O que é este blog?

Este blog trata basicamente de ideias, se possível inteligentes, para pessoas inteligentes. Ele também se ocupa de ideias aplicadas à política, em especial à política econômica. Ele constitui uma tentativa de manter um pensamento crítico e independente sobre livros, sobre questões culturais em geral, focando numa discussão bem informada sobre temas de relações internacionais e de política externa do Brasil. Para meus livros e ensaios ver o website: www.pralmeida.org. Para a maior parte de meus textos, ver minha página na plataforma Academia.edu, link: https://itamaraty.academia.edu/PauloRobertodeAlmeida;

Meu Twitter: https://twitter.com/PauloAlmeida53

Facebook: https://www.facebook.com/paulobooks

terça-feira, 25 de maio de 2010

Chavez sobre Chavez

Andei percorrendo o novo blog de Hugo Chávez, iniciado recentemente na sequencia de seu Twitter, este com 441.876 seguidores quando acessei o que se chama, apropriadamente:
Blog de Hugo Chávez
Como se poderia esperar a presença mais visível é a de Hugo Chávez (contei 17 fotos suas quando visitei, e de nenhuma outra pessoa mais, a não ser como acompanhante de fundo, se tanto, ocasionalmente).

Para os que apreciam, e gostam do personagem, tem Chávez para todos os gostos, inclusive um de "punho e letras" (e se supõe que ele mesmo escreva o que está ali, do contrário o caudilho não seria capaz de mentir).
Leio nessa seção uma singela homenagem à sua mãe, por ocasião do dia das mães (sim, caudilhos também tem mães e são sentimentais:

Líneas de Chávez
A mi madre: ¡@madrecandanga!
9.May.2010 / 07:15 am / 2 Comentarios

Al salir estas Líneas, el domingo 9 de mayo, estaremos celebrando el Día de la Madre. Quienes llevamos en el alma el signo del agradecimiento, nos celebramos y nos cantamos en el goce festivo de ser criaturas de un vientre fecundo.

La palabra “madre” resuena en todo lo que nace: en todo lo que se lanza a la vida para librar la batalla cotidiana por la felicidad colectiva.

Recuerdo un par de grandes voces para iluminar aún más este gran día. Una, la del poeta argentino Roberto Juarroz, que nos dice que esto de ser el que somos -o la que somos- es un largo recorrido para llegar, a la postre, a ser verdaderamente hijo o hija:

He demorado mucho, he demorado todas las mujeres y también todos los hombres, he demorado el tiempo interminablemente largo de la vida interminablemente breve, para llegar a ser varias veces tu hijo.

Y otra, la de nuestro William Osuna, que en un relámpago expresa la sorpresa sagrada del origen y se la comunica a su madre para dar testimonio de fidelidad:

Compruébalo, es verdad
tu hijo está poseído
es fiel al canto
de tu vientre.

Sirvan estos versos como el mejor de los presentes para todas las madres de Venezuela, que son sol de este día y de cada día.

Sirvan estos versos también para cantarle a mi madre, mi querida Elena, la hija de Rafael y Benita, la nieta de Pedro Pérez Delgado y Claudina Infante… Tiene razón el poeta: “He demorado todos los hombres y todas las mujeres”.

A mi mamá-abuela, la Rosa Inés, vaya mi canto y mi compromiso:
“Y entonces también,
la sonrisa alegre
de tu rostro ausente
llenará de luz
este llano caliente
y un gran cabalgar
saldrá de repente
y vendrá Zamora con toda su gente
y también Maisanta
con sus mil valientes.”

Jorge Castaneda sobre Lula

TRIBUNA
Lula: jugar en primera división sin mojarse
JORGE CASTAÑEDA
El País, 24/05/2010

A Washington le irrita que un aliado sin "vela en el entierro" entorpezca sus planes, sean o no justos
Lula puede salir airoso de su mediación en Irán o acabar mal con todos

Hace tiempo que el Brasil de Lula busca un papel global, y que el mundo reconoce sus méritos y celebra sus esfuerzos. La prensa internacional ha hecho del gigante sudamericano la niña de sus ojos, colocando en un mismo plano el carisma de Lula, el Mundial de Fútbol del 2014, las Olimpiadas del 2016, el desempeño de Itamaratí (la Cancillería) en la Ronda Doha y el creciente papel brasileño en América Latina, desplazando tanto a México como a Estados Unidos, incluso en el patio trasero de ambos: Honduras.

En realidad, detrás de unas magníficas relaciones públicas y 16 años de buen gobierno (Cardoso y Lula), aunados a un crecimiento económico mediano pero sostenido, se perfilan varias aventuras diplomáticas fallidas, disimuladas por la superficialidad y la inercia mediáticas. Pero quizás se acerque la hora de la verdad, ya sea para confirmar el surgimiento de un nuevo protagonista global, ya sea para corroborar una obviedad: no bastan las ganas para ser una potencia mundial.

En efecto, el intento de Lula por lograr, de la mano de Turquía y de su mágica mancuerna diplomática (el primer ministro Erdogan y el canciller Davutoglu), un acuerdo con el régimen iraní que impidiera la imposición de nuevas sanciones a Teherán puede convertirse en un éxito notable o en una debacle. Los dos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) presentaron la semana pasada un acuerdo con el presidente Ahmadineyad cuyo propósito ostensible consiste en evitar que el programa de enriquecimiento de uranio iraní se traduzca en la fabricación de una arma atómica. Para ello, propusieron canjear, en el plazo de un año, uranio enriquecido de bajo grado iraní por varillas occidentales de uranio enriquecido de alto grado, destinadas exclusivamente al reactor de investigación de Teherán.

El propósito real residió, sin embargo, en impedir que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas considerara -y en su caso aprobara- un paquete de nuevas sanciones contra el país gobernado por los ayatolás. Dicha eventualidad hubiera obligado a Ankara y a Brasilia a afrontar una disyuntiva del diablo: seguir el consenso anti-Teherán y traicionar su propia retórica, u oponerse a una resolución patrocinada por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y quedarse solos en el intento, mostrando el aislamiento y la confrontación que entraña su "nueva diplomacia".

La lógica turca es evidente. La república aún kemalista posee intereses reales en la zona. Lleva a cabo un comercio intenso con su vecino; tiene en común una población kurda significativa; recibe parte de su gas y petróleo de Irán; una proporción importante de la población iraní habla turco. Su nueva política exterior consiste en alejarse de las viejas posturaspro Estados Unidos y pro Israel (Turquía es miembro fundador de la OTAN) y en acercarse a sus vecinos -Siria, Grecia e Irán, por supuesto- y al mundo islámico en su conjunto.

La lógica brasileña es menos obvia. No hay intereses significativos de Brasil en Irán, el antisemitismo de Ahmadineyad es mal visto por la comunidad judía de São Paulo, e Itamaratí sabe muy bien que pocas cosas exasperan más a los norteamericanos que un país aliado sin "vela en el entierro" entorpezca sus propósitos, con independencia de la justeza de estos últimos. En el fondo, el gambito de Lula es otro: utilizar la inminente crisis iraní para consolidar su lugar en el firmamento diplomático internacional.

El problema es que el acuerdo de Teherán no bastó para impedir la presentación de un proyecto de resolución por Washington y los demás miembros permanentes del Consejo, que contempla una cuarta etapa de sanciones con más dientes y más amplias. Todo indica, incluso, que los norteamericanos pudieron contar desde antes del esfuerzo turco-brasileño con los nueve votos necesarios para aprobar su resolución, dada por lo menos la abstención rusa y china para evitar un veto. Austria, Japón, Gabón, Uganda y México se encontraban en principio a bordo y Bosnia-Herzegovina y Nigeria en el limbo. Ya existía en principio una coalición suficiente para imponer nuevas sanciones, incluyendo un embargo de materiales susceptibles de ser utilizados para la construcción de misiles y no sólo de la ojiva nuclear que portarían.

Así, de prosperar la iniciativa de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido (apoyada por Alemania y tolerada, en todo caso, por Rusia y por China), Brasil se hallaría en el peor de los mundos posibles. Tendrá que tomar partido, después de buscar evitarlo a través de un compromiso que adoleció de un defecto congénito. Una de las partes, es decir, Washington, nunca estuvo de acuerdo, aunque Davutoglu insista en que todo fue consultado con la secretaria de Estado Clinton. Si Brasil aprueba las sanciones en el CSONU, se habrá desdicho de su rechazo a las mismas; si vota en contra, lo hará en compañía, en el mejor de los casos, solo de Turquía y Líbano. Y si se abstiene, confirmará lo que muchos hemos reiterado: Lula quiere jugar en primera división, pero sin mojarse.

He aquí el quid del asunto. En realidad, Brasil ha logrado poco en el ámbito internacional, más allá de titulares. El objetivo diplomático número uno de Lula -lograr un escaño permanente en el Consejo de Seguridad- se ve, al término de ocho años de esfuerzos, menos viable que nunca. La aventura en Honduras resultó en una tragicomedia tropical: Brasil no pudo restituir a su asilado huésped Manuel Zelaya, este permaneció varios meses en la Embajada brasileña, y hoy Itamaratí solo puede chantajear a españoles y mexicanos con su ausencia en caso de cualquier invitación o reconocimiento al nuevo presidente hondureño. La reanudación de la Ronda de Doha sigue indefinidamente pospuesta, Copenhague no resultó y Cancún no promete, e incluso las diversas iniciativas regionales presentadas por Brasil de la mano con Hugo Chávez se hallan estancadas.

Ello se debe a una debilidad intrínseca del esquema. El tamaño de una economía (Japón) o de una demografía (India) no otorga ipso facto el estatuto de actor mundial. Más bien es la toma de partido, los valores impulsados y la eficacia a escala regional lo que, en su conjunto, pueden (o no) convertirse en una catapulta al estrellato internacional. Brasil linda con nueve países, y todos ellos padecen serios conflictos internos (Colombia, Bolivia, Venezuela) o con sus vecinos (Argentina con Uruguay, Colombia con Venezuela y Ecuador, Perú con Ecuador y con Chile, Bolivia con Chile). Pero Lula en ese pantano no ha querido incursionar: mantiene una prudente pasividad antiintervencionista, o un franco respaldo a las posiciones bolivarianas de Chávez, Correa, Morales, Daniel Ortega en Nicaragua y los hermanos Castro en La Habana. Se resiste a impulsar valores, a tomar partido, o a buscar resultados concretos en su propio terreno.

Tal vez resulte más fácil mediar entre Teherán y Washington (aunque nadie lo ha logrado desde 1979) que entre Caracas y Bogotá, o entre Buenos Aires y Montevideo. A pesar de su patente irritación, quizás Barack Obama y Hillary Clinton prefieran darle el beneficio de la duda al proyecto turco-brasileño antes que ceder a la impaciencia de Israel y de Francia. Lula puede salir airoso de su lance en las planicies persas o acabar mal con todos. Posiblemente debiera haberse mostrado satisfecho con las portadas de las revistas, sin buscar en exceso llenarlas de contenido. Suele ser más difícil.

Jorge Castañeda, ex secretario de Relaciones Exteriores de México, es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York.

