La redistribución del poder mundial empuja los acuerdos interregionales
Por Felix Peña
La Nación (Argentina), 26/02/2013
Para el presidente Obama el TTP ( Trans-Pacific Partnership ) ha ocupado un lugar central en su estrategia comercial internacional. Ahora tiene compañía. En su mensaje anual al Congreso, Barack Obama colocó al TPP junto a un nuevo protagonista: el Tatip ( Transatlantic Trade and Investment Partnership ).
Lo hizo en un mensaje con tónica positiva sobre crecimiento económico, equidad social, empleo, comercio exterior y seguridad en Estados Unidos.
TTP y Tatip son los únicos pilares estratégicos que mencionó al referirse al comercio internacional. Nada dijo sobre la Rueda Doha y al no decir nada, quizá dijo mucho.
Ambos pilares reflejan similares objetivos en espacios interregionales con fuerte valor geopolítico. Consisten en lograr, a través de acuerdos preferenciales, lo que por el momento no parece alcanzable en el marco multilateral de la OMC. O sea, algo ambicioso, abarcativo, flexible y de alta calidad.
Por un lado, implica incorporar al acervo de compromisos internacionales una amplia eliminación de aranceles y de otras restricciones al comercio de bienes, y también procurar una mayor nivelación del campo de juego en materia de marcos regulatorios, por ejemplo, relacionados con normas técnicas o que aspiran a garantizar la calidad de los alimentos, cuestión ésta de actualidad en el imaginario de consumidores y ciudadanos tras el episodio de la carne equina en Europa.
Por otro lado, es avanzar mucho más de lo que sería viable hoy en el marco multilateral, especialmente en materia de servicios, inversiones, propiedad intelectual y compras públicas.
Estos acuerdos aspirarían a señalizar, por caso, lo que tendrían que ser en la visión de sus promotores las disciplinas colectivas multilaterales en un mundo multipolar, en el que el comercio y las inversiones se canalizan cada vez más en el ámbito de cadenas transnacionales de valor.
Ningunas de las dos negociaciones son fáciles. Pueden fracasar. Por algo el fantasma del ALCA flota en el ambiente.
El TPP se concluiría en octubre. Al menos por ahora. Sobre el Tatip lo que se anunció es el inicio de procedimientos internos en ambas partes, a fin de comenzar a negociar lo más pronto posible. La Comisión Europea espera tener el mandato aprobado en el primer semestre del año.
Son negociaciones con muchos nudos a desatar y algunos son muy sensibles. La cuestión agrícola es uno, al menos en el espacio transatlántico. La protección de la propiedad intelectual es otro, al menos en el espacio transpacífico. Pero hay muchos otros que pondrán a prueba la expresión de que también en las negociaciones comerciales "el diablo está en los detalles".
Sus objetivos son tan ambiciosos y complejos que pueden tener razón quienes sostienen que "con que consigamos la mitad de los objetivos ya sería mucho".
El TPP tiene ya acumuladas quince rondas negociadoras. En marzo se realizará la próxima. Por ahora ya son once los países participantes, con dimensiones e intereses muy dispares. China no participa. Pero sí lo hace en la gestación del Recep ( Regional Comprehensive Economic Partnership ), otro acuerdo significativo originado en la Asean.
A su vez, el Tatip refleja una idea con raíces. Se asienta en un denso tejido de intereses cruzados entre ambos lados del Atlántico Norte. Sumados sus países representan el 50% del producto mundial. Su comercio recíproco significa un tercio del global. Ahora podrá tener, además, el peso de la voluntad política que es indispensable para concluir cualquier negociación comercial ambiciosa.
Como sostuvo hace poco Pascal Lamy (director general de la OMC), "la geopolítica ha retornado a la mesa del comercio". En la creación del GATT, el impulso provino de la política exterior de grandes potencias -especialmente Estados Unidos- interesadas en detener la expansión soviética. La Rueda de Doha se lanzó en el clima traumático post 9-11. A pesar de la ilusión de que sólo son factores económicos los que movilizan las estrategias comerciales externas, hoy está claro que es en la actual redistribución del poder mundial donde deben rastrearse factores que impulsan a la proliferación de los acuerdos preferenciales interregionales. Pero teniendo en cuenta el debilitamiento del marco multilateral de la OMC, la gran duda que habrá que despejar es sobre si tal proliferación contribuirá o no a los objetivos de gobernanza global.
Sumados los TTP, Tatip y Recep, a los TLC que la UE negocia, entre otros, con la India y con Canadá, de concluirse los respectivos acuerdos producirían cambios profundos en el mapa institucional del comercio mundial. Sus resultados no serían indiferentes para ningún país, sobre todo si no son parte de algunos de los acuerdos. Incluso pueden acentuarse efectos de demostración en socios del Mercosur. Algunos de ellos ya se han manifestado en Brasil. En sectores densos en productos y servicios inteligentes, los efectos de estos nuevos acuerdos podrían ser significativos. Por ello son negociaciones que conviene seguir de cerca y con mucha atención.
DATOS
La Alianza del Pacífico, que nació con la Declaración de Lima en abril de 2011, es un bloque comercial integrado por Chile, Colombia, Perú y México (Panamá y Costa Rica son países observadores). Según los postulados, busca "la conformación de un área de integración profunda en el marco del arco del Pacífico Latinoamericano para avanzar progresivamente a la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas". El bloque conforma un mercado de 200 millones de habitantes. El producto interno total de los miembros representa más de un tercio del producto interno de Latinoamérica y más del 50% del comercio de la región con el mundo, alrededor de US$ 900.000 millones en 2011. Según datos de la OMC, los países de la Alianza del Pacífico exportaron en conjunto cerca de US$445.000 millones en 2010, casi 60% más que las ventas del Mercosur en el mismo año.
Temas de relações internacionais, de política externa e de diplomacia brasileira, com ênfase em políticas econômicas, viagens, livros e cultura em geral. Um quilombo de resistência intelectual em defesa da racionalidade, da inteligência e das liberdades democráticas. Ver também minha página: www.pralmeida.net (em construção).
quarta-feira, 27 de fevereiro de 2013
terça-feira, 26 de fevereiro de 2013
PT: intrinsecamente totalitario - Editorial Zero Hora
Cheiro de autoritarismo
Editorial Zero Hora, 26.2.2013
As manifestações agressivas contra a presença da blogueira cubana Yoani Sánchez no país, a intromissão dos embaixadores da Venezuela e de Cuba em assuntos estritamente brasileiros e o virulento ataque de lideranças do PT à imprensa no recente encontro do partido são sinais claros, evidentes e preocupantes da reativação de um radicalismo autoritário que parecia fazer parte do passado no Brasil.
Pelo jeito, estava apenas adormecido. Por conta da visão exacerbada desta militância anacrônica e de seus representantes no parlamento, até mesmo uma entrevista da dissidente cubana esteve para ser censurada na TV Senado, só indo ao ar por interferência direta do senador Eduardo Suplicy, que vem dando exemplos de sensatez e moderação em meio ao comportamento extremista de seus correligionários.
Se a iniciativa de impôr ideias e ideologias no grito e no constrangimento partisse apenas de extremistas políticos, poderia ser creditada à normalidade democrática. Num regime de liberdades, todos têm o direito de se manifestar. O preocupante é a constatação de que lideranças políticas do partido que está no poder também comungam deste pensamento único, discricionário e excludente.
Foi o que se viu na reunião da cúpula petista na semana passada, em São Paulo, para celebrar o aniversário da sigla e os 10 anos no comando do país. O evento marcou o lançamento da candidatura da presidente Dilma Rousseff à reeleição, mas também foi utilizado pelas principais lideranças da sigla para fustigar a oposição e para ataques à imprensa, especialmente aos veículos de comunicação que atuam com independência e criticam o governo.
Ao eleger a "grande imprensa" como inimigo, a direção do Partido dos Trabalhadores, respaldada pelo ex-presidente Lula, mostra dificuldade em aceitar o pluralismo e a liberdade de expressão como elementos intrínsecos da democracia.
No ambiente de corporativismo partidário do encontro da última quarta-feira, que contou inclusive com a presença de petistas condenados no processo do mensalão, até mesmo a presidente Dilma Roussef deixou de lado sua histórica posição de apoio à liberdade de imprensa ("O único controle da mídia que eu proponho é o controle remoto na mão do telespectador") para se alinhar ao coro dos insatisfeitos.
Esse clima de patrulhamento, conjugado ao início antecipado da campanha eleitoral para 2014, gera uma situação preocupante para o país, pois tende a legitimar as ações de grupos radicais que não respeitam quem pensa diferente. No momento em que o Brasil registra significativos avanços sociais e se prepara para encarar os desafios do desenvolvimento, seria de todo indesejável um retrocesso nas liberdades democráticas duramente conquistadas e defendidas pela maioria dos brasileiros.
