es claro que la revalorización de este metal en los últimos meses ha permitido amortiguar la caída de las reservas internacionales e inflar las utilidades cambiarias y de operación del BCV por entregar al Fisco.
La prudencia hace que los países tiendan a acumular niveles adecuados de reservas internacionales de acuerdo con su estructura; y esos niveles se determinan según la experiencia que esos mismos países hayan tenido. En Venezuela es relevante dada nuestra dependencia petrolera, que se ha exacerbado, y un historial significativo de episodios de crisis.

El funcionamiento normal de la economía venezolana requiere altos niveles de reservas internacionales debido a que somos una economía pequeña, poco diversificada y dependiente del más volátil de todos los commodities; además, las cuentas de capital y financiera de la balanza de pagos son muy inestables con una marcada dicotomía entre la cuenta corriente del sector público, que es superavitaria, y la del sector privado, que es deficitaria.

Para cerrar, estas fueron parte de las palabras de Tobías Nóbrega en una sesión especial de la Asamblea Nacional en 2004 respecto a este tema:

""Alcanzar ese nivel óptimo de reservas no significa, como se ha pretendido trivializar a través del debate politizado y manipulado de los medios, echarle mano a las reservas que custodia el BCV. Se trata de crear los mecanismos institucionales y legales para que no se generen mayores perturbaciones monetarias y reales… “

Imprensa 7 x Governo 0; calma, calma, so quero saber quem sera o proximo...

Não, ainda não tenho o nome do sétimo personagem do governo a ser demitido pela imprensa, depois que o governo várias vezes declarou "total confiança" no dito personagem, para logo depois aceitar sua "demissão" a contragosto e disfarçadamente. Patética situação, em todos os casos, pois mesmo no caso do ministro que escolheu ser "demitido", ele o fez (e buscou ativamente) que o processo fosse feito através da imprensa. A imprensa fica, portanto com seis pontos a zero contra o governo. No infográfico abaixo, do Estadão, está faltando o nome do vice-ministro (SG) da Agricultura, que já tinha sido "demitido" pela imprensa, e que neste caso equivale por um ministro. Sim, também tem o caso do vice-ministro do Turismo, que se "demitiu" depois de ser preso pela Polícia Federal (sim, devemos dar um ponto à PF, contra o seu próprio governo, no que ela tem meus cumprimentos).
Bem, vamos agora esperar o sétimo personagem. Aposto como vem em menos de um mês. Vale um livro?
(Bem, eu ja sei quem é, mas vou deixar a "surpresa" para a imprensa, que merece mais um ponto.)
Paulo Roberto de Almeida

Wagner Rossi (PMDB-SP) entregou carta de demissão e se disse vítima de um 'complô político'
Na carta, ministro disse que 'a imprensa solenemente ignorou' suas explicações para as denúncias
João Domingos, de O Estado de S.Paulo, e Célia Froufe, da Agência Estado
17 de agosto de 2011 | 19h 26

Após demissão de Rossi, Temer indica Mendes Ribeiro para Agricultura

BRASÍLIA - Pressionado por denúncias de corrupção, tráfico de influência e desvio ético, o ministro da Agricultura, Wagner Rossi (PMDB-SP), pediu demissão na noite desta quarta-feira, 17. Na carta que entregou à presidente Dilma Rousseff, o peemedebista alega ser vítima de um complô político cujo objetivo seria atingir a aliança PMDB-PT, sobretudo em São Paulo. Para não mexer no loteamento da Esplanada, Dilma delegou ao PMDB a escolha do substituto. Ainda na noite de quarta, o vice-presidente Michel Temer sugeriu o nome do líder do governo no Congresso, deputado Mendes Ribeiro (RS), para o cargo.

Na carta de demissão entregue à presidente Dilma Rousseff, Rossi diz que nos últimos 30 dias tem enfrentado diariamente "uma saraivada de acusações falsas", acrescentando que, até o momento, não houve provas. "Nenhuma delas indicando um só ato meu que pudesse ser acoimado de ilegal ou impróprio no trato com a coisa pública". O ministro diz ainda que respondeu a cada acusação, com documentos comprobatórios "que a imprensa solenemente ignorou". "Mesmo rebatida cabalmente, cada acusação era repetida nas notícias dos dias seguintes como se fossem verdades comprovadas", afirma o ministro na nota.

Ele atribuiu as acusações a uma tentativa de "destituição da aliança de apoio à presidenta Dilma e ao vice-presidente Michel Temer, passando pelas eleições de São Paulo, onde já perceberam não mais poderão colocar o PMDB a reboque de seus desígnios". Depois, Rossi diz que deixa o governo agradecendo a confiança de Dilma, Temer e o ex-presidente Lula.

