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quarta-feira, 20 de janeiro de 2010
1719) Equador, avante, para tras, na confusao
Rafael Correa, recetario para un desastre
Carlos Alberto Montaner
Firmaspress, Enero 2, 2010
Rafael Correa, el presidente de Ecuador, acaba de publicar un libro. Lo llamó Ecuador: de Banana Republic a la No República. Supone que el país, bajo su mando, dejó de ser una república bananera, gobernada arbitrariamente en beneficio de una oligarquía deshonesta y del capital extranjero, para convertirse en otra cosa que no es, tampoco, una república tradicional con su separación y equilibrio de poderes, su constitución neutral y sus instituciones abiertas que propician los cambios suavemente al amparo tranquilo del Estado de Derecho.
En la solapa del libro Correa aporta sus notables credenciales académicas y declara su filiación ideológica. Dice ser un seguidor de la doctrina social de la Iglesia y de la hoy muy desacreditada teología de la liberación. Pero es en el texto, compuesto por artículos previamente publicados, donde encontramos las claves de su visión de los problemas de Ecuador. Es ahí donde comparece una abultada lista de malos a los que fustiga junto a los buenos a los que cita elogiosamente.
La lista de los villanos es muy extensa: prácticamente todos los presidentes que lo precedieron en el poder, los organismos internacionales de crédito, “la nefasta burocracia internacional y sus corifeos'', el mercado y “la mano invisible'' que lo guía, el Consenso de Washington, la independencia del Banco Central, la dolarización del país, el comercio libre internacional (el ALCA), la privatización, lo que llama “la larga y triste noche neoliberal'', las concesiones de los servicios a la empresa privada y la “tercerización'' o contratación a terceros para evitar cargas fiscales o presiones sindicales. En la página 64 manifiesta una intención que me parece encomiable: “Liberar al Estado de los grupos de poder que lo controlan''.
Sus héroes son el Estado, la teoría de la dependencia, la planificación, el gasto público, el dirigismo desarrollista, una moneda nacional que sirva para encajar las crisis y compensar la improductividad del país, Raúl Prebisch, J. M. Keynes, James Petras --un disparatado economista marxista radical--, las protecciones arancelarias para desarrollar la industria nacional, cierta conveniente inflación y hasta Facundo Cabral y Eduardo Galeano, como para poner cierta nota folclórica a un texto que es semiacadémico.
El libro tiene algunos errores impropios de un economista formado en Estados Unidos como, por ejemplo, afirmar que el gobierno de F. D. Roosevelt revocó el patrón oro en 1933, algo que sucedió, realmente, durante la administración de Richard Nixon varias décadas más tarde. Roosevelt lo que hizo fue devaluar el dólar con relación al oro: de 20 dólares la onza a 35, medida que, en su momento, fue considerada por muchas personas como una violación de los derechos de propiedad.
Estamos, pues, ante un gobernante que posee cierta visión ideológica perfectamente calificable como estatista (“tercermundista'', le llamaba Carlos Rangel), acompañada por una acendrada desconfianza en la economía de mercado y en las intenciones de las grandes democracias desarrolladas. Lamentablemente, a esta equivocada forma de entender cómo debe gobernarse, cuarenta veces fracasada en América Latina a lo largo del siglo XX, se une un temperamento claramente autoritario, según su propio hermano, y la perniciosa arrogancia intelectual de quien no conoce la duda y se mantiene indiferente ante una realidad que desmiente constantemente las premisas de las que parte.
Si, de acuerdo con el análisis de Correa, la clase política ecuatoriana es totalmente venal e ignorante, y está rodeada por un ejército de funcionarios indolentes, ¿por qué cree que el Estado va a solucionar los problemas de la sociedad mejor que la sociedad civil? Si el sector público ecuatoriano es un minucioso desastre y su propio gobierno naufraga en medio de la corrupción y la ineficacia (según también opina su hermano) y ni siquiera pudo prever el anunciado colapso de la distribución de energía eléctrica, ¿qué le hace pensar que dándole más poder y entregándole más recursos ese Estado va a hacer mejor su trabajo?
En lugar de mirar hacia Venezuela, que es el modelo perfecto de cómo no debe gobernarse a una sociedad, el señor Correa debería observar cuidadosamente el tipo de Estado que los chilenos han construido a partir de los años ochenta, y luego, inteligentemente, han conservado y profundizado los posteriores cuatro gobiernos de la democracia, como hará el que salga electo en las próximas elecciones. Es verdad que los chilenos hacen lo contrario de lo que Correa prescribe, pero parece aconsejable imitar los ejemplos exitosos, no los fallidos.
Al final de su libro, Correa cita a dos economistas que, probablemente, no ha leído o, peor aún, no ha entendido, Ronald Coase y Douglas North, y asume con ellos que la prosperidad, el desarrollo y la estabilidad dependen de la calidad de las instituciones y del carácter predecible de las reglas. Exactamente lo opuesto a lo que hace su gobierno. Eso se llama cultivar la esquizofrenia intelectual.
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Carlos Alberto Montaner nació en La Habana, Cuba, en 1943. Reside en Madrid desde 1970. Ha sido profesor universitario en diversas instituciones de América Latina y Estados Unidos. Es escritor y periodista. Varias decenas de diarios de América Latina, España y Estados Unidos recogen desde hace más de treinta años su columna semanal. La revista Poder lo ha calificado como uno de los columnistas más influyentes en lengua española. Se calcula en seis millones de lectores semanales quienes tienen acceso a sus artículos en español, inglés y portugués.
Montaner ha publicado una veintena de libros. Varios han sido traducidos al inglés, al portugués, el ruso y el italiano. Entre los mas conocidos y reeditados están Viaje al corazón de Cuba, Cómo y por qué desapareció el comunismo, Libertad: la clave de la prosperidad, y las novelas Perromundo y 1898: La Trama.
En 1978 la Editorial Planeta y la Universidad de Arkansas editaron un libro de crítica sobre su obra (La narrativa de Carlos Alberto Montaner). Dos de sus más polémicos y divulgados ensayos son los “best-sellers” Manual del perfecto idiota latinoamericano y Fabricantes de miseria, ambos escritos con la colaboración de Plinio Apuleyo Mendoza y Álvaro Vargas Llosa.
En 2001 publicó Las raíces torcidas de América Latina. En este libro Montaner aborda desde una perspectiva histórica uno de los asuntos más acuciantes de nuestra cultura: ¿por qué la América surgida de la colonización ibérica es el segmento más pobre e inestable de Occidente? Antes de esta obra, el autor, desde otros ángulos, había reflexionado sobre el tema en dos libros también publicados por Plaza & Janés: La agonía de América y No perdamos también el siglo XXI. En 2002, durante el primer centenario de la república, apareció Cuba: un siglo de doloroso aprendizaje, era el resultado de un ciclo de conferencias dictadas en la Universidad de Miami. En el 2003 publicó Los latinoamericanos y la cultura occidental.
En 1990 creó la Unión Liberal Cubana junto a exiliados y cubanos radicados en Cuba. El propósito era llevar el cambio democrático a la Isla por vías pacíficas. La ULC pronto se afilió a la Internacional Liberal. En 1992 Montaner fue elegido vicepresidente de la Internacional Liberal, cargo que ocupa desde entonces.
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