Editorial Zero Hora, 26.2.2013
As manifestações agressivas contra a presença da blogueira cubana Yoani Sánchez no país, a intromissão dos embaixadores da Venezuela e de Cuba em assuntos estritamente brasileiros e o virulento ataque de lideranças do PT à imprensa no recente encontro do partido são sinais claros, evidentes e preocupantes da reativação de um radicalismo autoritário que parecia fazer parte do passado no Brasil.
Pelo jeito, estava apenas adormecido. Por conta da visão exacerbada desta militância anacrônica e de seus representantes no parlamento, até mesmo uma entrevista da dissidente cubana esteve para ser censurada na TV Senado, só indo ao ar por interferência direta do senador Eduardo Suplicy, que vem dando exemplos de sensatez e moderação em meio ao comportamento extremista de seus correligionários.
Se a iniciativa de impôr ideias e ideologias no grito e no constrangimento partisse apenas de extremistas políticos, poderia ser creditada à normalidade democrática. Num regime de liberdades, todos têm o direito de se manifestar. O preocupante é a constatação de que lideranças políticas do partido que está no poder também comungam deste pensamento único, discricionário e excludente.
Foi o que se viu na reunião da cúpula petista na semana passada, em São Paulo, para celebrar o aniversário da sigla e os 10 anos no comando do país. O evento marcou o lançamento da candidatura da presidente Dilma Rousseff à reeleição, mas também foi utilizado pelas principais lideranças da sigla para fustigar a oposição e para ataques à imprensa, especialmente aos veículos de comunicação que atuam com independência e criticam o governo.
Ao eleger a "grande imprensa" como inimigo, a direção do Partido dos Trabalhadores, respaldada pelo ex-presidente Lula, mostra dificuldade em aceitar o pluralismo e a liberdade de expressão como elementos intrínsecos da democracia.
No ambiente de corporativismo partidário do encontro da última quarta-feira, que contou inclusive com a presença de petistas condenados no processo do mensalão, até mesmo a presidente Dilma Roussef deixou de lado sua histórica posição de apoio à liberdade de imprensa ("O único controle da mídia que eu proponho é o controle remoto na mão do telespectador") para se alinhar ao coro dos insatisfeitos.
Esse clima de patrulhamento, conjugado ao início antecipado da campanha eleitoral para 2014, gera uma situação preocupante para o país, pois tende a legitimar as ações de grupos radicais que não respeitam quem pensa diferente. No momento em que o Brasil registra significativos avanços sociais e se prepara para encarar os desafios do desenvolvimento, seria de todo indesejável um retrocesso nas liberdades democráticas duramente conquistadas e defendidas pela maioria dos brasileiros.
BNDES: como se ja nao bastassem 280 bilhoes...
Depois de queda no lucro, BNDES deve ser capitalizado em até R$ 8 bi
Governo deve anunciar reforço no capital do banco no segundo semestre, para manter o ritmo do crescimento da carteira de crédito
26 de fevereiro de 2013 | 21h 25
Irany Tereza e Vinicius Neder, de O Estado de S. Paulo
A capitalização faz parte de uma "conversa permanente" entre o banco e seu acionista integral, o Tesouro. Ao anunciar o resultado de 2012 anteontem, o BNDES revelou que um "plano de capital" de longo prazo estava em discussão com o governo.
O valor da capitalização pode parecer pequeno diante dos recentes repasses do Tesouro ao banco (R$ 285 bilhões de 2009 a 2012), mas tem função e efeitos diferentes. Os repasses são empréstimos do Tesouro ao banco. E servem como fonte de recursos para o BNDES, criando uma alternativa ao Fundo de Amparo ao Trabalhador (FAT).
Já uma capitalização é uma injeção direta de recursos no patrimônio líquido (soma de todos os bens, descontadas as obrigações da instituição), cujo saldo em 2012 foi de R$ 52,2 bilhões. O reforço, uma contribuição direta, não um empréstimo, permitiria ao banco manter uma base financeira sólida. Ou seja, o índice de Basileia, indicador internacional que mede a proporção de capital próprio e recursos emprestados, continuaria estável.
Lucro. O BNDES informou lucro de R$ 8,183 bilhões em 2012, 9,55% abaixo de 2011. O recuo foi puxado pelas participações acionárias do banco. Com a queda no lucro e no patrimônio líquido, o índice de Basileia do BNDES ficou em 15,4%, ante 20,6% no fim de 2011. Quanto maior o índice, melhor. Nesse quadro, o Tesouro já concordou com a capitalização. A discussão é sobre como será feita. Ao comentar anteontem sobre o "plano de capital", o superintendente da Área Financeira do BNDES, Selmo Aronovich, disse que estão em discussão "todas as alternativas".
Segundo fontes, as opções incluem desde a transferência de ações de estatais ou de outros ativos até uma redução no repasse de dividendos. No fim do ano passado, o BNDES obteve do Tesouro créditos a receber (recebíveis) de Itaipu, Ao mesmo tempo, pagou R$ 12,9 bilhões em dividendos ao Tesouro, incluindo antecipações do lucro de 2012.
Capital. Além do recuo no índice de Basileia, o economista João Augusto Salles, da consultoria Lopes Filho, destacou a baixa participação, comparado com bancos privados, de fontes de recursos mais estáveis (capital nível 1) na composição do Patrimônio de Referência. "Quanto maior o capital de nível 1, mais bem-visto é o banco em termos de risco", disse Salles.
Considerando apenas capital de nível 1, o índice de Basileia do BNDES está em 8,35%. O Itaú tem 10,9%; o Bradesco, 11%; e o Santander, 19,3%. Nos bancos públicos, considerando só o nível 1, o Banco do Brasil (BB) tem 10,55% e a Caixa, 6,6%. "O melhor seria alcançar 11% apenas com o nível 1", disse Salles.
O mínimo de índice de Basileia exigido pelo Banco Central é 11%, considerando os dois níveis. Por isso, para o professor de Finanças da Faculdade de Economia e Administração de Ribeirão Preto, da USP, Alberto Borges Matias, não há problemas quanto à solidez do BNDES. "O patrimônio do banco está em níveis bem acima dos exigidos."
Porém, no longo prazo e mantida a tendência de crescimento dos bancos públicos para "gerar desenvolvimento no País", disse Matias, "é natural que o índice (de Basileia) seja reduzido e haja necessidade de capitalizações".
Ambiente de negocios: o inferno chileno e o paraiso brasileiro...
Sim, o inferno chileno: podendo abrir uma empresa no mesmo dia, os chilenos são obrigados a trabalhar imediatamente, não podendo aproveitar todos aqueles dias de ócio (enfim, o que for) que temos os brasileiros: quase quatro meses de espera para começar a trabalhar. Dá quase para dar uma volta ao mundo, e depois começar no batente, se não fosse pelas tribulações de ter de correr de guichê em guichê, pagar aqui e acolá, tirar dez cópias autenticadas, vinte firmas reconhecidas, e centenas, talvez milhares de carimbos e 45 repartições diferentes.
Enfim, esses chilenos são muito materialistas e produtivistas. Nada como a nossa non-chalance, o charme e a ginga de ser brasileiro...
Paulo Roberto de Almeida
O custo de abertura também é salgado. Em média, R$ 2.038. Isso é uma ducha fria para qualquer empreendedor, especialmente aqueles interessados em internet.
Já nosso vizinho, o Chile, acaba de dar um olé no Brasil. Os hermanos aprovaram uma nova lei em que a abertura de empresas passa a ser feita em um único dia. Tudo pela internet, sem papelada.
E, para completar, a custo zero. O Chile percebeu que a melhor forma de promover o desenvolvimento é apostar na dobradinha empreendedorismo e inovação.
Outro exemplo de medida adotada por lá é o programa "Start-up Chile". Concede até R$ 80 mil para pessoas de qualquer lugar que queiram desenvolver uma boa ideia empresarial no país.
Até a obtenção de vistos é facilitada, tudo para atrair talentos globais. Os resultados são eloquentes: 600 start-ups criadas, originadas em 50 países diferentes.
Há alguns dias visitei a incubadora de empresas 21212 (o nome mistura o prefixo do Rio com o de Nova York), no Rio de Janeiro.
Fiquei surpreso com garotos e garotas, muito jovens, todos mandando ver em suas pequenas empresas de tecnologia.
Conversando com o fundador do projeto, Benjamin White, concordamos que os jovens brasileiros têm a ambição de empreender na internet.
O problema é que ficam desapontados assim que percebem o tamanho da encrenca da burocracia do país. Nesse quesito, o Chile está ganhando de goleada do Brasil.
Os gastos para se abrir uma empresa no Brasil são absurdos diante da celeridade conferida pelo meio da internet nos dias de hoje. Além disso, muito bem lembrado que, não bastasse o tempo excessivo para a abertura de uma empresa, ainda se leva mais tempo para fechar a mesma. A combinação da promulgação do Marco Civil da Internet com a redução drástica da burocracia têm em muito a nos favorecer no quesito inovação e incentivo aos empreendedores brasileiros. Aqui têm muita gente precisando disso.
Enfim, esses chilenos são muito materialistas e produtivistas. Nada como a nossa non-chalance, o charme e a ginga de ser brasileiro...
