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sexta-feira, 2 de dezembro de 2022

Cuba y un éxodo al que no se ve fin - Mauricio Vicent (El País)

 Comentário do amigo Tomas Guggenheim, quem me enviou este artigo: 

"Um artigo sobre a claudicante Cuba. O artigo começa relatando o grande aumento da emigração da ilha, mas esse fenômeno, que tem tem sido uma constante, pois conta com a concordância explícita do seu governo (num acordo com os Estados Unidos) e é tolerada para muito além disso. Não podendo aumentar o numerador (PIB), resta-lhe diminuir o denominador (população).
É possível que os países sul-americanos que atualmente têm maior simpatia pelos objetivos da revolução cubana se sintam motivados para tomar iniciativas que contribuam com a economia em crise daquele país."

 

Cuba y un éxodo al que no se ve fin

Mauricio Vicent 

 El País, Madri, 14.11.2022

En un año se han marchado a Estados Unidos 224.000 cubanos, el 2% de los habitantes del país y más del 4% de su población activa. Los que se van son en su mayoría jóvenes.


La Habana - Casi a diario, una nueva cifra, o una nueva tragedia, o un nuevo testimonio tremebundo ponen en evidencia la magnitud de la crisis económica, social y política que se está viviendo en Cuba y que se refleja en un éxodo migratorio sin precedentes. En octubre, barcos del servicio guardacostas norteamericano interceptaron en altamar a 1.100 balseros, más que todos los capturados durante 2021. Y cada día de septiembre, según el Departamento de Aduanas de EEUU, entraron ilegalmente por su frontera sur un promedio de 891 cubanos. Fueron 26.742 sólo ese mes, el que cierra el año fiscal 2022 en EEUU (del 1ro de octubre de 2021 hasta el 30 de septiembre último), que ha batido todos los records: 224.607 cubanos llegaron a EEUU por sus fronteras terrestres en 12 meses, sin contar los más de 10.000 que lo intentaron cruzando el estrecho de la Florida (unos 3.000 lograron tocar tierra), además de los que han emigrado a través de otros países (no hay cifras). Se trata del 2% de los habitantes del país y más del 4% de su población activa, pues “los que se van en su mayoría son jóvenes, muchos de ellos personal cualificado o profesionales, que han perdido las esperanzas en que las cosas mejoren”, indica el economista Omar Everleny.

 

Everleny es uno de los muchos analistas cubanos que desde hace tiempo advierte de que estamos ante un escenario alarmante, un verdadero drama que compromete el futuro de un país con 11.113.000 habitantes que sufre un grave problema demográfico. En 2021, por quinto año consecutivo, la población decreció (en 68.000 personas), la tasa de nacimientos ha seguido cayendo y el proceso de envejecimiento es cada vez más acelerado (el 21% de los cubanos tiene hoy más de 60 años, proporción que será casi del 30% en 2030, según proyecciones oficiales). Eso sin contabilizar esta última ola migratoria.

 

“A Cuba se les escapan a raudales sus jóvenes, es decir, su futuro. El porvenir del país se ha hipotecado peligrosamente, y esto solo puede desembocar en más inestabilidad política y social”, asegura el también economista Ricardo Torres, que desde hace un año trabaja como investigador y académico en la American University de Washington y es uno de los talentos que ha buscado, temporalmente, nuevos horizontes fuera de su país. El problema de fondo, a su juicio, “radica en que la severa crisis actual tiene que ver con los problemas estructurales que aquejan a la isla por décadas”, y debido a ello la solución es muy compleja: “la corrección de estos desequilibrios requeriría audacia, capacidad en el sector público y muchos años de trabajo duro”.

 

Un profesor de una facultad tecnológica de La Habana retrata empíricamente la situación actual: “Cada vez que paso lista hay menos alumnos. Sus compañeros me dicen: ‘Profe, ese ya se fue, no diga más su nombre’. Según mi cálculo de bodeguero, en dos años se han marchado al menos el 30% del grupo”. Una camarera de una conocida paladar de La Habana, negocio que ha de renovar el personal cada pocos meses por el mismo éxodo, cuenta de forma muy gráfica su experiencia: “en mi WhatsApp ya no me quedan casi +53 [el código de Cuba], todos son +1 [el código de EEUU]. Y yo soy la próxima”.

 

La radiografía popular de lo que está sucediendo en la isla es tremebunda: colas inmisericordes, apagones (que afectan también al suministro de agua), desabastecimiento feroz, inflación asfixiante, basura sin recoger en las calles por la falta de combustible, horas de espera para desplazarse a cualquier lugar porque el transporte público no funciona por el mismo motivo, salarios que no alcanzan, escasez de medicamentos y deterioro de los servicios de salud, aumento de las protestas en las calles y gente que se va del país porque ya no aguanta más y vende la casa con todo dentro. Lo cuentan los cubanos en la calle sin que les preguntes, algo novedoso en un país donde hasta hace no mucho cada crítica pública era medida con pesa de joyero.

 

 “El capital político acumulado se va agotando. La confianza en la capacidad del gobierno de enderezar la situación se ha desvanecido ya ante los reiterados titubeos e incoherencias. Es verdad que el margen de maniobra es reducido, pero la ineptitud demostrada con las medidas antiinflacionarias ha agotado las esperanzas”, afirma el reputado sociólogo Carlos García Pleyán, que destaca que “a diario crecen las diferencias económicas y sociales y con ellas la radicalización política. El dialogo es cada día más difícil y la angustia ante el futuro, creciente”.

 

Como economistas, Everleny y Torres evalúan variables macroeconómicas que inciden en esta crisis, la más profunda vivida en Cuba desde de la desaparición del campo socialista, en los años noventa. La mayoría de los indicadores productivos en la isla son negativos, pero quizás el ejemplo más elocuente del descalabro estatal es la zafra azucarera, que en los años ochenta llegó a ser de 8 millones de toneladas anuales. Entonces funcionaban en el país más de 150 centrales azucareros, la mitad de los cuales fueron desmantelados a principios de este siglo. La zafra pasada sólo molieron 36 centrales y la cosecha fue de 480.000 toneladas, la peor en un siglo. En esta campaña trabajarán 23 fábricas azucareras y la meta es producir 450.000 toneladas, pero será difícil lograrlo pues el plan de siembra en noviembre solo se había cumplido en un 41%, según datos oficiales.

 

Debido a la extrema falta de divisas y de liquidez, la capacidad del Estado de importar bienes y alimentos se ha reducido en más de un 50% en relación a hace 10 años, lo que ha provocado un desabastecimiento leonino, con su correspondiente traducción en colas desesperantes y un aumento de los precios del mercado negro, agravados por la llamada Tarea Ordenamiento -impulsada por el Gobierno con el objetivo de lograr la unidad monetaria- que ha disparado la inflación.

