Aliás, desde muito tempo, desde 1945, pelo menos, ou
provavelmente desde antes...
Paulo Roberto de Almeida
ARGENTINA: Vanguardia en el ataque
a las libertades
Letras Internacionales (Publicación del Departamento de Estudios
Internacionales, Facultad de Administración y Ciencias Sociales), agosto 2012
En las últimas semanas las encuestas de
opinión ratifican que la imagen pública de Cristina Kirchner comienza a
aproximarse a la “caída libre”. La imagen “positiva” (como expresa la
jerga de las encuestas de opinión) está más de 40 puntos por debajo de la que
poseía en el momento en que asumió la segunda Presidencia y, la llamada imagen
”negativa”, es tres veces más alta que la que tenía en ese mismo momento
puesto que ya supera largamente el 30% de la opinión nacional. Que la tendencia
sea inevitable, ya veremos que, desgraciadamente, no sirve como anuncio de su
salida del poder porque de aquí a las elecciones queda aún un buen trecho y, en
el tipo de régimen que esta presidente habita, las reglas de obtención del
poder son por demás peculiares. Sí, en cambio, este desfondamiento de su imagen
pública puede servir de indicador, quizás algo temprano pero moderadamente
esperanzador, de que la demencia continuista de la primera magistrada, va a
enfrentar grandes problemas si es que sigue empeñada en la reelección.
No se necesita de análisis sesudo alguno para explicar la baja de la imagen
presidencial. Alcanza con repensar como se construyó oportunamente su
popularidad, fundamentalmente de la mano de su difunto esposo, para imaginar,
ahora, como se está “deconstruyendo” la misma.
En la lógica del neo-populismo autoritario
(del que el kircherismo es un ejemplo palmario) que se ha instaurado en amplios
sectores y países de América Latina, de lo que se trata es de reducir
la política a dos operaciones elementales.
Primero
se trata de, mediante dádivas, “desparramar recursos” (que no es la manera de
distribuir), supuestamente destinados a “los pobres”. Estos recursos, en buena
medida, quedan en manos de las instancias intermedias de los movimientos
peronistas, chavistas, correístas, las de cualquier otro caciquillo de turno, o
en las alforjas de los aparatos corporativos de los sindicatos que, esos mismos
movimientos, han tornado en cuasi omnipotentes –(el caso de Frente Amplio en el
Uruguay es paradigmático: un sindicato, ADEOM, se ha apropiado de buena parte
de la Intendencia de Montevideo y una suerte de “sindicatos” que se pretenden
“docentes” ya se han digerido la totalidad del enorme incremento presupuestal
que ingenuos Ministerios de Economía le ha otorgado a ese servicio público
desde hace 2 gobiernos)-.
Segundo,
al mismo tiempo que se procede a este “desparramo”, el aparato estatal central,
se dedica a destrozar toda forma de oposición, disidencia o ”matiz” que
manifieste la menor diferencia con el discurso, el humor o el capricho
cotidiano del Gorila (o la Gorila) que esté al mando (Cristina, Chávez, Lula,
Correa, Morales, etc.). Medios de prensa, sindicatos autónomos, jerarquías
locales, jueces y poder judicial, partidos de oposición, grupos de interés,
sindicatos no obsecuentes, etc., es decir toda la sociedad civil que todavía no
ha sido cooptada o comprada, deberán ser descalificados radicalmente y
serán, sin la menor duda, más o menos paulatinamente arrasados en plazos
variables hasta quedar reducidos a su más mínima expresión).
En
resumen, la ecuación del neo-populismo es sencilla: realizar mucho gasto
ostensible, con tonalidad “progresista”, yaplicar una disciplina de hierro en
la erradicación, lo más radical posible, de toda forma de pluralismo,
sea político, social, ideológico, etc.
No
sin cierta ingenuidad, en Argentina, hay algunos analistas que pretenden
adjudicar el desastre de las cifras de popularidad de la imagen de Cristina al
uso y abuso coyuntural de las cadenas de Radio y Televisión permanentes y
sistemáticas (a propósito de ello informábamos hace algunas semanas en “Letras
Internacionales” No. 158 y enhttp://jbonillasaus.blogspot.com/2012/07/argentina-hacia-una-reeleccion_19.html).