Domesticando a arrogancia (nem sempre é possivel)

Hubris: reflexões sobre certas concepções do mundo
Paulo Roberto de Almeida

É muito comum, entre pessoas ou grupos que estão ascendendo em riqueza e poder, o excesso de confiança em sua própria capacidade de mudar o contexto no qual estão inseridos e influenciar outros atores e o mundo à sua volta. A isso se chama, numa adaptação do vocábulo mais frequentemente usado em inglês, assertividade. Em outras situações, pode ser também uma manifestação de arrogância.
Os mesmos sentimentos, ou posturas, podem ser exibidos por países, ou, mais exatamente, por governos, ou ainda mais precisamente, por líderes políticos de economias que estão crescendo rapidamente e que pretendem, em conseqüência, dar demonstrações dessa nova condição exercitando seus músculos na cena internacional. Essa nova postura pode ser exercida em duas direções. De um lado, para o “bem”, ou seja, para estimular a cooperação entre os países e os povos, reforçando os vínculos de solidariedade, ao mesmo tempo que se oferecem garantias de paz e segurança à comunidade internacional. Mas ela também pode se apresentar como uma manifestação do “mal”, isto é, voltando-se para projetos de conquista e de dominação que deterioram o ambiente de paz e segurança no mundo, quando não resultam diretamente em guerras e destruições, ou até em algo pior: genocídios e violações generalizadas dos direitos humanos.
Esse tipo de situação é mais comum do que se pensa nas relações internacionais e, embora o mundo atual seja caracterizado bem mais pela força do direito do que pelo direito da força, ele não está isento de novos exemplos do gênero. A Alemanha e o Japão, pelo menos duas vezes, globalmente (e outras vezes regional ou localmente), a partir do final do século 19 e até a primeira metade do século 20, são os casos típicos que ilustram perfeitamente bem este ponto. Registre-se que ambos seriam, como foram, candidatos a perversidades reincidentes se não tivessem sido contidos pelas superpotências, ou pela única verdadeira potência que emergiu no século 20. Não é preciso relembrar aqui os sofrimentos imensos que essas duas potências arrogantes impuseram a seus próprios povos em guerras de conquista, mas sobretudo aos povos de países vizinhos, em função desse comportamento agressivo, colonialista, militarista, racista, terrivelmente destrutivo, demonstrado por ambas em várias ocasiões e em diferentes direções. Trata-se, obviamente, de casos limites, mas são apenas os exemplos mais recentes de uma tendência que foi registrada na história humana de forma recorrente em muitas ocasiões anteriores.
Um outro sentimento que acompanha também frequentemente essas fases de ascensão pessoal ou nacional é uma espécie de paranóia, derivada de certas teorias conspiratórias. Se trata da sensação de que outros países, mais avançados obviamente, rejeitam o “novo rico” e atuam deliberadamente para impedir a ascensão do emergente. Trata-se de um sentimento mais comum do que se pensa, igualmente, inclusive porque muitas vezes ele não é reconhecido explicitamente, ou então se faz o raciocínio inverso: o sentimento de que é a sua própria ascensão que traz desconforto aos demais, que procuram, assim, barrar o caminho ao emergente. Como isso se dá? As razões são múltiplas, mas algumas são mais comuns.
Quem ostenta, por exemplo, uma noção do comércio internacional como um jogo de soma-zero – algo como uma competição esportiva, em que só um pode ganhar, enquanto o outro perde absolutamente, o que é próximo de uma guerra – tende a atribuir aos outros a iniciativa dos bloqueios e dos constrangimentos: “se eu ganhar, será uma perda para você”, daí o bloqueio, o ato de “chutar a escada”, como diria um conhecido economista paranóico-coreano (não deveria, pois o exemplo de seu país é um claro desmentido a essa tese).
Vejamos o que escreveu um alemão famoso sobre a atitude dos “imperialistas ocidentais” em face da ascensão da Alemanha imperial de antes de 1914 (mas o mesmo poderia ser aplicado à Alemanha do entre-guerras): “O avanço sustentado da Alemanha sobre os mercados mundiais despertou o antagonismo dos velhos países industriais, que sentiram que suas chances nos mercados estavam sendo ameaçadas”. O alemão em questão era Hjalmar Schacht, que depois de conseguir estabilizar o marco alemão na Alemanha de Weimar viria a ser o ministro da economia de Hitler, conduzindo o programa de recuperação econômica pós-crise de 1931 com métodos pouco ortodoxos e pouca consideração pelos direitos humanos.
Não muito longe do Brasil, talvez até no próprio Brasil, já se ouviu o mesmo tipo de “reclamação”: o país começa a crescer e isso “incomoda os outros”, sendo que os outros são, invariavelmente as “velhas potências imperialistas”. Curioso que não se faz o mesmo tipo de crítica em relação à China, por exemplo, que está atuando de forma não muito diferente daquela seguida pelos velhos poderes colonialistas em direção dos “países periféricos” um século atrás, ou mais...
O sentimento de arrogância, a sensação de poder acrescido, a noção de que tudo pode ser feito a partir da vontade individual ou coletiva, desde que o ator emergente se engaje resolutamente na direção de sua maior afirmação no antigo contexto de sua atuação tradicional, pode obscurecer a capacidade de examinar realisticamente uma dada situação, resultando daí aqueles erros de cálculo que em linguagem trivial se menciona como tentativa de “dar um salto maior que a perna”. Também ocorre de a nova situação dar a impressão de ter sido criada pelo mesmo ator no comando ocasional da nova condição, como se tudo aquilo não fosse o resultado, por vezes longo e penoso, de um processo coletivo de acumulação de forcas, de crescimento gradual e paulatino, de aquisição progressiva de novas capacidades.
O sentimento de onipotência, a própria vontade de potência de que falava um filósofo alemão lamentavelmente associado ao nazismo – et pour cause – derivam dos mesmos processos de arrogância, paranóia e entorpecimento da capacidade de medir a “razão das coisas”. O confronto com a realidade não ocorre enquanto houver espaços de crescimento desimpedido, como ocorre em situações de grandes transformações no ambiente externo, local, regional ou internacional. Em algum momento, porém, os limites acabam sendo colocados, seja pelo esgotamento dos próprios recursos internos, seja pela fricção com interesses alheios, por vezes de parceiros mais poderosos ou igualmente agressivos. O despertar para a realidade pode ser brutal.
Nem sempre, “príncipes” conseguem evitar o sentimento de arrogância, o que é compreensível, considerando-se que todos os seus assessores competem para realçar ainda mais suas supostas qualidades e as excelências dos seus governos. Nas antigas tragédias gregas, a hubris era castigada pelos deuses, de forma por vezes exemplar. Na ausência de retenção similar, em nossas modernas sociedades laicizadas, espera-se que os conselheiros do príncipe soem os alertas providenciais, cada vez que o seu mestre e senhor ultrapassar os limites do se pode considerar razoável como manifestação de arrogância. Poucos se arriscam nesse exercício, porém, talvez por considerar que seu senhor e mestre é um verdadeiro Zeus da sabedoria e da onipotência. Sinal que eles também foram contaminados pela hubris que cega...

Paulo Roberto de Almeida
Shanghai, 26 de maio de 2010

Como afundar a economia de um pais - Venezuela

Again, and again. É que o coronel-presidente, não especialmente graduado em alguma área acadêmica, é o melhor professor de economia que possamos ter, al revés, como sempre digo.

SOCIALISMO DE CHÁVEZ NIVELA POR BAIXO

EDITORIAL
O GLOBO, 23/5/2010

No mundo de Hugo Chávez, a luta contra o capitalismo continua intensa..
Caudilho se enreda no modelo bolivariano às portas das eleições

“Tremei burguesia, nós iremos atrás de vocês”, bradou o coronel, depois de tirar das corretoras e casas de câmbio privadas, e passar ao Banco Central, a tarefa de administrar o mercado paralelo de dólares na Venezuela. No mundo real, o dólar saltou para oito bolívares no paralelo — cerca do dobro das taxas oficiais — e o mercado está parado enquanto o BC tenta se organizar para sua nova atribuição de gerir o câmbio negro, tarefa inexequível.

Como as empresas recorrem a esse mercado para obter divisas, pois no oficial o dólar anda escasso, a cambaleante economia do país entrou em parafuso. Já existia um forte desabastecimento de produtos alimentícios, e a piora é inevitável, pois a Venezuela importa 70% do que consome.

A quatro meses das eleições legislativas de setembro, a popularidade do caudilho caiu abaixo de 50% (44,4%). A população critica fortemente a gestão — melhor dizer nacionalização — do setor alimentício pelo governo.

O slogan chavista “Tanto Estado quanto possível, tanto mercado quanto inevitável” só podia resultar em desabastecimento, pois é notória a falta de eficiência das estatais, e não só as venezuelanas.

— Já votei em Chávez, hoje não voto mais. Como é possível eu demorar tanto para conseguir comprar farinha de milho para preparar as minhas arepas? — indagou o aposentado Benjamin Cornejo Ugarte, de 75 anos, ouvido semana passada pelo GLOBO na fila de um supermercado no centro de Caracas. A arepa, uma espécie de panqueca recheada, é o alimento mais popular na mesa venezuelana. Um dos grandes problemas de Chávez é que a falta de produtos nas prateleiras do país e a carestia (a inflação é a mais alta da América Latina, 5,2% em abril) atingem mais fortemente o eleitorado chavista — as classes D (38% da população) e E (41%), além da classe média. Os 3% no topo da pirâmide social são, por óbvio, menos afetados.

Os áureos tempos do petróleo ao redor dos US$ 100 o barril passaram. Enquanto durou a bonança, Chávez construiu seu “socialismo bolivariano do século XXI” com um grande programa assistencialista que assegurou seu prestígio junto às classes menos favorecidas. E passou a exportar o modelo, mergulhado em barris de petróleo, para países que entraram em sua órbita de influência, como Bolívia, Equador e Nicarágua.

Mas os bons tempos acabaram e o “socialismo bolivariano” deu com os burros n’água, só tendo agora a oferecer prateleiras vazias, cortes de luz e a perspectiva de a Venezuela ser o único país latino-americano cuja economia não crescerá este ano (ela encolheu 3,3% em 2009).

Ainda assim, não se pode minimizar a capacidade já amplamente demonstrada por Chávez de vencer eleições. Ao menos, este ano, a oposição não repetirá o grande erro de 2005, quando boicotou o pleito e acabou sem representação legislativa, entregando a faca e o queijo ao coronel. O problema é que a oposição venezuelana ainda não conseguiu produzir um líder capaz de enfrentar e derrotar o caudilho.

Um livro de que participei: Emerging Powers (Canada)


Percorrendo a web para buscar outras coisas, acabei caindo sobre o anúncio de um livro de uma editora canadense do qual participei, como abaixo.

Emerging Powers in Global Governance: Lessons from the Heiligendamm Process
edited by Andrew F. Cooper and Agata Antkiewicz
(Waterloo, Canada: Wilfrid Laurier University Press, 2008)
Studies in International Governance
$39.95 Paper, 285 pp.
ISBN13: 978-1-55458-057-6
Release Date: October 2008

Table of Contents
Foreword | Dirk Messner

Preface | Yoginder Alagh

Acknowledgements

Abbreviations and Acronyms

1 The Heiligendamm Process: Structural Reordering and Diplomatic Agency | Andrew F. Cooper

2 The Logic of the B(R)ICSAM Model for Global Governance | Timothy M. Shaw, Agata Antkiewicz, and Andrew F. Cooper

3 From G8 2003 to G13 2010? The Heiligendamm Process’s Past, Present, and Future | John Kirton

B(R)ICSAM CASE STUDIES

4 China’s Evolving G8 Engagement: Complex Interests and Multiple Identity in Global Governance Reform | Gregory T. Chin

5 India and the G8: Reaching Out or Out of Reach? | Abdul Nafey

6 Brazil and the G8 Heiligendamm Process | Denise Gregory and Paulo Roberto de Almeida

7 South Africa: Global Reformism, Global Apartheid, and the Heiligendamm Process | Brendan Vickers

8 A Break with the Past or a Natural Progression? Mexico and the Heiligendamm Process | Duncan Wood

9 ASEAN and the G8: Potentially Productive Partners or Two Ships Passing in the Night? | Paul Bowles

THE EVOLVING ARCHITECTURE OF CHANGE

10 Germany and the Heiligendamm Process | Thomas Fues and Julia Leininger

11 Why Is the OECD Involved in the Heiligendamm Process? | Richard Woodward

12 Russia and Evolution of the Heiligendamm Process | Victoria V. Panova

13 The United States and Summit Reform in a Transformational Era | Colin I. Bradford, Jr.

14 Enhanced Engagement: The Heiligendamm Process and Beyond | Alan S. Alexandroff

List of Contributors

Index

CONTRIBUTORS
Alan S. Alexandroff is a Research Director at the Munk Centre for International Studies at the University of Toronto. He recently launched the Global Institutional Reform (GIR) Workshop at CIGI, a project designed to evaluate the adequacy of institutional reform proposals for the international system, leading to his edited volume, Can the World Be Governed? Possibilities for Effective Multilateralism (WLUP, 2008). In collaboration with Andrew F. Cooper, he is working on a second volume, Can the World Be Governed? Rising States; Rising Institutions.