Veja também:
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Debate sobre politica industrial - artigos de Pedro Cavalcanti Ferreira e Renato Fragelli

Artigos que trazem um pouco de luz ao pífio (e medíocre) debate (se o nome se aplica) político-econômico sobre a propalada desindustrialização brasileira, sobre a trajetória recente da participação da indústria na formação do PIB e sobre suas consequências estruturais ou sistêmicas para a economia brasileira, para seu desenvolvimento econômico e social e para o futuro da nação.
Paulo Roberto de Almeida

Crescimento com ou sem exclusão
Pedro Ferreira e Renato Fragelli
Valor Econômico – 22 de julho de 2011

Há por parte de alguns economistas e políticos de esquerda uma nostalgia dos anos dourados do crescimento brasileiro, que iria do pós-guerra até o fim dos anos 70. O crescimento acelerado nestes anos leva muitos a separarem as escolhas econômicas do ambiente político e do quadro social, e olhar como altamente positivo o resultado final das políticas nacional-desenvolvimentistas. Diferentemente do ocorrido naqueles anos, o crescimento atual se dá em regime democrático e com melhoria da distribuição de renda.
A persistência da atual retomada, entretanto, exige um diagnóstico racional dos erros e acertos do passado, para que não se cometam no presente os erros que podem levar a frustrações no futuro.
Entre 1950 e 1979, o Produto Interno Bruto (PIB) brasileiro cresceu a mais de 7% ao ano, ou 4,4% em termos per capita. No período, a renda média do brasileiro aumentou três vezes e meia. A base produtiva diversificou-se de forma expressiva permitindo que uma nação que antes da guerra tinha mais de 60% de sua mão de obra no campo, chegasse em 1980 com metade dessa figura e produzindo os mais diversos tipos de produtos industriais.
Esse o lado bom: crescemos muito. Para atingirmos isso, além de um cenário internacional altamente favorável, contamos com uma série de agressivas políticas econômicas. Entre elas a substituição de importações, que se iniciou com bens de consumos duráveis, mas nos anos 70 se estendeu para bens de capital e intermediários. Além disso, houve uma participação decidida do estado na economia, com produção direta em setores considerados estratégicos, gigantescos investimentos em infraestrutura e financiamento subsidiado ao investimento privado.
Fim da inflação, educação e políticas sociais agressivas explicam grande parte das melhorias sociais
Essa estratégia de crescimento ignorou ou deu baixíssima prioridade à educação. Suas políticas sociais eram quase inexistente e por falta de foco não atingiam os pobres. Esse o lado ruim do Nacional Desenvolvimentismo: os benefícios do alto crescimento não chegaram ao grosso da população brasileira. Em 1970, 33% dos adultos brasileiros não sabiam ler (54% no Nordeste!) e a média de escolaridade da população adulta era de 2,4 anos de estudo, sendo que em 13 estados essa média não passava de dois anos. O percentual de pobres na população era de 67%, isto é, dois em três brasileiros. A mortalidade infantil no Nordeste era de 180 mortos por mil nascidos, quando a média na América do Sul era menos da metade dessa cifra e nos Estados Unidos exatamente um décimo.
O lado ruim não fica por aí. Segundo dados do Centro de Políticas Sociais da FGV, entre 1960 e 1970, a renda dos 5% mais ricos aumentou 75%, mas a da metade mais pobre somente 15%. A desigualdade de renda que já era alta experimentou no período sua maior deterioração decenal em todos os tempos.
Hoje já está bem estabelecido que fatores ligados à educação são os principais determinantes da pobreza e da distribuição de renda. Assim, por trás desse trágico quadro de exclusão e miséria observado durante o período Nacional-Desenvolvimentista estão as escolhas de política econômica, que basicamente privilegiaram o investimento em capital físico e ignoraram o capital humano, a educação e políticas compensatórias.
O reconhecimento da ligação entre nossa pobreza e as políticas de crescimento "estruturalistas" do passado seria fundamental para ordenar o debate atual sobre nossas escolhas de política econômica. Ao separar um assunto do outro - como se indicadores sociais tivessem vida independente e não fossem influenciados pela economia - economistas dessa corrente, muito deles em posições chaves no atual governo, defendem ou implementam políticas semelhantes àquelas do passado sem atentar para o caráter altamente regressivo e conservador das mesmas.
O Brasil vive nos últimos 15 anos um período único de crescimento com redução de pobreza. É verdade que o crescimento está abaixo do observado entre 1950 e 1980, mas ainda assim acima da média histórica dos países ricos: nos últimos 16 anos crescemos a 2,7% ao ano em termos per capita e quase 3% durante o governo Lula. Ao mesmo tempo, as medidas de desigualdade nunca estiveram tão baixas e a pobreza vem caindo aceleradamente, cerca de 68% desde o Plano Real e 16% somente em 2010. Embora ainda não haja consenso sobre as causas da queda da pobreza, parece certo que o fim da inflação, o aumento da educação e políticas sociais agressivas explicam grande parte das melhorias sociais.
Esse quadro deveria ser o nirvana dos economistas desenvolvimentistas e de esquerda. Entretanto, em sua grande maioria teimam em defender políticas concentradoras de renda ou repetir um mantra estruturalista altamente excludente, que é reproduzido por alguns desavisados e por muitos interessados. Como por exemplo, a desvalorização cambial a qualquer custo e subsídios ao investimento do grande capital para a formação de grandes grupos nacionais. Seria mais sensato que defendessem políticas realmente progressivas, como educação de mais qualidade, saneamento universal e fim dos subsídios, de forma que o benefício do crescimento atingisse ainda mais os pobres.

