sexta-feira, 1 de dezembro de 2023

La Doctrina Monroe, 200 años después - Reginaldo Nasser (Nueva Sociedad)

 La Doctrina Monroe, 200 años después


Dos siglos atrás se proclamaba la Doctrina Monroe. Se asentaba con ella la advertencia del presidente James Monroe de que Estados Unidos no permitiría ningún tipo de recolonización en el continente americano por parte de los poderes europeos. Pero a finales del siglo XIX, con el país encaramado como potencia en ascenso, la doctrina recibió interpretaciones antagónicas respecto de qué orden mundial sería el más adecuado a sus intereses y valores. El debate no deja de tener su importancia en la actualidad.


Por Reginaldo Nasser


NUSO Nº 308 / NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2023


https://nuso.org/articulo/308-doctrina-monroe-200-anos-despues/


El restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y el Acuerdo de Paz alcanzado en Colombia fueron los principales acontecimientos que llevaron a que el secretario de Estado norteamericano John Kerry anunciara en la Organización de Estados Americanos (oea) en 2013 que «la era de la Doctrina Monroe terminó». Luego, en su afán de oponerse al gobierno anterior, tanto el secretario de Estado de Donald Trump, Rex Tillerson, como el entonces consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, enaltecieron la Doctrina Monroe como base de orientación para el accionar de eeuu en América Latina1. Por su parte, el presidente Joe Biden, pese a no haber mencionado la doctrina en cuestión, llevó también a este terreno sus desacuerdos con la gestión de Trump cuando alertó que «América del Sur no es el patio trasero de eeuu» y rechazó así las pretensiones de interferir en los asuntos internos de los países del hemisferio occidental2.

Durante más de un siglo, la Doctrina Monroe fue considerada un símbolo glorioso de la nación estadounidense, con un estatus equivalente al de la Declaración de Independencia. Pero tras la Primera Guerra Mundial se quebró el consenso entre las elites y la doctrina empezó a ser vista, principalmente por muchos miembros del Partido Demócrata, como un símbolo del intervencionismo militar estadounidense en el hemisferio occidental. 

De cualquier modo, desde su concepción en 1823 a cargo de John Adams –secretario de Estado del presidente James Monroe–, la doctrina siempre estuvo presente, de manera explícita o implícita, en los debates sobre las estrategias de acción internacional de eeuu, y llama la atención que aún no tenga la relevancia que amerita en la bibliografía estadounidense dedicada a la política exterior. 

La Doctrina Monroe surgió mientras tenía lugar el reconocimiento de la independencia de los países latinoamericanos y su objetivo fue frustrar cualquier posible avanzada recolonizadora en el continente por parte de la Gran Alianza, aquel alineamiento conservador europeo comprometido con el sostenimiento del orden y el statu quo. El gobierno estadounidense declaró que no admitiría ningún intento de las naciones europeas de «extender su sistema a cualquier parte del hemisferio» y añadió que todo movimiento en esa dirección sería tomado como una amenaza a la paz y la seguridad del continente. Invocando el principio de reciprocidad, el mensaje señalaba que eeuu tampoco se involucraría en asuntos políticos europeos3

Originalmente formulada como un principio de política exterior capaz de garantizar la soberanía de los Estados al impedir cualquier tipo de intervención de poderes extracontinentales en los asuntos del hemisferio occidental, la doctrina cobró una nueva dimensión luego de la enmienda conocida como Corolario de Roosevelt, a comienzos del siglo xx. En el marco de la reafirmación de eeuu como potencia mundial, esa enmienda implementada durante el mandato de Theodore Roosevelt permitió que la doctrina justificase el derecho y el deber de la nación estadounidense de intervenir en los asuntos domésticos de las distintas naciones del continente no solo ante el riesgo de algún tipo de interferencia europea, que era lo que sostenía la formulación original, sino también en los casos en que el gobierno estadounidense considerase que había peligro inminente de revueltas políticas o cualquier otro tipo de «desorden»4

Desde entonces, la doctrina incorporó el sesgo intervencionista en sus fundamentos, lo que llevó a que en el plano internacional cobrase fuerza el uso de la noción de «esfera de influencia» para describir las relaciones entre eeuu y los demás países del continente americano. De esta forma, la Doctrina Monroe se convirtió en un ejemplo notable de declaración unilateral hecha por una potencia para afirmar su responsabilidad exclusiva sobre una región más amplia, lo cual instaló un precedente para que otras naciones hiciesen lo mismo sobre determinadas áreas5.

Una segunda modificación de la Doctrina Monroe ocurrió tras la declaración del presidente Woodrow Wilson, el 22 de enero de 1917, de que esta debía convertirse en una doctrina para el mundo. En la comprensión de Wilson, no se trataba de transferir a otras regiones del mundo la concepción espacial no intervencionista contenida en el planteo original. Por el contrario, consideraba que esos fundamentos políticos no tenían fronteras y que podían implementarse en cualquier rincón del mundo bajo el liderazgo de eeuu, con el propósito de interferir económica y militarmente en otros continentes. Tal «excepcionalidad» de eeuu se fundamentaría conjugando, como veremos más adelante, la Doctrina Monroe con otros principios y doctrinas6.

En este artículo, consideramos que estas distintas interpretaciones de la Doctrina Monroe, efectuadas por los presidentes Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, requieren ser comprendidas no, como suele hacerse, situándolas como supuestos polos abstractos de una falsa dicotomía entre aislacionistas e internacionalistas, sino más bien como un conjunto de discursos y de prácticas de la política exterior estadounidense en torno de concepciones antagónicas acerca del orden mundial7

¿Esferas de influencia o hegemonía?

Theodore Roosevelt fue el primer presidente estadounidense en proponer que su país debía desempeñar un papel destacado en la política internacional más allá del hemisferio occidental. Su intención era evitar, por ejemplo, la presencia de una gran potencia en China que apuntase a bloquear el comercio de eeuu con ese país. Para esto, buscó alinearse con Gran Bretaña para resistir la primacía rusa o japonesa en Extremo Oriente y procuró de ese modo un equilibrio de poderes. Roosevelt tuvo una participación decisiva en las negociaciones que pusieron fin a la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), así como en el acuerdo entre Francia y Alemania en relación con la disputa sobre Marruecos (1905-1906). Por la firma del acuerdo Taft-Katsura (1907), Japón aceptó respetar la presencia de eeuu en Filipinas y, como contrapartida, eeuu se comprometió a no obstaculizar la presencia de tropas militares japonesas en Corea. En síntesis, eeuu preservaba para el hemisferio occidental su «poder de policía internacional» y su derecho a intervenir en los países que se mostraban «inestables», mientras que para otras regiones del mundo era necesario buscar el equilibrio de poderes a partir del reconocimiento de la existencia de esferas de influencia8.

Tras la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, el representante especial de Japón en Washington tuvo un encuentro con el secretario de Estado Robert Lansing, ante el cual expuso los lineamientos de la que sería una «Doctrina Monroe para Asia». Así como eeuu gozaba de una posición privilegiada en el hemisferio occidental, especialmente en México y América Central, el gobierno japonés juzgaba que debían reconocerse sus «intereses especiales» en China y otros países, como Corea y Mongolia, y manifestaba su preocupación por la influencia y/o interferencia de potencias extranjeras en esas áreas. En 1905, el mismo Roosevelt llegó a expresar su apoyo a una «Doctrina Monroe japonesa» en Asia y a aceptar la justificación de que Japón estaba «defendiendo» a Oriente de incursiones europeas. Luego, dos secretarios de Estado consecutivos, William Jennings Bryan y Robert Lansing, reconocerían oficialmente, en 1915 y 1917, la existencia de «intereses especiales» de Japón en China, en particular en las zonas contiguas a sus posesiones9.