Como
dijésemos en esa ocasión, el uso oficial de los medios en cadena es tan
bochornoso que hasta el electorado peronista argentino comienza a desconfiar.
En ese sentido sería de una ceguera dramática no advertir que Cristina
Kirchner ha entrado en una lógica de ”fin de règne”que es casi de Manual
de Ciencia Política. Cada día de la semana (e incluso, a veces, durante el fin
de semana) encuentra un nuevo enemigo a quien atacar y, por lo general,
últimamente lo hace entre los que integran sus propias filas. No debe eso
sorprender a nadie: eso anuncia el fin de Cristina pero no presagia, en
absoluto, el fin del neo-populismo autoritario en Argentina. Es más, es
necesario recordar que el mecanismo de la “quema” recurrente de déspotas y
tiranuelos a lo Kirchner, Correa, Morales, Lula, etc. (con una modalidad
relativamente peculiar en el caso del priísmo mexicano) es, en verdad “el
modo de reproducción” mismo del autoritarismo populista.
Si
alguien, entre los más jóvenes, todavía duda de ello (los que tenemos algunos
años vivimos las secuelas de los Perón, los Vargas, los Cárdenas, etc. ya lo
sabíamos) ahora estamos abiertamente advertidos por el tan sesudo como senil
teórico del kirchnerismo, el inefable Ernesto Laclau, autor del libro “La
Razón Populista”.
Tiempo
ha intelectual respetado, hoy se ha transformado en escriba de un régimen
manejado por una patota prepotente que atropella ilegalmente cuanto obstáculo,
real o ficticio, se atraviesa en su camino. Imponerle al agro argentino
detracciones por decreto sin pasar por el Parlamento, cerrar las fronteras con
países vecinos, incumplir las obligaciones financieras del país, atacar
sistemáticamente a la prensa escrita y a los medios opositores, violar los
tratados internacionales avasallando los derechos del país vecino (Uruguay),
utilizar los muertos de la dictadura para montar un esquema de corrupción o
proteger un vice-Presidente coludido con la empresa que imprime la moneda del
país, no son mas que unos pocos ejemplos de la mezcla antidemocrática de ilegalidad
y corrupción que es el “cristinismo”.
Laclau
es, en su tontera política, perfectamente explícito: el populismo ”necesita“ de
la creación permanente de “enemigos“ como forma de “…construir al pueblo”.
Lo que este autor llamar “la construcción del pueblo” es, en realidad, una
versión patética de la necesidad compulsiva de “dividir” a la sociedad, en la
tradición peronista de “alpargatas SI, libros NO” .
Se
trata de crear, mediante el uso ilegítimo de la fuerza del Estado, dos campos
políticos y sociales que se definan como opuestos. Esa fue la esencia
misma del peronismo y el quiebre decisivo en la historia de un gran país que,
destinado a transformarse en un modelo de éxito económico, se ha tornado, de
1945 a la fecha, en un ejemplo de fracaso histórico. En su versión actual, en
el ejemplo kirchnerista, (es decir, aventadas todas las pretensiones de que el
populismo “integraba” nuevos sectores sociales como repitieron hasta el
cansancio “progresistas” bien intencionados) se utiliza el mismo recurso
de la voluntaria escisión de la sociedad, aunque éste aparezca ahora como
una modalidad “tinellizada”, kitsch y corrupta, de “la dialéctica
amigo-enemigo” de Carl Schmitt
En
las últimas semanas, la incorporación del tema de “la corrupción” en la
definición de cómo el gobierno argentino “divide” la sociedad del país es algo
que está tomando cada vez más fuerza en los discursos de la presidente.
Durante
todos los gobiernos kirchneristas, la Argentina y el mundo asistieron (con
singular irresponsabilidad ambos, conviene decirlo) al desarrollo siempre más y
más creciente de la corrupción del gobierno y de los presidentes de ese país.