Pedro Cavalcanti Ferreira e Renato Fragelli Cardoso são professores da Escola de Pós-graduação em Economia da Fundação Getulio Vargas.
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O fantasma dos anos cinquenta
Pedro Ferreira e Renato Fragelli
Valor Econômico – 30/05/2011

Neste momento em que a indústria brasileira passa por mares revoltos devido à crescente valorização cambial, mais do que nunca seria oportuno uma reflexão sobre a estratégia nacional de apoio à industrialização. Entre a década de 1950 e o início da década de 1990, o país experimentou de tudo em matéria de proteção à indústria: barreiras tarifárias, taxas de câmbio múltiplas, lei de similaridade nacional, reserva de mercado no setor de informática, crédito subsidiado, além da ação direta do Estado em setores intensivos em capitais ditos "estratégicos".
A teoria que fundamentou a política industrial brasileira foi desenvolvida na década de 1950. Ela baseava-se na premissa de que, a longo prazo, os preços internacionais dos produtos primários estavam fadados a uma inexorável desvalorização em relação aos dos industrializados. Segundo a teoria, os países industrializados aprimoravam continuamente suas técnicas de produção, o mesmo não acontecendo nos países subdesenvolvidos que produziam produtos primários. Assim, enquanto o aumento da produtividade sancionava elevação dos salários nos países industrializados, a estagnação tecnológica aliada ao acelerado crescimento populacional forçava a queda de salários nos países produtores de bens primários. Países com pouco capital e mão de obra não especializada, ao permanecerem exportadores de bens primários, estariam condenados ao subdesenvolvimento. O problema era agravado pelo fato de Europa, Japão e EUA protegerem seus setores agrícolas.
Não é mais sensato investir na produção daquilo que outros países não podem fazer por insuficiência de dotações?
A premissa da desvalorização dos preços dos bens primários em relação aos bens industriais não encontra suporte empírico no mundo atual. Após abandonarem as fracassadas experiências socialistas e as estratégias de desenvolvimento autárquico, países da Europa Oriental, China e Índia se juntaram decididamente às economias de mercado. Junto com eles, trouxeram uma gigantesca oferta de mão de obra que antes vivia na agricultura de subsistência. Essa transformação teve dois impactos gigantescos sobre os mercados de produtos industriais e primários. O primeiro é que os milhões de trabalhadores que abandonaram a agricultura se direcionaram para a indústria dispostos a trabalhar por salários baixíssimos; o segundo é que essa imensa população passou a importar os bens agrícolas que, bem ou mal, antes produzia em regime de subsistência.
Como se trata de populações imensas, suas ações alteraram significativamente os preços internacionais. O resultado são preços internacionais de bens industriais declinantes, acompanhados de preços de bens primários crescentes. Exatamente o oposto do que diziam as teorias da década de 1950. O problema é agravado pela alta taxa de poupança nesses países que lhes permite manter uma taxa real de câmbio desvalorizada, sem grandes pressões inflacionárias.
Também a hipótese de estagnação da tecnologia de produção de bens primários não encontra suporte na atualidade. Na agricultura, a revolução produtiva gerada pelas pesquisas da Embrapa fala por si só. Na extração de recursos naturais, a evolução tecnológica permite a extração de petróleo e outros minerais a profundidades inconcebíveis há apenas uma década.
Foi-se o tempo em que o que tinha valor era necessariamente produzido na indústria. No pragmático mundo do pós Guerra Fria, qualquer país com macroeconomia estável, mão de obra barata em relação a sua qualificação e direitos de propriedade razoavelmente confiáveis atrai indústrias de média tecnologia. Esse tipo de indústria gera empregos locais, mas não embute gordas margens. Por exemplo: o valor adicionado domesticamente às exportações de computadores chineses é menos que 5% do valor adicionado total. Por exigência da competição nos mercados internacionais, os salários pagos nesse tipo de indústria tendem a se igualar aos baixos salários recebidos por chineses.
Após meio século de política industrial, com sucessos em poucas áreas e fracassos em muitas outras, o Brasil encontra-se diante de um novo paradigma que parece não ter sido corretamente compreendido pelos formuladores de suas estratégias. Não apenas se insiste na formula de meio século atrás, como se está dobrando a aposta, conforme atestam as recentes capitalizações bilionárias do BNDES. Persiste-se no modelo de fortes subsídios creditícios à indústria - distribuídos segundo critérios obscuros que privilegiam grandes empresas - num mundo onde sequer está claro que a indústria continue a ser a fonte da prosperidade. Há que se levar em conta, por exemplo, que nas economias avançadas mais de 70% do PIB é gerado no setor de serviços.
Dado o estágio de industrialização já alcançado pelo Brasil, qual é hoje o caminho da prosperidade? Produzir domesticamente o que qualquer país pode fazer, igualando os salários dos brasileiros aos dos chineses? Fabricar o que poderia ser comprado a baixo preço no exterior? Ou aprofundar a produção daquilo que outros países não poderão fazer por insuficiência de dotações? A política econômica recente tem privilegiado a proteção à industria a qualquer preço; está na hora de repensar esse modelo e partir para uma estratégia mais equilibrada e racional, abandonando uma visão obsoleta onde o Estado escolhe os vencedores e campeões.

