E já que estamos falando de nobelizados da literatura, um pouco de informação pode vir a calhar...
Laureados com o prêmio Nobel de literatura de 1901 a 2009
* 2009 Herta Müller
* 2008 JMG Le Clézio
* 2007 Doris Lessing
* 2006 Orhan Pamuk
* 2005 Harold Pinter
* 2004 Elfriede Jelinek
* 2003 J. M. Coetzee
* 2002 Imre Kertész
* 2001 V. S. Naipaul
* 2000 Gao Xingjian
* 1999 Günter Grass
* 1998 José Saramago
* 1997 Dario Fo
* 1996 Wislawa Szymborska
* 1995 Seamus Heaney
* 1994 Kenzaburo Oe
* 1993 Toni Morrison
* 1992 Derek Walcott
* 1991 Nadine Gordimer
* 1990 Octavio Paz
* 1989 Camilo José Cela
* 1988 Naguib Mahfouz
* 1987 Joseph Brodsky
* 1986 Wole Soyinka
* 1985 Claude Simon
* 1984 Jaroslav Seifert
* 1983 William Golding
* 1982 Gabriel García Márquez
* 1981 Elias Canetti
* 1980 Czeslaw Milosz
* 1979 Odysseus Elytis
* 1978 Isaac Bashevis Singer
* 1977 Vicente Aleixandre
* 1976 Saul Bellow
* 1975 Eugenio Montale
* 1974 Eyvind Johnson, Harry Martinson
* 1973 Patrick White
* 1972 Heinrich Böll
* 1971 Pablo Neruda
* 1970 Alexandr Solzhenitsyn
* 1969 Samuel Beckett
* 1968 Yasunari Kawabata
* 1967 Miguel Angel Asturias
* 1966 Shmuel Agnon, Nelly Sachs
* 1965 Mikhail Sholokhov
* 1964 Jean-Paul Sartre
* 1963 Giorgos Seferis
* 1962 John Steinbeck
* 1961 Ivo Andric
* 1960 Saint-John Perse
* 1959 Salvatore Quasimodo
* 1958 Boris Pasternak
* 1957 Albert Camus
* 1956 Juan Ramón Jiménez
* 1955 Halldór Laxness
* 1954 Ernest Hemingway
* 1953 Winston Churchill
* 1952 François Mauriac
* 1951 Pär Lagerkvist
* 1950 Bertrand Russell
* 1949 William Faulkner
* 1948 T.S. Eliot
* 1947 André Gide
* 1946 Hermann Hesse
* 1945 Gabriela Mistral
* 1944 Johannes V. Jensen
* 1943 -
* 1942 -
* 1941 -
* 1940 -
* 1939 Frans Eemil Sillanpää
* 1938 Pearl Buck
* 1937 Roger Martin du Gard
* 1936 Eugene O'Neill
* 1935 -
* 1934 Luigi Pirandello
* 1933 Ivan Bunin
* 1932 John Galsworthy
* 1931 Erik Axel Karlfeldt
* 1930 Sinclair Lewis
* 1929 Thomas Mann
* 1928 Sigrid Undset
* 1927 Henri Bergson
* 1926 Grazia Deledda
* 1925 George Bernard Shaw
* 1924 Wladyslaw Reymont
* 1923 William Butler Yeats
* 1922 Jacinto Benavente
* 1921 Anatole France
* 1920 Knut Hamsun
* 1919 Carl Spitteler
* 1918 -
* 1917 Karl Gjellerup, Henrik Pontoppidan
* 1916 Verner von Heidenstam
* 1915 Romain Rolland
* 1914 -
* 1913 Rabindranath Tagore
* 1912 Gerhart Hauptmann
* 1911 Maurice Maeterlinck
* 1910 Paul Heyse
* 1909 Selma Lagerlöf
* 1908 Rudolf Eucken
* 1907 Rudyard Kipling
* 1906 Giosuè Carducci
* 1905 Henryk Sienkiewicz
* 1904 Frédéric Mistral, José Echegaray
* 1903 Bjørnstjerne Bjørnson
* 1902 Theodor Mommsen
* 1901 Sully Prudhomme
Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas. Ver também minha página: www.pralmeida.net (em construção).
sexta-feira, 8 de outubro de 2010
Mario Vargas Llosa e o ocaso do ditador: Chavez diminui de tamanho
Em lugar de falar do Prêmio Nobel -- que para mim não significa absolutamente nada, pois o que me interessa, de fato, é o conteúdo e a forma dos seus livros, entre os quais aprecio particularmente Pantaleón y las Visitadoras -- prefiro falar do escritor político.
E, aproveitando essas conjunturas eleitorais, em que dois candidatos a ditadores são derrotados -- mesmo tendo conquistado um número significativo de votos -- vamos publicar o mais recente artigo político de Vargas Llosa, o escritor em permanente campanha contra os ditadores, de qualquer espécie.
Estou seguro de que já escreveu sobre o outro também, mas por enquanto fiquemos com o coronel em seu ocaso ditatorial...
Paulo Roberto de Almeida
Venezuela: La derrota de Chávez
Mario Vargas Llosa
El País, 8 Octubre 2010
A pesar de la grotesca manipulación del voto, las elecciones del pasado domingo en Venezuela han supuesto un serio revés al comandante bolivariano. Pero la oposición no debe cantar victoria.
La derrota de Chávez en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre es mucho más significativa de lo que indican las cifras electorales, pues, al mismo tiempo que muestra la creciente impopularidad del caudillo venezolano y su régimen, saca a la luz pública la grotesca manipulación del voto popular amañada preventivamente por el chavismo para convertir en victoria lo que esperaba sería una recusación rotunda de su política y sus pretensiones.
La ha sido y sin atenuantes. El comandante Chávez presentó la consulta como un plebiscito en el que el pueblo de Venezuela debía legitimar torrencialmente a su “socialismo del siglo XXI” y su jefe de campaña, Aristóbulo Istúriz, profetizó con arrogancia: “Podemos perder ganando si no obtenemos los dos tercios de la Asamblea Nacional”. Pues bien, el resultado menos fraudulento de las elecciones, el voto por los 12 representantes al Parlamento Latinoamericano, dio a las fuerzas reunidas de la oposición una mayoría de cerca de 400.000 votos.