Paulo Roberto de Almeida is Professor of International Political Economy at Uniceub-Brasilia, and Associate Professor at Instituto Rio Branco, the Brazilian diplomatic academy. He is also a career diplomat since 1977 and previously served as Minister-Counselor at the Brazilian Embassy in Washington (1999—2003). He holds a Ph.D. in Social Sciences from the University of Brussels and an M.A. in International Economy from the University of Antwerpen. Besides his professional duties, he has engaged in academic activities in Brazil and abroad. Dr. Almeida is also a researcher in economic history and international economic relations of Brazil, and has authored many books in those areas.

Agata Antkiewicz is Senior Researcher and Program Leader at CIGI, where she oversees the Shifting Global Order research theme as well as the BRICSAM and economic governance projects. She holds an M.A. in Economics, specializing in International Trade and International Relations, from the University of Economics in Wroclaw, Poland. Ms Antkiewicz’s authored or co-authored articles have been published by: The World Economy, Review of International Organizations, Journal of European Integration, Third World Quarterly, International Studies Review, Canadian Public Policy Journal, and National Bureau of Economic Research.

Paul Bowles is Professor of Economics at the University of Northern British Columbia. He is a past-President of the Canadian Society for the Study of International Development and is also affiliated with universities in China and Mexico. He specializes in globalization, regionalism, and East Asian development. His most recent book is Globalization and National Currencies: Endangered Species? (Routledge, 2008). His current research projects include the political economy of China’s currency choices and the political economy of labour and globalization.

Colin I. Bradford, Jr., is Research Professor of Economics and International Relations at American University and a Non-Resident Senior Fellow at the Brookings Institution and at CIGI. He has held several positions, including Chief Economist at the United States Agency for International Development, Head of Research of the Development Centre of the OECD, Senior Staff of the Strategic Planning Unit of the World Bank, and Associate Professor in the Practice of International Economics and Management at the School of Organization and Management, Yale University.

Gregory T. Chin teaches global politics, comparative politics, and East Asian political economy in the Department of Political Science and the Faculty of Graduate Studies at York University. He is a Senior Fellow at CIGI, and a member of the Advisory Board of the North Korea Research Group at the University of Toronto. He is a member of the Editorial Board of Rowman & Littlefield’s New Millennium Books Series, and an academic member of the Editorial Board of the China and International Organization Books Series, jointly published by Shanghai People’s Press and Shanghai International Studies University. He has held a visiting fellowship at Peking University (1997—98). His forthcoming book is entitled China’s Automotive Modernization: Industrial Policy and Rival Firms (Palgrave, 2009).

Andrew F. Cooper is Associate Director and Distinguished Fellow at CIGI and Professor of Political Science at the University of Waterloo, where he teaches in the areas of International Political Economy, Global Governance, Comparative and Canadian Foreign Policy, and the Practice of Diplomacy. He has been a Visiting Professor at Harvard University, the Australian National University, and in 2009 a Fulbright Visiting Chair of Public Diplomacy at the University of Southern California. Dr. Cooper’s recent publications include Global Governance and Diplomacy: Worlds Apart? (Palgrave, 2008), Celebrity Diplomacy (Paradigm, 2007), and Regionalisation and Global Governance: The Taming of Globalisation? (Routledge, 2007).

Thomas Fues is Senior Research Fellow at the German Development Institute (DIE). His main research interests are global governance, emerging powers, United Nations, and international development cooperation. Recent publications include articles on G8 reform, the role of China and India in the global system, the UN development sector, as well as human rights and global governance. In addition to his research tasks, Dr. Fues is responsible for the Global Governance School at DIE as part of the training and dialogue programme “Managing Global Governance” with young professionals from governments and think tanks of emerging economies.

Denise Gregory is a specialist in international relations and business administration, with experience in the areas of foreign trade, integration, and international trade negotiations. She was named Executive Director of the Brazilian Center for International Relations (CEBRI) in December 2004. Previously, she acted as Institutional Relations Director of Investe Brasil, and was Chief of Staff to the President of the Brazilian Economic and Social Development Bank (BNDES). Ms. Gregory has also held positions with the Executive Secretariat of the Foreign Trade Chamber (CAMEX), and Department of Foreign Trade Policy within the Foreign Trade Secretariat.

John J. Kirton is a professor of Political Science at the University of Toronto, where he is a Fellow of Trinity College. Dr. Kirton is the director of the G8 Research Group, established at the University of Toronto in 1987. He is also a Research Associate of the Centre for International Studies, where he leads the Program on Global Health Diplomacy and the G20 Research Group. He has advised the Canadian and Russian governments and the World Health Organization on G7/8 participation, international trade, and sustainable development, and has written widely on G7/G8 summitry.

Julia Leininger is Research Fellow at the German Development Institute (DIE) in the Competitiveness and Social Development department. She is also an associate of the Peace Research Institute Frankfurt as part of the PRIF/ Research Associate Project: Democracy Promotion through International Organisations. She has also held research positions with both the German Federal Ministry For Economic Cooperation and Development (BMZ) and the United Nations Development Programme. Her current research activities are in global governance, international institutions, and democracy promotion.

Abdul Nafey is Professor at the Centre for Canadian, US and Latin American Studies, Jawaharal Nehru University (JNU). Before joining JNU, Dr. Nafey taught at the Universities of Delhi and Goa. He was Head of the Centre for Latin American Studies, Goa University in 1989—90. His areas of research include dynamics of democratic development in Latin America, state and civil society, structural adjustment and its consequences, social movements, political and cultural dynamics of Indian diaspora in the Caribbean, regional integration in Latin America, and security and foreign policy dynamics of major Latin American and Caribbean countries.

Victoria Panova is Senior Lecturer in International Relations and Foreign Policy at the Moscow State Institute of International Relations. She is also Regional Director for Russia of the G8 Research Group based at the University of Toronto. Dr. Panova is a member of the National Working Group of the Advisory Council of the Civil G8 project, and was responsible for the substance and organization of the Civil G8 working group on Human Security during Russia’s 2006 G8 presidency. Her research focuses on regional conflicts, non-proliferation, terrorism, energy security and sustainability, as well as global governance (notably the G8) in relation to Russian civil society.

Timothy M. Shaw is Director and Professor at the Institute of International Relations, the University of the West Indies St. Augustine. He previously directed the Institute of Commonwealth Studies at the University of London, the Centre for Foreign Policy Studies and International Development Studies programmes at Dalhousie University, where he taught for three decades. Dr. Shaw holds degrees from three continents and is visiting professor in South Africa and Uganda. His latest monograph is Commonwealth: Inter- and Non-State Contributions to Global Governance (Routledge, 2007). He is general editor for the International Political Economy series for Ashgate and for Palgrave Macmillan.

Brendan Vickers is Senior Researcher in the multilateral programme at the Institute for Global Dialogue (IGD). Prior to joining the IGD, he was employed as the Deputy Director responsible for International Relations and Trade in the Office of the President of South Africa. He recently completed a Ph.D. with the University of London, focusing on international trade. Dr. Vicker’s research interests are international trade, the WTO, trade law and diplomacy, regional integration, South African foreign policy, and international relations.

Duncan Wood is Director of the Undergraduate Program in International Relations and Acting Head of the Department of International Studies at the Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). He is a member of the Mexican National Research System, a member of the editorial board of Foreign Affairs en Español and has been an editorial advisor to Reforma newspaper and was a non-resident Fulbright Fellow. Dr. Wood’s research focuses on the Mexican energy sector, Latin American energy policy, migration and remittances, the political economy of international finance, and Canada-Mexico relations. In 2009 he will direct the Energy Policy Studies Center, to be based at ITAM.

Richard Woodward is a lecturer in the Department of Politics and International Studies at the University of Hull. He has written extensively on different facets of the OECD’s role in global governance and his book on the organization will shortly be published by Routledge. Currently he is finalizing his Ph.D. thesis on the governance of the City of London’s financial markets since 1997 and is co-writing (with Simon Lee) Understanding States and Markets: An Introduction to the History of Ideas in Political Economy (Palgrave, 2009). His other research interests include the financial crime, offshore financial centres, and development in small states.

Wilfrid Laurier University Press, 75 University Avenue West, Waterloo, ON, Canada, N2L 3C5 - Phone: 519-884-0710 x6124 — Fax: 519-725-1399 — Email: press@wlu.ca

Adam Smith, Keynes, Hayek e os outros..

Do blog:

Super-Economy
Kurdish-Swedish perspectives on the American Economy


Hayek defeats Marx once again
Wednesday, March 17, 2010
Tino Sanandaji *

Justin Wolfers, a clever up and coming economist, thinks that Friedrich von Hayek was not an important enough economist to be included in the company of Adam Smith, Karl Marx, John Maynard Keynes and Milton Friedman.

He basis this on a search on JSTOR, that shows Hayek to have the same influence as Larry Summers.

But Wolfers methodology is faulty. First of all, it seems to be very sensitive to wording. Second, it does not tell us the influence of the most important idea.

I instead use Google Scholar to look at the number of citations for the 20 most cited works of each economist. Since I can see exactly who wrote what, this does not have the problem associated with Wolfer's method.

The result confirms what (at least my) common sense tells me, Hayek is very influential.

First, number of citations of most cited work (regardless of spelling):

1. Adam Smith (15616).
2. John Maynard Keynes (11445)
3. Friedrich von Hayek (5397)
4. Milton Friedman (3528)
5. Karl Marx (3210)
6. Larry Summers (2082)

Which confirms another point, Hayek's theory on dispersed knowledge is more important than any *single* article Milton Friedman wrote, even though Friedman was a broad guy who made contributions in several parts of economics. Marx does not do as well here, because his followers made their strongest impression conducting revolutions (and more recently analyzing language as a tool of oppression) rather than doing mainstream economics.

Second, number of citations of 20 most cited work:

1. Milton Friedman (35867)
2. Adam Smith (22997)
3. Friedrich von Hayek (22668)
4. John Maynard Keynes (21679)
5. Karl Marx (19695)
6. Larry Summers (13039)

(for those curious, and as a measure of how much a "normal" top economist gets, Wolfers himself has 3170 citations).

By Wolfer's own criteria, a quantitative measure of scholarly influence, Hayek beats or ties with Keynes and with Milton Friedman, and beats Marx in both measures. He is far above Larry Summers (an unfair comparison, since prolific Summers is contemporary, which boosts you in this type of count.).

What Wolfers also fails to take into account is the diversity of the idea. Hayek is extremely original, and his insights about decentralized knowledge and spontaneous order are quite different from mainstream neoclassical arguments for the market.

