Este argentino realizou uma pequena parte do caminhao mental na direção da superação da quase secular decadência do país, depois de um esplendoroso progresso, aproximadamente entre 1880 e 1920 (com alguns percalços pelo caminho). De 1930 para cá é só decadência, com raríssimos anos de recuperação. Quem sabe ele se corrigem agora. O Brasil está recém começando uma decadência exemplar, ou melhor, ela já se arrasta desde 1980 aproximadamente, com raríssimos anos de recuperação tentativa, sempre frustrados por recaídas no retrocesso. Nossa recuperação deve demorar mais slguns anos, senão décadas. Paulo Roberto de Almeida
Clarín, Buenos Aires – 9.2.2022
No conformarse con una Argentina mediocre
Si hay un convencimiento de que alcanzar el desarrollo es imposible para la Argentina, nuestros gobiernos administrarán la decadencia.
Francisco de Santibañes
Uno de los mayores peligros que enfrenta la Argentina es el surgimiento de un consenso respecto a la imposibilidad de alcanzar el desarrollo. Según esta visión, que ya puede esuchársela a dirigentes de distintos sectores, las restricciones domésticas e internacionales que enfrenta el país no nos permitirían ser ambiciosos en cuanto a nuestras metas.
Si esta visión es la que termina prevaleciendo, a partir de ahora nuestros gobiernos se limitarán a administrar la decadencia y carecerán de la voluntad para realizar cambios. Habrá por supuesto diferencias de políticas entre unos y otros, pero el consenso se mantendrá.
Debemos ser conscientes que esta opción tendrá un costo enorme para nuestros ciudadanos. Implicaría por ejemplo condenar a la pobreza a millones de argentinos, aceptar la emigración de profesionales y empresarios y resignarnos a ser un actor marginal en el ámbito internacional.
No hay duda que revertir un proceso de decadencia, como en el que se encuentra la Argentina hace tantas décadas, no es una tarea fácil. Pero la historia moderna de varias naciones nos muestra que es posible.
En los 1960 y 1970 la sociedad estadounidense enfrentó enormes divisiones y conflictos. Algunos hechos traumáticos fueron el asesinato del presidente John Kennedy y la renuncia a la presidencia de Richard Nixon. A esto debemos sumarle la sensación de que el balance de poder comenzaba a favorecer a la Unión Soviética.
Algo parecido ocurrió en la Francia de mediados del siglo XX, período en el que esta nación se encontraba dividida, inmobilizada y carente de confianza debido a conflictos domésticos y a la posible independencia de Argelia. Pero a pesar de estas dificultades, Estados Unidos finalmente recuperó la convicción y se impuso en la Guerra Fría mientras que el país europeo superó su estado de parálisis durante el gobierno de Charles De Gaulle. Incluso la historia de nuesto país nos sirve como ejemplo. Al fin y al cabo, pasamos de ser una de las áreas más pobres del Imperio Español a la nación más desarrollada de América Latina.
Lo que observamos tanto en estos como en otros casos exitosos, es el surgimiento de una visión que logró motivar a la sociedad para alcanzar un objetivo común. En definitiva, una dirigencia que fue capaz de desarrollar y comunicar un proyecto de país.
Es por esto que resulta tan importante formar a nuestros futuros dirigentes. Aquellos que podrán cambiar a la Argentina no aparecerán por arte de magia, sino que serán el resultado de años de preparación. Y cuando menciono la palabra preparación no me refiero únicamente a la formación académica que los estudiantes reciben en las universidades.
Ya que si bien las universidades juegan un rol fundamental, una buena educación comienza antes y debe continuar después de la vida universitaria.
Desde las enseñanzas que los niños reciben en sus hogares hasta el trabajo de identificación, mentoría y promoción que los dirigentes actuales deberían ejercer con los futuros. Una buena eduación tampoco se limita a cuestiones técnicas o académicas, sino que debe transmitir aquellos valores que prepararán a los líderes del mañana para enfrentar los sacrificios que implica servir al país.
Resulta por lo tanto fundamental tomar consciencia sobre los peligros que implica conformarnos con una Argentina mediocre y, por otra parte, realizar el esfuerzo necesario para preparar y promover el surgimiento de una nueva dirigencia.
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