Esta diferencia se reduce en el voto para la Asamblea Nacional a 242.553 -resultados oficiales: 5.642.553 contra 5.399.574-, porque allí, la ingeniería electoralista de Chávez, con la complicidad de sus parlamentarios y del Poder Electoral, había enmendado la ley para dar una elefantiásica representación a las circunscripciones rurales, donde tenía fuerte arraigo, y encogerla en las urbanas donde la oposición era mayoritaria. Se ha calculado que con esta disparatada desproporción el régimen necesitaba apenas 30.000 votos para obtener un diputado en tanto que la Mesa de Unidad Democrática requería 140.000. Eso explica que la oposición, habiendo obtenido un 52% del voto, cuente sólo con 65 diputados, y el chavismo con 98 pese a alcanzar sólo el 48%. Esos son los milagros matemáticos que produce el socialismo del siglo XXI. No es extraño que, para comunicar estos datos, el Consejo Nacional Electoral tardara ocho horas más de lo previsto y que Chávez, siempre tan lenguaraz, enmudeciera cerca de veinticuatro horas antes de salir a dar la cara a la prensa. Esta vez no se atrevió a decir, como en diciembre de 2007, cuando el pueblo venezolano rechazó su reforma constitucional, que se trataba de “una victoria de mierda”. Más bien agradeció, con aspavientos que desmentía su cara avinagrada, al “pueblo revolucionario” la “victoria” que le otorgó.
Un aspecto interesante de la consulta es que los Estados más castigados por el caudillo (por haber elegido en el pasado a gobernadores y alcaldes hostiles al régimen) retaceándoles el presupuesto, cancelando programas sociales y defenestrando -a veces encarcelando- a sus autoridades, en vez de dejarse intimidar, han redoblado su oposición. Así ha ocurrido en Miranda, Táchira y Zulia, y en la propia Caracas: en el Distrito Capital la oposición derrotó al oficialismo por primera vez en 12 años en votos emitidos.
Con los 65 diputados en la Asamblea Nacional, la oposición tendrá la fuerza necesaria para frenar las reformas constitucionales que Chávez preparaba -se necesitan para ello dos tercios de los diputados- a fin de acelerar la estatización y el dirigismo de la economía, acabar con las empresas privadas y la prensa y la televisión independientes, cerrar los limitados espacios críticos que aún quedan en los ámbitos político, sindical, social y cultural. El avance del régimen hacia un modelo cubano, de dictadura marxista leninista integral, tendrá muchos más escollos para materializarse ahora que el propio pueblo venezolano ha comprobado que, con la civilizada y simple acción de depositar un voto en un ánfora, se podía infligir una seria advertencia a un gobierno en cuyo prontuario figura haber convertido a Venezuela en el país con la más alta inflación de América Latina, el de más alto índice de criminalidad, uno de los más corruptos e ineficientes del planeta y donde el desplome de los niveles de vida de los sectores de clase media y popular es más rápido. Este año Venezuela será el único país de América Latina con crecimiento negativo.
Las fuerzas de la oposición a Chávez no deben cantar victoria ni confiarse por este excelente resultado. Ni volver a cometer errores como el del año 2005, cuando, por abstenerse de participar en el proceso electoral, regalaron a Chávez una Asamblea Nacional servil y autómata (La Casa de las Focas) que todos estos años no ha sido más que una dócil sirvienta de los desafueros constitucionales y legales del Comandante. Es imprescindible que la unión de los partidos, movimientos y personas de la oposición que es La Mesa de Unidad Democrática se mantenga y se afiance, porque de esta manera seguirá ganando adeptos y sumando a sus filas a los venezolanos que, abrumados o atemorizados por las represalias del régimen, se abstuvieron de participar en esta contienda. A muchos de estos abstencionistas escépticos, la victoria electoral de la resistencia tiene que haberlos sacudido y demostrado que todavía hay razones para la esperanza. Cuando lo que está en juego es la libertad de un pueblo, el riesgo de que el oscurantismo de una dictadura totalitaria se abata sobre él y viva quién sabe por cuántos años -los cubanos la padecen hace más de medio siglo- las pequeñas rivalidades de doctrina, de matiz o personales, deben desaparecer a fin de no debilitar la primera de las prioridades: resistir el proyecto autoritario de un caudillo demagogo que ha sumido ya a Venezuela en la miseria, la violencia y el caos y podría seguir hundiéndola en formas todavía más infames de desvarío ideológico.
Se reprocha a la oposición venezolana carecer de líderes, no tener al frente a figuras carismáticas que arrebaten a las masas. Pero, cómo, ¿todavía hay que creer en los caudillos? ¿No han sido ellos, esos horripilantes payasos con las manos manchadas de sangre, embelecos inflados de vanidad por el servilismo y la adulación que los rodea, la razón de los peores desastres de América Latina y del mundo? La existencia de un caudillo carismático supone siempre la abdicación de la voluntad, del libre albedrío, del espíritu creador y la racionalidad de todo un pueblo ante un individuo al que se reconoce como ser superior, mejor dotado para decidir lo que es bueno y lo que es malo para todo un país en materia económica, política, cultural, social, científica, etcétera. ¿Eso queremos? ¿Que venga un nuevo Chávez a librarnos de Chávez?
Yo discrepo. Estoy convencido de que América Latina sólo será verdaderamente democrática, sin reversión posible, cuando la inmensa mayoría de latinoamericanos esté vacunada para siempre contra la idea irracional, primitiva, reñida con la cultura de la libertad, de que sólo un superhombre puede gobernar eficazmente y con acierto a esas mediocridades que somos el resto de los seres humanos, esos rebaños que necesitan buenos pastores que los conduzcan por el camino debido. Los venezolanos lo creyeron así cuando apareció el Comandante de marras, con su voz tonitronante y sus desplantes bolivarianos y sus monólogos farragosos, y votaron por él de manera masiva, descreyendo de la democracia. Así les ha ido. Lo han pagado carísimo. Ahora han aprendido la lección y una de las buenas cosas que vienen haciendo, mientras con gallardía se enfrentan a la semi dictadura que padecen, es haber renunciado a los caudillos. Ahora tienen dirigentes que merecen respeto, no adoración religiosa, pues trabajan en equipo, buscan consensos y toman acuerdos a través del diálogo y la persuasión, es decir, comienzan a practicar ya esa cultura democrática que volverá a ser la de la tierra de Bolívar cuando el comandante Chávez no sea sino una más de esas figuras borrosas de una tradición de vergüenza y atraso.