This is a *plus* for putting him in the textbooks. You don't want a dozen more neoclassical intellectuals who make the exact same argument Adam Smith and Milton Friedman made. Hayek had a unique mind and offered unique insights.

* Tino Sanandaji is a 29 year old PhD student in Public Policy at the University of Chicago, and the Chief Economist of the free-market think tank Captus.

Reforma Agraria: chamando as coisas pelos nomes (Katia Abreu)

O Brasil exibe, atualmente, uma completa inversão de valores, e a sociedade assiste, estupefata, a cenas explícitas de ilegalidades, sancionadas pelo governo.
O texto abaixo restabelece algumas verdades que precisam ser ditas.

A esquerda não quer a reforma agrária
KÁTIA ABREU
O Estado de S.Paulo, 25 de maio de 2010

Nada obsta mais a reforma agrária no Brasil que a manipulação político-partidária que dela se faz. A estratégia criminosa de invasões de terras é a ponta de lança desse processo. Transforma o produtor rural em vilão e o invasor em vítima, numa espantosa inversão de valores. A entidade que tudo patrocina, o Movimento dos Sem-Terra (MST), inexiste juridicamente, o que impede reparações judiciais.

O governo, que deveria garantir a segurança dos contribuintes, faz vista grossa, emite declarações simpáticas aos invasores e chega ao requinte de produzir um decreto, o PNDH-3, em que os considera parte a ser ouvida antes de o invadido recorrer à Justiça para reclamar a reintegração de posse. Pior: financia os invasores, via ONGs constituídas com a única finalidade de gerir uma entidade abstrata, embora concreta em seu objetivo predatório. Acumulam-se aí ilícitos: além da invasão, há o ato irregular governamental, denunciado pelo ministro Gilmar Mendes, do STF, de financiar entidades que burlam a lei.

Quanto já foi gasto - sabe-se que são centenas de milhões de reais - a pretexto da reforma agrária, em dinheiro repassado a essas ONGs? E o que de concreto foi feito para realizá-la? Qual a produtividade dos assentamentos do MST? São perguntas sem resposta, que justificaram a instalação de uma CPI mista no Congresso Nacional, sistematicamente sabotada pela maioria governista.

Em vez de respondê-las, os agentes partidários, travestidos de funcionários públicos, empenham-se em difundir a infâmia de que a maioria dos produtores rurais ou é predadora do meio ambiente ou escravagista. A manipulação de causas contra as quais ninguém, na essência, se opõe é um dos truques de que se vale uma certa esquerda fundamentalista, adversária da livre-iniciativa, para manter como reféns os produtores rurais, difamando-os.

Nenhuma pessoa de bem - e a imensa maioria dos produtores rurais o é - é a favor do trabalho escravo ou da destruição do meio ambiente. Mas isso não significa que concorde com qualquer proposta que se apresente a pretexto de defender tais postulados. Não basta pôr na lei punições contra o "trabalho degradante". É preciso que se defina o que é e o que o configura concretamente, princípio elementar da técnica jurídica.

A lei não pode ser meramente adjetiva, o que a torna, por extensão, subjetiva, permitindo que seja aplicada conforme o critério pessoal do agente público. Foi esse o ponto que me fez, como deputada federal e depois como senadora, exigir emendas a uma proposta legislativa de punição por trabalho escravo. Não o defendo e o considero uma abjeção inominável. Quem o promove deve ser preso e submetido aos rigores da lei, sem exceção, sem complacência. Mas tão absurdo e repugnante quanto o trabalho escravo é manipulá-lo com fins ideológicos.

O que se quer é o fim da livre-iniciativa no meio rural, pela sabotagem ao agronegócio, hoje o segmento da economia que mais contribui para o superávit da balança comercial do País.

A fiscalização das propriedades rurais está regulada pela Norma Regulamentar n.º 31 do Ministério do Trabalho (MT), que tem 252 itens e desce a detalhes absurdos, como estabelecer a espessura do pé do beliche e do colchão.

Afirmei, em razão desses excessos, ser impossível cumpri-la em sua totalidade e que havia sido concebida exatamente com essa finalidade. Tanto bastou para que fosse acusada de defender o trabalho escravo, recusando-me a cumprir práticas elementares, como o fornecimento de água potável e condições básicas de higiene. Desonestidade intelectual pura.

A Confederação Nacional da Agricultura e Pecuária do Brasil (CNA), que presido, tem sido bem mais eficaz que o Estado na fiscalização trabalhista nas propriedades rurais. Basta conferir os números: os grupos móveis de fiscalização do MT percorreram, em sete anos - de 2003 até hoje -, 1.800 fazendas. A CNA, em 90 dias, percorreu mil fazendas e já está promovendo o circuito de retorno, para averiguar as providências tomadas.

A CNA, com o objetivo de aprimorar o trabalho no meio rural, vai criar um selo social - uma espécie de ISO 9000 trabalhista - para qualificar as propriedades-modelo, qualificando também sua produção. Esse selo indicará não só zelo social, mas respeito ao meio ambiente e adoção de práticas produtivas adequadas. Não queremos responder às injúrias com injúrias, mas com demonstrações concretas de nosso empenho em contribuir para o desenvolvimento econômico e social do País.

É preciso que se saiba que 80% dos produtores rurais brasileiros são de pequeno e médio portes e não suportam economicamente esse tipo de sabotagem, que se insere no rol de crimes contra o patrimônio, de que as invasões de terras são a ponta de lança.

Em quase todos os casos, os enquadrados como escravagistas não são processados. E por um motivo simples: não o são. As autuações trabalhistas que apontam prática de trabalho escravo são insuficientes para levar o Ministério Público a oferecer denúncias pela prática de infrações criminais. O resultado é que, enquanto isso não ocorre, o produtor tachado de escravagista fica impedido de prosseguir em seu negócio e acaba falido ou tendo de abrir mão de sua propriedade. A agressão, como se vê, não é somente contra o grande proprietário, mas também contra a agricultura familiar, cuja defesa é o pretexto de que se valem os invasores e difamadores.

Diante disso tudo, não hesito em afirmar que se hoje o processo de reforma agrária não avança no País a responsabilidade é dessa esquerda fundamentalista, que manobra o MST, consome verbas milionárias do Estado e proclama a criminalização dos movimentos sociais. Não há criminalização: há crimes, com autoria explícita. O MST, braço rural do PT, não quer a reforma agrária, mas sim a tensão agrária, de preferência com cadáveres em seu caminho, de modo a dar substância emocional a um discurso retrógrado e decadente. Reforma agrária não é postulado ideológico, é imperativo do desenvolvimento sustentado. Por isso a CNA a apoia. Por isso o MST e a esquerda fundamentalista não a querem.

SENADORA (DEM-TO), É PRESIDENTE DA CNA

Argentina: da leniencia à retaliacao?

Dificilmente se adotarão medidas punitivas contra o crescente (constante, regular, intenso) protecionismo argentino contra a importação de produtos estrangeiros, o que atinge não só os interesses do Brasil, mas os próprios fundamentos do Mercosul.
Mas os empresários brasileiros começam a falar em medidas de retorsão contra o protecionismo ilegal, abusivo e discriminatório da Argentina.
Não acredito que essa via prospere, pelo menos não neste governo.
Mas os interlocutores estão começando a perder a paciência...

Empresários exigem resposta dura contra barreira argentina
Renato Carvalho
DCI, 25 de maio de 2010

Os empresários brasileiros, representados pela Federação das Indústrias do Estado de São Paulo (Fiesp), vão entregar nesta semana um documento que propõe respostas duras à barreira imposta pela Argentina contra a importação de alimentos brasileiros. Em um primeiro momento será sugerido ao governo que utilize as cláusulas do tratado que deu origem ao Mercosul, que veta este tipo de impedimento imposto pelo governo argentino. Mas já se fala até em usar o mesmo instrumento para bloquear as importações de alimentos argentinos.

Levantamento feito pela Associação Brasileira de Comércio Exterior (Abracex), com base em dados do Ministério do Desenvolvimento, Indústria e Comércio Exterior (Mdic), mostra que as exportações de alimentos do Brasil para a Argentina em 2010, até abril, somaram US$ 182 milhões. Enquanto isso, as importações brasileiras somaram US$ 1,072 bilhões no mesmo período.

A Argentina só tem a perder com essa barreira. Nossas importações são cinco vezes maiores que as importações. Os próprios empresários argentinos já estão muito preocupados em perder um mercado como o Brasil, afirma Roberto Segatto, presidente da Abracex.

Segatto chama a atenção para a possibilidade de substituir a Argentina por outros mercados, tanto no que diz respeito a exportação como a importação. Podemos importar vinho do Chile, por exemplo, e farinha de trigo dos Estados Unidos e Canadá. Já os exportadores podem procurar outros mercados, e também direcionar para o mercado interno, que está com uma demanda muito forte, afirma.

Problema político

Somente na semana passada, os atacadistas argentinos cancelaram 25% das compras de alimentos e bebidas dos produtores brasileiros, segundo informações vindas de Buenos Aires. Na opinião de Segatto, a questão política é o principal fator que incentiva o governo a levantar as barreiras, e o brasileiro a não tomar iniciativas duras em resposta. Empresários brasileiros e argentinos são radicalmente contra estas medidas.

A presidente Cristina Kirchner desmente medidas de restrição à entrada alimentos. De fato, não existe nenhuma medida escrita que restrinja a entrada dos alimentos estrangeiros similares aos da produção local. A ausência de uma medida formal inibe os países prejudicados em suas reclamações contra a Argentina.

As restrições foram transmitidas verbalmente pelo secretário de Comércio Interior, Guillermo Moreno, aos importadores e supermercadistas, nos primeiros dias de maio. Na ocasião, Moreno afirmou que ninguém poderia mais comprar de outros países alimentos que são produzidos pela indústria local. Moreno ameaçou com inspeções da Receita Federal nas empresas que desobedecerem a suas sugestões.

As mercadorias que haviam sido despachadas antes da ordem de Moreno ainda fazem filas nos portos e nas fronteiras da Argentina com o Brasil, Paraguai, Uruguai e Chile. Informações vindas das associações empresariais uruguaias dão conta de que os exportadores do país vizinho não recebem pedidos de compras da Argentina há mais de 10 dias.

O presidente José Pepe Mujica pediu explicações ao governo de Cristina e vai discutir o assunto pessoalmente com a colega em um encontro marcado para o dia 4. No Chile, a situação é similar. Tanto que a pressão dos empresários chilenos ao presidente Sebastián Piñera levou o governo a tirar dos arquivos o único problema pendente de seu país com a Argentina na Cordilheira. Piñera reclamou uma disputa territorial com a Argentina.

O presidente do México, Felipe Calderón, enviou uma carta ao seu embaixador em Buenos Aires pedindo detalhes sobre as barreiras das quais os empresários mexicanos se queixam ao governo. As restrições contra os alimentos também despertaram a fúria da UE e da China.

Não só alimentos e bebidas sofrem restrições para entrar no mercado argentino. Pneus, disjuntores, aparelhos de ar condicionado, roupas, linhas, pisos, rodas, ventiladores, talheres de aço inoxidável, eletrodomésticos e vários outros fazem parte de uma lista de quase mil itens de origem de outros países que são barrados pelo governo têxteis.

A Argentina desencadeou 97 processos de antidumping contra a China. Mais de 400 produtos chineses estão sujeitos ao licenciamento não automático. Anunciado no final do mês passado, o contra-ataque chinês começou a ser executado na quinta-feira. O país asiático impôs restrições ao óleo de soja argentino e no porto de Rosário, principal complexo exportador de soja do país, os embarques estão cancelados.

Os empresários brasileiros, representados pela Federação das Indústrias do Estado de São Paulo (Fiesp), vão entregar nesta semana um documento que propõe respostas duras contra a barreira imposta pela Argentina à importação de alimentos brasileiros.