 

Factores externos como la crisis mundial actual, los efectos de la pandemia o el recrudecimiento del embargo norteamericano – que le ha costado al país más de 6.000 millones de dólares en pérdidas en los primeros 14 meses del gobierno de Biden, según las autoridades-, han contribuido a hacer más profundo el precipicio. Pero, considera Torres, “el principal problema que tiene Cuba es que su modelo económico no ha evolucionado, y eso le impide aprovechar sus recursos internos e insertarse viablemente en el mundo”. Lo ratifica Everleny, que señala que el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas privadas, aprobadas en enero de 2021 después de diez años de espera, todavía enfrenta numerosas trabas y obstáculos aunque ya hay 5.600 autorizadas. “El sector privado es la gran reserva con que se cuenta, pero los cambios han sido demasiado lentos, para reactivar la economía hacen falta transformaciones decididas y radicales”, indica.

 

A juicio de la historiadora Alina Bárbara López, a diferencia de otras crisis, lo que marca ésta precisamente es “que la población ha perdido totalmente la esperanza, ven que el Gobierno es incapaz de introducir los cambios que el país necesita para que las cosas mejoren, y no son solo cambios económicos, sino también políticos. La gente no aguanta más, no ve futuro, es una crisis humanitaria: se van familias enteras, y gran parte son los jóvenes que más valen, los más emprendedores”.

 

En la calle no se habla de macroeconomía sino de sobrevivencia cotidiana, algo que se ha convertido en una tragedia para la mayoría. Un cardiólogo gana en Cuba aproximadamente 6.000 pesos mensuales (el salario mínimo es de 2.100 y el medio de 3.800). En los agromercados, donde rige la ley de la oferta y la demanda, los precios son astronómicos, pero dada la improductividad de las granjas estatales en estos agros es donde único puede uno surtirse de vegetales y viandas. En el barrio habanero del Vedado funciona uno de ellos. Una libra (453 gramos) de tomate cuesta ya casi 300 pesos. Una de cebolla, 280. La de frijoles negros, 120, y la de limón 200. El kilo de puerco, lleno de gordos, pasa de 800 pesos, un aguacate te sale a 50 pesos (si no es muy grande). Los precios suben cada día, y a las puertas de este agro los revendedores ofrecen el cartón de huevos a 1.600 pesos, la bolsa de pollo (4,5kg) a 2.500 y el litro de aceite vegetal a 700.

 

El dólar, que al comienzo de la tarea Ordenamiento, en enero de 2021, se cambiaba en el mercado negro a 35 o 40 pesos –la tasa oficial era en ese momento de 24 por uno-, subió a 115 en agosto de este año, y ahora se cambia a 175, aunque ha llegado a estar a 200. “El que no tiene dólares, que es la mayoría, está muy jodido”, dice un cubano de a pié, que afirma que quizá el asunto más crítico en este momento es el de los apagones. Desde hace meses en muchas zonas del interior del país los cortes del suministro eléctrico son de 12 horas diarias, o incluso más, debido al pésimo estado de las termoeléctricas por la falta de inversiones y la dejadez.

 


quarta-feira, 29 de dezembro de 2021

Famílias mudam estratégia em migração para os EUA e não querem voltar ao Brasil - Raquel Lopes, Ricardo Della Coletta e Pedro Ladeira (FSP)

 Países que "exportam" seus nacionais são países em declínio, ou decadentes. Tem algum outro nome para o caso do Brasil?

Paulo Roberto de Almeida

Famílias mudam estratégia em migração para os EUA e não querem voltar ao Brasil
Perfil dos que deixam o país agora inclui cidadãos qualificados que abandonam carreiras sem intenção de retorno
Raquel Lopes, Ricardo Della Coletta e Pedro Ladeira 

Folha de S. Paulo, 29.dez.2021 às 15h00

Gerente operacional de um hotel em Governador Valadares (MG), Eduardo José Fernandes Ramos, 59, foi para os Estados Unidos e lá ficou por 17 anos, de 1989 a 2006. Nesse período, chegou a morar um tempo no Canadá.

Sua intenção era ficar em território americano por alguns anos e depois voltar para o Brasil para seguir a vida com o dinheiro que guardou —quantia que lhe possibilitou comprar carro e casa no retorno.

"Quando você vai para lá e tem uma vida regrada, consegue fazer um bom dinheiro. Eu juntei algo e trouxe para cá", disse Ramos. Ele tem três irmãs que continuam morando nos EUA e conseguiram regularizar sua permanência no país.

Assim como ele, muitas pessoas de Governador Valadares e municípios da região, que historicamente têm o maior número de emigrantes, ficavam um tempo nos EUA e depois retornavam ao Brasil. Agora, famílias inteiras estão se mudando sem ter planos para voltar.

Isso tem causado, inclusive, o esvaziamento de cidades do leste de Minas Gerais. Em Tarumirim, que tem cerca de 14.500 habirantes, 1.800 famílias deixaram o município neste ano. Já em Alpercata, 5% da população foi embora, cerca de 350 pessoas.

"Esperar que as pessoas voltem só por ser a cidade natal deixou de ser importante. Elas não estão mais criando laços com o município", diz o prefeito de Alpercata, Rafael França.

O movimento de famílias que deixam o Brasil tem sido percebido por pesquisadores, autoridades políticas e policiais e por quem acolhe essas pessoas nos Estados Unidos. A Folha publicou reportagens nos últimos dias que permitem compreender esse cenário.

Sandra Nicoli, historiadora e mestra em gestão integrada do território, explicou que a emigração em Governador Valadares começou na década de 1960. Essa "cultura da migração" foi se espalhando para os municípios da região a partir do final da década de 1970.

Os anos 1980 registraram um grande crescimento no movimento de pessoas que escolhiam deixar o país devido à crise econômica brasileira —o período ficou conhecido como a "década perdida". À época, a maioria das pessoas que migravam era jovem, viajava sozinha e pensava em retornar ao Brasil.

Atualmente, o movimento de migração é caracterizado por um número maior de famílias se organizando para morar em definitivo nos EUA. O perfil predominante é de pessoas que buscam serviço braçal, mas há também cidadãos que deixam cargos públicos, empresas e microempresas para trás.

A decisão do retorno não está mais incluída no projeto migratório. Em muitos casos, as pessoas entram de forma irregular, mas há famílias com acesso legal aos Estados Unidos.