Los meses y años que tiene Venezuela por delante no serán fáciles. El régimen ha avanzado demasiado en la construcción de unas estructuras dictatoriales y mucha gente medra ya de ellas como para que Chávez, acatando la voluntad popular, rectifique su política y esté dispuesto a retirarse del poder si así lo mandan las urnas. El peligro mayor es que, después de esta golpiza pacífica que acaba de recibir, se embravezca y quiera conseguir, mediante ucases y matonerías represivas, lo que no ha podido conseguir a través de las ánforas. E instale la censura, la liquidación de la prensa no alineada con el régimen, la abolición de toda forma de oposición política y la estatización generalizada de la economía. No le será fácil, desde luego. Ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable. Se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda la América Latina.
E, aproveitando essas conjunturas eleitorais, em que dois candidatos a ditadores são derrotados -- mesmo tendo conquistado um número significativo de votos -- vamos publicar o mais recente artigo político de Vargas Llosa, o escritor em permanente campanha contra os ditadores, de qualquer espécie.
Estou seguro de que já escreveu sobre o outro também, mas por enquanto fiquemos com o coronel em seu ocaso ditatorial...
Paulo Roberto de Almeida
Venezuela: La derrota de Chávez
Mario Vargas Llosa
El País, 8 Octubre 2010
A pesar de la grotesca manipulación del voto, las elecciones del pasado domingo en Venezuela han supuesto un serio revés al comandante bolivariano. Pero la oposición no debe cantar victoria.
La derrota de Chávez en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre es mucho más significativa de lo que indican las cifras electorales, pues, al mismo tiempo que muestra la creciente impopularidad del caudillo venezolano y su régimen, saca a la luz pública la grotesca manipulación del voto popular amañada preventivamente por el chavismo para convertir en victoria lo que esperaba sería una recusación rotunda de su política y sus pretensiones.
La ha sido y sin atenuantes. El comandante Chávez presentó la consulta como un plebiscito en el que el pueblo de Venezuela debía legitimar torrencialmente a su “socialismo del siglo XXI” y su jefe de campaña, Aristóbulo Istúriz, profetizó con arrogancia: “Podemos perder ganando si no obtenemos los dos tercios de la Asamblea Nacional”. Pues bien, el resultado menos fraudulento de las elecciones, el voto por los 12 representantes al Parlamento Latinoamericano, dio a las fuerzas reunidas de la oposición una mayoría de cerca de 400.000 votos.
Esta diferencia se reduce en el voto para la Asamblea Nacional a 242.553 -resultados oficiales: 5.642.553 contra 5.399.574-, porque allí, la ingeniería electoralista de Chávez, con la complicidad de sus parlamentarios y del Poder Electoral, había enmendado la ley para dar una elefantiásica representación a las circunscripciones rurales, donde tenía fuerte arraigo, y encogerla en las urbanas donde la oposición era mayoritaria. Se ha calculado que con esta disparatada desproporción el régimen necesitaba apenas 30.000 votos para obtener un diputado en tanto que la Mesa de Unidad Democrática requería 140.000. Eso explica que la oposición, habiendo obtenido un 52% del voto, cuente sólo con 65 diputados, y el chavismo con 98 pese a alcanzar sólo el 48%. Esos son los milagros matemáticos que produce el socialismo del siglo XXI. No es extraño que, para comunicar estos datos, el Consejo Nacional Electoral tardara ocho horas más de lo previsto y que Chávez, siempre tan lenguaraz, enmudeciera cerca de veinticuatro horas antes de salir a dar la cara a la prensa. Esta vez no se atrevió a decir, como en diciembre de 2007, cuando el pueblo venezolano rechazó su reforma constitucional, que se trataba de “una victoria de mierda”. Más bien agradeció, con aspavientos que desmentía su cara avinagrada, al “pueblo revolucionario” la “victoria” que le otorgó.
Un aspecto interesante de la consulta es que los Estados más castigados por el caudillo (por haber elegido en el pasado a gobernadores y alcaldes hostiles al régimen) retaceándoles el presupuesto, cancelando programas sociales y defenestrando -a veces encarcelando- a sus autoridades, en vez de dejarse intimidar, han redoblado su oposición. Así ha ocurrido en Miranda, Táchira y Zulia, y en la propia Caracas: en el Distrito Capital la oposición derrotó al oficialismo por primera vez en 12 años en votos emitidos.
Con los 65 diputados en la Asamblea Nacional, la oposición tendrá la fuerza necesaria para frenar las reformas constitucionales que Chávez preparaba -se necesitan para ello dos tercios de los diputados- a fin de acelerar la estatización y el dirigismo de la economía, acabar con las empresas privadas y la prensa y la televisión independientes, cerrar los limitados espacios críticos que aún quedan en los ámbitos político, sindical, social y cultural. El avance del régimen hacia un modelo cubano, de dictadura marxista leninista integral, tendrá muchos más escollos para materializarse ahora que el propio pueblo venezolano ha comprobado que, con la civilizada y simple acción de depositar un voto en un ánfora, se podía infligir una seria advertencia a un gobierno en cuyo prontuario figura haber convertido a Venezuela en el país con la más alta inflación de América Latina, el de más alto índice de criminalidad, uno de los más corruptos e ineficientes del planeta y donde el desplome de los niveles de vida de los sectores de clase media y popular es más rápido. Este año Venezuela será el único país de América Latina con crecimiento negativo.
Las fuerzas de la oposición a Chávez no deben cantar victoria ni confiarse por este excelente resultado. Ni volver a cometer errores como el del año 2005, cuando, por abstenerse de participar en el proceso electoral, regalaron a Chávez una Asamblea Nacional servil y autómata (La Casa de las Focas) que todos estos años no ha sido más que una dócil sirvienta de los desafueros constitucionales y legales del Comandante. Es imprescindible que la unión de los partidos, movimientos y personas de la oposición que es La Mesa de Unidad Democrática se mantenga y se afiance, porque de esta manera seguirá ganando adeptos y sumando a sus filas a los venezolanos que, abrumados o atemorizados por las represalias del régimen, se abstuvieron de participar en esta contienda. A muchos de estos abstencionistas escépticos, la victoria electoral de la resistencia tiene que haberlos sacudido y demostrado que todavía hay razones para la esperanza. Cuando lo que está en juego es la libertad de un pueblo, el riesgo de que el oscurantismo de una dictadura totalitaria se abata sobre él y viva quién sabe por cuántos años -los cubanos la padecen hace más de medio siglo- las pequeñas rivalidades de doctrina, de matiz o personales, deben desaparecer a fin de no debilitar la primera de las prioridades: resistir el proyecto autoritario de un caudillo demagogo que ha sumido ya a Venezuela en la miseria, la violencia y el caos y podría seguir hundiéndola en formas todavía más infames de desvarío ideológico.