Paulo Roberto de Almeida
5/02/2013
-
03h01
Chile aprova lei para abrir empresa em um único dia
DE SÃO PAULO
Quanto tempo é necessário para abrir uma empresa no Brasil? 119 dias. Se
você acha muito, espere para ver quanto tempo leva para fechar uma
empresa!
O custo de abertura também é salgado. Em média, R$ 2.038. Isso é uma ducha fria para qualquer empreendedor, especialmente aqueles interessados em internet.
Já nosso vizinho, o Chile, acaba de dar um olé no Brasil. Os hermanos aprovaram uma nova lei em que a abertura de empresas passa a ser feita em um único dia. Tudo pela internet, sem papelada.
E, para completar, a custo zero. O Chile percebeu que a melhor forma de promover o desenvolvimento é apostar na dobradinha empreendedorismo e inovação.
Outro exemplo de medida adotada por lá é o programa "Start-up Chile". Concede até R$ 80 mil para pessoas de qualquer lugar que queiram desenvolver uma boa ideia empresarial no país.
Até a obtenção de vistos é facilitada, tudo para atrair talentos globais. Os resultados são eloquentes: 600 start-ups criadas, originadas em 50 países diferentes.
Há alguns dias visitei a incubadora de empresas 21212 (o nome mistura o prefixo do Rio com o de Nova York), no Rio de Janeiro.
Fiquei surpreso com garotos e garotas, muito jovens, todos mandando ver em suas pequenas empresas de tecnologia.
Conversando com o fundador do projeto, Benjamin White, concordamos que os jovens brasileiros têm a ambição de empreender na internet.
O problema é que ficam desapontados assim que percebem o tamanho da encrenca da burocracia do país. Nesse quesito, o Chile está ganhando de goleada do Brasil.
Os gastos para se abrir uma empresa no Brasil são absurdos diante da celeridade conferida pelo meio da internet nos dias de hoje. Além disso, muito bem lembrado que, não bastasse o tempo excessivo para a abertura de uma empresa, ainda se leva mais tempo para fechar a mesma. A combinação da promulgação do Marco Civil da Internet com a redução drástica da burocracia têm em muito a nos favorecer no quesito inovação e incentivo aos empreendedores brasileiros. Aqui têm muita gente precisando disso.
Ronaldo Lemos é diretor do Centro de Tecnologia e Sociedade da FGV e do Creative Commons no Brasil. É professor titular e coordenador da área de Propriedade Intelectual da Escola de Direito da FGV-RJ. Foi professor visitante da Universidade de Princeton. Mestre em direito por Harvard e doutor em direito pela USP, é autor de livros como "Tecnobrega: o Pará Reiventando o Negócio da Música" (Aeroplano). Escreve às segundas na versão impressa de "Ilustrada".
Economia: tres posts ultra-pessimistas, helas - Estadao, esse jornalao derrotista
Coitados dos companheiros: parece que existe um complô, no PIG -- ou seja, o partido da imprensa golpista, esse monstro fantasmagórico que eles inventarem para não responder a acusações de malversações, corrupção, falcatruas e outros malfeitos, que são reais -- tendente a só publicar más noticias econômicas (já nem falo das contínuas denúncias de incompetências administrativas e falta de ética na política).
Mas, também o que podem fazer esses jornalões conservadores do PIG: inventar outros números, outros índices, quando os reais estão aí: baixo crescimento econômico, inflação em alta, déficits correntes e fiscais, introversão das políticas econômicas, protecionismo comercial aberto e ilegal, enfim, deterioração geral das condições econômicas, visíveis nas matérias e editoriais postadas abaixo...
Paulo Roberto de Almeida
Mas, também o que podem fazer esses jornalões conservadores do PIG: inventar outros números, outros índices, quando os reais estão aí: baixo crescimento econômico, inflação em alta, déficits correntes e fiscais, introversão das políticas econômicas, protecionismo comercial aberto e ilegal, enfim, deterioração geral das condições econômicas, visíveis nas matérias e editoriais postadas abaixo...
Paulo Roberto de Almeida
Crise de produtividade
26 de fevereiro de 2013 | 2h 07
Editorial O Estado de S.Paulo
A economia brasileira está em crise e nenhuma bravata do
governo mudará esse fato. Depois de dois anos de estagnação, o País
continua incapaz de acompanhar o passo dos outros emergentes. Mesmo um
resultado um pouco melhor em 2013 será insuficiente para o Brasil ganhar
posições, de forma relevante, na corrida internacional. As autoridades
tentam atribuir as dificuldades do País às condições externas, mas só
convencem quem se dispõe a ser enganado. O fiasco brasileiro, por
enquanto visível principalmente no baixo desempenho da indústria,
reflete uma crise de eficiência produzida com ingredientes nacionais, a
começar pelos graves equívocos da política econômica. O principal efeito
da crise global foi evidenciar os pontos fracos do País em seu sistema
produtivo.
Até agora, a indústria tem sido o setor mais afetado pela crise de eficiência. No ano passado, a produção física do setor encolheu 2,7%, enquanto a folha de pagamento médio aumentou 5,8%, o número de horas pagas caiu 1,9% e a produtividade recuou 0,8%. O custo da mão de obra, resultante da combinação desses fatores, cresceu 6,6% em 2012, segundo cálculos do Instituto de Estudos para o Desenvolvimento Industrial (Iedi). Foi a maior taxa em 11 anos, embora o pessoal ocupado tenha diminuído 1,4%.
O desempenho variou entre os 19 segmentos industriais considerados na pesquisa. Alguns conseguiram ganhos de produtividade, mas o custo do trabalho aumentou em 18 deles, reduzindo um poder de competição já em queda há alguns anos e sem perspectiva de recuperação a curto prazo. O desemprego no setor ainda é limitado, no entanto, porque o custo das demissões é alto e a reposição do pessoal será complicada, no quadro de escassez de mão de obra minimamente treinada ou passível de treinamento.
Com a queda de 2,7% no ano passado, depois de um crescimento de apenas 0,4% em 2011, a produção da indústria praticamente voltou ao nível de 2008, primeiro ano da crise internacional. Em 2010 a indústria havia aumentado 10,5%, mas havia diminuído 7,5% no ano anterior. A estagnação, portanto, já dura alguns anos. A paralisação das grandes economias e o baixo ritmo de expansão do comércio global tornaram mais dura a competição e deslocaram a indústria brasileira. A valorização do real sem dúvida agravou a situação, mas esse foi só um fator a mais.
A empresa brasileira já operava com desvantagens consideráveis, bem conhecidas e muito mais importantes. Mas o problema do câmbio - superestimado também por muitos empresários - deu ao governo um pretexto para descuidar das questões mais graves e esconder sua inépcia atrás da retórica inútil sobre a guerra cambial. Essa retórica se mantém, porque a instabilidade cambial continua e provavelmente continuará enquanto os bancos centrais do mundo rico sustentarem políticas monetárias frouxas. Nenhum deles mudará de rumo por causa dos protestos brasileiros.
Se cuidasse menos dessa questão e mais de outros desafios, muito mais importantes e passíveis de solução internamente, o governo daria uma boa contribuição para o desencalhe da economia nacional.
A presidente Dilma Rousseff e sua equipe conhecem pelo menos de nome esses problemas. Por isso decidiram no ano passado, com muito atraso, lançar um programa de investimento em logística. Têm tropeçado, no entanto, em detalhes tanto de formulação quanto de execução, por preconceitos ideológicos e por incompetência gerencial.
A direção, pelo menos, é correta. Mas repetem erros bem conhecidos. São incapazes de ir além de programas limitados e mal costurados de desoneração fiscal. Insistem nos estímulos ao consumo, quando os entraves estão do lado da produção. Falam em expansão do crédito, mas são incapazes de ir além das práticas de favorecimento a grupos e setores selecionados para lucrar e crescer. Ao mesmo tempo, o governo se atola em trapalhadas, intervindo na formação de preços, administrando índices em vez de combater as pressões inflacionárias e revelando uma assustadora tolerância à inflação. Diante dos resultados, como resistir à tentação de atribuir os males à tal guerra do câmbio?
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O governo declara ter uma "política comercial cautelosa" por não querer abrir mão de seu projeto nacional de desenvolvimento e por julgar que, tendo uma indústria diversificada, o Brasil não se deve engajar nos acordos de cadeias produtivas, que levariam a alguma especialização no contexto produtivo.
O processo de globalização vem sofrendo modificações aceleradas, com a tendência de concentração da produção de manufaturas em poucos países e a fragmentação da produção de bens industriais. Nos últimos 20 anos, o comércio das cadeias produtivas (supply chain trade) vem crescendo gradualmente. Trata-se do intercâmbio de bens, investimentos, serviços e tecnologia associado às redes internacionais de produção, que combinam a inovação dos países desenvolvidos com salários baixos dos países em desenvolvimento.