Para el filósofo y jurista Carl Schmitt, la Doctrina Monroe fue el primer ejemplo de constitución de un Großraum10 y también el caso más exitoso, en tanto esta doctrina defendida por eeuu como «expresión del derecho inalienable a la autodefensa» acabó conquistando validez internacional tras ser formalmente reconocida en el artículo 21 del Pacto de la Sociedad de las Naciones. De acuerdo con esta interpretación, la Doctrina Monroe brindó un precedente para justificar tanto el Großraum alemán en Europa central y oriental como el japonés en Asia, y lejos de ser un principio abstracto o difuso, lo hizo expresando límites territoriales reconocibles para su aplicación. Tras la invasión alemana a Checoslovaquia en 1939, el entonces ministro de Relaciones Exteriores del Reich, Joachim von Ribbentrop, sostendría que la acción del gobierno alemán no era otra cosa que la aplicación en Europa de los principios originalmente establecidos por la Doctrina Monroe, un ejercicio legítimo de poder dentro de su Großraum, esto es, un orden en el que debería imperar el reconocimiento mutuo de las esferas de influencia en reemplazo del orden eurocéntrico tradicional11.

Durante las sesiones en la Sociedad de las Naciones, el presidente Wilson cedió al reclamo de un grupo de congresistas estadounidenses, en su mayoría del Partido Republicano, que exigían que el pacto incluyese un reconocimiento especial, pues temían que la Sociedad de las Naciones fuese incompatible con la Doctrina Monroe y pudiese obligar a eeuu a involucrarse en conflictos fuera del hemisferio. Esa propuesta fue aprobada y resultó en el artículo 21: «Los compromisos internacionales, tales como los tratados de arbitraje, y las inteligencias regionales, tales como la Doctrina de Monroe, que aseguran el mantenimiento de la paz, no se consideran incompatibles con ninguna de las disposiciones del presente pacto»12.

Así, la protección explícita de la Doctrina Monroe en el pacto y su puesta en un mismo nivel de los acuerdos y compromisos internacionales llevó a que Japón volviese a reivindicar una doctrina semejante para Asia. En su propuesta a la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, la delegación japonesa argumentó que Japón era «responsable por el mantenimiento de la paz y el orden en Extremo Oriente». El ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Uchida Kōsai, elogió el pacto logrado en la medida en que preveía el respeto a los «entendimientos regionales», y destacó que Japón era el «sostén de la tranquilidad en esta parte del mundo»13.

Sobre la base de todas estas manifestaciones, podría concluirse que tanto eeuu como Japón se arrogaron responsabilidad en la preservación del orden regional y, con ello, legitimidad para el uso de la fuerza a fin de impedir cualquier interferencia o injerencia de otros Estados extrarregionales. Sin embargo, la posición que prevaleció en la Sociedad de las Naciones fue que no era posible transferir la Doctrina Monroe a otros escenarios geopolíticos, a no ser que existiese el permiso y la aprobación de eeuu. Por ende, y pese a que la Sociedad se constituía como una organización mundial con principios universalistas, no solo se abstuvo de proponer una organización global del espacio sino que acabó legitimando la concepción de ordenamiento espacial del hemisferio occidental establecida en la Doctrina Monroe, y le garantizó de ese modo a eeuu su excepcionalidad14.

Las nuevas fronteras del comercio internacional

Cualquier análisis que se haga de la Doctrina Monroe exige, para una comprensión adecuada, que tengamos en cuenta los diversos modos en que esta doctrina se articuló con otras de su tipo. El corolario de la Doctrina Monroe, formulado en días en que el poder económico y geopolítico estadounidense estaba en franco ascenso, permitió incorporar las interpretaciones de la Doctrina de Puertas Abiertas (Open Door) con el propósito de asegurar la expansión comercial y resolver las rivalidades internacionales de manera pacífica en regiones más allá del hemisferio occidental. Las Notas que conformaron esta otra doctrina, formuladas en 1899 por el secretario de Estado del presidente William McKinley, John Hay, constituyeron un momento decisivo en la historia de las relaciones internacionales de eeuu e inauguraron un proceso en el cual serían cuestionadas, al mismo tiempo, la política de «aislacionismo hemisférico» estadounidense y la fijación de zonas económicas del colonialismo operante en China. En su fase inicial, la política de Puertas Abiertas para Asia podría pensarse como una primera tentativa de respuesta de eeuu a las falencias del sistema internacional basado en el colonialismo europeo. Con el argumento de la necesidad de establecer reglas basadas en la igualdad de trato para solucionar conflictos internacionales, las Notas de Puertas Abiertas promovían un enfoque por el cual China debería tratar a todos los países y empresas extranjeras de forma igualitaria15.

La diferencia principal entre la Doctrina de Puertas Abiertas respecto de China y la política del garrote (big stick) en las Américas residía en el modo en que eeuu concebía el orden mundial. La política de Puertas Abiertas de Roosevelt se basaba en una apreciación realista de las limitaciones del poder estadounidense sin afectar el respeto a las esferas de influencia; esto era así en tanto era evidente que eeuu carecía de los recursos militares necesarios para emprender una política basada en el uso de la fuerza en Asia, a diferencia del hemisferio occidental16

Cuando Roosevelt dejó su cargo en 1909, diversos políticos, analistas y empresarios elogiaron su Corolario como un modelo de solución para la estabilidad económica y política en el hemisferio occidental, ya que en él se vislumbraba un comercio pacífico en el hemisferio y un beneficio sólido para eeuu debido a su proximidad geográfica con los mercados latinoamericanos. Derivado de las interpretaciones que Roosevelt y Wilson realizaron a partir de la lectura de la obra de Frederick Turner The Significance of the Frontier in American History [La importancia de la frontera en la historia estadounidense], otro conjunto de ideas llegó para unirse a las doctrinas Monroe y Puertas Abiertas, para dar por resultado la principal fuerza motriz en el accionar internacional estadounidense. En líneas generales, el libro de Turner explicaba la evolución de la democracia y de la prosperidad nacional en razón de la expansión hacia el oeste17.

La relectura de la Doctrina de Puertas Abiertas surgía como una nueva estrategia para un tiempo en que ya se había completado la ampliación de la frontera oeste a fines del siglo xix y ponía un cierre a un modelo basado en la apropiación e incorporación territorial. Durante la campaña presidencial de 1912, Wilson parafraseó esta tesis: «La marcha hacia el oeste alcanzó ya las costas del Pacífico, y ahora la trama se complica (…) Nuestras industrias se expandieron a tal punto que romperán sus estructuras si no logran hallar salidas libres en los mercados del mundo». Así visto, el mercado mundial pasaba a ser la nueva frontera para el sistema estadounidense18.