Se reprocha a la oposición venezolana carecer de líderes, no tener al frente a figuras carismáticas que arrebaten a las masas. Pero, cómo, ¿todavía hay que creer en los caudillos? ¿No han sido ellos, esos horripilantes payasos con las manos manchadas de sangre, embelecos inflados de vanidad por el servilismo y la adulación que los rodea, la razón de los peores desastres de América Latina y del mundo? La existencia de un caudillo carismático supone siempre la abdicación de la voluntad, del libre albedrío, del espíritu creador y la racionalidad de todo un pueblo ante un individuo al que se reconoce como ser superior, mejor dotado para decidir lo que es bueno y lo que es malo para todo un país en materia económica, política, cultural, social, científica, etcétera. ¿Eso queremos? ¿Que venga un nuevo Chávez a librarnos de Chávez?
Yo discrepo. Estoy convencido de que América Latina sólo será verdaderamente democrática, sin reversión posible, cuando la inmensa mayoría de latinoamericanos esté vacunada para siempre contra la idea irracional, primitiva, reñida con la cultura de la libertad, de que sólo un superhombre puede gobernar eficazmente y con acierto a esas mediocridades que somos el resto de los seres humanos, esos rebaños que necesitan buenos pastores que los conduzcan por el camino debido. Los venezolanos lo creyeron así cuando apareció el Comandante de marras, con su voz tonitronante y sus desplantes bolivarianos y sus monólogos farragosos, y votaron por él de manera masiva, descreyendo de la democracia. Así les ha ido. Lo han pagado carísimo. Ahora han aprendido la lección y una de las buenas cosas que vienen haciendo, mientras con gallardía se enfrentan a la semi dictadura que padecen, es haber renunciado a los caudillos. Ahora tienen dirigentes que merecen respeto, no adoración religiosa, pues trabajan en equipo, buscan consensos y toman acuerdos a través del diálogo y la persuasión, es decir, comienzan a practicar ya esa cultura democrática que volverá a ser la de la tierra de Bolívar cuando el comandante Chávez no sea sino una más de esas figuras borrosas de una tradición de vergüenza y atraso.
Los meses y años que tiene Venezuela por delante no serán fáciles. El régimen ha avanzado demasiado en la construcción de unas estructuras dictatoriales y mucha gente medra ya de ellas como para que Chávez, acatando la voluntad popular, rectifique su política y esté dispuesto a retirarse del poder si así lo mandan las urnas. El peligro mayor es que, después de esta golpiza pacífica que acaba de recibir, se embravezca y quiera conseguir, mediante ucases y matonerías represivas, lo que no ha podido conseguir a través de las ánforas. E instale la censura, la liquidación de la prensa no alineada con el régimen, la abolición de toda forma de oposición política y la estatización generalizada de la economía. No le será fácil, desde luego. Ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable. Se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda la América Latina.
George Friedman: the strategist behind Stratfor, and his new book...
The Next Decade
George Friedman
Stratfor - Global Intelligence
Dear Reader:
Let me begin with a confession: I've written another book. This must surely violate some federal law, given that I published my last book less than two years ago.
The new book is called The Next Decade. Titles notwithstanding, this book is very different from its predecessor, The Next 100 Years. The last book was about a century, a time frame in which all things are impersonal. A decade is the opposite, because it is filled with individual decisions and uncertainty. It not only requires a very different type of forecasting, it requires the opposite sensibility. In a century, leadership counts for little. In a decade, it counts for a great deal.
The book is framed by two concepts. The first is the idea that the United States is an unintended empire of vast power, deeply interlocked with the affairs of most of the world. It is not a question of whether Americans want this empire; it is impossible to let go. The question is what to do with it. Like a child you did not expect and may not have welcomed, it is still your responsibility.
The second concept is what I call the Machiavellian Presidency. I consider three presidents exemplary: Lincoln, Franklin Roosevelt and Reagan. Each possessed a deep moral core. Each fully understood the uses of power, lying and violating the Constitution and human rights to achieve the respective moral necessities of the abolition of slavery, the destruction of Nazi Germany and Imperial Japan, and the destruction of the Soviet Union. When we recall that Roosevelt allied with Stalin to defeat Hitler, we capture the Machiavellian President.
The United States has stumbled into empire. It now faces the crisis of Rome that the empire will annihilate the republic. I argue that of all the institutions of our Constitution, it is the president who can preserve the republic while managing the empire. I also argue that the greatest threat to the republic is living in denial about what the United States has become. The issue, then, is how to manage the unintended and unwanted in the next decade.
George Friedman
Stratfor - Global Intelligence
Dear Reader:
Let me begin with a confession: I've written another book. This must surely violate some federal law, given that I published my last book less than two years ago.
The new book is called The Next Decade. Titles notwithstanding, this book is very different from its predecessor, The Next 100 Years. The last book was about a century, a time frame in which all things are impersonal. A decade is the opposite, because it is filled with individual decisions and uncertainty. It not only requires a very different type of forecasting, it requires the opposite sensibility. In a century, leadership counts for little. In a decade, it counts for a great deal.
The book is framed by two concepts. The first is the idea that the United States is an unintended empire of vast power, deeply interlocked with the affairs of most of the world. It is not a question of whether Americans want this empire; it is impossible to let go. The question is what to do with it. Like a child you did not expect and may not have welcomed, it is still your responsibility.
The second concept is what I call the Machiavellian Presidency. I consider three presidents exemplary: Lincoln, Franklin Roosevelt and Reagan. Each possessed a deep moral core. Each fully understood the uses of power, lying and violating the Constitution and human rights to achieve the respective moral necessities of the abolition of slavery, the destruction of Nazi Germany and Imperial Japan, and the destruction of the Soviet Union. When we recall that Roosevelt allied with Stalin to defeat Hitler, we capture the Machiavellian President.
The United States has stumbled into empire. It now faces the crisis of Rome that the empire will annihilate the republic. I argue that of all the institutions of our Constitution, it is the president who can preserve the republic while managing the empire. I also argue that the greatest threat to the republic is living in denial about what the United States has become. The issue, then, is how to manage the unintended and unwanted in the next decade.