No comércio das cadeias de suprimento, o investimento produtivo dos países desenvolvidos só vai ocorrer desde que certas regras e reformas que garantem a proteção dos bens tangíveis e intangíveis das empresas sejam adotadas pelos países emergentes e em desenvolvimento e caso haja integração da cadeia produtiva no intercâmbio global.
As redes de inovação-produção-comercialização encontram-se dispersas em empresas e países. A ampliação das cadeias produtivas globais e o crescente intercâmbio de partes e componentes está mudando a forma de tratar as trocas tradicionais de bens e serviços. A industrialização e a produção de manufaturas dependerá da participação dos países em desenvolvimento nessas cadeias produtivas de maior valor agregado. Ao ficar de fora do circuito das cadeias produtivas globais, a maioria dos países em desenvolvimento, o Brasil incluído, passa a concentrar suas exportações em commodities e suas exportações de manufaturados tornam-se cada vez mais reduzidas.
A incorporação das cadeias de produção global nos mega-acordos de livre-comércio, como o eventual acordo EUA-União Europeia, representa um desafio adicional, pois traz de volta preocupações geopolíticas para o comércio internacional. Considerações de política externa levam as duas regiões a tentar superar diferenças comerciais em função de interesses comuns para a prevalência de normas internacionais e valores e para a contenção da China.
O mundo está se multipolarizando rapidamente e a produção e as cadeias produtivas estão se multilateralizando. A crescente aceitação desse novo modelo de desenvolvimento pelos países asiáticos e alguns latino-americanos representa um grande desafio para os países emergentes como a China, a Índia, o Brasil e a Rússia, que relutam em aceitar a lógica dos atuais fluxos de investimento e do comércio.
A Organização Mundial do Comércio (OMC) procura regular e facilitar o intercâmbio tradicional - que diz respeito a bens produzidos num determinado país e vendidos em outro - com regras que dificultem ou eliminem as barreiras na fronteira (tarifas) e visem a penalizar a competição desleal (subsídios e dumping) com medidas compensatórias. As novas regras do comércio das cadeias produtivas começam a ser definidas de forma ad hoc nos acordos de comércio regional (como os dos EUA com países da Ásia e com a Europa), tratados bilaterais de comércio e de investimento (como os dos EUA e da Europa com a Coreia do Sul e com o países da América Latina) e por meio de reformas unilaterais dos países em desenvolvimento.
Os acordos regionais de livre-comércio (10 acordos dos EUA, 11 do Japão e 58 da União Europeia, segundo a OMC) registram 52 regras, das quais 38 não estão incorporadas à OMC; 14 tocam em disciplinas cobertas pelas regras da OMC, mas vão além delas (OMC plus); 12 das 52 regras estão presentes em 80% dos acordos firmados pelos EUA. A maioria das disposições legalmente obrigatórias são uma ampliação das regras existentes na OMC sobre propriedade intelectual (Trips), garantia de investimento (Trim), serviços, movimentos de capital e cooperação aduaneira.
A nova governança global, portanto, está sendo formada à margem das discussões multilaterais da OMC, com profundas consequências para os países em desenvolvimento.
O Brasil, sem estratégia de negociação comercial e com dificuldades para criar um mercado regional para seus produtos, integrados numa cadeia produtiva regional com os demais países, a exemplo do que ocorre na Ásia e na Europa, está cada vez mais isolado e dificilmente poderá beneficiar-se dessas novas tendências do comércio internacional. Os países que integram a Aliança do Pacífico - México, Chile, Colômbia e Peru - firmaram acordos com os EUA, com a Europa e com a China e estão inseridos no contexto dinâmico dos acordos regionais de livre-comércio. A fragmentação da produção e a exclusão das negociações externas começam a afetar o comércio externo brasileiro de manufaturas pela perda de sua competitividade e pela concorrência da China.
Se a política do governo Dilma Rousseff visando ao fortalecimento da indústria nacional der certo, sem o Brasil estar integrado ao dinâmico intercâmbio da cadeia produtiva global, o máximo que o País pode almejar no longo prazo é manter a produção industrial para o mercado interno com medidas protecionistas, para compensar a maior competitividade dos produtos importados.
O mundo não vai esperar o Brasil. Ou o Brasil recupera o tempo perdido e reformula a sua estratégia de negociação comercial externa, ou vai tornar-se cada vez mais isolado no mundo real do comércio global e de investimentos.
Em recente evento de que participei nos EUA, a principal questão não era saber a estimativa de quanto o Brasil vai produzir nesta safra, mas sim os volumes de soja e milho que serão efetivamente escoados através de nossos portos até o início da próxima safra americana. Ninguém mais tem dúvida de que o Brasil consegue responder rapidamente na produção. Basta dizer que só na soja ampliamos a área plantada em quase 3 milhões de hectares em apenas um ano. A segunda safra de milho - erroneamente chamada de "safrinha" e plantada após a colheita de soja no mesmo ano agrícola - superou a safra de verão em mais de 6 MT nos dois últimos anos. Trata-se de uma notável vantagem competitiva da agricultura tropical, que jamais vai ocorrer em países de clima temperado.
Acontece que em apenas um ano aumentamos a nossa exportação "potencial" de milho e soja em 18 milhões de toneladas, 36% mais do que na safra passada. Vale notar que o grosso da expansão de soja e milho se dá nos Estados de Mato Grosso, Goiás e Bahia, em áreas que se situam entre 1.000 e 2.300 km de distância dos portos. Se somarmos ainda as exportações de 25 MT de açúcar e a importação de 18 MT de matérias-primas para fertilizantes, não é de espantar que este ano assistiremos, passivos e apavorados, à maior asfixia na logística de granéis da nossa História!
Neste momento, as filas de navios para atracar nos Portos de Santos e de Paranaguá estão duas a três vezes maiores do que há um ano. Na última quinta-feira havia 82 navios esperando para carregar grãos no Porto de Paranaguá, ante 31 nesta mesma época do ano passado. Em Santos havia 59 navios, ante 29 há um ano. O custo médio de demurrage de um navio parado esperando carga é de US$ 30 mil por dia. Em seminário do Banco Itaú-BBA realizado na semana passada, operadores relataram que para evitar 45 dias de fila de espera em Paranaguá eles decidiram mandar os caminhões para o Porto de Rio Grande, onde as filas duram menos de dez dias. Ou seja, depois de rodar 2.300 km do norte de Mato Grosso até Paranaguá, a soja ainda tem de rodar outros 1.100 km para pegar uma "fila mais rápida" no Rio Grande do Sul. Uma verdadeira insanidade!
Para complicar ainda mais, a Lei 12.619, que restringe a jornada de trabalho dos caminhoneiros e o tempo de condução dos veículos, teve o efeito prático de "retirar" mais de 500 mil carretas das estradas. Os fretes de cargas já subiram entre 25% e 50% este ano. Além disso, o processo de votação da Medida Provisória n.º 595 - a chamada MP dos Portos, que propõe novas regras para a modernização destes - tem produzido uma sucessão de greves em escala nacional, que só tende a piorar com o avanço das negociações.
Essa situação calamitosa nos leva a pelo menos três reflexões importantes. A primeira delas, e mais óbvia, é a necessidade urgente de votar os novos marcos regulatórios que modernizariam a logística brasileira, particularmente a MP dos Portos. Apesar da calamidade nas estradas, da insuficiência histórica de ferrovias e hidrovias e da falta de armazéns (nossa capacidade de armazenagem equivale a 72% da safra de soja e milho, ante 133% nos EUA), o pior gargalo do País neste momento, de longe, são os portos. É hora de vencer a reserva de mercado, a burocracia e o corporativismo de um dos setores mais atrasados da economia brasileira.
A segunda é a necessidade urgente de viabilização sistêmica da nova logística do Norte do País, traduzida no escoamento pelos Portos de Itacoatiara (Rio Madeira), Santarém (Amazonas), Marabá (Tocantins), Miritituba (Teles Pires/Tapajós) e Vila do Conde (confluência do Amazonas e do Tocantins, no Pará), na conclusão da pavimentação das rodovias BR-163 e BR-158 e das Ferrovias de Integração Norte-Sul (FNS), Centro-Oeste (Fico), Oeste-Leste (Fiol) e Transnordestina. Basta dizer que 60% da produção de grãos se concentra nos cerrados, que serão beneficiados pela nova logística, mas só 14% dela é hoje escoada pelos portos do Norte e Nordeste. A viabilização dos novos corredores permitiria exportarmos com navios Capesize, que transportam 120 mil toneladas de grãos, o dobro da capacidade dos navios Panamax, hoje utilizados. Com a futura passagem desses navios pelo Canal do Panamá, em 2014, será possível reduzir em pelo menos 20% o frete marítimo para a China, que já responde por 40% da nossa exportação de grãos, além da redução potencial dos fretes terrestres, pelo uso de ferrovias e hidrovias.
A terceira reflexão tem que ver com o longo prazo. Precisamos estudar qual seria o melhor modelo de inserção do Brasil no agronegócio global do futuro. Hoje estamos engargalados num sistema ineficiente de transporte de soja e milho por caminhões, portos velhos e caros e navios pequenos. Milho e soja servem basicamente para produzir ração para bovinos, suínos e aves, que vão produzir a proteína animal consumida por países que estão do outro lado do planeta.
