Introduzir é um verbo curioso, quase pornográfico, mas não se trata disso, e sim da confusão que o autor faz entre as decisões pessoais de certos dirigentes, movidos por razões outras que os interesses nacionais, e os interesses do país como um todo, em seus segmentos empresariais e até diplomáticos. Aliás, a decisão não tem absolutamente nada de diplomática, estrito ou lato senso, ou mesmo sem qualquer senso (não sei se estou falando com algum senso...).
Paulo Roberto de Almeida
Opinión: Brasil y la torta
OSCAR HERNÁNDEZ BERNALETTE | EL UNIVERSAL
Lo que comienza
mal termina mal. Toda esta historia sobre el rechazo y el ingreso de Venezuela a
Mercosur es para los venezolanos una situación lamentable y hasta bochornosa
que no la merecemos. Este Gobierno nunca vio a Mercosur como una opción para
ampliar mercados sino como un escudo
político. Estar otra vez en las primeras páginas de los medios internacionales y en el centro de los conflictos es sin duda
una situación que poco bien nos hace como nación.
Durante los
últimos años esta ha sido una constante
y por ende una tragedia para la percepción que se tiene de nuestro
Gobierno por la manera de conducir la
política exterior. Bastante distinta por cierto a la de épocas anteriores en
donde en la comunidad internacional se nos veía como un país de vocación
constructiva, mediadora y como respetuosos de las obligaciones internacionales.
Les pido a los lectores solo que recapitulen el número de controversias
distintas en que hemos estado en los últimos años.
Recuerdo algunas
crisis. Con Estados Unidos, Colombia, México, Ecuador, Perú, Honduras,
Paraguay, España, Argentina entre otros
que incluían ruptura de relaciones, retiro de embajadores, maletines, insultos,
agresiones, amenazas de cortar suministros de petróleo y la lista sigue con
la última perla de acusaciones a nuestro canciller y al embajador de Venezuela en Brasil por injerencia y llamado a
sublevación militar al estilo de la vieja política norteamericana del gran
garrote de Theodore Roosevelt.
La actuación en
Paraguay fue muy mal manejada. En la diplomacia la forma es fondo y esto es de
algo que adolecen estos formuladores de nuestra política. Allí esta una de las
consecuencias de una Cancillería desmantelada. Qué Venezuela ingrese por atajo
o por la puerta trasera a Mercosur no es para entusiasmarnos. Esa no es la
manera de llegar a un club selecto. Nos retiramos de la CAN y generamos una
crisis. Queremos entrar a Mercosur y generamos otra. Especialmente delicada la
situación para Uruguay y para Brasil.
Mal augurio todo este escenario.
Ahora bien. Qué
le pasó a Brasil, por qué esta
reacción tan violenta de empujar el ingreso de Venezuela a Mercosur
aprovechando la coyuntura de Paraguay y alejada de su tradicional práctica de
prudencia y de acción conciliatoria. Poco parecida por cierto
a la actuación tradicional de su canciller a quien reconozco por su
manejo diplomático al mejor estilo de la tradición de Itamarati.
Detrás de esta
crisis paraguaya se abrió una luz al final del túnel para los
intereses de Brasil. Era aprovechar
empujar el ingreso de Venezuela
por la puerta de atrás. No les importó reconocer que era jurídicamente
incorrecto tal como lo reconoció el
propio Presidente de Uruguay y así como con el caso de la destitución de Lugo
que, aunque antidemocrática, era
constitucionalmente correcta y bien lo saben los brasileños que por vías
similares destituyeron a Collor de Melo hace unos años, y con el bien recordado
activismo del expresidente Lula como opositor.
Brasil quiere una
Venezuela adentro de Mercosur con
obligaciones bien establecidas y definidas. No para aplicarle sanciones por su déficit democrático sino para
garantizarle previsibilidad a sus extraordinarios negocios. Además esa
Itamarati, bien informada, sabe que viene un cambio de gobierno en Venezuela y
no quieren arriesgar que el ingreso se retarde o se denuncie por que conocen
que los sectores técnicos y productivos han sido poco entusiastas con un acuerdo del que tienen certeza que más
que beneficiar a Venezuela, garantizará
mercado al hermano mayor.
Es lógico,
también, Brasil quiere garantizar el
pedazo de su torta.
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