"São famílias que possuem uma condição financeira mínima, têm casa, carro, uma pequena empresa, propriedade rural, mas não enxergam uma perspectiva de futuro se continuarem vivendo no Brasil. A ideia do retorno não está permeada no projeto migratório, [as famílias] querem migrar e ficar", explicou a pesquisadora.

Nicoli apontou ainda que, depois do pico da emigração na década de 1980, o crescimento voltou a partir de 2015 devido a um cenário econômico, político e ambiental que acarretou essa decisão. No entanto, segundo a especialista, o auge desse movimento se deu a partir do ano de 2018.

Governador Valadares e municípios ao redor que fazem parte da bacia hidrográfica do Rio Doce foram afetados, em 2015, pela lama da Samarco, após o rompimento da barragem de rejeitos de minérios em Fundão, no distrito de Bento Rodrigues, em Mariana (MG).

Com o agravamento da atual crise econômica e política no Brasil, o crescimento do fluxo migratório continuou em 2019, mas foi reduzido em 2020 devido à crise sanitária e às medidas restritivas decorrentes da pandemia de Covid-19. No entanto, quem havia decidido emigrar e não o fez nesse período já estava se preparando para deixar o país em 2021, que registrou um salto no número de migrantes.

Nicoli acrescentou que, apesar de a maior parte dos migrantes brasileiros escolherem os EUA, desde os anos 2000 há outros destinos em alta, como Portugal, Itália e Inglaterra. Em território americano, Massachusetts ainda é o estado que abriga a maioria dos brasileiros no país.

Vivendo em Middlesex, no estado de Nova Jersey, Marcos Silva, 21, não pensa em voltar ao Brasil. Ele tem pai e dois irmãos morando legalmente nos EUA. Trabalhando no ramo de construção civil, chega a receber semanalmente US$ 1.120 (R$ 6.333) mesmo estando em situação irregular.

"Eu não vejo mais o Brasil como uma morada. Aqui [EUA] é totalmente diferente e a gente tem muito mais oportunidade, estou conseguindo viver tranquilamente", disse.

Silva chegou ao país no ano passado e contou com vantagens que nem todos os migrantes possuem quando tentam ir aos EUA: familiares em situação legal e uma estrutura mínima para recomeçar a vida.

Os que não podem contar com essa possibilidade frequentemente acabam contraindo dívidas enormes ao entrarem no país de forma irregular. Isso porque chegam a pagar até US$ 25 mil (R$ 141,3 mil) para pessoas que promovem a migração clandestina.

O cônsul-geral do Brasil em Boston, Benedicto Fonseca Filho, explicou à Folha que as famílias recém-chegadas aos EUA acabam se hospedando com parentes e amigos em condições precárias. "Muitas vezes em violação às regras de ocupação e de segurança locais, o que tem multiplicado os casos de ameaça de despejo", disse.

As pessoas que promovem a migração sempre arrumam um "jeitinho" para que o "cliente" consiga entrar em território americano. Fernandes Ramos conseguiu entrar "legalmente" em 1989 como turista, porém com um passaporte falsificado.

"Eles [agentes que promovem a migração irregular] tinham o passaporte com visto. Essa página foi colocada no passaporte que tem minha foto. Cheguei por vias legais e fiquei nessa situação até o tempo que o turista pode permanecer no país", contou Ramos.

Assim como ele, o produtor rural Aldair Martins, 70, entrou com o passaporte falsificado, embora tenha viajado para uma estadia temporária. No seu caso, os dois filhos já estavam nos EUA. "Hoje eu não penso em ir para lá. Um dia, quem sabe, posso tentar [conseguir legalmente] o visto. Na época, queria ver minhas netas e tinha vontade de ir para conseguir mais alguma coisa", explicou.

O delegado da Polícia Federal Cristiano Campidelli explicou que é praticamente impossível falsificar o passaporte desde que um novo modelo do documento passou a ser utilizado. Além de vários mecanismos de segurança, a versão atual possui um chip que impõe obstáculos aos falsificadores.

A atualização, no entanto, não impede estratégias para entrar nos EUA que independem da tecnologia. Campidelli explicou que ainda são muitas as pessoas que atravessam o deserto, pulam cercas e muros e cruzam rios de barco ou a nado de forma encoberta para não serem pegas pelas autoridades.

Depois que o ex-presidente Donald Trump determinou o fim da separação de famílias de imigrantes, porém, as pessoas que promovem a emigração passaram a usar crianças.

Dessa forma, cresceu o interesse pelo "cai cai", sistema em que a pessoa vai acompanhada de um parente em primeiro grau menor de idade, entrega-se às autoridades americanas e é liberada para responder ao processo em liberdade.

"Houve um 'boom' do 'cai cai' em 2019, na época do ex-presidente Donald Trump. Mas essa moda antiga, transpondo a fronteira seja pelo rio, deserto ou pulando cerca, nunca parou, também porque muitas pessoas não têm uma criança para levar", afirmou o delegado.

Há também quem se entrega sozinho aos agentes americanos para fazer uma solicitação formal de asilo. Nesses casos, é comum que os responsáveis por promover a emigração ilegal ensinem aos "clientes" táticas para convencer as autoridades. A estratégia mais comum é a alegação de que o solicitante está sendo ameaçado de morte no Brasil ou foi torturado por agentes públicos, como policiais e políticos.

https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2021/12/familias-mudam-estrategia-em-migracao-para-os-eua-e-nao-querem-voltar-ao-brasil.shtml

sábado, 11 de setembro de 2021

A diáspora brasileira - Taísa Szabatura e Vinícius Mendes (IstoÉ)

 A diáspora brasileira

Nunca tantos brasileiros foram morar no exterior: são 4,2 milhões só na última década. E como expressão do desalento com o Brasil, a maioria deles não têm planos de voltar
Taísa Szabatura e Vinícius Mendes 
IstoÉ, 10/09/21 - 09h30 - Atualizado em 10/09/21 - 12h09

“Dificilmente voltaremos”, é a frase mais comum de se ouvir de famílias brasileiras morando fora do País. Ela tem sido dita também porque muitas delas engrossam um dado histórico: o número de brasileiros morando no exterior nunca foi tão alto como agora, segundo levantamento feito pelo Itamaraty. Até o fim de 2020, 4,21 milhões de pessoas haviam deixado o Brasil — um aumento de 35% em relação a 2010, quando este número era de 3,12 milhões. Foi o caso de Adriana Tanzi, de 49 anos: ela não pensava em morar fora até meados de 2019, mesmo possuindo cidadania europeia. No entanto, quando o orçamento doméstico caiu, em meio à crise econômica, ela e o marido, o soldador Edson Monteiro, de 54, resolveram partir junto com a filha, Vitória, de nove anos, para a Itália. “No começo foi difícil.Nós não falamos o idioma e ainda veio a pandemia”, relata. Hoje, um ano e meio depois, a situação é mais tranquila: vivendo em Mântua, na Lombardia, Edson voltou a trabalhar e Adriana já está no processo de validação de seu diploma.