Pedro Cavalcanti Ferreira e Renato Fragelli Cardoso são professores da Escola de Pós-graduação em Economia da Fundação Getulio Vargas.
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Desindustrialização e o Pato Donald
Pedro C. Ferreira e Renato Fragelli
Valor Econômico – 03/09/2010

Não será advogando políticas que só beneficiam a indústria que se conseguirá acelerar o crescimento do país

A despeito da celeuma recente sobre uma suposta desindustrialização do país, não há evidência forte de que isso venha ocorrendo. Ao contrário, a indústria nacional tem crescido a taxas bastante altas. Isso não impediu aqueles que sempre preconizaram a desvalorização cambial como estratégia para combater os efeitos nefastos da desindustrialização de insistirem nos mesmos argumentos, agora como medida de combate aos supostos efeitos negativos da "re-primarização" da pauta de exportações.
Os efeitos presumidamente negativos das exportações de commodities sobre a economia brasileira carecem de base empírica e teórica, bem como agridem o bom senso. Não há estudos relevantes estimando o efeito da composição da pauta de exportação sobre crescimento. Pode-se identificar a origem dessa ideia na tradição do pensamento dito "desenvolvimentista". A premissa - ou dogma - é que a indústria seria (sempre) o setor mais dinâmico da economia, aquele onde se daria a adoção e criação de novas tecnologias, o setor que puxa a reboque os outros. Uma vez aceita essa hipótese, segue-se como prescrição de política econômica que qualquer fator que pareça prejudicar a indústria - valorização cambial, abertura comercial, juros elevados etc. - deveria ser "corrigido" o mais rapidamente possível, independentemente dos custos implicados por tal decisão sobre o resto da economia.
A ênfase excessiva na industrialização ignora dois fatos importantes. O primeiro é que inovação tecnológica não é prerrogativa do setor industrial. Numa semente de soja produzida no Cerrado há embutidos bilhões de dólares em pesquisa desenvolvida pela Embrapa e empresas privadas. A tecnologia gerada por essas pesquisas foi responsável por um espetacular aumento de produtividade de muitas outras culturas no país, bem como da agroindústria. As exportações agrícolas dispararam não só porque a demanda externa cresceu, mas porque o Brasil tornou-se tecnologicamente avançado e altamente competitivo.
O segundo fato ignorado é que, ao longo de suas trajetórias de crescimento, os países sofrem uma transformação estrutural em que o trabalho é inicialmente realocado da agricultura para indústria - tal como na China atual, e no Brasil dos anos 1950 a 1970 - e, posteriormente, da indústria para os serviços. Na Espanha, por exemplo, entre 1960 e 2000, o emprego na agricultura caiu de 42% do total para 7%; na indústria, de 34% para 30%; enquanto no setor de serviços, saltou de 24% para 63%. Na Bélgica, no mesmo período, o emprego na agricultura caiu de 29% do total para 2%; na indústria de 28% para 23%; enquanto nos serviços cresceu de 43% para 75% do total. Números semelhantes se observam nos países mais avançados do planeta.
Há cerca de 20 anos, as ações da U.S. Steel foram substituídas pelas da Walt Disney no índice Dow Jones. Isso não significa que, para a economia americana, uma chapa de aço seja menos importante que o Pato Donald ou o Buzz Lightyears. Mas constitui um sinal da influência do setor de entretenimento e, de forma mais geral, do setor de serviços no PIB americano.
Uma inexorável consequência do crescimento do setor de serviços é o fato aritmético de que a produtividade média da economia, bem como sua taxa de crescimento, serão largamente influenciadas, senão determinadas, pelo que ocorre nesse setor. O desempenho da indústria continuará a impactar positivamente muitos subsetores do terciário, mas é pouco provável que um setor que tende a recuar para 20% da economia determine o desempenho agregado.
Aqui se encontra um grave problema brasileiro: nos anos recentes, o setor terciário cresceu a uma taxa muito baixa, tanto em comparação com outros países quanto com outros setores domésticos. No início dos anos 1950, segundo dados do Groningen Growth and Development Centre, a produtividade do setor de serviços (excluindo setor público) no Brasil era de cerca de um quarto do observado nos EUA. Se isto já era ruim, em 2005 a situação tornou-se bem pior: a produtividade média caiu para cerca de um décimo da americana! Em termos relativos, andamos para trás, pois enquanto a produtividade no setor terciário americano aumentou 250%, no período, aqui cresceu menos de 20%.
Em resumo, como em todos os países de renda média e alta, o Brasil tende a se tornar uma economia com predominância do setor de serviços, mas é justamente nesse setor que a produtividade está quase estagnada. Os economistas brasileiros não têm se dedicado ao estudo do setor terciário com a mesma intensidade que estudam a indústria e agricultura. Não será advogando políticas que somente beneficiam a indústria, ou criando falsos problemas como a "re-primarização" da pauta de exportações, que se conseguirá acelerar o crescimento futuro do país. É preciso identificar o que fazer para que, em alguns anos, o Cebolinha e a Turma da Mônica façam parte do Ibovespa, isto é, como aumentar o dinamismo e a produtividade dos setores de entretenimento, comércio, transporte, turismo, entre outros.

