segunda-feira, 29 de agosto de 2011

Brasil e bônus demográfico: crônica de uma tragédia anunciada - Paulo Roberto de Almeida

Brasil e bônus demográfico: crônica de uma tragédia anunciada
Paulo Roberto de Almeida

Por “tragédia anunciada”, ou apenas antecipada, desejo referir-me ao fato – na verdade ainda uma hipótese – de que o Brasil vai perder a chance única de que dispõe como sociedade para crescer e ficar rico no momento de maior potencialidade produtiva de sua população, fenômeno conhecido como “bônus demográfico”, ou seja, a melhor (e maior) relação possível entre o número de ativos e o de dependentes na sociedade. Dentro de 25 a 30 anos essa relação não apenas vai se inverter, como a situação vai começar a ficar mais preocupante, em termos de maiores despesas com a terceira idade, e uma riqueza acumulada insuficiente para cobrir despesas de saúde e as previdenciárias.
Observando o que tivemos de 2003 até aqui, e que promete prolongar-se de 2014 até 2022, eu ousaria antecipar uma imensa perda para o Brasil: pelo menos metade do bônus demográfico será desperdiçado em distributivismo demagógico, com uma deterioração ainda maior dos padrões educacionais (em todos os níveis, com uma mediocrização absoluta e relativa de todos os ciclos educacionais, tendo em conta as “pedagogas freireanas” que dominam a educação no Brasil, as novas saúvas do nosso pais), e uma perda de oportunidade completa para fazer crescer a produtividade do trabalho humano.
Em outros termos, vamos continuar crescendo pouco, e descendo ainda mais na agregação de valor no capital humano, com custos de transação aumentando (em virtude do desmantelamento atual, e futuro, das instituições públicas) e perda de competitividade relativa e absoluta do Brasil no contexto do Mercosul, da região e do mundo, ou seja, vamos decair como decaíram a China, desde o século XIX, como a Inglaterra nos primeiros 80 anos do século XX, e a Argentina desde os anos 1930 (e continuando até hoje); vamos ficar atrás dos asiáticos e outros países.
Minha analise é, obviamente mais sociológica (e, portanto, mais impressionista), do que seria um exame econômico, portanto mais fiável e colado na realidade, mas esta é a minha visão do processo que assisto hoje no Brasil, vendo comparativamente o que ocorreu com outras sociedades, em outras épocas. Estamos entrando (já entramos há muito tempo) numa Republica Sindical ainda mais medíocre do que o padrão argentino (que tinha alguma ideologia atrás de si, enquanto o nosso se baseia unicamente na ignorância de 70% do eleitorado), e que promete ficar conosco durante toda a duração do bônus demográfico.
Ou seja, sou pessimista, apenas moderadamente na vertente econômica, mas absolutamente na vertente educacional. Creio que estamos perdendo uma imensa oportunidade de “ficar ricos” – relativamente, claro – enquanto podemos contar com esse bônus; depois disso será muito tarde.
E por que perderemos? Porque a produtividade da mão-de-obra no Brasil é baixa e continuará baixa pelo futuro previsível, com a educação de qualidade medíocre que temos hoje e que continuaremos a ter nos anos à frente.
Em outros termos, perdemos e perderemos, de forma agravada, pois imagino que a carga fiscal continuará aumentando em virtude da inevitabilidade dos aumentos já encomendados dos gastos públicos, com previdência, salario mínimo, funcionalismo, transferências a gregos e goianos (ou seja, a capitalistas, banqueiros e recebedores da Bolsa-Família), além de todos os problemas decorrentes do aumento, ainda que menor, da dívida pública e portanto da drenagem da poupança privada (voluntária) pelos mecanismos compulsórios de requisição estatal, ademais da compressão contínua dos investimentos públicos pelos gastos constantemente altos com juros.
Como se vê, eu sou bastante pessimista quando a má qualidade e à falta de visão de nossos dirigentes atuais (de qualquer vertente, pois a oposição também é inconsequente). Acredito, aliás, que o melhor que poderia ocorrer ao Brasil, quanto antes melhor, seria uma crise fiscal, ou uma crise de transações correntes, pois uma delas, ou as duas, pelo menos nos obrigaria a fazer alguns ajustes. De outro modo, só uma “fronda aristocrática” – ou seja, uma revolta dos empresários contra a extorsão tributária – poderia iniciar um processo necessário de reformas, o que acredito, contudo, que não ocorrerá, pois os nossos capitalistas, organizados por sindicatos de aproveitadores, como sabemos, estão muito empenhados em arrancar favores fiscais, proteção tarifária e crédito subsidiado do ogro estatal que os explora do outro lado, e a todos nós.
Acho que vamos decair lentamente, um pouco como a Inglaterra nos primeiros 80 anos do século 20...