Em um primeiro momento será sugerido ao governo que utilize as cláusulas do tratado que deu origem ao Mercosul, que veta este tipo de impedimento imposto pelo governo argentino. Mas já se fala até em usar o mesmo instrumento para bloquear as importações de alimentos argentinos.

Levantamento feito pela Associação Brasileira de Comércio Exterior (Abracex), com base em dados do Ministério do Desenvolvimento, Indústria e Comércio Exterior (Mdic), mostra que as exportações de alimentos do Brasil à Argentina em 2010, até abril, somaram US$ 182 milhões. As importações brasileiras de alimentos argentinos somaram US$ 1,072 bilhão no período.

A Argentina só tem a perder com essa barreira. Nossas importações são cinco vezes maiores que as importações. Os próprios empresários argentinos já estão muito preocupados por poder vir a perder um mercado como o Brasil, afirma Roberto Segatto, presidente da Abracex.

Segatto chama a atenção para a possibilidade de substituir a Argentina por outros mercados. Podemos importar vinho do Chile, por exemplo, e farinha de trigo dos Estados Unidos e do Canadá. Já os exportadores podem procurar outros mercados, e também direcionar para o mercado interno, afirma.

A China também enfrenta problemas com o governo argentino, e já iniciou retaliação. O país asiático impôs restrições ao óleo de soja argentino, e no Porto de Rosário, principal complexo exportador de soja do país, os embarques foram cancelados.

Politica Nuclear do Iran (9): retificando a retórica do "acordo"

Um comentário recebido de Paulo Araujo, em postagem anterior da mesma temática, merece o devido destaque, uma vez que traz observações e reflexões pertinentes sobre o caso, e informa sobre material informativo e analítico importante, para se fazer uma ideia mais abrangente sobre essa importante questão.

Paulo Araújo deixou um novo comentário sobre a sua postagem "Politica Externa brasileira: pro e contra o "acord...":

Caro,

Algumas observações. Depois do constrangedor “pra traz” que a iniciativa da diplomacia brasileira recebeu do CS da ONU, a retórica governista e dos seus apoiadores nos meios de comunicação em torno do “Acordo de Teerã" aos poucos vai dando lugar à dura realidade. Ontem o presidente Lula, em evidente manifestação de recuo na retórica, tratou de relativizar o que antes era um tido como um absoluto: a “vitória da diplomacia”. Disse Lula em seu programa de rádio Café com o Presidente, ao analisar os fatos de Teerã nos seguintes termos:

“Nós não fomos lá [ao Irã] para negociar acordo nuclear. Nós não temos procuração para isso. Nós fomos lá foi para tentar convencer o Irã a aceitar uma proposta feita pela Turquia e pelo Brasil, de sentar à mesa de negociações, e isso nós conseguimos”. (Lula em 24/05/2010).

Áudio está disponível aqui:=
http://blog.planalto.gov.br/precisamos-falar-mais-em-paz-do-que-em-desavencas/

Ontem o Itamaraty divulgou nota que segue no mesmo diapasão presidencial:
“O Governo brasileiro manifesta a expectativa de que esse primeiro passo para a implementação da Declaração de Teerã ajude a construir um ambiente de confiança e contribua para uma solução negociada sobre a questão do programa nuclear iraniano.”
http://www.itamaraty.gov.br/sala-de-imprensa/notas-a-imprensa/entrega-de-carta-do-ira-ao-diretor-geral-da-aiea

Ora, se o governo brasileiro “não foi lá para negociar um acordo” por que então somente se falava por aqui justamente o contrário?

Não se trata de torcer contra o Brasil, como dizem os propagandistas do governo, mas sim do direito sagrado de manifestar livremente opinião e análise dos fatos e, principalmente, chamar as coisas pelos seus nomes certos.

A inflexão no discurso governamental fica evidente se confrontarmos as declarações acima com as primeiras manifestações de Celso Amorim sobre a assinatura da Declaração de Teerã: Do Blog do Planalto em 18/08/2010:

“Entrevista exclusiva do ministro Celso Amorim (Relações Exteriores) ao Blog do Planalto concedida no voo de volta ao Brasil após visita presidencial a Teerã. Na entrevista, Amorim comemora o resultado da reunião tríplice Brasil-Turquia-Irã em que foi firmado o ACORDO sobre o enriquecimento do urânio iraniano na Turquia”. [Grifo meu]:
http://blog.planalto.gov.br/entrevista-com-o-ministro-celso-amorim-persuasao-foi-mais-eficiente-do-que-a-pressao/

PS: Essa elevação retórica para efeito de propaganda da Declaração de Teerã à categoria de Acordo não ocorreu no Irã. Em todas as notas publicadas no site da agencia governamental de notícias iraniana (IRNA) a coisa desde o inicio é chamada pelo seu nome: a “Tehran Declaration”.

“Acordo” nuclear com o Irã - Paulo R. Almeida

Saudando o mensageiro, esquecendo a mensagem...
Paulo Roberto de Almeida

A análise e as reflexões seguintes me vieram à mente ao ler as declarações de responsáveis políticos e matérias de imprensa (geralmente artigos opinativos de comentaristas políticos) a respeito da questão iraniana e seus desdobramentos, depois da iniciativa turco-brasileira de buscar um “acordo” com o governo iraniano a propósito da política nuclear deste último e seus impasses atuais. O que surpreende, desde o início, é que a maior parte das matérias e comentários foca não tanto o fundo da questão, ou seja, a natureza do programa nuclear iraniano, em si, quanto a qualidade dos novos interlocutores nesse caso específico, o Brasil e a Turquia.
Em outros termos, o que se destacou e se discutiu intensamente foi menos a política nuclear do Irã, enquanto tal, e mais a emergência dos emergentes – com perdão pela redundância –, numa questão que sempre foi considerada terreno de caça exclusivo dos grandes, a saber, a proliferação nuclear (e seus eventuais infratores). Grande parte dos comentários, começar pela própria imprensa brasileira, saudou a “irrupção” de novos atores políticos numa agenda que estaria supostamente monopolizada pelos grandes atores.
Caberia, talvez, deixar, por um momento, a identidade dos personagens envolvidos nesta questão, o presidente Lula e o primeiro-ministro Erdogan, e também a suposta condição dos seus países enquanto “potências emergentes”. Não é isso que estava primariamente em causa no dossiê iraniano, não é esse o problema que deveria ocupar a atenção dos observadores, e sim a natureza do processo, ou seja, o teor mesmo do acordo supostamente alcançado.
Aliás, essa qualificação de “potência emergente” pode ter algum sentido na realidade, mas no momento ela tem mais conteúdo jornalístico do que propriamente diplomático: afinal em que se distingue uma “potência emergente” de um país normal?; talvez pela sua suposta capacidade de “influenciar” de modo mais decisivo do que um “país normal” a vida internacional, ou seja, a agenda dos principais organismos internacionais de relacionamento inter-estatal. Se essa capacidade é comprovada, então eles se tornam de alguma forma emergentes, mas isso não tem tanto a ver com o tamanho, em si, e sim com a capacidade de iniciativa e de influência dos países em causa.
Consideremos, por hipótese, que as iniciativas tomadas por Brasil e Turquia pudessem ter sido sugeridas, digamos, por dois países menores, tipo Tuvalu e República Centro-Africana, eventuais membros temporários do CSNU. Estariam elas recebendo o mesmo nível de atenção por parte da imprensa? Talvez não, devido à “pequena capacidade de influência internacional” dos interlocutores em questão. Mas não deveria causar nenhuma espécie esse tipo de inversão, pois supostamente o que interessa, para o encaminhamento do problema, é a qualidade da interlocução e o realismo da proposição, do ponto de vista dos agentes intervenientes em torno do problema em causa, qual seja: a resolução do conflito entre o Irã, de um lado, e a AIEA e o CSNU, de outro (este eventualmente representado pelo P5+1, ou seja, os cinco membros permanentes mais a Alemanha).
Se a intenção é efetivamente a de resolver um problema objetivo, com contornos muito bem definidos – quais sejam, a natureza das atividades de enriquecimento de urânio por parte do Irã e sua utilização ulterior –, a identidade dos “propositores” não deveria ter a mínima importância: se os dois países citados fossem, ou não, membros temporários do CSNU, suas propostas, objetivas como deveriam ser, tem a mesma chance de serem consideradas em qualquer arranjo bilateral com o Irã, ou no plano plurilateral ou multilateral, do que quaisquer outras propostas sugeridas por interlocutores desejosos de restabelecer condições de normalidade entre o Irã e as entidades supracitadas.
Admitida essa hipótese, o suposto “acordo” alcançado em Teheran, em meados de maio, deveria ser avaliado, não tanto com base na condição dos interlocutores, mas com base nos critérios relevantes para tal efeito, quais sejam: a capacidade de o Irã atender às demandas da AIEA e da comunidade internacional (neste caso identificada com os cinco membros permanentes do CSNU e os países que gravitam em volta). Se o acordo atender a esses padrões, ele pode entrar na agenda internacional e servir de base para novos desenvolvimentos em torno da questão iraniana, independentemente de quem o tenha formulado ou proposto.
Dito isto, apreciaria ler matérias na imprensa que se refiram, exatamente, ao teor do acordo, não à qualidade de seus propositores. Como se diz, deve-se prestar mais atenção na mensagem do que no seu mensageiro. Este é o critério básico sob o qual deve ser avaliado o “acordo” de Teheran.

Shanghai, 25 de maio de 2010

Politica Nuclear do Iran (8): duas opinioes sobre o "acordo" tripartite

O Irã, o Brasil e as armas nucleares
Opinião - José Goldemberg *
Correio Brazilienze, 23/05/2010

O Itamaraty tem a reputação de ser um ministério competente, mas o imbróglio em que ele se envolveu no Irã não vai contribuir para aumentar essa reputação. Uma negociação bem-sucedida na área internacional envolve dois componentes: definir claramente o interesse do país e conhecer os detalhes técnicos ou administrativos do que se está negociando.

Na área interna, o presidente Lula deu inequívocas demonstrações de que é um excelente negociador desde os tempos em que presidia o Sindicato dos Metalúrgicos, em São Bernardo. Defendia claramente os interesses dos trabalhadores contra os patrões e negociava salários e outros benefícios que são fáceis de definir.

No caso da negociação em que o Itamaraty e o presidente se envolveram em Teerã, recentemente, essas duas componentes estiveram ausentes. Em primeiro lugar é difícil ver qual o interesse do Brasil em mediar acordos do Irã com as grandes potências e a Agência Internacional de Energia Atômica (AIEA), a não ser o de aumentar a presença do país no cenário internacional.

Tem havido dezenas dessas oportunidades sem qualquer beneficio claro para o país, salvo excelentes fotografias e captura das manchetes dos jornais. Sucede que o Irã tem sérios problemas de credibilidade no que se refere ao cumprimento de suas obrigações com a Agência Internacional, já foi objeto de sanções do Conselho de Segurança e está na iminência de receber outras.

Ele tem uma longa história de atividades semiclandestinas que não são aceitas pelos países que aderiram ao Tratado de Não Proliferação Nuclear. Mais ainda: as exaustivas negociações que tem tido durante os últimos cinco anos com os países europeus são consideradas uma estratégia para ganhar tempo e aumentar a sua capacidade de, eventualmente, produzir artefatos nucleares. Associar-se a ele nessas condições chama a atenção para o fato de que o Brasil poderia também ter interesses nessa linha. Essa não é uma hipótese vaga, porque, há cerca de 20 anos, estávamos exatamente na posição que o Irã está hoje — sob suspeitas de desenvolver um “programa paralelo” de energia nuclear para fins militares ao lado de um programa de fins pacíficos, como a instalação das centrais nucleares de Angra dos Reis. Foi preciso muito esforço para convencer a comunidade internacional que esse não era o caso, apesar de o país ter dominado a tecnologia de enriquecimento de urânio. A recente visita ao Irã ameaça jogar por terra esse esforço.