El secretario de Estado Bryan aclaraba periódicamente a los distintos sectores de la sociedad estadounidense que la política del presidente Wilson pasaba por «abrir las puertas de los países más débiles a la invasión del capital y las empresas estadounidenses». Tales definiciones consideradas en su contexto histórico simbolizaron un nuevo momento de la alianza entre la diplomacia y la industria, el comercio y las finanzas, que se tradujo en el desarrollo del capitalismo corporativo y su expansión mundial. Pese a que la Doctrina de Puertas Abiertas enfatizaba la necesidad común a todas las naciones de tener un acceso equitativo a las redes de comercio y negocios, no hacía ninguna mención a la eliminación de las medidas de proteccionismo en favor de la producción nacional, lo cual habría exigido la apertura del propio mercado estadounidense a otros actores externos. La Doctrina de Puertas Abiertas de Wilson no tenía la especificidad regional de la Doctrina Monroe de Roosevelt, y por eso sus promotores frecuentemente entraban en conflicto respecto de los objetivos estratégicos de eeuu en el marco de lo que significaba una nueva visión sobre el comercio global.

La Primera Guerra Mundial puso en duda la validez de la Doctrina de Puertas Abiertas, pero Wilson buscó darle un renovado vigor basándose en la idea de que ya no era posible para eeuu vivir al margen de las cuestiones globales. El modelo que entonces propuso, asentado en el artículo 3 de los Catorce Puntos19, remarcaba la necesidad de construir una estructura institucional para la resolución pacífica de conflictos y la promoción de oportunidades comerciales igualitarias. Aunque la oposición en el Senado lograba derrotar la propuesta de Wilson respecto de la participación de eeuu en la Sociedad de las Naciones, la idea de las puertas abiertas persistió en las administraciones republicanas subsiguientes, en las cuales la diplomacia pasó a tener como función central la promoción de oportunidades comerciales globales para las grandes firmas exportadoras locales. Así, y por más que una y otra vez el presidente entrante pudiese criticar al saliente respecto de estas cuestiones, lo cierto es que todos se apegaron a la tradición de la Doctrina de Puertas Abiertas y activaron los principios ideológicos básicos de acceso comercial que sin duda eran del mayor interés para las elites estadounidenses20.

A partir de Wilson, todos los defensores de la Doctrina de Puertas Abiertas comprendieron que, en última instancia, la actuación internacional de eeuu debía guiarse principalmente por los imperativos económicos. Es decir que la tendencia inherente a la superproducción y al subconsumo interno exigía una válvula de escape que obligaba a realizar los intereses económicos en el exterior, con el consecuente involucramiento político y, como último recurso, militar. La ausencia de dimensiones políticas en algunas vertientes del liberalismo estadounidense se tradujo en la percepción de que existía una cierta pasividad que redundó en la ausencia de una política exterior propiamente dicha.

El wilsonianismo promovió una transformación de la Doctrina Monroe, que en lugar de limitarse a un espacio geográfico históricamente determinado pasó a regir como principio general y universalmente concebido para reformar la política mundial. A partir de los episodios que involucraron a China y Japón, el uso de la Doctrina de Puertas Abiertas y de la interpretación de la «nueva frontera» en la diplomacia pasó a expresar una idea de expansión económica en áreas agrarias del mundo colonial basada en la garantía de integridad territorial y el autogobierno.

Desde el final de la Primera Guerra Mundial, los mecanismos jurídicos y diplomáticos que regularon la aplicación de sanciones económicas fueron presentados en la Sociedad de las Naciones como una alternativa pacífica a la guerra. En un discurso a la nación, el presidente Wilson se propuso convencer a la opinión pública de que el uso de la economía en reemplazo de la fuerza militar era un poderoso instrumento de diplomacia internacional capaz de impedir con éxito una agresión armada21. Para esto, tomó como ejemplo el aislamiento económico como el factor principal que llevó a Alemania a rendirse. De acuerdo con Wilson, el boicot económico era un «remedio pacífico, silencioso y letal» que podía sustituir a la guerra. Desde entonces, el mecanismo de sanciones ha tenido una historia ambivalente hasta nuestros días: son «pacíficas» y «letales», son «potentes» sin usar la fuerza; a diferencia de las acciones militares, puede retratárselas como civilizadas, pero su rigor puede volverse insoportable22.

Las ideas de Wilson se incorporaron en el artículo 16 del Pacto de la Sociedad de las Naciones, que obligaba a los Estados a imponer sanciones económicas contra cualquier miembro de la Sociedad que recurriese a la guerra de agresión o conquista. El supuesto era que las sanciones económicas tendrían un efecto disuasivo al hacer que los países potencialmente agresores entrasen en razón antes de emprender cualquier tipo de acción bélica23.

La imposición de sanciones a partir de 1919 fue una señal de que el orden internacional posterior a la Primera Guerra Mundial traía su marca liberal de inspiración norteamericana en la cual la guerra económica, subordinada a los lineamientos de una organización internacional, venía a oponerse a la «anarquía internacional» del mundo anterior a aquella Gran Guerra. El auge de las sanciones estuvo, por lo tanto, ligado a una transformación más amplia de la guerra, del liberalismo y del derecho internacional, y a la irrupción, en líneas generales, del nuevo orden mundial entonces en gestación. 

Conclusión

A lo largo de sus 200 años de existencia, la Doctrina Monroe adquirió varios significados y tuvo diferentes implicaciones, dependiendo del contexto histórico y de los intereses de las fuerzas políticas que buscaron justificar sus respectivas interpretaciones. Asumiendo perfiles de acuerdo con la ideología, la teoría jurídica, la cultura política o la geopolítica, la Doctrina Monroe se fue moldeando conforme las circunstancias, y los distintos corolarios que se le añadieron habilitaron interpretaciones hechas desde diversos ángulos, a veces antagónicos. Todas esas adaptaciones e interpretaciones no solo expresan las directrices diplomáticas generales, sino que revelan, en cierta forma, cuáles son las estrategias que las fuerzas políticas en disputa han querido asignarle a la política exterior estadounidense24.

La Doctrina Monroe dejaba en claro que el Nuevo y el Viejo Mundos deberían mantenerse como esferas de influencia separadas y autónomas. Con Theodore Roosevelt, el corolario que lleva su nombre asentó una interpretación de la doctrina en dos direcciones: eeuu tenía el derecho de intervenir preventivamente en los asuntos internos de otros países del hemisferio occidental bajo la justificación de preservar la estabilidad y el orden, al tiempo que reconocía esferas de influencia en otras regiones del mundo teniendo como objetivo un orden mundial basado en el equilibrio de poder, lo que constituía un enfoque realista para las relaciones internacionales norteamericanas. Igual que Roosevelt, el presidente Wilson invocó la Doctrina Monroe como modelo de un nuevo orden internacional, aunque lo hizo en sentido opuesto, rechazando categóricamente las propuestas de reconocimiento de otras esferas de influencia. La propuesta de globalización de la Doctrina Monroe en conjunto con la Doctrina de Puertas Abiertas y los Catorce Puntos defendidos por Wilson se convirtieron en el fundamento de la teoría liberal en lo que hace a su internacionalismo, es decir, eeuu debía asumir el liderazgo y ejercer la responsabilidad de mantener seguro al mundo guiándose por los principios liberales capitalistas25.

En paralelo, el uso de la Doctrina Monroe en tanto estrategia internacional no se restringió a las disputas políticas de eeuu, sino que pasó a ser aprovechado por potencias en ascenso que, por regla general, siempre expresaron algún tipo de reivindicación y de reclamo respecto del orden mundial vigente, lo que genera inevitablemente una competencia feroz por el dominio de determinados territorios.