Num momento em que vários países constroem políticas comerciais mais agressivas - vide o anúncio do novo acordo EUA-União Europeia e a miríade de acordos asiáticos -, não seria a hora de repensar as nossas cadeias de suprimento, buscando explorar a combinação de maior eficiência e valor dos grãos, carnes e lácteos que serão demandados no futuro?
Até agora, a indústria tem sido o setor mais afetado pela crise de eficiência. No ano passado, a produção física do setor encolheu 2,7%, enquanto a folha de pagamento médio aumentou 5,8%, o número de horas pagas caiu 1,9% e a produtividade recuou 0,8%. O custo da mão de obra, resultante da combinação desses fatores, cresceu 6,6% em 2012, segundo cálculos do Instituto de Estudos para o Desenvolvimento Industrial (Iedi). Foi a maior taxa em 11 anos, embora o pessoal ocupado tenha diminuído 1,4%.
O desempenho variou entre os 19 segmentos industriais considerados na pesquisa. Alguns conseguiram ganhos de produtividade, mas o custo do trabalho aumentou em 18 deles, reduzindo um poder de competição já em queda há alguns anos e sem perspectiva de recuperação a curto prazo. O desemprego no setor ainda é limitado, no entanto, porque o custo das demissões é alto e a reposição do pessoal será complicada, no quadro de escassez de mão de obra minimamente treinada ou passível de treinamento.
Com a queda de 2,7% no ano passado, depois de um crescimento de apenas 0,4% em 2011, a produção da indústria praticamente voltou ao nível de 2008, primeiro ano da crise internacional. Em 2010 a indústria havia aumentado 10,5%, mas havia diminuído 7,5% no ano anterior. A estagnação, portanto, já dura alguns anos. A paralisação das grandes economias e o baixo ritmo de expansão do comércio global tornaram mais dura a competição e deslocaram a indústria brasileira. A valorização do real sem dúvida agravou a situação, mas esse foi só um fator a mais.
A empresa brasileira já operava com desvantagens consideráveis, bem conhecidas e muito mais importantes. Mas o problema do câmbio - superestimado também por muitos empresários - deu ao governo um pretexto para descuidar das questões mais graves e esconder sua inépcia atrás da retórica inútil sobre a guerra cambial. Essa retórica se mantém, porque a instabilidade cambial continua e provavelmente continuará enquanto os bancos centrais do mundo rico sustentarem políticas monetárias frouxas. Nenhum deles mudará de rumo por causa dos protestos brasileiros.
Se cuidasse menos dessa questão e mais de outros desafios, muito mais importantes e passíveis de solução internamente, o governo daria uma boa contribuição para o desencalhe da economia nacional.
A presidente Dilma Rousseff e sua equipe conhecem pelo menos de nome esses problemas. Por isso decidiram no ano passado, com muito atraso, lançar um programa de investimento em logística. Têm tropeçado, no entanto, em detalhes tanto de formulação quanto de execução, por preconceitos ideológicos e por incompetência gerencial.
A direção, pelo menos, é correta. Mas repetem erros bem conhecidos. São incapazes de ir além de programas limitados e mal costurados de desoneração fiscal. Insistem nos estímulos ao consumo, quando os entraves estão do lado da produção. Falam em expansão do crédito, mas são incapazes de ir além das práticas de favorecimento a grupos e setores selecionados para lucrar e crescer. Ao mesmo tempo, o governo se atola em trapalhadas, intervindo na formação de preços, administrando índices em vez de combater as pressões inflacionárias e revelando uma assustadora tolerância à inflação. Diante dos resultados, como resistir à tentação de atribuir os males à tal guerra do câmbio?
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O Brasil fora das cadeias produtivas globais
Opinião, O Estado de S.Paulo, 26 de fevereiro de 2013
Rubens Barbosa *
Nem o
governo nem o setor privado parecem perceber as transformações que
ocorrem no comércio internacional, com profundas repercussões no Brasil.
E os novos desafios são, em geral, minimizados pelos formuladores de
decisão nos ministérios da área econômica e no Itamaraty.O governo declara ter uma "política comercial cautelosa" por não querer abrir mão de seu projeto nacional de desenvolvimento e por julgar que, tendo uma indústria diversificada, o Brasil não se deve engajar nos acordos de cadeias produtivas, que levariam a alguma especialização no contexto produtivo.
O processo de globalização vem sofrendo modificações aceleradas, com a tendência de concentração da produção de manufaturas em poucos países e a fragmentação da produção de bens industriais. Nos últimos 20 anos, o comércio das cadeias produtivas (supply chain trade) vem crescendo gradualmente. Trata-se do intercâmbio de bens, investimentos, serviços e tecnologia associado às redes internacionais de produção, que combinam a inovação dos países desenvolvidos com salários baixos dos países em desenvolvimento.
No comércio das cadeias de suprimento, o investimento produtivo dos países desenvolvidos só vai ocorrer desde que certas regras e reformas que garantem a proteção dos bens tangíveis e intangíveis das empresas sejam adotadas pelos países emergentes e em desenvolvimento e caso haja integração da cadeia produtiva no intercâmbio global.
As redes de inovação-produção-comercialização encontram-se dispersas em empresas e países. A ampliação das cadeias produtivas globais e o crescente intercâmbio de partes e componentes está mudando a forma de tratar as trocas tradicionais de bens e serviços. A industrialização e a produção de manufaturas dependerá da participação dos países em desenvolvimento nessas cadeias produtivas de maior valor agregado. Ao ficar de fora do circuito das cadeias produtivas globais, a maioria dos países em desenvolvimento, o Brasil incluído, passa a concentrar suas exportações em commodities e suas exportações de manufaturados tornam-se cada vez mais reduzidas.
A incorporação das cadeias de produção global nos mega-acordos de livre-comércio, como o eventual acordo EUA-União Europeia, representa um desafio adicional, pois traz de volta preocupações geopolíticas para o comércio internacional. Considerações de política externa levam as duas regiões a tentar superar diferenças comerciais em função de interesses comuns para a prevalência de normas internacionais e valores e para a contenção da China.
O mundo está se multipolarizando rapidamente e a produção e as cadeias produtivas estão se multilateralizando. A crescente aceitação desse novo modelo de desenvolvimento pelos países asiáticos e alguns latino-americanos representa um grande desafio para os países emergentes como a China, a Índia, o Brasil e a Rússia, que relutam em aceitar a lógica dos atuais fluxos de investimento e do comércio.
A Organização Mundial do Comércio (OMC) procura regular e facilitar o intercâmbio tradicional - que diz respeito a bens produzidos num determinado país e vendidos em outro - com regras que dificultem ou eliminem as barreiras na fronteira (tarifas) e visem a penalizar a competição desleal (subsídios e dumping) com medidas compensatórias. As novas regras do comércio das cadeias produtivas começam a ser definidas de forma ad hoc nos acordos de comércio regional (como os dos EUA com países da Ásia e com a Europa), tratados bilaterais de comércio e de investimento (como os dos EUA e da Europa com a Coreia do Sul e com o países da América Latina) e por meio de reformas unilaterais dos países em desenvolvimento.
Os acordos regionais de livre-comércio (10 acordos dos EUA, 11 do Japão e 58 da União Europeia, segundo a OMC) registram 52 regras, das quais 38 não estão incorporadas à OMC; 14 tocam em disciplinas cobertas pelas regras da OMC, mas vão além delas (OMC plus); 12 das 52 regras estão presentes em 80% dos acordos firmados pelos EUA. A maioria das disposições legalmente obrigatórias são uma ampliação das regras existentes na OMC sobre propriedade intelectual (Trips), garantia de investimento (Trim), serviços, movimentos de capital e cooperação aduaneira.
A nova governança global, portanto, está sendo formada à margem das discussões multilaterais da OMC, com profundas consequências para os países em desenvolvimento.
O Brasil, sem estratégia de negociação comercial e com dificuldades para criar um mercado regional para seus produtos, integrados numa cadeia produtiva regional com os demais países, a exemplo do que ocorre na Ásia e na Europa, está cada vez mais isolado e dificilmente poderá beneficiar-se dessas novas tendências do comércio internacional. Os países que integram a Aliança do Pacífico - México, Chile, Colômbia e Peru - firmaram acordos com os EUA, com a Europa e com a China e estão inseridos no contexto dinâmico dos acordos regionais de livre-comércio. A fragmentação da produção e a exclusão das negociações externas começam a afetar o comércio externo brasileiro de manufaturas pela perda de sua competitividade e pela concorrência da China.
Se a política do governo Dilma Rousseff visando ao fortalecimento da indústria nacional der certo, sem o Brasil estar integrado ao dinâmico intercâmbio da cadeia produtiva global, o máximo que o País pode almejar no longo prazo é manter a produção industrial para o mercado interno com medidas protecionistas, para compensar a maior competitividade dos produtos importados.