Brazil in the Council on Foreign Relations - Joao Augusto de Castro Neves
Brazil's Evolutionary Election
Interviewee: João Augusto de Castro Neves, Political Analyst, CAC Political Consultancy
Interviewer: Roya Wolverson, Staff Writer, CFR.org
Council on Foreign Relations, October 4, 2010
Brazil's October 3 presidential election gave no decisive answer as to who will lead the world's fourth largest democracy in 2011. A potentially complicated runoff election is scheduled for October 31. Brazilian political analyst João Augusto de Castro Neves says Workers' Party candidate and presidential favorite Dilma Rousseff--who garnered 46.9 percent of the vote--is still likely to prevail, despite a potential deal between her two rivals to pool votes behind remaining candidate Jose Serra of the Social Democratic Party--who received 32.6 percent of the vote. Financial markets' non-reaction to the country's election reflects growing international confidence in Brazil's maturing democracy and economic progress, says de Castro Neves. But the next president will still need to create better economic policies that avoid traditional emergency economic plans and instead tackle the country's new "risks of living with abundance," he says. On the diplomatic front, either candidate would likely ease away from close relations with authoritarian regimes like Iran and Cuba, since these initiatives were the result of President Lula da Silva's "hyperactive presidential diplomacy," he says.
There is speculation that front-running Workers' Party candidate Dilma Rousseff might be challenged by a deal between her close competitor Jose Serra and the Green Party Candidate, Marina Silva. How will that play out in the runoff on October 31?
A look at Brazil's recent history shows that even when there's a runoff, usually the one that was first place is still the favorite.It was a surprise that Rousseff didn't win in the first round, but she's still the favorite, [considering President] Lula de Silva's popularity plays in her favor. The "transfer of votes" idea is very uncertain in Brazil. Even if the Green Party's Silva declares that she'll support Serra, that doesn't meant that all 19 percent of voters will go and vote for Serra.
During the past few presidential elections, we were talking about undoing everything that the predecessor did in terms of policies. We're passed that now, which means our democracy is maturing.
Why did Silva make a bigger-than-expected gain in the election?
First, opinion polls in Brazil tend to inflate the numbers of the official candidate, so some say they didn't pick up on Marina Silva's numbers. There's basically a mistake in the methodology of opinion polls in Brazil, but there is also a lot of dissatisfaction with the bipartisan politics in Brazil between the Workers' Party (PT) and the Social Democratic Party (PSDB). The Green Party actually came as a third choice, [as] a protest vote and an ideological vote with Marina. It's a party that tends to be much less tainted by scandals than PT and PSDB.
The Green Party in Brazil is not traditionally very strong except in a few cities such as Rio de Janeiro. Marina's achievement in this election confirms that the Green Party is becoming a real national party. But I wouldn't go as far as saying that this is a trend, that the Green Party will be a third force in Brazilian politics. It's too soon to tell.
Brazil's stock market, bonds, and currency all remained strong leading up to the vote, unlike during the volatile 2002 presidential election when Lula prevailed. Are Brazil's growth prospects now that set in stone?
There are economic challenges, but things are not so unstable in Brazil today as they were years ago. Today, there are a few imperatives that every candidate has to face in Brazil, the first imperative being economic stability. The real plan that was established in the 1990s--which stabilized the economy through monetary policy, fiscal policy, and exchange rate policy--is now respected by every political force in the country. There's also the social imperative: cash transfer programs for poverty alleviation. There isn't a single major political party in Brazil that would challenge these two imperatives. During the past few presidential elections, we were talking about undoing everything that the predecessor did in terms of policies. We're passed that now, which means our democracy is maturing, but there are still a lot of challenges ahead, especially welfare reform [and] tax reform.
What kind of policies can we expect from a new government in tempering the strength of the Brazilian real against the U.S. dollar, which harms Brazil's export industry?
Interest rates in Brazil are so high, and have been so historically, to fight inflation. Brazil is seen as a good place to put your money, because as the economy stabilizes and they have high interest rates, people think, "Let's send our dollars there." Petrobras, the state-owned enterprise, is also planning to invest billions of dollars to explore the country's newly discovered oil reserves, which have been attracting a lot of capital. The challenge is trying to lower interest rates and stabilize the flow of capital in and outside the country. But it's a new moment in Brazilian politics, and the environment of abundance creates risks of politicians being more lax. Brazil is not used to having good economic indicators, so we have to learn how to deal with the risks of living with abundance. We've always dealt with the opposite problem: not having enough money to invest, [which] led to trying to cut down expenditures and fix the economy in an emergency manner. But there isn't a historic example for politicians to follow. Rousseff is not facing directly this problem. Her [policies would be] business as usual. With Serra, on the other hand, some economists close to him are saying, "We have to curb public expenditure, reduce government wages, increase public investments on infrastructure."
Do you expect the next government to carry on Lula's close ties to authoritarian leaders such as Cuba's Fidel Castro, Venezuela's Hugo Chavez, and Iran's Mahmoud Ahmadinejad, despite the strain on U.S. relations?
The only thing that Brazil wants from the United States is to be recognized not only as an important regional player, but an important global player.
Whether Serra or Rousseff wins, I expect the rhetoric to deflate a little, because a lot of this more assertive foreign policy in Brazil has to do with Lula's popularity and international charisma. Lula's hyperactive presidential diplomacy played a really important part in Brazil's controversial stances on the Iranian nuclear program, Cuba, Honduras' coup d'etat. Neither Rousseff nor Serra have Lula's popularity or charisma, so the foreign ministry--which is traditionally very risk-averse--will probably have more autonomy to adjust foreign policy to be more secure. If Rousseff wins, there wouldn't be a radical shift, since that would be recognizing that what Lula did was wrong or was a mistake. If Serra wins, you would expect a clearer shift.
In relation to the United States, it's always been a history of unmatched expectations or frustrations on both sides. Latin America and Brazil are not seen by the U.S. State Department as priorities. Even the fact that, when [Secretary of State] Hillary Clinton or the State Department refers to Brazil, it's usually as part of a greater Latin American project, and not in terms of Brazil as an emerging country or as bilateral relations the way the U.S. is with China, Russia, and India. But the policy agenda of Brazil is very different from the rest of Latin America. We're seeing a turning point in the United States about how to deal with Brazil. Should we deal with Brazil as just one more country in Latin America, under the Latin America agenda umbrella? Or should we deal with Brazil as an emerging power, like we deal with India, China, etc.? I believe the latter, but it's a transition. The United States doesn't have much to offer Brazil right now, and I don't think Brazil wants a lot from the United States. It's good for Brazil to have the United States looking elsewhere, looking at the Middle East, looking at other places, and leaving Brazil to do its own thing. The only thing that Brazil wants from the United States is to be recognized not only as an important regional player, but an important global player. That explains Brazil's stances in cases such as Honduras, Brazil's mission with the UN in Haiti, its adventures in the Middle East, [and] in Iran.