A psicóloga Monise Valzacchi, de 32 anos, por sua vez, foi ao lado do namorado, o nutricionista Felipe Jorge Melo, de 31, para a Austrália em setembro de 2014, quando o Brasil já estava em crise. O objetivo inicial era estudar inglês, mas eles acabaram ficando em busca de uma residência permanente na cidade de Perth, uma das maiores do país. O processo demorou, mas saiu no começo desse ano, quando eles, enfim, compraram uma casa. Agora estão esperando a primeira filha, que vai nascer em novembro. “Nunca imaginamos que teríamos condições de comprar um imóvel como o nosso por aqui, mas deu certo”, diz Monise. Já o futuro pai, engenheiro, não quer deixar mais a vida australiana. “Mesmo na hipótese de que tudo desse errado, faríamos o possível para não voltar. Desde que nós chegamos, temos o mesmo pensamento: não estamos aqui para passear”.

Destinos brasileiros
Para o antropólogo Igor Renó Machado, professor da Universidade Federal de São Carlos (UFSCar), o crescimento da presença brasileira no exterior se explica, principalmente, pela falta de perspectivas no País. Esse fenômeno tem se acentuado nos últimos anos. Pelo levantamento do Itamaraty, por exemplo, apenas entre 2018 e 2020, cerca de 625 mil pessoas deixaram o Brasil em direção a outros países — o que representa 14% do total de saídas nacionais em toda a década passada. “No início de 2010 havia até gente voltando. Mas, depois de 2016, quando as condições por aqui se deterioraram, começou uma saída violenta em busca de uma nova vida lá fora”, diz. Os Estados Unidos abrigam quase metade (42%) da população. Em números absolutos, trata-se de 1,77 milhão de pessoas.

No Canadá, a ida de brasileiros capacitados, em grande parte no setor de tecnologia, é até incentivada pelo governo. Foi esse chamado que atraiu o casal de desenvolvedores Bárbara Lourenço, de 28 anos, e Thiago de Lima Pacheco, de 27, por exemplo. Quando ele conseguiu um emprego na área em Montreal, no fim de 2019, os dois se casaram correndo para terem acesso ao visto canadense. Hoje, não querem voltar. “Aqui há segurança até para esperar um ônibus à noite”, justifica Bárbara. “Apesar disso, a saúde pública é mais burocrática. Eu prefiro o SUS”, confessa Thiago.

Mas o fenômeno ganhou mesmo força em Portugal. O país concedeu residência a 42,2 mil cidadãos do Brasil somente em 2020, segundo números oficiais. Hoje, 183,9 mil brasileiros — quase um terço do total de estrangeiros — vivem no país europeu. “O boom dessas chegadas aconteceu entre 2014 e 2018, quando elas triplicaram”, diz o advogado Felipe Tramujas, que, de Lisboa, ajuda brasileiros que buscam estabilidade em solo português. Neste período, porém, ele viu o perfil dos migrantes se transformar. “São pessoas já formadas e com filhos, sem contar o alto número de aposentados”, conta.

Um desses brasileiros é o executivo William Silva, de 33 anos. Ele mandou mais de 500 currículos até conseguir ser contratado por uma empresa em Lisboa, em 2019. “Eu vivia bem no Rio de Janeiro, mas a corrupção e a violência eram intransponíveis”, explica. A esposa, Bianca Costa, busca agora a revalidação do diploma, enquanto a filha, Júlia, de cinco anos, já está matriculada em uma escola pública. Nessa toada, o prefeito de Braga tem incentivado a migração brasileira como forma de lidar com o envelhecimento da população local. Logo após a eleição de Jair Bolsonaro, em 2018, ele escreveu um artigo que resumia esse acolhimento com um trocadilho: “Bem-vindos ao Braguil”.

https://istoe.com.br/a-diaspora-brasileira/


sábado, 13 de dezembro de 2014

Book review: Maxine Margolis: Goodbye, Brazil: emigrantes brasileiros no mundo (resenha em Mundorama)

MARGOLIS, Maxine L.:
Goodbye, Brazil: emigrantes brasileiros no mundo
São Paulo: Contexto, 2013. ISBN 978-85-7244-813-0

Análise de uma americana sobre a migração brasileira, de Maxine Margolis,
por Carla Alexsandra do Carmo Ribeiro
Mundorama,  12 de dezembro de 2014

Lançado em 2013, “Goodbye, Brazil. Emigrantes brasileiros no mundo”, revela as distinções e variáveis na migração brasileira. A obra contempla um dos assuntos mais importantes nos estudos migratórios atuais: o retorno de milhares de brasileiros devido à crise financeira mundial.

Acompanhamos na mídia televisiva e em outros meios de comunicação, a crescente migração de Haitianos, Sírios e Africanos em direção ao Brasil. Impulsionados por diversos problemas em seus países de origem e com a propaganda positiva do Brasil no exterior, imigrantes chegam todos os dias, atravessam nossas fronteiras e demandam do Estado brasileiro ações rápidas de acolhimento, colocação laboral e documentos legais. Enquanto absortos na questão dos recém-chegados, talvez esquecemo-nos dos milhares de brasileiros que vivem no exterior e que, por conta da crise financeira mundial e de outros eventos exógenos como o terremoto e o tsunami no Japão, tem retornado para o Brasil. Estima-se que de 300 a 400 mil brasileiros voltaram para casa desde 2007.

Para nos relembrar dos milhares de brasileiros migrados, Maxine Margolis escreve “Goodbye, Brazil – Emigrantes brasileiros no mundo”, Editora Contexto, 2013, com uma precisão e riqueza de argumentos que surpreende àqueles que descobrem a autora americana e não, brasileira. Natural de Manhattan, a antropóloga trabalha com a temática migratória desde 1980 e percorreu diversos Estados americanos em busca de brasileiros que para lá migraram almejando melhores condições de vida.

Contudo, engana-se quem pense que Margolis tratará apenas dos brasileiros migrados para os Estados Unidos da América. Nesse recente trabalho, a autora vai além. Primeiro, a estrutura de sua obra mostra-se muito bem feita, demonstrando que o estudo das migrações internacionais é, tal qual seu objeto, universal. Destarte, a autora não só retoma o contexto histórico da migração para os Estados Unidos, como também abre espaço para outros destinos: Europa continental, Inglaterra, Irlanda, Japão, Austrália e países da América do Sul, especialmente, a questão da migração de brasileiros para o Paraguai, chamados de “Brasiguaios”.