Brasília, 29/08/2011

Dilma: problemas de "monton" - Carlos Malamud (InfoLatam)

Brasil: Los problemas se amontonan en la mesa de Dilma Rousseff
Por CARLOS MALAMUD
Infolatam, Madrid, 28 agosto 2011

El domingo 28 de agosto, La Nación de Buenos Aires titulaba “Brasil da señales de fatiga: crecerá menos este año y la industria está estancada”, en una larga nota dedicada a analizar la situación económica de su país vecino. Simultáneamente, y en total asintonía con lo anterior, EUBRASIL, el lobby probrasileño (y oficialista) asentado en Bruselas, publicaba un comunicado que comenzaba señalando: “Brasil tem maior superavit primário em julho desde 1997, a pesar da crise mundial”, en el mejor estilo del optimismo nacional, tan autocomplaciente como de costumbre.

Los datos publicados por La Nación constituyen un notable toque de atención sobre el futuro inmediato del gigante suramericano. Frente a un 7,5% de crecimiento en 2010, las estimaciones para 2011 quedan a una gran distancia y oscilan entre el 3,7 al 4% del gobierno, y las del 3,2 al 3,5% de algunas consultoras privadas. Junto a estos datos, hay otros para todos los gustos. En un platillo de la balanza encontramos las altas cifras de inflación, que en el último año ha acumulado un 6,87%, aunque en los últimos meses está algo más controlada. Pese a todo, se sitúa muy por encima de la meta del 4,5% fijada por el gobierno.

También ha bajado el índice de confianza del consumidor y el peso de la industria en las exportaciones. Esto último habla de un profundo dilema para el futuro económico de Brasil, que se incrementará cuando el país se convierta en un importante exportador de hidrocarburos. Me refiero a la reprimarización de su economía, una economía que en los últimos años ha estado demasiado pegada al auge de las commodities y al abastecimiento del mercado chino. De ahí el esfuerzo que deban hacer sus autoridades para evitar que la “enfermedad holandesa”, que tanto daño hace en países como Venezuela, se cebe sobre Brasil.

Simultáneamente hay otros datos positivos, como la reducción del paro, que en julio bajó un 0,2% para situarse en el 6%, o el ya mencionado crecimiento del superávit primario. Con todo, si algo prima en el escenario del futuro inmediato de Brasil es la incertidumbre sobre lo que pueda pasar, especialmente en un entorno internacional tan complicado. Muchos expertos creen que el peso del mercado interno, aumentado con el potente incremento de las clases medias en los últimos 15 años, será determinante para evitar los efectos de una nueva recesión mundial, mientras otros estiman que el sector exterior es clave para el futuro del país y su consolidación como un actor global relevante. Precisamente, una de las cuestiones que debe decidir el gobierno de Rousseff es a qué sectores productivos primará con su política económica y cómo hacer para que Brasil siga contando con un pujante sector industrial.

