El primer ministro, Manuel Valls, firmó el decreto gubernamental a petición del proteccionista Montebourg, conocido como El Desglobalizador y que en estos últimos dos años se ha erigido en un símbolo del intervencionismo y las ayudas públicas, así como en el azote de la Comisión Europea en asuntos de competencia.
El texto del Gobierno ampliará a cinco sectores nuevos el decreto aprobado por la derecha gala en diciembre de 2005, que sometía a la autorización del Gobierno las inversiones extranjeras en once actividades ligadas a las industrias de Defensa y Seguridad. Desde ahora, pasan a estar protegidos también por el veto político el aprovisionamiento de electricidad, gas, hidrocarburos y otras fuentes energéticas, la explotación de las redes de transportes, el agua, las comunicaciones electrónicas y la sanidad pública.
En declaraciones a Le Monde, el titular de Economía, Industria y Tecnología Digital ha explicado que la medida permitirá a Francia “reconquistar su potencia pública” y “proteger mejor sus intereses estratégicos”. “Desde ahora podremos bloquear las ventas multinacionales y exigir contrapartidas. Es un rearme fundamental. Francia no puede contentarse con hacer discursos mientras los otros Estados actúan”, señala Montebourg.
En preparación desde hace varios meses, el texto se conocerá comodecreto Alstom porque ha sido acelerado a raíz del inicio de las negociaciones lanzadas por el gigante estadounidense General Electric para comprar la rama de energía del constructor francés de ferrocarriles. Francia prefiere vender esa parte de Alstom a Siemens, su competidor alemán, a cambio de su rama de trenes para formar dos grandes campeones europeos de la energía y los ferrocarriles.
Montebourg recuerda que “Alstom es esencial para la independencia energética de Francia” y “entrará en el campo de acción del decreto como otras empresas estratégicas”. En el plano político, la medida parece un intento desesperado de los socialistas, cada vez más hundidos en las encuestas e incapaz de mejorar los datos de paro y crecimiento, para recuperar pulso e imagen antes de unas elecciones europeas que se anuncian catastróficas. Los sondeos estiman que el Partido Socialista será tercero, por detrás del Frente Nacional y de la Unión por un Movimiento Popular (UMP).
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