Interviewee: João Augusto de Castro Neves, Political Analyst, CAC Political Consultancy
Interviewer: Roya Wolverson, Staff Writer, CFR.org
Council on Foreign Relations, October 4, 2010
Brazil's October 3 presidential election gave no decisive answer as to who will lead the world's fourth largest democracy in 2011. A potentially complicated runoff election is scheduled for October 31. Brazilian political analyst João Augusto de Castro Neves says Workers' Party candidate and presidential favorite Dilma Rousseff--who garnered 46.9 percent of the vote--is still likely to prevail, despite a potential deal between her two rivals to pool votes behind remaining candidate Jose Serra of the Social Democratic Party--who received 32.6 percent of the vote. Financial markets' non-reaction to the country's election reflects growing international confidence in Brazil's maturing democracy and economic progress, says de Castro Neves. But the next president will still need to create better economic policies that avoid traditional emergency economic plans and instead tackle the country's new "risks of living with abundance," he says. On the diplomatic front, either candidate would likely ease away from close relations with authoritarian regimes like Iran and Cuba, since these initiatives were the result of President Lula da Silva's "hyperactive presidential diplomacy," he says.
There is speculation that front-running Workers' Party candidate Dilma Rousseff might be challenged by a deal between her close competitor Jose Serra and the Green Party Candidate, Marina Silva. How will that play out in the runoff on October 31?
A look at Brazil's recent history shows that even when there's a runoff, usually the one that was first place is still the favorite.It was a surprise that Rousseff didn't win in the first round, but she's still the favorite, [considering President] Lula de Silva's popularity plays in her favor. The "transfer of votes" idea is very uncertain in Brazil. Even if the Green Party's Silva declares that she'll support Serra, that doesn't meant that all 19 percent of voters will go and vote for Serra.
During the past few presidential elections, we were talking about undoing everything that the predecessor did in terms of policies. We're passed that now, which means our democracy is maturing.
Why did Silva make a bigger-than-expected gain in the election?
First, opinion polls in Brazil tend to inflate the numbers of the official candidate, so some say they didn't pick up on Marina Silva's numbers. There's basically a mistake in the methodology of opinion polls in Brazil, but there is also a lot of dissatisfaction with the bipartisan politics in Brazil between the Workers' Party (PT) and the Social Democratic Party (PSDB). The Green Party actually came as a third choice, [as] a protest vote and an ideological vote with Marina. It's a party that tends to be much less tainted by scandals than PT and PSDB.
The Green Party in Brazil is not traditionally very strong except in a few cities such as Rio de Janeiro. Marina's achievement in this election confirms that the Green Party is becoming a real national party. But I wouldn't go as far as saying that this is a trend, that the Green Party will be a third force in Brazilian politics. It's too soon to tell.
Brazil's stock market, bonds, and currency all remained strong leading up to the vote, unlike during the volatile 2002 presidential election when Lula prevailed. Are Brazil's growth prospects now that set in stone?
There are economic challenges, but things are not so unstable in Brazil today as they were years ago. Today, there are a few imperatives that every candidate has to face in Brazil, the first imperative being economic stability. The real plan that was established in the 1990s--which stabilized the economy through monetary policy, fiscal policy, and exchange rate policy--is now respected by every political force in the country. There's also the social imperative: cash transfer programs for poverty alleviation. There isn't a single major political party in Brazil that would challenge these two imperatives. During the past few presidential elections, we were talking about undoing everything that the predecessor did in terms of policies. We're passed that now, which means our democracy is maturing, but there are still a lot of challenges ahead, especially welfare reform [and] tax reform.
What kind of policies can we expect from a new government in tempering the strength of the Brazilian real against the U.S. dollar, which harms Brazil's export industry?
Interest rates in Brazil are so high, and have been so historically, to fight inflation. Brazil is seen as a good place to put your money, because as the economy stabilizes and they have high interest rates, people think, "Let's send our dollars there." Petrobras, the state-owned enterprise, is also planning to invest billions of dollars to explore the country's newly discovered oil reserves, which have been attracting a lot of capital. The challenge is trying to lower interest rates and stabilize the flow of capital in and outside the country. But it's a new moment in Brazilian politics, and the environment of abundance creates risks of politicians being more lax. Brazil is not used to having good economic indicators, so we have to learn how to deal with the risks of living with abundance. We've always dealt with the opposite problem: not having enough money to invest, [which] led to trying to cut down expenditures and fix the economy in an emergency manner. But there isn't a historic example for politicians to follow. Rousseff is not facing directly this problem. Her [policies would be] business as usual. With Serra, on the other hand, some economists close to him are saying, "We have to curb public expenditure, reduce government wages, increase public investments on infrastructure."
Do you expect the next government to carry on Lula's close ties to authoritarian leaders such as Cuba's Fidel Castro, Venezuela's Hugo Chavez, and Iran's Mahmoud Ahmadinejad, despite the strain on U.S. relations?
The only thing that Brazil wants from the United States is to be recognized not only as an important regional player, but an important global player.
Whether Serra or Rousseff wins, I expect the rhetoric to deflate a little, because a lot of this more assertive foreign policy in Brazil has to do with Lula's popularity and international charisma. Lula's hyperactive presidential diplomacy played a really important part in Brazil's controversial stances on the Iranian nuclear program, Cuba, Honduras' coup d'etat. Neither Rousseff nor Serra have Lula's popularity or charisma, so the foreign ministry--which is traditionally very risk-averse--will probably have more autonomy to adjust foreign policy to be more secure. If Rousseff wins, there wouldn't be a radical shift, since that would be recognizing that what Lula did was wrong or was a mistake. If Serra wins, you would expect a clearer shift.