Pedro Cavalcanti Ferreira e Renato Fragelli Cardoso são professores da Escola de Pós-Graduação em Economia da Fundação Getulio Vargas
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Por que subsidiar o capital?
Pedro C. Ferreira e Renato Fragelli
Valor Econômico – 22 de julho de 2010

Em artigo anterior (Valor 28/05/10), argumentamos com dados que a maior parte do atraso brasileiro em relação aos países mais ricos deve-se à ineficiência geral da economia e à baixa escolaridade da população. Juntos, os dois fatores explicam cerca de 85% da diferença entre a renda per capita do Brasil e a dos EUA; os 15% restantes se devem à insuficiência de capital. Entretanto, mesmo não sendo a insuficiência de capital o principal entrave ao avanço do país, as políticas de promoção do crescimento em vigor teimam em repetir a mesma estratégia adotada nas décadas de 1950 a 1970, priorizando volumosos - e custosos - financiamentos à acumulação de capital.
Em artigo recente, Mansueto Almeida, economista do IPEA, estimou em cerca de R$ 10 bilhões o volume anual de subsídio concedido pelo BNDES a empresas. Só para efeito de comparação, o programa Bolsa Família, que atende 12 milhões de famílias pobres, custa R$ 13 bilhões anuais. O subsídio é caracterizado pelo fato de que o financiamento da dívida do governo federal - único acionista do BNDES - gira em torno da taxa Selic (10,25% ao ano ontem), enquanto o banco empresta às firmas a TJLP (6% ao ano).
Em contraste com os critérios transparentes adotados pelo governo federal na concessão da Bolsa Família, o BNDES, ao definir quais setores e empresas terão acesso a seus créditos subsidiados segue critérios obscuros. Dado que os principais beneficiados dos empréstimos são grandes conglomerados, trata-se de uma brutal transferência de recursos de todos os brasileiros para os acionistas destas empresas. Os financiamentos a TJLP constituem hoje um Bolsa Família às avessas, e as recentes capitalizações do banco - R$ 180 bilhões - indicam que a benesse para poucos tende a se expandir.
Subsídios creditícios a grandes conglomerados, além de contribuírem para agravar a má distribuição de renda, desestimulam o desenvolvimento do mercado de capitais e geram pouco incentivo a investimentos em aprimoramento tecnológico, pois a defasagem tecnológica que reduz a rentabilidade é compensada pelo subsídio. Não há evidência de que empresas "campeãs", escolhidas por sábios tecnocratas ou grandes oligopólios, sejam mais eficientes do que empresas menores.
Ao contrário, a evidência mostra o oposto. Causa surpresa, portanto, que economistas supostamente progressistas insistam em defender políticas ineficazes para promoção do crescimento e que transferem renda aos mais ricos.
Uma boa política econômica precisa ponderar custos e benefícios ao estabelecer suas prioridades. Se, por exemplo, o objetivo é a geração de empregos, deve-se verificar se o número de postos de trabalho a serem criados pelo subsídio supera o de postos destruídos pela tributação que custeia os subsídios. A tolerância - ou até mesmo simpatia - da sociedade em relação ao crédito público subsidiado decorre do fato de que os empregos criados são facilmente observáveis, pois concentram-se no setor escolhido pela tecnocracia, ao passo que os empregos destruídos são de difícil identificação, pois estão dispersos nos setores onerados pelo imposto que financia o subsídio.
A pesada estrutura tributária brasileira, com seu cipoal de impostos e contribuições sobre as mais diversas bases de incidência, inviabiliza hoje incontáveis empreendimentos. Ela é responsável, em larga medida, pelo tamanho exagerado da economia informal no país. Firmas informais tendem a ser menos produtivas, pois não têm acesso a crédito, o que as impede de investir em avanços tecnológicos, além de sofrerem com a alta rotatividade da mão de obra. No caso das empresas grandes, a tributação excessiva incentiva a concentração em poucas companhias, cujo poder de mercado permite a convivência com a exação fiscal. A menor competição desestimula os ganhos de produtividade.
O caminho para o crescimento está no foco em políticas que visem aumentar a eficiência geral da economia e que atinjam os agentes econômicos de forma mais equânime. São medidas institucionais de micro (e algumas macro) reformas voltadas para a redução de distorções. Exemplos urgentes são a redução da tributação sobre a folha salarial e sobre investimento, bem como eliminação de impostos em cascata. Uma estrutura tributária mais enxuta e menos distorcida incentivaria o investimento e a formalização. O resultado seria maior crescimento, com a vantagem que todas as empresas, de todos os setores, se beneficiariam, e não um grupo específico escolhido segundo critérios questionáveis.
É curioso que a mesma tributação elevada que contribui para que muitas empresas se mantenham na informalidade seja usada para subsidiar as grandes. Tira-se de quem não tem para se dar a quem tem. Será que isso é que se entende por ideias desenvolvimentistas?

Pedro Cavalcanti Ferreira e Renato Fragelli são professores da Escola de Pós-Graduação em Economia da FGV

Semana de Economia: textos importantes...