En lugar de criticar el intervencionismo asociado a la doctrina, no es extraño que Rusia y China intenten establecer analogías con eeuu para sus respectivas áreas de proyección regional. Si eeuu implementó la Doctrina Monroe en el hemisferio occidental mientras el país se iba desarrollando como una potencia, otras potencias reivindican, de manera explícita o implícita, su derecho a una teoría semejante para sus propias áreas de influencia. Es decir, el derecho a intervenir militarmente en espacios conflictivos en los cuales es constatable la presencia de «fuerzas exteriores» a la región, que amenazan los intereses nacionales de la potencia regional.

Durante el proceso de disolución de la Unión Soviética, se publicaron varios policy papers y memorandos redactados por asesores y analistas políticos en los que aparecía mencionada la Doctrina Monroe, puesta al servicio del planteo según el cual el espacio geopolítico de la antigua urss debería considerarse «esfera vital de interés de Rusia»26.

Las disputas sobre el Mar del Sur de China resultaron en un foco de tensiones regionales a partir del momento en que China declaró su soberanía territorial marítima sobre aquella área. En mayo de 2014, Xi Jinping explicó cómo sería la «Nueva Diplomacia Asiática»: «En definitiva, corresponde al pueblo de Asia manejar los asuntos de Asia, resolver los problemas de Asia y mantener la seguridad de Asia. El pueblo de Asia tiene la capacidad y la sabiduría para alcanzar la paz y la estabilidad en la región por medio de una cooperación más profunda», esto es, cooperando entre ellos y sin terceros. Varios analistas consideraron que la frase «corresponde al pueblo de Asia manejar los asuntos de Asia» es una clara versión de la Doctrina Monroe dos siglos después27.

En un discurso pronunciado en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (onu) sobre la cuestión ucraniana, el ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Lavrov advirtió: «La famosa Doctrina Monroe está adquiriendo un alcance global», para luego añadir que Washington intenta expandir su esfera de influencia a todo el planeta28. En el mismo sentido, en una publicación reciente, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China llegó a afirmar que eeuu, con la excusa de promover la democracia, ha adoptado una «Doctrina Neo-Monroe» en América Latina, ha impulsado las «revoluciones de colores» en Eurasia y ha planificado la «primavera árabe» en Asia occidental y el norte de África, todo con el objetivo de derrocar a los gobiernos hostiles o no alineados. En suma, las grandes potencias extraen distintos significados atribuibles a la Doctrina Monroe para construir sus discursos de reivindicación de derechos similares, en el sentido de hacer que se respeten las esferas de influencia o de rechazar la doctrina en cuestión cuando es vista como instrumento de la hegemonía de eeuu en distintas partes del mundo29.

Un reconocido historiador de la política exterior estadounidense expresó, de manera muy apropiada, que la Doctrina de Puertas Abiertas «es una metáfora y, como todas las metáforas, extrae su potencia de la fidelidad con que sus imágenes retratan la realidad que se intenta describir». Sostuvo también que al absorber variedades esencialmente diferentes de experiencias ideológicas dentro del campo de sus imágenes, la doctrina tiende a sofocar el análisis y a obturar la formulación de nuevas cuestiones. Podríamos agregar a esto que la Doctrina Monroe también puede ser vista como una metáfora en la que se manifiestan todas las características señaladas, pero disentimos enfáticamente con el autor cuando este afirma que la concepción ideológica que orienta la doctrina apenas «oculta desvíos ideológicos en la política exterior de eeuu y oscurece aún más las elecciones difíciles». Por el contrario, y como hemos tratado de argumentar, echar luz sobre las distintas interpretaciones de las doctrinas y sus fusiones expone de manera clara no solo las tensiones y contradicciones históricas existentes en la política exterior estadounidense, sino también los modos en que otras potencias hacen sus interpretaciones30.

Los planteos de Wilson respecto de las diversas doctrinas históricas de eeuu transformaron el modo en que el liberalismo pasó a concebir las relaciones entre geopolítica y economía internacional en favor de un enfoque que se volvió hegemónico entre las elites estadounidenses. La amenaza más importante a la estabilidad internacional no era precisamente la guerra entre Estados sino, sobre todo, las posibles consecuencias que podían derivar de los conflictos entre naciones en cuanto al colapso de las instituciones sobre las que se apoya el sistema mundial de comercio. Para preservar la libertad económica del capitalismo mundial, el internacionalismo liberal pasó a empuñar los instrumentos económicos como las nuevas armas de la política internacional. En este sentido, pese al auge en eeuu de fuerzas contrarias al internacionalismo liberal, este se mantiene más vivo que nunca. Aun cuando hubo un cambio significativo en los tonos políticos con el gobierno de Biden y, en concreto, un abandono de los llamados e incentivos a propiciar golpes de Estado tan característicos de Trump, no se han dejado de mantener el embargo a Cuba y las sanciones económicas a diversos países. El discurso puede incluso rechazar formalmente la aplicación de la Doctrina Monroe, pero no hay grandes divergencias respecto de los esfuerzos hechos durante el gobierno de Trump para combatir la creciente influencia económica china o las áreas de influencia que Rusia reivindica para sí en Europa del Este. En definitiva, existe consenso en las elites estadounidenses en cuanto a que EEUU y sus aliados deben usar todos los instrumentos económicos disponibles para castigar a los gobiernos que desafían su predominio global o que se alían con otras potencias como Rusia y China. Resta saber si las nuevas configuraciones en la economía mundial y en el orden geopolítico aún se conjugan con las doctrinas expansionistas estadounidenses.

Nota: traducción del portugués de Cristian De Nápoli.

  • 1.

    Robbie Gramer y Keith Johnson: «Tillerson Praises Monroe Doctrine, Warns Latin America of ‘Imperial’ Chinese Ambitions» en Foreign Policy, 2/2/2018.

  • 2.

    Alonso Gurmendi: «So, You Brought up the Monroe Doctrine Again…» en Opinio Juris, 21/1/2022.

  • 3.

    «The Monroe Doctrine», 1823, disponible en https://ap.gilderlehrman.org/[Versión en español disponible en https://www.oas.org/sap/peacefund/VirtualLibrary/MonroeDoctrine/Treaty/MonroeDoctrineSpanish.pdf%3E]

  • 4.

    «La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir, en consecuencia, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de EEUU a la ‘Doctrina Monroe’ puede obligar a EEUU, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional». Corolario de Roosevelt a la Doctrina Monroe, 1905, disponible en https://www.archives.gov/milestone-documents/roosevelt-corollary

  • 5.

    Susanna Hast: Spheres of Influence in International Relations: History, Theory and Politics, Routledge, Londres, 2016.

  • 6.

    Tony Smith: America’s Mission: The United States and the Worldwide Struggle for Democracy in the Twentieth Century, Princeton UP, Princeton, 1994.

  • 7.

    Marco Mariano: «Isolationism, Internationalism and the Monroe Doctrine» en Journal of Transatlantic Studies vol. 9 No 1, 2011.

  • 8.

    James R. Holmes: Theodore Roosevelt and World Order: Police Power in International Relations, Potomac, Dulles, 2006.

  • 9.

    George H. Blakeslee: «The Japanese Monroe Doctrine» en Foreign Affairs vol. 11 No 4, 1933.

  • 10.

    Großraum significa literalmente «espacio grande» y refiere a las «esferas de influencia» o «espacios geopolíticos». Pretende abarcar un área o región, demarcando una zona de seguridad (en el sentido de autodefensa) y habilitando una reivindicación ligada a una soberanía espacial que excede las fronteras del Estado.