In relation to the United States, it's always been a history of unmatched expectations or frustrations on both sides. Latin America and Brazil are not seen by the U.S. State Department as priorities. Even the fact that, when [Secretary of State] Hillary Clinton or the State Department refers to Brazil, it's usually as part of a greater Latin American project, and not in terms of Brazil as an emerging country or as bilateral relations the way the U.S. is with China, Russia, and India. But the policy agenda of Brazil is very different from the rest of Latin America. We're seeing a turning point in the United States about how to deal with Brazil. Should we deal with Brazil as just one more country in Latin America, under the Latin America agenda umbrella? Or should we deal with Brazil as an emerging power, like we deal with India, China, etc.? I believe the latter, but it's a transition. The United States doesn't have much to offer Brazil right now, and I don't think Brazil wants a lot from the United States. It's good for Brazil to have the United States looking elsewhere, looking at the Middle East, looking at other places, and leaving Brazil to do its own thing. The only thing that Brazil wants from the United States is to be recognized not only as an important regional player, but an important global player. That explains Brazil's stances in cases such as Honduras, Brazil's mission with the UN in Haiti, its adventures in the Middle East, [and] in Iran.
quinta-feira, 7 de outubro de 2010
Pausa para a piada da semana...Centro de Atendimento Virtual da Receita para o petista...
Quem não conhece o Vanguarda Popular, o maior centro do pensamento marxista-leninista-maoista do Brasil (possivelmente do mundo também), eu recomendo uma visita ao seu portal, neste link.
Receita Federal lança novo Centro de Atendimento Virtual ao Petista
Escrito por Emmanuel Goldstein
Vanguarda Popular, 6.10.2010
A Receita Federal lançou um novo Centro de Atendimento Virtual ao Petista (e-CAP), que pode ser acessado por qualquer militante do PT de casa ou do diretório, pela Internet. O serviço reúne todas as informações que a Receita possui sobre qualquerotário pagador de impostos cidadão brasileiro.
Com o novo atendimento, será possível acessar/violar/devassar vários sigilos fiscais de inimigos políticos ao mesmo tempo.
“O novo sistema e-CAP vai contribuir para a democratização dos meios de intimidação, permitindo que os sigilos fiscais sejam violados de forma mais rápida e sem deixar vestígios. O e-CAP é fundamental para a implantação do socialismo petista”, declarou o Ministro da Insegurança da Informação do Governo Lula.
Receita Federal lança novo Centro de Atendimento Virtual ao Petista
Escrito por Emmanuel Goldstein
Vanguarda Popular, 6.10.2010
A Receita Federal lançou um novo Centro de Atendimento Virtual ao Petista (e-CAP), que pode ser acessado por qualquer militante do PT de casa ou do diretório, pela Internet. O serviço reúne todas as informações que a Receita possui sobre qualquer
Com o novo atendimento, será possível acessar/violar/devassar vários sigilos fiscais de inimigos políticos ao mesmo tempo.
“O novo sistema e-CAP vai contribuir para a democratização dos meios de intimidação, permitindo que os sigilos fiscais sejam violados de forma mais rápida e sem deixar vestígios. O e-CAP é fundamental para a implantação do socialismo petista”, declarou o Ministro da Insegurança da Informação do Governo Lula.
Classicos revisitados: A Revolucao dos Bichos, George Orwell
Esse "conto" estava na minha lista para reescrevê-lo, no seguimento de empreendimentos semelhantes que já fiz com o Manifesto de 1848, O Principe de Maquiavel e alguns outros exercícios do gênero.
Alguém se encarregou de retomar o texto, destacando os trechos que tem a ver com sua leitura atualizada. Vale a consulta.
A revolução dos Bichos - George Orwell
Este livro teria sido escrito, inicialmente, para evidenciar a injustiça entre os donos e os escravos. Mas pode ser visto, também, de outra forma: os revolucionários que reagem contra o poder e acabam se tornando exatamente igual àqueles contra quem lutaram, enquanto seus 'companheiros' se tornam seus escravos. Comparem os trechos marcados em vermelho para comparar com o atual governo PTista. Jurema Cappelletti
A REVOLUÇÃO DOS BICHOS
George Orwell
APRESENTAÇÃO
George Orwell foi um libertário. "A Revolução dos Bichos", em suas metáforas, revela uma aversão a toda espécie de autoritarismo, seja ele familiar, comunitário, estatal, capitalista ou comunista. A obra é de uma genial atualidade. Apesar de tudo o que alguns poucos homens já fizeram e lutaram, ainda estamos e vivemos sob os que insistem em dominar aquém da ética e além da lei. Sejamos diligentes, a luta continua. Um dia conseguiremos distinguir a diferença entre porcos e homens.
Neste link.
Alguém se encarregou de retomar o texto, destacando os trechos que tem a ver com sua leitura atualizada. Vale a consulta.
A revolução dos Bichos - George Orwell
Este livro teria sido escrito, inicialmente, para evidenciar a injustiça entre os donos e os escravos. Mas pode ser visto, também, de outra forma: os revolucionários que reagem contra o poder e acabam se tornando exatamente igual àqueles contra quem lutaram, enquanto seus 'companheiros' se tornam seus escravos. Comparem os trechos marcados em vermelho para comparar com o atual governo PTista. Jurema Cappelletti
A REVOLUÇÃO DOS BICHOS
George Orwell
APRESENTAÇÃO
George Orwell foi um libertário. "A Revolução dos Bichos", em suas metáforas, revela uma aversão a toda espécie de autoritarismo, seja ele familiar, comunitário, estatal, capitalista ou comunista. A obra é de uma genial atualidade. Apesar de tudo o que alguns poucos homens já fizeram e lutaram, ainda estamos e vivemos sob os que insistem em dominar aquém da ética e além da lei. Sejamos diligentes, a luta continua. Um dia conseguiremos distinguir a diferença entre porcos e homens.
Neste link.
O que o Brasil poderia ter feito de melhor? - Paulo R. Almeida
Um último, ops, o mais recente, trabalho publicado:
Brasil: o que poderíamos ter feito melhor, como sociedade, e não fizemos?
Brasília, 9 janeiro 2010, 3 p. Continuidade da série, destacando minhas escolhas para melhorar socialmente o Brasil. Revisto em Shanghai, em 2 de maio de 2010.
Ordem Livre (4 de outubro de 2010; da série “Volta ao mundo em 25 ensaios: 20). Relação de Originais n. 2094; Publicados n. 995.