Transcrevo um simples post informativo do blog do economista do Ipea Mansueto Almeida (no kinship or relationship), mais importante pelas referências de leitura do que pela simples informação relativa a esse encontro de economia em Ribeirão Preto.
Já participei uma vez dessa semana de economia, ou pelo menos de um encontro de economia em RP, onde falei sobre Mercosul, integração e temas correlatos. Saí com excelente impressão, dos alunos e dos professores.
O tema da educação, que reputo importantíssimo, junto com a questão fiscal, para o Brasil de hoje (e de amanhã, infelizmente o de ontem já passou, sem...), e que vêm sendo, ambos, mal tratados, desprezados, torturados, pelos governantes e pela sociedade. Infelizmente, por causa disso mesmo, o Brasil vai continuar crescendo pouco e sendo um país desigual.
Transcrevo abaixo meus comentários a este post do Mansueto Almeida.
Paulo Roberto de Almeida

III Semana Acadêmica de Economia USP-Riberão Preto
Blog do Mansueto (de Almeida), 17/08/2011

Na próxima semana volto, depois de mais de dez anos, a Riberão Preto para participar como palestrante na III Semana Acadêmica de Economia. Recebí hoje a programação que me parece ser muito boa (clique aqui) e com bons palestrantes para tratar de temas que estão longe de serem triviais.

A mesa de abertura vai tratar do tema educação que para mim é um dos temas mais importantes para o futuro do Brasil. Parte dos avanços recentes nesta área deve-se ao trabalho de um dos palestrantes, Reynaldo Fernandes, que passou pelo INEP e melhorou o sistema de avaliação daquele órgão. Hoje, há no Brasil um grande debate sobre (1) modelos alternativos de gestão escolas e promoção de competição; (2) modalidades diferente de currículos para ensino médio; (3) avaliação de professores e mecanimos de incentivo à eficiência, etc.

O debate sobre qualidade de educação envolve tudo isso e um dos temas mais polêmicos é justamente a questão do ensino médio que no Brasil segue um modelo único voltado para a universidade. Há um grupo de pesquisadores que defende que deveríamos adotar não um, mas vários modelos de escola média, inclusive um voltado para o mercado de trabalho para aqueles que não querem ingressar na universidade. É claro que o problema desse modelo, que funciona bem na Alemanha, é que forçamos um adolescente a tomar uma decisão difícil muito cedo — seguir com os estudos voltado para universidade ou para o mercado de trabalho.

Uma boa leitura sobre esse debate são os capítulos da parte 3 do livro Brasil: A nova Agenda Social, 2011, organizado por Edmar Bacha e Simon Schwartzman. No caso específico do ensino médio sugiro também o curto artigo do Claudio Moura Castro publicado recentemente no Estado de São Paulo (clique aqui).

Há vários outros paineis interessante. O painel que participo vai tratar do tema espinhoso da especialização, doença holandesa e o papel das commodities na economia. Há hoje um quase consenso entre economistas que o Brasil tornou-se um país caro para se produzir manufatura. O que não está claro é como lidar com o problema ou mesmo se isso é um problema.

O argumento daqueles que acham que a perda de participação na indústria no PIB é um problema pode ser resumido neste artigo do Dani Rodrik reproduzido no Valor Econômico (clique aqui). E para aqueles que não acham que isso seja um problema recomendo os vários artigos anexos do Pedro Cavalcanti e do Renato Fragelli da FGV-RJ (clique aqui).

A única certeza que tenho neste debate é que: (1) a tendência do Brasil é sim que a indústria perca competitividade e diminua sua participação no PIB. O Brasil tornou-se um país caro espremido entre os baixos salários da China (e outros países Asiáticos) e os altos salários, mas elevada de produtividade de países como Alemanha; e (2) não vejo espaço fiscal sendo criado para desonerar seletivamente a indústria e modificar preços relativos. Esse é um debate que está em aberto no Brasil.

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Paulo Roberto de Almeida [Comentário ao post acima]

O Brasil tem enormes problemas de governança econômica e enormes problemas estruturais, sistêmicos, Entre os primeiros eu colocaria o desgoverno fiscal atual, que me parece uma pesada bola de ferro grudada na perna dos empresários a impedi-los de serem competitivos externamente e internamente e de obterem ganhos de produtividade em vista da enorme porção de seu faturamento que vai direto para as burras do tesouro (nunca um nome foi tão apropriado). Sem falar, claro, nas distorções do mercado de crédito, no mercado de capitais, que estão diretamente vinculados à baixa taxa de poupança voluntária (ou privada) no Brasil (sim, por que a compulsória atinge níveis quase chineses, mas não é “desviada” para fins produtivos), e consequentemente à pífia taxa de investimento. O Estado é não apenas um despoupador líquido como um deformador absoluto do ambiente de negócios no Brasil.
Entre os problemas estruturais mais relevantes eu colocaria o da educação. Sei que muitos economistas não atribuem um papel tão relevante para a educação no processo de transformação produtiva e de ganhos tecnológicos, achando que se pode fazer muito com ilhas de excelência e alguma importação de know-how, mas a educação de base é fundamental para a melhoria da produtividade como um todo e para a distribuição de renda.
Infelizmente, o Brasil está fazendo TUDO (e eu sublinho TUDO) errado em matéria de educação, sobretudo na formação de professores, terreno no qual predominam as novas saúvas do Brasil, as pedagogas freirenas. Se o Brasil tomasse consciência do que vem fazendo de errado e começasse a corrigir esses problemas AGORA, ainda teria tempo de consertar alguma coisa no espaço de 15 anos (SIM, sublinho novamente, 15 anos) e aproveitar o bônus demográfico para ficar um pouco mais rico e pagar pelos velhinhos que vão comprimir a PEA dentro de mais 20 a 25 anos. Infelizmente isso não vai acontecer e vamos perder boa parte do bônus demográfico com as mesmas bobagens freireanas que devastam, aniquilam a educação brasileira na atualidade (e desde os últimos 40 anos).
Sou moderadamente pessimista quanto à marcha geral da economia brasileira, mas sou absolutamente pessimista quanto aos problemas fiscais e educacionais. Enfim, esqueço a corrupção por enquanto.
Mil desculpas por ser pessimista, e a despeito de encontrar excelentes nomes nessa semana de economia em RP, sinto que são (e serão, por muito tempo) poucas vozes clamando no deserto.
Infelizmente o retrocesso econômico no Brasil é muito grande, e ele é muito mais mental do que material…
Paulo Roberto de Almeida
Brasília.

