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domingo, 5 de fevereiro de 2012

Cuba, again, and again, and again...


¡Que vergüenza!

Por Juan Larraín*
Diário de las Américas (Venezuela), 5 Febrero 2012

La visita de Dilma Rousseff viene a darle continuidad a la que fue política de Lula hacia la dictadura castrista. Ella se enmarca además en una suerte de liturgia que siguen los mandatarios de izquierda de la región, que no pueden dejar de viajar a La Habana para recibir de su líder espiritual sus bendiciones y consejos.

El Canciller de Brasil, Antonio Patriota, definió con mucha franqueza los términos de la visita de doña Dilma, la que responde como es lógico al nivel en que se encuentra la relación bilateral, en una reciente entrevista que le concedió a un medio chileno de prensa. Al respecto, el Ministro Patriota destacó que su país es cercano a Cuba tanto en lo político como en lo económico, puntualizando que empresas brasileñas están involucradas en ambiciosos proyectos de infraestructura, como el puerto de Mariel, teniendo mucho interés de seguir allí pues el país cuenta con una mano de obra de excelente calidad.

En cuanto a la cercanía política, el comentario del Canciller es sorprendente y pretende justificar la situación que se vive en la isla, como “consecuencia de la guerra fría”, lo que es absurdo pues esta terminó hace más de veinte años. Pero lo que resulta realmente increíble es cuando se refiere al “reconocimiento de la especificidad cubana” que los países de la región deben hacer. Patriota trata de explicarla, a mi juicio infructuosamente, indicando que “el embargo norteamericano ha creado condiciones que son distintas a las de los demás países...”

Es difícil entender que pueda haber afinidad política entre una democracia vibrante como la brasileña y una dictadura comunista como la que implantaron los hermanos Castro hace más de cincuenta años. Pueden existir relaciones diplomáticas y comerciales entre Brasil y Cuba, pero cercanía política es algo muy distinto y de boca del Canciller son palabras que desconciertan.

Enfatizar, por ejemplo, la aceptación por parte de Cuba de la cláusula democrática de CELAC como una muestra que el régimen está evolucionando es una tomadura de pelo si lo dijo en serio, pues cuesta imaginar que el Canciller se crea tal patraña. Basta enterarse de lo que acaba de declarar Raúl Castro, luego de una reciente conferencia del partido comunista -el único autorizado a existir- para reafirmar la convicción de que el régimen en lo político es el mismo de siempre. Las pocas “reformas económicas” que le permiten al pueblo cubano por primera vez en más de medio siglo realizar algunas operaciones comerciales, son el vivo reconocimiento del desastre de un sistema universalmente fracasado, que es incapaz de proveer ni siquiera la satisfacción de las necesidades básicas del país.

Pero lo más pasmoso de la entrevista del Canciller Patriota es cuando intenta homologar a los demás países del continente con lo que vive Cuba en materia de violaciones de los derechos humanos y la falta total de democracia. Sostener esto es un verdadero insulto no sólo para el resto de América sino para aquellos que luchan por conquistar la libertad, incluso arriesgando sus vidas, en “el paraíso” que construyeron los hermanos Castro. Esto no es novedad si se recuerda la reacción de Lula ante la inmolación de Orlando Zapata Tamayo, cuando se encontraba de visita en La Habana. Además, el Canciller brasileño tuvo el atrevimiento de insinuar maliciosamente que en Chile se han violado los derechos humanos con motivo de las recientes manifestaciones estudiantiles, que dijo “seguir con mucho interés”.

Pobre Cuba. En este contexto, puede darse por seguro que la Sra. Rousseff mientras estuvo en La Habana no habrá movido un dedo por la liberación de los presos de conciencia que se pudren en el gulag de la isla ni escuchado a los disidentes. Su pasado ideológico y el temor de contrariar a sus anfitriones habrán pesado más que los valores que su país dice defender, justificándose ante la prensa que ella es partidaria de hablar de los derechos humanos en todo el mundo, incluido Brasil y sin olvidar a Estados Unidos y Guantánamo y reclamando su enfoque multilateral.

Juzgue el lector de qué lado está la Sra. Rousseff y su gobierno, pero es claro que no en el de los derechos humanos y la democracia en Cuba.

*El autor es profesor de la Universidad de Miami y ex Embajador de Chile en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la OEA.

2 comentários:

Leandro Pereira disse...

Patriota? Who!?

MiltonSantos disse...

2014 é o ano fatal na vida política dessa senhora e de seu partido de corruptos. agarrem o didnheiri que roubaram e vão viver em cuba.