Início do texto:
A pergunta do título deste ensaio é inerentemente subjetiva, posto que ela expressa preferência por certas realizações nacionais, ou indica, justamente, uma frustração pela sua ausência; são “fatos da vida”, que nunca são de responsabilidade exclusiva de um grupo de pessoas, tampouco, apenas, de governantes do momento ou de “ocupantes” do atual governo (e até de governos passados). Perguntar o que uma nação poderia ter feito de melhor implica dispor de sua própria regra de referência, ou seja, um modelo ideal de sociedade que obviamente não é, nunca é, aquela em que estamos de fato vivendo e da qual participamos como trabalhadores, empresários, responsáveis políticos, artistas, representantes diplomáticos ou simples cidadãos.
Mas a questão pode também ser vista pelo lado objetivo, ou seja, examinar, no conjunto de possibilidades factíveis, comparativamente aferíveis com base nas experiências de outras sociedades, o que, exatamente, o Brasil poderia ter alcançado de melhor, como sociedade e como nação, e que não alcançamos por deficiências nossas, por obstáculos herdados de nossa formação histórica, por dificuldades da natureza ou do meio ambiente externo, enfim, tudo aquilo que poderíamos ter sido e que não conseguimos ser ou fazer. Isso não é difícil: basta coletar indicadores homogêneos e fiáveis de “felicidade” humana, ou seja, nível de renda, educação e disponibilidade de bens e serviços básicos (água potável, saneamento, transportes, comunicações, habitação salubre, segurança alimentar, segurança pessoal, emprego e seguro contra certas coisas desagradáveis – menos a morte e os impostos, claro).
Comparando a situação do Brasil com a de outros países, poderíamos, assim, constatar nosso ‘estado de felicidade relativa’, ou seja, quão mais próximos, ou mais distantes, estamos de países mais ‘felizes’, que são supostamente aqueles países que desfrutam desses serviços básicos em condições normais, onde a longevidade é maior e os riscos inerentes à existência humana foram diminuídos, ao máximo das possibilidades dadas pelo uso das tecnologias atuais (médicas, securitárias etc.). Ainda que se possa dizer, de modo até banal, que dinheiro não traz felicidade, é óbvio que sociedades de renda mais elevada conseguem, sim, satisfazer as necessidades elementares de seus cidadãos, e até provê-los de alguns “supérfluos necessários”.
Esse tipo de exercício comparativo é possível de ser feito, dada a abundância atual de dados. Mas não vou fazê-lo aqui, tanto por limitações de espaço como por ser aborrecidamente repetitivo com vários indicadores existentes no âmbito das Nações Unidas (IDH-PNUD, entre outros). O que eu poderia fazer seria uma exposição eminentemente pessoal sobre o que eu acredito que o Brasil poderia ser, e que ele ainda não é ou não consegue ser, por uma série de fatores “limitativos”. Mas eu sou relativamente otimista ao considerar que poderemos chegar nos objetivos fixados em uma ou duas gerações mais (dependendo do grau de dificuldade do objetivo em questão). O que segue, portanto, é a minha regra de "felicidade nacional", com todas as falhas que podem existir numa seleção subjetiva como a que agora faço.
(...)
Ler a íntegra neste link.
Brasil: o que poderíamos ter feito melhor, como sociedade, e não fizemos?
Brasília, 9 janeiro 2010, 3 p. Continuidade da série, destacando minhas escolhas para melhorar socialmente o Brasil. Revisto em Shanghai, em 2 de maio de 2010.
Ordem Livre (4 de outubro de 2010; da série “Volta ao mundo em 25 ensaios: 20). Relação de Originais n. 2094; Publicados n. 995.
Início do texto:
A pergunta do título deste ensaio é inerentemente subjetiva, posto que ela expressa preferência por certas realizações nacionais, ou indica, justamente, uma frustração pela sua ausência; são “fatos da vida”, que nunca são de responsabilidade exclusiva de um grupo de pessoas, tampouco, apenas, de governantes do momento ou de “ocupantes” do atual governo (e até de governos passados). Perguntar o que uma nação poderia ter feito de melhor implica dispor de sua própria regra de referência, ou seja, um modelo ideal de sociedade que obviamente não é, nunca é, aquela em que estamos de fato vivendo e da qual participamos como trabalhadores, empresários, responsáveis políticos, artistas, representantes diplomáticos ou simples cidadãos.
Mas a questão pode também ser vista pelo lado objetivo, ou seja, examinar, no conjunto de possibilidades factíveis, comparativamente aferíveis com base nas experiências de outras sociedades, o que, exatamente, o Brasil poderia ter alcançado de melhor, como sociedade e como nação, e que não alcançamos por deficiências nossas, por obstáculos herdados de nossa formação histórica, por dificuldades da natureza ou do meio ambiente externo, enfim, tudo aquilo que poderíamos ter sido e que não conseguimos ser ou fazer. Isso não é difícil: basta coletar indicadores homogêneos e fiáveis de “felicidade” humana, ou seja, nível de renda, educação e disponibilidade de bens e serviços básicos (água potável, saneamento, transportes, comunicações, habitação salubre, segurança alimentar, segurança pessoal, emprego e seguro contra certas coisas desagradáveis – menos a morte e os impostos, claro).
Comparando a situação do Brasil com a de outros países, poderíamos, assim, constatar nosso ‘estado de felicidade relativa’, ou seja, quão mais próximos, ou mais distantes, estamos de países mais ‘felizes’, que são supostamente aqueles países que desfrutam desses serviços básicos em condições normais, onde a longevidade é maior e os riscos inerentes à existência humana foram diminuídos, ao máximo das possibilidades dadas pelo uso das tecnologias atuais (médicas, securitárias etc.). Ainda que se possa dizer, de modo até banal, que dinheiro não traz felicidade, é óbvio que sociedades de renda mais elevada conseguem, sim, satisfazer as necessidades elementares de seus cidadãos, e até provê-los de alguns “supérfluos necessários”.
Esse tipo de exercício comparativo é possível de ser feito, dada a abundância atual de dados. Mas não vou fazê-lo aqui, tanto por limitações de espaço como por ser aborrecidamente repetitivo com vários indicadores existentes no âmbito das Nações Unidas (IDH-PNUD, entre outros). O que eu poderia fazer seria uma exposição eminentemente pessoal sobre o que eu acredito que o Brasil poderia ser, e que ele ainda não é ou não consegue ser, por uma série de fatores “limitativos”. Mas eu sou relativamente otimista ao considerar que poderemos chegar nos objetivos fixados em uma ou duas gerações mais (dependendo do grau de dificuldade do objetivo em questão). O que segue, portanto, é a minha regra de "felicidade nacional", com todas as falhas que podem existir numa seleção subjetiva como a que agora faço.
(...)
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