  • 11.

    Gerard Kearns: «Echoes of Schmitt among the Ideologists of the New American Empire» en Stephen Legg: Spatiality, Sovereignty and Carl Schmitt: Geographies of the Nomos, Routledge, Londres, 2011.

  • 12.

    S. Legg: ob. cit.

  • 13.

    Margaret Mac Millan: The War That Ended Peace: The Road to 1914, Random House, Nueva York, 2013.

  • 14.

    S. Legg: ob. cit.

  • 15.

    Frank Ninkovich: Ideology, the Open Door, and Foreign Policy, Oxford UP, Oxford, 1982.

  • 16.

    Michael Patrick Cullinane y Alex Goodall: The Open Door Era: United States Foreign Policy in the Twentieth Century, Edinburgh UP, Edimburgo, 2017.

  • 17.

    Arthur Lima de Aviva: «Presentación» en F.J. Turner: «O significado da história» en História vol. 24 No 1, 2005.

  • 18.

    Walter LaFeber: «The Evolution of the Monroe Doctrine from Monroe to Reagan» en Lloyd C. Gardner: Redefining the Past: Essays in Diplomatic History in Honor of William Appleman Williams, Oregon State UP, Corvallis, 1986.

  • 19.

    «La supresión, en la medida de lo posible, de todas las barreras económicas y el establecimiento de una igualdad de condiciones comerciales entre todas las naciones que consientan en la paz y se asocien para su mantenimiento». «President Woodrow Wilson’s Fourteen Points», 8/1/1918, disponible en The Avalon Project, Universidad de Yale, disponible en https://avalon.law.yale.edu/20th_century/wilson14.asp

  • 20.

    M.P. Cullinane y A. Goodall: ob. cit.

  • 21.

    Iryna Bogdanova: Unilateral Sanctions in International Law and the Enforcement of Human Rights: The Impact of the Principle of Common Concern of Humankind, Brill Nijhoff, Leiden, 2022.

  • 22.

    Joy Gordon: A Peaceful, Silent, Deadly Remedy: The Ethics of Economic Sanctions, Cambridge UP, Cambridge, 2012.

  • 23.

    Nicholas Mulder: The Rise of Sanctions as a Tool of Modern War, Yale UP, New Haven, 2022.

  • 24.

    Gretchen Murphy: Hemispheric Imaginings: The Monroe Doctrine and Narratives of US Empire, Duke UP, Durham, 2005.

  • 25.

    Henry Kissinger: Diplomacy, Simon & Schuster, Nueva York, 1994. [Hay edición en español: La diplomacia, FCE, Ciudad de México, 1995].

  • 26.

    Gerard Toal: Near Abroad: Putin, the West, and the Contest over Ukraine and the Caucasus, Oxford UP, Nueva York, 2017.

  • 27.

    Steven F. Jackson: «Does China Have a Monroe Doctrine? Evidence for Regional Exclusion» en Strategic Studies Quarterly vol. 10 No 4, invierno de 2016.

  • 28.

    «Lavrov: us is Trying to Turn Whole World into its ‘Backyard’» en News, 25/9/2022.

  • 29.

    Shirley V. Scott: «China’s Nine-Dash Line, International Law, and the Monroe Doctrine Analogy» en China Information vol. 30 No 3, 8/2016.

  • 30.

    Levin Gordon: Woodrow Wilson and World Politics: America’s Response to War and Revolution, Oxford UP, Oxford, 1970.


"Henry Kissinger ignorou violações de direitos humanos, se aproximou de ditadura e colocou Brasil na posição de aliado principal dos EUA" - Entrevista Matias Spektor (G1)

"Henry Kissinger ignorou violações de direitos humanos, se aproximou de ditadura e colocou Brasil na posição de aliado principal dos EUA"

Matias Spektor, entrevista

Mundo | G1, 1/12/2023

https://g1.globo.com/mundo/noticia/2023/11/30/henry-kissinger-ignorou-violacoes-de-direitos-humanos-se-aproximou-de-ditadura-e-colocou-brasil-na-posicao-de-aliado-principal-dos-eua.ghtml


Para Henry Kissinger, um dos mais influentes diplomatas da história dos Estados Unidosmorto aos 100 anos nesta quarta-feira (29), o Brasil ditatorial era um país a ser apoiado e fortalecido.

“Deveríamos ser capazes de trabalhar com mais frequência com eles [brasileiros] para avançar nossos interesses mútuos no hemisfério”, afirmou o então Conselheiro de Segurança Nacional dos Estados Unidos em 1970, quando o Brasil enfrentava alguns dos anos mais duros do regime militar (1964-1985).

A frase está no livro “Kissinger e o Brasil”, de Matias Spektor, professor de relações internacionais da Fundação Getúlio Vargas e pesquisador visitante na Universidade de Princeton, nos EUA.

Naquele momento, os interesses em comum consistiam, principalmente, em evitar a manutenção e a proliferação de governos de esquerda na América do Sul.

“Quando Kissinger chega ao poder, em 1969 [como conselheiro do então presidente Richard Nixon], ele enxerga que o Brasil pode ser uma âncora de estabilidade para a América do Sul. Era o auge da guerra fria, vários países do continente pareciam estar indo para esquerda, mais especificamente ArgentinaUruguai e Chile. O Brasil era, então, a única ditadura de direita. Já havia denúncias de pau de arara, mas ele faz vista grossa”, diz Spektor, em entrevista ao g1.\

O diplomata americano não só ignorou as denúncias de violações de direitos humanos. Ele foi muito além: desenvolveu uma ótima relação pessoal com o presidente general Emílio Médici, apoiando o governo dele, assim como o programa nuclear brasileiro.

Também atuou para que fosse instituído um canal de comunicação secreto entre o governo americano e o brasileiro (que possibilitava a troca de informações sobre iniciativas dos dois países na América do Sul) e para que os Estados Unidos reconhecessem o Brasil como principal aliado no continente.

“Eles [os dois governos] fazem uma reunião secreta em 1971, na qual combinam que vão trabalhar juntos para impedir que governos de esquerda cheguem ao poder pela via eleitoral na América do Sul. Também combinam que, juntos, vão tentar desestabilizar o governo de Salvador Allende no Chile, que era um socialista”, conta Spektor.

Os esforços de Kissinger na relação com o aliado sul-americano podem ser resumidos na frase com que o então presidente Richard Nixon recebeu Médici em 1971: “Para onde o Brasil for, irá o resto da América Latina”. Era a expressão do desejo do governo americano de que o restante dos países do continente caminhassem para regimes autoritários e anticomunistas.

“E veja que foi o que aconteceu: em 1964, quando tem o golpe no Brasil, a única ditadura na América do Sul era o Paraguai. Em 1974, dez anos depois, os únicos dois países que não são ditaduras são a Colômbia e a Venezuela. O período Kissinger coincide com a transformação de uma América do Sul democrática para um América do Sul ditatorial”, explica Spektor.

Vista grossa e anuência tácita

Em 1974, o então diretor da CIA, a agência de inteligência do governo americano, enviou um telegrama a Kissinger, então secretario de Estado (posição equivalente a de ministro das Relações Exteriores), com o seguinte assunto: “Decisão do presidente brasileiro, Ernesto Geisel, de continuar com as execuções sumárias de subversivos perigosos, sob certas condições”.