Em segundo lugar o “acordo” que o Brasil mediou não contribui em nada para resolver o conflito com a Agência Internacional e as grandes potências, que decorre do fato de o Irã continuar a enriquecer urânio a 20%, índice muito superior ao nível de 3% necessários para reatores nucleares. Ninguém nega o direito do Irã de enriquecer urânio, mas chegar ao nível superior ao necessário no uso para fins pacíficos cria serias suspeitas. Como os especialistas bem sabem é mais fácil passar de 20% de enriquecimento aos 80%, necessários para fazer armas nucleares, do que enriquecer de 3% a 20%. O Irã se recusa a limitar o enriquecimento, o que levanta suspeitas de que realmente está ganhando tempo. Enquanto negocia ele aumenta o número de centrifugas e o estoque de urânio que já enriqueceu.

O “acordo” que o presidente Lula assinou nem toca nesse assunto, como os próprios iranianos tiveram a indelicadeza de proclamá-lo publicamente antes que a tinta do “acordo” secasse, embaraçando o presidente. O que o Irã fez foi trocar uma pequena parte do seu urânio enriquecido a 3% por urânio enriquecido a 20% como combustível de um reator médico, o que, aliás, deveria ter feito há mais de seis meses, se o seu interesse real fosse a medicina.

Se o Itamaraty julgava que negociar com o Irã daria o Prêmio Nobel da Paz ao presidente Lula, ele se equivocou. Provavelmente, o papel do Brasil será visto como o de um “inocente útil” e, pior que isso, chamará a atenção para as próprias atividades nucleares do país.

* Professor emérito da Universidade de São Paulo

====================

O Brasil e a questão nuclear iraniana
Entrevista com o Embaixador Marcos Azambuja
Christian Carvalho Cruz
O Estado de São Paulo - Caderno Aliás, 23.05.2010

Uma moldura pesada demais
Para embaixador, Brasil deveria conter seu excesso de protagonismo em região tão complicada e em assunto tão turvo.

Para resumir o que se passou nessa semana na questão nuclear iraniana, com forte participação brasileira na assinatura de um acordo com o governo de Teerã, o embaixador Marcos Azambuja diria o seguinte, no popular: "Se meter no Oriente Médio é muita areia pro nosso caminhãozinho". Ou ainda: "Procuramos sarna pra nos coçar".
É claro que a elegância diplomática e pessoal - ele usa gravata borboleta e chapéu panamá - não lhe permite o apelo a tão baixo calão. Então, o embaixador do Brasil na Argentina (1992 a 1007) e na França (1997 a 2003), chefe da Delegação do Brasil para Assuntos de Desarmamento e Direitos Humanos em Genebra (1989 a 1990) e atual vice-presidente do Centro Brasileiro de Relações Internacionais disse verdadeiramente assim: "O acordo que o Brasil fez não foi ruim, mas era preferível que ele tivesse sido mais prudente ao entrar numa região tão complicada, onde seus interesses vitais não estão em jogo". E mais: "Não temos ali poder nem experiência que nos credenciem como grandes atores diplomáticos".
A seguir, trechos da entrevista em que Azambuja fala dos possíveis desdobramentos da situação, de um mundo sem armas nucleares, de direitos humanos e do samba atravessado com os Estados Unidos.

O Irã quer ter a bomba atômica ou não?
Não queria até a invasão do Iraque pelos americanos. Depois, chegou à conclusão de que ter uma capacidade nuclear, por menor que fosse, lhe daria garantias de sobrevida. O Irã acha que se o Iraque tivesse armas nucleares não teria sido invadido. Mas não estou convencido de que os iranianos estejam a caminho da bomba. Eles assinaram o Tratado de Não Proliferação (TNP) em 1968. É coisa de safra recente ter aquilo que julgam ser garantias adicionais de soberania. Há quem diga que, num mundo em que tantos países têm a bomba, o Irã também tem o direito de construir a sua. Discordo. Nessa questão, se levarmos adiante a velha máxima do "olho por olho, dente por dente" acabaremos todos cegos e banguelas.

O que o sr. achou do acordo com o Irã patrocinado por Brasil e Turquia?
Foi uma boa coisa, não se pode negar. Mas nos envolvemos num assunto complicado no lugar mais complicado da Terra. Ninguém entra nas questões do Oriente Médio sem o risco de sair chamuscado. Não temos ali poder nem experiência que nos credenciem como grandes atores diplomáticos. O que o Brasil fez não foi ruim, repito. Mas era preferível que tivesse sido mais prudente ao se meter numa região onde seus interesses vitais não estão em jogo. Não sou contra o Brasil mostrar mais sua cara e flexionar mais seus músculos. Apenas teria preferido que não tivesse escolhido o Irã para isso. Deveríamos fazê-lo nas Américas, que é nosso território, no Atlântico Sul, na África Ocidental, enfim, onde o Brasil tem projeções naturais de seu poder. No Oriente Médio nós não temos tradição, presença e, agora que somos autossuficientes em petróleo, não temos nem interesse energético.

Por que o Brasil se meteu lá, então? O sr. acredita na tese de que o presidente Lula esteja tentando ganhar um Nobel da Paz?
Não acho que o personalismo esteja envolvido. E não creio que naquela situação tão turva haja um Nobel a ser dado. O que ocorreu foi mais uma tentativa do Brasil de reforçar seus títulos para se tornar membro permanente do Conselho de Segurança da ONU. O Brasil vai ter seu assento, mas não por um excesso de ativismo aqui e acolá. Ele vai conseguir porque seu peso e sua influência globais vão determinar, em certo momento, que o mundo o queira como membro permanente. Não é o resultado de uma campanha brasileira e sim o resultado de uma realidade brasileira que fará com que o País atinja esse objetivo.

Mas a atuação no Oriente Médio não faz parte desse processo?
Não ajuda. Não vejo de que maneira isso reforce amplamente nossas credenciais. O Brasil foi excessivamente protagonista nessa questão. Eu sou a favor de o Brasil se engajar no Irã em níveis menos íntimos, fazendo acordos de cooperação comercial, técnica, exportação de bens e serviços. Vejo um universo de cooperação entre Brasil e Irã que não deveria ter como fundamento uma área controvertida como a questão nuclear. Convinha ao Brasil, que tem um programa de enriquecimento de urânio para fins pacíficos, não se assemelhar ao Irã. Nós temos um programa aceito pela Agência Internacional de Energia Atômica (AIEA), uma Constituição que proíbe armas nucleares, um acordo com a Argentina, somos sócios de boa-fé do TNP e estamos numa região do globo, o Hemisfério Sul, em que não há uma bomba atômica sequer. Em vez de nos assemelhar ao Irã nós devíamos é sugerir que somos farinha de outro saco.

Já que se propôs a ir além, o País não poderia ter incluído no acordo tópicos relacionados aos direitos humanos no Irã?
Nesse caso não haveria diálogo. O Irã é um país que se move por motivos diferentes. O Brasil é uma democracia multirracial, tolerante, laica. O Irã tem uma série de características que correspondem a outra visão de mundo. Se você trouxer direitos humanos à mesa, o diálogo nem começa.

Os EUA ignoraram o acordo e propuseram novas sanções, sob o argumento de que o Irã não irá cumpri-lo. Em diplomacia, um governo pode desqualificar as intenções de outro por não achá-las críveis?
Não se pode prejulgar o outro. Não se pode garantir se o Irã cumprirá ou descumprirá um acordo internacional que assinou. Só que no Oriente Médio a suspeita é a moeda de troca. No clima de desconfiança em que ali se opera, a presunção é a de que todos tenham motivos ulteriores. A desconfiança não é sobre o estrito cumprimento desse acordo. Ninguém duvida que o Irã vá mandar o urânio para ser enriquecido na Turquia. A suspeita é que outra quantidade de urânio esteja sendo enriquecida internamente em posições não declaradas. Essa é a insinuação americana. Insinuações são terrenos pouco sólidos para se construir algo, mas a desconfiança é da essência da relação nesse caso. O que está sendo julgado não é a virtude do acordo patrocinado por Brasil e Turquia, mas o desejo que tinham os EUA de punir o Irã por sua política nuclear ambígua. O samba atravessou.

A relação Brasil-EUA perde algo com isso?
No curto prazo o que era uma lua de mel se transformou numa relação complicada. Semanas atrás havia uma disposição americana afetuosa de reconhecer o Brasil como potência global, havia boas relações pessoais do Lula com o Obama, do Celso Amorim com a Hillary Clinton. Houve o episódio do algodão, retaliações comerciais, mas isso faz parte da ação de duas potências com interesses contraditórios. Agora surgiu um elemento de irritabilidade. Os EUA acharam que o Brasil agiu de maneira a dar ao Irã mais credibilidade e mais prazo quando eles queriam o oposto. Ao fazer isso, o Brasil forçou os americanos, que tinham outro cronograma, a agir mais depressa para que um rascunho de resolução fosse apresentado. Há um pequeno dano. Mas não creio que ele afete de maneira profunda e duradoura as relações entre duas democracias maduras. Tudo vai depender do voto brasileiro no Conselho de Segurança para as sanções adicionais. O Brasil tem sido um membro bem comportado da comunidade internacional. Costuma concordar com tudo o que o Conselho recomenda. Além disso, os países que promovem as sanções são grandes parceiros nossos: EUA, Inglaterra, França, e dois colegas do Bric, Rússia e China. Pelas alianças tradicionais e pelas novas amizades, o Brasil não deveria contrariar uma resolução do Conselho de Segurança.

Mas aí o País estaria indo contra o acordo que se gaba de ter feito.
Há na diplomacia uma série de recursos para evitar parecer isso. Uma abstenção com uma declaração de voto inteligente e articulada, por exemplo. Eu volto ao ponto que é para mim uma obsessão: o Brasil se envolveu demais numa região em que nos convinha usar o multilateralismo para expressar nossos interesses, ou seja, atuando como membro temporário do Conselho de Segurança para influenciar um projeto de resolução que nos parecesse bom e votar de uma maneira que nos parecesse adequada. Nós não temos ali castanhas a tirar do fogo tão intenso que justifique um envolvimento direto nesse nível.

Os iranianos foram sinceros ao assinar o acordo ou só querem ganhar tempo para construir a bomba, como sugerem os EUA?
O Irã agora foi constrangido a reiterar suas intenções pacíficas. Se burlá-las, corre o risco de ficar totalmente isolado. Estaria se opondo não só a seus adversários, mas enganando os países que o ajudaram. Isso é um dado. Mas não há garantias de que se possa confiar somente em intenções. Em matéria de desarmamento as coisas funcionam com inspeções de alto rigor e não anunciadas. É isso o que vale. Os EUA e seus sócios estão convencidos de que o acordo é uma manobra dilatória e opaca do Irã para continuar fazendo o que bem entender. Daí a insistência em novas sanções (bloqueio de transações financeiras, interceptações de navios, congelamento de bens no exterior, entre outras). Só tem um problema: elas me parecem cosméticas. A única sanção que faria o Irã mudar seria uma que afetasse a sua capacidade de exportar petróleo. E isso não está em discussão, é claro, porque mexeria com os mercados mundiais. Se as sanções tocassem no petróleo iraniano a China não teria aderido a elas. Em outras palavras, o Oriente Médio está sendo exatamente o que costuma ser: complexo, teatral, perigoso. Particularmente, eu não creio que as sanções sozinhas resolvam. Elas são indutoras de um processo de negociação. Os países que as defendem acham que, se não houver mais penalização, o Irã não fará nada, continuará com o projeto que pode levar à construção de uma capacidade militar nuclear.