Segundo fator interessante diz respeito às peculiaridades reveladas pela autora ao demonstrar que as contradições entre as classes sociais se reproduzem também no contexto migratório.  Apoiada por uma pesquisa documental, bibliográfica e empírica, Margolis dedica um subtítulo para relacionar a classe social e a emigração, de modo a fundamentar que há uma animosidade ou mesmo uma cisão entre brasileiros de classes sociais diferentes dentro do mesmo limite geográfico.

A autora recorre a Roberto DaMatta, antropólogo brasileiro, para demonstrar que a sociedade brasileira se preocupa com a posição social e que essa preocupação é levada na bagagem dos migrados. Um dos exemplos mais perceptíveis àqueles que refletem a questão pode ser verificado quanto à migração de brasileiros para a Flórida, especialmente Miami.

É sabido que nesse espaço há duas diferentes classes sociais: a dos brasileiros com capital e que investem na cidade comprando imóveis e se declaram pertencentes a um “nível mais alto” e, por outro lado, seus compatriotas pobres de Pompano Beach e Deerfield Beach, os quais os “de nível mais alto” se referem de forma pejorativa como “mineirada” ou a “gangue de Minas Gerais” (MARGOLIS, 2013, p.71). Outra construção social analisada é a raça, além de variáveis como escolaridade e gênero.

Crianças e adolescentes têm surgido nos estudos da migração internacional como novos atores no cenário migratório. Margolis não se mostra indiferente a eles e traz para o debate a questão das crianças que acompanham os pais na experiência migratória. Revela a emergência da chamada “Geração 1.5”, crianças que migraram ainda muito pequenas com os pais e que são inseridas na sociedade de destino, iniciam o seu processo educacional e cognitivo em um idioma que geralmente não têm domínio, mas que absorvem o ethos social, os valores daquela sociedade e que, com o passar do tempo, já não se reconhecem mais como integrantes da sua sociedade original. Da mesma forma, as crianças da “Segunda Geração”, filhos de brasileiros nascidos nos Estados Unidos da América, Portugal, Itália ou Japão, que muitas vezes não falam o português e que, como aduz a autora, ainda é muito cedo para dizer se as crianças nascidas no exterior seriam um impeditivo para que os pais decidissem por “voltar para casa”.

O terceiro fator interessante da obra de Margolis está descrito em um capítulo dedicado exclusivamente ao tema da religião. Se antes falávamos nas redes sociais, grupo de amigos ou parentes já migrados e que ajudavam outros a chegarem, minimizando custos e o tempo gasto com a busca por postos de trabalho no país de destino, os laços que unem e agrupam milhares de brasileiros na migração dos últimos anos tem sido a religião. São nos templos evangélicos e nas comunidades católicas brasileiras que se encontram os centros de convergência mais poderosos das comunidades brasileiras no exterior. As dificuldades cotidianas como a barreira do idioma, a xenofobia, a inserção na sociedade de destino, dificuldades em conseguir trabalho, situação legal irregular, insuficiência alimentar ou econômica são impulsos que levam os brasileiros a procurarem ajuda nas igrejas ou templos, pois esses funcionam como verdadeiros centros de assistência social, refúgio e apoio psicológico, centros comunitários onde se pode adorar e celebrar e onde todos são bem-vindos, independente de classe social.

Finalmente, o capítulo que faz dessa obra de Margolis uma obra essencial àqueles que estudam a migração internacional no Brasil é o último capítulo titulado “Hoje aqui e amanhã… quem sabe?”. Demonstrando sua competência no estudo da migração brasileira, a antropóloga nova-iorquina alia diversos estudos de conceituados mestres e acadêmicos brasileiros para descrever o recente movimento de brasileiros que voltam para o Brasil, motivados pela crise financeira mundial que fechou postos de trabalho nos países centrais, prejudicando diretamente os trabalhadores imigrantes que são os primeiros a perderem o trabalho, dando lugar para os nativos que antes não queriam assumir funções, muitas vezes, de baixa qualificação.

O retorno é uma nova migração. A autora analisa vários problemas relativos ao retorno. A Síndrome do Regresso é uma delas. Após a experiência migratória – geralmente para países centrais onde os problemas sociais são menos evidentes ou até mesmo, inexistentes, ou a máquina burocrática funciona de forma eficiente, onde não há problemas com a segurança pública – os brasileiros percebem uma forte mudança na forma como veem o mundo. A alteração na sua visão de mundo também altera o ânimo desse indivíduo levando-o à tristeza e muitas vezes, a depressão.

Muitos brasileiros partem novamente do país. Retornam onde estavam. Muitos recorrem a migração irregular. Tornam-se invisíveis para o país de destino e também para o Brasil, contribuindo para que o número de brasileiros migrados não seja próximo ao exato ou corresponda à realidade. Destarte, quando se fala do número de brasileiros no exterior, fala-se em estimativas.

A contribuição da autora mostra-se exemplar ao tocar em um ponto crucial para os brasileiros que retornam que é a questão das iniciativas governamentais de apoio aos brasileiros migrados. Margolis aponta as cartilhas do Governo Federal, em especial a cartilha “Guia de Retorno ao Brasil”, 2010, do Ministério das Relações Exteriores, com um incontestável equívoco: não diz claramente a quem se destina. Ao informar aos brasileiros que retornam sobre os serviços federais ou programas sociais como o Bolsa-Família, a autora aponta que “… nenhum deles é dirigido especificamente a migrantes repatriados…” e que o Bolsa-Família é “… um programa a que pouco provavelmente brasileiros repatriados estejam aptos a se candidatar” (MARGOLIS, 2013,p.263).

Ao expor a contradição entre o que é oferecido como informação ou orientação aos brasileiros no exterior e a realidade desses, a autora revela também a necessidade de estudos mais profundos quanto à realidade dos brasileiros migrados, suas distinções e variáveis pois, os brasileiros que migraram para os Estados Unidos da América, detentores de um Green Card e investiram em um imóvel na Flórida são diferentes dos brasileiros que migraram para o mesmo país atravessando a fronteira com o México, guiados pela astúcia de um coiote; que são diferentes dos primeiros trabalhadores decasséguis que seguiram para as fábricas de automóveis e as indústrias de transformação no Japão no final da década de 1980 e início da década de 1990 e que pelo Japão ficaram, tornando-se permanentes e não mais transientes; que são diferentes dos milhares de brasileiros que migraram para a Europa, com dupla cidadania ou são “sin papeles” na Espanha; que são diferentes dos brasileiros, em especial Paraenses, que atravessam o rio na fronteira com a Guiana Francesa para as minas de ouro e diamantes; que são diferentes dos brasileiros que foram estudar na Austrália e por lá ficaram e, finalmente, que são diferentes dos brasiguaios ou dos brasileiros que migraram para outros países da América do Sul, para cursarem as faculdades de Medicina nos países vizinhos ou não.