O documento, descoberto por Spektor durante pesquisas em 2018, demonstra não apenas o envolvimento direto da cúpula do governo militar no assassinato de opositores, mas também o fato de que Kissinger, então uma das principais autoridades do governo americano, tinha pleno conhecimento das brutais ações repressivas cometidas pelo governo aliado.

“Ele era informado, sabia do que estava acontecendo e não deixava isso atrapalhar a relação. Estamos falando de uma região do mundo na qual os EUA tem mais autoridade. Se o governo americano tivesse dito: ‘parem de torturar’, isso teria tido um efeito”, diz Spektor.

“Se o chefe da diplomacia dá uma anuência tácita à tortura, isso faz toda diferença”.

A mudança de postura do governo americano só aconteceu após a vitória eleitoral, em 1976, de Jimmy Carter que, durante a campanha, afirma que a relação desenvolvida por Kissinger com o Brasil era um “tapa na cara dos americanos” -- àquela altura, o Congresso americano já havia começado uma investigação para apurar o papel dos EUA nas torturas na América Latina, o que, segundo Spektor, diminuiu o espaço político para que Kissinger continuasse apoiando os regimes autoritários.

Mesmo assim, a “anuência tácita” de Kissinger continuou tendo graves consequências. Um exemplo se deu durante a Operação Condor, atividades coordenadas das ditaduras sul-americanas, lideradas pelo Chile e pela Argentina, para perseguir e eliminar opositores a partir de meados da década de 1970.

Em setembro de 1976, descobrem que a Operação Condor pretendia assassinar opositores no exterior e preparam um documento aos líderes sul-americanos dizendo que os Estados Unidos não tolerariam algo assim. Kissinger não aprovou a mensagem e instruiu que mais nada fosse feito.

Cinco dias depois, um atentado matou, em Washington, o ex-ministro de Relações Exteriores do Chile, Orlando Letelier, durante o governo Allende, e uma colega americana.

“A partir daí o movimento de solidariedade ao Chile nos Estados Unidos torna impossível que Kissinger continue apoiando Pinochet [ditador no país sul-americano], diz Spektor.

O envolvimento do americano em ações violentas em outros países não acaba aí. Ele também autorizou bombardeios no Camboja, durante a Guerra do Vietnã, que deixaram centenas de milhares de mortos, e apoiou um massacre cometido pela Índia em Bangladesh.

Plano para o Brasil frustrado

A ideia de Kissinger de que os Estados Unidos pudessem, eventualmente, delegar funções para o Brasil na América do Sul e a visão dele de que o país pudesse assumir uma posição de liderança no continente foi frustrada ao longo dos anos.

Durante o governo de Ernesto Geisel (1974-1979), discordâncias em outras áreas começam a afetar a relação entre os dois países, especialmente na área comercial. Diferentemente do esperado pelos americanos, o Brasil não se alinhou automaticamente aos Estados Unidos em votações em fóruns multilaterais e na negociações de tratados internacionais.

“É uma relação que fica progressivamente tensa. O projeto que o Kissinger tinha em 1969 de fazer uma grande aproximação geopolítica com o Brasil afunda ao longo dos anos e termina fracassando”, explica Spektor.

Segundo o professor, o americano também começa a se frustrar ao perceber que o Brasil não queria assumir a função de intervir mais diretamente nos processos políticos e eleitorais dos outros países sul-americanos.

“Não pelo Brasil ser bonzinho, mas por achar que não tinha força pra desempenhar essa função em todo o continente”, diz. “O Brasil cumpre essa função no Uruguai, apoia o golpe de Pinochet, mas não foi a causa. Kissinger esperava mais”.

Depois de deixar o governo americano, em 1977, Kissinger manteve relações com o Brasil, mas como consultor de empresas americanas que faziam negócios em terras brasileiras e de firmas brasileiras que atuavam nos Estados Unidos.

Em 1981, ele esteve no Brasil e foi convidado para dar uma palestra na Universidade de Brasília. Foi recebido por estudantes com uma chuva de ovos e tomates e saiu escoltado.

SAIBA MAIS:

Acordo Comercial MERCOSUL-Singapura - Nota do MRE

Ministério das Relações Exteriores

Assessoria Especial de Comunicação Social

 

Nota nº 555

30 de novembro de 2023

 

Divulgação do texto preliminar do Acordo Comercial MERCOSUL-Singapura – Nota Conjunta MRE-MDIC

 

 

O Ministério das Relações Exteriores e o Ministério do Desenvolvimento, Indústria, Comércio e Serviços têm a satisfação de anunciar a disponibilização pública do texto do acordo comercial em negociação entre o MERCOSUL e Singapura.

Esta ação representa um compromisso com a transparência ativa, permitindo que a sociedade civil tenha acesso prévio aos textos do Acordo e oportunidade de compreensão dos termos em discussão.

A negociação, que se encontra em sua fase final, começou com a concessão do mandato negociador na 117ª Reunião do Conselho de Ministros da CAMEX, em julho de 2018. Com a resolução das pendências e o êxito na discussão, as partes dobraram esforços para a fase final de revisão formal dos textos, com vistas à preparação do acordo para sua assinatura no contexto da próxima Cúpula do MERCOSUL, a ser realizada, no Rio de Janeiro, em 7 de dezembro.

Ressalta-se que o texto disponibilizado está sujeito a alterações, tanto no contexto da conclusão das negociações quanto no processo de revisão legal em curso. O acordo será considerado definitivo somente após a assinatura e se tornará vinculante para as partes quando da conclusão dos procedimentos legais internos necessários para sua entrada em vigor em cada país.

Convidam-se todos os interessados a acessarem o texto do acordo em negociação entre MERCOSUL e Singapura por meio do do seguinte endereço eletrônico.

https://www.mercosur.int/acuerdo-mercosur-singapur/

[Nota publicada em: https://www.gov.br/mre/pt-br/canais_atendimento/imprensa/notas-a-imprensa/divulgacao-do-texto-preliminar-do-acordo-comercial-mercosul-singapura 

Heavy Regulation Hurts the Economy. Just Look at France - Veronique de Rugy (Reason)

 ECONOMY

Yes, Heavy Regulation Hurts the Economy. Just Look at France.

We're often told European countries are better off thanks to big-government policies. So why is the U.S. beating France in many important ways?


It's fashionable to claim that the free market ideas of Nobel laureate economist Milton Friedman have failed the country, and that it's time for new policies. Campaigning in 2020, Joe Biden declared that "Milton Friedman isn't running the show anymore." More recently, New York Times columnist David Leonhardt noted that people like Friedman promised that the free market "would bring prosperity for all. It has not."

This is nonsense. For one thing, I wish we lived in a world fashioned more fully by Friedman's ideas. Sadly, while his insights have indeed influenced some U.S. economic policies, particularly during former President Ronald Reagan's administration, the extent of their implementation has been quite limited.

Friedman, for example, would be appalled that federal debt is now roughly the size of annual gross domestic product (GDP), having grown like a kudzu vine since registering at around 25 percent in the early 1980s. Taxes remain lower since the Reagan revolution took place, but our incomes are often taxed multiple times. Nearly every aspect of our lives is regulated by various agencies—local, state, and national. And—no surprise—cronyism is alive and well.

Still, Friedman's critics are right to treat him as a monumental figure. His ideas helped make trade freer and school choice mainstream. His clarity in contrasting markets with government opened many eyes to the benefits of capitalism. We are immeasurably better off for it. If you don't believe me, look at my native France, where Friedman has had almost no influence.

