Em horas como estas, e não apenas em relação à ditadura na Venezuela, podemos repetir palavras de mais de dois séculos atrás:
"São tempos como esses que testam as almas dos homens. (...) A tirania, como o inferno, não é facilmente derrubada; ainda
assim, temos o consolo de que quanto mais duro for o conflito, mais
glorioso será o triunfo.”
Thomas Paine,
A Crise Americana (1776)
http://ordemlivre.org/posts/biografia-thomas-paine--2
Grato ao amigo Orlando Tambosi por selecionar o artigo abaixo de Ian Vasquez sobre a vergonhosa cumplicidade de países latino-americanos ante a tragédia que se abateu há muitos anos sobre a Venezuela. São cúmplices, sim, de todos os crimes que estão sendo ali cometidos...
Paulo Roberto de Almeida
O que mais é
preciso para que os governos latino-americanos condenem a escalada de
violências e o ataque aos direitos humanos na Venezuela? Em artigo no
Cato Institute, Ian Vásquez
condena o silêncio diante das barbaridades praticadas pelo ditador
Nicolás Maduro - Dilma em especial: ela se nega a falar sobre a prisão
ilegal do prefeito de Caracas Antonio Ledezma (neste caso, por infame
cumplicidade com a ditadura):
¿Hasta
qué punto tiene que llegar la dictadura venezolana para que los
gobiernos democráticos de América Latina se pronuncien sobre sus cada
vez más agresivas violaciones? El jueves, a un año y un día del
encarcelamiento del opositorLeopoldo López, el régimen venezolano
arrestó violentamente y sin orden judicial al alcalde de Caracas,
Antonio Ledezma. Sin ofrecer pruebas, el presidente Maduro lo acusó en
cadena nacional de conspirar en un golpe de Estado.
Hasta
ahora, con la excepción de Colombia, los gobiernos democráticos de la
región han guardado silencio al respecto. Vergonzoso. La presidenta
brasileña, Dilma Rousseff, se negó a hablar sobre el caso que, según
ella, es cosa de “asuntos internos” de Venezuela. Patético. Al no
condenar los atropellos del régimen bolivariano, las democracias
latinoamericanas se están deslegitimando, pues no defienden los
principios que supuestamente representan, y se vuelven así en cómplices
del autoritarismo.
Ante la
creciente crisis económica, política y social que ha creado, el gobierno
chavista se está radicalizando al punto de que Amnistía Internacional
denuncia la detención de Ledezma y la “cacería de brujas” del régimen, y
Human Rights Watch declara: “Nunca hemos estado tan preocupados por
Venezuela”.
Junto con
López y la defenestrada diputada María Corina Machado, Ledezma ha sido
uno de los opositores más hábiles y con los mejores criterios y
principios pacíficos y democráticos. La única ‘prueba’ que presentó
Maduro en su contra era su “Llamado a los venezolanos a un acuerdo
nacional para la transición” publicado este mes y firmado junto con
López y Machado. En él, los autores se refieren a la crisis que vive
Venezuela y al “modelo fracasado” del gobierno. Dicen: “Es claro que el
régimen no resolverá la crisis y que el gobierno de Maduro ya entró en
fase terminal”. Proponen una agenda para restaurar la paz social, la
economía y el Estado de derecho.
Según
Maduro, eso era señal para que se activara una intentona golpista.
Además ofreció una explicación orwelliana de la captura del alcalde:
“Para que responda por todos los delitos cometidos contra la paz del
país, la seguridad, la Constitución”. Pero ha sido el régimen que ha
convertido a Venezuela en uno de los países más inseguros y violentos
del mundo. Ha sido el régimen el que ha vulnerado las garantías
constitucionales tan básicas como los derechos políticos, el debido
proceso, o la libertad de expresión, por ejemplo. El abogado Gonzalo
Himiob documenta que el país cuenta con 98 presos por razones políticas.
Las organizaciones internacionales de derechos humanos han documentado
numerosos casos de tortura y otras violaciones. Un análisis publicado
recientemente encontró que de las más de 45.000 sentencias dictadas por
el Tribunal Supremo de Justicia desde el 2005, ni una sola ha sido
contra el gobierno. De hecho, el régimen controla todas las ramas del
Estado e instancias de poder.
Las
políticas económicas han socavado el comercio y la producción, y han
generado lainflación más alta del mundo, la recesión, y la escasez de
comida, medicamentos y un sinnúmero de bienes. Según la Cepal, la
pobreza aumentó en más de 6 puntos porcentuales en el 2013. Por
supuesto, el régimen ha acusado a los empresarios de desatar una “guerra
económica” y ha arrestado a varios por tal delito.
Las
dictaduras se basan en las mentiras —en lo que prometen y en lo que
relatan—. Eso es tan obvio en el caso venezolano que hay pocos que no lo
ven claro, incluso dentro de ese país, razón por la cual el régimen
recurre a la fuerza. Da lástima que los líderes democráticos
latinoamericanos parecen no reconocer eso.
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