Nesse caso, há possibilidade de um ataque militar ao Irã?
Não creio. A intensa campanha no Conselho de Segurança por mais sanções traduz o fato de que a hipótese militar está descartada. Os EUA, intensamente engajados no Iraque e no Afeganistão e com problemas econômicos enormes, não me parecem com disponibilidade e vontade para agir. E o Irã não é o Iraque. O Irã não é um pequeno país, é o descendente do grande Império Persa. Suas instalações nucleares, se as houver, estão espalhadas e profundamente protegidas. O Irã não tem reatores nucleares industriais que possam ser alvos naturais em uma retaliação armada. Uma ação por parte de Israel seria um tanto arriscada e contraproducente. Todas as tensões existentes na região se amplificariam. Em diplomacia a gente nunca exclui totalmente nada, mas eu colocaria a retaliação militar numa posição muito baixa na minha hierarquia de possibilidades.

Estima-se que Israel tenha até 200 ogivas nucleares. O país se recusa a aderir ao TNP e não permite supervisão a AIEA em seu território. Por que o país não é tão pressionado como o Irã?
Aí precisamos entrar no âmago do relacionamento EUA-Israel, na culpa ocidental pelos episódios da 2ª Guerra Mundial, do Holocausto. Há toda uma história atrás de tudo isso, mas de fato o tratamento é díspar. Eu defendo que Israel abra mão de suas armas nucleares e caminhe para o estabelecimento de uma zona militarmente desnuclearizada no Oriente Médio. É obrigação dos signatários do TNP que não têm armas nucleares pressionar os que têm a declarar a posse, no caso de Israel, e a eliminar seus estoques, no caso de todos os outros.

O sr. vê alguma possibilidade de os países que têm a bomba desmancharem seus arsenais? Ou ainda vamos morrer disso?
Já vivemos num mundo sem o uso de armas nucleares. Elas deixaram de ser parte do arsenal das grandes potências para se tornar uma ambição da Coreia do Norte, da Líbia em certo momento... Houve uma degradação da importância estratégica das armas nucleares. EUA e Rússia acordaram em reduzir seus estoques recentemente. É claro que estão aperfeiçoando seus arsenais, porque 3 mil ogivas de hoje equivalem a 8 mil de 30 anos atrás. Mas estamos a caminho de uma sanidade crescente. Hoje, os países poderosos temem mais que as armas caiam nas mãos de terroristas, de países desqualificados, do que a hipótese inicial de um enfrentamento de superpotências. A arma nuclear será em breve um projeto de subpotências.

Mercosul: comportamentos bizarros

É o mínimo que se pode dizer das recentes iniciativas argentinas em relação ao comércio exterior, submetidas a regras "informais" de contenção.
Abaixo, editorial do Estadão e matéria a respeita da posição da FIESP sobre as novas medidas protecionistas (agora "informais") da Argentina.

Malandragem no Mercosul
Editorial - O Estado de S.Paulo, 25 de maio de 2010

Não haverá limites ao protecionismo argentino enquanto o governo brasileiro for omisso ou tolerante em relação aos desmandos praticados pelas autoridades de Buenos Aires. O Brasil é o maior comprador de produtos exportados pela Argentina. Se Brasília resolver agir em defesa não só dos exportadores nacionais, mas também do estropiado Mercosul, poderá restabelecer o mínimo indispensável de ordem e de respeito no funcionamento do bloco. Respeito é a palavra correta: a nova iniciativa da presidente Cristina Kirchner e de seu secretário de Comércio Interior, Guillermo Moreno, é um indisfarçável deboche.

Moreno simplesmente proibiu importadores e dirigentes de supermercados de comprar alimentos similares aos da produção local. Nenhuma ordem escrita foi emitida, mas houve ameaça de pressões da Receita contra os desobedientes. A presidente da República negou publicamente qualquer nova ação protecionista. O presidente Lula engoliu o desmentido, passivamente, durante encontro na recente cúpula América Latina-União Europeia, em Madri.

Só na semana passada, segundo informação levantada pela Agência Estado, empresários argentinos cancelaram 25% das encomendas a exportadores brasileiros. Produtos enviados do Brasil, do Uruguai, do Paraguai e do Chile continuavam barrados nas fronteiras e nos portos argentinos. O México também não escapou e os governos dos países afetados têm reagido, exceto, naturalmente, o brasileiro. A Fiesp já expressou sua preocupação diante da escalada protecionista do maior parceiro do Brasil no Mercosul, mas sem resultado perceptível até agora.

Os empresários brasileiros conhecem bem o protecionismo informal. Durante anos, a Carteira de Comércio Exterior do Banco do Brasil, a Cacex, controlou o ingresso de produtos estrangeiros com a emissão de licenças. Quando o interesse era restringir, os papéis eram simplesmente engavetados.

Processos desse tipo abrem espaço a arbitrariedades e à distribuição de vantagens setoriais e até individuais. Dificilmente se encontrará um empresário brasileiro disposto a defender esse controle sem regras e sem segurança, mesmo entre os menos favoráveis ao livre comércio.

Ao adotar esse recurso, o governo argentino dá um grande passo para trás em termos institucionais. Isso deveria ser suficiente para inquietar os empresários e, de modo geral, os cidadãos interessados na segurança legal e no aperfeiçoamento da democracia. Mas essa política é também um retrocesso no campo diplomático. Até agora, o governo da presidente Cristina Kirchner vinha recorrendo, embora de forma abusiva, a meios de proteção formalmente previstos em acordos internacionais.

Esse foi o caso das licenças não automáticas de importação, adotadas a partir de 2008. O recurso a esse instrumento ampliou as barreiras a produtos estrangeiros, com prejuízos especialmente para o Brasil.

Além de impor uma restrição comercial incompatível com os objetivos do Mercosul, o governo de Buenos Aires acabou violando normas da Organização Mundial do Comércio, ao demorar mais de 60 dias ? de fato, até mais de 180 ? para emitir as licenças. Mas pelo menos era explícita a exigência de licenciamento, ainda em vigor graças à passividade do governo brasileiro.

As novas barreiras foram justificadas por fontes do governo argentino, há algumas semanas, como defesa contra a desvalorização do euro. Ao mesmo tempo há ações contra a concorrência chinesa, classificada como desleal por industriais e autoridades da Argentina. Mas a maior parte das barreiras criadas pelo governo de Buenos Aires acaba afetando o Brasil, mesmo quando o objetivo alegado é a defesa contra competidores de fora do Mercosul ou da América Latina.

Nada pode justificar a tolerância do governo brasileiro ao protecionismo do governo argentino. Se a ideia é colaborar com o vizinho e sócio no Mercosul, há maneiras de agir mais eficientes e mais leais. A nova barreira imposta vai além da violação das boas normas de comércio e de integração econômica e resvala para a mais barata malandragem. É o Mercosul levado a seu nível mais baixo.

=============

Fiesp quer uso de cláusula do Mercosul contra a Argentina
Agência Estado, 24.05.2010

A Federação das Indústrias do Estado de São Paulo (Fiesp) vai sugerir ao governo a utilização de uma cláusula especial do Mercosul para tentar reverter o cancelamento de 25% das compras argentinas do Brasil. Os empresários querem evitar que os subterfúgios argentinos contra importação prejudiquem a indústria brasileira. O diretor de Comércio Exterior da Fiesp, Ricardo Martins, disse que a ideia é evocar o Protocolo de Olivos que trata de medidas excepcionais e de urgência.

O Conselho do Mercosul poderá estabelecer procedimentos especiais para atender casos excepcionais de urgência que possam ocasionar danos irreparáveis às partes, diz o artigo. Na interpretação da entidade, o cancelamento de pedidos em função da pressão do governo argentino pode configurar situação de dano irreparável aos exportadores brasileiros, segundo argumentou Martins.

O que mais nos preocupa é a falta de disposição dos Importadores e supermercadistas argentinos em contrariar o secretário Moreno, disse ele, referindo-se ao secretário de Comércio Interior da Argentina, Guillermo Moreno, que se reuniu com os empresários há 10 dias para transmitir a proibição de importar alimentos e bebidas similares aos de produção doméstica. Depois da advertência de Moreno, nos primeiros dias de maio, as cargas do exterior começaram a se acumular nos portos e pontos das fronteiras por falta do certificado de circulação sanitária.

Na última semana, a entrega pelas autoridades argentinas dos certificados foi restabelecida a conta-gotas. As pilhas de contêineres nos portos e as filas de caminhões nas fronteiras com o Brasil, Chile, Uruguai e Paraguai, começaram a se movimentar. A Câmara de Importadores da República Argentina estima que a normalização do fluxo de importação destes carregamentos só ocorrerá na próxima semana. A presidente Cristina Kirchner disse durante a cúpula da UE-Mercosul que as barreiras nunca existiram. Dois dias depois, o ministro do Interior, Florencio Randazzo, ratificou as declarações de Cristina, mas alertou que a Argentina defenderá o desenvolvimento da indústria nacional em caso de dumping.

A frase reforça as suspeitas dos empresários de que, mesmo sem usar medidas escritas, o governo argentino vai continuar valendo-se de manobras para reduzir a entrada de produtos importados. Uma fonte oficial afirmou que a intenção é provocar um dano econômico aos importados que possibilite a compra em primeira instância dos produtos nacionais.

segunda-feira, 24 de maio de 2010

Descobrindo velhas coisas, publicadas, distraidamente

Por vezes estudantes me pedem artigos para publicar em jornaizinhos eletrônicos aqui e ali. Eu mando e depois esqueço, e eles também esquecem de me avisar.
Acabo de publicar um artigo, como abaixo, mas ainda não vi o material disponível e linkado.
“PIIGS da UE: uma sigla obscura para situações muito claras”,
newsletter Prisma: Informativo Eletrônico (Empresa Jr. de Relações Internacionais da PUC-SP, Prisma Consultoria Internacional, edição 22, 24.05.2010; link: http://prismajr.wordpress.com/).
Por acaso descobri outro artigo, que me tinham pedido no ano passado, publicaram e acho que não me avisaram.
Segue abaixo.

Cenários alternativos à queda do Muro de Berlim
Paulo Roberto de Almeida*
Prismajr, novembro de 2009

Os episódios do verão e do outono de 1989 aparecem retrospectivamente como inevitáveis, mas o fato é que não havia nada de inevitável nas iniciativas e ações empreendidas pela população da Alemanha Oriental, se ela não tivesse decidido tomar o destino em suas próprias mãos. O que poderia ter ocorrido com Berlim e com a Alemanha, e que não ocorreu? O chanceler da República Federal, Helmut Kohl, considerado o grande arquiteto da reunificação alemã, não tinha muita esperança, até esse outono de 1989, de que ela pudesse ser obtida no curto prazo. Em suas tratativas com Gorbachev, ao longo de 1989, Kohl não imaginava – e nisso o líder soviético estava de acordo – que a unificação pudesse ocorrer antes do ano 2000: não antes do século 21, segundo Gorbachev.

A maior parte dos líderes ocidentais não desejava a reunificação alemã: eles tinham medo de seus efeitos desestabilizadores para o frágil equilíbrio geopolítico na Europa central. Se dependesse dos líderes da Europa ocidental, de um lado, e do eventual predomínio da linha dura soviética sobre a glasnost e a perestrojka de Gorbachev, de outro lado, a derrubada do muro, em novembro de 1989, e a unificação das duas Alemanhas, no seu seguimento, poderiam não ter ocorrido, ou pelo menos poderiam ter sido remetidas a outra conjuntura política.