O mundo não vai esperar o Brasil. Ou o Brasil recupera o tempo perdido e reformula a sua estratégia de negociação comercial externa, ou vai tornar-se cada vez mais isolado no mundo real do comércio global e de investimentos.
* Rubens Barbosa é presidente do Conselho de Comércio Exterior da Fiesp.
============Rumo ao pior ano da logística agrícola
Opinião, O Estado de S.Paulo, 26 de fevereiro de 2013
Marcos Sawaya Jank *
Este ano o
Brasil está colhendo a maior safra da sua História. Serão 185 milhões de
toneladas (MT) de grãos e oleaginosas, 11% mais do que na safra
anterior. Viramos o primeiro produtor (84 MT) e exportador (41 MT)
mundial de soja. Também tomamos dos americanos a posição de primeiro
exportador mundial de milho (25 MT, ante 23 MT dos EUA), um fato inédito
e surpreendente que decorre da terrível seca que atingiu aquele país em
meados do ano passado e provocou uma quebra de safra superior a 110
milhões de toneladas de grãos.Em recente evento de que participei nos EUA, a principal questão não era saber a estimativa de quanto o Brasil vai produzir nesta safra, mas sim os volumes de soja e milho que serão efetivamente escoados através de nossos portos até o início da próxima safra americana. Ninguém mais tem dúvida de que o Brasil consegue responder rapidamente na produção. Basta dizer que só na soja ampliamos a área plantada em quase 3 milhões de hectares em apenas um ano. A segunda safra de milho - erroneamente chamada de "safrinha" e plantada após a colheita de soja no mesmo ano agrícola - superou a safra de verão em mais de 6 MT nos dois últimos anos. Trata-se de uma notável vantagem competitiva da agricultura tropical, que jamais vai ocorrer em países de clima temperado.
Acontece que em apenas um ano aumentamos a nossa exportação "potencial" de milho e soja em 18 milhões de toneladas, 36% mais do que na safra passada. Vale notar que o grosso da expansão de soja e milho se dá nos Estados de Mato Grosso, Goiás e Bahia, em áreas que se situam entre 1.000 e 2.300 km de distância dos portos. Se somarmos ainda as exportações de 25 MT de açúcar e a importação de 18 MT de matérias-primas para fertilizantes, não é de espantar que este ano assistiremos, passivos e apavorados, à maior asfixia na logística de granéis da nossa História!
Neste momento, as filas de navios para atracar nos Portos de Santos e de Paranaguá estão duas a três vezes maiores do que há um ano. Na última quinta-feira havia 82 navios esperando para carregar grãos no Porto de Paranaguá, ante 31 nesta mesma época do ano passado. Em Santos havia 59 navios, ante 29 há um ano. O custo médio de demurrage de um navio parado esperando carga é de US$ 30 mil por dia. Em seminário do Banco Itaú-BBA realizado na semana passada, operadores relataram que para evitar 45 dias de fila de espera em Paranaguá eles decidiram mandar os caminhões para o Porto de Rio Grande, onde as filas duram menos de dez dias. Ou seja, depois de rodar 2.300 km do norte de Mato Grosso até Paranaguá, a soja ainda tem de rodar outros 1.100 km para pegar uma "fila mais rápida" no Rio Grande do Sul. Uma verdadeira insanidade!
Para complicar ainda mais, a Lei 12.619, que restringe a jornada de trabalho dos caminhoneiros e o tempo de condução dos veículos, teve o efeito prático de "retirar" mais de 500 mil carretas das estradas. Os fretes de cargas já subiram entre 25% e 50% este ano. Além disso, o processo de votação da Medida Provisória n.º 595 - a chamada MP dos Portos, que propõe novas regras para a modernização destes - tem produzido uma sucessão de greves em escala nacional, que só tende a piorar com o avanço das negociações.
Essa situação calamitosa nos leva a pelo menos três reflexões importantes. A primeira delas, e mais óbvia, é a necessidade urgente de votar os novos marcos regulatórios que modernizariam a logística brasileira, particularmente a MP dos Portos. Apesar da calamidade nas estradas, da insuficiência histórica de ferrovias e hidrovias e da falta de armazéns (nossa capacidade de armazenagem equivale a 72% da safra de soja e milho, ante 133% nos EUA), o pior gargalo do País neste momento, de longe, são os portos. É hora de vencer a reserva de mercado, a burocracia e o corporativismo de um dos setores mais atrasados da economia brasileira.
A segunda é a necessidade urgente de viabilização sistêmica da nova logística do Norte do País, traduzida no escoamento pelos Portos de Itacoatiara (Rio Madeira), Santarém (Amazonas), Marabá (Tocantins), Miritituba (Teles Pires/Tapajós) e Vila do Conde (confluência do Amazonas e do Tocantins, no Pará), na conclusão da pavimentação das rodovias BR-163 e BR-158 e das Ferrovias de Integração Norte-Sul (FNS), Centro-Oeste (Fico), Oeste-Leste (Fiol) e Transnordestina. Basta dizer que 60% da produção de grãos se concentra nos cerrados, que serão beneficiados pela nova logística, mas só 14% dela é hoje escoada pelos portos do Norte e Nordeste. A viabilização dos novos corredores permitiria exportarmos com navios Capesize, que transportam 120 mil toneladas de grãos, o dobro da capacidade dos navios Panamax, hoje utilizados. Com a futura passagem desses navios pelo Canal do Panamá, em 2014, será possível reduzir em pelo menos 20% o frete marítimo para a China, que já responde por 40% da nossa exportação de grãos, além da redução potencial dos fretes terrestres, pelo uso de ferrovias e hidrovias.
A terceira reflexão tem que ver com o longo prazo. Precisamos estudar qual seria o melhor modelo de inserção do Brasil no agronegócio global do futuro. Hoje estamos engargalados num sistema ineficiente de transporte de soja e milho por caminhões, portos velhos e caros e navios pequenos. Milho e soja servem basicamente para produzir ração para bovinos, suínos e aves, que vão produzir a proteína animal consumida por países que estão do outro lado do planeta.
Num momento em que vários países constroem políticas comerciais mais agressivas - vide o anúncio do novo acordo EUA-União Europeia e a miríade de acordos asiáticos -, não seria a hora de repensar as nossas cadeias de suprimento, buscando explorar a combinação de maior eficiência e valor dos grãos, carnes e lácteos que serão demandados no futuro?
* Marcos Sawaya Jank é especialista em Agronegócio e Bioenergia, e foi presidente da Unica e do Icone. E-mail: marcos@junk.com.br.
Triste fim de Policarpo Petrobras Quaresma? - Adriano Pires
Medidas urgentes
É possível resgatar a Petrobras?
Enquanto os números da empresa pioram, o futuro continua obscuro
por Adriano Pires
A Petrobrás precisa, com urgência, passar por uma grande
reestruturação. As causas da deterioração já são conhecidas e o problema
é que muito se falou e muito pouco se fez. Enquanto isso, os números
da empresa vão piorando e o horizonte continua de cinza para negro.
Quais decisões precisam ser tomadas com urgência?
Em primeiro lugar, o acionista majoritário precisa voltar a respeitar o minoritário. E a primeira atitude para mostrar esse respeito seria a nomeação de um novo presidente para o Conselho de Administração da companhia. Ter como presidente desse conselho o ministro da Fazenda, seja ele quem for, significa engessar a administração da empresa, já que os interesses e deveres do ministro são, na maior parte das vezes, conflituosos com os da empresa e, principalmente, do acionista minoritário. A atual política de preços da gasolina e do diesel, subordinada à preocupação com o controle da inflação, é o maior exemplo dessa incompatibilidade.
Ainda na questão da alta administração da empresa, seria desejável a
nomeação de uma diretoria executiva pelo critério mais da meritocracia e
menos pelo critério político, o que já se nota na atual gestão da
presidente Graça Foster. Em vez de interferir nas decisões diárias da
empresa, o acionista majoritário deveria dar liberdade de gestão e
cobrar pelos resultados, o que não ocorre atualmente. Ao contrário, hoje
quem dirige a empresa são a presidente da República, o Ministério da
Fazenda, o PT e os partidos da base aliada. Seria fundamental o governo
estabelecer algum tipo de contrato de gestão com a empresa e, a partir
daí, cobrar metas e resultados, arrecadando impostos e dividendos como
acionista majoritário. Com isso, o critério das decisões deixaria de
ser o político e passaria a ser o da eficiência.
Outro campo a ser atacado é a política de desinvestimento. O desinvestimento deveria começar pela venda pura e simples de ativos que não têm nenhuma explicação de racionalidade econômica para fazer parte da Petrobrás ou que tenham rentabilidade incompatível com o porte da empresa. A venda de ativos vem sendo tentada pela empresa, porém de forma muita tímida. Além de vender ativos no exterior, como refinarias e mesmo blocos de petróleo, no mercado interno a empresa deveria se desfazer de ativos que não fazem parte de seu foco de negócio, como a sua participação em distribuidoras de gás natural, bem como em usinas térmicas ou qualquer tipo de empresa geradora de energia elétrica. O negócio da Petrobrás é explorar e produzir petróleo, gás natural e derivados, e não os mercados de distribuição de gás e de geração de energia elétrica.