Pero los problemas económicos no son los únicos que se agolpan sobre la mesa de la presidente, y que ésta deberá resolver en el corto plazo, especialmente si quiere comenzar a plasmar la imagen de un nuevo Brasil y solventar algunas cuestiones cada vez más preocupantes, como la corrupción, que ya le ha costado la silla a algunos ministros y altos cargos de su gobierno y ha provocado más de una fractura en la extensa coalición oficialista.

Con su particular y directo estilo de gobierno, muy apreciado por la opinión pública e, inclusive, por la oposición, Rousseff está afectando a numerosos intereses creados, en el gobierno federal y también en los gobiernos de los estados y ayuntamientos, en la administración pública, en el parlamento y en los numerosos partidos que integran la coalición oficialista. La cercanía del Mundial de fútbol de 2014 (que serán presididos por la presidente) y de los Juegos Olímpicos de 2016 ha acentuado la atención mundial sobre Brasil y la resolución de algunos conflictos políticos y económicos será objeto de especial escrutinio internacional.

Por eso, la lucha contra la corrupción también se ha convertido en un símbolo de su presidencia, aunque aquí ni las visiones ni la forma de hacer política de unos y otros son coincidentes. En primer lugar tenemos las diferencias de estilo entre Lula y Rousseff, que no sólo afectan la forma en que se acepta o se rechaza la corrupción, sino también la forma de relacionarse con su propio partido (el PT) y con la oposición, comenzando por el estratégico PMDB, pero también por otros más pequeños, pero no por ello menos vitales. Es cierto que el sistema político brasileño no favorece las cosas, dado el delicado equilibrio existente entre el gobierno federal y los gobiernos estaduales, pero las ansias desmedidas de algunos políticos tampoco las facilitan demasiado.

No se olvide que en 2014 hay elecciones presidenciales y que la incógnita en torno a la identidad del candidato oficialista (Rousseff o Lula) todavía no se ha despejado, aunque ambos tienen un gran interés en conducir los destinos de su país entre 2014 y 2018. En 2014 Lula tendrá casi 70 años y dada su enorme vocación por la política, y últimamente también por el poder, intentará ser nuevamente candidato, salvo que Rousseff tenga un más que considerable apoyo popular. Aquí encontramos una de las claves del diferente empeño puesto por los distintos sectores del PT en la lucha contra la corrupción, a lo que se suma la nunca resuelta relación entre el mentor y la pupila, siempre difícil si el mentor es un personaje como Lula, con su gran carisma y aceptación popular.

Respecto a la coalición de gobierno, clave de la gobernabilidad, se ven importantes diferencias entre el estilo de Lula y el de Rousseff. No se trata únicamente de que Lula pueda tener más cintura política que se sucesora, o que dedicara más tiempo a negociar con los partidos aliados y sus dirigentes, sino que la actual presidente entiende que es a ella a quien le corresponde formar el gobierno y nombrar a sus ministros, secretarios de estado e inclusive a los niveles intermedios, mientras que en el pasado las componendas entre unos y otros dejaban un mayor margen para las dirigencias de los partidos próximos al PT.

Junto a estas cuestiones hay otras que también merecen la atención presidencial, como la política de Defensa. La salida de Nelson Jobim, perteneciente al PMDB, del ministerio de Defensa y la vuelta de Celso Amorim al gobierno no sólo ha roto un delicado equilibrio, sino también ha introducido una serie de interrogantes en torno a las relaciones entre gobierno y militares. A esto se agrega otra cuestión que de forma algo inexplicable, aunque haya respuestas para todos los gustos, se ha convertido en una especie de fetiche para los últimos gobiernos brasileños: contar con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No se trata de que los países no tengan objetivos a largo plazo, sino de que en torno a éste, de no fácil consecución, Brasil está poniendo en juego demasiado y subiendo la apuesta de forma permanente. Y aquí, como en la lucha contra la corrupción y el mantenimiento de la coalición gubernamental, el problema, como en la “Siete y media”, no es no llegar sino pasarse.