Margolis plantou uma semente. Essa semente já germina em estudos acadêmicos que procuram demonstrar aos formuladores de políticas públicas no Brasil, a necessidade de se fomentar e produzir estudos condizentes com a realidade complexa da migração brasileira. Há inúmeras outras informações e orientações que poderiam ser contempladas nas cartilhas e, essas cartilhas poderiam ter uma maior divulgação.

O Brasil está na contramão da retórica dos países centrais ao privilegiar a crescente imigração de estrangeiros, mas cumpre o seu papel humanitário como ator importante no cenário internacional. É preciso também que não se esqueça de seus nacionais ainda que esses estejam além de suas fronteiras.

Carla Alexsandra do Carmo Ribeiro é mestranda em Política Social pela Universidade Federal de Mato Grosso – UFMT

sábado, 18 de maio de 2013

Goodbye Brazil: um livro sobre a emigracao brasileira - Maxine L Margolis

Vale a pena ler, o que ainda não fiz, mas pretendo fazer:


Goodbye, Brazil: Emigres from the Land of Soccer and Samba (Paperback)

Maxine L Margolis

Madison: University of Wisconsin Press, 2013. 


Brazil, a country that has always received immigrants, only rarely saw its own citizens move abroad. Beginning in the late 1980s, however, thousands of Brazilians left for the United States, Japan, Portugal, Italy, and other nations, propelled by a series of intense economic crises. By 2009 an estimated three million Brazilians were living abroad?about 40 percent of them in the United States. Goodbye, Brazil is the first book to provide a global perspective on Brazilian emigration. Drawing and synthesizing data from a host of sociological and anthropological studies, preeminent Brazilian immigration scholar Maxine L. Margolis surveys and analyzes this greatly expanded Brazilian diaspora, asking who these immigrants are, why they left home, how they traveled abroad, how the Brazilian government responded to their exodus, and how their host countries received them. Margolis shows how Brazilian immigrants, largely from the middle rungs of Brazilian society, have negotiated their ethnic identity outside Brazil. She argues that Brazilian society outside Brazil is characterized by the absence of well-developed, community-based institutions - with the exception of thriving, largely evangelical Brazilian churches. Margolis looks to the future as well, asking what prospects at home and abroad await the new generation, children of Brazilian immigrants with little or no familiarity with their parents' country of origin. Do Brazilian immigrants develop such deep roots in their host societies that they hesitate to return home despite Brazil's recent economic boom?; or have they become true transnationals, traveling between Brazil and their adopted lands but feeling not quite at home in either one?

sábado, 6 de abril de 2013

Emigracao de judeus: um dos sinais de decadencia nacional...

A decadência de Espanha e Portugal começou no dia em que seus dirigentes decidiram expulsar (ou cristianizar à força) os judeus. Nunca mais se recuperaram.
Os judeus ibéricos foram para os Países Baixos, Inglaterra, França, e lá prosperaram e deram grandes contribuições a essas nações.
Portugal e Espanha afundaram no retrocesso, na contra-Reforma, no obscurantismo. Bem feito.
Agora parece que a Venezuela segue o mesmo caminho, para não falar da Argentina...
Paulo Roberto de Almeida

Venezuela: quase dois terços da comunidade judaica sairam do País
Osias Wurman
Rua Judaica, 4 de abril de 2013

Durante a última década, milhares de judeus venezuelanos foram para a Flórida, impulsionados para outros países pela alta taxa de criminalidade e o crescente antissemitismo em grande resultado das constantes e duras críticas de Chávez contra Israel e a proximidade e aliança com o iraniano Mahmoud Ahmadinejad.
Na década de 1990 cerca de 25.000 judeus viviam na Venezuela – e atualmente este número está reduzido para apenas 9.000, de acordo com a CAIV, o grupo que representa os judeus venezuelanos.
"Não é possível dizer se daqui a 10 anos somente ficarão metade, mas neste momento a tendência é diminuir, o que é muito preocupante para nós como comunidade", disse Efraim Lapscher, vice-presidente da CAIV.
Porém muitos judeus estão determinados a ficar na Venezuela, pois lá têm negócios, tem um sentimento de pertencer à cultura do país e uma impressionante variedade de instituições judaicas meticulosamente construídas ao longo de décadas. No entanto, a crescente incerteza após a morte de Chávez no mês passado, poderá ocasionar para que mais deixem o país para se juntarem aos seus amigos e famílias que vivem no exterior, muitos deles na Flórida.
Apenas três horas de avião separam Caracas de Miami, que tem um clima semelhante, o espanhol é uma língua amplamente falada e é o lar de uma grande comunidade judaica, o que tornou o local o favorito entre os judeus venezuelanos à procura de um novo começo.
Flórida pode ser o destino preferencial dos judeus venezuelanos, muitos dos quais viviam em Caracas, mas não é de modo algum o único. Pequenas comunidades de judeus venezuelanos exilados foram formadas no Panamá, Colômbia, Costa Rica e Guatemala - países de língua espanhola, com pequenas, mas robustas populações judaicas.
E claro muitos foram para Israel. De acordo com a Agência Judaica 1.290 venezuelanos foram morar no Estado judeu desde 1999, número que não inclui os judeus venezuelanos que já eram cidadãos israelenses antes de se mudarem. Um funcionário da Agência disse que o número de judeus desta última categoria é "considerável".
E alguns judeus venezuelanos conseguiram obter sucessos significativos em seus países de adoção.
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Reportagem completa:
Era Pós-Chávez, e os Judeus da Venezuela

SunnyIsles Beach, na Flórida (JTA) - Sentado em uma cafeteria Starbucks nesta pequena cidade ao norte de Miami Beach, Paul Hariton relembra a noite dramática em 2002, quando ele e sua esposa decidiram a deixar a Venezuela na qual nasceram.

O líder esquerdista Hugo Chávez, tinha recém voltado ao poder após um golpe fracassado contra ele, e os Haritons temiam as consequências políticas.

"Pensamos que ele não voltaria", disse Hariton, de 56 anos. "Foi quando voltávamos de uma grande manifestação da oposição no centro da cidade, onde várias pessoas levaram tiros, incluindo um membro da comunidade. Uma menina foi baleada na cabeça, e felizmente sobreviveu".