Outro caminho para a Petrobrás retomar a sua eficiência e lucratividade seria a criação de uma política de parcerias com outras petroleiras, tanto no exterior quanto, principalmente, no mercado interno. Se o governo desse a tão sonhada autonomia de gestão, e com isso a empresa pudesse ter uma política de preços de derivados alinhada ao mercado internacional, fariam todo o sentido a venda de alguma refinaria e o estabelecimento de parcerias em outras, em particular as novas, não com a venezuelana PDVSA, e sim com investidores que realmente aportem capital e tragam experiência e conhecimento técnico.
Além de parcerias em refinarias, seria importante estabelecer parcerias no segmento de transporte, em dutos de escoamento da produção, de transporte de gás natural e de derivados e nas plantas de regazeificação. Tanto nas existentes quanto naquelas a serem construídas.
Uma outra mudança que ajudaria a Petrobrás a reencontrar o caminho da eficiência e da lucratividade seria o governo alterar o marco regulatório criado em 2010. As principais alterações seriam acabar com a obrigatoriedade da Petrobrás de ter um mínimo de 30% dos blocos do pré-sal que venham a ser leiloados, bem como com a exigência de monopólio na operação desses blocos. Esses dois pontos, colocados no marco regulatório de 2010, não representam um privilégio para a empresa, e, ao contrário, só penalizam a Petrobrás e retardam a produção do pré-sal. Sem falar nas regras retrógradas de conteúdo local, que também só prejudicam a estatal e impedem o desenvolvimento de uma indústria nacional forte e competitiva.
Com a reestruturação, com os desinvestimentos e com as mudanças no marco regulatório, estariam dadas as condições essenciais para que a Petrobrás voltasse a ser uma das maiores petroleiras do mundo. Pois, tendo uma das maiores e mais promissoras reservas de petróleo do mundo, tendo um quadro de funcionários de alta qualidade e sendo líder em pesquisa e tecnologias de exploração offshore, a empresa possui as condições estruturais para alcançar o total sucesso.
A Petrobrás está diante de duas alternativas distintas. Reencontrar a trajetória da eficiência perdida e retomar o ciclo virtuoso do lucro e do investimento ou se transformar num braço político-econômico do governo. Neste caso, a rentabilidade e a produção estarão comprometidas, a exemplo do que aconteceu com a venezuelana PDVSA.
Em primeiro lugar, o acionista majoritário precisa voltar a respeitar o minoritário. E a primeira atitude para mostrar esse respeito seria a nomeação de um novo presidente para o Conselho de Administração da companhia. Ter como presidente desse conselho o ministro da Fazenda, seja ele quem for, significa engessar a administração da empresa, já que os interesses e deveres do ministro são, na maior parte das vezes, conflituosos com os da empresa e, principalmente, do acionista minoritário. A atual política de preços da gasolina e do diesel, subordinada à preocupação com o controle da inflação, é o maior exemplo dessa incompatibilidade.
Outro campo a ser atacado é a política de desinvestimento. O desinvestimento deveria começar pela venda pura e simples de ativos que não têm nenhuma explicação de racionalidade econômica para fazer parte da Petrobrás ou que tenham rentabilidade incompatível com o porte da empresa. A venda de ativos vem sendo tentada pela empresa, porém de forma muita tímida. Além de vender ativos no exterior, como refinarias e mesmo blocos de petróleo, no mercado interno a empresa deveria se desfazer de ativos que não fazem parte de seu foco de negócio, como a sua participação em distribuidoras de gás natural, bem como em usinas térmicas ou qualquer tipo de empresa geradora de energia elétrica. O negócio da Petrobrás é explorar e produzir petróleo, gás natural e derivados, e não os mercados de distribuição de gás e de geração de energia elétrica.
Outro caminho para a Petrobrás retomar a sua eficiência e lucratividade seria a criação de uma política de parcerias com outras petroleiras, tanto no exterior quanto, principalmente, no mercado interno. Se o governo desse a tão sonhada autonomia de gestão, e com isso a empresa pudesse ter uma política de preços de derivados alinhada ao mercado internacional, fariam todo o sentido a venda de alguma refinaria e o estabelecimento de parcerias em outras, em particular as novas, não com a venezuelana PDVSA, e sim com investidores que realmente aportem capital e tragam experiência e conhecimento técnico.
Além de parcerias em refinarias, seria importante estabelecer parcerias no segmento de transporte, em dutos de escoamento da produção, de transporte de gás natural e de derivados e nas plantas de regazeificação. Tanto nas existentes quanto naquelas a serem construídas.
Uma outra mudança que ajudaria a Petrobrás a reencontrar o caminho da eficiência e da lucratividade seria o governo alterar o marco regulatório criado em 2010. As principais alterações seriam acabar com a obrigatoriedade da Petrobrás de ter um mínimo de 30% dos blocos do pré-sal que venham a ser leiloados, bem como com a exigência de monopólio na operação desses blocos. Esses dois pontos, colocados no marco regulatório de 2010, não representam um privilégio para a empresa, e, ao contrário, só penalizam a Petrobrás e retardam a produção do pré-sal. Sem falar nas regras retrógradas de conteúdo local, que também só prejudicam a estatal e impedem o desenvolvimento de uma indústria nacional forte e competitiva.
Com a reestruturação, com os desinvestimentos e com as mudanças no marco regulatório, estariam dadas as condições essenciais para que a Petrobrás voltasse a ser uma das maiores petroleiras do mundo. Pois, tendo uma das maiores e mais promissoras reservas de petróleo do mundo, tendo um quadro de funcionários de alta qualidade e sendo líder em pesquisa e tecnologias de exploração offshore, a empresa possui as condições estruturais para alcançar o total sucesso.
A Petrobrás está diante de duas alternativas distintas. Reencontrar a trajetória da eficiência perdida e retomar o ciclo virtuoso do lucro e do investimento ou se transformar num braço político-econômico do governo. Neste caso, a rentabilidade e a produção estarão comprometidas, a exemplo do que aconteceu com a venezuelana PDVSA.
A blogueira e os mercenarios, 12 (chega...): o silencio ensurdecedor dos companheiros.. .
Os companheiros -- todos eles: governo, partidos, milícias mercenárias -- meteram os pés pelas mãos, ou por todas as patas, nesse episódio da blogueira que não pode falar, depois de sua visita ter sido objeto de cuidadoso planejamento entre os representantes diplomáticos de uma das duas últimas ditaduras stalinistas do planeta e os representantes dos trapalhões ditos civis, mas que são governamentais, como todo mundo sabe...
Enfim, chega de bater em cachorro morto (no caso os mercenários, cuja presença não será mais requisitada das próximas vezes...).
Paulo Roberto de Almeida
Enfim, chega de bater em cachorro morto (no caso os mercenários, cuja presença não será mais requisitada das próximas vezes...).
Paulo Roberto de Almeida
Apropriação indébita
25 de fevereiro de 2013 | 2h 09
Opiniao, O Estado de S.Paulo
Denis Lerrer Rosenfield *
A esquerda,
sobretudo a de orientação marxista, em suas várias vertentes, ficou
completamente desorientada após a queda do Muro de Berlim e a derrocada
da União Soviética. Suas bandeiras e seus princípios foram lançados por
terra, mostrando uma discrepância aterradora entre a realidade
totalitária e os princípios supostamente humanistas.
Um caso interessante dessa desorientação foi a apropriação operada pela esquerda da doutrina dos direitos humanos, como se fosse coisa sua. Isso é particularmente visível no Brasil. Ora, a doutrina dos direitos humanos, no século 20, foi um instrumento dos dissidentes soviéticos e dos países do Leste Europeu para reclamar do controle totalitário e autoritário seguido por seus respectivos governos.
Clamavam eles por liberdade de expressão, de imprensa, de publicação. Lutavam pelo direito de ir e vir, que lhes era proibido. Andrei Sakharov, na extinta URSS, e Vaclav Havel, depois presidente da República Checa, foram símbolos importantes dessa época. Ou seja, os direitos humanos foram elaborados e usados contra os governos de esquerda, de modo a que viessem a aceitar uma liberdade necessária, de valor universal.
Nessa perspectiva, Yoani Sánchez, dissidente cubana e colunista do Estadão, nada mais faz do que se colocar como herdeira dessa tradição dos direitos humanos. Cuba, governo de esquerda tão prezado por alguns setores do nosso país, é um esbirro caribenho dos governos comunistas. Por via de consequência, os defensores da ditadura dos irmãos Castro são liberticidas que desprezam profundamente os direitos humanos.
A vergonha, usando um termo brando, das manifestações esquerdistas, com seus apoios partidários, contra a dissidente cubana mostra o quanto certos setores da esquerda em nosso país continuam presos aos dogmas totalitários do século passado. Uma visitante impedida fisicamente de falar é um exemplo de como essa doutrina, que deveria ter um valor universal, é pervertida ideologicamente.