Carlos Malamud:
Catedrático de Historia de América de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), de España e Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos. Ha sido investigador visitante en el Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford y en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires y ha estado en posesión de la Cátedra Corona de la Universidad de los Andes, de Bogotá. Entre 1986 y 2002 ha dirigido el programa de América Latina del Instituto Universitario Ortega y Gasset, del que ha sido su subdirector. Actualmente compatibiliza su trabajo de historiador con el de analista político y de relaciones internacionales de América Latina. Ha escrito numerosos libros y artículos de historia latinoamericana. Colabora frecuentemente en prensa escrita, radio y TV y es responsable de la sección de América Latina de la Revista de Libros.

domingo, 28 de agosto de 2011

Miopia diplomatica brasileira - Denis Rosenfield

Miopia ideológica na diplomacia
Denis Lerrer Rosenfield
Diário do Comércio, 25 Agosto 2011

A diplomacia brasileira causa constrangimento. Após a posse da presidente Dilma, alguns sinais foram dados de que haveria, nessa área, uma mudança de rumo. Sinalizações de vários tipos se fizeram presentes, dentre as quais a defesa dos direitos humanos no Irã, em particular no que diz respeito às mulheres. O contraste parecia se afirmar em relação ao governo anterior. Lula chegou a afirmar que os críticos do regime dos aiotolás, que morriam nas ruas e eram torturados nas prisões, eram nada mais do que torcedores de um time que tinha perdido o jogo, no caso, o das eleições presidenciais naquele país. Maior troça em relação à democracia e aos direitos humanos era impossível.

Embora a esfera das relações exteriores não seja algo que comova ou interesse particularmente aos cidadãos brasileiros, para os quais ela surge como algo longínquo que não interfere em suas vidas, ela tem um sentido interior. A diplomacia do governo Lula foi uma diplomacia petista, naquilo que esse partido tem de mais atrasado.
Nela, imperam os velhos cacoetes da esquerda, como a luta antiimperialista, a solidariedade com o "terceiro mundo", as relações Sul/Sul, o alinhamento com o socialismo bolivariano, a simpatia participativa com os regimes de esquerda e assim por diante. Isso significa, na prática, o apoio aos ditadores mais sanguinários e o desprezo ativo pelos direitos humanos. Sinal manifesto disto, para trazermos a questão à sua atualidade, é o tratamento "amigo" dado a ditadores como Assad na Síria e Kadafi na Líbia.

Aliás, digno de nota é o fato de a família Kadafi estar cogitando como lugar de exílio a Venezuela de Chávez, o símbolo do "socialismo do século 21". Aqui no Brasil, tivemos as condições vergonhosas de asilo ao terrorista Cesare Battisti, também em nome de uma solidariedade de esquerda. Os países ditos de esquerda estão recebendo como lugar de refúgio – e de impunidade – a escória internacional.

No entanto, apesar das sinalizações de mudança do novo governo, nada parece estar mudando, como se um passo adiante tivesse se traduzido por dois atrás.

A repressão na Síria de Assad se torna cada vez mais sanguinária com o assassinato sistemático dos contestadores e, de forma mais geral, da população civil. Cidades que se mostram contestatórias são submetidas ao ataque dos tanques, dos foguetes e, em alguns casos, de bombardeios navais.

Em um estilo melífluo, o ditador Assad diz reconhecer as oposições, promete tornar o sistema partidário plural, assevera que suas tropas foram atacadas, enquanto emprega sistematicamente a violência contra os seus opositores. A imprensa livre é sufocada e os correspondentes estrangeiros estão proibidos de entrar no país, de modo que uma cobertura jornalística isenta se torna impossível.

As moções de repúdio de vários países se sucedem enquanto o Brasil envia uma missão diplomática ao país que termina dando credibilidade às palavras do ditador. O País, literalmente, fez um papelão, algo que foi, inclusive, utilizado internamente, como se o Brasil fosse avalista do regime. Nosso país só mereceu descrédito.