E no dia seguinte os Haritons estavam na Flórida, e onze anos depois, eles ainda lá estão."Para os meus filhos foi muito bom", afirmou Hariton. "Meu filho mais velho está na faculdade de Medicina, minha filha acabou de se formar e está trabalhando num banco. E o meu filho mais novo de 17 anos está se preparando para entrar na universidade".

Durante a última década, milhares de judeus venezuelanos seguiram o mesmo caminho, impulsionados para outros países pela alta taxa de criminalidade e o crescente antissemitismo em grande resultado das constantes e duras críticas de Chávez contra Israel e a proximidade e aliança com o iraniano Mahmoud Ahmadinejad.

Na década de 1990 cerca de 25.000 judeus viviam na Venezuela – e atualmente este número está reduzido para apenas 9.000, de acordo com a CAIV, o grupo que representa os judeus venezuelanos. "Não é possível dizer se daqui a 10 anos somente ficarão metade, mas neste momento a tendência é diminuir, o que é muito preocupante para nós como comunidade", disse Efraim Lapscher, vice-presidente da CAIV.
Porém muitos judeus estão determinados a ficar na Venezuela, pois lá têm negócios, tem um sentimento de pertencer à cultura do país e uma impressionante variedade de instituições judaicas meticulosamente construídas ao longo de décadas. No entanto, a crescente incerteza após a morte de Chávez no mês passado, poderá ocasionar para que mais deixem o país para se juntarem aos seus amigos e famílias que vivem no exterior, muitos deles na Flórida.
Apenas três horas de avião separam Caracas de Miami, que tem um clima semelhante, o espanhol é uma língua amplamente falada e é o lar de uma grande comunidade judaica, o que tornou o local o favorito entre os judeus venezuelanos à procura de um novo começo.

Muitos dos recém-chegados se associaram ao Centro Comunitário Judaico Michael-Ann Russel, em North Miami Beach, que é bastante parecido com a Hebraica, existente em Caracas. Embora não tendo os cenários que rodeiam a Hebraica –principalmente por causa da sua localização no exuberante sopé da montanha Ávila - as quadras de tênis, piscina, os prédios bem conservados e o descontraído estilo de vida são bastante semelhantes.
"E lá existem muito mais coisas e não apenas para o esporte", disse Ariel Bentata, judeu que veio da Venezuela e é presidente do CCJ. "Agora se tornou um local de encontro, de reunião, e isso é uma grande mudança, pois foi algo que os judeus venezuelanos trouxeram da Hebraica".
Na verdade, os Caraquenhos encontram muitos rostos familiares por aqui. O Rabino Pynchas Brener foi o rabino chefe da principal sinagoga ashkenazide Caracas por 44 anos até quando se aposentou há dois anos quando já tinha quase 80 anos.

"Eu poderia ter ficado por mais três anos", disse Brener. "Mas eu não quis, basicamente por causa da tremenda insegurança pessoal [em Caracas], e eu já tenho oito dos meus nove netos vivendo aqui. É por isso que eu vim".
Flórida pode ser o destino preferencial dos judeus venezuelanos, muitos dos quais viviam em Caracas, mas não é de modo algum o único. Pequenas comunidades de judeus venezuelanos exilados foram formadas no Panamá, Colômbia, Costa Rica e Guatemala - países de língua espanhola, com pequenas, mas robustas populações judaicas.
E claro muitos foram para Israel. De acordo com a Agência Judaica 1.290 venezuelanos foram morar no Estado judeu desde 1999, número que não inclui os judeus venezuelanos que já eram cidadãos israelenses antes de se mudarem. Um funcionário da Agência disse que o número de judeus desta última categoria é "considerável".
E alguns judeus venezuelanos conseguiram obter sucessos significativos em seus países de adoção.

O cineasta venezuelano Jonathan Jakubowicz está trabalhando em um filme estrelado por Rober De Niro e Gael Garcia Bernal. Michel Kreiselfaz parte da equipe de efeitos especiais que ganhou um Oscar pelo "A Vida de Pi". Moisés Naim, ex-ministro de desenvolvimento da Venezuela, é agora um associado sênior do ‘Carnegie Endowment for International Peace’ em Washington e colunista respeitado do jornal espanhol El Pais.
"Na maior parte vieram as pessoas mais idealistas ou com parentes aqui", disse Maor Melul, de 37 anos, um engenheiro de computação que se mudou em janeiro para Israel vindo de Caracas. "As pessoas que têm bastante dinheiro vão para Miami. E, geralmente, os que foram para o Panamá e Costa Rica estão esperando para voltar para a Venezuela se as coisas lá melhorarem".
Melul se apaixonou por Tel Aviv quando lá permaneceu em uma estadia anterior. A maioria dos seus amigos em Israel é do Brasil, mas se as pessoas o confundem com um brasileiro, ele é rápido em corrigi-los.

"No meu quarto tenho uma boneca de barro indígena com as cores da bandeira da Venezuela e as estrelas", disse ele. "Na minha mesa de jantar eu tenho uma bandeira venezuelana. E, claro, há o time de futebol venezuelano. Eu usava a camiseta do time quando fiz aliá. Gosto de mostrar as suas cores, que são as venezuelanas".
Na maior parte do tempo, Melul não mais se sente separado do lugar que ele havia chamado de lar por décadas. A maioria da sua família e amigos morreu ou emigrou. Apenas ocasionalmente ele sente uma nostalgia, como quando ele olha para álbuns com fotos antigas."Eu olho para fotos de coqueiros e o mar, e penso como eu gostaria de lá estar agora", disse ele. "Mas já não dá mais".
Hariton acredita a maioria dos judeus venezuelanos não voltarão, mesmo se as coisas lá melhorarem. Eles já estão adaptados aos seus novos lares, disse ele, e só de vez em quando se lembram do seu país de nascimento. "Tenho saudades do que eu tinha, mas que agora não estão mais lá", disse Hariton. "A comunidade e o país que tínhamos não estão mais lá".

quarta-feira, 28 de julho de 2010

Os brasileiros do exterior: censo vai determinar quantos...