Pero aún así, para entonces, el ser considerado súbdito leal del
gobierno o enemigo del mismo se dirimía en un terreno donde la cuestión
de la corrupción no era forzosamente convocada. Es cierto, la mayoría de
los súbditos leales pertenecían y pertenecen a algún esquema de
corrupción más o menos conocido. Pero, por cierto tiempo, para ser
relativamente confiable en el mundo del populismo autoritario de Kirchner, no
era absolutamente necesario estar “comprometido” en algún esquema
corrupto. El que no lo estaba podía igualmente ser un compañero de ruta
transitorio. Pero desde que la presidente asumió sola la gestión del país, no
estar “comprometido” es un peligro para el “establishment”. Ahora el gobierno
expresa en su práctica la desconfianza del régimen, el temor de los
prepotentes, el miedo de los corruptos, el temblequeo de los genuflexos en un
permanente y maníaco ataque contra toda persona que no comulgue con los más
nimios caprichos de la “mandataria”.
Y,
curiosamente ahora, en este lamentable escenario de corrupción gubernamental
generalizada que la presidencia llama al linchamiento simbólico de los medios y
de los periodistas pidiendo que “se denuncie la corrupción”, en
particular en esas “cadenas nacionales” donde ella se regodea con el aplauso de
sus acarreados.
Nadie
puede dudar que en Argentina, como en todas partes, existan medios y
periodistas corruptos pero, en realidad, parece un chiste que Cristina Kirchner
sea la “denunciante”. Si lográsemos juntar los jueces argentinos honestos
(que seguramente todavía los hay) y los legisladores igualmente honestos (que
muy poquitos quedan) y pudiésemos protegerlos de la represión oficial, sólo una
escuálida minoría del staff del kirchnerismo quedaría fuera de la cárcel. Los demás
irían todos presos por las más diversas figuras penales que el lector se pueda
imaginar.
Una
sola y muy sencilla decisión tiraría abajo toda la argumentación del Ejecutivo
argentino sobre la corrupción en los medios. La corrupción en los medios viene esencialmente
del gobierno, es creada y fomentada por el gobierno. Vean la televisión de ese
país (o la de Brasil, Venezuela, Ecuador, Uruguay, en realidad, da lo mismo,
porque todos son igualmente irresponsables) y que la conocida organización “Transparencia
Internacional”, con sede en Berlín, Alemania, (pero que tiene
“capítulos nacionales”, incluida la Argentina y dirigida por la canadiense
Huguette Labelle), audite los criterios con los que el gobierno distribuye la
publicidad oficial entre “medios afines al gobierno” y “medio críticos del
gobierno”. Es decir, investigue cómo la Sra. Kirchner usa los recursos de la
ciudadanía para financiar la imagen de su patético gobierno y su permanente
campaña electoral.
Esa
posibilidad, desde luego no le quita el sueño a la presidente. Nada de ello va
a pasar. Es más, dos días atrás, tuvo el descaro de declarar, ella, la
presidente que resulta ser, inexplicablemente, la segunda presidente
multimillonaria de Sudamérica (el primero es Piñera pero este sí hizo su
fortuna fuera de la política): "El cuarto poder debería publicar qué
empresas les pagan para que cuando leamos un artículo sepamos", siguió
la Presidenta. Y hasta se animó a reclamar: "Necesitamos una ley de
ética pública porque la información hoy tal vez sea lo más importante
porque la leen millones de personas y a partir de eso toman decisiones".
Esta
idea no es nada original y hace tiempo que el régimen argentino insiste en
ella. Pero viene a cumplir, en la coyuntura, una función en algún sentido
“vanguardista”. Mientras los regímenes totalitarios como el de Cuba han
terminado radicalmente con todo tipo de libertad de prensa, en América Latina,
los neo-populismos autoritarios estaban lidiando con distintas políticas para
desembarazarse de la prensa de oposición sin acertar a encontrar una solución
satisfactoria. Correa persigue judicialmente a los propietarios de medios y a
los periodistas, Chávez envía sus secuaces a expropiar redacciones e imprentas
en un estilo más decimonónico y el régimen nicaraguense tiene métodos todavía
mas expeditivos.
Pero
todos esos procedimientos aparecen como desprolijos.La idea de la presidente
Kirchner tiene una enorme ventaja: hacer votar una ley que suprima la libertad
de prensa para todo los medios que no sean oficialistas. La idea tiene la
descomunal ventaja de que habrá millones de tontos que creerán que la ley es
legítima. Por lo pronto, al gobierno uruguayo, que tan bien se lleva con el
argentino, le ha gustado la idea y está instrumentando un proyecto de Ley de Mediosque ya intenta atropellar a la
libertad en nuestro país.
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