Agora, não consegue se desvencilhar da sombra de Kadafi e de Lula. A Líbia está praticamente toda controlada pelas forças rebeldes. O QG do ditador já está sob controle da oposição. O Conselho Nacional de Transição tornou-se, nesses últimos meses, o interlocutor de vários países, sendo reconhecido como o novo governo.

Observe-se que estamos diante de um processo que já dura seis meses, tendo, portanto, havido tempo para que o governo brasileiro refletisse com maior vagar sobre o que lá estava acontecendo. Aliás, no início do conflito, o embaixador brasileiro chegou a declarar que a situação era muito favorável a Kadafi, com o povo contente. Os opositores seriam meros descontentes de algumas poucas tribos rivais, que só controlavam e só poderiam controlar algumas poucas cidades rebeles. Maior erro de avaliação é impossível.

A diplomacia brasileira, que procura ganhar credibilidade internacional, postulando mesmo uma vaga permanente no Conselho de Segurança da ONU, está francamente a reboque da situação, perdendo importância e prestígio. Ainda agora, hesita em reconhecer o CNT como o verdadeiro representante do povo líbio. Ao mesmo tempo, procura assegurar os interesses das empresas brasileiras que lá atuam. A ingenuidade é total. A quem o CNT assegurará os melhores contratos? Aos que os apoiaram ou aos que se recusaram a tal?

Até a China, que procurava se manter neutra no conflito, já dá sinais de mudança de posição, ciente de que a correlação de forças mudou completamente. Sai em busca da recuperação do tempo perdido. A diplomacia brasileira nem isto consegue fazer.

Há erros de avaliação militar e política. No erro de avaliação militar, destaque-se o fato de o Itamaraty não ter conseguido prever o desfecho dos combates, como se estivesse apostando seja na resistência de Kadafi, seja em sua capacidade de recuperação. O território sob controle do ditador encolhia a olhos vistos, até para os desconhecedores de assuntos militares.

No erro de avaliação política, note-se a inabilidade diplomática, onde o Brasil não se fez interlocutor de ninguém, nem sendo levado a sério. O Itamaraty, historicamente, sempre foi reconhecido por sua competência. Sob Lula, tornou-se cada vez mais ideológico, como se devesse tomar partido na ótica de seu partido. A diplomacia ficou literalmente partida.

O fato de o Brasil estar sendo convidado para participar pela França de uma conferência internacional só mostra a influência francesa e o seu interesse em adular o Brasil, cuja diplomacia ficou suspensa no ar. Certamente deve ter pesado na decisão francesa o seu interesse em vender os aviões Rafalle ao Brasil. Ajuda "amiga"!

O que estamos presenciando é uma continuidade diplomática do novo governo em relação ao anterior, mostrando-se incapaz de rever suas posições. Há uma notável dificuldade de afastamento dos antigos "amigos" e "companheiros", como Assad e Kadafi. A miopia ideológica continua operando.

Denis Lerrer Rosenfield é professor de Filosofia na UFRS

Seria o Brasil um pais normal? (2) Acho que nao, pelo menos nao nos seus ministros do Supremo...

Leio na entrevista da ministra aposentada do STF, Ellen Gracie Northfleet, nas Páginas Amarelas da Veja desta semana, esta frase:

"O Supremo faz, sim, política. Mas política ampla, de desenvolvimento nacional, de contribuição ao crescimento do país, de atenção às realidades do país."

Bem, eu já tinha uma péssima impressão de alguns juízes supremos (minúsculas, por favor), mas nenhuma impressão dessa juíza pouco suprema. Agora vou ter de incluí-la no rol dos juízes malucos, vocês sabem, aqueles que pretendem fazer justiça com as mãos -- enfim, alguns fazem até com os pés, quando não com armas -- em lugar de fazê-lo apenas com a cabeça (racionalidade, quero dizer) e a Constituição, adequadamente interpretada.