Meu pequeno comentário introdutório (como de hábito):

O Brasil foi, durante quatro séculos, um país de imigração, acolhendo milhões de estrangeiros, entre eles os milhões de escravos -- durante três séculos de forma involuntária -- que estão na origem de sua população afro-descendente, mas também milhões de europeus e centenas de milhares de asiáticos ou de outras origens, conformando uma população única em sua composição, cultura, imbricação de tradições e religiões. O Brasil é, de fato, um grande cadinho de povos e de etnias.
Não obstante essa formidável mistura, que faz do Brasil, justamente, um país único, alguns racistas contemporâneos estão tentando separar todas essas etnias, e criar uma legislação aplicada ao que eles, os racistas, chamam de "negros", numa terrível e indevida incorporação de milhões de mulatos (chame-os como quiser, eles são misturados com brancos, índios, asiáticos, whoever...) ao componente negro original (e jamais "puro", como eles pretendem, numa trágica reprodução da ideologia nazista, ou seja, racista-hitlerista).
Em todo caso, depois de toda essa imigração, inacreditavelmente bem sucedida na incorporação indiscriminada de milhões de estrangeiros, que se misturaram com os locais para fazer o brasileiro que conhecemos hoje, pessoas absolutamente misturadas -- o que constitui um milagre quando pensamos em outros países que mantém guetos e outras situações discriminatórias --, o Brasil se converteu em um país de emigração, enviando seus filhos (também misturados) para o exterior, seja por razões de crise econômica, seja por violência exagerada, por desesperança no futuro do país, o fato é que outras centenas de milhares de brasileiros foram para o exterior, numa situação de emigração econômica na maior parte dos casos, que acabou convertendo-se em vida permanente.
Ainda assim, muitos permanecem brasileiros, como os descendentes de japoneses que vão trabalhar no Japão e que NÃO SÃO japoneses e sim brasileiros...
Agora se trata de verificar, contar, identificar quem são, quantos são, como vivem os brasileiros do exterior.
É o que o próximo censo vai mostrar.
Eu também espero, sinceramente, que ele demonstre que os brasileiros são assim, misturados, totalmente sem preconceitos, sem discriminações mentais e desejosos de se misturar, a despeito de todos os problemas. Estou perfeitamente consciente de que existem muitos racistas, EM TODAS AS ETNIAS E SITUAÇÕES, mas que a maioria da população brasileira não é racista, nem deseja a separação das etnias formadoras do povo brasileiro, como alguns racistas supostamente negros estão querendo forçar no Brasil atualmente, com a aprovação do chamado Estatudo da (Des)Igualdade Racial. O mais incrível é que o senador que apoia vivamente a ideia é um mulato, um cidadão perfeitamente misturado, e que agora se pretende negro e pretende que todos os brasileiros o sigam em suas propostas racistas.
Todos reclamamos, no Brasil, das leis que "não pegam", aliás para desgosto, em algumas situações, quando a legislação é necessária para criar uma situação de melhor bem-estar social. Neste caso específico, gostaríamos que esse estatuto odiosamente racista, essa lei celerada "não pegue", seja ignorado pela mioria do povo brasileiro, pois ela é capaz de produzir maior "mal-estar".
Viva o povo brasileiro, absolutamente multirracial, misturado, mulato e antiracista...
Paulo Roberto de Almeida
(Shanghai, 29.07.2010)

Censo 2010 quer descobrir quantos brasileiros vivem fora do país
Agência Senado, Segunda-feira, 26 Julho 2010

RIO - Quantos brasileiros moram no exterior e em quais países? O Censo Demográfico 2010, que o IBGE leva a campo a partir do dia 1º de agosto, tentará responder pela primeira vez a essa pergunta, que até hoje tem respostas muito parciais. O esforço de estimativa mais consistente e recente foi feito em 2008.

O Ministério das Relações Exteriores (MRE) computou 3.040.993 pessoas vivendo em 117 países nos quais existe representação diplomática brasileira. O ministério informa na pesquisa "Brasileiros no Mundo - Estimativas" que o levantamento é baseado em "informações locais (quando disponíveis), tais como levantamentos oficiais, estimativas feitas por organizações não governamentais ou pesquisas conduzidas pela mídia, ou em projeções feitas pelas embaixadas e consulados do Brasil".

O próprio ministério admite que entre as limitações do levantamento está o fato de que muitos brasileiros que vivem em situação irregular fora do país não procuram as representações do país no exterior temendo serem descobertos e repatriados.

O Censo vai perguntar no questionário básico, aquele que será aplicado em todos os domicílios do país, se alguma pessoa que ali residia estava morando em outro país no dia 31 de julho de 2010 (dia anterior ao início da pesquisa). Caso a resposta seja afirmativa, o recenseador perguntará o nome da pessoa (ou das pessoas), sexo, ano de nascimento, ano no qual deixou o Brasil pela última vez e o país onde está morando. A contagem de brasileiros morando no exterior é apenas uma das novidades do Censo 2010, o primeiro totalmente informatizado da história. Entre as novidades no conteúdo do Censo estarão também um bloco de perguntas definindo etnia e língua falada pelas pessoas que se declararem indígenas.

Maria Vilma Salles Garcia, coordenadora de logística do Censo, destacou ainda que haverá a possibilidade de os questionários do Censo 2010 serem respondidos via internet, sendo necessário que a pessoa interessada receba um código diretamente do recenseador. Mas o IBGE não está muito animado com a novidade.
Nos testes realizados aqui, e nas experiências de outros países, como Austrália e Espanha, apenas cerca de 15% dos que optaram por responder via internet cumpriram o combinado. Caso o questionário não seja respondido on-line, o recenseador terá que procurar novamente o domicílio para coletar os dados diretamente.

Brasileiros no exterior poderão ser segurados facultativos da Previdência
Revista Oriundi, 23/07/10

Os mais de dois milhões de brasileiros que vivem em outros países poderão passar a contar com o direito de se filiar, como segurados facultativos, à Previdência Social. A possibilidade está prevista no Projeto de Lei do Senado 86/10, de autoria do senador Geraldo Mesquita Júnior (PMDB-AC), que está tramitando na Comissão de Relações Exteriores e Defesa Nacional.

O projeto, que ainda está sendo analisado por seu relator na comissão, senador José Agripino (DEM-RN), modifica a Lei 8212/91, para garantir a possibilidade de filiação à Previdência de "brasileiros emigrados ou residentes permanentes em outros países". Atualmente, são admitidos como segurados facultativos os maiores de 14 anos, desde que não enquadrados nos casos de segurados obrigatórios da Previdência.

Em defesa de seu projeto, que ainda vai tramitar na Comissão de Assuntos Sociais (CAS), em decisão terminativa, Mesquita lembra que os brasileiros emigrados ou residentes no exterior enviam ao país cerca de US$ 6,5 bilhões por ano, segundo informações do Fundo Monetário Internacional relativas a 2005.
O senador observa ainda que a situação jurídica dos brasileiros no exterior é bastante diversificada. Existem os que possuem visto de residência temporário e os que contam com visto de residência permanente e permissão para o trabalho.
Mas "grande parte" dos emigrados, lembra Mesquita, "vive ilegalmente, sofrendo as consequências dessa condição". (Agência Senado)