O governo brasileiro tem uma Secretaria de Direitos Humanos. O curioso é a seleção que opera dos valores ditos universais. Se um policial morre no cumprimento do dever, o mutismo é a regra, como se não fosse algo universal. Se um invasor do MST é preso, lá vão os companheiros conclamando o respeito aos direitos humanos. Eloquente também é a omissão do governo na questão dos direitos humanos em Cuba. A contradição é flagrante.
No caso de Yoani Sánchez, o silêncio da Secretaria de Direitos Humanos é de furar os tímpanos. Será que não há nada a ser dito? Nem indignação a ser externada acerca de grupos que usam da violência para impedir a liberdade de expressão do pensamento de uma digna representante dos direitos humanos?
O outro lado da apropriação manifesta-se no uso que se tornou corrente do politicamente correto, como se fosse a outra face dos direitos humanos. O mais interessante aqui consiste nas restrições que operam na liberdade de escolha, como se fosse um valor que deveria ser relativizado em função de "bens" supostamente maiores.
Há setores da esquerda brasileira, do PT aos tucanos, passando pelo novo partido de Marina Silva, que importam o purismo religioso comportamental dos EUA enquanto símbolo da nova esquerda. Os liberals americanos, cuja tradução correta deveria ser trabalhistas ou social-democratas, para distingui-los dos verdadeiros liberals, os liberais no sentido inglês do termo, estariam fornecendo os novos parâmetros da esquerda. Não deixa de ser interessante constatar que os discursos antiamericanos vêm acompanhados da importação da ideologia esquerdizante norte-americana.
O politicamente correto brasileiro está importando as cotas raciais americanas, apelando para posições morais, como se a solução da miséria no Brasil passasse pela introdução de uma nova forma de racialismo, discriminando, em sentido inverso, as pessoas pela cor. Pior ainda, pela autodeclaração da cor, o que aumenta ainda mais o componente ideológico dessa diferenciação/discriminação. O valor universal da igualdade entre as pessoas perde-se no ralo.
Outra importação é a das restrições à liberdade de fumar e mesmo, por extensão, as tentativas de interferência na própria produção de tabaco, produto, aliás, importante da pauta de exportação brasileira. Não se trata, evidentemente, de defender o direito de alguém dar uma baforada na cara de outro, mas tão simplesmente de guardar o respeito à liberdade de escolha de cada um em lugares adequados e separados. Marina Silva chegou a considerar a indústria do tabaco como "algo sujo", quando se trata de um setor que se caracteriza pelo desenvolvimento sustentável em sua área agrícola, cultivada por agricultores familiares.
Exemplo ainda é a campanha crescente, e que só tende a aumentar, contra o consumo de álcool, alcançando proibições draconianas na direção de veículos. Beber está se tornando um ato que vem a ser identificado com dano irremediável à saúde, podendo se traduzir até pela morte do próximo. Estamos voltando ideologicamente à doutrina da lei seca americana, revigorada de outra maneira pelo purismo comportamental religioso.
Mais uma questão que se encaixa nessa "cruzada" do politicamente correto é o controle quase total da liberdade de escolha dos cidadãos, no exercício legítimo - e universal - do direito à autodefesa. As campanhas em curso pelo desarmamento, deixando as pessoas de bem completamente à mercê de criminosos, num Estado incapaz de assegurar a segurança física de seus cidadãos, mostram o quanto a liberdade se está tornando um valor relativo em função de supostos bens maiores.
Os direitos humanos, tais como foram elaborados e defendidos no século 20, inclusive pelos críticos dos governos de esquerda, apresentam posições de defesa irrestrita da liberdade de escolha em todos os seus níveis, contra as ideologias coletivistas e totalitárias.
Um caso interessante dessa desorientação foi a apropriação operada pela esquerda da doutrina dos direitos humanos, como se fosse coisa sua. Isso é particularmente visível no Brasil. Ora, a doutrina dos direitos humanos, no século 20, foi um instrumento dos dissidentes soviéticos e dos países do Leste Europeu para reclamar do controle totalitário e autoritário seguido por seus respectivos governos.
Clamavam eles por liberdade de expressão, de imprensa, de publicação. Lutavam pelo direito de ir e vir, que lhes era proibido. Andrei Sakharov, na extinta URSS, e Vaclav Havel, depois presidente da República Checa, foram símbolos importantes dessa época. Ou seja, os direitos humanos foram elaborados e usados contra os governos de esquerda, de modo a que viessem a aceitar uma liberdade necessária, de valor universal.
Nessa perspectiva, Yoani Sánchez, dissidente cubana e colunista do Estadão, nada mais faz do que se colocar como herdeira dessa tradição dos direitos humanos. Cuba, governo de esquerda tão prezado por alguns setores do nosso país, é um esbirro caribenho dos governos comunistas. Por via de consequência, os defensores da ditadura dos irmãos Castro são liberticidas que desprezam profundamente os direitos humanos.
A vergonha, usando um termo brando, das manifestações esquerdistas, com seus apoios partidários, contra a dissidente cubana mostra o quanto certos setores da esquerda em nosso país continuam presos aos dogmas totalitários do século passado. Uma visitante impedida fisicamente de falar é um exemplo de como essa doutrina, que deveria ter um valor universal, é pervertida ideologicamente.
O governo brasileiro tem uma Secretaria de Direitos Humanos. O curioso é a seleção que opera dos valores ditos universais. Se um policial morre no cumprimento do dever, o mutismo é a regra, como se não fosse algo universal. Se um invasor do MST é preso, lá vão os companheiros conclamando o respeito aos direitos humanos. Eloquente também é a omissão do governo na questão dos direitos humanos em Cuba. A contradição é flagrante.
No caso de Yoani Sánchez, o silêncio da Secretaria de Direitos Humanos é de furar os tímpanos. Será que não há nada a ser dito? Nem indignação a ser externada acerca de grupos que usam da violência para impedir a liberdade de expressão do pensamento de uma digna representante dos direitos humanos?
O outro lado da apropriação manifesta-se no uso que se tornou corrente do politicamente correto, como se fosse a outra face dos direitos humanos. O mais interessante aqui consiste nas restrições que operam na liberdade de escolha, como se fosse um valor que deveria ser relativizado em função de "bens" supostamente maiores.
Há setores da esquerda brasileira, do PT aos tucanos, passando pelo novo partido de Marina Silva, que importam o purismo religioso comportamental dos EUA enquanto símbolo da nova esquerda. Os liberals americanos, cuja tradução correta deveria ser trabalhistas ou social-democratas, para distingui-los dos verdadeiros liberals, os liberais no sentido inglês do termo, estariam fornecendo os novos parâmetros da esquerda. Não deixa de ser interessante constatar que os discursos antiamericanos vêm acompanhados da importação da ideologia esquerdizante norte-americana.
O politicamente correto brasileiro está importando as cotas raciais americanas, apelando para posições morais, como se a solução da miséria no Brasil passasse pela introdução de uma nova forma de racialismo, discriminando, em sentido inverso, as pessoas pela cor. Pior ainda, pela autodeclaração da cor, o que aumenta ainda mais o componente ideológico dessa diferenciação/discriminação. O valor universal da igualdade entre as pessoas perde-se no ralo.
Outra importação é a das restrições à liberdade de fumar e mesmo, por extensão, as tentativas de interferência na própria produção de tabaco, produto, aliás, importante da pauta de exportação brasileira. Não se trata, evidentemente, de defender o direito de alguém dar uma baforada na cara de outro, mas tão simplesmente de guardar o respeito à liberdade de escolha de cada um em lugares adequados e separados. Marina Silva chegou a considerar a indústria do tabaco como "algo sujo", quando se trata de um setor que se caracteriza pelo desenvolvimento sustentável em sua área agrícola, cultivada por agricultores familiares.
Exemplo ainda é a campanha crescente, e que só tende a aumentar, contra o consumo de álcool, alcançando proibições draconianas na direção de veículos. Beber está se tornando um ato que vem a ser identificado com dano irremediável à saúde, podendo se traduzir até pela morte do próximo. Estamos voltando ideologicamente à doutrina da lei seca americana, revigorada de outra maneira pelo purismo comportamental religioso.
Mais uma questão que se encaixa nessa "cruzada" do politicamente correto é o controle quase total da liberdade de escolha dos cidadãos, no exercício legítimo - e universal - do direito à autodefesa. As campanhas em curso pelo desarmamento, deixando as pessoas de bem completamente à mercê de criminosos, num Estado incapaz de assegurar a segurança física de seus cidadãos, mostram o quanto a liberdade se está tornando um valor relativo em função de supostos bens maiores.
Os direitos humanos, tais como foram elaborados e defendidos no século 20, inclusive pelos críticos dos governos de esquerda, apresentam posições de defesa irrestrita da liberdade de escolha em todos os seus níveis, contra as ideologias coletivistas e totalitárias.
* Denis Lerrer Rosenfield é professor de Filosofia na UFRGS. E-mail: denisrosenfield@terra.com.br.
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