The French economy is weighed down by one of the heaviest tax levels among wealthy democratic nations, with regressive taxes and social security contributions representing a significant portion of GDP. This tax haul funds France's extensive web of social welfare programs, including health care, education, and pensions.

French regulation is also comprehensive, covering many aspects of employment, business operations, and environmental protection. The labor code is particularly onerous. Additionally, its government plays a direct role in the economy, with a significant number of partially state-owned enterprises and interventionist policies intended to safeguard employment and prioritize equality and social cohesion.

Let's see how they're doing.

U.S. GDP per capita is now $76,398; France's is $40,964. The U.S. unemployment rate is 3.9 percent. As of the second quarter of 2023, France's was 7.2 percent—a relatively low figure for a country that often faces double-digit rates even outside of recession periods. We shouldn't be surprised at any of this, considering France's stringent rules on working hours, dismissals, and employee benefits, which make it difficult for businesses to respond to market conditions. The country is slathered with reasons not to hire people.

Youth unemployment is a significant indicator of how well an economy integrates its young population into the job market. As of May 2023, France's youth unemployment rate was 17.2 percent, with historical data showing an average of 20.6 percent from 1983 until 2023. In November of 2012, it peaked at a Great Depression–like level of 28.20 percent. This is the result of well-documented structural issues distorting France's labor market. Rigid labor laws dissuade employers especially from hiring young, inexperienced workers.

In contrast, in October 2023, the U.S. youth unemployment rate was 8.9 percent. These are not just numbers; they have real implications for young individuals' economic prospects, skills development, and long-term career trajectories. As such, American youth, for all its complaints, is much better off than its French peers are.

Some claim that this is a fair price to pay for France's social cohesion and equity. I don't see it. Over the last decade, France has experienced significant social unrest rooted in economic, political, and social issues. One of the most notable periods of unrest was the yellow vest movement that began in 2018. It was sparked by the announcement of another increase in the fuel tax on top of hundreds of other taxes. It quickly morphed into a broader movement against economic inequality and the cost of living. The protests were marked by widespread demonstrations, some of which turned violent.

France is also renowned for its labor strikes, which often bring millions of protesters onto the streets. The frequency and intensity of these protests underscore the challenges that France faces in balancing economic reforms with social cohesion.

The U.S. isn't perfect. Its social cohesion could certainly be better. But given a choice between an economic system that has been somewhat influenced by Friedman and one that's barely been influenced by him at all, my choice is clear. I made it when I left France and became an American.

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A dupla barbárie na guerra Hamas-Israel e a solução de dois Estados - Sérgio Florêncio (Portal Interesse Nacional)

 A dupla barbárie na guerra Hamas-Israel e a solução de dois Estados

Sérgio Florêncio

Embaixador aposentado


A dupla barbárie - o ataque terrorista do Hamas contra a população civil israelense, com 1200 mortos, além de 240 reféns; e a brutal contraofensiva israelense, com mais de 12 mil mortos em Gaza – poderá abrir caminho à única alternativa viável para a questão palestina: a solução de dois Estados, apresentada pela ONU em 1947, quando da partilha da Palestina. A partir de então, essa solução sempre fracassou, tanto por intransigência israelense como palestina. Diante da devastadora tragédia iniciada em 7 de outubro, diversos líderes mundiais e Estados árabes, por primeira vez, sinalizam apoio à solução de dois Estados. Assim, a superação do impasse passa a depender de dois polos : EUA -Israel versus Irã-Hezbollah-Hamas. 

A primeira solução de dois Estados, proposta pela ONU em 1947, previa 53% da Palestina para os israelenses e 47% para os palestinos, sendo que os primeiros eram apenas 30% da população e os segundos , 70%. Os Estados árabes naquele momento foram terminantemente contrários à partilha. Consideravam a criação do Estado de Israel inaceitável imposição do colonialismo inglês, contrária aos direitos legítimos do povo palestino, e que poderia ser revertida pelas armas, diante da fragilidade militar e demográfica dos israelenses. A consequência foi a guerra de 1948 , surpreendentemente vencida por Israel, que ampliou sua área, passando dos 53%, previstos na partilha definida pela ONU, para 79%, consolidando, dessa forma, sua existência como Estado.

Diversos outros conflitos armados marcaram a rivalidade entre árabes e israelenses, tendo como epifenômeno a questão palestina e como resultado concreto a contínua ampliação do território de Israel. Assim foi na Guerra dos Seis Dias, de 1967, provocada por Israel, assim foi na Guerra do Yom Kippur, de 1973, iniciada por Egito e Síria. Na primeira, Israel ocupou toda a Palestina histórica, objeto da partilha de 1947. Na segunda, os árabes tentaram retomar esses territórios, mas fracassaram, sendo as Colinas de Golan, da Síria, formalmente anexadas a Israel. 

 Paralelamente a esses conflitos em torno da questão palestina, se desenvolviam os processos de paz, com avanços e recuos, mas que nunca chegaram a implantar a solução de dois Estados. 

Os Estados Unidos sempre foram o grande mediador/protagonista nessas negociações, que resultaram em dois Acordos de Paz - Camp David e Oslo - e envolveram, de um lado, Israel e, de outro, os Estados árabes mais influentes, como Egito, Síria, Jordânia, e a Organização para a Libertação da Palestina - OLP, sob a firme e carismática liderança de Yasser Arafat. 

As propostas contidas naqueles acordos de paz, embora contemplassem relativo equilíbrio entre as aspirações de judeus e palestinos, fracassaram, o que explica o clima de permanente tensão e conflito em torno da questão palestina. 

Os Acordos de Camp David de 1978 selaram a paz entre os atores hegemônicos na época - Israel e Egito. A Península do Sinai foi devolvida a esse último, que, em troca, reconhecia a existência do Estado de Israel. Na mesma linha, os acordos Begin-Sadat se referiam à devolução da Cisjordânia e da Faixa de Gaza para as lideranças palestinas. Isso significava ruptura radical com o passado. Nos anos 1950 e 1960, a liderança nacionalista de Nasser, o armamentismo egípcio com ajuda soviética e seu projeto de panarabismo ameaçavam de morte a existência de Israel. Em consequência, fortaleciam sua militarização, a defesa prioritária de suas fronteiras, tendo como desfecho, em 1967, a Guerra dos Seis Dias. 

Entretanto, aquelas promessas de Camp David foram desrespeitadas e só retomadas quinze anos depois, em 1993, com os Acordos de Oslo. Esses estabeleciam que a OLP, liderada por Yasser Arafat, reconhecia a existência de Israel, mas agora em troca de sua retirada da Cisjordânia e da Faixa de Gaza. Tratados complementares a Oslo previam a restituição aos palestinos de todos os territórios ocupados, o que nunca ocorreu. 

Qual a importância dessa revisão histórica para a compreensão da atual guerra entre Hamas e Israel e da possibilidade de, no pós-guerra, prevalecer a solução de dois Estados? A não implementação tanto de Camp David como de Oslo e o avanço dos assentamentos de colonos judeus sobre a Cisjordânia geraram ampla e profunda frustração entre os palestinos. Isso contribuiu para sua radicalização, visível na violência das duas Intifadas, que sepultaram aqueles dois processos de paz e fortaleceram os grupos rebeldes paramilitares apoiados pelo Irã – Hezbollah, Hamas e Jihad Islâmica. 