Quando um juiz decide que quer contribuir com o desenvolvimento nacional já está extravasando e sendo um péssimo juiz, pois esta não é a sua função. Sua função é apenas e tão somente julgar da constitucionalidade das leis e de casos levados ao supremo (minúscula, preciso repetir?), sem jamais considerar condição social, renda pessoal, estatus profissional, ou necessidades materiais, digamos assim. Juiz é apenas para julgar, não para salvar ninguém, sobretudo nos salvar das nossas misérias materiais (isso o governo já se encarrega de agravar, e não é preciso nenhum juiz para piorar a situação).

Decididamente, o Brasil não é um país normal. Com essa mentalidade, vai demorar para ficar, ou virar, um país normal. Talvez mais duas ou três gerações, apenas. Vocês estão achando muito? Então não escolham juízes malucos para o supremo (que talvez um dia vire Supremo).
Paulo Roberto de Almeida

Seria o Brasil um pais normal? (1) Acho que nao, pelo menos nao nos vinhos...

Almocei em casa, hoje, com um excelente cuscus caseiro, incrementado pelo engenho e arte de Carmen Lícia, acompanhado de um belo salmão de forno, e salada com nozes, amêndoas, caju e um magnífico óleo de oliva primeira pressão e temperos ao gosto.
Tudo isso acompanhado de um excelente chardonnay sul-africano (2009), "Oracle of the Rain", originário da província do Cabo ocidental (barato e excelente; pena que só tinha uma garrafa, pois eu teria tomado mais, com Carmen Lícia e Pedro Paulo; depois teve dois cafés para manter o espírito de trabalho).
Mas leio agora no rótulo de "comercialização" que esse vinho foi importado nos EUA (não sei se fisicamente) pela "Monsieur Touton Selections", antes de ser trazido ao Brasil por uma distribuidora de Osasco, SP. Isso tudo por um preço mais do que razoável, um pouco acima de 35 reais, mas comprado abaixo disso por uma oferta especial do supermercado. Ou seja, por menos de 40 reais se pode ter acesso a excelentes vinhos circulando no mercado internacional, como se o Brasil tivesse entrado, definitivamente, no circuito do comércio internacional quase livre.

Mas, que ilusão! Ao pensar nisso, ou seja, que o Brasil está quase se convertendo, finalmente, em país "normal", lembro-me que o mesmo governo que nos governa (enfim, estou supondo), pretende instituir um selo individual para cada garrafa de vinho importado, alegadamente para garantir sua qualidade, mas realmente para proteger a produção nacional, num dos gestos repetidos de protecionismo vergonhoso de que são habituais praticantes os burocratas públicos e produtores nacionais.
Quando pensamos que o Brasil pode, finalmente se converter em país normal, vem um protecionista e acaba com a nossa alegria.
Acho que vai demorar mais alguns anos...
Paulo Roberto de Almeida

Seria o governo completamente maluco?: o caso dos neobolcheviques

De vez em quando, ao ler manchetes deste tipo, eu me pergunto, preventivamente, se o governo não é composto de pessoas completamente malucas:

Governo recebe MST e anuncia R$ 400 mi para reforma agrária
Ministro também vai renegociar a dívida dos assentados e da agricultura familiar
Trabalhadores voltam a bloquear ministério

(Estadão, 28/08/2011)