quarta-feira, 17 de agosto de 2011

Afirmacoes que serao desmentidas em breve...

Adivinhem quem disse o que vai abaixo?

Sobre a eleição presidencial em 2014

• "O Brasil terá uma candidata em 2014 chamada Dilma Rousseff". Não pretendo voltar à Presidência. Acho que já cumpri com a minha tarefa para esse país.

• Só existe uma hipótese de Dilma não se candidatar a reeleição em 2014. "Ela não querer".

• Dilma será minha candidata em 2014′, disse em 27 de de 2010.

• “Estou interessado em passar um processo de desencarnação. Vou passar um tempo sem me meter na política, sem dar palpite... Só não disse quanto tempo. Alguns segundos, provavelmente.

• Dilma será candidata à reeleição em 2014 - 29 de Julho de 2011 - na Escola Superior de Guerra (ESG).

• "Essa coisa (disputar eleição), se tiver de acontecer, a conjuntura do momento vai indicar. Até porque quero dar um exemplo de ex-presidente: quero deixar a Presidência e não vou virar palpiteiro".

• Trabalho "com a ideia fixa de que a companheira Dilma (Rousseff) será outra vez candidata à Presidência da República".

Bem, acho que serão desmentidas antes que você possa aprender o significado de "saperlipopete".
(Uma dica: busquem nos livros antigos...)

Armas de destruicao (financeira) em massa: o terceiro maior perigo

Capitalistas sempre sabem do que falam, quando tratam de ativos (os seus ou o dos clientes, que eles tratam menos cuidadosamente):

From the Editors of American Banker
BankThink: Data Insecurity Is a Systemic Threat
August 17, 2011

"The FBI rates cyber attacks as the third greatest threat to U.S. security behind only nuclear warfare and weapons of mass destruction," writes columnist and former comptroller of the currency Eugene Ludwig. He notes the Financial Stability Oversight Council's mention of data security weakness as a potential systemic threat and explains that as an information business, the financial industry is especially prone to harm from hackers.
Go to BankThink.com to read the rest of Ludwig's column.

Enfim, entre mortos e feridos, o que sempre ocorre é um pouco de "redistribuição de renda" (forçada neste caso)...

terça-feira, 16 de agosto de 2011

Imprensa 6 x Governo 0: vai ficando cansativo, eu sei...

Não levo nenhuma campanha contra o governo, este ou outros.
O que me move, basicamente, é a vontade de viver num país normal.
País normal é aquele no qual você acorda sabendo que o dinheiro que você pagou em impostos está sendo bem utilizado, que as políticas públicas são as melhores possíveis, enfim, que as manchetes que você lê no café da manhã não são as de ministros e altos funcionários públicos envolvidos em corrupção.
Com base nestes critérios, o Brasil ainda não é um país normal.
Eu gostaria que ele fosse, e tenho pouco poder para mudar muito a situação. Afinal de contas só disponho deste blog, de eventuais artigos publicados aqui e ali, pouco lidos, eu sei, e de aulas, nas quais eu posso transmitir aos meus alunos algumas verdades simples, do tipo "seis vezes sem juros" é uma coisa que não existe em países normais. Por curioso que seja, eles se surpreendem quando digo esse tipo de coisa, pelo menos os do segundo semestre da graduação.
Pois bem, como posso fazer muito pouca coisa, posso pelo menos achar estranho que eu pague, com meus impostos, funcionários que se especializam em deformar a realidade, como esse secretário de imprensa da Presidência da República, objeto do comentário desse jornalista conhecido.
Por fim: coloquei o seis a zero porque já dou o resultado por adquirido. Será a sexta vez que o governo será comandado pela imprensa. Pelo andar da carruagem, a conta deve aumentar...
Paulo Roberto de Almeida

Secretário de Imprensa da Presidência da República sabota esforço moralizador do governo. Demonstro por quê.
Reinaldo Azevedo, 16/08/2011

Governos no mundo inteiro têm uma estrutura de imprensa para se comunicar com a opinião pública. Poucos, no entanto, contam com um aparato semelhante ao brasileiro, que soma a publicidade oficial à das estatais, conferindo um poder formidável aos mandatários de turno. Aí está uma das raízes dos desmandos no Brasil, não duvidem.

Pois bem. O lulo-petismo não se conforma só com o permanente assalto ao bolso dos cidadãos para espalhar as verdades oficiais e para fazer politicagem. Todos sabemos que há, por exemplo, uma rede de blogs sujos financiada direta ou indiretamente pelo oficialismo. E isso ainda é pouco. Profissionais incrustados na máquina de comunicação, que deveriam primar pelo rigor técnico, recorrem às redes sociais para praticar uma espécie de pistolagem intelectual e política.