No plano doméstico, a ascensão política do Likud, dos religiosos ortodoxos e da extrema direita em Israel completava um quadro de polarização interna e externa. O projeto autoritário de poder de Netanyahu não dava margem a dúvidas - seu governo se afastava do jogo democrático ao perseguir o Judiciário; buscava o expansionismo sionista com exclusão da causa palestina; e dividia a sociedade israelense, que ia as ruas com milhões de manifestantes em defesa das instituições democráticas. 

Na vertente externa, a essência do contexto negociador se alterava substancialmente: declínio da importância dos EUA no Oriente Médio; ascensão de da direita radical, com Trump na presidência; e robusta influência política e militar iraniana na região. Os atores relevantes na Guerra dos Seis Dias, na Guerra do Yom Kippur e nas negociações de paz – Egito, Síria, Jordânia e OLP – eram substituídos pelo Irã revolucionário, e seus agentes nas proxy wars – Hamas, Hezbollah, Jihad Islâmica - que desestabilizavam as monarquias do golfo, mas ao mesmo tempo defendiam o status quo na Síria O Irã se afirmava na região e globalmente pelas armas e pelo avanço de seu programa nuclear.

Outra mudança de peso foi a aliança revigorada entre Washington e Tel Avive, visível na decisão crucial de Trump de retirar os EUA do Acordo sobre o Programa Nuclear Iraniano de 2015, arduamente negociado por Obama e aprovado pelos cinco membros permanentes do CSNU mais a Alemanha. A nova estratégia norte-americana se contrapunha ao Irã e tinha como alicerce os Acordos de Abraão, destinados a normalizar as relações de Israel com Bahrein, Emirados Árabes Unidos (EAU), Marrocos e Sudão. Ao mesmo tempo, avançava celeremente a aproximação diplomática Israel-Arábia Saudita. Essa seria, na visão dos países envolvidos, o desfecho de uma modalidade inédita de paz no Oriente Médio, ao selar uma aliança entre o Estado judeu e seus arqui-inimigos do passado no mundo árabe. 

Mas nessa gramática geopolítica, aparentemente exitosa, havia um sujeito oculto – o povo palestino. Enquanto os acordos de paz anteriores – Camp David e Oslo – tinham como centro a questão palestina, a estratégia de Trump fragilizava as lideranças moderadas palestinas (Fatah e Autoridade Nacional Palestina – ANP) e buscava uma paz top down, alicerçada na normalização das relações árabe-israelenses. 

Netanyahu consolidava essa estratégia de Trump, que considerava a questão palestina como integrante de um irrelevante coeteris paribus. Como Primeiro Ministro, controlava o Parlamento - em aliança com o Likud, as lideranças religiosas e a extrema direita - ao mesmo tempo que procurava neutralizar o Judiciário e, assim, eliminar a democracia israelense. Diante da alternativa entre identidade judaica ou democracia liberal, Netanyahu optou pela primeira, tendo como instrumento o Estado unitário, ou seja, o antípoda da solução de dois Estados. 

O braço direito dessa estratégia consistia em desacreditar o Fatah e a Autoridade Palestina, por meio do avanço exponencial dos assentamentos de colonos judeus na Cisjordânia ( cerca de 468 mil , segundo levantamento de 2022 da CIA) e em Jerusalém ( cerca de 262 mil). O outro braço era manter o Hamas sob controle, ao facilitar o fluxo de recursos do Catar para o grupo paramilitar e ao liberar residentes da Faixa de Gaza para trabalharem em Israel.

Assim, um transfigurado acordo de paz entre elites regionais estava em curso. Ao colocar entre parênteses ou jogar para escanteio a questão palestina, o objetivo era estabilizar a região, o que significava ameaçar a hegemonia do Irã e a razão de existir de seus procuradores regionais – Hezbollah e Hamas. Era uma transfiguração com os três pilares políticos acima indicados – revigorada aliança EUA-Israel; normalização das relações entre Israel e Estados árabes; e inexorável fragilização do Fatah e da Autoridade Palestina, por meio de mais de 700 mil assentamentos judeus na Cisjordânia e em Jerusalém. O preço da estratégia era uma paz de cemitério, com o sepultamento da questão palestina. 

Desdobramentos do processo acima descrito estarão na dependência do desfecho do conflito Hamas – Israel e da desafiadora gestão do pós-guerra. Parece provável que Israel esteja próximo de alcançar seu objetivo da eliminação militar do Hamas e da desmilitarização da Faixa de Gaza. Caso esse cenário se consolide, a pressão internacional para a solução de dois Estados assumirá supremacia, com o respaldo das duas superpotências, da Rússia e da União Europeia. 

É evidente que a continuidade da guerra beneficia China e Rússia . Os EUA saem fragilizados, porque são forçados a destinar vultosos recursos materiais e humanos para dois conflitos simultâneos de grandes proporções – Faixa de Gaza e Ucrânia . Mas o custo humanitário de estimular a barbárie seria brutal para China e Rússia. Por isso mesmo, a primeira votou a favor e a segunda se absteve na Resolução articulada pelo Brasil no Conselho de Segurança da ONU, apoiada por 12 dos 15 membros e vetada pelos EUA. Esse contexto geopolítico global favorece a solução de dois Estados.

 Entretanto, o avanço nessa direção dependerá de duas variáveis domésticas decisivas. A primeira é de fácil previsibilidade – a queda de Netanyahu no day after do conflito e a emergência de um governo de coalizão com maioria liberal. A segunda variável é extremamente difícil. Exigirá uma engenharia política e de segurança de alto risco em termos de coesão interna e de estabilidade social. Como proceder ao êxodo dos 700 mil israelenses que hoje ocuparam a Cisjordânia e Jerusalém, com o estímulo do governo de Israel e o beneplácito de Trump? Em sua maioria são colonos aliados de Netanyahu, integrantes da ortodoxia religiosa e da extrema direita antidemocrática. Em outros termos, como desmontar, numa democracia, o poderoso Cavalo de Troia montado por Netanyahu para dividir o país e bloquear a solução de dois Estados? 

Além desses obstáculos, o modelo de dois Estados exigirá, no day after do conflito, uma complexa gestão política, administrativa e de segurança. Que conformação terá o novo Estado Palestino para gerir, de forma sustentável, um território devastado pela contraofensiva militar israelense? Poderá Israel assumir temporariamente, como vem indicando Netanyahu, no imediato pós-guerra, a administração da Faixa de Gaza virtualmente destruída? Poderá uma Força de Paz da ONU, integrada também por nacionais de países árabes, construir pontes, moldar a transição para o almejado Estado palestino e, assim, consolidar a solução de dois Estados?

 Embora de difícil concretização, o modelo de dois Estados é o único capaz de trazer paz duradoura para a dividida sociedade israelense e alívio prolongado para o sofrido povo palestino. Apesar dos obstáculos hercúleos e dos enigmas comparáveis aos do oráculo de Delfos, a solução de dois Estados ganha momento no plano internacional e doméstico. Conta com a poderosa adesão das grandes potências, com o apoio da opinião pública nas sociedades democráticas, com os milhões de manifestantes nas ruas de Israel e com a resiliência das instituições representativas - pilares da democracia israelense. Talvez aqui seja válida a conhecida frase atribuída a Victor Hugo. “Nada é tão poderoso como uma ideia cujo tempo chegou”. 

 

Sérgio Florêncio

Brasília, 30 de novembro de 2023

Portal da revista Interesse Nacional


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