Justamente: depois de ter várias sedes estaduais do Incra invadidas pelo MST, e depois que o Ministério da Fazenda foi bloqueado pelo menos duas vezes na semana que passou pelos neobolcheviques do MST, o governo ainda faz um mimo a esses vândalos, prometendo entregar dinheiro a suas entidades fantasmas?
Como é isso?
O governo é feito de gente maluca?
Onde está essa ineficiente, inexistente, incompetente, inepta, covarde e castrada ABIN que, sendo um órgão dedicado à defesa do Estado - e supostamente tendo gente infiltrada no MST (e se não tiver, é ainda mais incompetente e castrada que eu pensava) para justamente prevenir ataques a propriedades públicas e agências centrais do Estado, como MiniFaz e Incra --, não consegue, não pode, ou é impedida de defender o patrimônio do Estado, se torna conivente, subserviente e promotora de fato de todas as ilegalidades que se cometem contra o Estado brasileiro (mesmo se dirigidas contra um governo maluco), e tem de suportar, assim, ser ofendida como o faço neste post pela sua castração autoconsentida e autoaplicada?
Estamos num processo gradual e constante de deterioração da institucionalidade, com a conivência subserviente de altos funcionários do Estado que, sendo funcionários do Estado, se comportam como meros serviçais de um governo esquizofrênico, conivente com as ilegalidades e os crimes cometidos contra o Estado.
Só posso imaginar isso com base nas manchetes.
Se vou ler a matéria, então, tenho plena confirmação de minhas desconfianças.
O governo é mesmo maluco (ou então é outra coisa, e deixo vocês imaginarem o que seja).
Paulo Roberto de Almeida

Governo vai liberar R$ 400 mi para reforma agrária
Denise Madueño
O Estado de S.Paulo, 26.08.2011

Anúncio foi feito nesta sexta-feira, 26, aos sem-terra, acampados em Brasília, pelo ministro Gilberto Carvalho

A presidente Dilma Rousseff decidiu liberar ainda neste ano uma suplementação de R$ 400 milhões para a obtenção de terras para a reforma agrária. O anúncio foi feito nesta sexta-feira, 26, aos sem-terra, acampados em Brasília, pelo ministro da Secretaria Geral da Presidência, Gilberto Carvalho.

Ministro Gilberto Carvalho recebe lideranças do movimento no Planalto
Ele anunciou também a renegociação da dívida dos assentados e da agricultura familiar, para permitir a reinserção dos inadimplentes no processo de financiamento. O ministro informou que essa reinserção de dará por meio de um novo financiamento, que poderá ser parcelado em até sete anos.

Carvalho informou ainda que haverá recursos para custeio. "Com isso a gente espera ter atendido a essa demanda. Interessa ao governo que a gente termine com a inadimplência dos assentados e dos agricultores", afirmou o ministro, que garantiu ainda a liberação de mais R$ 15 milhões para o Programa Nacional de Educação na Reforma Agrária (Pronera).

Veja também:
Trabalhadores rurais voltam a bloquear entrada de ministério
MST desocupa fazenda no interior de SP
Novo ministro da Agricultura recebe integrantes do MST

Imprensa 11, 12, 13, 14 vs Governo 0: what a difference a week makes

No dia 22 de agosto eu colocava este post neste humilde blog:

Diplomatizzando: Imprensa: 8, 9, 10 x Governo: 0 (apenas antecipando)
22 Ago 2011
Calma, não estou apostando nada ainda, e não me cabe derrubar ministros: isso o governo faz, depois que a imprensa já os demitiu... Decididamente, isso tudo está virando uma mania... Revistas alvejam tres ministros do ...

Bem, agora posso acrescentar mais três ou quatro números à minha contagem, mesmo se o governo ainda não demitiu os personagens 8, 9 e 10 que eu relacionei (sem nomear) acima.
Para mim eles já estavam moralmente demitidos, degradados no porão da ética e dos (maus) costumes.
Pois bem, agora estou antecipando mais quatro, quem sabe cinco?, desses personagens que eu NUNCA convidaria para a minha casa e sequer apertaria a mão.
Bem, acho que ainda vai demorar para eles serem demitidos, ou serem "exonerados a pedido".
Para mim eles já estão demitidos... moralmente, quero dizer.
Paulo Roberto de Almeida

Postagem em destaque

Livro Marxismo e Socialismo finalmente disponível - Paulo Roberto de Almeida

Meu mais recente livro – que não tem nada a ver com o governo atual ou com sua diplomacia esquizofrênica, já vou logo avisando – ficou final...