Vou dar destaque aqui a um sujeito que tem modestíssimos 1.045 seguidores no Twitter. Certamente acabará ganhando alguns depois deste post. Não ligo. Às vezes, sou caridoso com os desprovidos de público. Dou relevo ao que ele escreveu porque, creio, três de seus tuítes servem de emblema do que está em curso.

Refiro-me a um sujeito chamado José Ramos Filho, que é secretário de Imprensa da Presidência da República. Trabalha diretamente com Dilma Rousseff. A VEJA desta semana, como sabem, traz uma reportagem narrando a magnífica trajetória do ministro da Agricultura Wagner Rossi, o professor universitário que entrou para a política e acabou morando numa casa avaliada em modestos R$ 9 milhões. Esse é o lado, digamos, “empreendedor” de sua biografia. Há outros. Leiam lá.

Pois bem, no próprio sábado, tão logo a revista começou a chegar às bancas, o tal José Ramos Filho mandou ver em três tuítes, que me foram enviados por um leitor. Eu os reproduzo abaixo, na forma como foram redigidos.

1 - “O que dita rumos é o grito dos fatos noticiados, não o berreiro do jornalista ou de seu veículo.”
2 - “Parece que a editora abril tá querendo entrar no ramo de Diarios Oficiais…”
3 - “Na ausencia de uma bala de prata contra wagner rossi, veja tenta um tiro de cartucheira, com pregos e Chumbinhos.”

Embora José Ramos Filho seja secretário de Imprensa da Presidência, ele certamente dirá que tuitava “enquanto pessoa física”. Para o valente, tudo o que se sabe até agora de Wagner Rossi é pouco, e as notícias podem ser resumidas a um “berreiro”. Vi a cara dele. Já é um senhor careca e barbudo. Como diria Antero de Quental, a tolice de um velho é tão desagradável quanto a gravidade numa criança. Se fosse cabeludo e sem barba, não seria menos tolo. Só descrevo um tipo, que costuma ser confundido com seriedade.

Entendo por que ele está infeliz. O “berreiro” da VEJA derrubou, deixem-me ver, o ministro Antonio Palocci, o ministro Alfredo Nascimento, 26 pessoas do Ministério dos Transportes e o secretário executivo do Ministério da Agricultura, Milton Ortolan. Como diria o dito-cujo, nada como “o grito dos fatos”.

Passo para o tuíte 3. E encerrarei com o dois, em que, vocês verão, o secretário de Imprensa de Dilma faz pouco de sua chefe. Explicarei por quê. Ramos está anunciando um critério moral, que deve seguir, suponho, em sua vida privada, já que escreve “a nível de pessoa”, né? Ele acha que um ministro envolvido no desperdício de oito toneladas de comida por razões políticas não é “bala de prata”; ele acredita que um lobista com sala secreta no ministério — ex-traficante de drogas que redige pareceres e cobra propina em nome da pasta — não é bala de prata. Que homem tolerante! Se ele acha que o Brasil merece tais práticas, vai ver seleciona segundo esses critérios seus amigos na vida privada. Deus me livre!

Mas revelador mesmo é o tuíte 2. Parece enigmático? Eu explico. A mesma edição de VEJA que trouxe a reportagem que desconstrói Wagner Rossi publicou uma “Carta ao Leitor” em que afirma que os brasileiros decentes devem apoiar Dilma Rousseff QUANDO E SE ela demite larápios. O texto informa que a presidente está sendo alvo da chantagem de figurões da base aliada, que ameaçam com retaliações no Congresso.

Pois bem, o homem de Dilma na área de imprensa está afirmando que, ao redigir tal carta, VEJA se candidata a ser “Diário Oficial”. Como hostiliza a revista e como a revista apóia, sim, o esforço moralizador empreendido até agora, resta evidente que o tal José Ramos Filho está fazendo pouco do esforço de sua chefe para livrar os cofres públicos da bandidagem. Ou por outra: o secretário de Imprensa da Presidência está dizendo que esse apreço de VEJA pela moralização não é bem-vindo. Ele dispensa o apoio da revista a esse aspecto da atuação da presidente. Resta saber se o faz ou não em nome dela.

De novo: a tolice num velho é tão insuportável quanto a gravidade numa criança. VEJA atua “no ramo” do jornalismo — e é assim que colaborou para que muitos milhões de reais, bilhões talvez, que pertencem aos brasileiros fossem preservados da sanha da súcia. Este escriba já apontou aqui o arrefecimento do ânimo moralizador da presidente — para o mal do Brasil. Dá para entender por quê. Leio os três tuítes do secretário de Imprensa da Presidência como uma espécie de emblema da sabotagem do esforço moralizador empreendido até agora.

Sabotadores devem ser demitidos. Mas isso é com Dilma. Ao escolher seus assessores, escolhe também um destino. Se ele fica, então fala em nome dela.

Postagem em destaque

Livro Marxismo e Socialismo finalmente disponível - Paulo Roberto de Almeida

Meu mais recente livro – que não tem nada a ver com o governo atual ou com sua diplomacia esquizofrênica, já vou logo avisando – ficou final...