Os líderes da DDR, com Honecker à cabeça, poderiam ter resistido às pressões dos Ossis pela abertura do muro, se não tivessem sido dissuadidos de alguma ação mais impensada por Gorbachev. A própria União Soviética poderia ter resistido à abertura dos países satélites. Este parece, de fato, o elemento decisivo do processo que levou à derrubada do muro: a substituição da doutrina Brejnev pela nova ‘doutrina Gorbachev’, que excluía a possibilidade de uma invasão. Na prática, cada país socialista mantinha sua própria relação com a e a dinâmica da liberação foi dada pela relação de forças internas ao país.

Ou seja, a história tinha várias outras possibilidades nas múltiplas gavetas de um imenso armário que se move apenas lentamente entre uma época e outra. O próprio Gorbachev, ao ser questionado pelos líderes do SED – o Partido Comunista da DDR – sobre o que fazer em face do fluxo contínuo de cidadãos de seu país, que estavam se refugiando em embaixadas ocidentais na Hungria e na Tchecoslováquia ou fugindo por fronteiras doravante abertas, recomendou que eles se ajustassem às novas realidades. Ele pronunciou, então, sua frase mais famosa nessa conjuntura: “Quem chega tarde, é punido pela História”. De fato, os líderes soviéticos poderiam ter recorrido à maneira forte, ao estilo chinês, e interrompido o processo histórico de maneira violenta, confirmando o totalitarismo tradicional da história russa: que Gorbachev não o tenha feito, é totalmente em sua honra.

Ainda que uma evolução mais assertiva da Alemanha no plano estratégico e militar seja teoricamente possível, existem fortes barreiras psicológicas a que esse tipo de ‘progresso’ venha a ser algum dia implementado. O passado militarista e expansionista, a trágica memória do holocausto nazista e a nova consciência pacifista de sua população constituem poderosas vacinas contra um renascimento da antiga vontade de potência.

Por outro lado, mesmo que a Alemanha esteja rapidamente a caminho de tornar-se um país ‘normal’, a nação, vinte anos depois da derrubada do muro de Berlim e dezoito depois da unificação, continua psicologicamente dividida em Ossis e Wessis, o que obviamente dificulta qualquer projeto nacional mais assertivo. Esses dois conceitos são bem mais culturais do que propriamente geográficos, e revelam toda a extensão da fratura mental criada pelos 40 anos de partição.

Talvez o Sonderweg, a via especial da Alemanha atual seja a necessidade de uma dedicação exemplar à causa da integração, mesmo a um custo econômico sem correspondência direta com os benefícios materiais que o país retira de sua subordinação ao projeto comunitário. Essa ‘servidão voluntária’ em favor da integração europeia constitui, talvez, o preço a pagar pelos diversos Sonderwegen do passado, que levaram a Europa a três guerras em duas gerações.

O que é certo é que a Alemanha e Berlim estarão no centro de qualquer arranjo futuro da ordem internacional no contexto europeu, ainda que não se trate da mesma Alemanha do passado, nem da mesma capital imperial. A velha Prússia foi amputada e diminuída em favor da Polônia, que por sua vez perdeu territórios para o então império soviético. Tampouco se aplica mais o argumento de Thomas Mann, que pedia uma ‘desgermanização’ da Alemanha como condição de sua democratização: ela é hoje plenamente democrática e se afirma cada vez mais, orgulhosamente, como alemã, recuperando os antigos gênios de sua cultura erudita, não os fantasmas de um passado hoje superado.

A Alemanha poderá, inclusive, recuperar algumas ferramentas de sua afirmação militar, mas o instrumento bélico não mais servirá para ameaçar ou invadir seus vizinhos, e sim para servir às causas da integração e da normalização europeia e às da paz e da segurança internacionais, no quadro da ONU, em cujo Conselho de Segurança a Alemanha poderá talvez um dia sentar-se em caráter permanente. Ela poderá, talvez, apresentar-se como uma nova República de Weimar, não, obviamente, no sentido dos extremismos políticos e da ascensão do totalitarismo, como ocorrido no entre guerras, mas, sim, no conceito otimista de uma cultura goethiana, feita de ‘afinidades eletivas’ com a democracia e os direitos humanos.
——————————————————————————–
*Doutor em Ciências Sociais pela Universidade de Bruxelas e Diplomata de carreira desde 1977.

Politica Externa brasileira: pro e contra o "acordo" com o Irã

Um artigo de opinião e um editorial do Globo sobre a aventura iraniana.
Primeiro um artigo a favor, do ex-presidente da Câmara e ex-líder do PT, deputado federal por SP. Depois o editorial do Globo.

Um acerto para a paz
Arlindo Chinaglia
O Globo, 24 de maio de 2010

O memorando de entendimento sobre enriquecimento de urânio assinado pelo Irã com Brasil e Turquia é uma realização extraordinária da diplomacia brasileira e do presidente Lula. Os especialistas concordam com isso. A imediata consequência é que agora não há argumentos defensáveis para insistir na escalada de sanções.
O acordo dissipa um foco de tensão e pavimenta o caminho para uma solução do impasse que envolve o Irã, as superpotências e a Agência Internacional de Energia Atômica.
O processo aberto exigirá maior empenho de negociação, como o documento trilateral prevê, e garantias de segurança complementares, mas é inegável que o esforço diplomático do Brasil e da Turquia abriu a possibilidade de diminuir as preocupações da comunidade internacional. O principal entrave às negociações, o envio do estoque de urânio levemente enriquecido do Irã ao exterior, foi superado.
A diplomacia brasileira agiu à altura do novo papel do Brasil no mundo e contribuiu para o Irã firmar um compromisso que até então resistia a fazer. Não é tarefa fácil definir quem vai enriquecer o urânio, acertar as garantias formais e outros ajustes. Mas o que parecia impossível era firmar o acordo, e isto foi conquistado.
Evidentemente, tudo deverá ser submetido à análise da AIEA e do Conselho de Segurança da ONU.
Não há mais uma justificativa técnica e racional para não entabular negociações sérias com o Irã. A entrega dos 1,2 mil quilos de urânio iraniano e a não condicionalidade sobre o recebimento prévio do combustível geraram uma situação absolutamente nova. A questão agora é fundamentalmente política. Os EUA e seus aliados estão dispostos a adentrar pela porta aberta pelo Brasil e negociar com o Irã, ou o interesse maior é no isolamento e desestabilização do regime iraniano? O curioso é que, em nosso país, parte da oposição e da mídia fica na torcida contrária à diplomacia brasileira. Diziam que o Brasil não tinha influência e que as gestões não dariam em nada; agora dizem que o acordo é inútil, embora quase todo o mundo tenha dado destaque ao êxito da operação diplomática. Até o comandante em chefe da Otan na Europa, general James Stavridis, afirmou que o acordo é um “exemplo do que todos buscamos, um sistema diplomático que vise a um bom comportamento por parte do regime iraniano”. Houve elogios também de França, China, Rússia e do secretário-geral da ONU, Ban Ki-moon.
A atuação do Brasil junto ao Irã abre novas portas para a distensão. Exemplo é a libertação da professora francesa Clotilde Reiss, depois de uma retenção de dez meses no Irã. Temos muito a ganhar. O Irã é um país-chave para o equilíbrio geopolítico do Oriente Médio, que interessa a nós e ao mundo.
As relações econômicas e comerciais também são importantes: o Irã, com uma das maiores reservas de petróleo e gás do mundo e um PIB de US$ 336 bilhões, desponta como potência emergente.
Diante disso, o presidente Lula, em sua viagem ao Irã, anunciou que disponibilizará, ao longo de cinco anos, uma linha de crédito de US$ 1 bilhão para o país persa importar alimentos brasileiros. O comércio bilateral pode quintuplicar em cinco anos, dos atuais US$ 2 bilhões para cerca de US$ 10 bilhões.
O mundo e o Oriente Médio não precisam de mais uma guerra. O Brasil abriu as portas para o diálogo e para a paz
O curioso é que parte da oposição e da mídia fica na torcida contrária ao país.

=============

Agora o editorial do Globo, que não acha a aventura tão extraordinária assim:

Suicídio diplomático
Editorial, 24/05/2010

A temerária operação diplomática empreendida pelo governo Lula para salvar o mundo no Irã terminou como cena de contos em que tapetes persas voam e magos saídos de garrafas curam todos os males: esfumaçou-se no ar.

Infelizmente, ao contrário das fábulas, há previsíveis desdobramentos objetivos contra os interesses do Estado brasileiro — instituição perene, ao contrário de governos.

Ao menos a descuidada operação feita em aliança com a Turquia, levada à frente apesar dos alertas sobre a baixa ou nenhuma confiabilidade do regime iraniano em conversações sobre o programa nuclear do país, ajudou a se concluir de vez que, na diplomacia brasileira, tudo vale para atingir um alvo estratégico: contrapor-se a interesses dos Estados Unidos e aliados do Primeiro Mundo, o “Norte”.

No mesmo balaio, encontra-se a preocupação quase obsessiva — embora legítima — de aumento da influência mundial do Brasil, alvo também perseguido pela sócia Turquia, desde o pósguerra candidata frustrada a entrar no bloco europeu.

Apenas muita convicção ideológica podia levar o governo a ir adiante numa empreitada com todas as condições de dar errado. E deu, no melhor estilo das frases cômicas do Barão de Itararé. Recolocar sobre a mesa, em Teerã, os mesmos termos do acordo proposto aos iranianos, em outubro do ano passado, pela Agência Internacional de Energia Atômica (AIEA), era infrutífero.

Naquela época, considerando-se os estoques de urânio do Irã, as quantidades de material a ser enriquecido fora do país representavam cerca de 2/3 do total. Agora, pouco mais da metade. Ou seja, se levado a sério pela comunidade internacional, o acerto seria muito menos eficaz como instrumento para reduzir a margem de manobra de Ahmadinejad e aiatolás no seu pouco disfarçável projeto de dotar a ditadura teocrática de armamentos nucleares.

Em 2009, o Irã aceitou as condições encaminhadas pela AIEA — com os Estados Unidos, é claro, por trás, apoiados por Rússia e China —, para logo depois recuar. Na semana passada, a cúpula de Ahmadinejad patrocinou uma festa em Teerã, com direito a braços erguidos de Lula e Erdogan (Turquia), em comemoração ao fechamento do acordo de outubro do ano passado.

A indiscutível manobra para adiar a decisão do Conselho de Segurança da ONU — em que Brasil e Turquia têm assentos não permanentes — sobre novas sanções durou apenas horas. Os Estados Unidos aceleraram as conversas com a reticente China e, logo na manhã seguinte àquela festa — pelos fusos de Brasília e Nova York —, a secretária Hillary Clinton anunciava o consenso com chineses e russos para apertar torniquetes das sanções para obrigar Teerã a negociar a sério.

Nas declarações oficiais na ONU, a tentativa de Brasil e Turquia foi considerada positiva.

Nas conversas francas, off the record, entre auxiliares de Barack Obama na Casa Branca e repórteres, não se escondeu a irritação com Brasília e Ancara. Com razão, pois postergar os trabalhos no CS é dar tempo para Ahmadinejad obter mais urânio das suas centrífugas, cujo número tem sido ampliado para elevar a taxa de enriquecimento do urânio.

Ao ter ajudado, na prática, o Irã a buscar a bomba nuclear, Brasília perdeu parte da credibilidade nos principais centros da diplomacia mundial. Ficou mais longe do assento de titular no CS — entre outros prejuízos, inclusive para a pessoa de Lula, visto agora com menos daquele glamour de simpático metalúrgico que venceu na vida.